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Isidoro Vegh, es psicoanalista, ejerce en Buenos Aires, lugar también de su enseñanza. Miembro fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires , director durante varios años de la revista Cuadernos Sigmund Freud. Es autor de La clínica freudiana, Matices del psicoanálisis, Las intervenciones del analista, Hacia una clínica de lo real y El prójimo, enlaces y desenlaces del goce, y en colaboración, Del escrito, El objeto del arte, La creación del arte, Las psicosis, Joyce o la travesía del lenguaje, Una cita con la psicosis y Los discursos y la cura. ¿Qué más decir de él que no puedan leer en el reportaje a continuación?.
Esta figura de referencia en el psicoanálisis argentino y mundial, con su aire porteño, provocador, seductor de audiencias, docente, maestro, de estilo directo, sin pelos en la lengua, que difícilmente se desplaza de su posición de enseñante y seguro de sus dichos, hace que tenga muchos adeptos y también antipatías. No podría ser de otra manera, la gente con pensamientos propios y un deseo decidido – de los que no hay muchos en el campo analítico - genera esos efectos en el otro.
Al igual que el reportaje a Diana Rabinovich, recibió a gran parte del Comité de Redacción de Acheronta, gustoso y cordialmente. No necesitó cerciorarse de nuestros curriculums, ni pedir autorización a nadie, ni averiguar la línea editorial de la revista. Así sin más, nos abrió las puertas de su bonito, ordenado y lujoso consultorio, para a su vez estar dispuesto a contarnos de su historia, de la historia del psicoanálisis, de la clínica analítica, y de sus ideas teóricas y prácticas.
Por cuestiones de horarios (en general los reportajes de Acheronta se extienden mucho) el reportaje se dividió en dos días, en el primero al que asistí, básicamente los temas fueron dos: su historia y la articulación de ésta con la del psicoanálisis y las Instituciones.
Haciendo uso de los títulos de dos libros de Emilio Rodrigué (ver reportaje en Acheronta 12) "El libro de las separaciones" y "El libro de los encuentros", podría decir que Isidoro nos abrió el libro de su memoria para contarnos eso: Sus encuentros y sus separaciones. Su encuentro con el psicoanálisis, con Pichon Riviere, con Masotta, con Bleger, con Lacan, con la Institución analítica, con Convergencia, con la clínica. Y sus separaciones con Miller, con las disidencias en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, con Masotta, con Rabinovich, con la idea lacaniana de escisión... Y en este último sentido es dónde se introduce su segundo eje. Vegh tiene una posición muy clara y decidida a favor de las Instituciones analíticas y la continuidad de éstas. En ese sentido es tajante: dirá que la fragmentación institucional es un síntoma, que no hay autodidactas, y que cualquier agrupamiento sin normativa inmediatamente se transforma en una pirámide de poder.
Tampoco ahorró palabras en relación a la autorización del analista y a otros aspectos de sus posiciones políticas.
En la segunda parte a la que no asistí, se articula más la clínica y la teoría. Zambulléndose en el psicoanálisis, nos da una clase de lo que para él es lo Real, y lo que llama intervenciones en lo real, da ejemplos de su práctica y fundamentalmente da una argumentación muy personal de lo que piensa es el fin de análisis: Ese momento de concluir que no concluye con el atravesamiento del fantasma.
Gerardo Herreros
Ver también artículos de Isidoro Vegh publicados en Acheronta
La invocación del otro (Acheronta 14)
Ver también presentaciones de libros de Isidoro Vegh en Acheronta
El prójimo. Enlaces y desenlaces del goce - por Gerardo Herreros
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