Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La transferencia como productora de texto en "Hasta no verte Jesús mío"
Claudia Soria

En la década de los 90 ciertos críticos de la literatura latinoamericana (Beverly, Franco, Barnet, Randall, Sklowdowska, William Foster, Sommer) han llamado la atención sobre un fenómeno narrativo de producción marginal con respecto al "boom", no ficcional, llamado literatura testimonial que agrupa una variedad de textos como: Cimarrón (1966) de Miguel Barnet en Cuba, Hasta no verte Jesús mío (1969) de Elena Poniatowska en México y Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la consciencia (1983) de Burgos-Debray en Guatemala entre muchos otros. En todos estos textos testimoniales, ya canónicos, hay dos voces que se funden: la voz real de un informante que provee la historia y que aparece en la narración como protagonista del relato y la voz autorial del que escribe y que es dueño de los derechos de autor.

La crítica ha visto en Hasta no verte Jesús mío de Elena Poniatowska un modelo de "novela testimonial" en virtud de la indiscutible calidad literaria y testimonial del texto (Volek, 57). Como advierte la contratapa de Ediciones Era "esta novela tiene dos narradoras: Jesusa Palancares, quien cuenta su vida, y Elena Poniatowska, quien recrea," con oficio, los avatares de una vida notable por la originalidad del personaje de Jesusa y por "la luz que echa sobre momentos y circunstancias cruciales de la sociedad mexicana."

Nos centraremos en los artículos críticos de Kushigian, Lagos-Pope y Volek porque han privilegiado la relación autora-informante en virtud de que esta relación se ha manifestado como central a la problemática del género testimonial. Además, lo dicho por Poniatowska en numerosas entrevistas llama la atención acerca de la relación establecida entre la autora y Jesusa Palancares. Resumiremos las posturas críticas de estos autores para avanzar luego sobre la cuestión que interesa a este trabajo: la naturaleza de la relación entre autora e informante.

Para Lagos Pope, Poniatowska se apropia de la voz de Jesusa Palancares para hablar de la realidad de la mujer mexicana. Bajo la mirada de Pope, la forma testimonial y el testimonio de Jesusa se transforman en un pretexto literario, en una máscara, para que la autora hable sobre la condición de la mujer en "una sociedad dominada por hombres" (249). Según Lagos Pope la justificación de dicha estrategia responde a la inseguridad que experimenta esta autora por haber nacido en Francia, lo que de algún modo le quita autoridad para criticar la sociedad mexicana desde adentro (249). Por ello, Lagos Pope concluye que Poniatowska tiene que pedir prestada la voz a Jesusa Palancares para criticar, de modo indirecto, el sistema patriarcal y clasista, la educación que recibe la mujer y la Revolución Mexicana (250).

Kushigian subraya la autoridad de Poniatowska frente a la materia narrada -- "el poder de la voz de la autora" -- en la medida en que, a pesar de que la novela se construye a partir del testimonio de Jesusa. hay una manipulación literaria por parte de la escritora que, autorialmente, selecciona, corta, reordena, da forma (667). Al igual que Lagos-Pope, Kushigian sostiene que la relación entre autora e informante se define por la apropiación que la autora hace de la voz de la informante. Según Kushigian, Poniatowska se apropia de la voz de Jesusa Palancares para restaurar, "iluminar" y autenticar su propio ser, para legitimizar su indentidad (677). La interpretación de Kushigian está basada en lo dicho por Poniatowsvka, quien confiesa haber tenido una revelación epifánica al terminar la escritura de Hasta no verte Jesús mío: "Una noche antes de que me viniera el sueño, despues de identificarme largamente con la Jesusa y repasar una a una todas sus imágenes, pude decirme en voz baja 'Yo sí pertenezco' (677). En otras palabras, a través de Jesusa, Poniastowska puede problematizar su propia identidad mexicana.

Por último, Volek redefine la relación Poniatowska-Jesusa en términos muy distintos a los de Kusigian y Lagos Pope. Para Volek, si bien la voz del "iletrado" se filtra a través de la voz letrada "autorizada" (59), esta posición no determina una relación de superioridad entre autora-informante: "Jesusa no está abajo sino al mismo nivel o incluso arriba porque Poniatowska la siente humanamente superior" (59). Los términos personales en que se desarrolló la relación entre las dos mujeres y la originalidad del texto -- que no responde a ninguna filiación revolucionaria, marxista, feminista, tercermundista (64) sino cien por ciento literaria -- llevan a Volek a exaltar a Poniatowska y a presagiar la trascendencia artítica de esta novela más allá de su parentesco con la narrativa testimonial.

Esto dicho, se ve claramente que la postura que han sostenido estos críticos (y también otros que teorizan sobre el género testimonial) con respecto a la relación autora-informante sigue un modelo dialéctico que analiza esta relación a la luz de un binomio de opuestos: apropiación versus no apropiación, prestar/dar la voz versus quitar la voz, víctima versus victimario, dominador versus dominado, etc. En rigor, la oposición binaria presupone la existencia de una cultura dominante -- representada en esta instancia por Poniatowska -- y una cultura sometida o marginal -- representada por Jesusa. Además la oposición binaria presenta otro problema analítico de difícil resolución ya que para dar cuenta de una u otra posición hay que necesariamente salir de la novela y reconstruir la relación que dió origen al texto de la novela a través de lo dicho por Poniatowska fuera de la novela. Proponemos una lectura psicoanalítica que abandone la oposición binaria y que abra un tercer espacio, el espacio de la trasferencia de trabajo, dentro del espacio textual.

El texto de Hasta no verte Jesús mío se constituye como un discurso monológico que se desarrolla con tanta fluidez narrativa que por momentos el lector se puede olvidar que este texto surge de una conversación, de una deliberada lista de preguntas que Elena Poniatowska ideó para construir esta novela. El olvido que experimenta el lector responde a que Poniatowska ha sido muy cuidadosa en elaborar un texto que parece de un sólo paño. Al no estar presentes en la novela las preguntas que originaron tal o cual respuesta pareciera que todo pertenece a un discurso organizado por Jesusa en el que el hilo narrativo es la propia vida, como si se tratara de una autobiografía. En virtud de este artificio es fácil caer en el error de leer esta novela como una novela realista, es decir, una novela que propone una representación de la realidad. Sin embargo, existen marcas en Hasta no verte Jesús mío que evidencian la presencia de un alguién, un Otro, que escucha el relato de la protagonista-narradora. En algunos momentos de la narración, Jesusa interrumpe el discurso para referirse a este interlocutor de modo directo a través de preguntas como: "¿más claro lo quiere ver?" (78), "¿qué quiere que haga?" (142), "¿sabe con qué me salió?" (219). En todos los casos el interlocutor es, sintácticamente, un sujeto tácito, un Usted tácito. De la segunda persona singular usted se infiere, en la lengua española, una forma de distancia y de respeto. Este sujeto tácito hace evidente que el relato se produce a propósito de un Otro, Elena Poniatowska, que ha intentado ocultar su presencia borrando las preguntas y que, sin embargo, ha dejado sus huellas. Por si estas esporádicas intervenciones pasaran desapercibidas para el ingenuo lector, la última frase que dice Jesusa, la que cierra la novela, es una alusión directa a este Otro que escucha: "Ahora ya no chingue. Váyase. Déjeme dormir" (315).

Es evidente que la relación entre autora-informante se establece a partir de un pacto de intereses recíprocos: Jesusa quiere contar una historia y Poniatoswka quiere escucharla. Poniatowska escribe una novela y Jesusa inscribe su historia singular, su biografía. En otras palabras, el trabajo de Poniatowska es construir una novela; el de Jesusa, proveer la información. Este hecho complejo sólo puede entenderse en virtud de la transferencia. Importamos este término psicoanalítico, en una de sus dimensiones, para explicar la producción de un texto a partir de la existencia de un Otro: "es en la transferencia que se produce el discurso [..], es por ella que el discurso existe" (Helman 2). Sería imposible imaginar el testimonio de Jesusa si no fuera porque Poniatowska está escuchando.

A lo largo del texto Jesusa varias veces habla de su incomunicación, de su falta de diálogo, de su predilección por el silencio. Hay un momento de la novela, en el capítulo 27, donde Jesusa habla de sí misma y tematiza esta cuestión en estos términos: "A mi no me gusta hablar con la gente . El día que estoy en mi casa mejor alego con los animales: "¡Métanse!" o "¡Bájanse!" o "¡Duérmanse!" o "¡Cállense!", así me oigo la voz pero poco hablo con los vecinos. Soy muy rara" (283).

Estamos, evidentemente, frente a un personaje que se autodefine como poco comunicativo que sólo se ha dispuesto a hablar frente a un Otro elegido y en virtud de un trabajo "en equipo" -- lo que se designa en términos analíticos como transferencia de trabajo -- que duró cuatro meses (Volek 60). Esta relación se pudo establecer sólo porque operó la diferencia -- que es, desde nuestra perspectiva, inherente a la transferencia. Es decir, Poniatowska es una escritora, una intelectual, pertenece a una clase acomodada, a una etnia distinta, posee un conocimiento frente al cual hace semblante y por esto representa una autoridad para Jesusa que no sabe leer ni escribir. No entendemos, desde esta perspectiva, la igualdad o superioridad entre autora e informante que plantea Volek cuando dice: "Jesusa no está abajo sino al mismo nivel incluso arriba porque Poniatowska la siente humanamente superior" (Volek, 59). Como afirma Klotz " La transferencia está ligada al conocimiento - el conocimiento como una dimensión" (92 la traducción es mía).

La transferencia entre autora e informante no debe confundirse con otro vínculo binómico del tipo amo-esclavo. "El discurso del amo es centralista, ignora el deseo, lo prohibe, excluye el goce del otro" (Masotta, 76). Muy por el contrario, en la relación transferencial se habilita el deseo de Jesusa como se hace evidente en Hasta no verte Jesús mío. En otras palabras, la memoria selectiva de Jesusa, orientada a partir de las preguntas de Poniatowska, pero por sobretodas las cosas, escuchada por Poniatowska -- no debemos olvidar que el acto analítico es esencialmente un acto de escucha -- reconstruye una historia singular e individual. Desde la perspectiva del psicoanálisis, "la verdad no es algo que deba descubrirse o develarse sino, por el contrario, es algo que debe crearse" y en este sentido el psicoanálisis se propone como un espacio de escritura (Helman 7). En definitiva, Jesusa crea su propia historia en el espacio transferencial. Es esencial además entender la importancia del Otro en la configuración de la historia, en la construcción del relato. Los recuerdos de Jesusa se compaginan y escriben con el Otro, un Otro presente y puntual: la autora.

El vínculo entre autora-informante es además unilateral, en el sentido en que ocurre en una sola dirección: hay un alguien que habla y un Otro que escucha, y luego escribe. En otras palabras, no podemos alterar el orden de los factores. Podríamos decir que se reproduce el circuito de la comunicación en una sola dirección: un emisor produce un mensaje para un Otro receptor, y no hay vuelta. La transferencia produce el texto de la novela y sólo podemos imaginar este texto gracias a un trabajo conjunto, transferencial, entre autora-informante.

Otra dimensión de la transferencia es que la relación que se establece a través del vínculo transferencial actualiza, hace presente, la relación con el Otro. Es decir, de acuerdo a esta premisa Jesusa transferiría a la relación actual con Poniatowska su modo de relacionarse con el Otro. La frase que termina la novela, que cierra la transferencia textual es reveladora al respecto. Intentaremos una interpretación a partir de esta frase -- "Ahora ya no chingue. Váyase. Déjeme dormir" (315) -- que dé cuenta de la transferencia como actualizadora de la relación que Jesusa establece con el Otro.

Existe en la novela innumerable cantidad de episodios en los que Jesusa es abandonada por su madre, su padre, Antonio, su marido Pedro Aguilar, su hijo "adoptivo" Perico, etc (10, 78, 91, 128, 204, 292). En otras palabras, para Jesusa el Otro es alguién que, potencialmente, abandona. A tal punto que Jesusa vive la muerte de sus seres queridos como abandonos. En varios episodios en los que se relatan pérdidas afectivas -- como la muerte de su hermano Emiliano -- Jesusa reacciona pidiendo que le resusciten al muerto, que se lo devuelvan: "Ahorita mismo quiero que me entregues a mi hermano [Emiliano] vivo y me regreses a mi tierra" (78) "Pues así como le quitó la vida [a la coyota], tiene que dársela otra vez ..." (116). Estos episodios hablan de la dificultad que tiene Jesusa en elaborar sus pérdidas a punto tal que varias veces hace cuadros convulsivos de tipo epiléptico -- por ejemplo frente a la muerte de su hermano Emiliano (63) o, cuando se abre del ejército revolucionario y se separa del padre (78). La repetición de la situación de abandono (primero, la muerte temprana de la madre después, el abandono del padre) ha sido tan traumática que Jesusa ha decidido evitar el sufrimiento de ser otra vez rechazada: "Como padecí tanto con Pedro [leído como el Otro] dije yo: "Mejor me quedo sola. Dicen que el buey solo bien se lame ¿y por qué la vaca no?" (173)

Consideramos la situación de abandono como estructurante de la personalidad de Jesusa. Este padecimiento explica el sentimiento de desarraigo que atraviesa al personaje. Jesusa se autoconstruye como un personaje sin patria, sin tierra, sin familia, sin herencia, sin papeles, sin identidad, sin descendencia (218-19), como una figura de resistencia (Kerr 57). Después de la muerte de Pedro, su marido, este aspecto de no pertenencia se intensifica. Jesusa se transforma, en virtud de esta relaciones abandónicas, en una mujer fálica, macha (Sommer 916), autosuficiente, que cree no necesitar a nadie: "Soy muy feliz aquí solita. Me muerdo yo solita y me rasguño, me caigo y me levanto yo solita. Soy muy feliz. Nunca me ha gustado vivir acompañada (295)." Es decir, Jesusa define su posición como mujer fálica en la medida en que "excluye de la estructura su deseo por el hombre" (Masotta 1995, 86). Esta estructura la lleva a plantear relaciones muy fóbicas, aunque también ambigüas, con hombres y mujeres: "A mi los hombres no me hacen falta ni me gustan más bien me estorban aunque no estén cerca de mí [...] " (173), "Yo no tengo amigas, nunca les he tenido ni quiero tenerlas" (182).

Desde esta perspectiva es entendible que en el cierre de la transferencia -- que coincide con el cierre de la novela -- Jesusa elija esta frase final: "Ahora ya no chingue. Váyase. Déjeme dormir" (315). Lo que actualiza este acto de habla es el abandono de Poniatowska, como si Jesusa fantaseara que una vez producida la novela ya no hay razones que justifiquen este vínculo. Jesusa se desvincula de la transferencia de trabajo, se termina la novela, se acaban las entrevistas, se ha narrado la historia. Jesusa no cree en la bondad de la gente, ni siquiera en la de Poniatowska: "¿quién quiere usted que sea bueno?" (313). Poniatowska actualiza en Jesusa la escena del abandono. En otras palabras, Poniatowska se transforma en ese Otro que abandona a Jesusa al final de la novela, ese Otro que como Perico, su hijo adoptivo, le "chupa" lo único que ella posee: su propia historia (313).

Bibliografía sobre testimonio

Kerr, Lucille. "Gestures of Authorship: Lying to tell the Truth in Elena Poniatowka's Hasta no verte Jesús mío". Reclaiming the Author. Durham: Duke UP, 1992. 46 - 64.

Kushigian, Julia A. "Transgresión de la autobiografía y el Bidungsroman en Hasta no verte Jesús mío." Revista Iberoamericana [53] 140 (1987): 667-77.

Lagos Poe, María Inés. "El testimonio creativo de Hasta no verte Jesús mío." Revista Iberoamericana [56] 150 (1990): 243-53.

Poniatowska, Elena. Hasta no verte Jesús mío. México: Era, 1994.

Sommer, Doris. "Taking a Life: Hot Pursuit and Cold Rewards in a Mexican Testimonial Novel". Signs. 20:4 (1995): 913 - 40.

Volek, Emil. "Las modalidades del testimonio y Hasta no verte Jesús mío de Elens Poniatowska." Literatura mexicana/Mexican Literature. Ed.José Oviedo. Philadelphia: U of Pennsylvania P, 1993. 44-67.

 

Bibliografía sobre psicoanálisis

Helman, Jorge. "La Clínica como escritura." Acheronta 4.

Klotz, Jean Pierre. "The Passionate dimension of Transference." Reading Seminar XI Lacan's Four Fundamental Concepts of Psychoanalysis. Ed. Felstein, Fink et al. New York: State U of New York P, 1995.

Gueguen, Pierre-Gilles. "Transference as Deception." Reading Seminar XI. Lacan's Four Fundamental Concepts of Psychoanalysis. Ed. Felstein, Fink et al. New York: State U of New York P, 1995.

Laplanche y Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Editorial Labor, 1978.

Masotta Oscar. "La aporía fundamental del complejo de Edipo." Lecturas de psicoanálisis Freud, Lacan. Buenos Aires: Paidós, 1995. 76- 92.

Miller, Jacques-Alain. "El analista y los semblantes." De mujeres y semblantes. Buenos Aires: Pasador, 1993. 11 - 60.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 5 - Julio 1997
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