Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Cocaína, pobreza y nueva pobreza
Hugo A. Míguez

Abstract

Expansion of cocaine use in recent and former poor social sectors, in two suburban neighbourhoods located in Buenos Aires province, was studied applying

ethnographic ´s research methods.

Twenty two percent of the young people, aged 15 years and more, showed cocaine present use at least once a month.

Factors like poverty and the absence of social mobility related to it, strong lack of resources and fallen down of the middle social groups are contributing to establish an "illegal economy" which forms part of drug’s problem.

In new impoverished social sectors, problems related to alcohol abuse and others drug’s use joined to cocaine use will present new situations to be face from preventive approaches, like daily expression of violence toward the own belonging social groups.

Introducción

Escribir "el uso de la cocaína en la pobreza" sorprende a la lectura como un lapsus dado que, habitualmente , se la ha vinculado al estilo de vida propio de minorías económicamente favorecidas [1]. Esto fue así porque hasta hace un tiempo la cocaína era tradicionalmente considerada como una "droga social", que creaba una "atmósfera placentera" y que, por sobre todo, "alargaba la noche de la diversión" [2]. Como droga "recreativa" su consumo había sido considerado con frecuencia como menos problemático que el que representan otras sustancias adictivas [3].

En los últimos años esta concepción del uso de cocaína ha comenzado a modificarse. Las dificultades crecientes para resolver los problemas de exclusión social de un conjunto significativo de personas, la extensión del tráfico de drogas y de las redes que lo protegen ampliando su oferta, la alternativa de ingreso económico ilegal que esto abre a poblaciones arrinconadas por la desocupación, han favorecido su presencia en comunidades que en otro tiempo hubieran estado lejos de su consumo.

Los resultados obtenidos indicaron que los barrios seleccionados estaban integrados por familias pobres con necesidades básicas insatisfechas y por sectores medios pauperizados en los últimos años [4]. La presencia y naturaleza del uso de cocaína en esta población dio origen al análisis siguiente.

 

Aspectos metodológicos

En el campo de los estudios epidemiológicos sobre uso indebido de drogas la investigación de la prevalencia siempre ha tenido dificultades para su desarrollo, en especial por el carácter ilegal de la conducta que se investiga. Cuando el tema se circunscribe a grupos específicos, determinados por residencia o concurrencia a sitios determinados por ejemplo, aumentan las dificultades en la medida que al restringir el campo se aumenta la posibilidad de detección y por la tanto la exposición de los grupos estudiados.

La búsqueda de una estimación del uso de cocaína llevó al desarrollo de una estrategia de medición cualitativa basada en informantes claves y derivadas de lo que se conoce como "muestras intencionales" y métodos de "snow balling" [5].

La muestra estuvo integrada por dos barrios del norte del cono urbano de la provincia de Buenos Aires. En cada uno de los barrios se definieron secciones y conglomerados de manzanas dentro de los cuales fueron seleccionadas cuadras. Los informantes claves que dieron la información de los residentes para cada cuadra, provenían del grupo de profesionales de los Centros Preventivos Asistenciales sobre Adicciones del lugar y otros fueron vecinos que, a su vez, eran miembros de Adictos Anónimos.

Se consideró como "caso" todo residente del área estudiada que, en su uso de drogas legales o ilegales (1), incluyera el consumo activo (prevalencia actual) de cocaína.

En este estudio, el consumo experimental (el que solo se produjo dos o tres veces) no fue registrado dado que la observación se orientó a la identificación de casos claramente reconocible por los informantes y, por tanto, con un nivel de consumo franco. El consumo regular incluyó un consumo mínimo mensual y se consideró cada vez que fue posible los criterios de la CIE-10 que abarcan al consumo perjudicial (F1x.1) y que tienen en cuenta la evidencia de daño (somático o psicológico) con consecuencia en las relaciones interpersonales, y la persistencia en un mes o repetido en un año.

El uso diario de una sustancia se consideró característica del consumo intensivo. En este nivel (F1x.2) se consideró implicado el Síndrome de dependencia en criterios tales como la visualización social de la compulsión y la persistencia a pesar de consecuencias perjudiciales.

 

Descripción del área

Los datos de la Encuesta de Hogares realizada en octubre de 1996 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos señaló a más de tres millones de pobres residiendo en la Capital y el conurbano. Cifra que equivale al 28% del total de la población del área. La medición detectó asimismo que, de este conjunto, 400.000 personas habían ingresado a la pobreza en el último año, integrando lo que se ha caracterizado como "nuevos pobres". Dentro de este contexto, el área del estudio tomó dos partidos del norte del conurbano que son residencia de personas con fuerte capacidad económica pero que presentan también, al mismo tiempo, bolsones de pobreza expresados en las "villas miseria" y en los barrios de clase media baja empobrecida. Es sobre estos últimos barrios donde se desarrolló el estudio.

El lugar se encuentra ubicado a 30 kilométros al norte de la ciudad de Buenos Aires. Los barrios están separados entre sí por cinco kilómetros y comprenden aproximadamente 30.000 habitantes. De éstos 20.000 se ubican dentro de las 132 manzanas que componen lo que llamaremos Zona Norte Uno y 10.000 lo hacen en las 80 manzanas que integran la Zona Norte Dos.

Los residentes representan a un sector económico bajo integrado por clase trabajadora, obreros o pequeños comercios. La desocupación es una constante de la que se quejan todos los entrevistados. La mayor parte tienen trabajos temporarios, muchos en el ramo de la construcción. Las grandes empresas cercanas a estos barrios no emplean a la gente del lugar porque requieren mano de obra muy especializada .

El ingreso familiar promedio representado por el trabajo de la mujer como empleada doméstica por horas en los barrios altos, oscila al equivalente de 200 a 300 dólares mensuales. Cuando el hombre aporta puede ascender a 500 o 600 dólares.

En relación al cuentapropismo, se ven pocos negocios. Talleres mecánicos tan destartalados como los autos que reparan, modestas casa de comida, verdulerías, bares "tetrabrik" (en alusión al consumo de vino servido en su envase de cartón), y alguna suerte de kioscos que asoman por la ventana enrejada de casas particulares ofreciendo artículos de almacén, perfumería, juguetes, etc.

La nueva pobreza como una clase que en algún momento fue media y ahora está pauperizada aparece constituida por lo que un profesional vecino del lugar llama "los monobloks de los exes". "Exes" de todo tipo: ex - propietarios, ex - inquilinos de mejores lugares, ex - empleados calificados y, pronto, ex - monobloks , ya que tienen serias dificultades para pagar las expensas y los servicios en general. Muchos de ellos se encuentra con juicios de desalojo ya iniciados.

Los barrios mantienen una red de servicios básicos. Un sistema de comunicación amplio con la capital, agua corriente y luz eléctrica. La red cloacal está en plena expansión y buena parte del área la posee. La recolección de residuos y la limpieza de las calles se realizan con regularidad.

Las viviendas en su mayoría son de material. Otras de material pero con techo de chapa y, circundando el barrio, casillas de madera, linderas a las "villas miseria". El estado de las viviendas es, en general, precario, aunque se puede encontrar alguna casa de clase media bien conservada.

La familia es extensa. Los hijos forman pareja y se quedan a vivir en la casa de los padres. Del mismo modo, las hijas madres- solteras con sus hijos, que pasan a integrar el núcleo familiar. Es frecuente el caso de tres generaciones conviviendo en la misma casa.

La información policial aclara que los lugares no difieren de otros barrios pobres del partido y coinciden en que los hechos más comunes son los cometidos contra la propiedad y las contravenciones en general. La población que delinque la ubican entre los 18 y los 30 años y la explican en relación con la situación de desocupación.

Los niños van a la escuela porque en ella reciben alimento y vestido, si alcanzan otra alternativa para cubrir las necesidades básicas por lo general abandonan el estudio. Es frecuente que presenten trastornos de conducta y aprendizaje.

Los problemas de salud más frecuentes son los trastornos bronco respiratorios y las dermatitis. Por lo general de origen alérgico. Se presume en esto el efecto de la contaminación ambiental, como resultado de los residuos tóxicos arrojados por las grandes empresas de la zona en los ríos que corren por el perímetro del barrio.

Los mayores consultan por los mismos problemas respiratorios y dermatológicos, hipertensión y neurosis de angustia y algunas psicosis. El asma, entre los problemas respiratorios, la padecen personas de todas las edades.

Los agentes de salud aclaran que no hay desnutrición infantil en el barrio porque la cuota alimentaria está cubierta por la acción de diferentes planes de ayuda alimentaria. No obstante estos planes la gente más empobrecida acude a un mercado de frutas y verduras cercano, donde les permiten llevarse los productos de descarte.

La iglesia católica es el mecanismo enculturador por excelencia, llevando adelante una fuerte acción social en todo el barrio.

Prevalencia

El área conformada por dos zonas para efectos de la muestra fue dividida en secciones y cada uno de estos en conglomerados de cuatro manzanas que contenían la cuadra finalmente seleccionada . El área estudiada incluyó 21 cuadras y fueron registrados 137 casos de consumo actual de cocaína de por lo menos una vez al mes.

Secciones muestrales y casos según zonas. 1997

 

Zona Norte Uno

Zona Norte Dos

Total

Secciones muestrales

I

II

III

IV

V

VI

6

Cuadras

3

4

4

4

3

3

21

Casos de consumo

20

25

20

29

17

26

137

 

El 14,4% de la población residente en el área estudiada tenía consumo de cocaína en el momento del estudio. Circunscribiendo la muestra a mayores de quince años ésta representó el 21, 7 % de este grupo.

 

 

Porcentaje de consumo mensual actual de cocaína. 1997

  Población general Población mayor de quince años
Porcentaje promedio 14,4 21,7
Límite inferior 9,3 14,0
Límite superior 19,5 29,3

 

El promedio de casos por cuadra fue de 6,5 casos por cuadra con un desvío estándar de 2,3 .

Las diferencias por sexo son del orden de tres a cuatro varones consumidores de cocaína por cada mujer, según la zona.

 

Relación hombre/mujer entre los consumidores por zona. 1997

  Mujeres Varones Total
Zona Norte Uno 16 49 65
Zona Norte Dos 11 61 72
Total 27 110 137

La información basada en observaciones tiene límites para analizar los datos de edad de manera precisa . Sin embargo, en el grupo comprendido entre los 15 y 30 años (no hay observación de casos por debajo o por encima de este período) se registran algunas características en el consumo.

En el grupo que comprende a los usuarios que están entre los 15 y 20 años aparece con más frecuencia en las descripciones el consumidor de cocaína de fin de semana asociado a otras drogas como marihuana y alcohol. Sus patrones de consumo se ajustan más al concepto de consumo perjudicial ( CIE-10 / F1x.1). En el grupo mayor de 20 a 30 años los informantes visualizan una mayor presencia del uso diario de cocaína (CIE-10 / F1x.2) así como su utilización intravenosa. En ambos grupos de edad aparecen consumidores con problemas policiales (en los mayores son frecuentes casos que han estado presos por venta de drogas) y episodios de sobredosis.

El consumo de drogas es abierto y, de alguna manera, hay una forma de acuerdo social que se expresa en su tolerancia. Religiosos y profesores que participan activamente de los programas de ayuda al vecindario refieren esta forma de aceptación o de "resignación social". El problema se inicia en la adolescencia temprana. Los lugares donde se consumen son el propio barrio, y las sustancias son combinaciones entre psicofármacos, alcohol, marihuana y cocaína.

La droga que se consume es cocaína. La marihuana no es considerada droga, es común oír, "no me drogo más, estoy limpio, solo fumo porro".

En el barrio es algo habitual, no se esconde. Se perdió la idea de lo oculto. Toman una cerveza en la plaza y también toman cocaína."

"...No hay consumo de inhalantes. El inhalante es más de villa miseria". Aquí la droga es la cocaína que viene en "ravioles", en papel glacé, y la mezclan sobretodo con novalgina, . Se vende de 3$ a 10$ y, en general, se toman uno por persona junto con cerveza o vino. También la usan para picarse (inyectarse)"

El abuso de alcohol está presente siempre. No aparecen casos de uso de sustancias ilícitas que no hayan pasado antes por el abuso de alcohol. Dato que encuentra correspondencia en la investigación de 1994 [6] sobre 2.600 escolares (11 a 13 años ) de áreas críticas de pobreza, en la que la prevalencia de abuso de alcohol, medida como ingestión de uno o más veces al día, abarcó al 4,8% y se vinculó con el uso de drogas ilícitas.

El consumo de cocaína se mezcla con el de cerveza o con el vino con psicofármacos, usando para esto la misma botella de cerveza o el envase de cartón del vino .

"...La cocaína se consume siempre con cerveza o vino, toman dos litros por vez. Los que consumen con más frecuencia lo hacen con un promedio de 2 gramos de cocaína por día...."

La referencia del sacerdote da idea de la cotidianeidad de la mezcla de sustancias.

"...Lo que siempre se ve son grupos, sobretodo de varones alrededor de 20 años. Siempre están con la cerveza con pastillas. A mí a veces me convidan y cuando caen (2) que la botella tiene pastillas, me dicen "de eso no padre, que va a quedar re-loco". También andan con papeles de "merca", cocaína..."

La violencia y la droga se implican todo el tiempo. En una relación que accede casi a un plano doméstico. Robos cercanos a la mendicidad llevados a cabo por alguien conocido, pero que bajo la droga actúa como un extraño de su propio lugar.

"..A las 9 am, en un almacén entra un hombre de cerca de 30 años, en short, ojotas y con un revolver. Se lo ve alterado. Trae un papel de cocaína que muestra mientras exige a la señora, que atiende el negocio, cinco pesos. Es un vecino del barrio conocido por todos. Le dieron el dinero y el hombre se fue..."cuando roban por poca plata siempre es por droga", asegura el informante.

"..El joven le robó la bicicleta al cura para comprar droga. Era el mismo cura que lo llevaba a tratamiento por su adicción. A la semana siguiente el sacerdote lo siguió acompañando, pero ahora van los dos a pie..."

Sorprende la actitud de "delinquir donde se vive" y, más grave aún, donde se ha depositado alguna forma de confianza. Los mismos del barrio, en su mayoría jóvenes, roban la iglesia, roban la escuela, roban la oficina de Asistencia Social, que son las instituciones más concurridas y queridas por la gente y, por los mismos jóvenes. No se respetan los códigos tradicionales de no victimizar al vecino. No atacan a las personas que las regentean que son altamente respetadas y hasta cuidadas, pero sí, al lugar donde trabajan. La droga puede explicar mucho de este accionar perverso.

 

Consideraciones

Son 30.000 habitantes de una de las provincias más ricas del país y están agrupados en uno de los tantos bolsones de pobreza y de "nueva pobreza" [7], con residencia "al lado y en estrecho contacto" de los sectores sociales de más alto poder adquisitivo. Hoy, bien pueden constituir parte de los espectadores de lo que J.K.Galbraith llamó "la democracia de los afortunados" [8].

Las consecuencias de la exclusión cambian definitivamente la historia de los más jóvenes dejando su impronta en el desarrollo de la personalidad. El joven crece frente a un mensaje mediático que le propone configurar su identidad a través de los bienes que se adquieren en lugar del trabajo que los hace [9]. A diferenciarse del otro con base a las señas culturales que da el consumo. Puede reflexionarse entonces, si la elección del agresor y la agresión en aquellos que están "afuera de los afortunados" , no es una de las pocas alternativas viables frente a la depresión.

...Los chicos se identifican con el barrio, les da imagen de duros, es como un orgullo. "Si decís que sos "del bajo" es tener "aguante", te da cierto estatus de pesado..." (3)

Desde la post modernidad llega el mensaje acerca del cambio renovado de identidades y el pasaje, con máxima libertad, de los individuos de un grupo a otro. Es claro que no es el caso de estos grupos de jóvenes inmovilizados bajo la sentencia de que "nada niega tan absolutamente la libertad como la falta de dinero" [10].

Su papel social es una incógnita, y lo es fundamentalmente para ellos mismos. Son parte medular de una población desempleada y sin posibilidad de proyecto, que con frecuencia buscará salida a la insoportable sensación de la inmovilidad social mediante el uso de la droga o la violencia.

Una población de jóvenes sin perspectiva de participación, crecen dentro de las contradicciones que surgen entre sus deseos, modelados diariamente por los medios de comunicación, y la sensación abrumadora de que no tendrán los recursos para satisfacerlos. Estas son " las condiciones para que prolifere la economía ilegal de la droga, la prostitución y la delincuencia, ofreciendo una mejor alternativa de trabajo, ingreso e identidad que los puestos posibles dentro de la economía informal urbana" [11].

Desde el campo grupal la droga juega su papel fortaleciendo la unión, disminuyendo los conflictos entre los miembros y actuando como un calmante de las ansiedades que despierta un futuro visualizado como propiedad de otros. Junto al cálculo fatalista de los que han aprendido a vivir bajo la inflexibilidad de las reglas de juego del mercado, la nueva pobreza tiene sus primeros encuentros con una sociedad vuelta de pronto insospechadamente ajena. Agotado su "capital social" [12] y aceptando finalmente su expulsión de los sectores medios, de los que creían que sólo se cambiaba para mejorar, la nueva pobreza redescubre la sujeción química del malestar y el acallamiento de los síntomas que produce la caída. Así como lo fue el alcohol, la cocaína se configura entonces, también, como " un medicamento que no da su nombre, un medicamento que guarda el secreto y el secreto es el miedo " [13].

Superadas las barreras desde lo social la sustancia será, entonces, un problema de oportunidad del mercado ilegal y, por tanto, ahora sí, de tráfico. La cocaína adulterada, a precios comparables con una droga legal, se desprende de su carácter exclusivo y se extiende a un conjunto que antes sólo era un "target" del alcohol y los psicofármacos. Un conjunto, importante en número, pero cuya presencia ha dejado de ser útil para pasar a ser apenas tolerable [14].

 

Bibliografía

[1] Míguez. H. Magri R. Patrones del uso de drogas en jovenes de clase alta. Acta psiquiát.psicol.Am.lat. 1993,39(4),294-300

[2] Ajuntament de Barcelona . The line of succes. Laboratori de Sociologia.. 1992, Ch9-233

[3] Rouse.B. Trends in Cocaine Use in the General Population. in The epidemiology of cocaine use and abuse. Schober S. SchadeC. Research Monograph110, NIDA. 1991.

[4] Minujin A. Kessler G. La nueva pobreza en la Argentina. Temas de Hoy, Ensayo Ed. Planeta.1995.

[5] Goodman L. Snowball sampling. Cochran W. Sampling Techniques . John Wiley and Sons. 1971

[6] Miguez. Estudio de prevalencia del alcohol y las drogas en escolares. SPAA. Argentina. Diciembre 1994.

[7] Op.cit. Minujin 1995

[8] Galbraith, J.K. Una sociedad mejor. Las letras de Drakontos. Crítica.Grijalbo. 1996. P 20-21.

[9] Bocock R. El consumo. Talasa Ediciones. Madrid. 1993.pg.100-102

[10] Galbraith, J.K. Op cit

[11] Tenti Fanfani E. Cuestiones de exclusión social y política. En Desigualdad y Exclusión. A. Minujin et al. UNICEF. Losada. Argentina.1993. pg.254.

[12] Bourdieu P. Le capital social. En Minujin et al . Op. Cit. Pag44.

[13] Dejours C. Contribución de la psicopatología del trabajo al estudio del alcoholismo. Trabajo y desgaste mental. Humanitas.2edición.1992. pg.240

[14] Forrester.V. El horror económico. Fondo de Cultura económica. 1997

 

Notas

(1) Corresponde a los códigos del CIE-10 : F1x.1 - F1x.2

(2) "caer" : darse cuenta

(3) "Tener aguante" da referencia de alguien que tiene larga experiencia en sobrellevar la adversidad hasta el punto de demostrar que no es superado por esta. Vinculado a esta idea el concepto de "pesado" implica alguien capaz para actuar violentamente y que, por eso mismo, es temible y despierta respeto

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 7 - Julio 1998
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