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CAPITULO VI
CONCLUSIONESComo se advierte en la introducción, en el presente estudio el tema central está referido a los mecanismos de regulación instituidos para la formación de analistas. El punto de apertura que abrió la investigación se da a partir de una interrogación central: ¿Existe relación entre el problema de las escisiones ocurridas en las instituciones psicoanalíticas y los mecanismos de regulación instituidos por éstas para la formación de analistas?.
Es importante destacar que, si bien la ruta de acceso para el trabajo se asienta en el planteamiento de un problema y los supuestos al respecto, las expectativas en cuanto al "producto final" distaban mucho de pretender una serie de respuestas en términos afirmativos o negativos buscando argumentos que comprobaran cualquiera de las dos opciones.
Uno de los principales objetivos era precisamente tratar de evitar en lo posible la búsqueda de "pruebas" e ir "construyendo" a partir de las líneas que el propio desarrollo del trabajo fuera marcando. El objetivo se cumplió y es así que planteo a continuación en forma de conclusiones, algunas de las reflexiones y nuevos interrogantes a que dio lugar todo este recorrido.
Vale la pena dejar asentado antes que cada uno de los capítulos que forman parte del presente estudio aportan material y abren problemáticas que merecerían un desarrollo más profundo; parte de la riqueza - que fácilmente tendía a convertirse en obstáculo -, consistió precisamente en lo sorprendente y apasionante que resultaba ir trabajando el tema abordado en cada capítulo. Sobre todo dos temas de los cuales no quedó más remedio que dejar pendiente y "hacer a un lado" gran parte del material recopilado: el estudio sobre la historia y situación actual de las instituciones psicoanalíticas en México y toda una serie de problemáticas abiertas a partir del "asunto" sobre la intervención psicoanalítica en el Monasterio Benedictino de Santa María de la Resurrección.
Como idea central para el desarrollo de estas reflexiones finales, voy a tomar esta situación tan particular en la que se "ubica" la institución psicoanalítica; esto es, el planteamiento de que esta institución que nos ocupa, esta sostenida y atravesada por distintas instituciones, (científica, universitaria, jurídica, de salud mental, religiosa, etc.) generando en su estructura una tensión permanente, a partir de la que justamente podemos articular parte fundamental de la problemática que hemos abordado en este trabajo y que nos lleva a distinguir la existencia de un enorme entrecruzamiento de variables, dimensiones y modos de regulación heterogéneos en lo que respecta a la formación de psicoanalistas.
El entrecruzamiento entre estas diversas instituciones, los desacuerdos y ambigüedades para definir el terreno al que pertenece el psicoanálisis, las diferentes lógicas normativas que operan, etc., genera que se produzca una especie de hibridación normativa respecto a los modos en que se van a definir los criterios respecto a la formación de analistas impuestos en sus institutos.
Hemos dicho ya que el proceso de identidad tiene que ver con lo normativo, con lo regulativo y el campo de los saberes, pues para ser considerada realmente como la institución X, (en dónde la X significa la "particularidad") habrá de constituir sus propias normas y apegarse a las mismas.
Hemos visto también que en la institución psicoanalítica se exacerba la diferencia no sólo entre el establecimiento de la norma y la aplicación de la misma, sino que además, los "criterios" para definir su aplicación pueden ser retomados a partir de elementos definidos por umbrales normativos totalmente diferentes, lo mismo académicos, científicos, médicos (salud/enfermedad), e incluso podríamos decir místico-religiosos, etc. y apegarse de manera contingente a los propios de cualquiera de estas instituciones, con lo que aparece de inmediato el cuestionamiento acerca de "los propios" de la institución psicoanalítica y acerca de las posibilidades para definir los márgenes y establecer la "especificidad" en lo que se refiere a "su" identidad.
Aun tomando en cuenta que el campo normativo es abierto e igualmente operan mecanismos normativos de exclusión, - es decir, todo campo normativo incluye y excluye -, resulta difícil utilizar esto como argumento para tratar de comprender la problemática en torno de la identidad que surge respecto de la formación de analistas, pues para excluir los elementos que no pertenecen a determinado ámbito, habría que tener una mínima claridad respecto a los criterios utilizados para definir lo que dicho ámbito "incluye". Quiero decir, habría que contar con elementos suficientes, obviamente normativos, que permitan sostener criterios determinados para definir la identidad pretendida.
Asimismo, podríamos comprender como efecto de esta "hibridación" una especie de laxitud en el umbral de validez en el que asienta sus bases la institución psicoanalítica pues dado que operan diferentes márgenes de interpretación, es muy factible (y de hecho hemos constatado la frecuencia con la que esto ocurre), que las regulaciones se apliquen de manera arbitraria.
Sin embargo, esta arbitrariedad a la que me refiero, paradójicamente se "diluye" o más bien se "oculta" tras la cortina de legalidad que le proporciona el amparo de las diversas instituciones a las que apela. Se apela a una supuesta legalidad (científica, académica, jurídica, etc.) para asentar los criterios de validez de la institución psicoanalítica y se la transgrede en el mismo instante en que se la aplica fuera de sus propios márgenes institucionales. Asimismo, en tanto la aplicación de las supuestas normas parece depender en gran medida de criterios subjetivos en la interpretación de las mismas - evidenciado sobre todo en las distintas concepciones sobre los elementos que constituyen el mecanismo "propio" de la formación -, además de que hemos visto la frecuencia con la que se imponen para los "otros" ciertas condiciones y requisitos sin que los que se detentan como analistas formadores los hayan cubierto ni se sometan ni a los mismos criterios ni a las mismas regulaciones establecidas, se recrudece la arbitrariedad en el ejercicio de las mismas.
Por otro lado, es posible suponer que en el afán de ocupar un lugar en el ámbito de las representaciones sociales y concretar una de sus funciones institucionales (la validación y autorización para el ejercicio del psicoanálisis) apoyándome en todo lo que hemos visto es posible pensar que hay también otros fines, menos explícitos pero quizá más imperiosos - lograr consolidar grupos de poder, mecanismos de supremacía, redes de mercado, recursos para adquirir prestigio, etc. -, por lo cual se ha "tolerado" y fomentado, cuando menos en parte, el hecho de que esté ya tan difundido todo este saber en modalidades ambiguas y fragmentadas.
Esta "difusión" que ha sufrido el psicoanálisis (universidades, hospitales, programas de T. V. y radio, etc.) se ha hecho corrientemente apelando a un vago universo teórico, de inciertas referencias freudianas, sin el menor intento de coherencia al respecto y con muy poca idea de los alcances "técnicos" del psicoanálisis; estableciendo además prácticas en las que se definen tiempos y horarios indistintamente, y que excluyen o modifican el sentido sobre el factor terapéutico del psicoanálisis, etc. Todo esto ha llevado a la producción de un conjunto de "estereotipos" sociales, una forma en la que opera el legein que lleva también a construir cierto espacio de acción, a una cierta fisonomía del teukhein.
Se interviene así en todos los niveles: hospitales psiquiátricos, centros de Salud Mental, escuelas, revistas de divulgación, centros culturales, universidad, etc., sin intentar abrir espacios de reflexión que permitan dar cuenta de estas prácticas en sus efectos sobre el psicoanálisis y sobre los sectores de la sociedad en que operan. Se trata de curar diciendo que no se cura, se trata de enseñar un saber diciendo que es imposible la transmisión del mismo, se está en las instituciones asistenciales diciendo que se oponen a prevenir, etc.
Lo que parecería haberse ganado en el terreno del reconocimiento social, con todo lo que hemos visto, es posible afirmar que con mucho ha sido a costa de renunciar al rigor teórico como herramienta de acceso al saber. Resulta evidente la enorme brecha que se abre entre la coherencia teórica y las regulaciones impuestas en aras de establecer un campo normativo de validez para la enseñanza y el ejercicio del psicoanálisis; la terrible dificultad que conlleva tratar de instituir este saber en el que nos encontramos como pilares teóricos, conceptos por definición absolutamente inaprehensibles desde la lógica conjuntista-identitaria así como "modelos" y mecanismos (como el tan mencionado "dispositivo") totalmente irregulares e irregulables.
Bajo estas condiciones particulares de las regulaciones institucionales resulta una gran contradicción en términos del sentido del proceso psicoanalítico establecer como obligatorio el análisis personal -por mencionar sólo uno de los problemas más evidentes. No se puede establecer como regla obligatoria, esto es, como ley, la experiencia del análisis sin que aparezca totalmente desvirtuado el sentido de la misma pues si entendemos que la ley es la imposición de la norma sobre los sujetos constituyéndose en una instancia ontológica superior (exterior) y esa es la experiencia de la alienación, resulta un absoluto contrasentido una prescripción tal desde el universo teórico del psicoanálisis.
Este es un aspecto que se articula con algunos planteamientos de F. Roustang, para quién resulta imposible la constitución de una institución psicoanalítica sin que pese sobre ella un destino funesto: Existe una completa contradicción entre el objetivo del psicoanálisis que, con las reglas que se han establecido, debe seguir siendo un aparato, y la constitución de una sociedad alrededor de un jefe insustituible del que se adopta el pensamiento y al que se reconoce como maestro. La contradicción, en este caso, es aún más violenta por cuanto que, para constituirse esta sociedad utiliza unos factores, en primer lugar la transferencia, que sólo tienen cabida en la cura analítica (...) Es este el paso, a escondidas, de la transferencia analítica a las relaciones sociales reales lo que imprime la ambigüedad y también la inviabilidad, por definición, de la sociedad psicoanalítica. La muerte de Freud no cambió en nada la cuestión ya que es siempre la fidelidad a él la que define las sociedades que, precisamente se valen de él.
Sin embargo, como bien nos señala Castoriadis, parece haber un doble olvido de parte de Roustang en el sentido de que por un lado no se puede comparar la situación única e irrepetible de Freud como fundador con ninguna situación posterior y por otro, el planteamiento de Roustang de que la resolución de la transferencia es imposible en la relación de "magisterio" establecida en la formación, para sustentar la "asocialidad del psicoanálisis", olvidándose así también -nos dice Castoriadis- respecto al problema del contenido de la teoría y de la práctica en la problemática de la enseñanza y transmisión del psicoanálisis. Asimismo, Castoriadis refuta las ideas de Roustang derivadas de sus analogías con la problemática de las filiaciones y "engendramiento de generaciones" como el fundamento de toda sociedad, incluyendo la psicoanalítica. La sociedad no es una familia ampliada y no puede ser ni pensada ni tratada a partir de un modelo de la familia: la familia no es nunca otra cosa que una "parte" de tal institución de la sociedad, y no es nunca familia más que como esa parte de tal institución efectiva de la sociedad. .. De igual forma: la sociedad psicoanalítica no es una "familia" o una "reunión de familias" psicoanalíticas .
Lo que me parece importante señalar de estas ideas que he retomado, es el hecho de que iluminan este tránsito muchas veces casi imperceptible, que se produce de una escala a otra para explicar o tratar de entender ciertos fenómenos, además del tránsito que se produce también por un lado, de lo general o plural de la institución a lo singular del proceso analítico y por el otro pero íntimamente articulado pensar en S. Freud como objetivando el problema del "fundador" como líder carismático. Es decir, el problema del pasaje de lo subjetivo a lo colectivo en una institución.
Estos problemas por supuesto quedan sin resolver, lo único que me permite esta apertura son algunas consideraciones respecto a la "burocratrización" que ha adquirido la institución psicoanalítica ubicando a Freud como fundador y líder carismático de la misma.
Si, apelando a la concepción weberiana del carisma, pensamos que el líder carismático establece un marco de normatividad articulado sobre el orden de la presencia y en esta situación, el curso de las transformaciones y universo normativo son impredecibles, es decir, el régimen de regulación puede ser modificado al arbitrio del líder. Escribe Weber:
Son lo decisivo - en la dominación carismática - las creaciones de derecho de caso en caso, originariamente sólo juicios de Dios y revelaciones. (...) el profeta genuino, como el caudillo genuino, como todo jefe genuino en general anuncia, crea, exige nuevos mandamientos
Por un lado, la institución se constituye a partir de ordenamientos normativos verticales y por el otro, cuando desaparece el líder carismático, con la aparición de estructuras normativas rígidas, de procedimientos generales que aseguran la validez que no atenta contra la estructura de valores impuesta, hace surgir los elementos de una burocracia que se expresa en una estructura pura de normatividad o, en algunos casos, una institución ritual, lo que Weber llamaría "rutinización del carisma". Así, la lucha entre los sucesores se da en las condiciones de confrontación por el poder condicionadas por la generalidad de estos regímenes. En el caso de la institución psicoanalítica, en la confrontación entre los sucesores se cancela todo proceso carismático capaz de velar la fuerza articuladora de los remanentes simbólicos de la presencia fundadora, originaria del líder carismático, en este caso Freud. Esa lucha de poder nos hace pensar en el problema concreto de las rupturas y escisiones que se producen, aunque no podemos pensar esto como lineal, sino como algo sumamente complejo ya que no podemos perder de vista que existe una contraposición entre carisma y burocracia, que estas problemáticas tienen que ver con universos de valoración contrapuestos y procesos sociales heterogéneos.
Sólo me resta plantear lo que podría catalogar como hipótesis final, algunos puntos que considero atravesaron el trabajo aunque no totalmente explícitos y cerrar con algunas preguntas.
- La institución psicoanalítica esta marcada por modos de funcionamiento institucional que tienden a configurarse en torno de criterios de exclusión. Quedan fuera todos los que ... no son médicos, no son licenciados, no están mentalmente sanos, no alcanzan x porcentaje de votación a favor, no son "maduros", no poseen "capacidad de sublimación" y/o "integridad moral" . Los que no están en análisis, los que no realizan un "buen" análisis, no "elaboran la transferencia", etc. Mientras que por otro lado y como ya veíamos en otro capítulo, ninguno de los dispositivos "formales" garantiza la "inclusión" o el reconocimiento.
Entonces, si como vemos, la normatividad establecida se sustenta principalmente en mecanismos de exclusión, y esto, sumado a la carencia de una identidad construida sobre sus propios criterios normativos podemos plantear que esta situación incide de manera importante como disparador en el fenómeno de las rupturas y escisiones pues en tanto el campo de aplicación normativo resulta tremendamente arbitrario, difícilmente se puede apelar a una legalidad para dirimir diferencias o desacuerdos, en estas condiciones, es posible argumentar desde universos normativos heterogéneos y producir la misma apariencia de validez para defender posiciones, cuando lo que en realidad se produce es un cambio de escalas y por ende de diferencias substanciales en el registro de los elementos argumentativos.
- Durante gran parte del trabajo de investigación, apareció una situación profundamente enigmática y que apunta a la dimensión del secreto en la problemática institucional. Esto se hizo patente sobre todo en las entrevistas, pues fue una constante el hecho de recibir información importante que muchas veces tuve que excluir a petición del entrevistado.
Todo el aspecto místico-religioso que "organiza" frecuentemente este tipo de instituciones y produce elementos de vinculación del tipo de las sectas fue otro de los temas que no pudieron ser desarrollados y que sin embargo estuvieron presentes.
Finalmente algunos de los resultados que deja este proceso, es decir, sólo unos pocos de los muchos interrogantes que surgieron:
- ¿Será posible realizar la apuesta por el trabajo creador del psicoanálisis? ¿Será posible la renuncia al estatus jerárquico en la lógica mercantilista que rige cada vez más sobre esta institución y este saber? ¿Recuperar el carácter instituyente e imaginario de la obra de Freud y hacerle el mejor homenaje posible, es decir, desprenderse de su persona como poseedora "indiscutible" de "la verdad" y tratar de no repetirlo?.
- Introducción
- Capítulo I: Antecedentes e Inicios de las Instituciones Psicoanalíticas en México
- Capítulo II: "Psicoanálisis" en el Monasterio
- Capítulo III: Dos historias y ...¿un destino?
- Capítulo IV: Reflexiones en torno de algunos mecanismos de regulación institucional: Un momento revelador, las escisiones.
- Capítulo V: Análisis
- Capítulo VI: Conclusiones
- Bibliografía