Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Polynôme
Presentación del nº 4 de Metaphora
Revista del Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Guatemala
Carlos Seijas

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Comienzo con un buenas noches y continuo con un agradecimiento, agradecimiento al compartir con ustedes, mujeres de letras, un logro más; el de contar entre nosotros con el misterio de una nueva encarnación de la Metaphora, la cuarta de la saga, que espero sean muchas más. Sé en carne propia lo difícil que es publicar en un país como el nuestro, los talentos en todos sentidos son escasos. Como buen hijo de Adán, quiero empezar por darle nombre a ésta criatura, pensé en muchos nombres, y por ello, literalmente así la nombre: Polynôme. Si bien la traducción literal es Polinomio que viene del griego poli, muchos y nomos, división, término matemático que nos habla de una expresión compuesta de dos o más términos algebraicos unidos por los signos más o menos. ¿Y bien? Esta es una primera lectura, la de las muchas divisiones, mas gracias a lo equívoco del lenguaje, deseo referirme al juego de palabras inscrito, al haber nombrado a éste texto no en español sino en francés: Polynôme; cuya acepción algebraica, es la misma que la castellana. Mientras que mi sinécdoque metonímica significante responde a Poly–nom(e), puntualmente: Muchos Nombres. Por ello más que buscar la división y lo que falta, deseo, al menos esta noche, hacer el ejercicio de encontrar el vínculo, el lazo que amarra este deseo por la letra transubstanciada en papel y tinta.

Muchos nombres para un Autorretrato, un autorretrato de lo real, ya que no es un rostro lo que vemos, sino lo siniestro de éste, lo ominoso y es más, numerado. He ahí pues la función de la letra de hacer lo real nombrable, y significarlo a través de la poiésis creadora del psicoanálisis y sus espléndidos abordajes.

La Metaphora comenzó siendo un Terreno poblado de renuevos. Con este primer opus, el GEPG abre el espacio, un espacio necesario, ausente, llena un vacío para quienes quieran dejar marca de su deseo, que tal como lo dice la inscripción del oráculo de Delfos, nos interpela y nos dice: Gnothi Sauton (conócete a ti mismo). Curioso, una vez un alumno me decía que eso de conócete a ti mismo, es una frase pedante, por narcisita, pues lo mueve a uno a saber-se de lo que es posible; y en su cándida interpretación nos deja claro que, si no es, entrando en las profundidades de ese pozo inagotable que es el inconsciente construido como lenguaje, no hay forma de aportar algo, algo que es uno y por tanto uno para el otro, hacerse sujeto a través de saberse ser hablante. Con diez ensayos, como diez es el número de Sephirots del Sepher Yezira, el GEPG abre como un todo. A continuación nos comparten catorce ensayos, que buscan interpretar eso de " maquillar la angustia". Veinte es el numero del tercero de la serie, "no hay peor ciego que el que no quiere ver". De estos tres volúmenes semestrales, Metaphora pasa a ser anual, y con ello nos regala veintiséis ensayos, todos fruto de este terreno poblado de renuevos, que ahora en su mayoría son trabajos fruto del movimiento que ha generado el deseo de quienes conforman los distintos espacios que ha fundado la angustia de mostrar que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Así, el cuarto Opus de ese espacio que es el Grupo de Estudios Psicoanalíticos, da fe de que quienes trabajan la cuestión analítica, los atraviesa y los lleva a dejar precisamente la marca de su deseo.

Ya que esta obra la signa el autorretrato, deseo comenzar por mi re-correr. Fruto de mi caminar en la experiencia analítica desde su teoría y vivirla en carne propia en el espacio del análisis, me encuentro en un momento en el que puedo de alguna forma, interpretar-me. Interpretar-me como sujeto y hacerme presente hoy aquí, ante ustedes, como uno más, como uno, cuyo deseo esta movido por ese "conócete a ti mismo". En el transitar por mi, me he dado cuenta que la letra es semblante de mi verdadero amor. Hace no más de un año que les hablaba de mis dos amores (Sophia y Psyché), ahora puedo afirmar que no hay dos sino uno, la letra no es más que el semblante de lo que en verdad deseo; otra escritura, un tanto más psicótica, pero bellamente universal, aquel que desee acceder a mi lenguaje de amar lo que yo amo, a la única, a la que arranca de mi agalma pedazo a pedazo, siempre con dolor y placer, goce pues de saberme poseedor de un quehacer divino, comparte conmigo el amor por la música.

Este y no otro es el nombre de mi locura, la locura de amar lo imposible de verme convertido en una melodía, de transformar las voces de las sirenas que acuden a mi mente, y aprisionarlas, atarlas, en la cárcel del pentagrama e inscribirlas en notas, o como los antiguos les llamaban: neumas que literalmente significan espíritus. Es pues para mí, la letra que escribo, una melodía, una obra que desea, a veces oscura, a veces clara, pero siempre hermosa, llegar a ustedes y atraparles en la locura de estar vivo, en la locura de pertenecer a aquellos que embebidos de lo femenino, de la necesidad de crear. Mi amor esta puesto pues en Psyché (erómenos) y su eterno erastés: Eros. Sophia es el semblante de esa pasión, de esa ardiente pasión que Psyché rendía a Eros. Podria decir incluso que es la metamorfosis a Psyché sujetada.

Antes incluso de aprender las letras que hoy les comparto, aprendí a amarla, con pasión, con dulzura y con dolor, compás a compás cada obra que escuchaba me atravesaba de tal forma que me dejaba hecho mil pedazos, y así : Haydn, Mozart, Beethoven, Dvÿrák, Brahms, entre muchos, me permitían construir un mundo de sonidos a mi locura, y no fue sino hasta que escuché a los barrocos que encontré precisamente aquello que no me desencadenaba, la cadena de la música infinita de Bach y Vivaldi. A tal punto que a la carne de mi carne y sangre de mi sangre lo nombré: Antonio Sebastián, mi amor hecho carne, y vivo entre nosotros.

Buscar-me en esa locura, me llevó a estudiarla, para tocarla, hacerla mía de muchas formas, encontrar mi lengua. Ese niño taciturno y solitario halló la forma de darle al mundo sus pedazos. A los seis años escribí mi primera obra: "sentimiento". Sentimiento tras sentimiento comenzó mi destino, de llegar a tener algo propio de tener una voz en este mundo lleno de semblantes, de ruido y desarmonía, era mi espacio, era mi deseo puesto no solo en el papel de otros, en las partituras de otros, sino mi propia voz a la par de estos seres que en su pasión creadora escribieron para darse voz ante el mundo, callarlo con su poiésis armónica, dejar al mundo en silencio con su amor, con sus hermosos regalos de amor, sus sirenas hechas canto. Aquellos que han puesto sus manos sobre un instrumento, cualquiera que este sea, sabrán entender cuando digo que mi cuerpo se estremece, al interpretar una obra, apasionarse por ella; y unos cuantos menos podrán compartir conmigo el éxtasis de escribir una obra y sentir como cada nota, cada voz se descarna de uno; y se encarna al mundo en una tecla del piano, en una cuerda del violín.

Así el cuarto opus de Metaphora me lleva a compartir con cada una de ustedes el espacio de mi semblante: la escritura, y a ustedes su deseo por dejar ver un pedazo de sí mismas, una parte de su auto retrato.

¿Cómo se conforma el autorretrato del GEPG? Al abrir las páginas de las negras pieles, encontramos en las blancas carnes, tres secciones, de las cuales la primera está dedicada a los Analistas que en las diferentes escuelas, aportan bajo el auspicio de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanalisis), nombre agreste ante la humilde Escuela de la Causa Freudiana, creada por Lacan como re-vuelta a Freud. Más que la AMP encarnada, veo Analistas latinos, hispanos, envueltos en su ser atravesado por la lengua del latino americano en su historia grabada en fuego y sangre, su historia de los múltiples mutismos y mutilaciones , memorias partidas, sueños perdidos y robados, y no es sino finalmente a través de América que los Ibéricos toman idea de su ser Hispania. Alguien más los había nombrado, también a ellos: los Romanos. A nosotros ellos. ¿Será por ello que les atribuimos a ellos y no a nosotros, más saber sobre nosotros mismos que a nosotros los que a diario vemos pasar ante nuestros ciegos ojos conscientes la realidad latinoamericana? Esto me recuerda un pasaje sobre los espejos de "Los Seres Imaginarios", de Borges: "En aquel tiempo, el mundo de los espejos y el mundo de los hombres no estaban, como ahora, incomunicados. Eran, además, muy diversos; no coincidían ni los seres ni los colores ni las formas. Ambos reinos, el especular y el humano, vivían en paz; se entraba y se salía por los espejos. Una noche, la gente del espejo invadió la tierra. Su fuerza era grande, pero al cabo de sangrientas batallas las artes mágicas del Emperador Amarillo prevalecieron. Este rechazó a los invasores, los encarceló en los espejos y les impuso la tarea de repetir, como en una especie de sueño, todos los actos de los hombres. Los privó de su fuerza y de su figura y los redujo a meros reflejos serviles. Un día, sin embargo, sacudirán ese letargo mágico." El punto, finalmente es, ¿de qué lado del espejo estamos?

Comencemos nuestro recorrido, como preludio la Universidad, como cadenza la transferencia. Bernardino Horne nos habla de Psicoanálisis y Universidad, tema del eterno retorno, pues quienes han estado y/o estamos en las universidades, sabemos que éste discurso, el del psicoanálisis, que no es semblante, no tiene un espacio propio dentro del discurso de la universidad. Mas bien se le ve como una peste, tal como lo nombró su propio padre. Horne nos hace un llamado a convertirnos en agentes multiplicadores de esta peste, de no permitir que la inoculen, que infecte y se convierta literalmente en un Fármaco (pharmakon) ante la cultura capitalista. Fármaco, viene del latín pharmÿcum, y este del griego ÿÿÿÿÿÿÿÿ, que significa tanto medicina como veneno, elaborado por Pharmaceutica, quien a la vez era considerada maga y bruja. Así sabedores de poseer la peste, de sabernos sujetos enfermos, enfermos de nuestra cultura, tarea nuestra es, como lo plantea Peter Sloterdijk hacer experimentos con uno mismo. Y qué no es el psicoanálisis si no esa maieutiké de literalmente parir-se; es eso del psicoanálisis que lo hace mayéutica, pues su saber conlleva lo in-enseñable. En francés tanto el maestro como el alumno aprenden (Apprendre) una Enseñanza (enseignement), ya que appredre viene del fijar en la memoria o trasmitir conocimiento, que curiosamente es la etimología de enseignement. No hay en sí una posición fija de alumno maestro, sino una dualidad intercambiable de alumno maestro, un nudo de moebius. Por lo que la transmisión de la formación del analista nos remite nuevamente a la antigua Grecia y a los clásicos conceptos de Techné y Areté, hay una técnica, claro, hay un método, pero éste depende el arte con que se le enseñe, fruto de ello el amor platónico, en el que el maestro poseedor de un saber toma a un joven aprendiz para trasmitirle ese amar a través del arte, su profesión, que él también ama. Por ello, al inicio de la experiencia analítica... fue el amor.

Luego una P.A.U.S.A....

El psicoanálisis busca espacio en otros terrenos, igualmente poblados de renuevos, el analista se sabe ciudadano, como decíamos un enfermo, y lleva ese pharmakón a otros, les comparte su enfermedad-cura. P.A.U.S.A., Psicoanálisis Aplicado a las Urgencias Subjetivas de la Actualidad. Y tal como nos dice Ricardo Seldes, es transformar las crisis en un "estado de sujeto", una pausa para el creer y el alivio, mostrar pues los usos de esa criatura que nos hace sujetos en falta. No trabajaré cada ensayo para dejarles también un poco la curiosidad sobre lo abordado en Ciencia Política y Clínica del Trauma, de Guillermo Belaga, El manejo de la transferencia en la Urgencia, de Diana Wolodarsky o Intervención de Seldes. Me detendré un momento, en Jano y las dos caras del pánico, de Darío Galante, ¿Quién es Jano? La mitología romana me parece, las más de las veces, una vaga replica de la griega, sin embargo Jano es una de las excepciones, pues no hay equivalente a Jano en la mitología griega y por ello deviene en icono de Roma y nos los latinos. Jano procede del Latín "Janua", que significa "puerta": era pues, el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (e.g "January"). Se cuenta que Creusa, princesa de Atenas, fue sorprendida por Apolo quien tuvo de ella un hijo: Jano, que hizo criar en Delfos. En tanto primer rey de Italia, condujo a una colonia al Lacio y la instaló sobre una colina, denominada alusivamente "Janícula" (colina de Jano) donde más tarde se levantaron los muros de Roma. Cuando Saturno fue expulsado del Olimpo por su hijo Júpiter, fue a refugiarse en los dominios de Jano, quien lo acogió y lo asoció a su reinado. En agradecimiento, el dios olímpico le doto de una curiosa facultad: la de ver con toda claridad y al mismo tiempo el pasado y el porvenir para regirse con sabiduría en las circunstancias del momento. Los antiguos latinos reverenciaban a Jano como un dios benéfico, que velaba por la prosperidad de las familias e impedía la entrada de seres malignos en los hogares. De ahí tal vez el nombre árabe "Zaguán" o "Zahuán" a la puerta principal de las casas. Como todos los dioses de la naturaleza, era guía de las almas y como a Osiris, se le llama "Sol", teniendo bajo su custodia las puertas de oriente y occidente. Sus templos tenían 12 altares, uno para cada mes del año, y su forma era cuadrangular, representando las cuatro estaciones del año, en cuyo lado sur se colocaba su estatua fundida en bronce. Semejante al Mitra de los Persas, es mediador entre los mortales y los inmortales, el que eleva las plegarias de los hombres a los pies de las divinidades. Me parece sugestiva la comparación que Jacques-Alain Miller hace del Analista con Jano, el de los dos rostros, el que abre y cierra las puertas, el dios de la guerra y la paz, del día y la noche. Los dos rostros del analista el de la indetificación o el del terapeuta, el primer rostro esta puesto en él y el segundo en el otro, alguien que espera algo del analista, ¿una pausa? ¿un alivio?

Dejo en suspenso, los tres últimos, de la sección AMP, ¿por qué? Por que hay que hablar del GEPG ¿o no?. ¿Cuál es el rostro del GEPG? Ya no es más Jano, el de los dos rostros se me antoja más Dantalian, demonio persa, conocido como Duque de los infiernos, que aparece en forma de nombre, con muchos rostros, de hombre y de mujer, sosteniendo un libro en su mano derecha (el libro de las sombras). Enseña las artes y las ciencias, y revela todos aquellos consejos secretos, para todos los pensamientos humanos y también los puede cambiar a voluntad. Es un ser despiadado y puede enseñar por medio de visiones, lo que cualquier humano pudo haber llegado a ser, dependiendo las circunstancias de su vida. ¿No es éste una mejor representación del analista, y de su letra ahora Metaphora otrora Libro de las Sombras? Adentrémonos un momento en ese mundo de las sombras. La letra, se anudó alrededor de "El blanco de la interpretación" y "La Formación Analítica", seguido del entresijo "¿Síntomas Actuales?", puntualizando en un trabajo en el que se aborda la experiencia institucional del grupo de "Psicoanálisis con Niños". Me parece sugestivo, y perdonarán mi inquietud, mas no deja de perturbarme el que la mayoría de las escribientes, han pasado de una u otra forma por una institución universitaria que promulga y defiende los principios , precisamente que en buena parte de los textos, se cuestiona. Pues si hablamos del Otro que no existe, hablamos de la Globalización, que busca a fuerza de su ética, el consumismo, y su dios, el dinero, darnos identidad, hacernos a todos iguales bajo el pensamiento único. Curioso ¿no? ¿Se cumple una vez más el maleficio lanzado por Freud? ¿Se está llevando la ética del psicoanálisis a la fuente de muchos de los "síntomas actuales", de esos creados por la Globalización y la ética del mercado? ¿Serán cosas del inconsciente, del deseo? Solo lo dejo como un punto... para analizar-nos.

Aristóteles en su texto dedicado a su hijo Nicómaco, nos dice que el fin del hombre es la felicidad, interesante, pues tomada literalmente, encubre la certeza de que con la muerte se alcanza la felicidad: la muerte es felicidad. La felicidad es nombrada por el estagirita, como eudemonía, que puede interpretarse como estar endemoniado. Y desde esta interpretación nos deja la pregunta ¿se puede ser feliz? O más bien, ¿se puede estar como los mil demonios? Como ética bien sabemos que el psicoanálisis, no ofrece, porque esa oferta no es más que una promesa y ésta sólo la puede cumplirla el sujeto al atravesar y pagar en la experiencia analítica; pues como nos compartía Susana Dicker, el psicoanálisis nos da una propuesta muy honesta y humilde, hacer la vida más vivible, es decir, aprender a llevar esos demonios y hacer con ellos, hacer con el síntoma. Si bien el psicoanálisis no es una hermenéutica ni una semiótica, cumple la función de Hermes, el que lleva los mensajes, en este caso el sémele, sembrar la semilla, que busca hacer lo que Kristeva nombra como semanalítica, que trata en el discurso amoroso, de una estabilización-desestabilización permanente entre los simbólico y lo semiótico: el equívoco del uno por uno.

Metaphora nos comparte las tres últimas columnas de "la letra", el discurso del psicoanálisis siempre es subversivo ante el "hombre sin contenido", como llama Giorg o Agamben al sujeto actual, al extraterrestre que ha perdido la capacidad estética, la capacidad para apreciar y embriagarse del arte en todas sus manifestaciones. Y qué es una columna en un medio de difusión masiva, sino un espacio para transmitir, para intentar el imposible encuentro con ese otro, el hombre sin contenido; puesto que plantea la búsqueda de una ars poetica en una realidad como la nuestra; que nos encara con las palabras de Janet Malcolm, del psicoanálisis como la profesión imposible. Así, la imposibilidad, es lo que nos mueve a seguir esgrimiendo la necesidad de insistir en diseminar ésta cosa nostra, peste poética que nos une.

Como colofón tenemos al mito, en el ensayo de Laura Villgas sobre "La vigencia de las formaciones mitológicas". Como podrán percatarse, todas la presentes, en nuestro re-corrido, el psicoanálisis no puede escapar a la cuestión mitológica, a tal punto que el mismo corpus psicoanalítico, resulta un conjunto de mitos, en cuanto que la filosofía, esta necesidad del ser humano de darle orden al caos, se jacta de terminar con el mito, el psicoanálisis la rescata, en el interpelar al sujeto para que se cuestione, deviniendo en un oráculo que nos regresa la sentencia de Delfos: Conócete a ti mismo. Por lo que el mayor de los mitos termina siendo el sujeto, el sujeto que somos cada uno de nosotros buscando dejar marca de su deseo... esta noche.

Mi humilde exploración a través de esta metaphora, polinómica, me lleva a invocar a Borges en su texto La Escritura del Dios, pues si de algo puedo estar seguro es que este acto de amor trastocado en letra implica ver la escritura de las diosas: "Entonces ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión con la divinidad, con el universo (no sé si estas palabras difieren). El éxtasis no repite sus símbolos: hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una Rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa Rueda estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que serán, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total [...] Ahí estaban las causas y los efectos, y me bastaba ver esa Rueda para entenderlo todo, sin fin. ¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro del Común. Vi las montañas que surgieron del agua, vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrás de los dioses. Vi infinitos procesos que formaban una sola felicidad, [...] entendiéndolo todo[...] Que muera conmigo el misterio que está escrito[...] Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad." Linda metaphora ¿eh?. Cierro como Jano, la puerta, la puerta de este compartir la metaphora con una mujer, Alejandra Pizarnik, con una línea de su poema Signos: "Todo hace el amor con el silencio".

Carlos Seijas

Nueva Guatemala de la Asunción, 23 de marzo de 2006

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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