Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Delmira, La encrucijada del deseo
Ensayo sobre conjeturas
Gustavo Guerra

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Montevideo
guardó luto
No lució, solo guardó

No ha lugar
a hipocresías
Solo íntimos
Pocos negros corazones

¿Quién podía defender
aquél escándalo

Fue esa alcoba
infierno y paraíso
inmolada te trocaste
de persona en poesía

Tragedia y misterio
fueron crónica
solo tinta para diarios

Lahar de sinrazón
Incontenible fue tu vida

La locura
sólo es dueña
en golondrinas
de almas puras

Tu enagua manchada
de sangre, Delmira
nada más eso
tu sangre sangrada
de enaguas,
de locas pasiones...

(Donde va la luna)

Libro inédito

"Entonces mojó la pluma hasta el fondo,
y en un relámpago,firmó, dejando a guisa de rúbrica
un borrón que anunciaba la salpicadura de sangre"

Manuel Ugarte
(Revista "Mentor" Mdeo, enero de 1943)

Introducción…

Trágica historia de amor, o de amores. Conmovedora para muchos, basta ver cuanta letra ha producido, no sólo sobre su poesía sino aún más sobre su laberíntica vida.

Delmira se volverá víctima de mis conjeturas porque hay algo que la condena y a la vez me perdona, tendrá que hacerse cargo que ha devenido mito y como tal se ha tornado propiedad imaginaria de cualquiera de nosotros.

Su historia ya no es suya es de quienes alguna vez gozamos, sufrimos, transgredimos y nos sentimos morir o deseamos matar por amor.

Diré someramente que a partir de mis propios vínculos y de mi experiencia profesional, se instala esta fermental inquietud de interrogarme sobre este sentir y surge como uno de los tantos paradigmas posibles de lo femenino la figura y el alma de la poetisa.

Paradigma exacerbado que se desborda para amplificar aquellos enigmas, para exponerlos como mirados con aumento.

No será éste un estudio psicoanalítico ni un atrevido análisis literario, sino tal vez, sea una forma más - espero que por momentos, diferente a otras - de explicar esta dramática conjunción de vidas y afectos que devino en terrible final.

Un solo verso del poema colocado a manera de epígrafe, durmió un año entre papeles, hasta que logré componerlo en una noche febril de diciembre.

Casi dos años después de concluido, llega a mis manos, como demostración de profundo afecto de mi compañera, "Cartas de amor" (1) libro que motivó el comienzo de este breve ensayo.

Salvo alguna que otra consulta, he trabajado prácticamente en exclusiva con él, lo he descompuesto para reorganizarlo a mi manera y poder así transmitir mis propias conclusiones.

Veamos, en un inicio, esquemáticamente el desenlace de los acontecimientos más importantes.

Breve reseña cronológica y contexto histórico

1886: Nace en Montevideo Delmira

1900: Surgimiento de una generación de escritores y sobre todo escritoras que marcan un punto de inflexión en la literatura uruguaya.

1907: Bajo la presidencia de José Batlle y Ordóñez se decreta la primera ley de divorcio

1907: Publica Delmira "El Libro Blanco"

1908: En marzo se conocen Delmira Agustini (21 años) y Enrique Job Reyes (22 años), mantienen un noviazgo de 5 años.

1910: Publica "Cantos de la Mañana"

Delmira contacta con Manuel Ugarte (35 años). Ella le envía sus dos poemarios, "El Libro Blanco" y "Cantos De La Mañana".

1913: 14 de agosto, casamiento de Delmira y Enrique, Ugarte será uno de los padrinos.

1913: Última publicación en vida, "Los Cálices Vacíos"

Se agrega como causal de divorcio en Uruguay, la sola voluntad de la mujer. _Legislación pionera para la región, las leyes de divorcio fueron promulgadas, en Brasil en 1977 y en Argentina en 1986.

1914: 5 de junio, (menos de un año después) se divorcian.

Luego del divorcio se ven algunas veces como amantes, en una pieza de la calle Andes 1206.

3 de julio (apenas un mes después del divorcio) Enrique mata a Delmira (28) y se suicida.

Obras póstumas publicadas "El Rosario de Eros ", "La Alborada" (que contiene algunos de los últimos poemas) y "Los Astros Del Abismo "

El Escenario

Una Montevideo que se escindía del interior, se ponía de espaldas a éste, para mirar al mar, a Europa e imitar su refinamiento, llena de contrastes y mundos paralelos donde coexistían la pobreza sumisa y la opulencia infame sin que nadie se escandalizara.

Contrastes del tránsito entre la barbarie y la civilización (José Pedro Barrán), ciudad que además se despegaba fuertemente del resto de la región. Asombrosa para los viajeros europeos por sus costumbres desprejuiciadas, por cierta laxitud en su moral y buenas costumbres, por el sorpresivo aspecto de sus habitantes marcadamente diferenciados de la América indígena y producto de la inmigración de sus conquistadores.

Pero al mismo tiempo con un contralor social, un sofisticado panoptismo al estilo de una aldea pacata e hipócrita que no dejaba de ejercer presión sobre sus habitantes y de escandalizarse ante cualquier desviación que se hiciera pública.

Montevideo de ranchos, de hambre, de esclavos, de pestes arrasadoras; de sedas, cristalería y mobiliario francés, de ferrocarriles ingleses, de hacendados amos y señores de todo lo que se veía más allá el horizonte.

 

Multiplicidad de escenas…

(1) Págs. centrales

La de la boda

Haciendo foco…

El fotógrafo ha logrado reunir a los invitados, los ha distribuido a ambos lados como formando un corredor, pretende abarcarlos a todos. ¿Quién podía quedar fuera de aquel acontecimiento?

El artista sabía que rescataba una imagen de un acontecimiento preponderante en la sociedad uruguaya. ¿Sabría la dimensión que cobraría un tiempo después?

Un ramo de flores sobresale pareciera marcar la sección áurea de la obra, apenas a la izquierda, los novios.

En su afanosa intención de capturarlos a todos ha logrado una singular perspectiva, los protagonistas de la boda están curiosamente al fondo, parecen más pequeños que el resto, sin embargo el fondo se torna figura, un juego gestáltico los envía a primer plano.

No puedo quitar mí vista de esa zona de la foto, hay como un túnel de parientes y amigos, parecen cautelosamente, robarse espacio para ser identificados.

En el fondo la pareja de novios, para un observador inadvertido, nada mas, pero por detrás como queriendo estar, aunque no demasiado, con un tercio de su cara oculto tras el velo de la novia, uno de los testigos de boda y a su vez quien ocupa el tercer vértice de un triangulo fatal.

Triángulo que se delinea a partir de la posición que cada uno asume, la anuencia de Enrique, el doble juego de Delmira y la respuesta seductora de Manuel.

Esta instantánea congeló para la posteridad el momento en que se coloca la piedra fundamental para la construcción del infierno de Delmira, quien en ese momento esta pensando lo que luego confesará en una carta a Ugarte:

"Para ser absolutamente sincera, yo debí decirlas; yo debí decirle que Ud. hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi absurda luna de miel... Lo que pudo ser a la larga una novela humorística, se convirtió en tragedia. Lo que yo sufrí aquella noche no podré decírselo nunca. Entré a la sala como a un sepulcro sin más consuelo que el de pensar que lo vería. Mientras me vestían pregunté no sé cuántas veces si había llegado. Podría contarle todos mis gestos de aquella noche... La única mirada consciente que tuve, el único saludo inoportuno que inicié fueron para Ud. Tuve un relámpago de felicidad. Me pareció un momento que Ud. me miraba y me comprendía. Que su espíritu estaba bien cerca del mío entre toda aquella gente molesta. Después, entre besos y saludos, lo único que yo esperaba era su mano. Lo único que yo deseaba era tenerle cerca un momento. El momento del retrato... Y después sufrir, sufrir hasta que me despedí de Ud... Y después sufrir más, sufrir lo indecible...

Ud., sin saberlo, sacudió mi vida. Yo pude decirle que todo esto era en mí nuevo, terrible y delicioso. Yo no esperaba nada, yo no podía esperar nada que no fuera amargo de este sentimiento...". (2)

Comentarios

Las construcciones de Delmira…

Mucho se alude, e incluso ella hace referencia a la rústica figura de Job Reyes.

Pero, de las cartas del propio Reyes, nadie podría inferir que fuera una persona tan rudimentaria. Si, tal vez, en contraste con la sensibilidad de un intelectual como Ugarte y otros poetas, pero a mi entender la propia Delmira construye y confronta ambos personajes.

Pareciera necesitar más del "vulgar" para alimentar la carne y del "refinado" para saciar el alma.

Delmira reproducirá en su fantasía y accionará en función de ella, para que una y otra vez exista esta confrontación entre las figuras masculinas de su mundo, encuentro de gladiadores en la arena, contrapunto entre rivales que despliegan una danza infernal.

Una Delmira dividida da cuenta de ello hasta en su forma de relacionarse.

Carlos Martínez Moreno fue uno de los primeros novelistas uruguayos en centrar el tema en lo erótico.

"Se ha dicho que Reyes la amó sin comprenderla y la mató de despecho, cuando la historia auténtica seguramente es muy otra y el verdadero motor fue en esa historia el demonismo semiangélico y semicarnal de la niña montevideana. Ella fue el centro de su drama, no el amor ni los celos ni el despecho ni el honor de un pobre aprendiz de corretajes, que le escribía prometiéndole lavar en sangre las manchas de su honra, manchas que ante la historia no cuentan, porque no cuentan allí lo bueno y lo insólito, porque no puede contar el pundoroso pequeño burgués delante del genio y de la gloria, porque no cuentan las desventuras del zángano aunque la abeja real, en esta extraña historia, también muera. Ella provocó el encuentro, ella provocó su muerte, ella fue la empresaria".

La otra mitad, Carlos Martínez Moreno, 1966.
Extractado de Delmira, de pasión y de muerte. Aldo Roque Difilippo. Revista Letralia (Internet)

Las escenas de trasgresión: Una escalada de triangulaciones

En los primeros encuentros con Enrique, ya Delmira perfila su necesidad de hacer equilibrio por los desfiladeros de su mundo femenino.

¿Será su madre un ser temerario de quien ella deba cuidarse o también la inventa como figura represora ?

En carta del 8 de agosto de 1908 le ruega: "Por favor no vuelvas a la imprudencia del sobre. Para mi es un placer pero peligrosísimo. (Las negritas son mías) y continúa… No aludas para nada mi correspondencia secreta."

Extracto un pensamiento por demás acertado de Idea Vilariño: "Quien repite esas advertencias, parece alguien sometido a un régimen de terror o de extremo rigor. Yo no le creo siempre a Delmira; puede estar dramatizando. Y, además, aunque sepamos que la señora era una madre neurótica y dominante y, según sus fotografías una mujer fea y descomunal, hay suficientes datos para creer que Delmira la quería y que no vivió aterrorizada."

Sino todo lo contrario algunos sostienen que era la consentida.

Cuando uno lee las cartas de Delmira a Enrique se queda con la sensación de que operó allí por parte de ella una paulatina, sistemática e idílica construcción.

Creó un hombre mítico imposible de ser encarnado.

Lo apoteósico toca su cenit, cuando comienza su "amantazgo" con su ex esposo.

Delmira parece decirnos: dentro de la ley nada, fuera de ella todo.

Tiene necesidad de sostener disociados el sexo y el amor.

La embriagan hasta la locura, las figuras de "lo prohibido", de "lo imposible", de "lo intangible" y hacen que su sentir se trastoque hasta el punto de "Lo Inefable", poema que parece no remitir a otra cosa que a lo innombrable (por definición) y lo inaccesible de su deseo. Me refiero a su deseo inconsciente, fuente de angustia neurótica y traducida a una insatisfacción permanente e insaciable. Cabeza de Dios entre las manos anhelada e imposible.

LO INEFABLE

Yo muero extrañamente... No me mata la Vida.
No me mata la Muerte, no me mata el Amor;
Muero de un pensamiento mudo como una herida...
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

De un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
Devorando alma y carne, y no alcanza a la flor?
¿Nunca llevasteis dentro una estrella dormida
Que os abrasaba enteros y no daba un fulgor?...

¡Cumbre de los Martirios!... ¡Llevar eternamente,
Desgarradora y árida, la trágica simiente
Clavada en las entrañas como un ardiente feroz!...

¡Pero arrancarla un día en una flor que abriera
Milagrosa, inviolable!... ¡Ah, más grande no fuera
Tener entre las manos la cabeza de Dios!

Aquello inasible la exaspera, pero la dispara al infinito, la expande por el universo, si y sólo si, logra escapar de la vulgaridad rutinaria de la convivencia, porque si ese amor que la motiva se torna terreno, se hace carne entre sábanas, ya nada sabe igual, ya no inspira su musa.

Firma algunos trabajos con el nombre de una ninfa, para la mitología, representantes de lo femenino por excelencia, destacadas por su belleza, su sensualidad, su refinada predilección por las artes, fruto de representaciones plásticas producto de la imaginería de grandes artistas.

Elige una en especial, Dafne, una de las pocas que rechaza la seducción de Apolo, motivo por el cual el dios-padre la castiga transformándola en Laurel.

Delmira-Dafne va en busca de seres poderosos que la sostengan, que la invistan, que le corroboren que existe, que vale, que puede envolverlos en su halo de misterio y seducción, pero si la respuesta es demasiado real, huye.

Crea al "primitivo", al bárbaro para la cama y al "urbano", al civilizado para sus goces intelectuales y espirituales, y genera triángulos al infinito, siempre aparece un tercero.

Todos estos Apolos o sea hombres-padres, la seducen, la enloquecen con su omnipotencia, la embriagan en su sexualidad infantil, pero le producen la contradicción de caer en lo incestuoso y por ende, en lo prohibido.

Cuando se pone candente la relación con Ugarte, aparece Manino, cuando entre ambos emerge la pasión, aparece su devoción por Ruben Darío, lo nombra su confesor y así sucesivamente.

No importa para mi análisis la cronología, estas construcciones son atemporales, como lo es el inconsciente.

 

Las escenas de seducción:

En 1913 Delmira despliega toda su sensualidad en el poema "Serpentina", tal vez máxima expresión de le metáfora de lo femenino, donde deja emerger un circulante imaginario sobre la mujer hipnótica, peligrosa, misteriosa, irresistiblemente atractiva y temible. Erótica, concupiscente, se desnuda en cada estrofa para luego ondularse y fascinarnos y lo logra también con Manino, quien desde Bs. As. le envía un soneto dedicado, en el cual le confiesa desear ser su "fakir", se genera aquí un mal entendido y la poetisa cree que se trata de Manuel Ugarte, al tiempo descubre que no, pero luego de una breve desilusión, sigue escribiéndose con Manino e inclusive le envía una foto suya.

Manino encabeza una carta de febrero del 14 con un:

"¡Hermosa serpiente!

Ya desesperaba yo de recibir respuesta a mi última, pero ha sido superado con su retrato –que ya he besado frenético-…"

Y continúa:

"Tenga el valor, dígame la verdad; cuénteme, hable…y veremos así de sustituir las misivas por constricciones voluptuosas y languideces de cálidos amores." Pág. 83 (1)

Parecía un juego inofensivo hasta que uno de los actores se arriesga y sale del libreto.

La palabra por incitación logra carnadura.

En otra carta del 14: (1) Pág. 82

"Su imagen completó la obra…tenía alma y físico…"

"…, que yo le comprendo, por que soy también, lascivo…vibramos al unísono, ya que nuestros cuerpos arden y nuestras almas como vestales alimentan ese fuego!"

Manino le devuelve lo que ella induce, pudo haber sido esa relación, una de las mas próximas a sus mas grandes fantasías, le propone: "Haga como yo: desdoble su persona en una vulgar que vive a la luz y en otra poética, ondeante, voluptuosa que actúe en la noche…"

Se atrevió él a decirle lo que seguramente deseaba escuchar de un hombre, los demás o bien lo ejecutaban o tan sólo lo sugerían con retóricos rodeos.

Otras historias similares, más o menos platónicas se tejen con Rubén Darío y Alberto Zumfelde, Ricardo Más y Ayala (las cartas sugieren que se veían)…y entre estos un anónimo escondido tras la firma de Edipo con quien se sospecha también se veía.

Delmira parece ofrendarse en cada encuentro, es un arma letal de seducción, pero debajo talvez no sea más que una frágil flor temiendo deshojarse, R. Darío la describe así: "...por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, a veces lirio por lo blanco" (Poesía Uruguaya, Colección de Oro del estudiante, El País, Pág.79) Necesita miradas, espejos que la devuelvan, que la confirmen en su existir y la lleva a una carrera frenética y voraz por encontrarlos.

Tal vez entre otras cosas, la Nena esté buscando otro padre que la sostenga, la limite y la habilite de otra forma en su ser mujer.

Algo explica en "Mis Amores":

¡Ah, entre todas las manos yo he buscado tus manos!
Tu boca entre la bocas, tu cuerpo entre los cuerpos,
de todas las cabezas yo quiero tu cabeza,
de todos esos ojos, tus ojos sólo quiero.
Tú eres el más triste, por ser el más querido,
tú has llegado el primero por venir de más lejos...

¡Ah, la cabeza oscura que no he tocado nunca
y las pupilas claras que miré tanto tiempo!
Las orejas que ahondamos la tarde y yo inconscientes,
la palidez extraña que doblé sin saberlo,
ven a mí: mente a mente;
ven a mí: cuerpo a cuerpo.

Búsquedas imposibles, deseables en tanto tales, desesperadas falacias.

 

Las escenas de sus múltiples presentaciones :

Idea Vilariño comenta, con respecto a las cartas: "Delmira se escinde al firmar como Delmira, La Nena, Yo" y continúa "Bien sabemos que quien escribe a unos y otros no es siempre el mismo, que el contenido, la escritura, el estilo cambian no sólo porque cambie quién escribe y sus circunstancias, sino, sobre todo, porque cambia el corresponsal." (1) Pág. 5

Por supuesto que Idea no se refiere a una "escisión" propiamente dicha o sea a un mecanismo francamente primario, es muy otra la "locura" en Delmira.

Muy lúcidamente se refiere a como la poetisa se comporta según el destinatario:

Para Enrique Job es "la Nena", le escribe a media lengua, juega con códigos secretos, hace chistes infantiles, pareciera simplificarse para complementarse con la sencillez de su interlocutor. La nena no sólo se infantiliza, la nena es toda la ternura del encuentro con Job, mientras hubo prohibición y distancia el amor parece inconmensurable, la nena (a medida que adquiere confianza) pasa de encabezar sus cartas con un formal Sr. Enrique o a lo sumo un más arriesgado Querido Enrique a unos "Potinguito", "Papito",Enrique mío, Enrique mi vida, Quique mío, Vida, Totito, Quique mío terido, Potolo, Quique de mi vida, Potito, Enrique mío, mío y mío, "Mi vida, Mi Quique"

Las cartas con Job representan la vida cotidiana, también se saborea la picardía de los primeros encuentros, el secreto, una Delmira distendida y juguetona lo saluda con un "Mena tarde Quique", hay pasión, ganas, ansiedad por los próximos encuentros. . Continúa Idea, "Algo sentía La Nena por él. Algo que la hizo sobrellevar esos 5 años de noviazgo; gastar tanta tinta y tanto tiempo con él." Pág. 6 (1)

Para Ugarte y los demás poetas, la forma es lo preponderante, les habla la mujer culta, la joven prodigio, de brillante intelecto, audaz, mordaz, artera y escandalosamente fascinadora.

La fragilidad persiste, pero cobra otra forma, es más bien una seductora indefensión para ser protegida por el elogio, la admiración y el permanente halago.

 

Retrato hablado

Junto con algunos comentarios que se pueden recabar y leyendo su obra, Delmira parece irradiar belleza desde dentro y potenciarla aún más en su exterior.

Por como escribe poemas y cartas, parece estar siempre pendiente de ser atractiva, se nutre, tal vez, a diferencia de cualquier otro, en forma casi adictiva de esas adulaciones. Las necesita, si no aparecen, las induce, invita a otros hombres a admirarla y parece disociar esos vínculos entre quienes desean su intelecto o su "cuerpo largo de serpiente, vibrando eterna, voluptuosamente" (1) Pág. 78

Es atrevida en su letra y arriesgada en su vida.

Son diversas las alusiones, Delmira es toda una belleza ante las apreciaciones de los hombres, como joven mujer y poeta. Como ejemplo basten algunos comentarios de Ugarte como:"… parecieron dejar caer los dioses todos sus tesoros, la belleza extraordinaria, la sensibilidad vibrante el talento sin igual."Pág. 120 "Había nacido para encantar" Pág. 121 (1) Como Aquiles la opción parecía una vida corta pero gloriosa.

 

La escena familiar:

La figura materna
¿Ancla o Grillete?

La importante figura de su madre, parece su único amarre, para no quedar a la deriva.

María Murtfeld imponente, omnipresente, físicamente invasiva, madre-matrona, infidente, censuradora, complaciente, estratega, consecuente, dulce.

En fin, llena de contradicciones, de conductas paradojales y tal vez de imágenes confusas para Delmira.

Pero definitivamente con un vínculo extremadamente estrecho diría cuasi simbiótico.

Luego de su muerte Vicente Salaverri escribía (…) "Baste decir que la señora Agustini, después de amortajar a su hija, cayó en cama y no pudo abandonar el lecho en ocho largos años." Págs. 129 130 (1)

Los varones de la familia siempre a un lado. ¿Dónde estaba ese esposo que permitió y habilitó ese eterno duelo? Tal vez perdido y ausente en él mismo, sólo un cronista y no un protagonista.

Sería bueno saber la versión de su hermano unos años mayor y según se dice, desplazado por la venida al mundo de Delmira.

Su padre parece un pasivo narrador, paciente "escriba" que con pulcritud pasa en limpio los poemas de Delmira y que apuntará en su libreta:

El 6 de j ulio del 14, "Día fatal de la Nena" (1)

Todo su núcleo familiar parece haber estado siempre a su servicio, vivieron por y para ella. Formaban parte de los tantos caprichos de "La Nena Pero no deseo tampoco marcar un despotismo por parte de Delmira, no pongamos las cosas al revés es decir ella fue en definitiva construida por su familia para ocupar ese lugar.

Bella y rebelde, frágil y a merced, confiesa su neurastenia, su insomnio y su necesidad de ser internada para reponerse.

 

La reacción del macho angustiado

Critica de Buenos Aires 7 de julio de 1914: "Los comentarios de la tragedia son a gusto de consumidor. Todos tejen una leyenda. (…)Las citas (con Reyes, después del divorcio) menudeaban sin prejuicio de otro "flirt" (un "flirt" caprichoso y nada más) con un arrogante mozo (obras de Ayala); el ex marido se sintió Otelo…" Pág. 86 (1)

Formalmente la lucha en cuanto al género es una causa bastante reciente, sin duda muchas mujeres como Delmira, traían la semilla.

Si hablamos del principio del 900, estas adelantadas no podrían ser valoradas de otra manera que como libertinas y no liberales, aunque valoradas y respetadas públicamente, seguramente eran víctimas de comentarios más íntimos, tal vez tratadas de livianas, de audaces o de locas.

Enrique parece haberse prestado para todos los juegos de Delmira y tal vez ya no valga la pena seguir subestimando ni su intelecto, ni su nivel cultural. La importancia de la figura de Enrique, radica en ser quien decidió la última jugada, el jaque mate de la partida.

Su protagonismo se vuelve central, porque si pensamos en términos de "horda montevideana" esta sería la reacción de un macho angustiado.

Un macho de la barbarie (hoy todavía encontramos ejemplares de esta especie) que se manejaba con códigos como el de pertenencia y sumisión de la mujer.

No estaba él atrasado, era Delmira quien avanzaba a pasos agigantados pasando sobre una Montevideo aldeana y primitiva que se jactaba de lo contrario.

El escándalo engendraba hasta encierros forzosos para las más casquivanas, la vergüenza y la simulación siempre van de la mano, y Delmira estaba mucho más allá de estas nimiedades.

Por todo esto estoy seguro que a Enrique no le tembló la mano, a lo mejor movido en algo por el Eros, pero si fuera lo único sería una idílica historia de amor, muy romántica y deseable de creer. Tal vez junto con ello operaba una angustia desmesurada, angustia del macho, tornada en iracunda pasión, desenfrenada por la humillación, por el insoportable peso de su cornamenta, desesperado intento de definir su territorialidad. "La maté porque era mía" rezaba una película. (#)

Enrique Job Reyes elevaba su trofeo ensangrentado ante la sociedad, monstruoso testimonio para enseñar sobre los costos de la infidelidad y de la independencia femenina.

Este episodio enlutaba además cualquier posibilidad para otras almas concupiscentes, se volvía ejemplo.

LA ESCENA FINAL

Mas conjeturas sobre "el momento"

Primero el auto reproche "para qué haber nacido", situación irremediable, luego un "tal vez más valdría estar muerto", para posteriormente tramar su venganza.

El animal mata por instinto, para alimentarse o perpetuar su especie. El hombre para sostener una homeostasis social. Para dar el ejemplo lapida, tortura y mata. "El hombre es un lobo para el hombre" dice Thomas Hobbes.

Hemos considerado históricamente que la única manera de imponer códigos y usos sociales es ésta. Especie feroz la del hombre, que no mata por hambre o perpetuación, sino por dominio, por imposición, destrucción per se, afán de hacerlo desaparecer todo sin medir consecuencias. No es por amor que se mata, sino por su reverso, el odio. La angustia del macho herido en su amor propio, es reivindicada socialmente a través de una "solución final".

Podría parafrasearse el dicho popular e imaginario que nada tiene que ver con su verdad científica, que "muerto el perro, se acabó la rabia" para nuestro caso "muerta la pecadora, muerto el pecado"

Enrique Job dejaba así su legado sacrificial para la pacata sociedad montevideana.

"Tú me dirás qué has hecho de mi primer suspiro,
tú me dirás qué has hecho del sueño de aquel beso...
me dirás si lloraste cuando te dejé solo...
¡Y me dirás si has muerto!...
Si has muerto,
mi pena enlutará la alcoba plenamente,
y estrecharé tus hombros hasta apagar mi cuerpo.
Y en el silencio ahondado de tiniebla,
y en la tiniebla ahondada de silencio,
nos velará llorando, llorando hasta morirse,
nuestro hijo: el recuerdo".

Fragmento de Mis amores de El Rosario de Eros publicado en 1924.

Parece el augurio de un fatal destino, maravillosamente trágico final de una obra, por supuesto que hay una resignificación a posteriori de lo sucedido, por parte nuestra, pero aun así por todos lados uno puede leer algo del orden de la inconformidad, algo arroja a Delmira a un vacío neuróticamente insatisfecho, la torna una romántica empedernida y la hace perseguir amorosas quimeras.

Sin embargo predestinando su hastío decide, vaya a saber uno porqué, adecuarse a las normas sociales, tal vez intentando "normalizar" su psiquismo.

Le confiesa a Rubén Darío en carta de algún día de agosto de 1912:

"A mediados de octubre pienso internar mi neurosis en un sanatorio de donde, bien o mal, saldré en noviembre o diciembre para casarme. He resuelto arrojarme al abismo medroso del casamiento. No sé: tal vez en el fondo me espera la felicidad. ¡La vida es tan rara!".Pág. 66 (1)

Ya Delmira cuatro meses antes de su divorcio recibía de Ugarte el siguiente pedido, "No sea orgullosa y estrechémonos otra vez las manos fuertemente y déjeme que me acerque bien a Ud. que la haga crujir apretándola contra mi cuerpo y que ponga al fin en su boca, largo, culpable, inextinguible, el primer beso que siempre nos hemos ofrecido" (9 de marzo del 14) Pág. 58 (1)

Entre cartas que van y vienen con Manuel, Delmira cierra con el soneto "Para una boca…" donde se hace agua entre ternuras y sensualidad, se desparrama por el cosmos en cuerpo y alma y muestra la desmesura con la que puede amar y desear.

BOCA A BOCA

Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas...
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
en sueños como un cáncer rosa…

Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente...

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible... Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡flor de tu beso que perfuma al mundo!

Para una boca

Copa de encanto y miedo en la que sueño
beber el cielo o el infierno un día;
surco de fuego donde logra Ensueño
una semilla de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio; pastilla de locura
color de sed y húmeda de llamas
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa
has de saber a más allá, tu beso
puñal de llama en vaina de embeleso
me come en sueños como un cáncer rosa!

Joya de sangre y luna; vaso lleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno…
Vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera de Placer para los lirios;
panal de besos, ánfora viviente
donde perfuma un lánguido delirio
fresas de aurora en vino de poniente…

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea;
alas del beso amenazando vuelos
y cáliz donde el corazón flamea.

Si otra vez, hacia el sol, cruzas mi vida
llamando a incendio con tañidos de oro,
cura en mis labios la tremenda herida
que nadie cierra… bésame, lo imploro!

Con asombro encontré estas dos versiones del poema donde hasta el título cambia. ¿Por qué causa lo modifica? Como de conjeturas se trata supongo que adaptó éste para entregarle una versión personalizada, o lo recorrigió luego, pensando en una futura publicación. Pero revelo haberme sorprendido y no, porque que me confirma que, como cualquiera, la poetisa usa su creación a su antojo y provecho.

Lo más significativo es que al final de este soneto le responde:

"Son mis últimos versos, Ugarte. Le ruego, no sé por qué, que al responderlos ignore el haberlos recibido."

"Son mis últimos versos en fin…"

La descripción de Manuel Ugarte ubicada a modo de epígrafe en este trabajo, recobra toda su fuerza y nos parece, hace síntesis y perfecto final para esta reflexión.

 


Manuel, Delmira y Enrique
(ampliación de la foto anterior)

"Entonces mojó la pluma hasta el fondo, y en un relámpago,
firmó, dejando a guisa de rúbrica un borrón que anunciaba la salpicadura de sangre".

Manuel Ugarte

PD: La escena de resurrección

Delmira con muy poco más que cuarto de siglo de vida deja marca en la historia y en la literatura hispanoamericana, deja un legado de dolor pero también de rebeldía y erotismo, un apego a la vida a pesar del sufrimiento.

Por esto he decidido que el legítimo epílogo quede en palabras de Galeano:

"Pero, ¿muerta está? ¿No serán sombra de su voz y eco de su cuerpo todos los amantes que en las noches del mundo ardan? ¿No le harán un lugarcito en las noches del mundo, para que cante su boca desatada y dancen sus pies resplandecientes? Pág.68 (3)

Gustavo "Tato" Guerra
Psicólogo
Otoño de 2008

Bibliografía citada

(1) Cartas de amor. Delmira Agustini (Edición, notas y epílogo de Ana Inés Larre Borges) Ed. Cal y Canto Montevideo 2006

(2) "Delmira de pasión y muerte" Adolfo Roque Difillipo Letralia Año X Nª 130 (Setiembre 2005) Cagua Venezuela (Internet)

(3) Palabras. Antología personal. Eduardo Galeano. La República (Enero1991) Montevideo

Bibliografía consultada

María Emilia Pérez Santarcieri - "Amores, amoríos y pasiones en la historia montevideana". Ediciones de la Plaza. Montevideo 2003

Autores varios - "Diccionario de la mitología clásica", Tomos I y II. Alianza Editorial (1992) España.

"La maté porque era mía" o "Tango" Francia 1993 Director Patrice Leconte (ver ficha del film)

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 25 - Diciembre 2008
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