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Hacia principios de julio de 2009 se propuso el tema del nº 26 de Acheronta. No podemos ocultar que la definitiva publicación ha tardado más de la cuenta. No crean que la perplejidad está del lado de lectores y colaboradores solamente. También el consejo de redacción se ha visto implicado en la pregunta por esta tardanza. Y, si sirve de algo o para alguien, el trabajo de redacción no ha cesado en ese tiempo. Pero aquí está. Y con él una nueva invitación para colaborar en el próximo número, del que recibirán próximamente la convocatoria.
No estaría de más recordar, algún párrafo del texto extenso de la convocatoria, por ejemplo el que planteaba una batería de preguntas: "¿Es la práctica del psicoanálisis un trabajo, y en tanto tal, una especialidad laboral? ¿Es la práctica del psicoanálisis un ejercicio profesional? En cuyo caso, ¿cual es el estatuto del producto de dicho trabajo? ¿cómo participa o circula ese producto en el mercado?, ¿cómo evalúa su "calidad" o eficacia?, ¿cómo se cotiza su valor, es decir, cómo se fijan los "honorarios" de sus practicantes? ¿en función del "tiempo" de "trabajo profesional"? ¿en función de la "calidad" del servicio realizado?, ¿pueden evaluarse los resultados de la práctica analítica como se evalúan los resultados de otros ejercicios profesionales? ¿Existe algún saber estandarizado, o criterios normativizados que permitan una "habilitación", como en otras prácticas profesionales, a partir de los cuales se pueda evaluar y juzgar una eventual "mala praxis" en la práctica del psicoanálisis? ¿Cómo evaluar la "calidad" de dicha práctica? ¿Cómo se juzga la "idoneidad" del "profesional" que la realiza?"
No cabe duda de que el tema era amplio, susceptible de muchos enfoques, por lo que tuvimos dificultades tanto en ir agrupando los trabajos que nos llegaban como en establecer los apartados correspondientes donde incluirlos. Quizá el vocablo profesión produce un lugar ambiguo (¿podemos decir molesto?) cuyo contenido sigue abierto. Uno no puede evitar la evocación de textos como "El análisis profano" para tantear desde cuándo todo esto es así. De hecho, la convocatoria se adentraba también en un epígono: la legitimación. Arduo epígono! También se profundizó en la etimología: professio, " que significa acción y efecto de profesar, una de cuyas definiciones, en el diccionario de la RAE, es "en una orden religiosa, obligarse a cumplir los votos propios de su instituto" (tal el caso de expresiones como "profesión de fe"), tal como se señalaba en la convocatoria del 26. Más aún, la invitación proponía tratar: las conflictivas propuestas de regulación estatal de la práctica analítica; los condicionamientos que impone la dependencia de las obras sociales o medicinas prepagas; el mercado de la derivación de pacientes en los "servicios asistenciales" de diverso tipo de instituciones; el valor y modificaciones de los honorarios, el tiempo de las sesiones, los circuitos de las derivaciones, las modalidades publicitarias, etc. Aunque resumido, se exponía un material que podía haber dado mucho de sí, de hecho hay varios trabajos que dan cuenta de algunos de esos temas. Pero quizá no sea el tiempo aún para que sea mostrado un más allá. O que se trata de un tema al que es difícil que le llegue el momento de concluir.
Fue difícil decidir, en algunos casos, en qué apartado incluirlos ya que comentaban aspectos que podían pertenecer a uno u otro. Decidimos iniciar con uno más estrictamente relacionado con la convocatoria, para seguir manteniendo aquellos que ya son habituales en Acheronta, como "Psicoanálisis", "Extensiones" (que abarca también trabajos que podrían estar en la frontera entre psicoanálisis y arte). Agrupamos una temática en "Psicoanálisis con niños". Hemos mantenido un apartado que ya apareció en el número anterior: "Casos"; de hecho, uno de los textos hace referencia a otro incluido en el mismo apartado del número anterior, cosa que nos permite recordar que indudablemente está siempre abierta la posibilidad de entablar "correspondencia" entre los colaboradores, hacer comentarios, aportar aspectos, proponer perspectivas, etc., partiendo de cualquier trabajo publicado en Acheronta. Aparece "Problemas actuales" que recoge una serie más ligada a la práctica diaria del psicoanálisis y los encuentros con otras disciplinas más cercanas a lo sociológico. Y la habitual sección de reseñas de publicaciones.
No quisiera finalizar sin recordar una anécdota de las múltiples que se produjeron en los debates previos dentro del consejo de redacción ante este número. Se habló de un "oficio de tinieblas". Acercamiento superficialmente poético que podría atribuirse al "oficio de analista". Escribiendo estas líneas, me revino (tiniebla /s) y me vino otra acepción (penumbra/s). Fui a los diccionarios. La R.A.E. define "tiniebla" como: falta de luz; y, en plural, tinieblas, como: suma ignorancia y confusión por falta de conocimientos". Mientras que dice de la "penumbra": sombra débil entre la luz y la oscuridad, que no deja percibir dónde empieza la una o acaba la otra". Desde donde escribo, no pude evitar consultar un diccionario de lengua catalana. Estas son sus definiciones. Tiniebla: oscuridad profunda. Penumbra: espacio parcialmente iluminado que hay entre la sombra perfecta y la plena luz.
Y casi estuve tentado de quedarme con la definición catalana.
Y casi estuve tentado de proponer a mis colegas una convocatoria, de nuevo, a partir de estas dos palabras. Pero eso hubiera alargado infinitamente, o no, la edición de Acheronta 26.
Por lo demás, no abundaré en todo aquello que van a encontrar en el sumario. Sería redundancia y ya es tiempo para la, por fin, lectura.
A todos los colaboradores que han sufrido con paciencia este retraso nuestro más profundo agradecimiento.
Barcelona, 30 de diciembre 2010
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