Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Con la muerte en los talones
(
Comentario del caso presentado por M. Polanuer)
Gerardo R. Herreros

"La metonimia es, como yo les enseño, ese efecto hecho posible por la circunstancia de que no hay ninguna significación que no remita a otra significación, y donde se produce su más común denominador, a saber la poquedad de sentido (comúnmente confundida con lo insignificante), la poquedad de sentido, digo, que se manifiesta en el fundamento del deseo, y le confiere el acento de perversión que es tentador denunciar en la histeria presente".

J. Lacan "La dirección de la cura"
(subrayado GRH)

 

"Plantearse la cuestión del goce femenino es ya abrir la puerta de todos los actos perversos. Esto resulta porque los hombres tienen en apariencia, al menos, el privilegio de las grandes posiciones perversas.

Es ya algo que se pueda plantear la cuestión aunque la mujer misma tenga sospechas por la reflexión que introduce en ella esta falta del goce del hombre; ella entra en este campo por la vía del deseo, que como lo enseño es el deseo del Otro, es decir, el deseo del hombre.

Pero es para el hombre que se plantea primitivamente la cuestión del goce, se plantea porque está comprometida de entrada en el fundamento de la posibilidad del acto sexual"

J. Lacan "La lógica del fantasma". 7 de junio de 1967

 

Mi comentario a la presentación de Mario Polanuer tal vez sea el prólogo de un trabajo posterior y sólo marcaré algunos puntos que me gustaría luego desarrollar y discutir con Uds.:

A mi entender en el caso, siendo que se trata de una presentación clínica, es posible situar previo a toda discusión sobre el diagnóstico, aunque tal vez íntimamente ligado a ello, algo que queda de lado en principio, lo que es posible llamar la "coyuntura dramática". Con esto quiero puntualizar lo singular de esta mujer, el motivo histórico de su consulta, su padecer en el -mala palabra para nosotros los lacanianos- "aquí y ahora" que es olvidado por muchos analistas y que hace que algunos aun "pacientes" -en el sentido de espera paciente- antes que analizantes huyan despavoridos, continuando con sus "actuaciones", inscribiéndose el abandono en una más de la lista.

Es por eso que previa a la entrada en análisis se dan una serie de fenómenos que es necesario abordar -entre ellos la transferencia simbólica- y que si no se ponen a punto, es imposible una dirección de la cura psicoanalítica. Y en la cura, es decir en análisis recién podemos hablar de diagnóstico en transferencia.

Justamente es la coyuntura, el momento, y arriesgando, el motivo de consulta de Julia, el que señalo como muchas veces sistemáticamente dejado de lado por los analistas y por ello causante no pocas veces de ese "no me dice nada" con que se nos desprestigia.

En el caso de Julia, y como no puede ser de otra forma del texto, aparece este tema en las primeras entrevistas:

"La situación es extraña. Una mujer, de apariencia normal, viene a pedir un análisis y no suelta prenda. Rápida en acciones, lenta en palabras, le comento. Y entonces habla de una profunda depresión, en la que está sumida desde la muerte del marido, dos años atrás.

Decir que habla de forma entrecortada no es suficientemente gráfico, ya que literalmente se interrumpe en cada frase. Dice algo y se queda a la espera, pendiente de la interrogación que está segura de suscitar en su interlocutor."

¿Ahora bien, eso, la actuación que remarca Mario, nos habla de la estructura en juego?. Afirmo que no. ¿Nos lo recuerda?. Tampoco. ¿Entonces?. Ella "habla" de una profunda depresión, que luego retomaré.

Coincido totalmente con el comentario de Jorge Moreno de que ni el desafío, ni la transgresión son componentes "esenciales" de la perversión, sino, diría, consecuencias, efectos o avatares de la estructura, y es por ello que no avanzaré en ese sentido y sólo remarcaré la apretada pero efectiva síntesis de Jorge, orientadora de su posición sobre el caso, cuando menciona: "No es el caso de Julia que permanentemente busca en otro su justificación y se aliena en esa búsqueda, no encontrando en el analista una satisfacción". La cuestión es que hacer con este deseo insatisfecho o, arriesgaré, con este deseo puesto en suspenso.

Ahora bien, la temática del acto aislado sin situar la posición del sujeto en él, jamás nos permitiría distinguir entre al acto en coherencia con el deseo, el acting-out y el pasaje al acto. Esto es afirmado por Mario cuando escribe:

"La tendencia al acto del perverso, siendo efecto de la estructura más que elemento estructurante", pero sin embargo, se desprende del texto, esto también es lo que lo que lo hace dudar acerca del diagnóstico. Pero en el analista, hay una marcada diferencia entre el enunciado y la enunciación. A nivel del enunciado, hay alguna duda en el diagnóstico, pero en la enunciación, en todo su recorrido, apunta a situar el caso en el marco de la neurosis histérica ("En ese punto apuesto a que no se trata de un pasaje al acto que responde a una voluntad de goce, sino de un acting-out en el contexto de una histeria") en lo que en general concuerdo y es por ello que no insistiré en ello.

La problemática del acto, si bien fundamental en la clínica, no nos dice mucho de la estructura en juego si no lo relacionamos con el fantasma y esto implica por un lado la relación del sujeto con el objeto y la cuestión de la transferencia.

"El acto perverso se sitúa a nivel de la cuestión del goce. El acto neurótico, aún si se refiere al modelo del acto perverso no tiene otro fin que sostener lo que no tiene nada que ver con la cuestión del acto sexual, a saber, el efecto del deseo. No es más que plantear las cuestiones de manera radical y no puede ser radical más que articulándolo lógicamente; así podemos distinguir la función fundamental del acto perverso quiero decir, percibir que es distinto de todo lo que parece ya que este nos presta su fantasma", señala Lacan en su seminario sobre el fantasma.

Afirmo que no es posible hablar de estructura clínica -es más podría ser una paradoja- si no tenemos en cuenta estos aspectos, a saber: fantasma y transferencia.

Citemos a Freud como guía de lo que me propongo situar:

"El enfermo repite todo aquello que, emanado de las fuentes de lo reprimido, impregna ya toda su personalidad: sus inhibiciones, sus actitudes inadecuadas, su rasgo de carácter patológico. Durante el tratamiento repite igualmente todos sus síntomas, y ahora observamos que al poner en evidencia esa compulsión a repetir no hemos descubierto nada nuevo, sino tan sólo adquirir una concepción más coherente del estado de cosas. Claramente comprobamos que el estado mórbido del analizante no puede cesar con el comienzo del análisis y que debemos tratar su enfermedad, no como un acontecimiento del pasado, sino como una forma actualmente actuante. Fragmento por fragmento va entrando el estado mórbido en el campo de acción del tratamiento..."

Teniendo en cuenta las líneas precedentes, me parece que debemos situar:

a) El motivo de consulta y demanda del tratamiento.

b) Si se estableció la transferencia para imprescindiblemente

  1. Establecer un diagnóstico en transferencia con las coordenadas fantasmáticas en juego.
  2. Plantear la dirección de la cura.

Julia consulta porque quiere hacerse un análisis:

Un estímulo desencadena una actuación: ve el cartel y sube. No piensa, no se da tiempo para meditar y tomar una decisión.

De entrada, es una modalidad que me resulta profundamente llamativa (nunca antes me había sucedido). Además, cuando la veo, un par de días más tarde, no parece tener dudas: quiere "hacerse" un psicoanálisis.

Así lo afirma, cuando la entrevisto, lo dice y calla. Espera ser interrogada.

... Y, finalmente, aparece la pregunta que la obsesiona ¿es ella culpable de la muerte de Albert?

Detengámonos aquí, ¿por qué consulta?.

En el texto, claramente podemos leer varios aspectos:

  1. Una profunda depresión.
  2. Insomnio.
  3. Culpa.
  4. Duelo.
  5. Una pregunta a responderse (sino no hubiera consultado a un analista).

Si sólo nos detenemos en estos puntos, sumados a toda la temática de la muerte que destila el relato, su idea de que ella debiera estar muerta en vez de la hermana, la angustia, ese duelo problemático por Albert donde ella es la culpable, identificándose con él posteriormente con relación a las drogas, su "posición narcisística" y la muerte del padre como prolegómeno del abandono, ¿no es posible aquí plantear algo más verosímil que una supuesta posición perversa?. Digo si interpolamos con nuestro querido "Duelo y melancolía", ¿no se nos ocurre como más atinado evocar la melancolía?. Y de allí toda la serie sintomática que la aqueja y las dificultades del analista, como así también esa voluntad de goce que se teje en el discurso. No ahondaré en este tema tan caro para mí, de allí el comienzo del comentario situándolo como un prólogo y a tal efecto, para el interesado, los remito al seminario en curso que dirijo sobre depresión (http://psiconet.com/seminarios/depresion).

Esta es a mi modo de ver la coyuntura dramática a la que me refería, la modalidad sintomática con la que el sujeto interpela al otro, al analista. La depresión no como un diagnóstico estructural, sino como un modo de presentación en este caso.

Con respecto a la entrada en análisis, tampoco acuerdo con Mario, ya que la falta de respuesta del analista, no es garantía de ninguna instalación del sujeto supuesto al saber. Es más, a veces la obstaculiza. Por otro lado, las palabras de Mario son elocuentes: "no se ve un cambio en la modalidad de su discurso propiamente dicha". Sin embargo, Mario no nota que sí responde como un analista. Que lo habita el deseo de analizar y que sus intervenciones son pertinentes. Sino, no hubiera sido posible el tiempo de tratamiento de Julia, ni el texto producido, ni su pregunta sobre el diagnóstico, ni ese recuerdo que aun conserva de la paciente, ni el logro del compromiso del contrato terapéutico, ni lo propiciatorio de la posición para el despliegue de una historia íntimamente ligada al fantasma de Julia. Pero de allí a que la paciente haya entrado en el dispositivo hay una distancia que no se sortea con el enunciado de que las respuestas están en "ella misma", ya que no deja de estar a nivel del yo consciente y no hay una puesta en acto del inconsciente más allá del Otro. Continuará buscando una respuesta en otro campo y se mantendrá insatisfecha y frustrada.

Lo que me resulta absolutamente sorprendente, es cómo no preguntarnos acerca del por qué abandona Julia, cuál fue la posición del analista con relación al abandono y qué obtuvo ella de ese tratamiento, qué dimensión de la cura se jugó allí y si algo de su posición subjetiva varió. Ella solicita un psicoanalista allí donde el juez la absuelve y el psiquiatra responde con psicofármacos para el insomnio, que por lo prescrito sospechamos un diagnóstico de "depresión", pero más que esto los profesionales no pueden "hacer". ¿Y nosotros?...

El punto de abandono, me parece que tiene que ver, por un lado, con un momento en que el analista no interviene en dirección a acotar el goce insoportable puesto en juego en Julia, sí lo hace en el sentido de la prosecución del tratamiento (la cuestión del pago, la llamada por teléfono) y es lo que Julia agradece. Pero en los puntos de vacilación fantasmática, el sujeto queda a la espera de una intervención, de un lugar que no llega. Dice Mario: "Sus actings son llamadas a un Otro para, cuando se presenta, marcar su insuficiencia. Dejarlo en la impotencia". Pienso que justamente el acting es la indicación de que el analista falto a la cita allí donde fue convocado. Que cuando se presente sea marcado por su insuficiencia, dudo que no ocurra, no es el problema, esa su estrategia.

Por otro lado, ¿cuál es la sesión que Julia no paga?. Aquella de la muerte del padre. No me parece casual, ni en relación del diagnóstico estructural ni al abandono, como también propone Mario.

Sostengo la brújula de la dirección de la cura en este caso debía apuntar a otorgar un lugar en el otro, más allá de la no-respuesta o del acento puesto en la actuación o el pago. En la coyuntura de la presentación, el deseo de Julia, estructuralmente insatisfecho, se encontraba más bien aplazado, renunciado diría, a favor de un goce mal regulado.

"Para volver a la fantasía, digamos que el perverso se imagina ser el Otro para asegurar su goce, y que esto es lo que revela el neurótico imaginando ser un perverso: él para asegurarse del Otro.
Lo cual da el sentido de la pretendida perversión colocada como principio de la neurosis. Está en el inconsciente del neurótico en cuanto fantasía del Otro".

J. Lacan "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo"

Enero de 1998


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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 5 - Julio 1997
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