Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Introducción a un libro de comentarios de neologismos de Lacan
Marcelo Pasternac

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Neologismo: Segmento lingüístico empleado como palabra
aunque no figure en el diccionario de la lengua comunitaria.
Este término hace referencia, entonces,
a la forma de los segmentos así designados (a su faz significante)
y no a su sentido (a su faz significada).
Terminologie de neuropsychologie et de neurologie du comportement,
Les Éditions de la Chenelière, París, 1991.

0. Preliminares

Está prevista la aparición a fines de junio de 2004 de una segunda versión del libro Comentarios a neologismos de Jacques Lacan, 1 esta vez en coedición de Epeele (México) con Ediciones Literales (Córdoba, Argentina). Esta segunda edición viene enriquecida con un capítulo "Addenda" que recoge observaciones que nos hizo llegar Yan Pelissier. 2 Por otra parte, es una edición depurada de un error y de varias erratas que fueron advertidas en la primera edición. Creemos oportuno poner al alcance de los lectores de Acheronta un largo fragmento de la "Introducción" de este libro, que ahora estará disponible en la Argentina. 3

1. Dicho – Escritura – Decir

Leemos en "L’étourdit" 4: Qu’on dise reste oublié derrière ce qui se dit dans ce qui s’entend. 5

Traducimos: "Que se diga permanece/queda olvidado detrás de lo que se dice en lo que se oye/entiende".

Digámoslo, ahora, bajo nuestra responsabilidad:

a) que se diga (o sea: el hecho del decir, la enunciación);

b) queda / permanece olvidado

c) detrás de lo que se oye/entiende

d) de lo que se dice (o sea: el enunciado).

Se oye algo, se lo transcribe, y decimos: eso es "lo que se dijo, el dicho". Y, entonces, se lo entiende (se lo traduce en nuestro entendimiento), con eso queda escondido el decir, el hecho de que se diga, la enunciación.

Es necesario que se escriba, que pase a la di[cho]mensión 6 del escrito, para que se pueda leer y entonces abrir a otro entendimiento aquello que estaba y quedaba escondido al oír y entender del comienzo.

Esto surge de lo dicho por Lacan en sus seminarios …o peor (1971-1972) y Aún (1972-1973)7 y en "L’étourdit". En esa coyuntura de su enseñanza, vincula ese dicho con la especificidad del discurso analítico, y subraya el hecho de que en su discurso de Roma, "Función y campo de la palabra y del lenguaje…", no hay que olvidar que ese título continúa con la especificación siguiente: "…en el psicoanálisis" (9-1-1973).

Habría que leer, a la luz de estas expresiones de los años 1972-73, una revalorización e insistencia de lo que, como en "L’étourdit", ya diez años antes era ironizado también en su seminario La angustia (1962-1963): allí hablaba de ficción y canto de la palabra y el lenguaje. Cierta dimensión adquiría una nueva coherencia al cabo de las décadas 1953 – 1963 – 1973 de su seminario: la precisión subrayada sobre "el psicoanálisis" en la "función y campo de la palabra y el lenguaje" podía suplementar y reformular, en su canto, y como ficción, lo que en el "Discurso de Roma" todavía permitía sostener la primacía del significante como política de la teoría ante la omnipresencia de la dimensión imaginaria en el psicoanálisis de aquella época.

En efecto, Lacan explica 8 con un neologismo sus formulaciones de aquel momento por la coyuntura que se daba en la historia del psicoanálisis francés. Se trata de lo que podía se permettre (permitirse) con los Permaîtres (Padres-maestros-amos); de ahí la insistencia, en estas ocasiones a la referencia homofónica de "ficción y canto" de la palabra y del lenguaje, para vincularla con lo que en 1953 ocurría con la posición de los Permaîtres de la institución oficial de la International Psychoanalytical Association (IPA).

En la época de la primera mención a "ficción y canto", Lacan daba un paso muy importante con el seminario de La angustia y la producción del objeto a, a partir de su escritura del álgebra lacaniana, en lo concerniente a la elaboración de la ambigüedad entre la realidad y el real. En la coyuntura de 1972-73, y con el nuevo impulso que toma en el seminario Encore, 9 Lacan es empujado por su diálogo con Jakobson a la reivindicación de lo que en el psicoanálisis es la palabra, el lenguaje y a lo que, en 1973, formula más claramente con sus neologismos, aunque ya estaba desde antes: la dicho-mansión, la di[cho]mensión, la di[cho]mención del escrito. 10 Y, al mismo tiempo, incorpora otros dos neologismos para las designaciones que venía madurando: lalengua y la lingüistería. Con esta última, se distingue del campo reclamado por Jakobson para el lingüista. Si, como dice Lacan (19-12-1972), "era difícil no entrar en la lingüística a partir del momento en que el inconsciente era descubierto", ahora sale hacia la lingüistería, porque se debe forjar otra designación para "todo lo que de la definición del lenguaje se sigue en cuanto a la fundación del sujeto, tan renovada, tan subvertida por Freud, que es allí donde se asegura todo lo que de su boca se afirmó como el inconsciente".

Por lo tanto, como el hecho de que "el inconsciente esté estructurado como un lenguaje no es del campo de la lingüística", entonces podemos retomar la alambicada frase del comienzo: el decir, en psicoanálisis, se revela en su escondite cuando después de haber podido desplegar lo dicho en el diván pasa a la di[cho]mensión del escrito y puede ser leído… de otra manera. Lacan agrega: "es con las consecuencias del dicho como se juzga el decir. Pero lo que se hace con el dicho queda abierto".

Veamos cómo se abre el dicho en un relato: un psiquiatra, hace unos cuarenta años, hace la visita, más o menos rutinaria, en el sanatorio psiquiátrico en el que desarrolla su actividad. Una paciente le dice:

-Usted me masturba.

Esto era lo dicho, el dicho. ¿Qué hacer con él? No sabía el psiquiatra, en esa época, que "es con las consecuencias del dicho como se juzga el decir". Dicho de otro modo, que hay que esperar "las secuencias del discurso".

Y eso era lo oído. En cuanto a lo entendido, la semiología psiquiátrica (el saber sabido), sugería que eso daba testimonio de alucinaciones cenestésicas localizadas en los genitales y que se inscribía probablemente en una temática delirante persecutoria.

Afortunadamente, el psi no estaba suficientemente (de)formado como para no conservar presente la dimensión de un enigma, un resto de incomprensión (fecunda). ¿Qué habrá querido decir?, pudo preguntarse y, entonces, esperar la continuación del discurso. Ante la pregunta que, sorprendido, pudo formular, dijo ella:

-Sí, Doctor, usted me masturba, me turba mucho.

-"¡Ah, era un neologismo! Un síntoma típico de los locos" se hubiera podido pensar (¿sólo ellos los producen, acaso?). Y ahora una escritura distinta de "masturba" que pasaba a ser "más turba". Y con ello otra mención del dicho, que le daba una nueva dicho-mansión, una nueva residencia, y por ello una nueva di[cho]mensión. Una producción poética, una creación, una eflorescencia de nuevas significaciones.

Podemos leer ahora el acontecimiento a la luz de lo que, inspirado por el ternario Real-Imaginario-Simbólico, Allouch había escrito 11 como el ternario Transcripción - Traducción - Transliteración:

1. Lo escuchado: Usted me masturba. Transcripción de la expresión escuchada.

2. Lo comprendido: Yo la masturbo. Traducción de aquella expresión.

3. Lo reescrito: Usted me más turba. Transliteración que coloca un espacio formando dos palabras donde antes había sólo una.

4. Una nueva significación se ha producido, algo en el lazo social que exige más desarrollos, nuevos enigmas por resolver.

Unos cuarenta años después de aquella experiencia, podemos citar aquí a Lacan (19-12-1972): "[el] discurso debe tomarse como lazo social, fundado sobre el lenguaje y parece entonces no carecer de relación con lo que en la lingüística se específica como gramática". En este caso, la diferencia gramatical entre "masturbar" y "turbar más". En este nuevo tour dit, en esta vuelta de tuerca de 1972/73, Lacan dice: 1) que el significado es efecto del significante y 2) que el escrito es efecto del discurso. Nosotros agregamos que el escrito producirá nuevos discursos.

Ciertamente, para que se produzca el efecto que es el significado, debe franquearse una barra, la que pone debajo del significante al significado en la escritura de la fórmula de Saussure, invertida por Lacan. En este punto, Lacan se apoya en Jakobson para sostener, con él, que no es el vocablo, la palabra, la que puede fundar el significante, pues las palabras sólo en el diccionario constituyen una colección. Y después de proponer, más allá del vocablo, a la frase o el proverbio para buscar unidades significantes, se apoyará una vez más, una de tantas, en un neologismo para dar su definición: "la significancia es algo que s’éventaille, si ustedes me permiten este término, del proverbio a la locución". Y ciertamente la "significancia" tiene el efecto que produce el significante éventaille, en el que se pueden desplegar los diversos componentes que tenía condensados: las palabras éventail (abanico), (s’)éventer (ventilar; figuradamente, divulgar) y un sufijo que en francés tiene connotación despectiva: -aille. Es decir que la "significancia" de ese significante se abanica, se ventila y hasta puede tener (probablemente) una dimensión despectiva en juego. Todo eso porque la "cristalografía" de la lengua permite una condensación y luego un despliegue que va con el significante mucho más allá, a una dimensión en la que el dicho puede, si uno se ocupa, dejar a la luz lo que había quedado escondido del decir en lo que se oye y que hasta entonces uno había creído entender cuando, en realidad, permanecía en la dimensión de lo oculto en el dicho. Pero el neologismo es, en este punto, mucho más expresivo que el dicho habitual o consagrado por el diccionario, justamente por su presentación enigmática: "¡¿Qué querrá decir s’éventaille?!", se preguntará el hablante francés ante esa palabra que no figura en el diccionario y así ese dicho excitará una interrogación que habitualmente no le propone la lengua convencional.

El significante es bête, dice Lacan. Es "tonto", pero produce efectos de significado cuando se lo oye en su tontería nada irrelevante, cuando puede ir del enunciado a la enunciación. Problema de lingüistería, de despliegue de lalangue, de lalengua, diremos en español, en una sola palabra, extraña al lenguaje convencional.

La escritura enigmática, lalengua, privilegia con su extrañeza de neologismo la interrogación a la que no se tiene acceso sino a partir del escrito, frente a lo que el dicho común encubre del decir. Entonces, porque el significante es tonto, el psicoanálisis se apoya en esa condición para proponer el despliegue de la tontería nada tonta. Es la propuesta que la regla fundamental impone: decir todo "tal cual se le ocurra", eso que no hacemos habitualmente, porque favorecemos el escondite del decir. "Diga lo que se le ocurra". Todo… algo que, al revelar su dificultad, podrá mostrar a cielo abierto lo que está impidiendo su cumplimiento. Ese impedimento se manifestará de algún modo en el discurso, frecuentemente con un acto fallido o con un lapsus.

Si Lacan hubiera dicho a una mujer, según lo relata: "no sabrás nunca cuanto te he amado" no tendría el efecto de interrogación significante que tiene en francés el haberle escrito: Tu ne sauras jamais combien je t’ai aimé. Como señala en esa sesión del seminario del 19 de diciembre de 1972, alguien le hizo notar que había escrito aimé (amado) en lugar de aimée (amada). No nos interesa aquí tanto la cuestión de la traducción de esta frase, aunque es revelador del problema planteado a los lectores en nuestra lengua. 12 Lo que nos importa en este momento es que, al escribir, el discurso tiene un efecto. El discurso produce efectos de escritura, el escrito es efecto del discurso.

En una entrevista con el equipo de la revista electrónica Acheronta 13 se señaló el caso del uso del neologismo stécriture en el epílogo del seminario publicado con el nombre de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. 14 Esta invención de escritura no es un neologismo que se pueda percibir en el habla, en la palabra escuchada. Permite sostener que hay en Lacan (no sólo en él, pero aquí nos interesa su obra) un hablar escrito y una escritura hablada, un pasaje, en sus "hablados", del habla a la escritura, que resulta indispensable para arribar, en lo que se oye, al decir escondido en el dicho. Y en sus "escritos", un pasaje igualmente indispensable al habla para poder arribar al decir escondido en el escrito, si no se lo oye en lo que se entiende del escrito, porque éste es un efecto del discurso.

El significante se abanica, entonces, se abre en abanico, desde el proverbio a la locución, decía Lacan. Y, como vemos, se elabora del habla al escrito y del escrito al habla. Cuando Lacan anuncia su seminario del año 1976/1977, escribe el título: L’insu que sait de l’une-bevue s ’aile à mourre. Hay que leerlo y pasar esta "locución" al habla para que también se escuche L’insuccès de l’ Unbewute c’est l’amour y pueda ser reescrito de esta otra manera. Circuito escritura-habla-escritura.15

Ésta es una manera de afrontar la cuestión de la función del escrito. Problema que Lacan plantea a propósito del discurso analítico en la medida en que propone al analizante decir n’importe quoi, cualquier cosa, y con ello, no detenerse ante el hecho de que esas cosas son "tonterías". Pero, ¿con qué criterio se las califica de tonterías? Con el criterio del dicho, que oculta el decir que esas aparentes tonterías vehiculizan, tanto más cuanto más parezcan tonterías. Por eso en el discurso habitual, los discursos oficiales como los llama Lacan, esas tonterías están excluidas. Y eso que se dice, en su faz significante, se lee, o sea que es oído como un escrito que al leerse inyecta al significante en el significado. Cuando Lacan expresa esto (9 de enero de 1973), con todo su enigmático y complicado sentido, lo explica en acto transformando el discours courant (discurso corriente, habitual, "oficial"), que se puede escuchar, oír, entender de esa manera, en disque-ourcourant, 16 un discurso que gira como un disco rayado. Al escribirlo de ese modo, modo del neologismo, el significante permite, una vez escrito, una lectura distinta de lo que significa, o mejor, significaba, y con ello se abre a nuevos sentidos, a la dimensión del decir, a la di[cho]mensión, di[cho]mención que estaba escondida.

2. El decir del neologismo: alcances y límites

En su tercera conferencia de Roma, su tercer discurso en ese lugar cargado de historia para él y para la humanidad, Lacan sostiene, a propósito de "un lingüista que insistió muc ho en el hecho de que el fonema nunca produce sentido", que "la palabra tampoco produce sentido, a pesar del diccionario". Otra forma de decir aquello de que el significante es bête, es tonto. Y a continuación afirma -lo que puede parecer una provocación-: "Yo estoy seguro de hacerle decir en una frase a cualquier palabra cualquier sentido. Entonces, si se le hace decir a cualquier palabra cualquier sentido: ¿dónde detenerse en la frase?, ¿dónde encontrar la unidad elemento?"17

Es una buena introducción para lo que ocurre con la regla fundamental del análisis, cuando se intenta cumplir con ella desde la posición del analizante. Los significantes se independizarán de la "representación de meta" y abrirán un camino in-pensado. En efecto, justamente impensado, algo que va hacia lo ocultado por el discurso oficial.

Hay quienes han entendido esto como si ese despliegue pudiera ser ilimitado, de una diseminación infinita y sin ninguna restricción, entregada a la simple fragmentación de cualquier materia significante. 18 Olvidan que en su formulación Lacan señala que puede hacerle decir a cualquier palabra cualquier sentido, pero, atención, puede hacerlo en una frase. Porque la frase es la que le permite circunscribir un sentido para ese uso de la palabra en esa frase. Y luego eso puede funcionar, como pudo funcionar l’unebévue, hasta para darle nombre a una revista de psicoanálisis.19

El significante incluido en una frase, puede fragmentarse según variadas lógicas en diversos componentes, pero está dirigido a alguien, incluido en un lazo social y entra en una dimensión de significancia que produce sentido, que produce formaciones significativas. El analizante habla al otro ambiguo que cumple la función del analista; Lacan se dirige, hablando o escribiendo, a un público y entregándose a su producción, frecuentemente con neologismos; los incluye en un discurso que culmina en una significación, hasta cuando juega de un modo extremo (claque / jaclaque han) y termina por mostrar que, con ello, ha hecho de su nombre propio un nombre común. Y tiene sus razones para que ése pueda ser un objeto de su enseñanza.

Lacan muestra en acto el lugar que ocupan de un modo privilegiado los neologismos en su enseñanza como forma de esa nueva lectura que se abre en el discurso analítico. Pero, a la vez, muestra que esa nueva lectura no es cualquier lectura, no es ilimitada; que es enigmática, pero no es arbitraria. La lengua, como el yo en la teoría freudiana, como el cristal, se quiebra, pero no de cualquier manera, se quiebra por sus líneas de fractura. Por ejemplo, en panse, ¿se puede leer acaso, también pan (faldón, lienzo, pañal, lado, cara)?; en eaubscène, ¿se puede leer también eau (agua)? 20 Es allí donde el anudamiento "transcripción-transliteración-traducción" reaparece en toda su fecundidad: en la medida en que lalengua de la lingüistería se da en la relación con los otros hablantes, la dimensión del sentido está también allí como una de las consistencias y aparece en el circuito de la producción de la significancia por el escrito, efecto éste a su vez del discurso.

Veamos cómo funcionan los alcances y los límites al desmontar la constitución de un neologismo. En este caso, el del neologismo que acabamos de mencionar, panse, que se forma, según podemos establecer, como un sustantivo por condensación del verbo penser (pensar) y la palabra panse (panza). Está incluido en una frase de la sesión del 9 de marzo de 1976 del seminario en la que Lacan expresa que "Es de manera fabulatoria como afirmo que el real, tal como yo lo pienso en mi panse, en mi panse ligero, no deja de implicar "realmiente" [realmente] , 21 puesto que el real miente efectivamente". Ricardo E. Rodríguez Ponte, traductor de la versión castellana, que circula en CD-Rom, vierte con la frase siguiente: "lo Real, tal como yo lo pienso (pense), en mi pan-se ligero" y en nota dice:

juego homofónico entre pense (pienso), panse (panza), pensée (pensamiento), panser (curar) y pan-se, que como tal no existe en francés, pero que al descomponerse puede remitir, por un lado, al pan de la raíz griega o al francés pan (faldón, lienzo, pañal, lado, cara) y, por otro lado, al se pronombre personal.

La primera parte de esta frase es compatible con el discurso en el que el neologismo está incluido. La inclusión del verbo panser (curar), es discutible pero no imposible, en cambio la referencia a "al pan de la raíz griega o al francés pan (faldón, lienzo, pañal, lado, cara) y, por otro lado, al se pronombre personal" no tienen ningún otro fundamento que el de poderse obtener efectivamente de una fragmentación a partir del significante; pero, ¿por qué no agregar también, en ese caso, el fragmento anse (asa)? Esta última esquirla del significante parece superar la disponibilidad del traductor. Y nos parece justo que así sea; pero así debería ocurrir con las remisiones a una palabra que permite extenderse a significaciones como las de "faldón, lienzo, pañal, lado, cara". En suma, que hay un contexto que no permite cualquier fragmentación.

Justamente en un neologismo vecino, el verbo panser, el contexto es diferente. El 13 de enero de 1976, Lacan dice en su seminario: "… tener un cuerpo que adorar es la raíz del imaginario. Yo lo panse, p-a-n-s-e, es decir, yo lo hago panse, así que lo limpio [je le panse, donc je l’essuie], se resume a eso". En este caso, no hay dudas de la intervención, en la condensación, del verbo panser (curar). El contexto y el texto hablan de un cuerpo al que se trata de cuidar, de curar. 22 Entonces aquí coincidimos con Rodríguez Ponte cuando vierte por el neologismo "yo lo panzo" y lo explica del modo antes mencionado. En efecto, se trata en este texto de ocuparse de su cuerpo, de cuidarlo, cosa que no ocurre en el otro caso. Los fragmentos pueden estar en los dos casos, pero no todos funcionan en el neologismo particular.

Hemos mencionado el ejemplo del significante l’unebévue. Es su manera de traducir, dice Lacan, el Unbewute de Freud. Sabemos que la designación no corresponde. Lacan no traduce allí, sino que translitera; pero es cierto que algo de la dimensión del sentido, y por lo tanto de la traducción, ha pasado también. Porque la unebévue es, por un lado, una formación del inconsciente aunque tiene, por otro lado, una consecuencia que va más allá, como sostiene Allouch, pues pone en tela de juicio con la "unaridad" de cada ocurrencia, de cada unebévue, la noción de proceso inconsciente. Y entonces ése no es el Inconsciente de Freud, pero es, a partir del Inconsciente de Freud, un paso vinculado con éste, un paso "a partir de", pero "diferente del" Unbewute. Su fecundidad consiste en que, centrado en el equívoco, va en la dirección más incisiva del discurso analítico. Allí Lacan muestra que, si bien es cierto que puede hacerle decir cualquier cosa a un significante, no está diciendo cualquier cosa porque la frase, y el lazo social en el que está incluida, va en una dirección: la de mostrar en acto el inconsciente, tal como lo entiende, hablando en la transliteración y creando una nueva dimensión de sentido, que va al fondo de lo que está en juego en el psicoanálisis. Es interesante recordar que veinte años antes, en el seminario llamado de Los escritos técnicos de Freud, ya Lacan había dicho, el 9 de junio de 1954: "el punto de partida de la experiencia analítica es la palabra embustera" [yo subrayo]. Si hubiera alguna duda de cuál es la palabra embustera para Lacan, tendremos un indicio cuando tres semanas más tarde, el 30 de junio de 1954, diga: "el discurso del sujeto se desarrolla normalmente [yo subrayo] -así dice Freud- en el orden del error, del desconocimiento, incluso de la denegación: ésta no es exactamente la mentira, está entre el error y la mentira". Pero en el análisis algo se produce que permitirá que una verdad haga irrupción, algo del orden de lo que en aquel momento llama la méprise, una de las formas de decir une bévue, una metida de pata, una equivocación, un acto fallido, un lapsus, en suma, un acto paradójicamente exitoso. Exitoso, ¿en qué sentido, un éxito de qué, de quién? Lacan sentencia: "Si el descubrimiento de Freud tiene un sentido, es éste: la verdad agarra, [alcanza, coge] al error por el cuello de la equivocación" (la verité rattrape l’erreur au collet de la méprise). 23

Entonces, la supuesta arbitrariedad del juego de lalengua muestra que no es tal. La unebévue marca una dimensión esencial del Inconsciente al que translitera/traduce, en el discurso de Lacan, el concepto de Freud. Lacan, como usted, como yo, como cualquiera, puede hacerle decir a cualquier palabra cualquier sentido. Pero no es eso lo que hace, no dice cualquier sentido, cuando nos habla, cuando nos escribe. En el neologismo orthog, 24 por ejemplo, Lacan está diciendo que eso es lo que Freud nos enseña a propósito de lo que llama las formaciones del inconsciente, que la orto-grafía hace resistencia al equívoco, y a esa resistencia él, Lacan, la fuerza a decir su nuevo sentido. Si Lacan lo hace, ¿por qué no habríamos de hacerlo nosotros también? Indudablemente, y no nos privamos de hacerlo. 25 Pero para atribuirle a Lacan nuestra producción, libre, aguda o inadecuada, tenemos el lími te del significante de Lacan, si queremos presentarnos como traductores de su discurso, metido en la frase de la que lo hemos extraído, así como Lacan se somete y se libera a la vez, de la significación de Freud. Pero produce unebévue en relación con el discurso de Freud, con esa obra en la que el Unbewute está incluido.

A alguien se le ocurrió decir en castellano "unembuste" con referencia a la unebévue francesa de Lacan. ¿Creación aguda o inadecuada? Aguda, si es una producción que tiene su lugar en el discurso del que la produjo, y a él le tocará mostrar la fecundidad de lo que produzca. Inadecuada, si la considera como la expresión en nuestra lengua de lo que Lacan sostiene. Si lo que quiere mostrar es que Lacan es un embustero al producir ese neologismo (une bévue en una sola palabra, unebévue) cuando pretende que eso "va más lejos" que el inconsciente de Freud, tendrá que demostrar en su propio discurso lo que este cuestionamiento a Lacan produce, y que no se trata sólo de una expresión de pedantería o de presunción. Será una ocurrencia aguda, tal vez, si se aplica simplemente a señalar el embuste que cometen "los crédulos y los propagandistas" del lacanismo; en suma, si se refiere a los servidores, a los sirvientes de la causa (algunos hasta la escribirán Causa, con mayúscula), en cuyo caso su pertinencia no estaría en discusión.

Pero nos inquieta que Jorge Baños Orellana haya saludado esa ocurrencia como una "traducción feliz de l’unebévue", de lo que "Lacan divertidamente translitera". 26 Y aquí hay dos afirmaciones de diferente calibre: la diversión y la traducción.

Lacan efectivamente se divierte con sus neologismos. A veces hasta lo afirma explícitamente. Por ejemplo, en la sesión del 12 de mayo de 1971 de su seminario De un discurso que no sería apariencia, Lacan dice: "… lo que yo les he introducido con una palabra que escribo para divertirme, el papeludun".27

Y hasta llega, divirtiéndose, a hacer lo contrario de lo que se esperaría de un ególatra lacaniano: produce un neologismo que transforma su nombre propio en un nombre común. En efecto, en la sesión del 10 de febrero de 1976, del seminario Le sinthome, Lacan dice:

– Sí, pues bien, escuchen: puesto que he llegado hasta aquí a esta hora, ustedes ya deben haber tenido su dosis máxima [en avoir votre claque], e incluso su jaclaque, porque también agregaré el ¡han! que será la expresión de alivio que experimento por <lo que he> recorrido hoy: reduzco mi nombre propio al sustantivo más común. 28

Y así, si como dicen "lo cortés no quita lo valiente", tampoco lo divertido impide cierta producción que mostrará su rigurosidad en lo fecundo de su elaboración y de sus consecuencias. Ni garantizadas ni impedidas forzosamente por lo gozoso.

Pero lo que nos interesa ahora es sostener que "unembuste", neologismo válido para muchas cosas y personas (sin excluir a priori a quienes lo inventan ) no es, lo afirmamos, una traducción "feliz" (ni traducción, a secas) del neologismo de Lacan, de l’unebévue de Lacan. 29

¿Qué es lo que nos permite sostener lo que acabamos de decir? Que, como hemos visto, une bévue es lo contrario de "embuste", que la equivocación, el lapsus, el acto fallido, develan el embuste del discurso sin errores, el discurso "oficial", gracias a la equivocación que agarra por el cuello al error refugiado en la mentira, en el embuste. 30 Y éste no es un argumento de burócratas o adoradores de Lacan. No impide que, si alguien tiene los argumentos para ello, se oponga a esta concepción o produzca la propia y la someta a la prueba de la experiencia. 31

A propósito del neologismo unebévue, Baños Orellana yuxtaponía su elogio de la "feliz traducción" con una referencia a que "para crédulos y propagandistas Lacan siempre dirá la verdad por el camino de lo veraz". Esto puede hacer pensar que sostener los aspectos fecundos de la invención del neologismo de Lacan coloca a quien lo realiza entre los crédulos y propagandistas. Es posible que eso ocurra. Pero no es forzoso. No deben faltar los que diluyen el hallazgo con repeticiones empobrecedoras, pero tampoco los que producen los suplementos de discípulos que enriquecen la veta abierta por lo que el neologismo revela. Creo oportuno presentar producciones que van en ese sentido.

Hace exactamente diez años un número especial de la revista L’unebévue, correspondiente a la primavera boreal de 1993, publicaba varios trabajos que se ocupaban en profundidad de lo que estaba, y está, en juego en la promoción de la transliteración del Unbewute freudiano. Sin desarrollar con demasiada extensión sus argumentos podemos decir desde ya que no se detenían en la mera diversión.

Para Guy Le Gaufey, 32 l’unebévue constituye una especie de chiste que se ubica en la frontera con la ocurrencia (el bon mot) y produce el conocido efecto chistoso de promover la tendencia a repetírselo a otros. 33 Le reconoce la producción de efectos de sentido en francés, pero sostiene la exigencia de que se acompañe con el término freudiano al que está relacionado. De cualquier modo, la palabra arrastra consigo, para él, una dimensión presente en uno de sus componentes (bévue), la referencia a la equivocación y el error, que recoge de los diccionarios, con la particularidad de que no hay en ella lugar para cometerla sino por "inadvertencia".

Jean Allouch, por su parte,34 sostiene en esa ocasión una relación entre la unebévue y el inconsciente, pero un inconsciente "recompuesto", "suspendido"; y subraya el cuestionamiento del llamado "proceso inconsciente" por la producción puntual, por el alcance de acto de cada unebévue. Coincide en este punto con Le Gaufey, para quien las bévues siempre se producen "una por una". Pero Allouch no requiere el acompañamiento del Unbewute y le adjudica a esta creación neológica el carácter de un desplazamiento que lo coloca en serie con el que el ternario RSI ejerce sobre lo que Le Gaufey llama "la masa de enunciados que se llamaba ‘Freud’ para Lacan entonces, tanto como para nosotros actualmente". Para Le Gaufey hay equivocación, error con inadvertencia, sin desplazamiento. En cambio, para Allouch hay un desplazamiento de lo no sabido (l’insu) del inconsciente hacia la unebévue.

Esta dimensión del pasaje del Unbewute a la unebévue es destacada igualmente en el excelente escrito de George-Henri Melenotte 35 en el que comienza jugando con una homofonía aproximativa con el neologismo que nos ocupa. Lo titula, en efecto, "Lue et vue" es decir "leída y vista". Marca así lo que hay de escritura, no solo leída –y escuchada- sino vista, en la particularidad del neologismo. Pero aun con este grado de fecundidad queda pendiente el reconocimiento de algo más profundo ya que es en la palabra "inconsciente", o inconscient, en castellano o francés, respectivamente, donde halla una pérdida de algo de Freud en nuestro Freud, (todavía sin la unebévue de Lacan), algo que paradójicamente se recuperará, en el neologismo lacaniano, de lo que el Unbewute freudiano había perdido en su pasaje al castellano o al francés. Creemos entender en ello lo que Allouch señalaba en su artículo: que en Unbewute en alemán está presente el prefijo Un- cuya literalidad se pierde en in-, y se recupera en la invención lacaniana (une-). Como señala Melenotte, hay en la transliteración de Lacan "un gesto de rectificación que recupera la faz de la forma que se había perdido a favor de un sentido" (sólo de uno), del Unbewute freudiano a expensas de esa faz formal que se revela, como dice Lacan el 10 de mayo de 1977 en su seminario L’insu…, en el tropiezo, el traspié, el resbalón, la patinada de una palabra a otra, accidentes que permiten un nuevo desciframiento sin contradicción radical con el "punto de partida freudiano". Aunque en su texto Melenotte no lo mencione, esto nos evoca la llamada "carta 52" a Fliess, 36 y lo que en el esquema que Freud fabrica en ese momento (su punto de partida) se localiza en el Unbewute como los niederschriften, las inscripciones (o transcripciones), las marcas que evocan la escritura, una por una, de esas señales, y no como representaciones. En esto cada lengua tiene sus particularidades, lo que no impide "meter la pata", equivocarse, errar, en cualquiera de ellas y no sólo de una manera particular a esas lenguas, sino además en la manera singular en la que cada sujeto lo realiza en el interior de la lengua genérica que lo impregna y lo limita. Lo limita también porque es como un chicle que tiene su adherencia, se dilata pero también se consolida, tiene su pegamento. 37 Metáfora que da a la lengua una consistencia gomosa con las propias formas de la subjetividad, limitada, no infinita pero suficientemente extensa. En suma, según Melenotte, Lacan no rechaza, ni reemplaza la referencia freudiana, y es por eso que no tiene inconvenientes en continuar utilizándola. Sus oyentes, sus lectores, podemos sin embargo notar que la Unebévue enriquece al inconsciente y reintroduce aspectos del Unbewute que se habían diluido en el pasaje de lenguas, sin que con ello olvidemos que hay diferencias entre ambos: si el Inconsciente en Freud subraya la concepción de las unbewute Vorstellungen, Lacan por su parte dice, el 26 de febrero de 1977:

¿Qué pueden ser efectivamente unas representaciones inconscientes? Hay allí una contradicción en los términos. […] Yo intenté explicar esto, fomentar esto para instituirlo al nivel del simbólico. Esto no tiene nada que ver con unas representaciones, este simbólico, son palabras y en el límite se puede concebir que son inconscientes. 38

La unebévue subraya, muy lacanianamente, en la propia construcción del neologismo, la faz significante de los niederschriften que hemos localizado en el texto de Freud y la diferencia es entonces importante. En esto Lacan no se ahorra las expresiones críticas, y afirma que con la idea de las "representaciones inconscientes" Freud dice algo vacío y pierde su perspectiva (no acierta, tape à coté, dice) de aquello de lo que se trata en su propia concepción del Inconsciente, con lo que Lacan le estaría reprochando a Freud no ser consecuente con una parte de lo que incluyó en su propia elaboración del Inconsciente. No es necesario compartir el reproche: Lacan tiene una concepción co n la que, anacrónicamente, Freud no está suficientemente de acuerdo. Freud no es lacaniano, dirá alguna vez. La superposición Lacan/Freud tiene sus límites y sin ellos no tendría sentido la invención de una nueva designación. Lacan lo dice: "Yo soy el único en haber dado su peso a eso hacia lo que Freud era aspirado por esta noción de inconsciente". 39 Volvemos a nuestra formulación inicial, no es sin Freud, pero no es una repetición de Freud. No una ruptura total, pero sí una reformulación, un desplazamiento, con consecuencias para la práctica del psicoanálisis, que muestra el cambio de términos como algo cargado de sentido. Lo que hace Lacan, en acto, no es retraducir lo que ya Freud decía o escribía, no es un simple comentario de su obra llena de vetas. Debate con Freud y, a partir del resultado de esa confrontación, debate también consigo mismo en el recorrido de su enseñanza al introducir la invención de la unebévue en la fase final de esa elaboración.

No se desprende de Freud, sin embargo, porque reconoce como lo esencial de lo que éste introdujo el hecho de que el uso de la palabra en la especie que dispone de ella establece en los humanos una relación con la sexualidad capturada en el habla, que Lacan sitúa en la base de lo que se juega en su aforismo de que "no hay relación sexual". Existe la mayor "relación" entre ese efecto de la palabra en el humano 40 y el hecho de "no hay relación (sexual)". En este espacio abierto por la relación que no hay, aquí vendrá lo que es irrepresentable a ser afrontado con los significantes escritos con la letra. A la vez reconocimiento del Unbewute y reformulación con l’unebévue, con esto se abre un nuevo horizonte para el descubrimiento freudiano, dice Melenotte.

Para completar esta mirada sobre el horizonte de las reflexiones que permitió hace una década la invención de ese neologismo, diremos que en el primer número de la revista que toma de él su nombre, Mayette Viltard subraya el propósito de Lacan al acuñarlo: "introducir algo que va más allá del inconsciente" y destaca, además, que con ello no se trata tanto de nombrar de otra manera al inconsciente sino de establecer "la nueva relación de Lacan con Freud" en la que, dice, Lacan ya no está exactamente en la posición del "retorno a Freud".41

Hemos recorrido diversas posiciones en torno al pasaje de Freud a Lacan a propósito del término que nos ocupa. Sin necesidad de caer en las categorías de crédulos y propagandistas encargados de atribuir siempre a Lacan la verdad, estos trabajos presentan fundamentos suficientes para rechazar la referencia al embuste aplicado como traducción al castellano para verter el neologismo unebévue. Escritos diferentes en los sesgos de abordaje del asunto, con aspectos divergentes en algunos puntos, coinciden en una dimensión: la unebévue es siempre del orden de la equivocación inadvertida, todo lo contrario de un embuste que exige la deliberada vocación del engaño.

Para resumir nuestra posición diremos que, siguiendo la concepción del "desplazamiento de Freud" sostenida por Allouch, 42 el neologismo se inserta en una reformulación del campo freudiano por el ternario de Lacan. Entonces no hay una superposición o un reemplazo del concepto freudiano de Inconsciente por la unebévue en la que este neologismo "traduce" 43 al inconsciente, sino una redistribución de todos los aspectos del campo en la escritura RSI. En ella, el neologismo unebévue ocupa su lugar "más lejos que el inconsciente" de Freud. Ahora podemos decir que la transliteración l’unebévue realizada a partir y con un deslizamiento del Unbewute de Freud, muestra su fecundidad porque se anuda como tal con las otras dos di[cho]mensiones del ternario, con la transcripción y la traducción, y produce, "en la frase", un nuevo sentido que no es el de Freud, pero "no es sin" Freud, el sentido de Lacan. Cada uno de nosotros puede, a partir de allí, producir su propio suplemento, e incluso discrepar, si lo consideramos pertinente, como discípulos. O cuestionarlo, y rechazarlo, si tenemos los fundamentos para ello. Produciremos así nuestros esclarecimientos (o nuestros embustes). Entregados a la crítica de los lectores.

Notas

1 Marcelo Pasternac y Nora Pasternac, Comentarios a neologismos de Jacques Lacan, Epeele, México, 2003, 304 páginas.

2 Yan Pélissier es uno de los miembros del equipo de editores (con un equipo de 42 participantes) del libro 789 néologismes de Jacques Lacan, Epel, París, 2002.

3 Sabemos que la coyuntura económica que vive el país hace que los libros editados en el exterior tengan precios que en muchos casos los vuelven inalcanzables para el mercado argentino.

4 Neologismo en forma de sustantivo por condensación de la palabra étourdi (aturdido, atolondrado) y dit (dicho). También hay una homofonía con le tour dit, o sea "el giro dicho" o "la vuelta dicha". Proponemos inventar en español el neologismo "aturdicho" para conservar la cercanía transliterante. De todos modos se pierde la referencia al "giro dicho", a menos de dar otra versión en un español muy particular si se escribe "atourdicho" aprovechando la circulación en nuestra lengua de la palabra "tour"

5 Jacques Lacan, "L’étourdit", en Autres Écrits, Seuil, París, 2001, pág. 449.

6 Véase, en el cuerpo del libro, el comentario de la entrada ditmension.

7o peor […ou pire] (4-11-71 al 1-6-72) y Aún [Encore] (21-11-72 al 26-6-73).

8 J. Lacan, "  L’étourdit", op.cit, pág. 461. Allí dice : "Ficción y canto de la palabra y del lenguaje ¿ no hubiesen podido, [aquellos] muchachos y chicas, permitirse [se permettre], sin embargo, contra los Padres -maestros-amos [Permaîtres] de quienes, hay que decir, tenían el hábito, los doscientos pasos que había que hacer para desplazarse hasta donde yo hablé durante diez años?" [La traducción es mía].

9 Mal llamado en español Aun, ignorando lo que se juega en la diferencia con la escritura acentuada, Aún, del Encore: "otra vez", "todavía, "más de eso", y hasta el "encore", el "bis" de los entusiastas melómanos. Cabe destacar que la palabra está escrita con acento en la versión que circula en CD-Rom.

10 Ver las entradas dit-mansion, dit-mension y dit-mention en el cuerpo del libro.

11 Jean Allouch, Letra por letra; traducir, transcribir, transliterar, traducción de M., N. y S. Pasternac, Edelp, Buenos Aires, 1993.

12 En francés se plantea un problema de concordancia del participio pasado que no se da en español. En este fragmento de su seminario no existen los problemas de establecimiento de otras ocasiones porque Lacan mismo señala cómo estaba escrita la palabra aimé/aimée. Los traductores al español se vieron obligados a modificar la estructura de la frase para que pasara a nuestra lengua y escribieron: "Nunca sabrás cuanto fuiste amado por mí" para que la referencia fuera masculina y pudiera señalarse el lapsus calami. Si hubieran traducido textualmente "… cuánto te he amado" la expresión valdría tanto para el género masculino como para el femenino.

13 Acheronta,, http://www.acheronta.org/, nº 16, diciembre 2002.

14 Jacques Lacan, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, Seuil, París, 1973, pág. 253. En español, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1987, pág. 287.

15 En la traducción castellana, que circula en CD-Rom, se ha vertido con el siguiente título: Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra, acompañado del siguiente señalamiento: "Respecto al título de este seminario pueden encontrarse varias interpretaciones acerca de la traducción y del modo de traducirlo" En mi artículo "La traducción, una consistencia en el ternario del pasaje de lenguas" (Artefacto nº 3, México, 1992, págs. 41-70) realicé un trabajo de pasaje del hablado al escrito de los dos títulos (explícito e implícito) de ese seminario con diversas producciones, todas discutibles, algunas de las cuales conviene citar aquí:

Como se ve, el título es intraducible, pero éventaille abre en abanico,un discurso a partir de un escrito y un escrito a partir del discurso. En nuestra opinión, debería mantenerse el título en francés y tratarlo como una "locución lacaniana", que permite, o aún más, exige en el lector éstos y, eventualmente, otros despliegues cuya pertinencia debe discutirse, porque no todo lo que se ha producido tiene sentido, y no puede, de ningún modo, excluir esta dimensión como una de las que juegan en el anudamiento ternario. Sólo una, pero no menos de una. De lo que se trata es de hacer pasar los elementos fundamentales del título del seminario: 1) Lo no sabido que sabe; 2) la metida de pata o equivocación; 3) el fracaso del Inconsciente; 4) la referencia al amor.

16 disqu’ourcourant, sustantivo. Neologismo en forma de sustantivo, por condensación de discours (discurso), disque (disco), dis que (di que), hors (fuera) y courant (corriente). Así se leerá, luego, en el cuerpo del libro, al comentarlo.

17 Jacques Lacan, "La tercera ", Intervenciones y textos 2, Manantial, Buenos Aires, 1988, pág. 88, traducción de Diana Rabinovich, José Luis Delmont-Mauri y Julieta Sucre.

18 Lacan pudo horrorizarse, creyéndose responsable de un discurso aparentemente emparentado con el suyo, el de M. Torok y N. Abraham en Le verbier de l’Homme aux Loups, Aubier-Flammarion, París, 1976. He tratado este punto en Lacan o Derrida. Psicoanálisis o Análisis deconstructivo, Epeele, México, 2000 (Edición modificada: Limites de la psychanalyse. Lacan ou Derrida, L’Harmattan, París, 2003).

19 l’unebévue, revista de la école lacanienne de psychanalyse, publicada en París, Francia.

20 Ver esas entradas en el libro.

21 "réellement", el adverbio incluye la terminación ment, que se traduce por "miente", y Lacan lo señala al decir que miente efectivamente, realmente.

22 Véase la entrada correspondiente en el cuerpo del libro. En este caso, Lacan puede referirse en la panza a "un cuerpo al que adorar", que entonces se puede limpiar, cuidar, soportar, curar, etc. También puede jugar con expresiones como la de decir [je] panse, donc je l’essuie (panza, luego lo limpio, seco, soporto, etc.) que da la homofonía con je pense, donc je suis (pienso, luego soy).

23 Más de veinte años después, Lacan sigue con una referencia vecina a la generalización de lo que "entre el error y la mentira" es propio del discurso normal. En su seminario de 1977 dirá, el 11 de enero, que "todo lo que se dice es una escroqueríe (una estafa)" [subrayado mío] y hasta el psicoanálisis puede deslizarse a esa calificación, aunque "lo que se dice a partir del inconsciente participa del equívoco" y "cae justo en relación a lo que es el significante, o sea algo muy especial, que tiene efectos de sentido" (19 de abril). Esa estafa, ese embuste si así se quiere metaforizarlo, propios de todo lo que se dice cae cuando la equivocación, la metida de pata, la unebévue abre paso a una revelación como lo había expresado ya en 1954.

24 Ver en el cuerpo del libro la entrada orthog. Este neologismo es discutido por algunos como un problema de establecimiento. Tal vez transgrede la simple división ortho-graphe como para mostrar en acto su cuestionamiento a la resistencia de la ortografía al equívoco.

25 Pero con fortuna diversa. Como dice Marcel Bénabou: "No le es dado a todos crear vocablos nuevos; todavía menos vocablos destinados a durar", en Marcel Bénabou, Laurent Cornaz, Dominique de Liège, Yan Pélissier, editores, con un equipo de 42 participantes, 789 néologismes de Jacques Lacan, Epel, París, 2002, pág.VIII-IX.

26 Jorge Baños Orellana, "El Joyce de Lacan", me cayó el veinte, nº 6, México, otoño 2002, pág. 202.

27 Ver en el cuerpo del libro la entrada papeludun.

28 jaclaque han; o sea, transliterado, jacques lacan.

29 Que, por otra parte, no debe excluir, en su formulación de origen en Lacan, el de partitivo en francés. Il y a de l’une bévue, por ejemplo, se traduce –en lo traducible- por " hay unebévue", tal como en la expresión Il y a de la viande, se traduce "Hay carne".

30 Es interesante señalar que en "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis" se puede leer (Escritos, Siglo XXI, México, 1984, pág. 249) lo siguiente: "El inconsciente es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado" [subrayado mío]. Nótese que el embuste rellena el blanco, ocupa ese lugar. Otra vez queda claro que se trata de lo contrario de la unebévue que daría acceso al capítulo censurado. El original francés dice mensonge, que se traduce preferentemente por "mentira", aunque tiene a "embuste" como otra versión posible.

31 Lo mismo podemos decir del parlêtre, otro neologismo lacaniano. Verterlo por "hablente", o por "parlente", suena bien, cercano, como una transliteración. Pero no basta. ¿Por qué? Simplemente, porque es lo contrario, para Lacan, de parlêtre. Escuchemos a Lacan en el seminario del 20 de mayo de 1970, cuando dice que la ousia, ousia, "no es el Otro, no es el étant [ente, o también "el existente", "el siendo"], es entre los dos. No es del todo tampoco el ser, pero, en fin, se le acerca mucho". Es decir que, para Lacan, y no sólo para él (consultar la obra de Heidegger), el ser no es el ente, y entonces parlente no puede ser la versión en castellano, por atractiva que sea como hallazgo. En cambio, podrá funcionar atribuido a algún otro, el que lo produjo por ejemplo en su propio discurso, una vez más, agudo o sin pertinencia.

32 Guy Le Gaufey, "Bé-voir?", L’unebévue, nº 2, París, 1993, págs. 65-70.

33 Yan Pélissier nota que "zanjar entre neologismo y chiste corresponde a una cirugía que sólo se aprende al practicarla". En 789 néologismes de Jacques Lacan, op.cit., pág. XI.

34 Jean Allouch, "Ce à quoi l’unebévue obvie", L’unebévue, nº 2, París, 1993, págs. 7-37.

35 George-Henri Melenotte, "Lue et vue", ", L’unebévue, nº 2, París, 1993, págs. 39-55.

36 Sigmund Freud, Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1982, tomo I, pág. 275.

37 Jacques Lacan, "Ouverture de la section clinique" el 5 de enero de 1977, en CD-Rom Pas tout Lacan.

38 Jacques Lacan, "Propos sur l’hystérie ", Quarto, 1981, n° 2, en CD-Rom Pas tout Lacan.

39 Jacques Lacan, Ibid.

40 Jacques Lacan, Ibid.

41 Mayette Viltard, "Il y a de l’unebévue", L’unebévue, nº 1, París, 1992, pág. 7.

42 Jean Allouch, Freud, y después Lacan, Edelp, Buenos Aires, 1994, págs. 21-33.

43 La palabra traducción va escrita, en los artículos citados, entre comillas por Allouch y Viltard, entre corchetes agudos por Melenotte. Le Gaufey, por su parte, dice, como analogía con otro caso que cita en su texto, que no se trata de traducción.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 19 - Julio 2004
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