Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Sobre el pasaje al acto y el acting out
Sus implicaciones en el suicidio y las llamadas muertes accidentales y por enfermedad
Marco Antonio Macias López

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Investigar sobre las muertes de niños en México, en particular en el Estado de Querétaro, muertes de las que se recabaron datos en los archivos del servicio médico forense y aquellas relatadas por los periódicos de circulación en el Estado, en las que apareció como causa el accidente, la enfermedad y el suicidio, me llevó a una primera interrogante que consideré necesario darle respuesta, y fue el poder discriminar la diferencia entre el pasaje al acto y el acting-out. Pues en la cotidianidad del discurso psicológico, se escucha formular a la ligera y con poca precisión el concepto de pasaje al acto. La reducción a la que se arriva, es el formular que todo acto que culmina en forma violenta con un homicidio o un suicidio, es nominado como pasaje al acto. Es por ello que en este artículo se habrán de mostrar algunos de los elementos que permitan establecer con más precisión, la particularidad del pasaje al acto y el acting-out.

Para dar respuesta a la interrogante formulada, se recurrió a un caso atendido por Freud (1), y que aparece referido en su obra bajo el título: Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina y que fue estudia do por Jacques Lacan ) (2), (3) y Jean Allouch (4), el cual nos permitirá observar los detalles a considerar al efectuar la nominación de pasaje al acto. Se podrá apreciar, a partir de la referencia a este caso, que ahí donde se creyó tener los elementos para dar cuenta del pasaje al acto, no se trata sin embargo de ello en este caso.

A manera de preámbulo cabe mencionar, que regularmente en el pasaje al acto está implícita una situación ya sea de crisis, de urgencia o bien de cronificación, sin embargo, algo que lo distingue y que habré de desplegar enseguida, es su carácter de acontecimiento súbito.

A este acontecimiento súbito, habremos de agregar otros elementos que permitan establecer su singularidad, pues como señalaba, no en toda muerte o suceso violento se encuentra cifrado un pasaje al acto.

El que no le alcancen a alguien las palabras y produzca un acto, genera confusión, pero ahí es donde habrá que tener cuidado en no caer en una precipitación en la nominación de lo producido. Si bien un acto suicida u homicida puede tener una mayor probabilidad de que se suscite en las condiciones, como pueden ser un estado de cronificación o de crisis a partir por ejemplo de una pérdida, ello no excluye, el que haya momentos en la vida de cualquier persona, en donde no le alcancen las palabras, o en donde sus palabras escapen fuera de la cadena significante y pueda mostrar con un acto aquello que se precipita como innombrable. Un apretón de más en el acelerador de un vehículo al tomar una curva, o un no meter el freno a tiempo, el quedarse dormido, el alcoholizarse antes de conducir, puede ser la diferencia que haga encontrarse con un vehículo destrozado y varias muertes en una familia. Un evento así sucede todos los días en personas llamadas normales. De ahí que Lacan fuese muy preciso al responder a un psiquiatra que estando en supervisión con él, le decía: "me parece que se trata de un caso de neurosis". Y Lacan le respondía: "Y usted cree que es menos grave"

La locura nos habita a todos, a unos más, a otros menos. Freud también decía que quien por momentos no pierde la razón, pareciera no tener entonces que razón perder, sólo que esos momentos no dejan de ser amenazantes y en ocasiones ominosos.

De igual manera, el encuentro azaroso con la buena o la mala fortuna, nos hacen bascular entre la dicha y la fatalidad. Lacan (5), en su Seminario titulado La ética del psicoanálisis en la sesión del 25 de mayo de 1970 decía que:

... la tragedia está presente en el primer plano de nuestra experiencia, en tanto que psicoanalistas, tal como lo manifiestan las referencias que Freud –impulsado por la necesidad de los bienes ofrecidos por su contenido mítico- encontró en Edipo, pero asimismo en otras tragedias (p.294).

Tenemos entonces, una vida que al vivirla implica riesgos. Riesgos que como señalaba, se tornan más palpables cuando alguien tiene que andar por la vida con neurolépticos y antidepresivos o bien, con su locura agitada, que crea las condiciones para la producción de actos de consecuencias irreversibles.

Paso entonces a mencionar algunos planteamientos en relación con el pasaje al acto, así como algunas referencias al acting-out, con la idea de poder explicitar la diferencia entre estos tipos de mostración.

 

Pasaje al acto

Me parece importante puntuar que hay realización de ciertos hechos que no pasan por la versión discursiva. Hay fenómenos en la clínica que no son discursivos: el pasaje al acto y el acting-out son una muestra de ello. Marcan un corte en el discurso, hacen aparecer algo que es de otro orden.

¿Qué se juega en el pasaje al acto? Tenemos que de un acto al significante lo que hay es un agujero, y es el que establece la correlación. Entre el acto y el significante hay un agujero que puede permitir distinguir la distancia de uno con respecto a otro. Esto es, todo acto en tanto presenta su faz significante, no siempre se presenta inarticulado. Tal vez el momento de su realización sea inimaginable por su carácter súbito, sin embargo para algunos casos se puede localizar que entre una amenaza y el acto puede haber la distancia para intervenir. El tiempo puede ser largo o muy breve. No siempre se puede intervenir o no siempre se puede localizar esa faz significante.

Ahora bien, insisto, el hecho de que se realice un acto en el que se pone en peligro la vida, no puede ser leído como sinónimo de pasaje al acto. Para ello presento a continuación una breve referencia a las lecturas realizadas por Lacan (6), del caso presentado por Freud: Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina, lecturas que apuntaban a considerar el intento suicida de la joven como un pasaje al acto

 

La lectura de Lacan del intento suicida de la joven homosexual presentada por Freud, en las sesiones del 16 y 23 de enero de 1963.

Durante la efectuación de su seminario sobre La Angustia y habiendo propuesto Lacan en la sesión del 9 de enero de 1963 el objeto a minúscula, va a realizar una lectura sobre el caso presentado por Freud, diferente a la que habría hecho en el seminario titulado La relación de objeto y las estructuras freudianas en las sesiones del 9, 16 y 23 de enero de 1957.

En el seminario de La angustia, su invención del objeto a le va a permitir hablar sobre el intento suicida de esa joven, como la realización de un pasaje al acto. Se podría decir con Lacan en este momento de su enseñanza, que otro aspecto que muestra el pasaje al acto es que no se medita, no se piensa ya en la inmediatez del acto.

Veamos entonces la descripción del intento suicida reseñado por Rieder y Voigt (7). Una vez que la joven que va del brazo con su amada baronesa, se encuentra con su padre y ante la mirada de éste, se ha soltado asustada del brazo de la dama, pasado un momento y dado que la baronesa no se ha detenido en su paso, la joven pretende recomponerse, pues había corrido en dirección opuesta a la baronesa. Hasta ese momento la joven se había mostrado ante la dama, como todo un caballero:

"Leonie, por favor, me gusta tanto estar contigo, siempre. Quiero estar día y noche junto a ti, y que lo sepan todos, pero......."
"Precisamente ese ‘pero’ es la razón por la cual será mejor que en el futuro no nos vean más juntas. Y ahora vete, adiós".
La baronesa Puttkamer no permite que se hable ni una palabra más, se aparta de Sidonie y se aleja a paso veloz.
Sidonie, como anestesiada, camina a los tropiezos a lo largo de la serie infinita de casas de la Wienzeile. Leonie le ha dicho "adiós", es demasiado claro que ya no quiere tener nada que ver con ella. [...].

Mientras tanto llegó a la estación de tranvía Kettenbrückengasse, y de pronto sabe muy bien lo que tiene que hacer. Sin vacilar ni un segundo, se dirige a la baranda, debajo de la cual, en lo profundo, yacen las vías del tren. Es la única solución. En casa, su padre la castigaría con severidad extrema, y la amada no la quiere más...¿para qué seguir entonces? Se sube a la balaustrada –sin darse cuenta que las piedritas del revoque le lastiman las manos hasta sangrar-, pasa una pierna, luego la otra. Tiene que apurarse, ya escucha voces nerviosas tras de sí. Por una fracción de segundo más se queda sentada, después contiene la respiración, cierra con fuerza los párpados y salta a la profundidad (p. 27).

Lacan (8), señalaba en su seminario, en la sesión del 16 de enero:

Lo que llega en ese preciso momento al sujeto es su identificación absoluta con ese pequeño a al que ella se reduce.
La confrontación del deseo del padre sobre el que está construida toda su conducta, con esa ley que se presentifica en la mirada de aquel, hace que ella se sienta definitivamente identificada y, al mismo tiempo, rechazada, "deyectada" (déjetée) fuera de la escena.

Se desprende de esta sesión y de la siguiente (23 de enero) que Lacan considera que la joven no piensa en la inmediatez del acto, sin apelar a nada, se tira por el borde del puente y en ese momento se constituye en objeto. El sujeto esta borrado, está en la condición de objeto, se arroja a las vías del tren y cae sobre el parapeto. Esto es lo que hace del intento de suicidio un pasaje al acto. Su cuerpo queda como deshecho. El objeto a se presenta como cuerpo que cae, queda fuera de la escena, saliendo de lo subjetivo. Se sale de lo subjetivo porque ya no hay algo que pueda ser dicho. El hecho de que no haya discurso ubica al sujeto como objeto a.

Esta argumentación entonces, es válida para hablar del pasaje al acto, sólo que como vamos a ver, a partir del estudio que realiza Jean Allouch (9), no se trata allí de un pasaje al acto, el acto producido por la joven homosexual descrita por Freud.

Allouch al contar con la biografía de la referida joven, escrita por Rieder y Voigt y al efectuar un análisis sobre las lecturas producidas por Freud y Lacan en torno al caso, habrá de concluir que no sólo en el primer intento de suicidio que tuvo la joven, sino en dos intentos más que realizó, no se puede hablar de la producción de un pasaje al acto. Allouch habrá de argumentar cómo esta joven se posicionó a lo largo de su vida en el lugar de amo. No sólo no se deja caer como un sujeto que esta borrado y que queda en la condición de objeto, fuera de la escena, sino que muy por el contrario, a través de ese gesto reiterado en que su deseo, que en cada ocasión, prevalece sobre el cuidado de mantenerse con vida, ella se construye, se establece como amo.

Allouch habrá de señalar que Lacan extrae una verdad al definir al pasaje al acto como reacción a toda súbita puesta en acto en relación del sujeto con lo que él es como objeto petit a. Sólo que habrá de enfatizar que la identificación de Sidonie Csillag (la llamada joven homosexual) como objeto a, no está allí donde Lacan la sitúa, esto es, si bien en el pasaje al acto se produce esa identificación con el objeto a, en este caso lo que va a precisar Allouch, es que dicha identificación no se produce.

Beatriz Aguad (10), a propósito de este caso, puntúa que no hay en la joven un sentimiento de ajenidad, no hay desconcierto, no hay nada que esté en ella como algo que no tiene explicación. No sabe por qué se tiró, ni le interesa.

Cuando se dice pasaje al acto, se llega a entender como si algo que no se terminó de decir, con el acto pudiese concluirse. Y el pasaje al acto se muestra de una manera totalmente distinta, pues no comporta la palabra. No hay un discurso que cierre o tramite lo que se quedó a medio decir. Se señala que en sentido estricto no hay pasaje, pues mas bien, el acto llega ahí donde el lenguaje no puede acceder.

Se enfatiza que en el pasaje al acto es la imposibilidad en la que se encuentra el sujeto en tanto y en cuanto se revela su relación como objeto a, esto es, lo revela la situación en tanto objeto a y no puede con eso.

Ahora bien, es importante señalar, porque la experiencia así nos lo enseña, que puede existir la posibilidad de que un pasaje al acto sea leído; hay casos que al estudiarlos, se pueden ubicar los momentos de viraje antes del pasaje al acto. Cuando éste ya se ha producido, tiene que articularse, es una consecuencia, habrá que localizar qué lo produjo. Nombrarlo así, como una conclusión o solución de algo, pero del que se puede hablar habiendo hecho una construcción del caso.

Cabe señalar que señalo que existe la posibilidad, bajo la consideración de que pueda no haber ninguna lectura del pasaje al acto. Allouch et al. (11), han hablado de las figuras de la locura, en donde una de ellas se muestra como un discurso a veces parlanchín, o bien precavido y que llega a utilizar el escrito en su pretensión de hacer-saber. En el otro extremo se encuentra esa figura en donde la palabra se encuentra reducida a casi nada; se presenta, señalan los autores, como resueltamente convencional, y así la locura entera parece concentrada en la sola efectuación del pasaje al acto.

Entre estas dos figuras de la locura y sus formas de hacer-saber considero algo muy puntual cuando los autores señalan:

Demasiado escrita, la primera figura no es (o es poco) leída; la segunda, demasiado actuada, casi no da pie a la lectura. Así, si bien es indiscutible que uno y otro modo apuntan a hacer saber, este objetivo nunca será más que un intento; y el hacer-saber no accede al decir, no logra encontrar en el Otro esa acogida que haría que el loco pudiera pasar a otra cosa diferente que este intento perpetuamente fracasado de transmisión de un saber. Cada caso de locura sigue siendo, fundamentalmente, arar en el mar (p.13)

Tenemos entonces trazos que se ofrecen para su lectura, a veces parecen jeroglíficos indescifrables, otras, grafitis con un código compartido y muchas veces más, grandes signos de alerta con luces centelleantes para su mayor visión, con una gran ceguera en su entorno.

Al decir que se tendrían que tener elementos para decir que se produjo un pasaje al acto, recordé en este momento que en días pasados se produjo un suicidio de parte de un joven en una de las avenidas céntricas de la ciudad de Querétaro, entonces llega un reportero de uno de los diarios de la ciudad a la Facultad de Psicología para que se dé una opinión del suceso. ¿Qué decir?... nada, sería una barbaridad empezar a hablar desde la generalidad, esto es, no se puede hablar en general de un acto suicida. Hay toda una gama de sesgos que pueden estar implicados y por lo cual, aun llevada a cabo la construcción de un caso, no alcanzará a poder terminar de dar cuenta.

Uno sólo podría intentar cercar la experiencia y que el caso pueda mostrar, por ejemplo, a propósito de alguien que no pudiendo tolerar la pérdida del objeto amado, el que llegue a posicionarse como alguien que al no tener más a aquél que se constituyó como el soporte de su falta, podría ir tras ese que se fue, para reunirse con él, por no poder soportar que falte la falta. Esta es sólo una vertiente entre muchas que se pueden desplegar a propósito de las mismas circunstancias de vida.

Otro ejemplo para localizar la singularidad de un pasaje al acto y la imposibilidad de presentar una conclusión sobre el mismo, lo tenemos en el caso de las hermanas Papin, trabajado por Allouch et al, caso de cuya locura se cita: se presenta de una manera resueltamente condensada en el solo pasaje al acto, se ha construido ya la lectura de ese pasaje al acto en que se constituyó su acto homicida contra sus patronas, como una respuesta de cuya pregunta se ignora como una solución a la situación transferencial materna. Como solución de algo que no se resolvió. Ahí se puede localizar cómo un pasaje al acto implica una situación transferencial, está dirigido a alguien. Y no obstante la lectura, tenemos también que se señala de una manera muy precisa, que ese pasaje al acto de las hermanas Papin todavía no está reabsorbido, no cesa de no escribirse.

Otro aspecto que podemos puntuar del pasaje al acto es que llega a tener consecuencias irreversibles. Existen actos en los que ya no es posible dar marcha atrás, la suscitación de un acto en el que alguien ha perdido una parte de su cuerpo, es un ejemplo, pero siempre considerando el contexto y la serie de condiciones que lo produjo, pues no es la gravedad per se lo que lo nomina como tal. Ya hablamos del caso de la joven homosexual, en donde en un tercer intento suicida se da un balazo a unos centímetros del corazón y se puede ver el argumento de por qué no fue tampoco un pasaje al acto.

Queda entonces explicitado porqué no todo acto disruptivo y excesivo es un pasaje al acto. Y podemos concluir este apartado enfatizando dos de las características mencionadas que lo distinguen:

El dejar caer como un rasgo definitivo del pasaje al acto. Y el carácter real que tiene, es decir, el ser un acto en el real.

 

Acting-out

Paso ahora a presentar algunas breves referencias en relación con el acting-out.

Lacan (12), habrá de señalar en su Seminario Los escritos técnicos de Freud, al final de la sesión del 16 de junio de 1954, que toda acción en la sesión, ya sea que se hable de acting-out o acting-in, está incluida en un contexto de palabra. Comenta que se califica como acting-out cualquier cosa que ocurra en el tratamiento. Esto de decir, sin embargo, cualquier cosa, crea ya complicaciones. Para indicar algunos de los sesgos a que se refiere, menciona que si muchos sujetos se precipitan durante el análisis a realizar múltiples y variadas acciones eróticas, y señala como ejemplo el casarse, este acto indica que es por acting-out (p.p. 355-356).

Podemos hablar entonces del acting-out como una señal enviada al analista con la finalidad de generar una interpretación. El acting-out no deja de presentar el sesgo de ser una mostración ambigua. Es una provocación para ser interpretado, pero la interpretación no alcanza el acto. Hay algo que aparece como irreductible. Algo del deseo se revela en el acting-out, pero que no lo sabemos

Este acto está lleno de impresiones imaginarias, tendientes a que el analista se enganche.

Harari (13), efectúa una lectura del Seminario de Lacan La lógica del fantasma, que considero permite cercar de una manera muy pertinente esta noción que Lacan trabajó. Refiere sobre la pertinencia que Lacan encontró en dejar el término en inglés, pues acting-out es una locución que comporta el verbo compuesto "to act out", que remite a una escena que se ha leído. Refiere un segundo tiempo, en donde se señala que lo leído ha sido leído mal y hay otro, alguien que está allí y le quiere mostrar cómo es: lo actúa. Señala Harari:

Por ende: acontece un primer tiempo, donde alguien lee mal una escena. Aparece otro, y le dice:·Te voy a mostrar lo que es esto; vamos a ponerlo en escena·y sobreviene el ·to act out·: representa la escena. Es importante tener en cuenta que esta escena está sustentada en un texto; tiene por tanto, un soporte simbólico.

Menciona algunas líneas más adelante:

En el análisis funciona también del mismo modo: el analista, como "lector" del discurso de su analizante, leyó mal. En definitiva si ha intentado leer, su objetivo no fue logrado, por lo cual es como si no hubiera leído. Por esto es pertinente aducir que el psicoanalista es el partero del acting-out. Lacan vuelca el fiel de la balanza sobre el lado del analista, modificando la manera de concebir el acting-out, en su tesitura, este no se debe a la naturaleza"psicopática" del analizante, sino al defecto de lectura del analista. Ante ello, el analizante responde ·to act out·, así glosable: "Bueno, ya que no pudo leer esto, ya que su función de analista desfalleció allí, para ayudar a resituarlo en su lugar le monto una escena, no carente de vindicación apremiante (p. 172).

Harari señala una tercera característica que mencionaba anteriormente: el acting-out implica una mostración: Monta una escena para que el Otro pueda, en el mejor de los casos, leer, intelegir, aquello que antes no captó: intelligere, leer entre líneas (p.174).

Menciona una cuarta característica en la que Lacan asevera que el acting-out sostiene la verbalización:

Si bien lo captamos en tanto efecto diferido –après coup- con nuestro operar analítico procuramos que lo montado en escena vuelva a reciclarse en lo simbólico. Incluso en el Seminario 10, LACAN es todavía más terminante, por cuanto señala –con aguda captación clínica- que el acting-out pide por la interpretación en forma aún más marcada, más apremiante que el síntoma (p. 174).

Pues agrega que el desamarre propio del acting-out convoca mucho más la búsqueda de un significante encarrilador que lo reclamado por la recurrencia -muchas veces anticipable- inherente al síntoma.

Señala como quinta característica la demanda fundamental que está implicada en el acting-out, en tanto denota una marcación en orden a que el analizante "habló" de otra cosa.

Un sexto punto a tomar en cuenta lo refiere a la participación del acting-out en el orden de lo supletorio, esto es, que implica una suplencia, aclarando que no debe ser confundida con la metáfora.

Concluye señalando:

El séptimo punto del acting-out, precisamente, alude a su condición de ser reversible, en tanto y en cuanto "apunta" a su reinserción en la cadena de lo Simbólico (cadena de la cual se ha desprendido y a la que procura retornar) (p. 176).

Podemos entonces considerar al acting-out en el análisis como un pedido de intervención.

Lacan (14), en la sesión del 20 de enero, habrá de señalar otra característica del acting-out y es que en dicho acto hay pasión. Así él señala:

Y ésta es también una ocasión para aclarar lo que yo diferencio desde hace tiempo del pasaje al acto, a saber el acting-out. Hace pasar la apariencia a la escena, montarla a la altura de la escena, hacerla ejemplo, eso es lo que en este orden se llama el acting-out a eso se lo llama también siempre la pasión.

Algo que me parece importante también puntuar, es que muchas veces el acting-out es visto con cierto malestar, pues cuando se producen esos actos de mostración, muchas veces el entorno del analizante se escandaliza y a aquellos allegados al analizante, les queda " claro" desde su mirada, que el acto o los actos producidos fueron inducidos por el analista bajo el matiz de la creencia de que fue aconsejado. Sin embargo, es importante tener presente que cuando esos actos se producen a manera de acting-out, indican un análisis en curso.

Concluyo este apartado con una cita de Lacan (15), tomada de sus Reseñas de enseñanza en la que señala:

Por eso el propio acto psicoanalítico está siempre a merced del acting out, y ya antes describimos bien las caras con que hace sus muecas. Importa destacar que la manera freudiana es muy propia para prevenirnos al respecto, pues lo sustenta primero no tanto en el mito sino más bien en el recurso a la escena.

 

La escansión en el acto analítico como otra variante del acto

Pasemos ahora a hablar del acto que se le impone al analista cuando realiza una escansión, ocurre en ese momento de efectuar el corte de la sesión, ésta se le impone al analista, no es una cuestión de entendimiento. No es un acto del orden de la razón, cuando alguien se apresura a intervenir tomado por el entendimiento, podemos decir: ENTENDÍ-MIENTO. El encuentro con un fragmento de verdad no pasa por el entender El supuesto analista miente con su entender, al acomodar sus conjeturas en una supuesta secuencia.

Lacan (1987), en su Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, en su sesión del 5 de febrero de 1964 señalaba lo siguiente:

Aquí, lo real es lo que siempre vuelve al mismo lugar, al lugar donde el sujeto en tanto que cogita, las res cogitans, no se encuentra con él (p. 57).

Esto quiere decir entonces, que no hay posibilidad de encuentro con lo real a través del pensamiento.

Tenemos así que se produce un acto por parte del analista y un reacto por parte del analizante, ya que éste habrá de constatar que hubo acto analítico, ya sea por las ocurrencias que tuvo o por los actos producidos por el analizante. La asociación es un reacto y puede haber un efecto de subjetivación. El acto se impone y hay una consecuencia.

He querido hablar de esta intervención que se le impone al analista a partir de estar ubicado en ese lugar de resonancia de la palabra del otro, pues así como esta intervención se le impone al analista (la escansión), de la misma forma hay momentos en la lectura de un discurso en análisis, en donde se impone una intervención que puede deshacer la realización de un acto suicida u homicida que se advierte como inminente.

El analista, esta advertido que hay un saber en juego que no es conciente y que se trata de que en lugar de que ese saber sea puesto en acto, que sobre ese saber se pueda rescatar algo y que el analizante pueda hacerse cargo de ese saber. El punto en cuestión es entonces, cómo lograr que se produzca un efecto de sentido que de lugar a un posicionamiento distinto y que no quede como un saber que le siga siendo ajeno.

Así como se ha venido señalando la imprevisibilidad del pasaje al acto, cabe puntuar a su vez, a manera de conclusión, que cuando la intrusión de lo real como eso innombrable a mostrarse en acto, se entrelaza con el encuentro con el azar como mala fortuna, difícilmente puede haber anticipación alguna.

 

NOTAS:

(1) S. Freud. (1992), Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina 1920, Obras Completas, Tomo XVIII, Amorrortu, Buenos Aires.

(2) J. Lacan. (1963), La Relación de objeto, Versión de la escuela freudiana de Buenos Aires, cotejada con la estenografía consultada en la biblioteca de la Ecole lacaniene de psychanalyse.

(3) J. Lacan J. (1963), La Angustia, Versión de la escuela freudiana de Buenos Aires, cotejada con la estenografía consultada en la biblioteca de la Ecole lacaniene de psychanalyse.

(4) J. Allouch. (2004), La sombra de tu perro, El cuenco de plata, Buenos Aires.

(5) J. Lacan. (1988), La ética del psicoanálisis, Seminario 7, Paidós, Buenos Aires.Versión cotejada con la estenografía consultada en la biblioteca de la Ecole lacaniene de psychanalyse.

(6) Lacan, J. op. cit. Sesiones del 16 y 23 de enero de 1963.

(7) I. Rieder y D. Voigt (2004), Sidonie Csillag, ‘la joven homosexual’ de Freud, El cuenco de plata, Buenos Aires.

(8) Lacan,J. op. cit. Sesión del 16 de enero de 1963.

(9) J. Allouch, La sombra de tu perro. op. cit.

(10) B. Aguad. (2007), Clase del 20 y 21 de abril de 2007, en el Doctorado en Psicología y Educación. Seminario de especialización en la línea de Teoría Psicoanalítica, UAQ, Querétaro.

(11) J. Allouch, E. Porge y M. Viltard. (1995), El doble crimen de las hermanas Papin, Epeele, México.

(12) J. Lacan. (1981), Los escritos técnicos de Freud, Seminario 1, Paidós, Buenos Aires.

(13) R. Harari. (2000), ¿Qué sucede en el acto analítico?, Lugar Editorial, Buenos Aires.

(14) J. Lacan, J. (1971), De un discurso que no sería de apariencia, Versión de la escuela freudiana de Buenos Aires, cotejada con la estenografía consultada en la biblioteca de la Ecole lacaniene de psychanalyse.

(15) J. Lacan. (1988), Reseñas de enseñanza, Manantial, Buenos Aires.

 

BIBLIOGRAFÍA

Aguad, B. (2007), Clase del 20 y 21 de abril de 2007, en el Doctorado en Psicología y Educación. Seminario de especialización en la línea de Teoría Psicoanalítica, UAQ, Querétaro.

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Allouch, J. (1995), Marguerite. Lacan la llamaba Aimée, Epeele, México.

Allouch, J., Porge, E. y Viltard, M. (1995), El doble crimen de las hermanas Papin, Epeele, México.

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Harari, R. (2000), ¿Qué sucede en el acto analítico?, Lugar Editorial, Buenos Aires.

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Lacan, J. (1988), La ética del psicoanálisis, Seminario 7, Paidós, Buenos Aires.

Versión cotejada con la estenografía consultada en la biblioteca de la Ecole lacaniene de psychanalyse.

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Rieder, I. y Voigt, D. (2004), Sidonie Csillag, ‘la joven homosexual’ de Freud, El cuenco de plata, Buenos Aires.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 26 - Octubre 2010
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