Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Desórdenes de la alimentación
Ernesto Perez

Imprimir página

Presentación

Los desórdenes de la alimentación tienden a ser agrupados por presentar síntomas comunes (DSM III y DSM IV): anorexia y/o bulimia, y concomitantemente adelgazamiento u obesidad a veces extremos, con las consecuencias psicofísicas y vinculares que estas situaciones conllevan (amenorrea, disfunciones sexuales, conflictos familiares y de pareja). Pero en realidad pertenecen a estructuras clínicas muy diferentes:

Estas patólogías han sido recientemente ubicadas como de la época, contradiciendo a veces las estructuras clínicas tradicionales y necesitando nuevas aperturas teóricas y clínicas.

Evidentemente es una patología conocida desde la antigüedad, pero ha sido promocionada con los medios masivos de comunicación, especialmente en occidente, en donde justamente es mayor su incidencia, al proponer un ideal de cuerpo de mujer en límites extremos con la delgadez, y en una sociedad que irónicamente cada vez es mas carnívora, bulímica y voraz.

Estas estructuras mantienen un síntoma común en relación a la alimentación, pero nosotros a partir de diferenciar síntoma y estructura, planteamos un abordaje del síntoma de acuerdo a qué patología pertenezca el mismo, es decir que suplencia cumple ese síntoma.

Debemos tener siempre presente la gravedad del cuadro: la consulta clínica y los análisis clínicos son de rutina. Por eso el tratamiento terapéutico estará realizado por profesionales capacitados en el manejo de estas estructuras, en un centro psiquiátrico polivalente, donde la presencia de otras patologías ayuden a no fijar el síntoma. Los centros monovalentes para la "atención especial" de esta patología muchas veces agravan la sintomatología, en tanto y en cuanto muchas veces la patología más grave le indica a la menos grave cuál es el camino (maniobras para realizar el vómito, etc.).

Nuestro punto de vista terapéutico es médico - psicológico integrado con un enfoque psicoanalítico del sujeto enfermo. Por lo tanto no estamos de acuerdo con terapéuticas agresivas de aislamiento y represión para el enfermo y su familia, que ya fueron desechados por los más importantes Centros Psiquiátricos a nivel mundial.

 

ANOREXIA Y BULIMIA: DISCUSIÓN ACERCA DE SU TERAPÉUTICA

Los tratamientos hoy usuales para la patología anorexia y bulimia de orientación conductista, controladores de la ingesta y con un rasgo represivo evidente han aparecido como solución de la problemática.

Sostenemos que no sólo no resuelven el problema sino que lo exacerban hasta límites insospechados, ya que este tipo de tratamiento alimenta, reproduce y amplifica el goce que está implícito entre la anoréxica y su madre.

Confesiones de una anoréxica (tratada en un centro conductista de lucha contra la anorexia, dirigido por alguien que varias veces estuvo almorzando con Mirta Legrand)

"Ya no aguanto más, todo es en contra mío, no me dejan salir a ningún lado, me espían, me torturan. Tengo que comer todo lo que me dan sin pestañear, si digo que falta sal ya me castigan. Si voy al baño, no puedo cerrar la puerta, ni siquiera puedo apretar el botón del baño. Sé que todo esto yo lo provoqué, pero ya no aguanto más, cuando salgo, si me dejan, alguien me acompaña, no puedo estar sola ni un minuto. Creo que se aprovechan de mi enfermedad para imponer su voluntad. Yo ahora voy a hacer buena letra y después me voy y hago la mía."

Esto decía Sonia, adolescente de diecisiete años, anoréxica, tratada en un Instituto muy conocido de la Capital, por especialistas en la atención de estas patologías. Los pacientes son obligados a comer en la forma, en los horarios, en la cantidad y calidad que la Institución ordena. Luego se pone candado en la heladera, el control de la alimentación se extiende a todo acto y conducta, de tal manera que el paciente no pueda estar solo, ni siquiera para ir al baño. Se tapan los espejos hasta cierta altura para que no se vean el cuerpo sino sólo el rostro. Todo es alimentario, y todo es controlado.

Se adiestra a la familia, a los parientes cercanos, a los amigos, a los compañeros del colegio, en estas reglamentaciones. Cuando el paciente sale de la casa, va a estar siempre acompañado por alguien que representa la Institución y que va a denunciar cualquier falta. Debe llevar consigo una libreta donde debe quedar anotado lo que come, lo que hace, con quién está y en qué horarios. En caso de que el paciente no cumpla con las indicaciones, se lo deja sin salir durante varios días, hasta que se arrepienta. En caso de vómito el castigo es mayor. Cuando va cumpliendo con el régimen, se lo premia con salidas vigiladas. Todo esto en forma organizada, ininterrumpida y permanente, puesto que es una patología que según dicen no tiene cura.

Lactancia y omnipotencia materna

Sostenemos tres momentos en la constitución del síntoma anoréxico:

La lactancia es un momento privilegiado para la aparición de esta problemática. La mujer fálica tiene el sentimiento de verdadera totalidad. Este goce omnipotente de la madre de "dar vida" es experimentado en general por todas las mujeres en el embarazo, obturando de esta manera con su niño el agujero de la castración (envidia fálica).

En el momento del parto se vuelve a poner en juego el problema de la castración, es por esto bastante común las depresiones post-parto.

En esta situación puede aparecer el tema de la lactancia pivoteando la problemática falo-castración. Si la castración aparece del lado de la madre suele surgir con la idea de no alimentar bien a su bebé ("mi leche no lo alimenta", "no tengo la cantidad suficiente". Si la castración aparece del lado del niño aquí comienza el problema que nos interesa; "no me come". Así surgen los primeros síntomas anoréxicos en relación a la omnipotencia materna que se niega a claudicar. Ella sigue teniendo todo su narcisismo intacto, es el hijo el que no come, por lo tanto lo ve débil, esto la angustia, y lo atiborra de pecho y/o papilla.

Este plus omnipotente materno es lo que el bebé regurgita o vomita. ¿Estos serán los primeros síntomas de anorexia o es la presentificación en un período pre-subjetivo del fantasma materno?.

Es en la primera infancia donde aparece la posición subjetiva del niño rechazando el alimento"; no me come nada", porque si me come me devora, canibalismo oculto en el fantasma de la anorexia. El alimento fálico es vaciado en "nada", vacío que debería ser llenado con un signo de amor. La madre confunde la demanda de amor con la necesidad, y le llena la boca; y el niño juega con la madre con su rechazo.

No hay ninguna anoréxica que no coma la papilla como yo mando

El momento de la pubertad marca la resignificación del Complejo de Edipo. La apelación al padre es fundamental para la constitución sexual.

En estas familias el padre no cumple esta función, ya que apoya la ley insensata materna que rige en la estructura familiar. Si para todo humano rige la ley del falo, en la familia anoréxica se traduce: para todo humano rige la ley de la alimentación; Toda ley implica su excepción, así existe un humano para quien no rige esta ley de la alimentación (posición anoréxica.) Por fin la ley insensata de la que hablamos y que los especialistas conductistas pueden hacer suya, encarna el goce superyoico que está en juego: no hay ningún humano que no se rija por la ley de la alimentación. Esta forma de aplicación de la ley implica considerar el goce pulsional implícito en la estructura, y que estos tratamientos terminan de conformar.

Por lo tanto nos parece que la anorexia implica una posición subjetiva que se basa en negar el Deseo del Otro con el sacrificio que esto determina.

Podemos ver en esta posición de la ley paterna un síntoma del malestar actual al introducir la ley superyoica como lo hace el mercado en su exigencia al consumo. Satisfarás todos tus caprichos como te ordeno con los objetos que te impongo a tu boca.

Es en las sociedades donde el discurso del capitalismo está mas desarrollado donde se imponen estas nuevas formas de síntoma, donde esta glotonería del mercado se impone y la anoréxica aparece como rechazando este consumismo y atacando de alguna manera el lazo social.

De todas formas es en relación con la imagen del cuerpo que la cautiva, en donde estas pacientes estas alienadas al discurso de la época.

Para terminar sería interesante discutir sobre la terapéutica de estos casos; además del aparato psicológico y médico que necesitan, ¿cómo hacer para hacer pasar el acting y el pasaje al acto en el que están metidas a un síntoma analizable bajo transferencia?

Para esto nosotros apuntamos a que con el tratamiento psicoanalítico, y todas las maniobras adecuadas a esto (entrevistas medicas y familiares) pueda caer la identificación alienante a un discurso amo que la estraga, y pueda en principio reorganizar su goce de otra manera.

Volver al sumario del Número 18
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 18 - Diciembre 2003
www.acheronta.org