Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Formación, enseñanza y transmisión
Edgardo Feinsilber

Imprimir página

Agradezco a Acheronta la invitación a continuar el trabajo sobre estos conceptos, de los que intentaré hacer algunas puntuaciones. Contribuye esta tripartición que propongo a la posibilidad de delimitar estos conceptos al confrontarlos unos con otros, ya que habitualmente se los confunde, lo que resulta propio por su múltiples articulaciones, amén de una ubicación diferente según la periodicidad que se efectúe en la obra de Lacan.

Transmisión

En primer lugar debemos diferenciar a la transmisión de algo que pudiera considerarse como una comunicación, puesto que se trata de la transmisión determinada desde lo inconsciente. Así debemos tomar en cuenta que hay algo transmisible y algo intransmisible en psicoanálisis. En lo tocante al llamado sujeto, que existe por su alienación al Otro al que da consistencia, la transmisión entonces lo es de y desde la determinación del Otro. Hace así a lo particular, a lo que oponemos lo singular, ahora por lo tanto en lo que hace a lo intransmisible. Si lo particular se caracteriza por ser transmisible, lo singular lo es por lo intransmisible.

Tomemos acá la exposición de Lacan "Sobre la transmisión" realizada en el 9º Congreso de París de la Escuela Freudiana de París (EFP) el 4/7/78., incluido en los Petits Écrits et Conferences. Allí habría dicho: "¿Qué es lo que hace que, tras haber sido analizante, se devenga analista? Debo decir que indagué sobre esto, y de allí surgió mi Proposición, que instaura lo que he llamado el pase, por lo cual atribuí confianza a lo que se llamaba la transmisión, si hubiera una transmisión del psicoanálisis. Ahora he llegado a pensar que el psicoanálisis es intransmisible. Es molesto. Es molesto que cada psicoanalista sea forzado, -puesto que es necesario que haya fuerza-, a reinventar el psicoanálisis. Dije en Lille que el pase me había decepcionado. Por eso es necesario que cada psicoanalista reinvente, en función de lo que ha podido cernir durante su tiempo de analizante, la manera por la cual el psicoanálisis puede perdurar".

Si la idea del pase como procedimiento se basaba en la posibilidad de la transmisión integral por medio del discurso, lo intransmisible del psicoanálisis está más allá del sujeto que así se determina. De allí podemos intelegir que si lo intransmisible del psicoanálisis se refiere a lo singular, no hay posibilidad de transmisión sin tomar en cuenta a lalengua. La transmisión parental de lalengua conlleva a la problemática del Complejo de Edipo como una consecuencia lógica, pues el psicoanálisis sin tomar en cuenta el Complejo de Edipo constituye un delirio.

Pasemos a considerar ahora las posibilidades de lo transmisible. Lacan en El psicoanálisis y su enseñanza, incluido en sus Escritos I (pg. 428) escribió. "Es también que de ese girón de discurso, a falta de haber podido proferirlo por la garganta, cada uno de nosotros está condenado, para trazar su línea fatal, a hacerse su alfabeto vivo. Es decir que en todos los niveles de la actuación de su marioneta, toma prestado algún elemento para que su secuencia baste para dar testimonio de un texto, sin el cual el deseo transmitido en él no sería indestructible". Tenemos así planteada la cuestión de la transmisión del deseo, a la que hay que adicionarle la transmisión del falo. Lacan en el Seminario 23 El sinthoma en la clase del 10/2/76 afirmó que "el falo, eso que se transmite de padre a hijo, es un transmisión manifiestamente simbólica". A estas posibilidades de la transmisión del deseo y del falo, hay que adjuntarles otra especie que hace a la existencia de la doctrina psicoanalítica. Así en el texto de los Escritos al que anteriormente nos referimos, también registramos:(pg. 438): "La institución internacional que Freud fundó para preservar la transmisión de su descubrimiento y de su método".

Por lo que podemos concluir que la transmisión del deseo indestructible y la del falo, amparadas en la subsistencia del método psicoanalítico, se encuentran en otra dit-mensión (mención y mansión del dicho) de la que hace a lo intransmisible del psicoanálisis; éste debe inventarse cada vez con cada analizante, amparándose a su vez en su método, pero no entendido como un encuadramiento. Si esto es la consecuencia de la degradación de lo moral a la costumbre, lo intransmisible propone una moral abierta lo Real en la consecución de su ética.

Enseñanza

En este mismo texto de los Escritos llamó a uno de sus subtítulos: ¿Cómo puede enseñarse lo que el psicoanálisis nos enseña? Lo entendemos como una enseñanza que se refiere a la doctrina: desde los conceptos hacia los fundamentos.

En el Congreso de la EFP de 1970 Lacan articula la consecuencia de la enseñanza para el psicoanalista con lo que es objeto de la misma. Así propone que "al ofrecerse a la enseñanza, el discurso analítico conduce al psicoanalista a la posición de analizante", en tanto que la enseñanza lleva "a no producir nada de ‘maitrisable’, a pesar de la apariencia, sino a título de síntoma ". Podemos entender lo de ‘maitrisable’ como lo que es enseñable tanto como lo que se constituye en significante amo, es decir que se refiere a lo inconsciente. Es por su relación a lo sintomal que toma forma la enseñanza; así se trata de un enigma a descifrar que se sostiene en un real que lo causa, y que se mantiene como tal. Es lo real del síntoma el que al enlazarse a lo simbólico provoca un descifre, al tiempo que se mantiene como un imposible que continúa generando enigmas.

La posición de analizante no debe confundirse con el lugar del analizante, pues aunque analista y analizante hablen, puesto que tienen cosas que decir -también el analista tiene cosas que decir al analizante-, la determinación del analista por la abstinencia lo implica en su dicho de otra manera que como lo hace la asociación libre, la que rige para el dicho del analizante. Al ofrecerse a la enseñanza del psicoanálisis, el analista está incluido en una praxis donde lo conceptual y lo experiencial se convocan mutuamente, para no constituir una filosofía de la vida en la que no vale el dicho en tanto conjetural sino en tanto especulación. Entonces se tratará de entender qué es ofrecerse a la enseñanza, y si se puede prescindir de ese espacio.

En el Acta de Fundación de la EFP, en una Nota Adjunta del 21/6/64, con la firma de Lacan, está escrito que "La enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro más que por las vías de una transferencia de trabajo". Es el pasaje del trabajo de la transferencia a la transferencia de trabajo. El pasaje de una de las incidencias del análisis en cada quien (pues el análisis es siempre didáctico ya que su fin lleva al analizante al lugar del analista) es volcada en el marco de la vida institucional en la que perdura el psicoanálisis. Mas esa enseñanza así iniciada, tiene encrucijadas y bifurcaciones. Así en La cosa freudiana en sus Escritos I (pg. 417) encontramos que "la historia de la lengua, de las instituciones, de la literatura, y de las obras de arte, constituyen la condición de toda institucionalización de una enseñanza del psicoanálisis". Y retomando su escrito sobre la enseñanza, allí sostiene (Escritos I, pg. 440): "Todo retorno a Freud que de materia a una enseñanza digna de ese nombre se producirá únicamente por la vía por la que la verdad más escondida se manifiesta en las revoluciones de la cultura. Esta vía es la única formación que podemos transmitir a aquellos que nos siguen. Se llama: un estilo".

Tenemos de esta manera por un lado a la cultura y al malestar que provoca en tanto condicionamiento pulsional, y por otro al estilo que se transmite, pero también y por sobre todo hay que concebir que el estilo es lo que se transmite. No sería entonces pertinente plantear un discurso institucional único, que más bien llevará a lo religioso dogmatizando el decir, ni creer que autorizar todo enunciado en una política de laisssez-faire hará a la necesaria multiplicidad. Es decir que la enseñanza se plasma en la formación, la que se pretende transmitir por y con un estilo. Formación, enseñanza y transmisión se entraman en un estilo, vía de la presentación de la experiencia desde el análisis hacia lo conceptual que aferra a los fundamentos.

Formación

En cuanto a la formación, diferenciaremos la formación de lo inconsciente, de las formaciones de lo inconsciente, y a su vez de la formación del analista.

En La Tercera en 1974 Lacan había distinguido ‘formación’ separándola de ‘lo inconsciente’. Si por ejemplo el síntoma es una formación de lo inconsciente, también debe diferenciarse de él, es decir que lo inconsciente no se reduce a sus formaciones. Hay algo de lo inconsciente que excede a sus formaciones, y que le permite avanzar hacia otra conceptualización que aquella de lo inconsciente expresando pensamientos.

En cuanto a las formaciones de lo inconsciente mismas, en El psicoanálisis y su enseñanza (pg. 432) Lacan diferencia entre las formaciones que tienen que ver con las estructuras, y ‘aquellas más cortas, como el síntoma, el sueño y el lapsus’. En cuanto a las primeras, recortamos: "…la neurosis histérica como la neurosis obsesiva suponen en su estructura los términos sin los cuales el sujeto no puede tener acceso a la noción de su facticidad respecto de su sexo en una, de su existencia en otra. A lo cual una y otra de estas estructuras constituyen una especie de respuesta". Así las llamadas estructuras ‘psicopatológicas’ son respuestas del neurótico a los interrogantes sobre la facticidad de su sexo y de su existencia, es decir entre lo masculino y lo castrado, o entre el Amo Absoluto y el sujeto sujetado, esclavizado en fading.

En cuanto a la formación del analista, en ese devenir psicoanalista de su experiencia misma, elegimos como cita una referencia de Variantes de la cura-tipo (Escritos I pg. 345): "Un analista resulta de su formación. … La formación del candidato no podría terminar sin la acción del maestro o de los maestros que lo forman en ese no-saber, (en su forma más elaborada), en ausencia de lo cual nunca será otra cosa que un robot de analista". Por ello "…el análisis no puede encontrar su medida sino en las vías de una docta ignorancia" (pg. 348), aquello que en La instancia de la letra… y refiriéndose al apólogo de Freud, llamó ‘Universitas literarum’.

Con lo que concluimos que la formación del analista deviene de su experiencia autorizándose con otros, en una institución donde los maestros lo conforman –a ese analista- en un no-saber sobre el referente pulsionado, es decir sus pretendidos objetos y su trayectoria caótica hacia una imaginaria aprehensión. El fracaso de la búsqueda se suplementa con el logro del encuentro, no causado solamente por el orden de la repetición, que es aquello comandado por los Nombres-del-Padre. La formación del analista así propende a inaugurar un orden de ex–sistencia en el que un nuevo imaginario, enlazado a un real al que da consistencia, muestre aquello que genera enigma, amparándose en lo ‘mot-erial’ (lo material de las palabras) sostenidas en sus letras.

Volver al sumario del Número 25
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 25 - Diciembre 2008
www.acheronta.org