Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
De un analista a otro
Sergio Rodriguez

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Trataré, desde mis conocimientos y el análisis de la experiencia mía y de otros, ir recorriendo algunos de los meandros que un título tan sugerente plantea, esquivando la tentación de dar consejos. Fernando Ulloa, con el humor que lo caracterizaba me dijo más de una vez ironizando con un parafraseo del conocido verso del Martín Fierro: "un analista que da consejos, más que analista es un boludo" y excepto con respecto a situaciones muy puntuales y acotadas, coincido con su ironía. Y como mi narcisismo me dificulta ser más boludo de lo que soy, no le aconsejaré nada a ningún analista. Sólo relataré algunas conjeturas que me han ido facilitando el estudio de mis preferidos entre los que se cuentan, Freud, Lacan, Winnicott, Ferenczi, Bleger; y el continuo análisis a solas con mi Otro, en mis psicoanálisis, en controles, y en intercambios con otros colegas, sobre mi propia experiencia de trabajo. Por supuesto, incluyendo aciertos y desaciertos.

Las imparidades, un hecho de estructura

Lacan planteó que la relación sexual no existe, para agregar divertido en El Sinthôme, por eso se coge. La fundamentación del primer dicho, la dio apoyándose en Freud, en la persistencia inconsciente de la creencia infantil que las mujeres están castradas. Tomemos esta lógica. Las repeticiones de los desencuentros en la civilización, reconocen como causas primeras, la inexistencia de un instinto humano y la observación hecha por Lacan que todas las lenguas están castradas. Esto como axioma, nos permite intelegir que la relación humana tampoco existe ya que el lenguaje y las lenguas, su soporte estructural, están fundamentalmente fallidos. Por eso se guerrea. Si no hay suerte o dominio de una parte, a lo sumo se llega a treguas y se negocian convenios. Y esto es así, desde las parejas, pasando por las sociedades, hasta las naciones y bloques de naciones. Dicho de otra manera. Lo Imaginario, reconstituido tras cada operación simbólica exitosa que horada algún real, no sólo relanza la elaboración, sino que también termina volviendo a encubrir las dos fallas fundamentales, ausencia de instinto y de lengua única y totalizadora. La violencia suele ser el desemboque de las intrusiones de lo real y los fracasos de lo Imaginario. Lo que ocurre, cuando lo simbólico vía negociaciones y convenios –política-, no logra agujerear dichos reales y restaurar ilusiones imaginarias nuevamente transitorias.

De un psicoanalista a otro, si se repite este tipo de funcionamiento será indicio que se ha perdido la relación, como relación entre analistas. Advirtamos que en el Discurso del analista

el lugar del agente esta ocupado por el objeto a como semblante que cause el deseo de analizarse en el otro. O sea, como la falta de objeto, del cual sólo semblanteamos una apariencia. A pesar de los dichos comunes, no se es analista. Cuando se lo logra, se está en analista 1. Cuando al menos dos cultores de la práctica analítica conversan entre sí sobre ella, en giros más rápidos o más lentos, cada uno quedará en posición de analista y el otro en sujeto escindido causado a producir un nuevo significante. Ocurre típicamente así en análisis y controles cuando andan bien, pero también puede suceder en charlas azarosas. Y en los primeros, a veces, el analista resulta interpretado por una observación del otro que estaba en función de analizante y que en ese instante queda en analista. También puede ocurrir, que alguna formación de su propio Inconsciente le pone de manifiesto a quien está en analista, alguna resistencia en su escucha o proyecto de enunciado. También, alguna enunciación más certera para el analizante, que el sesudo dicho que estaba por emitir. Por supuesto, en general suele tratarse de otra cosa cuando un analista está dictando un curso universitario, incluso algunos seminarios que tomán la forma del discurso universitario en los que "todo el saber" queda del lado del agente en su creencia de ser referente de La Verdad.

Lo que hace de los otros un objeto para su goce, empujándolos a la angustia, el aburrimiento o la rebelión con cierto tinte histérico, indicios todos de deseos insatisfechos. Excepto ciertas situaciones puntuales en análisis de analizantes con fragilidades importantes, la posición de estar en analista tampoco puede ser la de agente de un discurso amo, que solamente lleva a hacerle producir al saber del otro mercancías deseadas por el amo con pérdida de valor para el otro. En nuestro trabajo, dinero para el analista u otros dones y efectos escasos, cuando no adversos, para el analizante.

De las sociedades de psicoanalistas

El desarrollo de la práctica psicoanalítica, las conjeturas y aproximaciones que la misma producía, a partir del relato de Breuer a Freud sobre Anna O, fue convocando a los intercambios de informaciones, conjeturas y teorizaciones a los psicoanalistas. Progresivamente los convocó también el deseo de difundir el psicoanálisis. En los comienzos, en la casa de Freud se anidaron las primeras reuniones los días miércoles. También las primeras dificultades. En 1907 según Ernest Jones en su biografía de Freud, éste envió una esquela a los participantes con la siguiente propuesta:

"Deseo informarle a Ud. que me propongo, al comenzar este nuevo año de trabajo, disolver la pequeña Sociedad que había tomado el hábito de reunirse todos los miércoles en mi casa, para hacerla revivir inmediatamente después. Una breve nota que Ud. envíe antes del 1º de Octubre a nuestro secretario, Otto Rank, bastará para renovar su carácter de miembro. Si hasta esa fecha no recibimos información de Ud. supondremos que no desea reinscribirse. De más está subrayar lo mucho que me complacería su reinscripción. Permítame que le exponga el motivo de esta resolución, que acaso le parezca superflua. Bastaría tener en cuenta los cambios naturales en toda relación humana para suponer que para uno u otro de los componentes de nuestro grupo el ser miembro del mismo ya no represente lo mismo que significó años atrás, bien sea porque se haya extinguido su interés en el tema o su tiempo disponible, o bien su forma de vida, ya no le permiten asistir a las reuniones, o a causa de compromisos personales se vea en la inminencia de un alejamiento. Cabe suponer que en tal caso pudiera continuar siendo miembro de la Sociedad, ante el temor de que su renuncia pudiera interpretarse como un acto inamistoso. Para todos estos casos, la disolución de la Sociedad y su posterior reorganización tiene el propósito de devolver a cada uno su libertad de separarse de la Sociedad sin perjudicar con ello sus relaciones con las demás personas de la misma."

Se advierte en la cuidada redacción, que Freud ya notaba tres dificultades para un lazo social tan simple, como cambios en las relaciones entre los miembros, extinción del interés en ellas, modificaciones en la forma de vida, tiempo u otros compromisos relacionales que pasaran a funcionar como más importantes. Delicadamente se refiere a las diferencias que las relaciones con otros ofrecen, las diferencias que en cada uno se van produciendo y como consecuencia hacia el grupo en cada uno, durante el tránsito por la vida y los cambios de valor que se van asignando durante el mismo a esas relaciones. También la necesidad de las mismas. Ya habla de una secretaría y de necesidades financieras para pagarla.

Advertía así, tempranamente las paradojas de las relaciones sociales y también causas de sus fallas. Son necesarias para llevar adelante cualquier proyecto, pero cada integrante acude acuciado por sus deseos y sus modalidades de goce singulares, en consecuencia desde su narcisismo. Al ser necesarios los otros, dichos deseos y goces inevitablemente se encontrarán en conflicto con deseos diferentes de los de cada uno de los demás. Necesariamente las organizaciones artificiales de masas disimulan dichos conflictos temporalmente, por identificación entre sus miembros, a través de la identificación al/los jefes. Pero antes o después, estallan entre los mismos jefes y/o entre los identificados. Y así, sigue girando el carrusel de la castración en las relaciones humanas, buscando lo imposible de saber, por lo menos en ese punto y momento.

Atenúan los estallidos, la peculiaridad de los agrupamientos analíticos de más allá y más acá de las veleidades de algunos caciques. Se atenúan gracias a que en ellas no se juegan con demasiado peso, poderes para manipular o a alcanzar. Cuando ocurre, suele reducirse a pequeños círculos de mareados por la pulsión de dominio, que son mirados abstinentemente por la mayoría de los otros psicoanalistas. En cambio sí, pesa más que en otras organizaciones el hecho de que la mayoría arribamos al interés por el psicoanálisis, acicateados por severas dificultades subjetivas y por el deseo de resolverlas de maneras menos sufrientes. Lo que nos condujo a analizarnos, a estudiar y practicar esa extraña combinación de arte, a lo menos artesanía, y ciencia que es nuestra disciplina. Lo que hace algo que referí antes más sucintamente, que nuestras instituciones estén integradas por personas con diferentes psicopatologías previas, resueltas con diferente suerte. Lo que suele manifestarse en las vida de las mismas en conflictos con formas diversas y grados disimiles de tensión.

En este contexto

Cada analista, trasmite a sus analizantes su saber hacer con el Inconsciente, a la vez que sus faltas de saber hacer con el mismo. Sería mejor que no, pero creo que es casi imposible que no suela trasmitirle también, algún o algunos rasgos identificatorios. Difícilmente logre no hacerlo totalmente. Lo mejor ocurre cuando el analista psicoanalizando a su analizante, funciona lo suficientemente bien 2, como para trasmitirle el casi inefable Deseo del analista. Aproximadamente enunciado por Lacan, como el de establecer la máxima diferencia entre el a y el Ideal 3. O sea entre las falencias que causan deseos, y los blasones, modalidades de goce, códigos unificantes, del contexto familiar del cual proviene y/o del contexto social en el cual se desarrolla, incluyendo las sociedades psicoanalíticas. Por ejemplo, creo que lo fundamental que le trasmitió Freud a Lacan y sin conocerse presencialmente, fue la curiosidad, lo que no excluye que la misma como en la mayoría haya estado basada en la sublimación de la curiosidad sexual infantil de ambos. Curiosidad por el alma humana y por las teorías y la práctica del psicoanálisis. No por nada Lacan, a su primer derrotero público en el movimiento psicoanalítico, lo llamó Retorno a Freud. No se trataba solamente de luchar contra la ego psychologie que se había hecho fuerte en lo menos notable y freudiano de Freud, sus afirmaciones contradictorias de un capítulo a otro sobre el fortalecimiento del yo en El Yo y el Ello. Investigó , curioseó, en las verdades más importantes de sus textos. En esa investigación, fue encontrando sus diferencias. Culminó entre La carta de disolución de la Escuela Freudiana de París y en su Seminario de octubre de 1980 en Venezuela, al centrarlas explícitamente diciéndonos que su herencia fundamental eran los matemas de discurso y el nudo Borromeo, dejado este último, en lugar del esquema dibujado por Freud en el Yo y el Ello. En consecuencia, recibió de Freud no sólo su curiosidad por lo producido por sus principales antecesores Fechner, Ramón y Cajal, Kraft Ebing, Breuer, sino también su espíritu de independencia crítica. Lo que no es lo mismo que oposicionista. Así, produjo a ojos vistas, una nueva vuelta ascendiente en la teoría y la práctica del psicoanálisis.

La autorización de los analistas

En el seno de estas dificultades y facilitaciones para las relaciones entre analistas, la cuestión de la autorización para el ejercicio del psicoanálisis muestra complejidades equivalentes. La afirmación de Lacan, " D’abord un príncipe: le psychanalyste ne s’autorise que de lui même" ("el psicoanalista no se autoriza más que de si mismo") 4 propone una gran verdad, pero como toda verdad, es una media verdad. Es verdad en el sentido que el que ejerce el psicoanálisis logra disponer todo su saber hacer sin inhibiciones, para lo cual debe sentirse autorizado desde su saber inconsciente sobre sí mismo, en dicho trabajo. Entonces, ejercerá su oficio con todo el vigor que el nudo borromeo del cual es objeto y como consecuencia la fuerza de su Deseo del analista, le permita. El análisis del analista tiene la función clave de facilitarle transformar favorablemente la confrontación de sus subjetivaciones con lo real, y que en ese tránsito vaya tomando cuerpo y adquiriendo fuerza el Deseo del analista. ¿Qué quiero decir con esto? Dicho deseo no precipita de los libros o las revistas de psicoanálisis, sino de la imperdurable falta de saber sobre lo inconsciente de cada hablante ser que nos consulta. Las que generan nuestro deseo de colaborar con él en la búsqueda de sus claves, al servicio de atenuar sus sufrimientos sobre la base de "no ceder en sus deseos", frase que extraigo de Lacan en el Seminario sobre la ética del psicoanálisis. Claro que entiendo a los deseos, no cómo la cara imaginaria con que se nos presentan –matar a x- por ejemplo. Sino, a que la tramite por vía de lo simbólico, para su realización en acto. Que puede llevar por ejemplo a la separación definitiva de ese x , sin necesidad de matarlo efectivamente. Que alguien se autorice de sí mismo, no queda decidido porque ese alguien cuelgue un título o alguna institución lo reconozca en la función de psicoanalista. Puede abrir las puertas de su consultorio y recibir pacientes de las fuentes de derivación que haya sabido conseguirse. Pero con el pasaje del tiempo advertirá, que así como entran se "le" 5 van, o, con los que se le quedan no pasa nada. Son golpes que van produciendo un círculo vicioso, pues el ánimo del proyecto de analista decae y su escucha y operatoria analítica se torna más deficitaria. Nunca más exacta la observación de Lacan sobre que el Otro como consistente no existe, está castrado. Imaginariamente suele representarse encarnado en alguien, en sistemas institucionales o como instituciones en sí. ¿De lo analista qué hay en cada uno de nosotros, puede dar cuenta gente que no se haya analizado con nosotros? Por supuesto que dar cuenta, no pasa por la calificación adjetivante, emitida desde la conciencia de una persona. Pasa, por las modificaciones que se hayan producido en el presente de esa persona en lo que hace a tramitar lo real que la vida le va presentando. Se presenten con la forma de repeticiones tipo automaton, o sea repeticiones en función del saber que no se sabe, del saber inconsciente, reprimido. O como tyche, reales radicalmente sorpresivos, en comparación con las dificultades previas que lo hubieran llevado a analizarse. Hay otro tipo de casos, las pre psicosis y las psicosis desencadenadas, en los que el buen trabajo del analista se aprecia por desestabilizaciones que haya logrado evitar, o capear con menos daño.

Creo que los jurados de reconocimiento en las instituciones lacanianas, promovidos por el propio Lacan a pocos años de su apotegma primero específicamente en 1967, a través del agregado de "algunos otros", tuvo la intención de ponerle límite a aquellos sí mismos muy encerrados narcisísticamente. Pero no dejan de parecerse a los que deciden sobre la titularidad o la función didáctica en las asociaciones de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Las mayores esperanzas de él, se depositaron en los Jurados de Pase para nominar Analistas de la Escuela. Según mi punto de vista, dicho trabajo adolece del mismo defecto de estructura que considero existe en la proposición de Lacan y que es una de las razones del fracaso hasta ahora, del mecanismo del pase en los lugares en que éste existe. Dicha razón hace a la constitución de los jurados, tanto para Analistas Miembros, como AME. Al ser producto de elecciones realizadas en instituciones organizadas para la formación de analistas y para la trasmisión del psicoanálisis, no pueden quedar al margen de las alternativas transferenciales inherentes a cualquier institución. Ellas salpican a los jurados para AME, y obstaculizan un acto tan comprometido como el pedir hacer el pase, en aspiración a ser nominado AE. Esto no depende de la situación en tal o cual momento de una institución ya que cualquier resultado electoral, lo sabemos bien, no es más que la medición del ranking de los enamoramientos en cada momento de la masa. Si realmente se quiere diferenciar grados de jerarquías, es impertinente colocar en el origen una metodología pertinente para definir liderazgos.

En el último trabajo que escribió Ricardo Estacolchic, y que a posteriori de su muerte fue publicado por www.psyche-navegante.com , a partir de la lectura de un libro de Safouan se hizo el siguiente planteo: Lo escribió bajo con un único subtítulo, Problemas de código, que da la clave de todo el artículo. Algunas citas.

"En un libro publicado en 1987, "Lacan y la formación de los analistas", M. Safouan escribe que a su juicio todos los análisis conducidos en el clima del lacanismo parisino se habían estrellado ‘contra la anticipación del final del análisis así como los de Freud se estrellaron contra la roca de la castración’. (El libro está escrito 20 años después de la ´Proposición’ 6 lo que da a pensar que finalizaron una buena cantidad de análisis) ¡Es muy elocuente!

Él no dice que ‘algunos análisis se estrellaron’. Dice. ‘Todos’ ¡Todos! /…/ ¿Cómo fue que tantos ‘ex analizantes’ pudieron acordar en la ‘conclusión’ con sus "ex analistas"?

La única respuesta que conozco es: ¡Por el Código!

Un final ‘anticipado’ es, evidentemente aquel que confirma el sistema de contraseñas que el Código acarrea, está previsto, confirma el saber previo, no lo pone en cuestión.

Se puede conjeturar que las parejas mencionadas han confluido (explícitamente o no) en su aspiración a compartir el Código y a revalidarse mutuamente.

Este tipo de cosas no nos deberían interesar ya que creo que un poco más o un poco menos, todo análisis está sujeto a una ‘aspiración al Código’. En caso de que la mentada aspiración sea la reina del juego, la aventura analítica puede devenir en un chico que hace bien la tarea llevado por un maestro circunspecto y satisfecho del deber cumplido por haber preservado la torre o el edificio psicoanalítico."

A esa altura llevaba algunos años formando parte de Jurados de pase y de confirmación (Sigmund Freud de Rosario, Escuela Freudiana del Uruguay, EFBA). Dicho de otra manera, escribe no solamente por lo que leyó en Safouan, sino también a partir del análisis de su propia experiencia en dichas funciones. Otro inconveniente es, donde existe, la nominación vitalicia. La considero inadecuada pues parto de la idea lacaniana de que lo que fundamenta a un sujeto para el ejercicio del psicoanálisis es, no única pero si principalmente, su relación con el Deseo del analista. Éste, precipitado durante el propio análisis del analista, puede sufrir diferentes alternativas después del final del mismo ya que es algo que no se aprende, sino que se desprende de las vicisitudes borromeanas del hablante. Por ejemplo, forma parte de la experiencia cotidiana, comprobar el efecto resistencial de alguna depresión de un analista en su práctica. Y es lógico. Si hay depresión, hay repliegue narcisístico, aplastamiento del sujeto por su yo 7, y por lo tanto malas condiciones para soportar el Deseo del analista.

Lo que escribo no significa en lo más mínimo ignorar el aporte realizado por Lacan al psicoanálisis con el invento del mecanismo del pase. Por el contrario. Lo puedo decir desde el a posteriori de unas experiencias, aunque no haya seguido todos los cánones de la propuesta de aquel. En tres oportunidades hablé de mi análisis ante quienes podríamos calificar de pasadores. En una, a pedido de quien se propuso a escucharme. En otra, de manera contingente. Pero retroactivamente puede entendérsela como a causa de mi demanda. Y en la última, a manifiesta proposición mía. En las dos primeras oportunidades ante miembros de una institución a la que había pertenecido, y a la que ya no pertenecía. En la tercera, ante colegas de un país extranjero. Como se puede advertir, leído retroactivamente, el paso lo di porque quienes se constituyeron en pasadores merecían mi confianza en tanto no estaban comprometidos con pasiones transferenciales que me incumbieran. En dichas situaciones, cada uno de ellos, básicamente escuchó. Hubo pocas puntuaciones analíticas, y en algún caso lo escuchado dio origen a asociaciones por parte de alguno de los que escuchaban, sobre su propio análisis. Lo que puedo agregar es que las tres experiencias me produjeron diferentes reacciones, pero todas en la dimensión de la conmoción subjetiva, registrada en el terreno de las sensaciones y de posteriores efectos en el campo del acto incluida la escritura.

Quede claro entonces, que creo muy conveniente a la ética del psicoanálisis, la experiencia del pase. Por esa razón considero, que en pro de su éxito, la misma no debe terminar en una nominación, que mas allá de las buenas intenciones, cuelga un título que la tiñe mal. Teniendo en cuenta todas estas consideraciones opino que hay que sostener y trabajar el mecanismo del pase. Que la facturación del mismo no debe dar como "resultado" una nominación. O sea, el que se implique, lo hará a puro Deseo del analista 8.

Los psicoanalistas y las legislaciones estatales

Finalmente una cuestión que no podemos seguir pensando en la Argentina, desde los mismos condicionantes en que la pensó Freud para escribir, ¿Pueden los legos ejercer el psicoanálisis? A diferencia de Viena, comienzos del siglo XX, estamos en nuestro país y a comienzos del siglo XXI. Existen además de las facultades de medicina muchas de psicología que otorgan títulos habilitantes y en las cuales el estudio de la teoría psicoanalítica tiene un gran peso, con la inclusión de las valiosas teorizaciones de Lacan, además de las de Freud, Winnicott y algunos otros psicoanalistas de verdadero peso conceptual. Sabemos que el estudio de la teoría solamente, no sólo no asegura que alguien resulte un psicoanalista eficaz, sino que lo obstaculiza. Sólo el análisis del analista, desbrozará la ruta de resistencias a la escucha de lo inconsciente y generará el nicho ecológico 9 que aloje el Deseo del analista. Pero eso no es garantizado ni por instituciones tipo IPA, ni tampoco por ninguna otra debido a las razones dadas anteriormente. Mientras, es un hecho positivo evidente, que el psicoanálisis ha podido ampliar su campo de acción a las psicosis como efecto de su desarrollo teórico y práctico y también del desarrollo de los psicofármacos. Pero tratar casos graves exige como mínimo al analista en cuestión, sentirse autorizado legalmente. De lo contrario, los temores a cualquier derivación legal que se pueda producir por dificultades en el tratamiento, lo enfrenta con los fantasmas de los juicios por mala praxis y derivados, obstaculizándole la necesaria tranquilidad y libertad de procederes.

Sabemos también que ningún título profesional garantiza nada y que en todas la profesiones y oficios, también en el psicoanalítico, hay idóneos sin título universitario que suelen ejerce mucho mejor que otros con título. Acude en este momento a mi memoria el caso de alguien que hace unos años, llegó a un alto cargo en el laboratorio de análisis bioquímicos del Instituto del Diagnóstico y luego se descubrió que no tenía título habilitante, lo que le generó un fuerte problema con la justicia. Sin embargo todos coincidían en la capacidad y virtuosismo con que durante gran cantidad de años, había llevado adelante sus responsabilidades.

Pero las sociedades no pueden ser legisladas en función de casos particulares, sino siguiendo trazas generalizadoras, a partir de la media. Los psicoanalistas no debemos aparecer considerándonos excepción, pues sino nos mostraríamos transgrediendo leyes, para conducir tratamientos que se fundamentan en analizar en los pacientes sus relaciones conscientes e inconscientes con deseos, goces y leyes que reglamentan al malestar en la Cultura. Lo que resulta una paradoja que no puede no traer aparejada dificultades en la tarea.

Notas

1 Así lo trasmitía Fernando Ulloa en los análisis de control. Tuve el gusto de hacer uno con él durante cuatro años, y luego a pedido en otras oportunidades más.

2 Diría Donald Winnicott

3 Los Cuatro Conceptos del Psicoanálisis. Jacques Lacan

4 En la Proposición del 9 de octubre de 1967.

5 Frases típicas: "Se me fueron varios pacientes, si tenés, derívame." Formulación ambigua que puede ser interpretada tanto en el sentido que se le envíen pacientes, como que se lo derive a algún otro.

6 Y por lo tanto, seis años después del fallecimiento de Lacan

7 José Grandinetti: "El duelo imposible en la melancolía", Psyché, N° 32

8 Varias de estas cuestiones las he planteado ya en primer libro de mi autoría exclusiva que publiqué: Des-Con-Cierto- Editorial Odisea 2001.

9 Como gustaba decir Fernando Ulloa.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 25 - Diciembre 2008
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