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A partir de la lectura del Seminario 11 de J. Lacan de 19641 intentaré desplegar algunas cuestiones y preguntas en relación a la transferencia trabajada como uno de los conceptos fundamentales de nuestra praxis como tambíén ciertas referencias al deseo del analista. Para contextualizar el momento de producción teórica en Lacan, es un momento de movimientos de "retorno" sobre la clínica freudiana y de "resituar" los conceptos en la práctica psicoanalítica.
Desde esta perspectiva de movimientos pienso que Lacan "retorna" al concepto freudiando de transferencia y lo "resitúa" en la práctica psicaoanalítica a partir de la introducción de su concepto de deseo del analista. Ahora bien, ¿de qué se trata este movimiento?.
Parto desde tres cuestiones: por un lado, la repetición en la transferencia, por otro, las formulaciones tales como "la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente" (2) y "la presencia del analista es una manifestación del inconsciente" (3). Intentaré desplegar estas cuestiones que indefectiblemente llevan al despliegue de otras.
Respecto a la primera formulación, la repetición es ubicada como otro concepto fundamental y de este modo, "re-ubicado" en su misma concepctualización como así también en relación al concepto de transferencia. Así, la repetición no se reduce al automatismo de la cadena de significantes, a la driacronía de lo simbólico sino que se revela a partir del encuentro con lo real, siempre fallido. Entonces no se reduce a la insistencia de lo simbólico, o mejor dicho, en esta insistencia se revela lo real que agujerea, ex-iste y resiste a lo simbólico. Podemos decir que el retorno "de lo mismo" no es sin lo que se pierde en ese retorno, perdido de antemano, real no inscripto en la serie significante pero que inicia y re-inicia su movimiento. La idea del "retorno de lo mismo" ubica la dimensión de lo real, "lo que vuelve siempre al mismo lugar".
La transferencia es el "escenario" clínico de estas cuestiones y de la intervención de aquel real, objeto a, que tal como lo dice Lacan quiere "subir a escena". Dicha intervención puede ser pensada desde la otra formulación "la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente" ya que la transferencia nos indica el momento de "cierre" del inconsciente en tanto resistencia y justamente aquello que se resiste a la simbolización es el objeto a (4). Por lo tanto, la transferencia revela la intervención "velada" del objeto a en el efecto de la transferencia que es el amor, "lo que engaña" (5). Si nos detenemos en el grafo del deseo podemos situar este momento de la transferencia la línea imaginaria i(a)-m donde el sujeto se hace amar como otro, desde un lugar Otro (el Ideal) que se encuentra en íntima relación con esta instancia imaginaria y la cual se ubica en posición homóloga en el 2° piso del grafo, a la relación fantasmática del sujeto con el objeto a, sostenida por el deseo. En aquella línea imaginaria podemos ubicar a la transferencia y su efecto amoroso, como momento de detenimiento, de discontinuidad.
La transferencia vehiculiza la demanda desde donde el sujeto se dirige al Otro, en este caso, al analista. El sujeto pide amar y ser amado y este pedido sólo puede conducido en forma de demanda. La demanda es "lectura" significante de lo que el sujeto cree que el Otro (le) demanda y como claramente lo plantea Lacan en su grafo, es imposible estructuralmente que sea satisfecha ya que "...deja un resto metonímico que se desliza bajo ella, un elemento que no es indeterminado, que es una condición, (..) que se llama deseo..." (6)
En este dirgirse al Otro, lugar en el que el paciente ubica al analista como S.s.S y "en el cual su discurso se realiza", podemos pensar la presencia del analista como manifestación del inconsciente en tanto dirgirse al Otro implica necesariamente la división subjetiva y esto es presentado claramente en los dos pisos del grafo y en el pasaje de uno al otro.
Siguiendo con la formulación "la transferencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente", Lacan sostiene que la realidad del inconsciente es la realidad sexual. La sexualidad sólo puede ser representada parcialmente, es decir, sólo "sabemos" de la ella por medio de la pulsión, modalidad "gramatical" significante en que la demanda del Otro afecta el cuerpo imprimiéndole su estructura agujereada y con ella, la pérdida de "la libra de carne", causa del deseo. Podemos decir que la pulsión es la operatoria del significante sobre el cuerpo y esta operatoria es sostenida en el fantasma. Intencionalmente digo "sabemos" porque no hay tal saber sobre lo sexual, lo que hay es el fanstasma (neurótico) de que el Otro "sabe" sobre la sexualidad y el goce, por lo tanto, adelantándonos un poco en el tiempo de la enseñanza de Lacan, el fantasma se estructura porque "no hay relación sexual".
Entonces pienso que por un lado la realidad inconsciente y la realidad sexual inscriben la falta irreductible, el objeto a; por otro lado, la transferencia y su efecto de amor "sitúa" al mismo tiempo que oculta su intervención. Desde aquí se entiende aquello de que la transferencia aparta la demanda de la pulsión en tanto es la estructura de la pulsión la que pone en juego el acto de la división subjetiva y aquello que resulta irreductible de esta división, el objeto a, causa del deseo. La demanda, por decirlo de alguna manera, es sostenida en que el objeto (y su falta) es reductible al Otro, en la satisfacción del Otro. En resumidas palabras, el deseo es reducido a la demanda.
Creo que estas últimas cuestiones pueden ser desprendidas de la topología del ocho interior, utilizada al principio del tratamiento del tema de la transferencia y al final. Lo interesante de aquí y que me planteo a modo de hipótesis es lo que dice respecto al no-recubrimiento de las superficies, la del campo del desarrollo del inconsciente y el de la realidad sexual, textualmente "...este sector en el que parece que los campos se recubren uno a otro es, si ven el verdadero perfil de la superficie, un vacío...".(7)
Extraigo dos hipótesis:
Si atendemos al último ocho interior, la transferencia se sitúa en ese lugar inscripto como vacío, en el no recubrimiento de superficies. Podemos pensar que se sitúa como"cerciorando" ese vacío que es "velado" por el efecto amoroso. Aquí podemos pensar en lo que dice Lacan acerca de la posibilidades de la transferencia en función de las condiciones estructurales.
Otra hipótesis, es a nivel de la interpretación analítica. Si decimos que la realidad inconsciente es la realidad sexual y si ambas son realidades, "campos" que no se recubren uno a otro, la interpretación no puede tratarse de una traducción, del paso de un "lenguaje", de un "sentido" a otro, sino que apunta a aquello que inscriben ambas "realidades" y que es la estructura de hiancia. El amor de transferencia con su consistencia en el campo del narcisismo, vela lo que la interpretación analítica tiene de inconsistente que no es producto de la interpretación analítica sino que tal como lo dice Lacan "la interpretación del analista recubre simplemente el hecho de que ya el inconsciente (...) en sus formaciones (...) procede mediante la interpretación..." (8). Es decir, lo que opera en la interpretación del analista es la inconsistencia estructural del Otro, es decir, ese des-encuentro con el Otro que marca el "buen encuentro", el inicio de un análsis.
Y en este punto finalmente introduzco la función del deseo del analista a partir del enunciado "...detrás del amor llamado de transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo del paciente..." (9). Esta frase nos indica la presencia del analista en otro estatuto, en el nivel del deseo y que aquel vínculo no es sin transferencia. Entonces, la operación del deseo del analista responde a un movimiento en transferencia, a una maniobra lógica en el análisis de la transferencia.
Por lo tanto, atendiendo a la línea de la transferencia que retomo de la topología del ocho interior, podemos pensar que la dirección a ese "buen encuentro" se trata de una función de corte que opera vía el deseo del analista, operación que "...aísla el objeto a, lo sitúa a la mayor distancia posible del Ideal, que el analista es llamado por el sujeto a encarnar. El analista debe abandonar esa idealización para servir de soporte al objeto a separador..." (10)
Entonces podemos decir que la función del deseo del analista es la vía de abandono de esa idealización y por esa vía convoca el deseo del paciente siendo semblante de la causa. Esta convocatoria no es sin angustia ya que la estructura del deseo y de la angustia es la misma.
El objeto a como causa del deseo y del cual es soporte el analista posibilita tal como lo manifiesta Lacan, "llevar la demanda a la pulsión" (11): es decir, "dirigir" vía deseo del analista, la demanda de amar y ser amado por el Otro a la pulsión que bordea ese objeto del cual hace semblante el analista y que inscribe la falta fundamental del sujeto por su constitución en el Otro; Lacan lo expresa del siguiente modo, "...Te amo pero porque inexplicablemente amo en ti algo más que tú, el objeto a minúscula, te mutilo...".(12)
Por último, el "ser" soporte de aquel resto corporal "mutilado", que no se imaginariza ni es simbolizable, ¿no nos introduce en la presencia real del analista?.
Citas Bibliográficas
1 Jacques Lacan. El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis. 1964. Paidós
2 Idem. Clase X "La presencia del analista". Pág.131.
3 Idem. Clase XI "Análisis y verdad o el cierre del inconsciente". Pág 156.
4 Jacques Lacan, El Seminario Libro X, "La Angustia".
5 Idem.
6 Jacques Lacan. El Seminario, Libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Pág. 160
7 Idem. Pág. 162
8 Idem. Pág. 136
9 Idem. Pág. 262
10 Idem. Pág. 281
11 Idem. Pág. 281
12 Idem. Pág. 276
Bibliografía
_Jacques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 11. "Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis". 1964. Ediciones Paidos.
_Jacques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 10. "La angustia". 1962-1963. Ediciones Paidos.
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