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Una proposición
En el desarrollo de su seminario El amor Lacan (1), Jean Allouch ha insistido acerca de una proposición, presente en Jacques Lacan, que invita al analista a romperse con el parêtre (2). Se trata de una propuesta tan importante como la Proposición de octubre del 67 sobre el psicoanalista de la escuela, propuesta que regula la posición del analista sobre el principio que del ser no tenemos nada. Eso indica que hay una ascesis del lado del analista implicada en ese ser que no se presenta jamás que como paraître. El lugar de esa ascesis, donde se produce el esfuerzo sobre el parêtre, es el análisis, es decir una exigencia que recae en el analizante y se vuelve condición de la posición del analista en la transferencia.
Ese pasaje del ser al parêtre está situado sobre el filo de la batalla sostenida por Lacan para separar el discurso analítico de la ontología y especificar la estructura de la experiencia analítica.
El objeto de este trabajo será situar algunas puntuaciones del seminario Les non dupes errent (3) de Jacques Lacan, para cernir ese romperse con el parêtre que Allouch lee allí.
El decir y el nudo
La apuesta de J. Lacan en este seminario será cifrar el estatuto del saber inconsciente como saber que trabaja del cual el sujeto puede descifrarse (4).
En ese sentido, se tratará de dar al discurso analítico su lugar de exsistencia inscribiendo el lugar de la práctica en el fundamento del decir (5), y la escritura del nudo borromeo como acceso a lo real en tanto permite plantear la equivalencia entre lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. El nudo presentifica entonces que lo real hace tres (6), otorgándole un sentido a la práctica.
En la sesión del 12/2/74, se pregunta por las relaciones entre la lógica como ciencia de lo real y el discurso analítico, diferenciando lo que llama el decir verdadero y la dimensión de lo escrito. El decir verdadero es la ranura por donde pasa lo que suple la no-relación sexual o más precisamente la imposibilidad de escribirla como tal. El lugar de la verdad se determina entonces por lo que mana por esa ranura, esto es, el saber en tanto que inconsciente.
J. Lacan articula de esta manera el decir del análisis con el saber inconsciente, que por producirse en relación con el agujero del sexo, adquiere el rango de suplencia al escribirse en ese lugar. Para eso es preciso que el S2 sea real.
La tesis del saber inconsciente como suplencia e invención le permitirá situarlo en relación con el saber de la ciencia, al conectarlo con lo escrito como lo que hace borde de lo real (7).
La perspectiva del seminario será la del pasaje del saber inconsciente como trabajo que nos atormenta (8) al saber inconsciente como consistencia anudada al notodo y que nos conduce a lo real como imposible (9).
Analista y parêtre
La sesión del 9/4/74 avanza en la cuestión del parêtre. Lacan intentará poner en cuestión la relación entre la elección en el registro de la sexuación con la autorización del analista.
La evocación de las fórmulas de la sexuación viene a decir que la elección del ser sexuado no se sostiene sin la inscripción de la castración, condición "para que la elección pueda ser hecha en positivo". En ese sentido, "el ser sexuado no se autoriza más que por sí mismo y por algunos otros", fórmula que remite a aquélla presentada en la Proposición del ´67 (10) y que Lacan pone en tensión con lo que llama el "ser nombrado-para" (etre nommé a).
En la sesión anterior, 19/3/74, Lacan había presentado ese "nombrar-para" refiriéndose a una incidencia histórica que tiene que ver con la pérdida de lo que se soportaría en la dimensión del amor, es decir del Nombre-del-Padre, que es sustituido por una función, la de ser nombrado para algo. Señala que la madre generalmente basta por sí sola para designar ese proyecto e indicar su camino. Algo ocurre en este momento histórico que condiciona el ejercicio del amor, el Nombre-del Padre como función del decir que no se amoneda por la voz de la madre que traduce ese nombre (nom) por un no (non) desde su deseo, señalando a su crío su proyecto, desde un decir de nadie (11).
En el plano social, ese poder del "nombrar-para" se restituye por un "orden de hierro", y designa algo como una forclusión del Nombre-del-Padre en lo real, en relación con la cual Lacan se pregunta si no es el signo de una degeneración catastrófica (12).
Lacan concluye provisoriamente que si el analista no se autoriza más que por sí mismo y por algunos otros, el grupo analítico como real, no podría existir desde el ser-nombrado-para analista, nominación que lo ubicaría en el discurso universitario, fijándole un ser.
Por el contrario es el lugar del a lo que designa el lugar del analista: " Es el a. Ese lugar de nadie es desde luego, como el nombre de persona lo indica, un lugar de rango a ocupar, de falsa apariencia (semblant). Se trata de ocupar el rol del analista. Y en esto, he anticipado algo, algo que se plantea con la pregunta, siempre la misma:'¿puedo serlo?´. Autorizarse, eso todavía puede andar, pero serlo, es otro asunto. Aquí, se forja evidentemente lo que enuncié acerca del verbo "des-ser" (desêtre). El analista, yo lo des-soy (je le dessuis): el objeto a no tiene ser" (13).
Ahora bien, la pregunta por lo que autoriza que haya analista insiste en esta sesión, y no podría decirse que el tono de Lacan es esperanzado al respecto. El rodeo por la cuestión de lo escrito, la letra en tanto inherente a ese pasaje a lo real y su función en la ciencia, le permite abordar el problema de la invención y tras eso, del deseo de saber. La respuesta es categórica: no hay sombra de deseo de saber, no hay el menor deseo de inventar el saber (14). No es el deseo quien preside el saber, sino el horror.
En su lugar, Lacan distingue:
1-Un deseo de saber atribuido al Otro: las manifestaciones de complacencia del niño en sus "por qué", todo lo que plantea como pregunta está hecho para satisfacer lo que él supone que el Otro quisiera que él preguntara;
2-La anorexia mental, un "muy poco para mí" que se enuncia como acción: "Yo como nada", que rechaza el deseo de saber (del Otro);
3-La histérica: el lugar del saber aquí se especifica por no ser producido por el discurso, sino que le es "pasado", transmitido de "modo secundario" por el deseo del Otro.
En los tres casos el sujeto nada ya en el Otro, se comunica con el deseo al mismo nivel (15) sin saber nada de eso.
Si bien la invención matemática parece tener otro lugar, si hay analista, éste se localizaría del lado del deseo de saber, posición necesaria para el análisis de la transferencia y de la contingencia de su resolución.
El oficio del psicoanalista
Después de haber ubicado al analista en las coordenadas del semblante y el deseo de saber, Lacan se pregunta, en la sesión del 23/4/74, cómo unir el deseo con el saber si es el horror de saber lo que manda, convirtiéndolos en el matrimonio del cielo y el infierno, que es evocado a propósito de un libro de William Blake.
Enfatiza que lo que el analista se encarga de recoger es la verdad como queja, en tanto la división la marca al no poder decirse toda. Por esa razón ese oficio del psicoanalista, inscripto desde el notodo, no está al alcance de todo el mundo, no es una cuestión de división del trabajo, sino que se ajusta por un hecho de estructura (16).
Hay alguien para quien ese oficio está prohibido de hecho, que Lacan atribuye a esa posición de rechazo del desorden del mundo que Hegel llamó "Ley del corazón".
Se trataría de leer el notodo de la verdad como posibilidad de acceder a lo real, de no olvidar el sentido de la queja para poder "raspar" el sentido, que de otro modo queda opaco.
En la sesión anterior se había dicho que la verdad conduce a la religión, y había quizá allí algo para inventar (17). Esa cuestión es retomada aludiendo al mito del Génesis, que permite trenzar el nudo entre verdad y real mediante la pregunta por el goce de la vida: ¿qué puede responder lo real si el goce lo interroga? (18)
Ahora bien, ese hilo se continúa por medio de la pregunta por el saber en lo real, pregunta que se formula admitiendo que el inconsciente es un saber en el sentido de Freud. Lacan responde de modo paradójico que no hay necesidad del inconsciente de Freud para que haya saber en lo real.
¿Qué quiere decir saber en lo real? Que no depende ni de la idea que tengo de ello ni de lo que piense de él. Lo real es lo que siempre vuelve al mismo lugar, y que es preciso que marche. Si bien definir lo real por el lugar supone un sentido sabido, la ubicación del saber en lo real lo separa del sentido que ahí puede pegotearse, abriendo esa pregunta del lado del discurso de la ciencia (19).
Se trata entonces de lo real de la gravitación que puede escribirse por las leyes de Newton o la relatividad del espacio formulada después por Einstein, saber en lo real que no excluye a la religión como condición. Esta observación apoyará para Lacan la diferenciación por un lado de la religión y la metafísica que suponen un ser ordenador y lo que implica de providencial el saber de la ciencia, del saber inconsciente, saber dramático que exsiste en la falla del sexo que especifica al parlêtre (20).
¿Qué hace surgir al analista?
Si lo real, aunque poco seguro, proviene del cielo en tanto vuelve siempre al mismo lugar, el analista, dirá Lacan con una metáfora, "el analista es el fuego fatuo" (feu follet), es decir que no hace Fiat lux, el fuego fatuo no ilumina nada, toma su fuerza de cierta pestilencia (21).
Y el amor de transferencia
La problemática del amor se presenta en este seminario tomando diferentes formas, y resulta fundamental para poder cernir la posición del analista en la transferencia.
Una consecuencia mayor de la apuesta de Lacan por el borromeo será el cuestionamiento del amor desde el Dos y por lo tanto de lo Imaginario para encontrar la regla del juego del amor (22), al mismo tiempo que se abandona progresivamente la concepción del amor-suplencia propuesta sobre el final del seminario Encore (23).
Así, el 4/12/73 plantea que el nudo es nuestra única manera de abordar el volumen, es decir de abordar el amor desde el Tres del volumen, más allá del nudo del amor y la amistad como metáforas, y salir de ese modo de las dos dimensiones de la Adoración sobre las que permanecemos. Si el nudo no tiene ninguna especie de ser sino que exsiste soportando al sujeto supuesto en su calce (24), ofrecería la posibilidad de ir más allá de la adoración de la silueta del ser amado que no tiene falla. Se trata de darle cuerpo al amor, apuesta que se dibuja sobre la constatación que no nos damos cuenta que somos seres de dos dimensiones, a pesar de la apariencia (25).
En la sesión siguiente, del 18/12/73, el desarrollo acerca del Amor Divino le permite avanzar sobre la objeción que el amor supone al no concebir de qué modo el ser sería manipulable a partir de ningún ente, articulando mediante el nudo lo Simbólico del mandamiento divino con lo Real de la muerte y con lo Imaginario del cuerpo, que lejos de extinguir el deseo, lo reenvía al amor de Dios como finalidad (teleología divina), revelando así la verdad del tres.
En su seminario, Jean Allouch observa que hay en Lacan en este momento cierto enojo por el malestar del amor que lo empuja a hablar mal del amor, modo enunciativo que propone llamar malamour (malamor). En efecto, el 20/11/73 Lacan dice que con una persona a quien se ame sólo es concebible tener relaciones inconscientes, pero no en tanto se la ama, ya que ahí no se la encuentra, por lo que el amor desearía ser posible: en tanto se la ama, fallamos con ella (26). En la misma dirección, dice que el amor es una debilidad (27) y que lo inquieta (28).
Ahora bien, ¿cómo se sitúa el amor de transferencia en tales coordenadas de tratamiento del amor?
En la sesión del 19/3/74, a propósito de un libro de Michel Neyraud sobre la transferencia, dirá que el principio del discurso analítico, según el cual la verdad pica y toca al analista, implica que no hay más que una transferencia, la del analista en tanto sujeto supuesto saber. Lacan sitúa la posición del analista en relación con la estructura del saber inconsciente, separada y al mismo tiempo conectada con ella.
La transferencia revela la verdad del amor, idea que insiste hacia el final del seminario, cuando enuncia que el análisis ha revelado que el amor se dirige al sujeto supuesto saber (29).
El 12/3/74 plantea que el amor es un decir que, como tal, implica en sí mismo una regla. Se arriesga a dudar que el amor sea una pasión atreviéndose a formular que si el amor es apasionante no es pasivo, lo que supone hablar de ello como de un juego, donde no se es "activo" sino a partir de las reglas.
De modo que en esta sesión puede leerse, al decir de Allouch, el proyecto del amor Lacan, que postulará una regla posible para el amor, inscripta en relación con el saber: el saber incluso inconsciente es lo que se inventa para suplir algo que quizás sólo sea el misterio del Dos (30).
Si el amor de transferencia supone esa relación al saber, ¿qué es la relación-saber? Se pregunta Lacan. Su respuesta no dejará de sorprender ya que revisa la cuestión de la reciprocidad en el amor separándola del campo del narcisismo: " No porque haya dicho que los sentimientos son siempre recíprocos ( ), lo que digo no es que porque se ama se es amado. Jamás me atreví a decir semejante cosa. La esencia de la relación, si en verdad algún efecto vuelve al punto de partida, quiero decir sencillamente que cuando se ama, se está atrapado, enamorado" (31).
Allouch ha sugerido que si tenemos en cuenta que el amor es recíproco y la transferencia es amor, existiría entonces un amor auténtico del analista que respondería al amor del analizante. Ahora bien, en esa respuesta singular radicaría la solución de la transferencia. El lugar del analista se cierne así en una relación tal con el saber que debe permitir al analizante elaborar ese saber fastidioso que exsiste en el inconsciente, para liberar el misterio del Dos del amor y tratarlo en sí mismo, en su propia imposibilidad.
Tal sería la apuesta y el campo abierto del Amor Lacan.
Notas
Jean Allouch: El amor Lacan en tiempos de la no-relación sexual, Seminario en Buenos Aires, 31 de Octubre, 1 y 2 de Noviembre de 2008 y El amor Lacan en los tiempos del Borromeo, Seminario en Buenos Aires, 31 de Octubre y 1 de Noviembre de 2009.
Parêtre es un neologismo inventado por Jacques Lacan durante el seminario Encore: Seminario 20: Aún (1972-73). Paidós. Bs. As. 1981. P. 58; en el que puede leerse el equívoco homofónico con el verbo paraître (parecer o aparecer ). En Létourdit (1972) Lacan escribe parêtre refiriéndose por un lado al decir del analizante y la interpretación en la página 60, y por el otro a la referencia con la que sitúa al inconsciente como lo que escapa a la lingüística, "porque como ciencia nada tiene que ver con el parêtre, como tampoco nos lleva al noúmeno" (página 62). Jacques Lacan: El atolondradicho, el atolondrado o las vueltas del dicho. Escansión 1. Bs. As. Paidós. 1984. Como señala Allouch, el juego homofónico busca desprender al parêtre de la fenomenología (oposición fenómeno/noúmeno) como de la ontología, separando ese par (proveniente del griego: al lado de) que coquetea demasiado con el ser (être), y acercándolo al par de la parole (habla) que interviene en el neologismo parlêtre. Véase de Marcelo y Nora Pasternac: Comentario de neologismos de Jacques Lacan. École Lacanienne de Psychanalyse. México. 2003, p. 223. Por su parte, Jacques-Alain Miller se refiere a ese parêtre en el contexto de su comentario del seminario 16, De otro al otro (1968-69) de Jacques Lacan, en relación con la proyección en la comedia de las manifestaciones ideales o típicas de los dos sexos. J-A Miller: Iluminaciones Profanas, Curso 2005-2006 de la Orientación Lacaniana. Revista Lacaniana de psicoanálisis, Publicación de la EOL. 2008, p. 12. Para la problemática del neologismo y la homofonía véase asimismo de Mayette Viltard: "Scilicet", en Litoral 15: Saber de la locura. Bs. As. Edelp. 1993. Pp. 83-110 y una revisión muy interesante del término lalengua en Jacques Lacan puede leerse en el artículo de María Inés saraillet "Lalengua y el inconsciente estructurado como un lenguaje" en El rey está desnudo, Revista para el psicoanálisis por-venir, Número 2. Bs. As. Letra Viva. 2009, pp. 73-85
Lacan Jacques: Seminario Les non dupes errent (1973-74). Inédito. Traducción y notas EFBA. Respecto del título del seminario, véase Notas de la Traducción, p. 14
Sesión 1, del 6/11/73, p. 4
Sesión 13, del 14/5/74, p. 158
Sesión 7, del 12/2/74, p. 84
Sesión 11, del 9/4/74, p. 135
Sesión 1, del 6/11/73, p. 4
Sesión 15, del 11/6/74, p. 180
Lacan, Jacques (1967): Proposición del 9 de Octubre del 67 sobre el psicoanalista de la escuela. Momentos cruciales de la experiencia analítica. Manantial. Bs. As. 1988
Sesión 8, del 19/2/74, p. 103
Sesión 10, del 19/3/74, págs. 126-127
Sesión 11, del 9/4/74, págs. 139-140
Íbid. , p. 142
Íbid. , págs. 142-143
Sesión 12, del 23/4/74, págs. 146-147
Sesión 11, del 9/4/74, p. 141
Íbid. , págs. 147-151
Íbid. , págs. 151-152
Íbid. , págs. 153-154 y sesión 15, del 11/6/74, págs. 170-171
Sesión 12, del 23/4/74, p. 155
Sesión 9, del 12/3/74, p. 112
Lacan, Jacques (1972-73): El seminario 20: Aún. Paidós. Bs. As. 1981. Págs. 174-175
Sesión 10, del 19/3/74, p. 127. La referencia a Aristóteles y los primeros pasos de La Ciencia de lo Real parece imponerse para Lacan en relación lo que el escrito hace surgir del sujeto como suposición. En la sesión 7, persigue la cuestión de lo verdadero en Aristóteles (alèthes) en el segundo volumen del Organon ("Primeros analíticos") donde sugiere que los tres términos del silogismo le dan un presentimiento del nudo borromeo, págs. 84-86. Del mismo modo, el abordaje de lo real por lo supuesto (hypokeimenon) y la relación entre la verdad y el amor, págs. 91-95
Sesión 3, del 4/12/73, p. 34
Sesión 2, del 20/11/73, p. 29
Sesión 3, del 4/12/73, p. 40
Sesión 6, del 15/1/74, p. 79
Sesión 15, del 11/6/74, p. 191
Sesión 9, del 12/3/74, p. 114. Véase al respecto de Jean Allouch: "Una política de la muerte" en Contra la eternidad, Ogawa, Mallarmé, Lacan. El cuenco de Plata. Bs. As. 2009. Págs. 53-64
Sesión 15, del 11/6/74, p. 191