Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Lo real de la política
Elsa Coriat

Texto de la intervención en las Jornadas de la EFBA: Lo real de la transferencia,
en el panel sobre Lo real de la política. Buenos Aires, 10 a 12 de diciembre de 1998

Lo real de la política —valga la obviedad— no es lo real del psicoanálisis. Sin embargo, no es tan sencillo ubicar qué se quiere decir con esto, en especial si a quien le toca hablar es a una psicoanalista, en Jornadas dedicadas al psicoanálisis, y si, como es lógico, se pretende asignarle al concepto de "lo real" una dimensión acorde con las articulaciones que le atribuye Lacan.

Permítanme traer aquí, como cita, un pequeño párrafo que coloca los dos reales en juego de manera diferenciada. Considero que este párrafo tuvo -y tiene- su importancia. Les cuento primero las circunstancias de esos tiempos y cómo llegó a mis manos.

En la primera mitad de la década del 70, dos ó tres años antes de que se produjera el golpe militar, comencé mi segundo análisis. Movida, digamos, por lo real de la transferencia y por una cierta pulsión epistemofílica —quería saber qué diablos me estaba pasando— comencé a leer a Freud: Introducción al psicoanálisis primero, otros textos después.

En esa estaba cuando, a fines del 74, organismos parapoliciales al estilo de la Triple A, asesinaron a un amigo mío —justo el mismo que me acababa de ceder el catre de baño de su hijo para mi bebé recién nacido. Fui a su velorio con mi hijito en los brazos —acababa de cumplir un mes. Escuché a la madre de mi amigo gritar: "¿Por qué?! ¿Por qué?!".

Por esa misma época, alguien que sabía de mi flamante interés por el psicoanálisis, sacó una publicación de su biblioteca y me la entregó. En la primera página, a modo de epígrafe, decía:

Freud y Marx han descubierto por igual, detrás de una realidad aparente, las fuerzas verdaderas que nos gobiernan: Freud, el inconsciente; Marx, la lucha de clases.(1)

Seguramente muchos de ustedes han leído este párrafo: lo firma Marie Langer y apareció en Cuestionamos-Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis —"actual", claro, para 1971. Veinte páginas más adelante, en otro texto también firmado por Marie Langer, se llamaba a trabajar en la aplicación del psicoanálisis por la creación del hombre nuevo (2), con lo cual, lamentablemente para mí, se volvían a mezclar confusamente los tantos que en forma tan precisa había presentado al comienzo.

Paralelamente, y también hacia fines del '74, se fundaba la Escuela Freudiana de Buenos Aires. El cuestionamiento efectuado previamente a la APA contribuyó, en buena medida, a preparar la avidez con que fue recibida en Buenos Aires la enseñanza de Lacan.

Pocos años atrás —pero en París, 1964— Lacan había sido expulsado de la IPA. En la clase inaugural de su seminario de ese año —Los Cuatro Conceptos...— dijo lo siguiente: Todos saben que la política consiste en negociar, y en su caso al por mayor, por paquetes, a los mismos sujetos, llamados ciudadanos, por cientos de miles.

Dijo también: Ser objeto de negociación no es, sin duda, para un sujeto humano, una situación insólita, pese a la verborrea sobre la dignidad humana y los Derechos del Hombre. Cada quien, en cualquier instante y en todos los niveles, es negociable, ya que cualquier aprehensión un tanto seria de la estructura social nos revela el intercambio (3).

¿"Todos" saben que la política es eso: paquetes de sujetos humanos que se intercambian como si fueran mercancías? No es esa la definición que de política nos ofrece el diccionario: Política: Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados. Actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos (4). Para la Europa de comienzos del 60, cuando Lacan hacía esas afirmaciones, la política de ambos bloques —el de occidente y el de detrás de la cortina— se presentaba oficialmente como la promesa y la realización del bienestar. ¿De dónde saca Lacan que los hombres pueden ser intercambiados en una negociación, y que la política es eso? ¿Qué sería, para él, una "aprehensión seria de la estructura social"?

En la segunda clase del seminario De un Otro al otro, donde vuelve a destacar que su concepto de plus de goce "lo ha colgado del anverso del concepto de plusvalía" —y sin querer quedar pegado a los discursos de moda de los cafés de París de esa época, acerca del estructuralismo— enuncia que la estructura es lo real, lo real mismo, que esa es la condición de lo serio, y ubica a Marx y a la lectura que este hace de la estructura social, en un campo compartido de seriedad (5).

No es el único lugar donde Lacan se remite a Marx. Si bien en el curso de los seminarios abundan las críticas a los "marxistas" —y pongo "marxistas" entre comillas porque preferiría denominarlos stalinistas y/o chinoístas— la palabra del propio Marx es tomada como fuente de referencia.

Ese viejo volumen que ven allí, más o menos haciéndose pedazos —les dice Lacan a sus alumnos, refiriéndose al primer tomo de El Capital—, recuerdo el tiempo en que lo leía en el que era mi vehículo de entonces, cuando yo tenía una veintena de años, a saber, el subterráneo cuando iba al hospital (6).

Estos últimos comentarios no son para decir que Marx y Lacan dicen lo mismo; en absoluto, pretenderlo sería imposible: se ocupan de disciplinas diferentes, así como es diferente el real que distingue a cada una. Estos reales no son complementarios —que es lo que dice Marie Langer— pero tampoco son incompatibles. No implican un enfrentamiento. Trabajan en campos distintos. Considero posible —y tal vez incluso necesario— ubicar sus puntos de articulación, pero es condición partir del reconocimiento de lo específico de cada uno. Ni Freud ni Marx pretenden una Weltanschauung, tampoco Lacan —pero no se puede decir lo mismo de muchos que se dicen seguidores de cada uno de los nombres mencionados.

¿Qué es lo real? ¿Qué queremos decir con que hay más de uno?

Lo real es lo que se repite, lo que yace siempre tras el automaton (7). Cada disciplina científica surge a partir del recorte de un objeto en lo real, pero el objeto mismo es recortado a partir del encuentro con determinada repetición; luego viene la pregunta acerca del por qué y se intenta articular las causas que determinan la aparición de lo que se repite. Cada disciplina científica es, en suma, el saber articulado acerca de alguna de las caras con las que se presenta lo real. Una vez ubicadas las causas de lo repetible, se hace entonces posible predecir su futura aparición, ya sea para producirla, controlarla o modificarla.

Una praxis [...] es una acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico (8). Tanto psicoanálisis como marxismo se ubican privilegiadamente como praxis, pero partiendo ambas, en la producción de su teoría y en la articulación de sus conceptos, de una estrecha relación con la ciencia —relación que puede complicar a los epistemólogos, sin duda, pero que resulta necesaria.

El proceso primario —dice Lacan en el seminario de La Éticatiende a ejercerse en el sentido de una identidad de percepción. [...] Si no tiene la suerte de recubrirse con lo real, será alucinatoria (9). Y lo mismo podríamos decir de determinadas teorías que, si no alucinatorias, son pura expresión fantaseosa de deseos infantiles. La marca de la ciencia no le es contingente [al psicoanálisis] sino que sigue siéndole esencial y es por esa marca que conserva su crédito (10), dice Lacan en Ciencia y verdad. Algo equivalente podría decirse de los desarrollos de Marx.

Nos metimos en estas disquisiciones preguntándonos qué es lo que se negocia a través de los "paquetes de ciudadanos supuestamente autónomos". Desde el crédito que, en lo relativo a estructura social, Lacan le otorga a Marx, investiguemos en este último cual es el real que nos presenta.

Todavía en el seminario De un Otro al otro, sigue diciendo Lacan: evocaré el primer capítulo de la tercera parte: "La producción de la plusvalía", en el punto 2: "El proceso de valorización" (11). ¿Qué es lo que allí encontramos? Un capitalista que, con satisfacción, se sonríe. Esa sonrisa, testimonia Lacan, fue lo que lo llevó a proponer el concepto de plus de goce. ¿De qué se sonríe el capitalista? Sonríe porque se ha estado burlando de nosotros. Acaba de decirnos que podía haberse gastado el dinero [invertido en la producción de mercancías] en su propio placer; nos habló de su privación y su abstinencia; nos habló del inapreciable servicio que presta a la sociedad con sus medios de producción, e incluso a los obreros, a quienes además, por si eso fuese poco, les suministra los medios de vida necesarios. [Estas palabras ya tienen más de un siglo, y siguen tan vigentes como entonces]. El capitalista se sonríe, dice Marx, porque todo esto lo tiene sin cuidado, él sabe muy bien lo que hace (12).

¿Y qué hace? Compra la fuerza de trabajo del obrero por su valor de cambio, es decir, le paga su costo de conservación y así, pagando el económico costo de un día de subsistencia del obrero, el capitalista tiene derecho a utilizar, durante una jornada entera, la fuerza de trabajo que ha comprado. El quid de la cuestión está en que la fuerza de trabajo es la única "mercancía" que, en su uso, engendra valor de cambio, y mucho más valor del que ella misma posee. La diferencia de valor entre el valor de cambio generado por la fuerza de trabajo y el valor de cambio de la fuerza de trabajo, es lo que Marx ha denominado plusvalía. La sonrisa del capitalista —más fácilmente descifrable que la de La Gioconda— se debe a que él sabe que se queda con todo este plus de trabajo del obrero sin infringir en lo más mínimo las leyes del cambio de la mercancía, es decir, sin que nadie suponga ningún atropello cometido contra aquél que le ha vendido su fuerza de trabajo a cambio del dinero necesario para perpetuar su subsistencia (13).

¿Es esto, entonces, lo real? Es, sin duda, una de las caras de lo real, que Lacan coloca del lado del objeto a. Pero para llegar a descifrar la plusvalía, a Marx le alcanza con menos de la primer mitad del primer tomo de El Capital —que es donde está el capítulo que menciona Lacan y que hemos citado—, faltan todavía dos tomos y medio, donde Marx, con el mismo estilo ágil y riguroso, se dedica a estudiar las consecuencias que traen aparejadas las leyes que rigen en el mercado capitalista. Y si en la historia del psicoanálisis el encuentro con lo real se presentó primero bajo la forma del trauma (14), otro tanto nos ocurre en la política.

¿Cual es el trauma? Las crisis de superproducción. No la carencia de capitales sino su exceso, capitales que no consiguen encontrar una colocación lucrativa y entonces la cosa no funciona.

Sus consecuencias son exactamente las que leemos en los titulares de los diarios: la caída de las bolsas, la quiebra de los 19 bancos del Japón, el récord en la distribución desigual de la riqueza (15), la caída de los precios del petróleo y de los granos, el excedente anual de 30 millones de automóviles, la desocupación, ...y montones de etc.

Y el problema mayor es que esto no es contingente, es estructural. Ya desde antes de Marx se sabía que "el dinero atrae dinero", es decir, que la función del capital es incrementarse y que "el pez grande se come al chico". Lo que descubre Marx es que cuanto más se incrementa el capital, más desciende la tasa de ganancia. Este descenso fuerza al capitalista a utilizar con más ahínco la fuerza de trabajo del obrero —flexibilización laboral—, depreciando al mismo tiempo su valor de cambio. Se paraliza el consumo, se paraliza la producción. La sonrisa de algunos capitalistas se trueca por un revólver en la sien.

Como ya se ha visto, el suicidio de uno o más capitalistas no es el fin del capitalismo. Los más poderosos sobreviven y, como ya es costumbre, vuelven a sonreir con los nuevos capitales engullidos. Pero cada vez la concentración de capital es más importante y más la soga se va cerrando.

Lo que Marx subraya es que, si bien el régimen capitalista ha desarrollado ampliamente los medios de producción hasta llevarlos a su increíble capacidad actual, en la medida en que el único fin del capital es su propio incremento, esto lleva a que entren en contradicción el desarrollo de los medios de producción con las condiciones sociales en que esta producción se realiza.

Por más que la producción capitalista aspire constantemente a superar los límites inmanentes a ella, sólo puede superarlos recurriendo a medios que vuelven a levantar ante ella estos mismos límites todavía con mayor fuerza. El verdadero límite de la producción capitalista es el mismo capital (...) (16).

En la estructura social actual, regida por las leyes del mercado capitalista, las fuerzas de atracción que regulan la circulación del capital, hacen girar el destino de los hombres a su compás, con el mismo poder y el mismo carácter de real con que la fuerza de gravedad nos tiene sujetos a la tierra, girando alrededor del sol.

Desde aquí, se entiende fácilmente que la política es, básicamente, lucha de clases alrededor de las contradicciones generadas tanto por la plusvalía como por las leyes de producción capitalista que la acompañan, y es también negociación entre los distintos sectores de una misma clase, es decir, negociación o disputa en torno al monto del paquete que, de la plusvalía general producida, le tocará a cada uno en el reparto.

Recuerdan el hundimiento del Titanic. Recuerdan que el ex-futuro marido de la protagonista recurrió a cualquier método para conseguir un lugar en el bote. He allí la fuente principal para el incentivo de la perversión actual y el derrumbe de las instituciones que se crearon para acotarla.

Es muy posible que, después de algunos años de chapuzón, el Titanic del que estamos hablando vuelva a salir a flote, pero está demostrado que la repetición de estos chapuzones es inevitable. ...Y no se puede dejar de contar lo que la vida de los hombres pierde en cada uno.

El capitalismo puede sobrevivir, pero saltando de crisis en crisis, y a costa de la destrucción de las mismas riquezas que produjo. Puede sobrevivir, solo no se va a caer, pero no tiene salida. Si se lo deja librado al curso del puro devenir, la única "salida" posible es la barbarie. Desde lo simbólico, como lettre en souffrance, el acto de transformación de lo real sigue a la espera.

No hay manera de acometer el asesinato del padre gozador si no es por común acuerdo de la fratría, y no hay manera de restablecer el predominio de la ley simbólica y la función paterna si no es haciéndolo.

Una última cita, del Clarín del lunes de esta semana, extraída de la página de los avisos clasificados:

En un reportaje, el periodista dibujado por Sendra, pregunta: —¿A qué atribuye que el reparto de los ingresos sea tan desigual, y que el 10% más rico se quede con la mayor parte de la torta, mientras las masas populares se empobrecen.

El reporteado —obviamente también dibujado por Sendra— responde: —Es una cuestión de concepto, ...¡no hay que confundir a las masas con la torta! (17)

 

BIBLIOGRAFIA

(1) Marie Langer: Epígrafe de Cuestionamos - Documentos de crítica a la ubicación actual del psicoanálisis, Granica Editor, Buenos Aires, 1971.

(2) Marie Langer: Prólogo, op. cit., págs. 20-21.

(3) Jacques Lacan: Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1986, pág. 13.

(4) Diccionario de la Real Academia Española.

(5) . Jacques Lacan: Seminario XVI: De un Otro al otro, clase del 20 de noviembre de 1968, inédita, versión existente en la Biblioteca de la EFBA.

(6) . Jacques Lacan: Seminario XVI: De un Otro al otro, clase del 4 de diciembre de 1968, op. cit.

(7) . Jacques Lacan: Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., pág. 62.

(8) . Jacques Lacan: Ibíd, pág. 14.

(9) . Jacques Lacan: Seminario VII: La ética del psicoanálisis, Ed. Paidós, (cap. 2)

(10) . Jacques Lacan: La ciencia y la verdad, en Escritos 2, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1985, pág. 836.

(11) . Jacques Lacan: Seminario XVI: De un Otro al otro, clase del 4 de diciembre de 1968, op. cit.

(12) . Carlos Marx: El Capital, Tomo I, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1956, págs. 158-159.

(13) . Ibíd, pág. 159.

(14) . Jacques Lacan: Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, op. cit., pág. 63

(15) . Ismael Bermúdez: El reparto del ingreso cada vez más desigual, diario Clarín, 5 de diciembre de 1998, págs. 22-23.

(16) . Carlos Marx: El Capital, Tomo III, Ed. Cartago, Buenos Aires, 1956, pág. 235.

(17) . Sendra: Humor, diario Clarín, 7 de diciembre de 1998, suplemento Clarín clasificados, pág. 1.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 8 - Diciembre 1998
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