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4 - ¿a quien no lo es?
4.1 - Homosexualidad masculina
La primera vez que la fórmula del amor aparece, textualmente, en el seminario de Lacan, es en la sesión del 29 de enero del seminario "las formaciones del inconsciente".
Esa es la segunda sesión dedicada a los tres tiempos del Edipo, y en ese momento está tratando la problemática del homosexual, en tanto aquel que reproduce con su pareja el cuestionamiento de la madre hacia el padre respecto de si "tiene o no tiene".
En efecto, si el homosexual "concede un valor predominante al objeto pene, al punto de convertirlo en una característica absolutamente exigible a la pareja sexual" (96) es porque, de alguna forma, es la madre quien le ha dictado la ley al padre en un momento decisivo. ¿Cuál es ese momento decisivo? Es el momento en que "la intervención interdictiva del padre hubiera debido introducir al sujeto en la fase de su relación con el objeto del deseo de la madre, y cortar de raíz para él toda posibilidad de identificarse con el falo". En el caso del homosexual, en ese momento, el sujeto encuentra "en la estructura de la madre el sostén, el refuerzo, por cuya causa esta crisis no tiene lugar" (97). En el momento en que la madre debiera ser captada como privada, lo que encuentra el homosexual es su seguridad, "siente que la madre es la clave de la situación y no se deja ni privar ni desposeer. En otras palabras, el padre puede decir lo que le parezca, pero a ella no le da frío ni calor" (98)Ahora bien, Lacan señala que esto también puede ocurrir en situaciones en las que "el padre está demasiado enamorado de la madre" y que por ello "se encuentra, de hecho, en la misma posición de alguien a quien la madre le dicta la ley" (99). La asociación de la fórmula del amor como "dar lo que no se tiene", al caso del homosexual, remite a que este exceso de amor del padre a la madre puede ser recibido como un mensaje donde se acentúa el "no tiene": "si el padre se muestra verdaderamente amoroso para con la madre, se sospecha que no tiene, y así es como entra en juego el mecanismo" (100), confirmando así, para el homosexual, que la madre es quien tiene "las claves de la situación particular que prevalece a la salida del Edipo, donde lo que se juzga es saber cuál de los dos tiene a fin de cuentas el poder. No cualquier poder, sino muy precisamente el poder del amor" (101). ¿Porqué el "poder del amor"?
Porque lo que está en juego en la salida del Edipo es el don. Cuando las cosas no quedan atascadas de este modo en el segundo tiempo, cuando se concreta la privación de la madre, el padre puede intervenir en el tercer tiempo para dar lo que está en juego en esa privación fálica del segundo tiempo, y "se manifiesta efectivamente en el acto del don" (102). En ese contexto "el sujeto puede recibir del mensaje del padre lo que había tratado de recibir del mensaje de la madre. Por mediación del don o del permiso concedido a la madre, obtiene a fin de cuentas esto, se le permite tener un pene para más adelante. He aquí lo que realiza efectivamente la fase del declive del Edipo" (103)De esto deducimos dos cuestiones. La primera es que el amor, aquí, está formulado en términos de don.
La segunda es que lo fundamental en esta discusión sobre el Edipo, no es el don en si mismo, sino el don del falo, y la privación previa que constituye a este en lo simbólico, así como la ubicación de estas operaciones en relación a la ley (la "ley de la madre" o la "ley del padre").Se comprende entonces que la presentación de la fórmula del amor, en esta sesión, sea en términos de "recordatorio": "ustedes recuerdan, espero, la fórmula que elegí para ustedes, a saber, que amar es siempre dar lo que no se tiene, no dar lo que se tiene. No voy a repetir las razones por las cuales des di esta fórmula" (104). Lo cual nos reconduce a instancias previas en que se hubiera establecido esa asociación entre el amor y el don, es decir, las sesiones del seminario IV sobre "la relación de objeto" que estuvimos analizando en el punto anterior.
Esta ambigüedad que sigue ligando el amor a la lógica del don es la que da lugar a la siguiente formulación, un párrafo después: "Amar, es dar a alguien, que tiene o no tiene lo que está en juego, pero sin lugar a dudas, es dar lo que no se tiene" (subrayado mío) (105) . Más allá del no tener en juego en el amor, el "alguien" a quien se da sostiene la intersubjetividad de la relación, como lo retomaremos más adelante.
4.2 - El origen de la tergiversación
Llegamos entonces a la sesión del 23 de abril de 1958 (titulada en la edición Paidos "El significante, la barra y el falo", ubicada al final de la sección "La significancia del falo"), que es donde encontramos el posible origen de la atribución a Lacan del "complemento" "..a quien no lo es".
En efecto, leemos, en la página 359 de la edición Paidos: "de lo que se trata para el hombre, de acuerdo con la propia definición del amor, dar lo que no se tiene, es de dar lo que no tiene, el falo, a un ser que no lo es" (negritas mias) (106). Como se ve, aunque las propias ediciones Seuil y Paidos subrayan como "definición" (con itálicas en el texto) solo la fórmula "dar lo que no se tiene", la frase termina con ese "complemento" que se ofrece a un anudamiento con la fórmula del amor, a pesar de los múltiples sentidos posibles de la frase completa. En particular, es evidente que ese complemento no aplica directamente a la fórmula del amor (y por lo tanto no puede incluirse como parte de la misma) sino que viene a modularla para el caso particular del "hombre".
Este es el único párrafo que he encontrado, en los seminarios y escritos de Lacan, donde aparece este "complemento" ofrecido como opción de acoplamiento para la fórmula "completa" que se ha difundido como aforismo. Y lo llamativo es que no aparece igual en todas las versiones de esa sesión.
Ya hemos visto que las ediciones de Seuil y Paidos, por "oficiales" que se pretendan, no han sabido constituirse como última referencia u "original" (107). De hecho, en su libro de presentación de esta edición del seminario "Las formaciones del inconsciente", el propio Miller ha vuelto a insistir sobre su función activa en el "establecimiento" del texto. Por ejemplo, en un momento en que se refiere a las relaciones entre mensaje y código, dirá que está modificando ligeramente "mi propia versión, la que hice del seminario al final del segundo párrafo de la página 27" (108). Y más adelante señala que "cuando redacto el seminario soy el amo de la puntuación, porque la estenografía respecto de la puntuación a veces es exacta y a veces no. A veces es una cinta algo continua y soy yo quien corta las frases tal como la materia parece pedirlo. A veces pongo algo de relieve" (109)
Se plantea entonces la pregunta de saber qué se le ha ocurrido hacer a Miller con esa última frase de la sesión del 23 de abril de 1958, que terminó ubicada en la página 359 de la edición Paidos. Las fuentes del seminario son varias, y para el caso de esta sesión, disponemos de la correspondiente estenotipia. En la misma podemos leer lo siguiente: "ce don't il s'agit, selon la définition même de l'amour, c'est de donner ce qu'il n'a pas, c'est de donner, pour l'homme, ce qu'il n'a pas, a un être qui n'a pas ce qu'il n'a pas, c'est a dire, qui n'a pas le phallus"
Imagen de la estenotipia, últimos dos renglones de la
sesión del 23 de abril 1958
Esto puede traducirse del siguiente modo: "de lo que se trata, según la definición misma del amor, es de dar lo que no tiene, es de dar, para el hombre, lo que no tiene, a un ser que no tiene lo que él no tiene, es decir, que no tiene el falo"
En cambio, en la edición Seuil, página 351, dice: "Ce dont il s'agit pour l'homme selon la définition même de l'amour, donner ce qu'on n'a pas, c'est de donner ce qu'il n'a pas, le phallus, a un être qui ne l'est pas".
Correlativamente, la edición Paidos, página 359, traduce la edición Seuil del siguiente modo: "De lo que se trata para el hombre, de acuerdo con la propia definición del amor, dar lo que no se tiene, es de dar lo que no se tiene, el falo, a un ser que no lo es".¿Porqué cambiar "un ser que no tiene lo que él no tiene, es decir, que no tiene el falo", por "un ser que no lo es"?
Obviamente, no encontraremos la respuesta en las ediciones Seuil o Paidos, ya que si Miller nunca deja indicación de sus intervenciones, mucho menos lo hará de las razones de las mismas. Y es lógico que esto tampoco haya sido motivo de análisis en ninguna de las referencias obtenidas en la "googleada" inicial puesto que ni siquiera hacen mención explícita, ni a este párrafo del seminario de Lacan, ni a ningún otro origen para eso que, no obstante, presentan como "cita".Cabe señalar, además, que la fórmula de Miller no es exactamente igual a la "popularizada". En efecto, en la fórmula "popularizada" se ha eliminado la referencia tanto al "hombre" como a la mediación del falo, y se ha reemplazado "un ser" por "alguien" o "quien". Esa diferencia premite resaltar varios de los problemas que se plantean en cada una de esas versiones:
- la fórmula de Miller desplaza la cuestión de tener o no tener (el falo) a "un ser" (¿qué es "un ser"?) que "no lo es" (¿que no es qué, el falo o el ser?)
- la fórmula "popularizada" introduce una "intersubjetividad" entre "alguien " que da y "alguien" que recibe: ¿quienes son esos "alguien"? ¿qué es lo que "no tiene" el que da y que es lo que "no es" el que recibe?
Volvamos a pasar en limpio las tres versiones (subrayados mios):
La versión de la estenotipia: "de lo que se trata, según la definición misma del amor, es de dar lo que no tiene, es de dar, para el hombre, lo que no tiene, a un ser que no tiene lo que él no tiene, es decir, que no tiene el falo"
La versión de Seuil/Paidos: "De lo que se trata para el hombre, de acuerdo con la propia definición del amor, dar lo que no se tiene, es de dar lo que no se tiene, el falo, a un ser que no lo es"
La versión popularizada: "el amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es"
4.3 - Tener y Ser
La fórmula "popularizada" pone de relieve en su "quien" la intersubjetividad que subsiste en el mismo planteo de Lacan. En efecto, Lacan está considerando las relaciones entre "hombre" y "mujer" y los dilemas en que se encuentra cada uno respecto al otro, por la mediación del falo. Y esta "relación" "amorosa" entre estos "partenaires" no deja de presentarse, en parte, como una intersubjetividad.
El hombre "resuelve la cuestión del peligro que se cierne sobre lo que efectivamente tiene mediante algo que conocemos muy bien, o sea, la identificación pura y simple con quien posee sus insignias, con quien toda la apariencia de haber eludido el peligro, es decir, el padre" (110). De ahí se desprende su parte en la fórmula del amor: "dar lo que no tiene".
La mujer, por su parte, "está capturada en un dilema irresoluble": la meta supuestamente "natural" e institual de la "maternidad", no se alcanza "más que por las vías de la línea sustitutiva. Como el pene es en primer lugar un sustituto - incluso diría un fetiche - también el niño, en cierto modo será luego un fetiche" (111). De ahí se desprende una de las formas en que aparece en las variantes de la fórmula del amor: como la que "no tiene el falo", y por eso podría ser "satisfecha" (maternidad) por la vía substitutiva (el don)..
Todo sería muy sencillo si las cosas pudieran resolverse con la posibilidad de un pacto simbólico así entre dos seres privados del falo, donde uno creería poder darlo, y el otro creería poder recibirlo. Pero las relaciones del deseo son un poco más complicadas.
En efecto, en el caso de la mujer, "para todo lo que se encuentra en la línea de su deseo", se encuentra en la necesidad de identificarse al falo, "en tanto que es el propio signo de lo deseado. Por verdrangt que pueda estar la función del falo, las manifestaciones de lo que se considera la feminidad responden a esto. El hecho de que ella se exhiba y se proponga como objeto del deseo, la identifica de forma latente y secreta con el falo, y sitúa su ser de sujeto como falo deseado, significante del deseo del Otro" (112). En síntesis, "su satisfacción pasa por la vía sustitutiva, mientras que en el plano donde su deseo se manifiesta, termina por fuerza, en una profunda Verwerfung, una profunda ajenidad de su cuerpo respecto a lo que es su deber parecer" (113). Y en el caso del hombre, "él tampoco es él mismo en tanto que satisface, es decir, obtiene la satisfacción del Otro, sino que solo se percibe como el instrumento de dicha satisfacción" (114).
Por lo tanto, ambos están en una posición de "no ser". El hombre en tanto "tampoco es él mismo" (por percibirse como un mero "instrumento"), y la mujer en tanto "ella no es ella misma", porque en el campo de su deseo, "ha de ser el falo", lo que constituye la "verwerfung" (forclusión) de su "identificación subjetiva".
Cómo lo enseña la teoría analítica, en ambos casos, la "falta en ser" es constitutiva, y no hay más "ser" que el que resulta de las diferentes modalidades identificatorias (por lo menos, en el contexto de estos seminarios). Como acabamos de ver, la suposición de "tener el falo", en la posición del hombre, requiere asumir que no lo es para, recién entonces, poder realizar una identificación a las insignias del padre. Y el "parecer el falo", en la posicion de la mujer, también es una identificación (por eso mismo es un "parecer"). Tanto el hombre como la mujer, ninguno de los dos "es" el falo. El único punto en que cualquiera de ellos pudo pretender serlo fue en el engaño de la identificación imaginaria al falo faltante de la madre. Esa identificación es la que debe ceder, en ambos casos (aunque de modos diferentes en cada uno), para que, hombre y mujer, puedan jugar su papel en este juego amoroso (115).
Volvamos entonces a las tres versiones de la fórmula del amor.
Podríamos decir que el "quien" es el modo en que se ha trasladado a la fórmula "popularizada" la referencia a ese "ser" que, en las fórmulas de Seuil/Paidos y de la estenotipia, funciona como partenaire del "hombre", en la medida en que es "quien" recibe el don del "hombre", "quien" recibe eso que el "hombre" da (aún sin tenerlo). Podríamos decir que esta versión se apoya en la frase mencionada más arriba, de la página 217 de la edición Paidos, donde Lacan dice que "Amar, es dar a alguien, que tiene o no tiene lo que está en juego" (subrayado mío), para conformar la "relación" como intersubjetiva, pero atribuyendo al "receptor" de ese don, la característica de "no lo es", es decir, la característica introducida por Miller.
En efecto, en la fórmula de Seuil/Paidos la característica de ese "ser", de ese partenaire del "hombre", no es la de "no tener el falo" sino la de que "no lo es". Y este "no ser el falo" es el que genera confusión porque desplaza el hecho que ninguno de los términos participantes de la relación (hombre y mujer) puede serlo y que, lo que sea que cada una de esas posiciones constituya, lo constituye a partir de, justamente, "no ser" el falo. Al desplazar esa falta radical e inicial y ubicar el punto de partida en el paso siguiente, se alimenta la idea de una posible "relación" sexual.
En todo caso, eso es lo que revela la difusión de la versión "popularizada" de la fórmula, sobre todo en los ámbitos ajenos al psicoanálisis, donde desaparecen los reparos para ilusionar la posibilidad de que esta superposición de "faltas" (no tener y no ser) se complete como un pacto simbólico sin el resto real del objeto.
En cambio, en la estenotipia, la característica de ese "ser", de ese partenaire del "hombre", de ese receptor, consiste en que tampoco "tiene lo que él (el hombre) no tiene". Es un "ser" que "no tiene el falo". Con lo cual, la relación que se establece es entre dos que ni son, ni tienen, y donde, cada cual habrá de fingir algo, eventualmente tenerlo, eventualmente serlo, pero, justamente, porque no hay posibilidad de complementariedad.
Notas
(96) Jacques Lacan, El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, Ed. Paidos, página 214
(97) Idem
(98) Idem
(99) Idem, página 215
(100) Idem, página 217
(101) Idem, página 218
(102) Idem, página 211
(103) Idem
(104) Idem, página 216
(105) Idem, página 217
(106) Idem, página 359
(107) Michel Sauval, "El testamento de Jacques Lacan", Revista Acheronta nº 12, diciembre 2000
(108) Jacques-Alain Miller, "Lectura del seminario 5 de Jacques Lacan", Editorial Paidós, Colección del ICBA, página 19
(109) Idem, página 32
(110) Jacques Lacan, El Seminario, Libro V, Las formaciones del inconsciente, Editorial Paidos, página 359
(111) Idem, página 358
(112) Idem
(113) Idem
(114) Idem, página 359
(115) En este juego amoroso, la búsqueda de la mujer se realiza, por ahora, según una "perspectiva androcéntrica" (donde la mujer queda tironeada entre el polo fálico y el polo del gran Otro) similar a la que Lacan sigue en sus "Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina" ( Escritos 2, Editorial Siglo XXI, 2º Edición Argentina revisada 2008, página 689), texto que corresponde a la presentación a un congreso realizado en 1960, pero que, según se indica en las "Referencias Bilbiográficas" de los Escritos, se habría redactado dos años antes del congreso, es decir, en 1958, contemporáneamente con este seminario.
La articulación sexual entre las posiciones femenina y masculina es presentada en este escrito del siguiente modo: "la sexualidad femenina aparece como un esfuerzo de un goce envuelto en su propia contiguidad (de la que tal vez toda circuncisión indica la ruptura simbólica) para realizarse a porfía del deseo que la castración libera en el varón dándole su significante en el falo" (página 698)