Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Freud <W> Lacan
Lo terminable y lo interminable de la transferencia

Pura H. Cancina

Imprimir página

«Como las predicciones autorealizantes, las ciencias autoproclamadas –tales como el psicoanálisis-, forzosamente producen "la buena explicación", autentificada en la ocasión por el paciente mismo.» dice Ludwig Wittgenstein en «Conversaciones sobre Freud» 1.

Voy a proponerles introducirnos en el corazón de la crítica de Wittgenstein a la doctrina freudiana porque considero que es uno de los cuestionamientos más serios que se han levantado contra la práctica analítica. Confrontarnos con él puede permitirnos no sólo revisar nuestros fundamentos sino, aún más, avanzar en cuestiones fundamentales atinentes a la dirección de la cura.

Varias veces Lacan hace referencia a Wittgenstein en su seminario, sin embargo –es algo que me sorprendió mucho- éstas son siempre al Tractactus lógico filosófico y ninguna a la llamada "la segunda filosofía", donde Wittgenstein reformula lo desarrollado en el Tractactus, periodo al que pertenece el texto de Lecciones y conversaciones –donde encontramos «Conversaciones sobre Freud»- publicado en francés en 1971, época en la que Lacan desarrollaba los seminarios XVIII y XIX así como las Conferencias en Ste. Anne2.

Varios representantes del espíritu vienés de comienzos del siglo XIX elevaron sus voces contra Freud y el psicoanálisis. Sin embargo, ningunos de ellos se declaró –como Wittgenstein- "discípulo" y "seguidor" de Freud. Su crítica, entonces, es la crítica de alguien que ha sido conmovido por los escritos freudianos.

Fue poco después de 1919 que Wittgenstein lee a Freud y confiesa haber sentido un sobresalto de sorpresa: «allí había alguien que tenía algo que decir». Freud se transformó para él en uno de «esos raros autores dignos de ser leídos» .

Sin embargo, sus comentarios sobre Freud y el psicoanálisis van a ser eminentemente críticos llegando a considerarlo peligroso; éticamente peligroso. Más aún, es porque puede ayudar que puede ser peligroso.

Sus críticas son varias pero voy a centrarme en la que me interesa desde el punto de vista de la dirección de la cura, lo que incluye aquello que podemos comentar sobre su fin. Es justamente la crítica que lo lleva a considerarlo éticamente peligroso.

¿Cuál es esa crítica?

Consistiendo el psicoanálisis en una explicación que, como tal, resulta ser apaciguadora, al ser apaciguadora resulta ser seductora. Convoca a la adhesión.

El psicoanálisis, así, no sería una ciencia sino una nueva mitología. Decir esto no es peyorativo para Wittgenstein sino todo lo contrario. Una mitología provee de aquellas explicaciones que permiten tener una visión de las cosas que, por ser nueva y diferente, posibilita considerar lo que se repite de otra manera.

El psicoanálisis formaría parte de lo que Wittgenstein denomina "una buena filosofía", o sea, no ha descubierto causas sino que aporta nuevas razones: una estética que consiste en poner dos factores, uno al lado del otro, para mostrar las cosas desde otra perspectiva. Freud, así, sería un filósofo que se desconoce.

Pero, siendo la "buena filosofía", una práctica del desengaño contra los prejuicios sostenidos por las trampas del lenguaje, el psicoanálisis, al requerir de la adhesión de aquel al que se dirige, iría también en contra del espíritu crítico por el que trabajaría una "buena filosofía".

El último párrafo de «Conversaciones sobre Freud» dice lo siguiente: «Es probable que el análisis no deje de tener efectos nocivos. Y ello –no obstante el hecho de que se puedan descubrir diversas cosas sobre uno mismo- porque uno debe estar dotado de un sentido crítico muy agudo y una gran constancia para agujerear la mitología que ofrece e impone.»

¿Qué diría Freud al respecto? Conocemos su alegato de Construcciones en psicoanálisis. No importa el no o el sí del paciente para juzgar acerca de la verdad de una construcción y sabemos que lo que Wittgenstein nombra "asentimiento" Freud lo llama "transferencia".

Sin embargo, si bien diferencia "el oro puro del análisis" del "cobre de la sugestión directa" 3, no cesamos de encontrar en Freud una y otra vez la apelación al lugar de autoridad que ocuparía el analista para poder conducir el trabajo analítico. Y ese lugar de autoridad es el que, según la crítica de Wittgenstein, convoca al asentimiento. Así, no dejará de sorprendernos encontrar textos en que Freud da los elementos que abonan las críticas de Wittgenstein. Por ejemplo, el siguiente párrafo de la «Conferencia XXVI» donde trata de la transferencia.

Dice: «En la medida en que su trasferencia es de signo positivo reviste al médico de autoridad y presta creencia a sus comunicaciones y concepciones. Sin esa trasferencia, o si ella es negativa, ni siquiera prestaría oídos al médico o a sus argumentos

En el artículo titulado «Psicoanálisis» dice: «El inevitable influjo sugestivo del médico es guiado en el psicoanálisis hacía la tarea, que compete al enfermo, de vencer sus resistencias, o sea, de efectuar el trabajo de la cura.»

Está claro: el analista necesita de "inevitable influjo sugestivo" para hacer funcionar el artefacto analítico en el vencimiento de las resistencias. Tenemos aquí justamente aquello de lo que Wittgenstein sospecha: influencia del médico.

En «Sobre la iniciación del tratamiento» dice: «Mantengo el consejo de hacer que el enfermo se acueste sobre un diván mientras uno se sienta detrás, de modo que él no lo vea. Esta escenografía tiene un sentido histórico: es el resto del tratamiento hipnótico a partir del cual se desarrolló el psicoanálisis. Pero por varias razones merece ser conservada

¿Cuáles son esas razones? La principal es la que vengo de enunciar: la lucha contra las resistencias. Freud va a situar aquí los servicios que presta al análisis la transferencia positiva por la que el enfermo suele prestar autoridad al analista.

Paradoja: lo que permite avanzar al análisis es lo mismo que impediría terminarlo.

¿Debemos darle la razón a Wittgenstein y reconocer los peligros del análisis?

Podrían ustedes decirme que Wittgenstein no leyó a Lacan y que Lacan nos permite pensar el análisis de otra manera a partir de leer el fenómeno de la transferencia desde la perspectiva de esa función que nombra Sujeto supuesto Saber.

No obstante, podemos decir que la crítica de Wittgenstein coincide estrechamente con la preocupación que reencontramos a lo largo de toda la enseñanza de Lacan.

Veamos lo que dice en Bruselas en 19774: «Nuestra práctica es una estafa, al menos considerada a partir del momento en que partimos de ese punto de fuga –se refiere a lo real-. Nuestra práctica es una estafa: ¡aprovecharnos haciendo parpadear a la gente, deslumbrarla con palabras que producen asombro lo que es lo que habitualmente se llama la afectación de donde nos viene todo mal!»

Cuando el punto de fuga de lo real está en el extremo opuesto de nuestra práctica, ello la pone del lado de la estafa. Se trata de la misma estafa que la estafa del síntoma y el supuesto de la transferencia. Es por eso que Lacan dirá: «Estafa y protón pseudos es lo mismo. Freud dice lo mismo. De todos modos, él no podía decir que educaba a un cierto número de estafadores. Desde el punto de vista ético, nuestra profesión es insostenible; es por eso que estoy enfermo de ella, porque tengo un super-yo, como todo el mundo.»

¿Cómo escapar a la estafa del sentido? Siguiendo el hilo de la noción de estructura que es lo orienta la liquidación permanente de ese engaño por el que la transferencia tiende a ejercerse en el sentido del cierre del inconsciente.

En su seminario, Lacan vuelve sobre el tema de la estafa atemperando las cosas: « ... hablé del psicoanálisis como pudiendo ser una estafa. Es sobre lo cual insistía haciendo dar vueltas a mis letras y hablándoles del S¹ que parecía prometer un S². Hay que recordar que dije que un significante era lo que representa al sujeto junto a un otro significante. ¿Qué deducir de ello? ( ...) El psicoanálisis es quizá una estafa, pero no es cualquiera: es una estafa que cae justo con relación a lo que es el significante, o sea algo muy especial que tiene efectos de sentido. También bastaría con que connote al S², no por ser el segundo en el tiempo, sino por tener un sentido doble, para que el S¹ tome su lugar correctamente.»5

Hemos seguido un pequeño y a la vez gran deslizamiento: el psicoanálisis ya no queda situado del lado de la estafa sino que corre el riesgo de deslizarse hacia la estafa. Con respecto al fin del análisis, se tratará de lo terminable o de lo interminable, interminable que eternizaría la función del Sujeto supuesto Saber. Así, si no se introduce la lógica que induce la efectuación del Sujeto supuesto Saber, el fenómeno de la transferencia se mantendrá opaco. El neurótico busca saber. Es su modo de no querer saber y habría que despejar el por qué de todo esto a fin de situar el resorte de nuestro acto.

Al comienzo de la experiencia analítica, no tenemos ningún esfuerzo en incitarlo a dar al Otro el lugar donde el saber se instituye: en el Sujeto supuesto Saber.

Aquí sitúo la crítica de Wittgenstein: él pensaba al psicoanálisis como un sistema de explicaciones como lo deja pensar Freud cuando se refiere a las construcciones del analista: explicaciones aclaratorias por remitir a una verdad histórica.

Esto es el comienzo y no está ello lejos de lo que podemos calificar como estafa. ¿De qué se trata luego?

La única manera de cercar el punto de fuga de lo real es la operatoria del significante sin sentido: un S1 que responda adecuadamente al cifrado como S2, el saber inconsciente. Sólo así será disuelto el engaño del Sujeto supuesto Saber. Para aproximarnos a lo que está en juego en la función de descifrado que le corresponde al analista con respecto al cifrado de goce inconsciente, conviene detenerse en aquello que Lacan formula como "pas-de-sens": paso de sentido que implica un cambio de sentido que vira al no al sentido.

Para Lacan se trata de una subversión de sentido que es una orientación por el sin sentido de lo real, sin sentido de lo real que coincide estrictamente con el significante como Uno, un significante allí donde hacen falta dos, escribe el lugar donde no cesa de no escribirse la relación sexual.

Siendo el deseo del psicoanalista un deseo de obtener la diferencia absoluta, esa, como escribe Duras, «interna en el centro de las significaciones», el deseo del psicoanalista es lo que sostiene esta orientación por lo real del significante.

En este punto, me parece que el parentesco del psicoanálisis con la religión debe ser explicitado a fin de poder mejor situar la diferencia. El nudo religioso es RSI con orientación levógira : lo que realiza lo simbólico de lo imaginario. Realizar lo simbólico de lo imaginario, eso es Dios, eso es lo que da consistencia al Sujeto supuesto Saber como garante y es lo que hace que la religión no esté próxima a su fin.

La religión no está muy alejada del psicoanálisis: ambos pertenecen a la orientación levógira del nudo de registros que nos constituyen; el psicoanálisis es entonces una torsión hecha a la religiosidad del ser hablante: esto es el análisis de la transferencia.

Se trata de una orientación por lo real: es la naturaleza del diálogo analítico lo que produce esta orientación; diálogo en el que la neutralidad del analista, al suspender el sentido, oye un sentido otro al que entonces puede responder de otra manera.

La orientación por lo real es la orientación de lo real: encuentro con el sin sentido que descifra el goce del síntoma y conmemora el momento fundante de la impronta significante: el significante sin sentido que significa la inexistencia del Otro. El asentimiento requerido ya no es un asentimiento al Otro sino asentimiento al significante de la falta del Otro, asentimiento a ley del sin sentido, la ley del lenguaje.

¿Wittgenstein hubiera estado de acuerdo? Podemos pensar que Wittgenstein demandaba al psicoanálisis que se atuviera a practicar el desengaño contra los engaños propios a las trampas del lenguaje chocando una y otra vez con lo que denominaba "muros del lenguaje"

Allí Lacan coincide con él cuando dice: «Es muy precisamente, me parece, de aquello de lo que no puedo hablar que se trata, cuando designo por el "no es eso" lo que por sí sólo motiva una demanda tal como la de "rechazar lo que yo te ofrezco".»6

Notas

1 «Conversations sur Freud» en Leçons et conversations, París, Gallimard, 1992.

2 D´un discurs qui ne serait pas du semblant, … ou pire y Le savoir du psychanalyste. Concretamente, hay una referencia a Wittgenstein en el seminario XIX, el 9/2/72.

3 Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica.

4 «Palabras Sobre La Histeria».

5 L'insu que sait de l'une-bevue s'aile à mourre.

6 Seminario IXX, ... ou pire, 9 de Febrero de 1972.

Volver al sumario del Número 18
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 18 - Diciembre 2003
www.acheronta.org