Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La "formación" del analista
Los impasses de Freud y la IPA
Michel Sauval

1 - Introducción

"La formación del analista", he aquí uno de los componentes infaltables en la base de toda institución psicoanalítica. Incluso más, hasta podría decirse que sería la razón misma de ser de estas. Motivo suficiente, por lo tanto, para que ahí se concentren los mayores malentendidos.
Planteemos inmediatamente algunos de estos:

El término mas complicado, en principio, es el de "analista" (el eterno problema de cómo "definirlo", de si cabe alguna definición, etc.). Por eso optaré por abordar la cuestión por el lado del término "formación", a partir del cual, a menudo, se pretende, sino dar respuesta a qué es un analista, al menos autorizar a algunos como tales.

Hay una asociación que es inmediata en relación a "formación": las "formaciones del inconsciente".

Literalmente, "formación" es "la acción y efecto de formar",

Las formaciones del inconsciente son la forma bajo la cual el propio Freud nos indica las relaciones del inconsciente con el significante y su técnica, "los lazos propios del significante" y "su función en la génesis del significado" (1):

En la expresión "formaciones del inconsciente", es el significante el determinante en "la acción y efecto de formar", es decir, el sentido del "del" es el de la llamada determinación subjetiva.

Cabría pensar si podemos aplicar el mismo sentido al "del" en la expresión "formación del analista", pero, en general, el sentido aplicado es el de la determinación objetiva, es decir, es el analista la "cosa" sobre la que recae esa "acción y efecto de formar".

En este caso, la asociación remite a alguna enseñanza, como por ejemplo, la que señala Lacan en el comienzo de la sesión del 10 de junio de 1964 de su seminario XI "Los fundamentos del psicoanálisis: "El objeto de mi enseñanza ha sido, y sigue siendo, el de formar analistas".

En este juego entre las formaciones del inconsciente y la formación del analista, en este paso de la una a la otra, es donde se delimita la posición del analista y se ubica el problema de la transmisión del psicoanálisis (es decir, el lugar y la función del trabajo de los "discípulos").

Las palabras con las que Guy Clastres, a fines del 98, se ubica respecto de las "enseñanzas" postlacanianas, de los análisis didactas, y en general, respecto de la crisis en la AMP, son en ese sentido interesantes: "Continuo siendo lacaniano, o sea que creo más en las formaciones del inconsciente que en la formación del analista" (4)

Interesantes en el sentido de que indican la relación de dominancia que habría de regir entre unas y otra.

Veamos como lo plantea el propio Lacan: "La relación del psicoanalista a la cuestión de su estatuto retorna aquí bajo la forma de una agudeza duplicada, aquella que está planteada desde siempre concerniente al estatuto de aquel que detenta el saber. Y el problema de la formación del psicoanalista no es, verdaderamente, otro que, mediante una experiencia privilegiada, el de permitir que venga al mundo, si puedo decirlo, sujetos para los que esta división no sea solamente algo que saben, sino algo en lo que piensan. Se trata de que vengan al mundo algunos que sabrían descubrir que lo que experimentan en la experiencia analítica a partir de esa posición mantenida de que jamás están en estado de desconocer que en el momento de saber como analistas están en una posición dividida (...) No es otra cosa que el sentido de mi enseñanza: recordar esta exigencia (...) Es en tanto que sujeto dividido que el analista es llamado a responder a la demanda de aquél que entra con él en una experiencia de sujeto" (5).

En su defecto, la formación del analista tenderá a depender de una "enseñanza" que la ubicará en un lugar mas asociado a la tónica de los otros significados que encontraremos para el término "formación" en el diccionario de la Real Academia Española, y que podría ejemplificarse con este: "reunión ordenada de un cuerpo de tropas para revista y otros actos de servicios", sentido que seguramente da cuenta con mucho mas precisión de los objetivos buscados en la formación de los analistas que de hecho se promueve en la mayoría de las instituciones analíticas.

Es decir, las consecuencias de cierta degradación de lo que es el saber en psicoanálisis y la reducción del par formación enseñanza al estatuto que podrían circunscribir gran parte de los significados que encontraremos, nuevamente en el diccionario de la RAE, para los términos:

En el comienzo de la última sesión del seminario VIII "La transferencia", luego de señalar que el objetivo de su discurso de ese año ha sido precisar la posición del analista, Lacan dice: "Se trata de lo que está en el corazón de la respuesta que el analista debe dar para satisfacer al poder de la transferencia. Esta posición la distingo diciendo que en el lugar mismo que es el suyo, el analista debe ausentarse de todo ideal del analista (...) A diversos título y bajo diversas rúbricas se puede seguramente formular respecto del analista algo que sea del orden del ideal. Hay calificaciones del analista, y esto alcanza para constituir un núcleo de ese orden. El analista no debe ser completamente ignorante respecto de un cierto número de cosas, esto es seguro. Pero no es esto lo que entra en juego en su posición esencial. Ciertamente, aquí se abre la ambigüedad de la palabra saber" (6).

Son estas relaciones las que intentaremos recorrer y analizar en los puntos subsiguientes.

2 - Freud y la IPA

2.1 El "periodo de instrucción"

La IPA (International Psychoanalytic Association) se constituyó formalmente en 1910. Su sistema de formación de los analistas se puso en pie 10 años después y, salvo un par de reformas, ha permanecido, en lo esencial, tal cual hasta nuestros días.

Balint denomina "periodo de instrucción" al que va desde la invención del psicoanálisis hasta los primeros pasos en su institucionalización (la constitución formal de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y el primer Congreso Internacional de Salzburgo, en 1908).

Durante esos inicios, era psicoanalista quien practicara el psicoanálisis y fuese reconocido como tal por el propio Freud.

Este último relata (7) que a partir de 1902 comenzaron a agruparse en torno a él médicos jóvenes "con el propósito expreso de aprender, ejercer y difundir el psicoanálisis". Estos jóvenes aprendices asistían a las conferencias que dictaba en la Universidad y luego comenzaron a reunirse en su casa. La iniciativa de estas reuniones habría partido de Stekel, uno de estos primeros "discípulos", quien se había analizado con Freud y "había experimentado en su persona el saludable efecto" de la terapia analítica.

Estas reuniones instituyeron la "Sociedad psicológica de los miércoles" (las reuniones eran los miércoles en la casa de Freud) que luego daría lugar a la fundación formal de la "Sociedad Psicoanalítica de Viena", en 1908 (con 22 miembros).

Freud señala que podía considerarse satisfecho: "en conjunto, por la riqueza y diversidad de talentos que incluía [dicho grupo], difícilmente saliera desmerecido de una comparación con el elenco de un maestro clínico, cualquiera que fuese". Es decir, era un grupo tan capaz como cualquier otro de recibir una formación y desarrollar una investigación clínica.

Freud agrega: "creo que hice todo para poner al alcance de los otros lo que sabía y había averiguado por mi experiencia" (8) (subrayado MS).

Sin embargo (oh! sorpresa) este esfuerzo habría de revelarse, al menos en parte, impotente, pues en 1914 (cierto que al calor de las recientes escisiones de Adler y Jung) Freud no duda en afirmar que "todavía hoy, cuando hace mucho he dejado de ser el único psicoanalista, nadie puede saber mejor que yo lo que el psicoanálisis es, en qué se distingue de otros modos de explorar la vida anímica, y qué debe correr bajo su nombre y qué sería mejor llamar de otra manera" (9) (subrayado MS).

¿Que ha ocurrido?

Es evidente que Freud no se dirige solamente a Adler y Jung (en tanto aquellos que habrían intentado "discutirle" la propiedad de la denominación "psicoanálisis" y la naturaleza de lo que debía entenderse por tal). Se trata mas bien de una constatación de hecho de los problemas, en general, ligados a la transmisión del psicoanálisis.

Respecto de este pobre balance, Freud resalta dos dificultades que, al tiempo que ya constituían un mal presagio, definirían la que terminaría siendo su posición respecto de la institución psicoanalítica: "enajenado interiormente".

La primera dificultad fue la falta de "una armonía amistosa" entre aquellos empeñados en esa difícil tarea. La segunda dificultad la constituyeron "las disputas por la prioridad a que las condiciones del trabajo en común daban sobrada ocasión" (10) (subrayado MS).

Como suele ocurrir a menudo con el texto freudiano, estas referencias pueden parecer triviales y muy poco esclarecedoras del problema en juego. Sin embargo, 90 años después, ¿no asistimos acaso a dificultades similares (acusaciones de plagio, infatuadas pretensiones de "innovación", un campo minado de reyertas y peleas personales, etc.)?

La aparente trivialidad de estas referencias radica quizás en el hecho de que este tipo de dificultades, fenomenológicamente, parece hacerse presente en cualquier tipo de agrupamiento humano. Pero el punto es que en esos otros campos, estas situaciones, por mas conflictos y problemas que puedan generar, no operan en el sentido de un obstáculo insalvable para "poner al alcance de los otros" cierto saber. En cambio, para el caso que nos ocupa, es justamente en relación al problema de la transmisión que Freud hace la asociación, señalando que "las dificultades que ofrece la instrucción en el ejercicio del psicoanálisis, particularmente grandes y culpables de muchas de las disensiones actuales [está escribiendo en 1914] ya se hicieron sentir en aquella Asociación Psicoanalítica de Viena de carácter privado" (11) (subrayado MS)

Freud dice que las "disputas por la prioridad" habrían sido favorecidas, en parte, por que no se atrevió a "exponer una técnica todavía inacabada y una teoría en continua formación con la autoridad que probablemente habría ahorrado a los demás muchos extravíos y aun desviaciones definitivas" (12) (subrayado MS).

¿En qué sentido habría que interpretar aquí "autoridad"?

Freud da la pista al señalar que esa falta de "autoridad" no responde tanto a sus particularidades subjetivas como al carácter "inacabado" de la técnica y la "continua formación" de la teoría. El problema de la "autoridad" entonces es estructural. Su carencia responde al carácter "abierto" de la propia enseñanza. El problema de la "autoridad", entonces, se hubiera resuelto si el "saber" que Freud intentaba poner "al alcance de todos" hubiese podido presentarse como una teoría completa y a una técnica específica.

Da cuenta, justamente, del problema de lo que está en juego en la transmisión del psicoanálisis, la intervención de Freud en el primer congreso internacional al que hacíamos referencia anteriormente, el de Salzburgo, en 1908. Allí, donde cualquiera hubiera esperado una exposición pormenorizada de la teoría y la técnica (reitero: el primer congreso internacional que reúne a todos los interesados en el psicoanálisis), ¿qué hace Freud?: presenta un caso clínico, presenta el caso del hombre de las ratas. Y para ello, necesita casi 8 horas de exposición (un caso que, por otra parte, venía a complicar, o contradecir, gran parte de los desarrollos teóricos previos).

La enseñanza de Freud, entonces, no es la enseñanza de una teoría o una técnica, sino la enseñanza de los casos.

Pero, ¿qué es lo que enseña un caso?, sobre todo teniendo en cuenta algo también señalado por Freud, que cada caso debe tomarse como si fuera el "primero".

¿Qué enseña un caso que, al tiempo que se plantea a si mismo como "primero", no alcanza, no puede, constituir al siguiente como "segundo"?

Menudo problema este del psicoanálisis, el de "una práctica subordinada por vocación a lo más particular del sujeto". Sobre todo cuando el meollo de la formación de los analistas y de la transmisión del psicoanálisis se encuentra en ese punto, como lo señala Lacan al recordarnos que "cuando Freud pone en ello el acento hasta el punto de decir que la ciencia analítica debe volver a ponerse en tela de juicio en el análisis de cada caso (v. "El hombre de los lobos", passim; toda la discusión del caso se desarrolla sobre este principio), muestra suficientemente al analizado la vía de su formación" (13) (subrayado MS).

Si la enseñanza de Freud es la enseñanza del caso, si "en la reconstitución completa de la historia del sujeto está el elemento esencial, constitutivo, estructural, del progreso analítico" (14), entonces lo que Freud nos lega, antes que una teoría, es algo mas parecido a un método (que de ninguna manera puede reducirse a una técnica), como él mismo lo ha planteado a menudo en esos términos. En efecto, un método permite delimitar una práctica como "una", puesto que "una práctica no necesita estar esclarecida para operar" (15). "El psicoanálisis no es nada sino un artificio del que Freud dio los constituyentes (...) el mantenimiento puramente formal de estos constituyentes basta para la eficacia de su estructura de conjunto" (16).

Lo que Freud enseña con los casos es su descubrimiento del inconsciente. El inconsciente, no como objeto sino como relación original con el saber. El siguiente fragmento del caso Katharina podría ilustrarlo claramente: "Estaba demasiado oscuro -le dice Katharina a Freud- como para ver algo; ambos estaban vestidos. ¡Ah! Si yo supiera lo que me disgustó!". "Yo tampoco sabía nada - agrega Freud-, pero la invité a contarme lo que se le pasaba por la cabeza, pues estaba seguro de que ella pensaría justamente en aquello que yo necesitaba para explicar el caso" (subrayado MS).

La interpretación de los sueños también es un claro ejemplo de ello. Freud nos recuerda que la misma "es análoga de comienzo a fin al desciframiento de una escritura figurativa de la antigüedad como los jeroglíficos egipcios".

En consecuencia, el "fracaso" en la transmisión, que Freud asocia a lo "inacabado" de su técnica o a la "continua formación" de la teoría, remite al hecho de que, a pesar de lo que pensaba el propio Freud, el psicoanálisis no es una ciencia. En psicoanálisis, no hay posibilidad de una transmisión integral de un saber que daría cuenta de una operatividad sin resto sobre un determinado objeto.

El psicoanalista no podría adentrase en la práctica analítica "sino reconociendo en su saber el síntoma de su ignorancia, y esto en el sentido propiamente analítico de que el síntoma es el retorno de lo reprimido en el compromiso, y que la represión aquí como en cualquier otro sitio es censura de la verdad" (17), para el caso, la verdad en juego en la palabra del analizante.

Esta ignorancia, Lacan la plantea como una pasión del ser, una vía donde el saber se formaría, esto en la medida en que "el fruto positivo de la revelación de la ignorancia es el no-saber, que no es una negación del saber sino su forma mas elaborada" (18).

El saber que se juega en un análisis es el saber aportado por el analizante y no por el analista. La posición de este queda definida por el no-saber; pero no un no-saber abstracto, sino un no-saber relativo, articulado como falta, al saber desarrollado por el analizante. Es por esta razón que el "saber" del analista hace obstáculo a su función y que "lo que el psicoanalista debe saber: ignorar lo que sabe" (19).

Al explicar el principio de la "atención libremente flotante", en sus consejos al médico para el tratamiento psicoanalítico, Freud señala que "tan pronto como uno tensa adrede su atención hasta cierto nivel empieza también a escoger entre el material ofrecido; uno fija un fragmento con particular relieve, elimina en cambio otro, y en esa selección obedece a sus propias expectativas o inclinaciones. Pero eso, justamente, es ilícito (...) No se debe olvidar que las más de las veces uno tiene que escuchar cosas cuyo significado sólo con posterioridad discernirá. Como se ve, el precepto de fijarse en todo por igual es el correspondiente necesario de lo que se exige al analizado, a saber: que refiera todo cuanto se le ocurra, sin crítica ni selección previas" (20) (subrayado MS). En síntesis: "el análisis no puede encontrar su medida sino en las vías de una docta ignorancia" (21).

Es interesante señalar también que Freud, previniendo en cierta medida la reducción de estos "consejos" al nivel de la técnica, al comenzar ese texto se ve "obligado a decir expresamente que esta técnica ha resultado la única adecuada para mi individualidad" (subrayado MS) y que no se atreve a poner en entredicho que "una personalidad médica de muy diversa constitución pueda ser esforzada a preferir otra actitud frente a los enfermos y a las tareas por solucionar" (22) (subrayado MS).

En esta posición, evidentemente, no se trata solamente de una simple cuestión de modestia, sino de una cuestión estructural. Lo que Freud subraya es que lo esencial no radica en la aplicación de una técnica que pudiera considerarse neutra y de aplicación universal, sino en las "tareas por solucionar", frente a las cuales, lo que importa es la "actitud" que se adopte.

En síntesis, aquellas "disputas por la prioridad" a las que Freud atribuía parte de los problemas en el desarrollo del psicoanálisis, antes que dar cuenta de un cuidado por la "propiedad intelectual", mas bien dan cuenta de los efectos de esta situación problemática en la que cada cual, cada vez, debe "reinventar" el psicoanálisis (en el mismo sentido en que cada caso debe ser tomado como el "primero") sin que por ello quede eliminada la invención en sí, es decir, la referencia al inventor del psicoanálisis.

Por eso Freud agrega, en ese mismo texto que venimos comentando, que "quien como analista haya desdeñado la precaución del análisis propio, no solo se verá castigado por su incapacidad para aprender de sus enfermos mas allá de cierto límite, sino que también correrá un riesgo mas serio, que puede llegar a convertirse en un peligro para otros. Con facilidad caerá en la tentación de proyectar sobre la ciencia, como teoría de validez universal, lo que en una sorda percepción de sí mismo discierna sobre las propiedades de su persona propia, arrojará el descrédito sobre el método psicoanalítico e inducirá a error a los inexpertos" (23) (subrayado MS).

 

2.2 La institucionalización del psicoanálisis

Como dijimos mas arriba, el primer congreso internacional de psicoanalistas se reunió en 1908, en Salzburgo. La propuesta de creación formal de la IPA se hizo en el congreso siguiente, en 1910, en Nuremberg, y estuvo a cargo de Ferenczi.

Este ya le había anticipado (en una carta) la idea a Freud, en los siguientes términos: "el enfoque psicoanalítico no conduce a un igualitarismo democrático: tiene que haber una elite, mas o menos en el espíritu de las leyes de Platón acerca del gobierno de los filósofos", a lo que Freud asintió indicando la similitud de estos comentarios con sus propias reflexiones.

Paradójicamente, las principales designaciones jerárquicas, en estos primeros pasos institucionales, recayeron en quienes luego promoverían las principales disidencias: Jung para la presidencia de la IPA y Adler para la presidencia (y Stekel para la vicepresidencia) de la Sociedad Psicoanalítica de Viena.

El punto es que, para fines de la primera década de este siglo, Freud ya "juzgaba necesaria la formación de una asociación oficial porque temía el abuso de sería objeto el psicoanálisis tan pronto como alcanzara popularidad. Entonces se requeriría un centro capaz de emitir esta declaración: ' el análisis nada tiene que ver con todo ese disparate, eso no es el psicoanálisis'. En las reuniones de los grupos locales que compondrían la asociación internacional debía enseñarse el modo de cultivar el psicoanálisis y ahí hallarían su formación médicos para cuya actividad podría prestarse una suerte de garantía" (24) (subrayados MS).

También esperaba Freud de esta asociación un espacio para que "los partidarios del psicoanálisis se encontraran reunidos para un intercambio amistoso y para un apoyo recíproco (...)Todo eso, y nada mas que eso, quería yo lograr mediante la fundación de la IPA. Era probablemente mas de lo que podía obtenerse " (25) (subrayado MS)

Esa autoridad capaz de decir lo que el psicoanálisis no es había sido encarnada hasta entonces por Freud.

Es interesante considerar los argumentos que Freud presenta para justificar la transmisión de poderes a otros, en particular a Jung

Por un lado, consideraciones geopolíticas podían hacer preferible Zurich antes que Viena como centro político internacional del psicoanálisis. A eso Freud agrega que su propia persona podía ser un obstáculo para el desarrollo del psicoanálisis por los efectos transferenciales que la misma podía inducir: "se habían mezclado en exceso la simpatía y el odio; se me comparaba con un Colón, un Darwin o un Kepler; o se me motejaba de paralítico general". En consecuencia, era preferible que tanto él como la ciudad donde había tenido origen el psicoanálisis se retirasen a un segundo plano.

Por otro lado, Freud plantea también razones personales: "ya no era joven, veía por delante un largo camino y sentía como algo abrumador que la obligación de ser jefe recayese sobre mí a edad tan avanzada" (recordemos que para ese entonces, Freud tenía 54 años, y transcurrirían 27 años mas antes de que la muerte lo alcanzara).

A continuación Freud explicita las características que debía tener la autoridad que lo sucediera: "una autoridad dispuesta a aleccionar y a disuadir".

Aleccionar se constituye con el prefijo "a" y el término "lección" el cual, a su vez, deriva de "lectura", y algunos de sus significados son:

La definición de "disuadir" es "inducir, mover a alguien, con razones, a mudar de dictamen o a desistir de un propósito". El término que Freud utiliza es "abmahnen". El autor del artículo "Sobre la historia de la formación de los analistas" publicado en el número 6/7 de Scilicet lo traduce como "mise en demeure", cuyo significado es mas fuerte que en español ("mettre quelqu'un en demeure" implica "exigir, ordenar, intimar, prescribir") y, en ese sentido, más cercano a lo que se encuentra en diccionarios de alemán: el prefijo "ab" indica básicamente separación y el término "mahnen" significa exhortar a alguien a la prisa (que se apresure), recordarle su promesa, apremiar o exigir el pago a un deudor; "abmahnen" se traduce entonces como desaconsejar enérgicamente a alguien, hacer desistir.

Estas características de la "autoridad" apuntan principalmente al funcionamiento interno de la Asociación al tiempo que dan el soporte a la "autoridad" que la misma podrá esgrimir, a su vez, hacia fuera, para denunciar lo que no es psicoanálisis.

Pero Jung no realizó las expectativas que de Freud: su personalidad se reveló "incapaz de soportar la autoridad de otro, era todavía menos apta para constituir ella misma una autoridad y su energía se encaminaba integra a la desconsiderada consecución de sus propios intereses".

Sin embargo, a pesar de estos fracasos y de las escisiones de Adler y Jung, Freud no modificó aquella posición de "enajenación interior" que ya marcaba su relación con el primer grupo vienés, e insistió en mantener un funcionamiento institucional basado en la delegación. En efecto, pocos años después avalaría la propuesta de Jones de creación de lo que sería el famoso "Comité" (constituido inicialmente por Jones, Ferenczi, Sachs, Abraham y Rank, y al que luego se agregaría Eitingon), lo que Lacan llamaría una "especie de joven guardia, aspirante a la calidad de veterano" que se ofrece como garantía para el mantenimiento del pensamiento de Freud en su forma completa por "envejecer en dicho mantenimiento en el seno de la IPA, no sólo por una solidaridad secreta sino por una acción desconocida" (26).

En una carta a Jones, Freud señala lo siguiente: "no ignoro que en esto se encierra también un elemento casi infantil y quizás romántico"; y agrega, luego de autorizar la iniciativa, que "me sería mas grata la vida y mas fácil la muerte el día que supiera que existe un grupo de tal índole encargado de vigilar lo que he creado". Pero esta invocación al romanticismo, no obstante, no puede ni justificar ni ocultar los alcances implicados en esta delegación.

2.3 La formación de los analistas en la IPA

Los criterios básicos sobre la formación analítica vigentes en la IPA fueron fijados a partir de la creación del Instituto Psicoanalítico de Berlín, a comienzos de los años 20.

Tiene cierta importancia tener en cuenta el contexto de esta institucionalización de la formación de los analistas.

En febrero de 1923 aparecen los primeros indicios de cáncer en Freud.

Luego de la primera operación, Deutsch vuelve a examinarlo, durante las vacaciones en Gastein, y diagnostica la recidiva de la tumoración. No quiso informarle de ello al propio Freud, y dio cuenta a Ana (quien había sido admitida como miembro de la Sociedad de Viena el año anterior) y a los miembros del Comité. Recién en octubre se le realizó la segunda operación, mucho más radical y traumática, pero que sería la que le posibilitaría vivir 15 años más.

En su conferencia de noviembre del 52 (publicada 10 años mas tarde en el Psychoanalytic Quartely, año 1962, páginas 453-482) en la Sociedad de San Francisco, Bernfeld analiza este contexto en los siguientes términos: "Entre los analistas, algunos se angustiaron intensamente ante la pérdida que los amenazaba y querían establecer a toda costa un dique contra la heterodoxia, dado que entonces se sentían responsables del futuro del psicoanálisis. Decidieron limitar toda admisión definitiva a sus sociedades mediante una selección rígida de los recién llegados y mediante una formación coercitiva, autocrítica y prolongada a modo de prueba".

Bernfeld trabajo muchos años en la Comisión de Enseñanza del Instituto Psicoanalítico de San Francisco, y renunció al mismo por la esterilidad de dicho trabajo y para liberarse de todo compromiso de silencio al respecto, y poder hacer públicas sus opiniones sobre el tema.

En esa conferencia del 52, realiza un exhaustivo recorrido sobre las diferentes instancias por las que se desarrolló la cuestión de la formación de los analistas.

Para él, los primeros análisis didácticos deben remontarse a aquél "periodo de instrucción" al que referíamos antes, donde los alumnos que asistían a las clases de Freud en la Universidad le presentaban sueños o e pedían ayuda en el tratamiento de síntomas neuróticos.

En ese sentido, parece que Freud siempre siguió adelante con estas combinaciones de análisis personal y enseñanza teórica, en función de la particularidad de cada caso y de su propio criterio sobre el mismo, haciendo poco caso de los procedimientos que se fueron implementando a partir de la creación de los institutos (27), aunque los mismos hubiesen contado con su propio aval.

La otra situación inaugural fue la mudanza de Sachs a Berlín, a pedido de la sociedad de dicha ciudad, para hacerse cargo de los análisis didacticos (la razón era que los analistas de la misma, por conocerse entre sí, encontraban dificultades para analizarse entre sí). Sachs emprendió esa tarea siguiendo la costumbre de combinar el análisis con las supervisiones y la enseñanza teórica. Confrontado con las dificultades que esto le planteó decidió dejar de lado estas últimas y limitarse a los análisis personales, estableciendo así la misma división de funciones entre didáctico, supervisión y enseñanza que luego se reglamentaría en la IPA.

Bernfeld señala la preocupación que generó entre los discípulos de Freud el éxito y difusión del psicoanálisis en la posguerra, en términos de asegurar la "respetabilidad" y "autenticidad" del mismo. En otras palabras, surgió la idea de entregar diplomas de psicoanalista.

Y estas preocupaciones se redoblaron, según él, como lo hemos visto, en el verano del 23 cuando se supo del cáncer de Freud

Bernfeld no deja de subrayar también la paradoja de que entre quienes mas celo demostraron en proteger al psicoanálisis de la heterodoxia estaban, entre otros, Rado, Alexander, Reich, Horney, Fromm, etc.

Safouan, por su parte, caracteriza esta misma situación de la siguiente manera: "la institucionalización del psicoanálisis era un acting out que ponía en escena lo que su deseo no se significaba de otro modo, a saber, el vínculo esencial (para no decir la efectiva identidad) entre ese deseo y la prohibición que impide a todos y cada uno cierta noción del placer, el placer prometido por el sitio del maestro" (28).

El punto es que en 1924 la Comisión de Enseñanza de la Sociedad de Berlín reglamentó sus actividades. Los ejes principales de la misma fueron los siguientes:

En el congreso de Homburg, en septiembre de 1925, se constituye la Comisión Didáctica Internacional cuya función sería, según Jones, coordinar los métodos y principios de la formación de candidatos a analistas en las diversas Sociedades y proporcionar las oportunidades de discusión común de los problemas técnicos del caso. El mismo Jones lamenta, a continuación, que Eitingon haya sostenido, "con el apoyo hasta cierto punto de Freud y Ferenczi, que la Comisión tenía el derecho de imponer en todas partes los mismos principios y reglas de admisión, punto de vista este que muchos de nosotros, especialmente los de América, resistíamos" (29).

La institucionalización del psicoanálisis fue a la par de una tendencia a su integración en la psiquiatría, lo que motivó, de hecho, el artículo de Freud sobre la cuestión de si "¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?" (punto sobre el que volveremos un poco mas abajo).

Esta institucionalización de la enseñanza del psicoanálisis no hizo mas que transformar en obligatorio lo que hasta entonces se hacía prácticamente pero como opción y bajo la responsabilidad de cada analista didacta. Pero este paso no fue sin consecuencias ya que el análisis personal paso entonces a formar parte de una serie de componentes de un programa necesario para alcanzar un título.

Ahora bien, lo que subraya Bernfeld es que, lo que tendría que haber tenido como consecuencia el transparentar la orientación y procedimientos de los análisis didácticos no hizo mas que oscurecerlos, opacarlos, cada vez mas, a tal punto que 30 años después (momento de la conferencia), Bernfeld puede decir que nada se sabe de ellos o, lo que es lo mismo, solo se tiene de ellos un conjunto disparatado y totalmente heterogéneo de opiniones.

En efecto, hasta después de la segunda guerra mundial, con excepción de posiciones desarrolladas por Freud o Ferenczi, nada mas o menos serio se ha publicado en el International Journal of Psychoanalysis. Al menos esa es una de las críticas que desarrolla Balint en 1947 en su libro "Primary Love and Psychoanalytic Technique" (varias veces referido por Lacan). Balint señala que en casi 25 años de funcionamiento (de 1925 a 1947) en el International Training Committee (Comité International de la Formación) nunca se analizó por escrito de manera seria el problema de la formación, y las comunicaciones vertidas allí por algunos analistas nunca fueron publicadas.

Eitingon decía en 1932, en Weisbaden que "dondequiera que el psicoanálisis se enseñe a todos, no aparecen dudas en nuestras sociedades acerca de la mejor manera de enseñarlo: ellos adoptan el procedimiento que en Berlín, Viena y Londres, según parece, se ha demostrado tan valioso e inspirado como convincente" (30).

Es sorprendente el desparpajo con que Bird señala lo siguiente, en relación a la cuestión de la formación teórica de los candidatos: "Nada estampa más indeleblemente la marca de una profesión que la adopción, en un grupo, de un sistema escolar. Estándares, procedimiento, criterio, clases, planes de estudios, éstos no son elementos, no para la educación de científicos, pero sí para la educación de los miembros de una profesión" (31).

Balint también criticará, mas adelante, la arbitrariedad con la cual, en 1949, la Sociedad Británica oficializó la no coincidencia entre supervisor y didacta, así como reglamentó la cantidad de horas y años que debía durar un análisis didáctico. Arbitrariedad en el sentido de que esas resoluciones jamás se fundamentaron a partir de las experiencias recogidas de los análisis didácticos de todos esos años.

Balint llega a decir lo siguiente: "Toda la atmósfera evoca vivamente las ceremonias primitivas de iniciación. Es manifiesto que los iniciadores - el comité de formación y los analistas didactas - envolvemos en un manto de secreto nuestro saber esotérico, enunciamos dogmáticamente nuestras normas y empleamos técnicas autoritarias. De parte de los candidatos, o sea de los que son iniciados, se comprueba la rápida aceptación de las fábulas esotéricas, la sumisión al tratamiento dogmático y autoritario sin demasiadas protestas y el comportamiento reverencial".

Es evidente que una institución que funciona en estos términos no puede sino promover una casta cuyos miembros se presentan como teniendo una relación privilegiada con la verdad y con los textos del maestro. En consecuencia, la historia subsiguiente de los procedimientos de formación se reduce, esencialmente, a la historia de las vicisitudes de los conflictos internos en esta casta. Al respecto, el congreso de la IPA en Londres en 1979, vino a sancionar toda una reorganización de la misma en función de dichos conflictos.

En dicho congreso, la IPA se define como una institución supranacional que si bien dispone del poder de otorgar reconocimiento a las organizaciones inferiores, ya casi no dispone de poder de injerencia en las mismas, constituyéndose, de hecho, en una federación de asociaciones regionales y Sociedades.

El principal conflicto que se venía arrastrando desde mediados de los años 30 era el desarrollo de la Asociación Psicoanalítica norteamericana. En 1935 la misma había creado su propio Consejo de Formación Profesional (Council of Professional Training) y desde 1940 tenía sus propios criterios y organismos de formación y autorización. Esto fue finalmente aceptado por la Sociedad Británica, en donde residía hasta entonces el poder político de la IPA, en una reunión que tuvieron, luego de la segunda guerra, E. Jones y la dirección de la APA norteamericana, en cuya negociación, obviamente, el eje no fue tanto la cuestión teórica como la cuestión financiera. De esta manera, cada asociación regional aseguró su "dominación" sobre su respectiva "área geográfica" quedando en sus manos el reconocimiento, en dicha "área", de las nuevas sociedades. Las Sociedades quedaron divididas entonces entre las "Component Society", las sociedades directamente relacionadas con la IPA, y las "sociedades afiliadas", integradas a una Asociación Regional.

De todas maneras, ninguna Sociedad puede modificar el sistema de jerarquías de sus miembros ni los métodos de formación y calificación sin hacerlo saber previamente a la IPA. Los miembros asociados o titulares de una "Component Society" son miembros de la IPA, pero en cambio no son forzosamente reconocidos como tales por otras Sociedades. La diferencia entre los titulares y los asociados radica en que si bien los últimos pueden asistir al Busines Meeting, solo los primeros tienen derecho a votar y presentar candidaturas a los puestos directivos. Y los analistas didactas solo se eligen entre los titulares.

Es particularmente interesante ver como la definición de psicoanálisis que hacen los estatutos de la IPA se ha despojado de toda asociación con el inconsciente y el deseo: "El término psicoanálisis designa una teoría de la estructura y la función de la personalidad, así como una aplicación de esta teoría a los demás terrenos del conocimiento, y por último, a las técnicas terapéuticas. Este cuerpo de conocimientos se funda en y deriva de los descubrimientos psicológicos fundamentales hechos por Sigmund Freud" (subrayado MS).

Los puntos en que hay actualmente coincidencia en la IPA respecto de la formación analítica consisten en el trío análisis didáctico, análisis de control y enseñanza teórica, así como la cuestión de la existencia de algún dispositivo para la admisión de los candidatos.

Respecto de los análisis de control, perdura una constante ambivalencia acerca de si se trata de una actividad pedagógica o terapéutica. Al menos eso es lo que se desprende de la encuesta dirigida a los presidentes de comisiones de enseñanza que recopila Solnit en el International Journal of Psychoanalysis ("Learning from psychoanalytic supervision", IJP, 1970, pag. 359). Esta ambigüedad es una conclusión obvia puesto que en la supervisión es donde podría ponerse en evidencia las insuficiencias del análisis personal.

Respecto de los criterios de selección de candidatos, la variedad de opiniones es total.

Al respecto es interesante la intervención de Marie Langer en el simposio organizado sobre el tema de los criterios de selección en el XXII Congreso Internacional de la IPA (en Edimburgo). Ella plantea que lo que habría que evaluar es el "deseo" que determinaría la "vocación analítica", punto en que se diferencia de todas los demás planteos tendientes a evaluar capacidades o características (es decir, el ser).

Para Langer, esta vocación no provendría tanto de un deseo de ayudar (wish to help) como de una necesidad de hacer eso (need to do so), necesidad que consistiría en una necesidad de "reparar ciertas partes del yo infantil, así como los objetos internos dañados".

Lo que me llama la atención de esto es que, coincidiendo en parte con el desplazamiento lacaniano hacia el punto del "deseo del analista", Langer no lo plantea en términos de la situación de dicho deseo al final del análisis sino al comienzo del análisis (vocación).

Obviamente, aquella primera delimitación planteada al momento de la constitución de la IPA, entre lo que es y lo que no es el psicoanálisis, no podía sino transformarse, de un modo u otro, mas tarde o más temprano, en una delimitación de quien "es" y quien "no es" analista.

2.4 El psicoanálisis y los legos

Ahora bien, antes de pasar a Lacan, será muy instructivo detenernos en algunos párrafos del texto de Freud sobre el ejercicio del psicoanálisis por los legos.

La discusión se planteó a partir de un proceso judicial por práctica ilegal de la medicina que le iniciara un ex paciente a T. Reik, un psicoanalista de la Sociedad de Viena que no tenía título de médico. Si bien la discusión se centra en torno a este problema de la necesidad o no de dicho título para poder ejercer el psicoanálisis, las reflexiones de Freud dan cuenta de muchos mas aspectos relativos a lo que sería la formación de los analistas. Para Freud, el estatuto mismo de lo "lego" es cuestionable, pues en el caso del psicoanálisis "los enfermos no son como otros enfermos, lo legos no son genuinamente tales, ni los médicos son exactamente lo que hay derecho a esperar de unos médicos y en lo cual pueden fundar sus pretensiones" (32).

Por eso mismo, para poder explicar la pertinencia de la separación entre aptitud para el ejercicio del psicoanálisis y título médico, Freud considera necesario ir presentando y desarrollando todos y cada uno de los principios del psicoanálisis.

Una de las primeras conclusiones que le presentará a su interlocutor imaginario, es la siguiente: "Yo sé que no puedo convencerlo. Está fuera de toda posibilidad y por eso también fuera de mi propósito. Cuando damos a nuestros discípulos instrucción teórica en el psicoanálisis, podemos observar cuán poca impresión les causamos al comienzo. Toman las doctrinas analíticas con la misma frialdad que a otras abstracciones de que fueron nutridos. Acaso algunos quieran convencerse, pero no hay indicio alguno de que lo estén. Ahora bien, exigimos que todo el que quiera ejercer en otros el análisis se someta antes, él mismo, a un análisis. Solo en el curso de este "autoanálisis" (como equivocadamente se lo llama), cuando vivencia de hecho los procesos postulados por el análisis en su propia persona -mejor dicho, en su propia alma-, adquiere las convicciones que después lo guiarán como analista" (33) (subrayado MS).

Aquí, como en otros textos, Freud insiste una vez mas en que la convicción acerca del inconsciente, solo puede obtenerse en el análisis propio, y que esta convicción acerca del inconsciente es la condición sine qua non para poder ejercer como analista.

La transmisión del psicoanálisis, en ese sentido, encuentra en este punto, para Freud, su pivote principal. Este pasaje por el análisis propio es lo que permite que el analista cuente con "cierta fineza de oído para lo reprimido inconsciente que no todos poseen en igual medida" y por lo tanto sea "idóneo para una recepción sin prejuicios del material analítico".

Un cambio en la posición subjetiva del que oficiará como analista, a partir de su propio análisis, parece ser el elemento central de lo que constituye su formación.

Es por esta misma razón que para Freud, "los médicos entregan al psicoanálisis el mayor contingente de curanderos", es decir, aquellos que emprenden un tratamiento "sin poseer los conocimientos y capacidades requeridas para ello" (34). Para el abordaje de las neurosis, "ni en su apreciación ni en su tratamiento contribuyen en nada - lo que se dice en nada- los estudios médicos". Considera la formación universitaria recibida por los médicos "casi la contraria de la que haría falta como preparación para el psicoanálisis" en tanto rechaza todo "interés por los aspectos anímicos de los fenómenos vitales".

Este punto es particularmente relevante si tenemos en cuenta la marcada tendencia que existe, ya no solamente en la IPA, sino también en las principales corrientes lacanianas, para organizar una formación de los analistas en términos del discurso universitario, y aún mas, la tendencia al funcionamiento según ese discurso de las propias instituciones y "escuelas" lacanianas.

Ello no deja de responder a las ambiciones del propio Freud. Sus posiciones al respecto son muy firmes: "Coloco el acento en la exigencia de que no pueda ejercer el análisis nadie que no haya adquirido títulos para ello mediante una determinada formación. Me parece accesorio que esa persona sea o no un médico" (subrayado S. Freud). Y para dicha formación, Freud imaginaba lo siguiente: "Si algún día se fundara una escuela superior psicoanalítica - cosa que hoy puede sonar fantástica-, debería enseñarse en ella mucho de lo que también se aprende en la facultad de medicina: junto a la psicología de lo profundo, que siempre sería lo esencial, una introducción a la biología, los conocimientos de la vida sexual con la máxima extensión posible, una familiarización con los cuadros clínicos de la psiquiatría. Pero, por otro lado, la enseñanza analítica abarcaría disciplinas ajenas al médico y con las que él no tiene trato en su actividad: historia de la cultura, mitología, psicología de la religión y ciencia de la literatura. Sin una buena orientación en estos campos, el analista quedaría inerme frente a gran parte de su material" (35) (subrayado MS).

Lo que quizás Freud no percibía (o imaginaba) es que el rechazo del inconsciente propio de la formación médica podía presentarse también en una formación que, aún tomando este programa que él proponía, se organizara en términos de una formación "profesional".

Aunque también es cierto que, a la hora de discutir con aquellos de sus propios discípulos que discrepan con él, no deja de percibir que ellos "han experimentado un desarrollo diverso del mío, se sienten todavía incómodos en el aislamiento respecto de los colegas y ansiarían ser aceptados con pleno derecho por la profesión; a cambio de esta tolerancia, están dispuestos a ofrecer un sacrificio en un punto de cuya importancia vital no se percatan" (36) (subrayado Freud)

El "sacrificio" de "importancia vital", obviamente, es el rechazo del inconsciente que implica abordar el psicoanálisis como una "profesión", sea esta bajo el acápite de la medicina o cualquier otro (para el caso de muchos países, el de la psicología). Incluso bajo el propio acápite del psicoanálisis, como lo verifica la experiencia de los institutos de la IPA.

Toda idea de "profesión" no deja de implicar, por un lado, una estructura de saber centrada en el "profesional", y por el otro, una subordinación de las "titulaciones" a las exigencias y leyes de funcionamiento del mercado de la fuerza de trabajo, para el caso, del mercado de las llamadas profesiones "liberales".

Por eso Freud, aún en el punto de máxima extensión de sus ambiciones para el psicoanálisis, sobre el final del texto, cuando señala que la doctrina del inconsciente "puede pasar a ser indispensable para todas las ciencias que se ocupan de la historia genética de la cultura humana y de sus grandes instituciones, como el arte, la religión y el régimen social", no dejará de insistir en que, al momento en que los representantes de estas diversas ciencias del espíritu quieran aprender el psicoanálisis "se verán precisados a comprender el análisis por el único camino practicable: sometiéndose ellos mismos a un análisis" (37) (subrayado MS).

¿Cómo resolver esta aporía entre formación "teórica", por llamarla de algún modo, y la vía propia del psicoanálisis?

Es a esta pregunta que Lacan aportará algunas respuestas y .... algunas otras preguntas. Las abordaremos en una próxima ocasión.

Notas

(1) J. Lacan, "Instancia de la letra ... ", Escritos I, Siglo XXI, página

(2) J. Lacan, Seminario V "Las formaciones del inconsciente", sesión del 20 de noviembre de 1957

(3) J. Lacan, Seminario V "Las formaciones del inconsciente", sesión del 9 de abril de 1958

(4) Guy Clastres, "La tercera vez", Foro "El revés de la Escuela", 15 de Octubre de 1998

(5) J. Lacan, Seminario XIII "El objeto del psicoanálisis", sesión del 11 de mayo de 1966

(6) J. Lacan, Seminario VIII "La transferencia", sesión del 21 de junio de 1961

(7) S. Freud, "Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIV, página 7

(8) Idem, página 24

(9) Idem, página 7

(10) Idem, página 24

(11) Idem, página 25

(12) Idem

(13) J. Lacan, "Variantes de la cura tipo", Escritos I, Ed. Siglo XXI, página 344

(14) J. Lacan, Seminario I "Los escritos técnicos...", sesión del 13 de enero de 1954

(15) J. Lacan, "Television", Ed. Seuil, página 17

(16) J. Lacan, "El psicoanálisis y su enseñanza", Escritos I, Siglo XXI, página 420

(17) J. Lacan, "Variantes de la cura-tipo", Escritos I, Siglo XXI, página 344

(18) Idem, página 345

(19) Idem, página 336

(20) S. Freud, "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 114

(21) J. Lacan, "Variantes de la cura tipo", Escritos I, Ed. Siglo XXI, página 348

(22) S. Freud, "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 111

(23) S. Freud, "Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XII, página 116

(24) S. Freud, "Contribución para una historia del movimiento psicoanalítico", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIV, página 42

(25) Idem, página 43

(26) J. Lacan, "Situación del psicoanálisis en 1956", Escritos I, Ed. Siglo XXI, página 455

(27) Bernfeld cita su propio caso, ya que al instalarse en Viena, en 1922, por indicación del propio Freud, no respetó las exigencias de la Sociedad de Viena de un análisis didáctico previo al inicio de la práctica como analista. Freud le habría dicho: "Es absurdo. Vaya. Seguramente encontrará dificultades. En ese momento veremos qué podemos hacer para sacarlo del apuro".

(28) M. Safouan, "Jacques Lacan y la cuestión de la formación de los analistas", Ed. Paidós, pág 21

(29) E. Jones, Biografía de Freud, Ed. Horme, Tomo II, página 126

(30) IJP, Volumen XIV, página 156

(31) "On candidate selection and its relation to analysis", IJP, 1968, página 513

(32) S. Freud, "¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis?", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XX, página 172

(33) Idem, página 186

(34) Idem, página 216

(35) Idem, página 230

(36) Idem, página 224

(37) Idem, páginas 232/3

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 9 - Julio 1999
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