Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Lógica de la transferencia
Rómulo Lander

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1. El efecto de transferencia

Lacan decía que la transferencia es la puesta en acto del inconsciente. Toda sesión psicoanalítica transcurre bajo los efectos de la transferencia. No puede ser de otra manera. Durante el desarrollo del proceso analítico el analista va a ocupar diversos lugares en la psique de su paciente o de su analizando. El analista ocupará el lugar que la estructura de la transferencia le asigne. El analista no se coloca es colocado en diversos lugares según las vicisitudes de la historia infantil del analizando. Esta transferencia va a permitir revelar elementos inconscientes inéditos (pre-verbales) revividos en transferencia. Se trata de elementos de identificación tempranos que no alcanzan el nivel de simbolización y de palabra, por lo tanto no pueden llegar al proceso secundario, propio de la conciencia. Sin embargo estos elementos inconscientes van a hacer presencia a través de sus efectos y ser revelados en la transferencia.

2. Instalación de la transferencia

Cuando surge una demanda de análisis por la presencia del sufrimiento psíquico o de algún síntoma, el paciente que aún no deviene analizando hace un llamado al otro al que le supone un saber. El paciente le otorga al analista un saber y con esto un poder. Ese lugar es el de un saber, en donde el analista es concebido por el paciente como un sujeto muy sabio y capacitado, capaz de aliviarle su sufrimiento y de llevarlo a la anhelada tranquilidad y felicidad. Así el analista aparece en escena como poseedor de la verdad toda. La técnica analítica espera de él que ocupe ese lugar de supuesto saber asignado por la transferencia, y que sostenga con su silencio y escucha atenta el discurso del paciente. Sostener la invitación a asociar libremente y ser escuchado en confidencia, sin censura, ni juicio, contribuye a colocar la escucha del analista en un lugar inédito. El analista en su lugar de escucha atenta y exclusiva, no puede evitar hacer semblante para el paciente. No puede evitar representar o evocar en la subjetividad fig uras y relaciones arcaicas del pasado, que surgen como significantes, los cuales a su vez son los garantes de la constitución temprana del sujeto. Así el analista va a ser depositario de multitud de proyecciones inconscientes. El analista como semblante puede provocar una transferencia de naturaleza suavemente amorosa (amor de transferencia), en otras oportunidades aparece una transferencia de naturaleza agresiva y de protesta (odio de transferencia). Cada una de estas aparece en relación con las vicisitudes de la vida temprana del paciente, anterior a la capacidad de simbolización. Así en la instalación de la transferencia surgen al menos dos ejes. Uno es el eje del saber otorgado al otro. El segundo es el eje del semblante donde se va a poner en escena la relación de amor y odio.

3. Transferencia y especificidad del Psicoanálisis

Lo que define a un acto analítico no es el encuadre, ni la presencia de la transferencia. Lo define la capacidad que tiene el analista de ocupar el lugar y la posición que le corresponde como analista.

(i) Con el lugar, me refiero a ocupar la asignación del saber y del semblante sin identificarse, ni creerse estas propuestas proyectivas y realizar una escucha sin juicio.
(ii) Con la posición, me refiero a cuando el analista va a pronunciar su palabra o su silencio, lo hace desde la posición de un sujeto vaciado de verdad toda.

Es decir, no sabe y mucho menos tiene certeza de lo que ocurre en el inconsciente del analizando. Cada vez que el analista habla, el analizando espera que lo haga con toda su sabidur ía. Cree que la palabra del analista le dará las verdades de su angustia y sufrimiento.

Este analista es así, depositario en transferencia de todo el saber y el amor que el analizando espera recibir. El analista lo sorprende y lo frustra (abstinencia del analista) al no satisfacer la demanda, ni darle esa verdad revelada. Aparece donde no se les espera, puntuando, cuestionado, interpretando y llevándolo de nuevo a la búsqueda de esa verdad, que no es otra que la de su deseo perdido. Esa verdad escurridiza que encontrará solo a medias y que a fin de cuentas ha estado desde el principio en el inconsciente del propio analizando.

4. Transferencia como repetición

Las experiencias e identificaciones tempranas del paciente se van a repetir, es decir, van a ser re/actualizadas y re/vividas en la cura analítica con la figura del analista. Los analistas sabemos que la transferencia no es la repetición, sin embargo en la transferencia hay repetición. Esta se encuentra sostenida en el concepto Freudiano de la compulsión a la repetición, que para algunos está vinculada a la pulsión de muerte y para otros a la libido, la cual empuja a repetir lo reprimido en un reclamo imposible de satisfacción. Así se repetirá lo reprimido en la transferencia, como una puesta en acto de algo involuntario e inconsciente. El problema con esta propuesta aparece cuando en clínica, observamos que la transferencia no es igual con un primer analista, que con un segundo o un tercero. Por la tanto, la simple repetición de lo reprimido no da cuenta de este fenómeno transferencial. Es necesario incluir otro elemento adicional a la repetición. Aquí es donde aparece la presencia del analista con sus ideales y su particularidad. Aún cuando la buena técnica pide y se espera, que el analista deje su deseo fuera del proceso y se coloque en cero, encontramos que a lo largo de la cura ese es un pedido imposible. Al aparecer el deseo del analista, este surge como sujeto y de allí en adelante la transferencia del analizando no es solo evocada por el semblante, sino por la presencia de un real, de un otro intruso. Por eso la transferencia de un analizando varía sutilmente, de acuerdo a la estructura personal del analista que ocupe el lugar en ese momento.

5. Transferencia como resistencia

Es común pensar que la angustia del analizando ante el horror de conocer el contenido de ciertos elementos inconscientes, lo lleva a utilizar la transferencia como resistencia, produciéndose pasiones de amor o de odio que paralizaban transitoria o definitivamente el proceso analítico. Sin embargo, coincido con Lacan cuando en 1960, plantea que los elementos de resistencia en la transferencia son en última instancia resistencias del analista, (horror del analista) quien encuentra dificultades personales de mantener excluido su deseo y evitar identificarse con el ideal proyectado por el analizando. Si el analista acepta la demanda y se identifica con el ideal, surge con su Yo deseante. Esto le va a impedir la captación del sujeto del inconsciente del analizando. Esta resistencia del analista, a ocupar su verdadera posición analítica de no identificarse con los ideales, ni con el supuesto saber, es lo que determina que la resistencia en transferencia del analizando se mantenga. Por lo tanto, toda resistencia en el proceso es en el fondo resistencia del analista.

6. La banalización de la transferencia

El saber se desprende de lo que acontece en cada sesión de análisis, es decir, bajo los efectos de la transferencia. Sabemos que el ser de cada sujeto se va a revelar d urante la cura. Las enseñanzas de Lacan ciertamente va a producir efectos en la manera como el analista pone en acto su práctica, y como trabaja la transferencia. El analista tendrá muy seriamente que decidir, cuando y en que forma, va a interpretar la transferencia. No es posible continuar con la práctica automática del <hic et nunc>, <aquí, ahora, conmigo>... Es necesario insistir en que la interpretación transferencial es una herramienta sumamente poderosa y no puede correr el riesgo de ser banalizada. Es necesario distinguir entre la interpretación en transferencia y la interpretación de la transferencia. Lacan denuncia una y otra vez, los abusos de la interpretación transferencial y el riesgo de su banalización.

7. Interpretación en transferencia

Refiere a las interpretaciones del analista en las cuales no se incluye como objeto o semblante del deseo. Si toda sesión psicoanalítica transcurre bajo los efectos de la transferencia, entonces, todas las intervenciones y silencios del analista ocurren en transferencia.

8. Interpretación de la transferencia

Refiere a las interpretaciones en la cual el analista esta clara y explícitamente incluido en la interpretación. El analista presenta al analizando, para su debida consideración, una propuesta de lo que el analista esta percibiendo en la transferencia. Generalmente se refiere a elementos inconscientes reprimidos que se encuentran más allá del orden simbólico. Acontecimientos que ocurrieron en la infancia, fueron vividos por el sujeto, pero solo fueron registrados con significantes del orden imaginario y que aparecen visibles para el analista (en la transferencia) durante la sesión analítica.

9. Vertiente simbólica de la transferencia

(a) La transferencia puede ser conceptualizada en tres vertientes: imaginaria, simbólica y real. Cuando surge una demanda de análisis por la presencia de un síntoma, el analizando hace un llamado al otro al que su pone un saber, un llamado al saber en otro. Se trata de un sujeto al que se le supone un saber y este es uno de los lugares que ocupa el analista en la transferencia. El lugar del (sujeto-supuesto-saber). Es un lugar sin falta, en donde el otro es concebido como completo S(A), es decir, no castrado, poseedor del saber y la verdad-toda. El síntoma al presentarse como un llamado ubica al analista en el lugar del saber de quien se espera descifre el sentido latente del síntoma. Este llamado surge en el lenguaje (verbal y no-verbal), por lo tanto esta vertiente de transferencia es simbólica, porque surge a través de las palabras y del habla a las cuales Lacan relaciona con los significantes. Sin embargo, el sujeto-supuesto-saber va a sufrir de una objetivación imaginaria. El analizando surge como sujeto a través del lenguaje, es decir, de la cadena significante. Este significante va a su vez va a significar algo para otro significante (el habla del analista). Por eso el analista ha de ocupar su lugar como un significante otro (cualquiera) <Sq> y se espera que pueda sostener silenciosamente (actitud de escucha) el discurso del analizando, para posteriormente con su interpretación producir un efecto de significación en el (analizando).

(b) Intervendrá con interpretaciones vaciadas de sentido fálico (vaciadas de verdad-toda) ya que esta es inasible. El analizando terminará por saber de la incompletud del otro en el analista S() y luego en sí mismo. Aquí la S significa al significante, la letra barrada significa al otro grande incompleto, imperfecto, castrado. Lacan se refiere a esto cuando habla del Otro castrado (incompleto) S () y la caída de las imágenes ideales I(A). Donde la I representa la identificación simbólica y la (A) representa a un otro grande completo, sin barra, no-castrado. Al saber de la incompletud del otro S () es posible entonces para el sujeto la entrada al goce simbólico al asumir el lugar del objeto causa de deseo, que en ficción completaría al otro.

10. Algoritmo de la transferencia

Lacan propone el algoritmo de la transferencia en la siguiente forma: La (S) del numerador representa al sujeto sin barra que va a conocerse como dividido ($) por efecto del dispositivo analítico. La (S) del denominador se refiere al significante representado por la cadena de significantes (el habla del analizando y la asociación libre): Cadena S1, S2, S3, Sn. La (Sq) es el lugar del analista en posición de escucha como significante otro (cualquiera).

11. Más de la vertiente simbólica

La vertiente simbólica de la transferencia, transcurre en la cadena significante representada por la asociación libre, donde se van a mostrar las manifestaciones del inconsciente. El analista como un Sq (significante otro) en su escucha analítica (posición de no deseo) debe interpretar desde este lugar en que lo ubica la vertiente simbólica y en plena conciencia del poder que esta posición le da a su palabra y por lo tanto del poder de sugestión que puedan tener sus interpretaciones y otras intervenciones: Lugar S() S(A)

12. Muro del lenguaje

(a) Durante la cura (o proceso analítico), por efecto de las interpretaciones y al surgir el muro del lenguaje, se hace inevitable y bienvenido el despliegue de la vertiente imaginaria de la transferencia. Para explicar este fenómeno transferencial es necesario referirnos al grafo de la constitución del sujeto (Esquema L) que he descrito en las presentaciones anteriores. La división del sujeto ($) <sujeto del enunciado (discurso manifiesto) y sujeto de la enunciación (discurso latente)> evidencia la imposibilidad de que estos registros coincidan. Así el sujeto sólo estaría presente en su discurso <simbólico> en la medida en que está representado, por lo tanto se compromete a través de su discurso a un acto de apariencia. El sujeto articula un discurso que sólo puede ser un discurso de apariencias con respecto a la verdad de su deseo inconsciente <contenido latente de enunciación>. Así el acceso a lo simbólico (a la cadena de significantes) que permite al sujeto emanciparse de la dimensión imaginaria (dual) en la que se encontraba ubicado anteriormente (eje imaginario (a->a´), sólo lo salva de esa captura para precipitarlo aún más en ella.

(b) El yo (simbólico) del enunciado el <moi> o <Je> que se pone en evidencia en el discurso tiende a ocultar cada vez más al deseo inconsciente <muro del lenguaje>. Esto va a producir una objetivación imaginaria del sujeto, quien no tiene otra salida más que actualizar sus identificaciones imaginarias, e s decir, sus diversos representantes que aparecen en su discurso. Allí se testimonia el desconocimiento total de lo que el sujeto es des de el punto de vista de su deseo (inconsciente). Los diversos representantes imaginarios serán en adelante la única forma como el sujeto podrá captarse a sí-mismo. Esta objetivación imaginaria del sujeto con respecto a sí-mismo es el yo (imaginario) moi del esquema Lambda. La paradoja es que el acceso a lo simbólico (al orden del lenguaje) es lo que organiza una recaída del sujeto en lo imaginario, que culmina con la perpetuación del yo <imaginario> moi.

13. Diálogo de sordos

Cada vez que se dirige una palabra verdadera <enunciación> a un otro verdadero se termina en el eje [a’-->a] por reflexión. Lacan dice en el seminario II: ... apunto hacia los sujetos verdaderos y debo conformarme con sombras. El sujeto está separado de los otros verdaderos por el muro del lenguaje... La ($) del esquema Lambda representa al sujeto en … su inefable y estúpida existencia.... Se trata del sujeto atrapado en las redes del lenguaje y que no sabe lo que dice. A pesar de estar en posición ($), él no se ve a sí mismo en ese lugar. ...se ve en (a) y por eso su Yo es esencialmente imaginario (moi). Cuando un sujeto habla y se dirige a otro sujeto (otro verdadero) la comunicación (el lenguaje común) siempre va a estar mediatizada por el eje imaginario [a’-->a]. De esto resulta que hablarle a otro se va a convertir inevitablemente en un diálogo de sordos. La mediación del lenguaje (muro del lenguaje) que eclipsa al sujeto (de su deseo inconsciente) hace que cuando el sujeto ($) en el grafo Lambda se dirige a un otro verdadero, nunca llega a él directamente, sólo lo hará a través del eje imaginario [a’-->a] ... todo el mundo está en lo mismo y no hay manera de salir... (Lacan, tomo II, 1955).

14. Habla vacía y habla plena

El análisis dice Lacan (Tomo 2, 1955), debe apuntar a tratar de pasar a un habla verdadera entre un sujeto y otro sujeto que está del otro lado del muro del lenguaje. La experiencia analítica oscila en la dialéctica de un habla vacía, que transcurre en el eje imaginario [a’-->a] y un habla plena o palabra verdadera que transcurre en el eje [A-->$]. Por ello en el proceso analítico el Yo (imaginario) moi del analista no debe estar allí (en el proceso), su presencia es de escucha y lo que va a ocurrir allí, sucede entre el Yo (imaginario) moi del analizando y sus otros inconscientes (que al ser sus representantes constitutivos aparecen en forma proyectiva). . Lo que define el punto terminal del análisis es la relación posible del sujeto con un otro verdadero. Con ese otro, que por verdadero puede dar la respuesta que no se espera.

15. Wo Es war, soll Ich werden

El progreso del análisis consiste en la captación de esta relación imaginaria que se despliega en la transferencia: que le pertenece al analizando y en la cual no se reconoce. El análisis consiste en tomar conciencia de estas relaciones con sus otros que son sus verdaderos garantes originarios y a los que no ha reconocido. El sujeto va a descubrir progresivamente a qué otro se dirige en realidad (aunque no lo sepa) y va a asumir progresivamente la relaciones de transferencia con sus otros aunque ignore que allí se encontraba. La declaración de Freud <Wo es war, soll ich werden> (donde Ello era, Yo debe advenir) se refiere precisamente a eso. Allí donde estaba el ($) sujeto del inconsciente, allí debe advenir el Yo y no a la inversa, lo cual plantea el análisis como una cura del Ello y no del Yo.

16. Vertiente imaginaria de la transferencia

La transferencia inicialmente simbólica, rápidamente por acción del muro de lenguaje va a transcurrir en el eje imaginario [a’-->a]. Así se despliega la transferencia imaginaria. El dispositivo analítico la mantiene cuando el analista ocupa su lugar de escucha y no aparece con su Yo (imaginario) moi. Lacan decía que el analista … juega al muerto (figura del juego de Bridge). Bion decía que el analista trabaja sin memoria y sin deseo. Freud decía que el analista de entrega en una suerte de atención flotante, sin intencionalidad. El fenómeno del [sujeto-supuesto-saber] pertenece al orden simbólico. Sin embargo es una fenómeno ubicado entre ambos ordenes: el simbólico y el imaginario, ya que el sujeto no puede evitar objetivar en el imaginario la figura del analista.

17. Segundo algoritmo de la transferencia

En el Seminario 8 sobre la Transferencia, Lacan propone un algoritmo para conceptualizar estas ideas (Pág. 63, 1960). Este algoritmo tiene tres pisos (o niveles). (a) El nivel superior: Arriba a la izquierda vamos a encontrar el nivel del analizando (A) en su relación con el analista. En esta relación imaginaria, el analista es percibido como otro comple-to sin falta S(A), con el cuál el analizan-do tiende a identificarse. Por eso arriba

a la derecha vamos a encontrar i(a)2. La (i) representa a la identificación imaginaria y la (a) al objeto pequeña-a. Este matema esta elevado al cuadrado, lo cual significa que el analista se sabe objeto de deseo (sabe que es un semblante (a) para el analizando y tiene que sostenerlo en su escucha atenta). El analizando habla desde el lugar (A) del esquema Lambda (lugar del tesoro de los significantes), y se dirige en su libre asociación al analista, a quien percibe como un otro poseedor del saber y de la verdad-toda S(A). Aquí nos encontramos en el segundo nivel. (b) Nivel medio: Este nivel corresponde al analista. A la derecha encontramos S(A) como el analista percibido como otro completo, sin falta. A la izquierda encontramos el matema i(a). Esto significa que el analista en la cura tiene que apartar de si, su Yo imaginario (moi) y en ese sentido –jugar al muerto (posición analítica de no/deseo y de atención flotante) (c) El tercer nivel: Aquí encontramos al analizando como sujeto del inconsciente ($). Esto va a surgir como consecuencia o efecto del dispositivo analítico siempre y cuando el analista intervenga (e interprete) desde el lugar de la transferencia simbólica y no desde el lugar de la transferencia imaginaria. Interpretar desde el lugar de S() significa asumir que el saber no está en el analista sino en el inconsciente del analizando. Si creyera que el saber está en él, el analista produciría sus interpretaciones desde el lugar de la transferencia im aginaria S(A), es decir desde su Yo (imaginario) moi, lo cuál com plica el proceso analítico al surgir el analista con un Yo deseante. Esto va a impedir que el analizante re/conozca y re/signifique los representantes de las identificaciones tempranas.

18. Vertiente de lo real en la transferencia

El real está presente en la estructura de la transferencia, toda vez que es inevitable que el analista surja como objeto causa del deseo (pequeña-a). Allí está un real: resto de las identificaciones imaginarias tempranas. A la vez testimonio de la falta-en-ser del analizando y de su deseo de obturar ese hueco con la [pequeña-a] vista o percibida en el analista.

(a) La relación transferencial planteada en términos de amor transferencial, es indistinguible en su estructura teórica del amor-pasión, en donde existe la ficción que el o bjeto del amor (portador de la pequeña-a) obtura la falta-en-ser. Si el analista responde con sus intervenciones desde este lugar de ideal (Yo-ideal) en que es colocado y por lo tanto identificado con su analizando, se va a desarrollar una relación de pasión <que podemos llamar transferencia del analista, sin lugar en el proceso analítico>. Así, el analizando encuentra en su analista, el objeto de su amor-pasión, a la vez confirmado por las respuestas complacientes de su analista (las de mandas del analizando han sido respondidas).

(b) Si el analista rescata su lugar e interpreta desde el lugar del otro simbólico s() en asimetría con el analizando y mantiene su Yo (imaginario) moi, afuera del proceso <al jugar-al-muerto>, pero se sostiene para su analizando como semblante de (pequeña-a), entonces, se desplegará la plenitud de la falta. Podrá aparecer la transferencia negativa (dentro de la vertiente imaginaria). Esta transferencia negativa solo aparece (se muestra) si se abre un espa cio para ella. Permitirá el descubrimiento de los Otros representantes originarios en la historia del sujeto.

19. El odio de transferencia

Lacan dice en sus Escritos (Tomo 2) en las Observaciones a Daniel Lagache) … <no hay que responder a los llamados por insinuantes que sean, que el sujeto le hace escuchar en ese lugar, so pena de ver tomar cuerpo en ellos al amor de transferencia que nada, salvo su producción artificial, distingue del amor-pasión, ya que las condiciones que lo han producido vienen desde ese momento a fracasar por su efecto y el discurso analítico a reducirse al silencio de la presencia evocada. Y el analista sabe también que en la medida de la car encia de su respuesta, provocará en el sujeto la agresividad, incluso el odio de la transferencia negativa>...

20. El amor de transferencia

(a) Si el analista insiste en aceptar la identificación al Yo-Ideal i(a) que le presenta el analizando, lo que se produce es la realización de las condiciones del amor-pasión. Se produce una detención de la asociación libre, un momento de silencio, ausencia de significantes, porque el analizando en esta posición (de amor) trata de reducir la posición del analista, no al analista en el lugar del Otro simbólico S() sino a una presencia del otro i(a), a una demanda de amor y no a la demanda sin más, que precisamente impone hablar. La demanda de amor trata de reducir a ese Otro S(), a la presencia de la pequeña-a. Por este camino cualquier palabra que pronuncie el analista refuerza el silencio del analizando, pues él trata de reducir más y más al analista a su presencia i(a). Lacan propone que el diván en el análisis, ayuda al analista a mantenerse fuera de la mirada del sujeto, favoreciendo su ubicación en el lugar del Otro grande simbólico ...El analista se mantiene fuera del punto focal de las identificaciones, fuera de la imagen presentada por el sujeto... (Tomo 8, 1960).

(b) Esto no significa que en las sesiones cara-a-cara el analista <conocedor del lugar S(A)> no se identifica con ese lugar, a pesar de estar en el campo de la mirada del sujeto y sabiéndose objeto de deseo. Y sabiendo que debe sostener el semblante. Cuando hablamos de la transferencia como amor (eje imaginario) debemos separar, (a) Lo que es el amor de transferencia dirigido al (SSS) sujeto-supuesto-saber, del (b) Amor de transfere ncia mantenido como amor-pasión. El primero permite la transferencia. Es el amor dirigido al sujeto de su propio inconsciente. Ese amor de transferencia está al inicio del proceso y es diferente del amor-pasión que se produce como un efecto de resistencia, cuando el analista acepta el lugar i(a). Esta demanda del analizando es una demanda de ficción, de recuperación del goce perdido, que cree encontrar en la persona del analista. Es el intento de hacer (uno) con él, de completar la falta.

(c) Al analista aceptar este lugar <debido a su propia resistencia de mantener el dispositivo analítico>, ilusoriamente obturará la falta en el analizante y detendrá el proceso analítico. Los que se han encontrado en su experiencia con este fenómeno saben lo difícil sino imposible, que es salir de ahí. Lo mejor es evitarlo. El analista sabe que no hay que responder a las demandas. Pero el asunto no es lo que se responde, sino el lugar desde donde se responde. Artificialmente algunos dicen que lo mejor es callarse, presentar una máscara tan desprovista de rasgos de identificación como sea posible. Borrarse de alguna manera. Pero esto no es posible, porque no habría encuentro. El análisis no funciona así. Es preferible responder con la interpretación desde el lugar s(), e intentar producir una subjetivación, un efecto de división, que al señalar lo reprimido inconsciente lo hace surgir.

(d) Melanie Klein siempre alertó sobre el peligro de ocupar el lugar del objeto-bueno en el proceso analítico (Envidia y Gratitud, 1957). Ella trabajaba en su análisis con la transferencia negativa. Podía ubicarse en transferencia en el lugar del objeto-malo y persecutorio. El peligro de trabajar en análisis sólo en transferencia positiva, además de ignorar los elementos inconscientes del vínculo del odio (vínculo H) es dejar al analizando al final del análisis en una ubicación en la que siempre espera algo del objeto bu eno (analista) identificado con él como un ideal i(a). Además con la esperanza de recib ir una manifestación de amor del lado de ese objeto, Melanie Klein fue clara en su insistencia de trabajar el odio (transferencia negativa) en el análisis. Lacan coincide con Melanie Klein y con Whilhem Reich en este respecto. El odio-pasión no hay que promoverlo, como tampoco se promueve el amor-pasión. Más bien habría que evitarlos, ubicándose el analista con sus interpretaciones en el lugar del Otro simbólico s(). Si lo hace en el lugar de semblante de pequeña-a i(a) … <cosa que ocurre al identificarse con la propuesta del analizando>, asume el papel del otro odiado o amado (representantes de identificaciones originarias) lo cual en ficción, obtura la falta y detiene el proceso analítico.

21. Lógica de la contra transferencia

Lacan dice en el Seminario sobre la transferencia (Pág. 65, 1960) que la contra transferencia es un vocablo infeliz e inexacto y propone distinguir dos conceptos. El primero, el efecto de la transferencia del analizando en el analista. Del segundo, la propia transferencia del analista.

22. Efecto de transferencia en el analista

Se produce como una respuesta del analista a la introyección del discurso del analizando. Es un efecto imagina rio como respuesta a los significantes introyectados en el lugar de la escucha analítica. En la medida en que la demanda introyectada es comprendida, el analista no tendría ninguna dif icultad en referirse a estos significantes. Esto es posible cuando el analista tiene una plena capacidad de discriminación <lugar analítico asimétrico>. Ni siquiera es necesario utilizar este resto imaginario en el trabajo analítico. Está claro que el analista, al ocupar su lugar como semblante y ser objeto de múltiples proyecciones, podrá tomar mucho de estos significantes como identificatorios <aparece simetría en la dupla analítica>, de los cuales tiene que rescatarse a través de una capacidad de discriminación. Logra así la posición de asimetría con su analizante. Por lo tanto, cuando el analista va a proceder a hablar, es decir, a ocupar su posición analítica, lo hará desde un lugar otro, que no sea el lugar de la identificación.

23. La transferencia del analista

Si el analista no puede rescatarse de las identificaciones ocurridas en el lugar del semblante, se va a encontrar en plena transferencia. En simetría con su analizando. El analizando se ha convertido en semblante para el analista, en objeto(a). La transferencia del analista imposibilita la realización del acto analítico: en ese momento con ese material dado. Cuando el analista surge con su Yo y su deseo y hace simetría, opaca la posible percepción que pueda tener de los elementos inconscientes provenientes del analizando.

Ocurre que muchas veces durante el largo proceso de análisis, el acto analítico desliza a otro tipo de acto, realizado por el analista dentro del proceso de la cura y aún cuando no son actos analíticos puros, son de utilidad y yo diría inevitables a largo de todo proceso analítico. Me refiero al acto ortopédico y al acto pedagógico. Incluso agregaría un cuarto tipo de acto: El acto arbitrario. El punto álgido de debate está en el interrogante de si estos actos realizados por el analista surgen como consecuencia de la identificación del analista con la demanda del analizando y por lo tanto dentro de una transferencia del analista. Yo respondería que sí. Muchas veces la demanda del analizando es razonable. Los peligros que comprometen seriamente la vida y el patrimonio del analizando, requieren de una intervención pedagógica del analista, quien estaría trabajando desde su transferencia (al menos en ese momento del proceso). El costo de este acto, realizado en transferencia del analista, es la detención del trabajo del inconsciente y muchas veces es sabio y necesario pagar ese precio. Posteriormente (en sesiones siguientes), el analista se rescata de ese lugar pedagógico u ortopédico, y retoma su lugar de analista, en asimetría con su anal izante.

24. El analista como desecho

En el final teórico del análisis, el analizando ha adquirido progresivamente el conocimiento de su incompletud <de su castración> y la de su analista S (). El despliegue de la transferencia simbólica y luego imaginaria supuestamente ha permitido el reconocimiento de la formación de los otros <garantes originarios> en su historia <pre-Edípica y Edípica>. Cuando el analista rehúsa aceptar la invitación a ocupar el lugar i(a), e interpreta desde el lugar S() y asume su posición analítica en el dispositivo, el análisis puede arribar a un final <teórico> en que el analista, castrado y vaciado de sentido fálico <de verdad-toda>, deja de ser un objeto de deseo y un modelo de identificación. La transferencia se disuelve progresivamente y el analista pierde todo su encanto y supuesto-saber. Pasa a ser un otro <garante> en la biografía del sujeto. El analista deja de ser un objeto idealizado y se convierte en un desecho.

Este fenómeno de terminación no tiene nada que ver con el mecanismo de resistencia o períodos de transferencia negativa en que el analista es desvalorizado y atacado por el analizando. Esto último se refiere más a la vertiente automathón <compulsión a la repetición> de la transf erencia que está en relación con figuras Edípicas y pre-Edípicas, propias del eje imaginario (a´-->a) <pasión de odio>. Terminar el análisis y mantener al analista en un nicho de idealización <figura del maestro o guía, poseedor de la verdad-toda y por lo tanto del falo> es no haber podido resolver el conflicto Edípico. El dolor de aceptar la pérdida y la castración en la historia del individuo, debió haber sido intolerable y el análisis se termina, sin haber llegado a su final.

25. Travesía del fantasma y final de análisis

Las consideraciones sobre los aspectos del amor y odio de transferencia nos llevan al estudio de la Travesía del Fantasma que consiste en un camino para llegar a través del amor/odio de transferencia a la pulsión (sexual). Las pasiones apuntan al ser. En este sentido esto coincide con una verdad, de que es la cuestión del ser lo que se plantea al final del análisis.

Más allá del conocimiento de los garantes de sus identificaciones, el analizando se enfrenta al final del análisis con el ser y con su posición de goce esencial. A través del conocimiento de todas estas identificaciones y a través del deseo se llega a un saber de borde. Esto es lo que le permite atravesar ese fantasma y acceder a lo real <el concepto de borde, remite a la teoría de la pulsión sexual>. El sujeto siempre se mantendrá dividido y lo que le es propio son sólo las condiciones del goce, es decir, de su fantasma particular. Este fantasma (S<>a) va a permitir la articulación del goce fálico (sexual) con el Otro, sin que esto tape la cuestión del ser-el-deseo-del-otro. Atravesar el fantasma es también saber que los medios de aparejarse con el Otro están limitados para cualquiera, que existen pocas aperturas sobre lo real (el fantasma es una de ellas). Lacan decía ...El fantasma es una ventana sobre lo real... (Tomo 14: La Lógica del Fantasma, 1967). Cada persona construye su propio fantasma con su pequeña-(a). Este fantasma (S<>a) hace de borde, se puede recorrer y obtener su delineación. Mantiene abierta en el sujeto la dimensión del deseo del Otro. Se puede gozar del otro en un trayecto pulsional. El fantasma es la única manera de bien decir el goce (Laurent, E. 1987). Es acercarse de una manera precisa al goce que alguien pueda derivar: el del objeto de su deseo.

26. En síntesis

Así tenemos que en el proceso de la cura analítica, la transferencia transcurre fundamentalmente en el eje [a’-->a] imaginario. El Yo (moi) del analizando ubicado en (a) y el analista en el lugar (a’ ) de pequeña-(a) semblante de deseo, objeto de proyecciones e introyecciones. Cuando el analista habla es recomendable que lo haga desde el lugar del otro simbólico castrado (). Es decir, ubicarse en lugar s(). Esto lo logra si no responde a las demandas de identificación que pide el analizando i(a). Así, el analista en la cura está en el lugar (a’) y habla desde la posición s().

27. Grafo de la transferencia

1. Dos lados y cuatro niveles

Este grafo es un esquema elaborado por mí (1997), pretende dar cuenta de lo que ocurre en la transferencia a lo largo de la cura. Consta de dos lados. El lado izquierdo corresponde al analizando y el derecho al analista. Igualmente tiene cuatro niveles.

i. El nivel superior muestra lo que ocurre en la transferencia a nivel del predominio imaginario, donde el analizando le otorga un saber al analista y además este va a ocupar un lugar (lugar de semblante) sin ejercer juicio de valor.

ii. El segundo nivel muestra lo que ocurre en el predominio del orden simbólico, donde el analista va a hablar desde una posición vaciada de verdad/toda: s(). En este nivel el analizando se precipita de regreso cada vez más, en la relación imaginaria con su semblante (el analista).

iii. El tercer nivel muestra lo que ocurre en la posible articulación de los tres registros (RSI), donde hacia el final del análisis, el analista es destituido de su saber y aparece en el lugar del desecho y el analizando adviene a ser lo que en verdad es (su verdad inconsciente). Finalmente, <lo real> en el proceso analítico, va a estar en el encuadre: (1) El dinero a pagar (2) El tiempo de la sesión y (3) La abstinencia del analista (que deja al sujeto dividido, sin satisfacer su demanda de certeza). Son tres elementos del proceso que sorprenden. Hacen presencia (cuando se modifican) de una manera arbitraria e inesperada.

iv. En este grafo se propone un cuarto nivel: el nivel del más allá de la transferencia: nivel de los efectos post/analíticos.

2. Primer nivel del grafo:

En este matema el analizando nos muestra su demanda de análisis a través de la cadena significante, que a su vez, va a constituir el ropaje del síntoma. En el recuadro vemos el algoritmo del síntoma, donde la letra ypsilon significa al síntoma, que no es más que <aquello que no anda en lo real>. La función de (S1) indica que esta cadena significante está en función de algo. Siendo el (S1) el representante de la cadena, entonces es en la cadena significante donde el sujeto va a expresar su síntoma.

(a) Un saber al otro

El sufrimiento expresado en el síntoma, va a otorgar un poder al otro, del cual espera una ayuda. Por eso decimos que el analizando, otorga en su eje imaginario, un saber al otro y por esta vía un poder --el poder de curarlo. Lacan decía que ese lugar asignado por el analizando al analista, es el lugar del supuesto saber. Además el analizando le va a otorgar al analista otro lugar privilegiado: el lugar del semblante. En el grafo lo encontramos en la figura del objeto (a) ubicado del lado del analista. Corresponde a la figura de la pequeña (a), como sabemos es un algo muy especial, que el analizando cree ver (u oír) en el analista. Ese algo muy especial, es un resto en la psique del analizando. Un resto que quedó (inconsciente), de su relación con el otro, que lo constituyó en su temprana infancia.

(b) Una escucha privilegiada

En el lado del analista, éste le ofrece a su analizando una escucha privilegiada. Una escucha que ofrece una ausencia de censura o juicio sobre lo que el analizando diga. Una escucha asimétrica, es decir donde se respeta la otredad (o llamada alteridad) del analizando. La asimetría implica que el analista no se identifica con su analizando. Una escucha donde el analista no tiene un deseo personal que imponer a su analizando. Una escucha que garantiza la confidencialidad del discurso. Para ocupar este lugar el analista debe estar previamente capacitado para ello. Esto lo logra, cuando en el diván, siendo el analista un analizando cualquiera, logra al final de su análisis: ser lo que de verdad es (su verdad inconsciente). Así se capacita para poder sentarse en el sillón del analista.

3. Segundo nivel del grafo: El orden simbólico y la posición del analista.

Por efecto de la escucha privilegiada y de la continencia que esta escucha produce, el analizando desliza su discurso de hablar de los síntomas, quejas y pedidos (de curación y felicidad), a un hablar de sí mismo. Por eso, en el grafo encontramos el algoritmo: i(a). Esto significa que el analizando está hablando a través de sus recuerdos, de sus identificaciones más tempranas. La (i) minúscula refiere a esa identificaciones (llamadas narcisistas o imaginarias) con el objeto pequeña (a). De esta posición, el analizando le otorga aún con más fuerza, un supuesto saber y un semblante de pequeña (a) a su analista. Por eso decimos, que desde el nivel del predominio simbólico, el analizando regresa con toda intensidad a un vínculo transferencial imaginario.

(a) Significante del Otro castrado

Eventualmente el analista va a intervenir con su palabra. Su habla, que está privilegiada por todo ese poder, recibido al hacer semblante para el analizando, será un habla sin verdad/toda. Por eso en el grafo aparece en la columna del analista el algoritmo: S(). Esto significa al significante del otro castrado. Si el analista ocupa un lugar de sabio o de amo, hablara con toda su verdad. Interpretará en forma definitiva. Será como un pontífice que habla la verdad de Freud. Sus interpretaciones serán como un punto final al material emergente en la sesión. Por eso decimos que esas interpretaciones cargadas de verdad/toda son obturantes. Cierran la exploración del inconsciente. Cierran la búsqueda. Obturan el proceso. Es preferible hablar con ignorancia, apuntando a lo poco que se sabe. Invitar al analizando a interrogarse a sí mismo. Relanzar la búsqueda del deseo perdido (nunca encontrado). Sugerir ideas para que estas sean exploradas más y más. En vez de hablar desde una posición de sabiduría fálica, decimos que el analista habla desde la posición de un significante castrado. Es decir sin verdad/toda.

(b) Cura transferencial

Por efecto de las intervenciones del analista (con esto quiero decir su silencio y su habla), el analizando se percibe como curado de algo. Se percibe erróneamente portador de un saber. Por eso en el grafo aparece con el algoritmo: S(A). Sin la barra de la castración. Aquí existe el peligro de que abandone prematuramente el análisis con la idea errónea de tener alguna curación. Algunos mantienen su bienestar por mucho tiempo. Hasta pueden ser considerados casos de análisis exitosos, cuando en realidad no completaron el proceso. Interrumpen en este momento y mantienen a su analista en un lugar idealizado: S(A). Se identifican con este analista sabio (fálico) y así logran mantener su bienestar. Se trata de una simetría de dos sujetos sabios (fálicos). Es decir, una identificación especular en el eje imaginario. Lacan decía que esta resistencia del analizando a continuar su análisis y a lo difícil de su epílogo, es siempre una resistencia del analista (a continuar el análisis).

4. Tercer nivel del grafo: Lógica borromea y la resignificación

Si el analizando continúa en el proceso y logra resignificar las identificaciones más tempranas, va a actualizar sus ideales. Esto produce una modificación muy importante en el SuperYo, esto lo logra al modificar los significantes ga rantes del Yo-ideal y del Ideal-del-Yo.

(a) La resignificación inconsciente

La censura inconsciente y automática, causante de la angustia, se modifica. Va a aparecer un espacio para la actualización de los valores, deseos y temores sexuales y destructivos. El sujeto en análisis puede acceder a conocer la naturaleza de su fantasma sexual. Va a aceptar sus enormes limitaciones y se sabrá castrado, descubre que no es el amo (de nada). Por eso en el grafo aparece con el algoritmo: s().

(b) La destitución del Otro fálico

En su relación con el analista inicia la destitución de su valor fálico. Le reconoce sus limitaciones y errores. Por eso aparece en el grafo con el algoritmo: s(). De ser un analista idealizado, pasa a ser un des/hecho. Por esta vía, el final del análisis se aproxima. Se mantienen ciertos elementos de semblante y de supuesto saber (restos insolubles de transferencia), a la vez se le reconoce como insuficiente y a la vez se incorpora una elemento desconocido de imposibilidad u armonía en el análisis. Por eso, este tercer nivel del grafo refiere a una lógica borromea, de una articulación del (SRI).

5. Cuarto nivel del grafo: El fin de análisis y el ser lo que soy

El analizando acepta ser, lo que sea que descubrió de sí mismo: <Soy lo que soy>. Este ser, no es el ser del sín toma, sin embargo muestra sus imperfecciones (que podrían equivocadamente ser tomadas como nuevos síntomas). Se trata de algo diferente. Se trata del síntasma. Es decir, lo que se era desde el principio. Lo que está en la base de la constitución del sujeto, desde sus orígenes. Según el caso podría adoptar artificialmente ropaje de síntomas, sin serlo. Es el síntasma: ser lo que soy

 

19. Bibliografia

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 24 - Diciembre 2007
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