Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Nietzsche y Joyce: Relatos sobre la vocación
Lidia Ferrari

Desde una práctica llamada Orientación Vocacional y desde las determinaciones que significa estar incluido en el discurso del psicoanálisis es que hemos podido recortar un campo de problemas y de interrogantes.

Esto nos lleva a hacer algunas consideraciones generales que en otros trabajos hemos desarrollado en forma más exhaustiva. Uno de los primeros problemas que nos planteamos fue el de delimitar el alcance de la palabra vocación.

 

1.

La palabra vocación proviene del latín VOCATIO que indica la acción de llamar y, derivadamente, el hecho de ser llamado. A partir del cristianismo vocación es lo que designa el llamamiento por el cual Dios "inclina a cualquier estado de vida". Como don de Dios es "la aptitud o inclinación que Dios da a cada uno para el fin que ha de desempeñar en el mundo".

Tomamos esta vertiente cristiana de la vocación porque creemos que en ella se refleja algo que hace a una de las características más importante de la vocación. Es un llamado irrefrenable, al que el sujeto no puede sustraerse y por el cual se ve afectado radicalmente.

 

2.

Si el sujeto se constituye en el campo del Otro, su característica principal es que aparece dividido. Es porque hay carencia de identidad que se ve llevado al movimiento de la identificación y a identificarse en un recorrido alienante en relación al deseo del Otro. En este movimiento de constitución subjetiva, las palabras decisivas, que se pronunciaron aún antes de que naciera en el discurso de los padres, son determinantes para la vida del sujeto.

Y es en la vocación donde se manifiesta la más absoluta alteridad que constituye al sujeto. Se trata de un hacer o una actividad a la que no puede sustraerse. Por un lado, proviene de determinaciones que lo exceden, y por otro, constituye lo más íntimo, lo ms propio y que lo representa en el orden de la cultura.

 

3.

Cuándo podemos hablar de vocación?

Uno de los alcances que tiene para nosotros considerar de este modo el problema de la vocación, como llamado del Otro, llamado al que el sujeto no se puede sustraer, es el de poder observar que no son muchos los casos de vocación en sentido estricto que aparecen en el campo específico de la Orientación Vocacional. El primer modo de plantear que casi no hacemos Orientación VOCACIONAL, cuando se nos pide Orientación Vocacional, es que por la definición misma de vocación que consideramos podemos suponer que los sujetos llamados a una vocación lo saben, y lo practican. Es poco probable que pidan ayuda sobre algo que se les impone.

En todo caso, nos es necesario plantear de este modo el problema para despejar aquello que es nuestro interrogante, la vocación. A lo sumo, nos hemos visto en la situación de acompañar en un momento de confusión a alguien que estaba descubriendo aquello que se le imponía por todos los medios.

 

4.

La decisión de seguir por un determinado camino en la esfera del hacer (trabajo, oficio, arte) es una decisión yoica, pero que tiene su origen en el campo del deseo, es decir, de sus determinaciones inconscientes. Y este deseo puede estar expresado en forma de síntoma.

Esto también nos conduce a la imposibilidad de predecir o anticipar una vocación. En general se manifiesta tempranamente, y si no es así, la vicisitudes de una vida pareciera que se fueran ordenando para dar lugar a su emergencia. Por el equívoco de suponer que en la elección de una actividad o quehacer profesional debe ponerse en juego una vocación es que muchos individuos viven intranquilos y confundidos, porque padecen la creencia de que tendrían que estar llamados a una vocación con cuyo ejercicio alcanzarían la satisfacción.

Creemos que se puede ejercer una práctica que responda al deseo, que bordee el deseo de algún modo, pero que no necesariamente exprese una vocación.

 

5.

No siempre que alguien viene pidiendo "Orientación Vocacional" estamos en presencia de un síntoma en ese campo. Muchos vienen porque es el momento en que se supone que deben hacerlo, porque los mandan, porque quieren anticiparse a un posible futuro malestar, y algunos ni saben porqué lo hacen. Pero hay otros, donde es posible escuchar en lo que ellos sufren como indefinición, o confusión, y donde habla por ellos un problema que ya ha llegado a un nivel que les es imposible soportar y resolver. Recién en ese momento se puede poner en marcha un dispositivo para escuchar ESE malestar como síntoma. Y es el mismo sujeto que est desbordado por lo que le sucede, desbordado en todo su ser y no sólo en eso que se expresa como una "desorientación vocacional".

La práctica nos ha mostrado muchos casos que se presentan luego de un momento, de un tiempo de impasse del sujeto, que reviste la forma de inhibición, de paralización, de no poder hacer nada o de hacer algo sin deseo. Pareciera que en ese tiempo en el cual el sujeto pudo experimentar un gran desasosiego sobre sí mismo, hasta llegar a la necesidad de la consulta, en ese tiempo se le formularon interrogantes fundamentales.Es sobre este momento singular en la vida de una persona en tanto se pone en juego decisiones trascendentales que focalizaremos nuestro análisis.

 

6.

Por la identificación al Ideal del Yo, que es inaugurada por la función del rasgo unario desde el campo del Otro, el sujeto se aferra a una marca desde donde puede verse amable y sentirse amado.S. Freud, en Psicopatología de la Vida Cotidiana (1) toma como ejemplo un caso de E. Jones. Se trata de un médico que a través de la evidencia de un acto sintomático en el ejercicio de su profesión llega a analizar la identificación inconsciente que estaría en la base no sólo de su acto sintomático sino de su elección profesional.

Pero de qué identificación se trata? En este caso es a un rasgo, llevar un estetoscopio a pesar de no necesitarlo y colocarlo siempre en el mismo lugar. Un gesto idéntico al de un médico que ocupó para él el lugar de un sustituto ideal del padre. Se trataría, entonces, de una identificación al Ideal.

Este punto del Ideal del Yo es un recurso en la elección de una carrera o una actividad. Hay innumerables casos donde la elección pasa por este lugar del Ideal. Pero hay otro modo de acceder a ese hacer o actividad elegida por el sujeto. Un más allá del ideal. Se trata, obviamente, de una operación de separación de las determinaciones que lo constituyen. y no de una exclusión de ellas. Decimos un campo separado, en tanto ya no se soportaría el sujeto en el Ideal sino en ese objeto que causa su deseo, y que lo sostiene. Y esto funciona como fundamento de una identificación que no es especular.

Para producir la separación respecto de esa alienación constitutiva al discurso del Otro es que el sujeto, dice Lacan, aporta como primer objeto al deseo parental un objeto que es su propia pérdida. Esto se reactualiza en distintos momentos donde se pone en juego el enigma de su propio deseo y donde ya no puede responder el Otro.

 

7.

Hemos tomado dos textos, que a modo de ejemplos, ilustran sobre ese momento clave en donde el acto de la decisión acerca de lo que se hace y lo que se va a hacer est en el

centro de la existencia.

Se trata de dos hombres importantes de la historia de la cultura, que por su talento en el terreno de la escritura pudieron transmitir poéticamente un drama singular. Se trata de F.

Nietzsche y de J. Joyce.

En el caso de Nietzsche, es un fragmento autobiográfico de "Ecce Homo" (2). En el caso de Joyce, se trata de Stephen, el protagonista de su novela "Retrato del artista adolescente" (3) que aunque se trate de un personaje de ficción se puede considerar como relato autobiográfico.

Nietzsche, en "Ecce Homo", comenta su "Humano, demasiado Humano" a partir del cual produce su ruptura con Wagner. Considera a ese libro como el monumento de una crisis, la de él en relación a toda su filosofía y a su existencia. Y expresa que a partir de esa crisis se pudo desembarazar de todo lo que no era su naturaleza: Wagner, el germanismo, el idealismo, y hasta la cerveza alemana. Y lo dice así:

"Se apoderó de mi la impaciencia de mí mismo; comprendí que era tiempo de meditar sobre mí mismo....

... las realidades faltaban absolutamente en mi provisión de ciencia, y las idealidades no valían un comino...

...Una sed abrazadora se apoderó de mí: desde ese momento no me ocupé sino de fisiología, medicina y ciencias naturales...

...Entonces fue cuando adiviné también por primera vez la correlación que existe entre esta actividad escogida contrariamente al instinto natural, entre lo que se llama vocación, cuando nada os llama a ella, y esa necesidad de llenar el sentimiento de vacío y de inanición del corazón con ayuda de un arte que sirve de narcótico: del arte wagneriano, por ejemplo. Una mirada con precaución dirigida a mi alrededor me hizo descubrir que una turba de jóvenes sufren del mismo mal...

...hay demasiadas personas condenadas a tomar una decisión prematura; luego a morir lentamente de consunción, aplastadas por el peso de una carga que ya no se pueden quitar. Estos reclaman a Wagner a guisa de narcótico; se olvidan, se desembarazan de ellos mismos durante un momento...

En este momento, mi instinto se ha pronunciado implacablemente contra el hbito que yo habia adquirido de ceder, de seguir, de engañarme acerca de mí mismo..."

Este fragmento contiene la idea de un tiempo suspendido, donde algo ya no es, ya no puede ser, pues se ha perdido su sentido pero donde todavía falta lo que va a venir a ese lugar. Ese algo de lo cual, dice Nietszche, todavía no est provisto.

En el caso del fragmento de Joyce se trata del relato en primera persona de Stephen, que est cursando su último año de vida colegial.

"Recientemente, algunos de los juicios emitidos por ellos (los profesores) le habían parecido un poco pueriles y había sentido pena como si estuviera saliendo lentamente de un mundo familiar y oyera su lenguaje por última vez.

...notó de pronto que el director se dirigía a él en un tono distinto.

-Te he hecho venir hoy, Stephen, porque deseaba hablarte de un asunto de mucha importancia.

-Dígame, señor.

-Has sentido alguna vez vocación?

-Stephen abrió la boca para contestar que sí, pero de pronto retuvo la salida de la palabra. El religioso aguardó la respuesta y luego añadió:

-Quiero decir si has sentido alguna vez dentro de ti mismo, en tu alma, el deseo de entrar en nuestra Orden. Piénsalo.

-Algunas veces he pensado en ello -dijo Stephen...

-En un colegio como éste -dijo al cabo de un rato-, hay siempre un muchacho o dos o tres a los cuales Dios llama a la vida religiosa... Quizás eres el muchacho de este colegio al cual Dios se propone llamar para sí...

-Recibir este llamamiento -continuó el director-, es el mayor honor que el Omnipotente puede otorgar a un alma...

...A menudo se había visto a sí mismo en figura de sacerdote, provisto de aquel tremendo poder ante el cual ángeles y santos se inclinan reverentes. Su alma había cultivado secretamente aquel deseo. Se había visto a sí mismo, sacerdote joven y de maneras silenciosas, entrar rápidamente en el confesionario, subir las gradas del altar, incensando, haciendo genuflexiones, ejecutando todos aquellos vagos actos sacerdotales que le agradaban por su parecido con la realidad y por lo apartados que al mismo tiempo estaban de la realidad misma. En aquella borrosa vida que él había vivido en sus fantasías se había arrogado las voces y los gestos observados en algunos sacerdotes...

...Pero, sobre todo, lo que le agradaba era el desempeñar un papel secundario en estas escenas entrevistas en su imaginación. Se sustraía de la dignidad del celebrante, pues le desagradaba el pensar que toda aquella misteriosa pompa pudiera convergir hacia su propia persona o que el ritual le hubiese de asegurar un oficio tan claro y tan definido.

Y ahora escuchaba reverentemente y en silenció el llamamiento del director...

Y entonces la sombra de la vida en el colegio pasó gravemente por su cerebro..

Con estos recuerdos, se le despertó un instinto más fuerte que la educación y la piedad, .un instinto agudo y hostil que le prohibía dar su consentimiento."

Es a partir de allí que Stephen comienza a sentir lo que lo separa de ese mundo que le obliga a elegir.

Sobre sus compañeros dice:

"todos parecían cansados de la vida antes de haber entrado en ella".

Y sobre su madre:

"Un antagonismo confuso iba cobrando fuerzas dentro de él y nublando su mente como una nube que los separara; y cuando la nube se desvanecía dejando su inteligencia serena y consciente de sus deberes para con su madre, sentía indistintamente algo como el dolor de la primera y silenciosa separación de las vidas de ambos...

...El fin para el cual estaba destinado, aunque él mismo no lo conociera, era lo que le había hecho escapar por un camino imprevisto, lo que ahora le estaba alentando una vez más con aquella nueva aventura que estaba a punto de abrirse delante de él...

...Durante toda su infancia había estado haciendo fantasías acerca de aquello que solía considerar como su destino; pero al sonar la hora de obedecer al llamamiento, se había desviado, siguiendo un instinto que le impulsaba hacia adelante...Había rehusado.

Porque?

...Su alma se acababa de levantar de la tumba de su adolescencia, apartando de sí sus vestiduras mortuorias"..

!Adelante! !Adelante!. Tal era el grito de su corazón.

En ambos textos, de modo diverso, se expresa una suspensión subjetiva, en la cual cada uno intenta transmitir ese estado de vacío, ese estado donde estn advertidos que ya no son los mismos, que los puntos de referencia vitales han dejado de servirles, pero que no se tiene a mano otros. Es en estos momentos de zozobra que para ambos se les pone en juego el ser, y vemos la importancia crucial que tiene el ejercicio de un hacer como centro de toda la experiencia.

En ambos casos se trata de rupturas con el Otro que hasta ese momento les proveía de los discursos adecuados a su posición subjetiva. Es, y no casualmente, cuando algo de ese Otro cae en tanto referencia casi exclusiva donde el sujeto queda en una impasse subjetiva. Momentos fecundos en tanto desde ahí se produce una separación.

Ni Joyce o Nietzsche se convierten por esto en paradigmas del encuentro con el sentido de su existencia. Sabemos que por la operación de alienación el sentido aparece condenando al sujeto a su desaparición. Y allí hay un punto en el cual el deseo no puede reconocerse sino en tanto surgido en el deseo del Otro.

Pero al ver jugar la cadena significante al nivel del deseo del Otro el deseo del sujeto se constituye. Es Joyce, enfrentado a ese deseo del Otro: sacerdote, madre y los propios ideales infantiles, confrontándose con él, e intimado por ello, que no puede ya reconocerse allí. Pero esto no es sin ese desvanecimiento, esa vacilación que lo sumerge en un vacío. Y desde esta posición separada apuesta a algo que considera más verdadero y más propio.

Citamos a Lacan:

"El sujeto encuentra la vía de retorno del vel de la alienación por esa operación de separación. Por la separación el sujeto encuentra, por así decirlo, el punto débil de la pareja primitiva de la articulación significante, en tanto que su esencia es alienante.En el intervalo de la alienación yace el deseo ofrecido a la localización del sujeto en la experiencia del discurso del Otro, del primer Otro con el que tiene que ver (madre). En tanto que su deseo est más allá o más acá de lo que ella dice, de lo que ella intima, de lo que hace surgir como sentido en tanto que su deseo es desconocido, en este punto de carencia se constituye el sujeto del deseo". (4)

Es en la travesía de un análisis, aunque no sólo en su transcurso, que determinados acontecimientos posibilitan la reorganización de significaciones que ponen en juego las marcas fundamentales, los significantes primordiales.

En el caso de Joyce, cae una certeza, la del niño de la infancia, la del discurso materno y la de los jesuitas. Cae como referente absoluto que lo precipita en una zozobra de la cual no huye, se instala en ella. Desde ese lugar allende lo que puede llamarse su vocación artística pero que no excluir nunca su interés por la religión, aunque no se ordene sacerdote.

Joyce apuesta a no mirarse más en el ideal, donde se veía visto amable. Y hace la experiencia de fantasear viéndose sacerdote, y en esa experiencia hay un altar vacío, nadie lo mira. Participa de la escena, pero no est en condiciones de soportar sus consecuencias. No est comprometido allí su deseo. Se arriesga a perder esa mirada amable de su madre porque no es sino perdiéndola, que puede acceder a ese otro lugar que lo llama, y que se va delineando en la escritura, aunque todavía sea un enigma para él.

Es la pregunta del sacerdote el acontecimiento crucial que lo fuerza a anticiparse en un lugar subjetivo al que todavía no est en condiciones de responder. Esto lo precipita a tomar una decisión. Stephen debe decir no.

Este fondo de incertidumbre del lado del Otro, en tanto no le provee garantías sobre lo que va a ocurrir lo obligan a un posición asertiva respecto de sí mismo.

En algunos casos, hay pedidos que toman la forma de Orientación Vocacional para ser escuchados en esa zozobra. El puñado de certezas que se disponían comienzan a resquebrajarse en tanto ya no se elija esa carrera o actividad a la que se estaba dispuesto casi desde siempre. Esto da lugar a un replanteo que pone en evidencia los ideales y las imágenes identificatorias sostenidas en él.

Ahí, cuando comienza una interrogación puede comenzar el trabajo. Es frecuente que en ese momento crucial se evite poner en consideración el Ideal, no sólo huyendo de ello, sino precipitándose en una definición apresurada por una carrera para mantenerlo como tal.

Es desde esta perspectiva que podemos pensar el párrafo de Nietzsche, acerca de lo que él llama el narcótico del arte wagneriano, que por una decisión prematura muchos jóvenes sufren. En Nietzsche esa ruptura definitiva con Wagner, formalizada en 1878, es una ruptura no sólo con un ideal sino con la ilusión idealizadora. Y esta ruptura se constituye para él en una conquista subjetiva y filosófica.

 

8.

Se trata de momentos de coacción subjetiva desde donde se debe elegir y decidir. Y siempre se tratar de una decisión que anticipa y elige sobre lo incierto. El futuro se escribe anticipadamente sobre un fondo de falta de garantías y es por ello que el sujeto no puede sino apostar.

Son apuestas a las que no se puede sustraer quien intenta sostenerse en su deseo.

Notas

(1) Sigmund Freud. "Psicopatología de la vida cotidiana". O.C.,T. I. ,XX, VII, Ed. Biblioteca Nueva, 1973, Madrid.

(2) Friedrich Nietzsche, "ECCE HOMO", Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires,1986.

(3) James Joyce, "Retrato del artista adolescente", Ed. Porrúa, México, 1989.

(4) Jacques Lacan, Seminario XI "Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis", Barral Editores, España,1977

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 3 - Abril 1996
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