Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Saber, verdad y psicoanálisis
Alexander Cruz Aponasenko

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Pretender la verdad, aprehender la verdad, saber la verdad… ¿para que la verdad?

Abordar la cuestión de la verdad, su relación con el saber, que se presenta a veces como medio para llegar a ella y a veces como fin en si mismo es tarea ardua, tarea milenaria y tarea ineludible de todo hombre. Emprender esta cuestión desde el psicoanálisis es lo que pretendo, pero como todo saber, el psicoanálisis es también un saber a medias, inacabado, en formación, tendré que recurrir a otros saberes, también inacabados, por tanto el resultado de este trabajo seguramente será a su vez inacabado. Bueno, ya decía arriba que la cuestión era ardua.

El Saber y los saberes

La filosofía se pregunta acerca de la pregunta, a donde apunta la pregunta? que quiere decir la pregunta? Que espacio abre la pregunta? Que posibilita en el sujeto y en el mundo? Castoriadis (1996) diría: "filosofar quiere decir preguntarse constantemente que es filosofar y que tipo de filosofía queremos practicar". El psicoanálisis no diverge mucho de la filosofía en este sentido, para el psicoanálisis la pregunta tiene tal potencia, tal fuerza creadora, que sirve de asiento a una buena cantidad de entidades clínicas, especialmente aquella que mas nos interesa y que mas ha estudiado el psicoanálisis: la neurosis, más que patología, condición cultural, reacción natural ante el limite social impuesto al sujeto, como veremos mas adelante; precisamente, lo que hay detrás de cada neurótico es una pregunta. Pregunta dirigida al Otro, al que se le supone una respuesta, todas las respuestas.

Aquí se entrecruzan la filosofía y el psicoanálisis, claro, no todas las filosofías y no todos los psicoanálisis. No se trata de encontrar certezas acerca de los objetos del mundo, por mucho, asombrarse con lo encontrado, pero sobre todo, dar cuenta del recorrido para llegar hasta allí, dar cuenta de la circularidad del saber, pues el circulo no es mas que recorrido, contorno (Constante, 2004). Lo que se halla en el centro, en el origen, es precisamente aquello que se escapa, la verdad como agujero plantearía Lacan, una verdad innombrable y por tanto ajena al mundo de los hombres que es el mundo del lenguaje, verdad que por cierto, la ciencia pretende aprehender, y claro, no todas las ciencias.

La verdad de la ciencia es una verdad ilusoriamente tangible, más que verdad es un saber ansiolítico, elimina del sujeto el rastro angustiante de la duda, de la incertidumbre, la verdad de la ciencia es certeza (una verdad perversa podría decirse), un cierre, o al menos esa es su pretensión. Su objetivo es alcanzar la respuesta, acabar con la pregunta. Al presentarse como dadora de respuestas, la ciencia se ubica en el lugar del no castrado (A), y de esta forma mantiene una ilusión de unidad, de completud, que automáticamente le adjudica poder sobre los pobres sujetos angustiados en busca de respuestas. Para la ciencia, el saber es poder, poder a través del saber, por la vía del saber. No es esta la pretensión del psicoanálisis, y en esto también convergen, ni de la filosofía, para quienes el saber apunta a la posibilidad de autonomía del sujeto, el logro de una vida que no requiera de ansiolíticos. Dijo Epicuro:" Vana es la palabra del filosofo que no remedia ningún sufrimiento del hombre. Porque así como no es útil la medicina si no suprime las enfermedades del cuerpo, así tampoco la filosofía si no suprime las enfermedades del alma". Campos diferentes a los que se orientan saberes diferentes?

Se trata aquí de incitar a que el sujeto encuentre aquello que ha perdido, aquello que solo el puede encontrar ya que solo el conoce, pues fue suyo en un principio. La cura analítica se encamina, muy en consonancia con la dialéctica socrática (Spinel, 2005), al redescubrimiento de la verdad perdida del sujeto, verdad que encierra el goce, verdad manifiesta en el síntoma, se le plantea al sujeto una nueva relación con el saber, el saber acerca de si mismo. Posibilidad que desde la perspectiva científica es inalcanzable, pues la ciencia opera en vía contraria al descubrimiento de la verdad por parte del sujeto, la ciencia da la verdad al sujeto, anulando la búsqueda interna de la misma.

A donde van entonces las pretensiones de objetividad del psicoanálisis? Donde queda el cientificismo Freudiano, su primera "biologización" ? No puede desconocerse que el fundador pasó la mayor parte de su vida tratando de hacer de su obra un saber científico, encuadrable quizás dentro del marco de la verdad positiva. El debate en torno al valor del psicoanálisis es visto fundamentalmente desde tres perspectivas: El psicoanálisis como ciencia, representación de la realidad que da cuenta de los fenómenos psíquicos y busca su explicación (Rivas, 2006), o en términos de Althusser: "Si, el psicoanálisis es, pues, una ciencia, ya que es la ciencia de un objeto propio, es también una ciencia conforme a la estructura de toda ciencia: con una teoría y una técnica que permiten el conocimiento y la transformación de su objeto en una practica especifica. Como cualquier ciencia autentica constituida, la practica no es el absoluto de la ciencia, sino un momento teóricamente subordinado; el momento en el que la teoría que ha llegado a ser método entra en contacto teórico o practico con su objeto propio" (citado en Constante, 2004). Perspectiva recusada principalmente por Popper y Nagel que construyen su crítica sobre los puntos fundamentales de la imposibilidad de verificación empírica de los postulados Freudianos, la imposibilidad de refutar la teoría psicoanalítica y en ocasiones, la invalidación de Freud como crítico. La segunda perspectiva presenta al psicoanálisis como una hermenéutica. El psicoanálisis es un discurso que sirve para comprender al ser humano, como discurso no necesariamente debe corresponder con un real inamovible sino dar respuesta a interrogantes del orden del lenguaje y proveer respuestas a cuestiones propias de su objeto de estudio. Para Ricoeur el psicoanálisis se acerca mas a la historia que a la ciencia, es una "arqueología del sujeto". Habermas resalta el lugar del psicoanálisis como ciencia de la cultura, opuesto a la idea de ciencia natural de su fundador. Criticó la intención Freudiana de tomar "prestada de las ciencias físicas la epistemología positivista " (Fernández, 1999) y aplicarla al psicoanálisis, puesto que este era claramente una hermenéutica. Habermas consideraba que la comprensión psicoanalítica-hermenéutica de lo profundo asume la forma de una comprensión-explicación, distinta de la explicación científica estricta que buscaría el por que de un hecho en leyes generales y condiciones antecedentes, explicaciones siempre independientes del contexto. Mientras que las explicaciones psicoanalíticas se hacen dentro del marco de la historia individual, siempre basadas en el contexto del sujeto. (Fernández, 1999)

Si, el psicoanálisis no puede ser una ciencia, y la psicología científica no puede lograr lo que busca el psicoanálisis. La tercera perspectiva propone al psicoanálisis como un discurso otro, un nuevo saber, ajeno a la ciencia y la filosofía, esta es la propuesta de Lacan, un cuerpo teórico-técnico autónomo (Rivas, 2006), una ética, que como tal, y siguiendo la idea de Wittgenstein, no puede ser enseñada como saber de la academia. Esta última perspectiva ha originado el alejamiento del psicoanálisis de la universidad, su ruptura con los saberes oficiales y su apartamiento de los debates públicos con la ciencia y la filosofía (Roudinesco, 2000). El psicoanálisis no esta en capacidad de discutir los descubrimientos de las ciencias naturales en sus campos, pero debe, necesariamente, ser puesto a funcionar en los debates acerca de lo humano, haciendo la salvedad que se usará al mismo como teoría y no como praxis. Así las cosas, el tema de la verdad y el saber, como dinamizantes de lo humano, cae en el dominio del psicoanálisis, veamos que se puede decir.

El saber y las estructuras

Se planteaba arriba la importancia crucial de la pregunta como asiento de la neurosis, quiero replantear aquí esta formula y proponer los siguiente. El psicoanálisis ha mostrado que hay tres formas generales que puede asumir el aparato psíquico a partir del acto fundante de la castración, acto obligado a todo ser humano, que marca el nacimiento de la vida psíquica del sujeto, estas formas son: la neurosis, la perversión y la psicosis, que el psicoanálisis moderno o posmoderno considera estructuras de personalidad más que cuadros patológicos. Las variantes que originan una determinada posición del sujeto frente a la castración como neurótico, perverso o psicótico aún son oscuras. Pero de ello se puede extraer que a cada estructura general corresponde una relación particular con el saber. La pregunta aparece en la neurosis, la certeza del lado de la perversión y el no-saber del lado de la psicosis. Repasemos el proceso originario.

En el principio esta la Cosa, nadando en su paraíso, no hay sujeto aun que pueda dar cuenta de ella, pues la totalidad no da espacio para dos, hasta que aparece la cuchilla del lenguaje, que mas que dividir lo Uno, crea un espacio simbólico en el cual esta separación pueda ser. Es así que el ser pierde su unidad inicial, su omnipotente autosuficiencia y es arrojado al mundo de la necesidad.

"El punto de partida del sujeto, el parto del psiquismo, es concebido entonces como la vivencia del desamparo absoluto de un organismo inerme frente a la necesidad, incapaz de aliviarla y de calmar la excitación interna sin la producción de una alteración exterior que aporte el objeto de la necesidad y permita la acción especifica y apaciguadora. La incapacidad del organismo para sobrevivir lo consagra a la muerte. Solo el Otro podrá salvarlo y de ello derivara su oscura autoridad" (…) "La acción del prójimo auxiliador permite la vivencia de satisfacción que, en la perspectiva vital, hace posible la sobrevivencia y, en la perspectiva de la vida anímica, se marca con la impronta de un norte absoluto para la brújula del deseo." (Braunstein, 1999).

Esta es la castración, la salida del mundo unitario del autoerotismo y la autosatisfacción y la entrada al mundo del intercambio, de la búsqueda de satisfacción en el otro, la aparición de la necesariedad del contacto con lo objetos del mundo. La castración evacua el goce del organismo y lo obliga a ir a buscarlo en otro lugar pues este ya no esta allí, se perdió detrás de alguna esquina en el mundo del lenguaje y es allí hacia donde deberá dirigirse el recién nacido sujeto, al mundo de los hombres.

"Todo sujeto esta y es llamado a ser. Esta convocación no podría proceder desde adentro, desde alguna fuerza interior que residiría en el o ella, de una necesidad biológica que lo impulsara a desarrollarse. La invocación es subjetivante, hace sujeto. A el se le demanda que hable asumiendo el nombre que el Otro le diera. Tiene que hablar, decir quien es, identificarse. El otro requiere de su palabra: si el lenguaje mata la cosa al reemplazarla y hacerla ausente, la palabra debe re-presentarla y ella ordena, necesariamente el reconocimiento de este Otro del lenguaje, el que confiere la vida apartando de ella (la Cosa), mortificando. El sujeto adviene, alcanza asi su existencia… pero la debe. El Otro le indica de mil modos que la vida que recibió no es gratuita, que hay que pagar por ella." (Braunstein, 1999).

Pero que podría tener el infante recién nacido para pagar? El goce, el sujeto paga con una renuncia, cada vez que acepta el precio de hacer parte de la humanidad paga con su goce, goce del ser para hacer consonancia con la categorización Braunsteiniana. La pérdida es irremisible, el goce se pierde y su marca hace la posibilidad de echar a andar el deseo, se imprime allí un saber, que adquirirá la característica del saber del inconsciente: un saber no sabido (Lacan). Es la primera relación del sujeto con el saber, el saber de que algo falta y el saber de que nunca se va a saber que es exactamente eso que falta; la consecuencia, una molestia, Freud le llamaría el malestar en la cultura.

Para que ese saber sea efectivamente no sabido, tuvo que operar la represión, y esto da origen a la primera estructura: la neurosis. La vida del neurótico se convierte entonces en una búsqueda de aquello que reestablecerá su unidad original, la búsqueda del goce perdido en la forma de objeto, objeto a le llamará Lacan. Lo que hace la represión es precisamente ocultar un saber, un saber que remite a la verdad del sujeto como faltante, como incompleto, pero esta verdad, la verdad del agujero, es solo bordeable a través del saber, la verdad caída, caída está, por eso "toda verdad es una verdad a medias" (Lacan,) porque la verdad acerca del origen es inabordable en s i, solo puede ser recorrido su contorno y esto origina el retorno incesante en su búsqueda, el circulo. Es el sujeto el que hace ciencia y si como sujeto es incapaz de dar con la verdad plena, entonces la ciencia como producto del sujeto es a su vez incapaz de hablar de la verdad. Esta es la fundamental crítica que presenta el psicoanálisis a la tendencia totalizante y clausuradota de las posturas positivistas en la ciencia y filosofía.

Que soy yo para el otro? Que le represento al otro? Son las preguntas que mueven la neurosis, por que me ha permitido sobrevivir? Preguntas todas que apuntan al agujero que dejo el objeto a en su caída, preguntas inconscientes que reactiva y dinamizan toda la vida del sujeto, que lo envían en una búsqueda constante, que le dan la vida. El ejemplo de la histeria es muy esclarecedor.

La histeria "se dirige al otro con una demanda (D) insaciable. El Otro, como ante los ¿por qué? del niño, acaba por mostrar su falla, el saber que le falta. La respuesta que obtiene la demanda es la falta en ser del otro como efecto infaltable [S (A)]. La demanda ha revelado al deseo (d) y su trasfondo incolmable". (Braunstein, 1999).

De esta forma la Histeria logra deshacerse de su falta y ubicarla en el otro, ahora es ella la respuesta que el otro busca, es ella el deseo del Otro. Es ella la que tiene el goce perdido del otro, es dentro de ella que se esconde el objeto a, objeto de la verdad. Inteligente operación ilusoria de la Histeria.

El sufrimiento de la neurosis es un sufrimiento por no saber, por reminiscencias, represiones, por vacíos en el discurso, "lagunas mnemicas", el síntoma se presenta aquí como discurso, un discurso que habla de un saber inconsciente. Y es precisamente el síntoma lo que recupera, en lo posible, al goce. El síntoma es la única forma en la que el neurótico puede gozar, artimaña para llegar al saber que siempre se le escapa. Quiero proponer a partir de lo anterior que el síntoma no es más que el producto de una particular relación del sujeto con el saber, es la evidencia de esa relación, que es inaccesible para el sujeto conciente y solo es posible conocerla mediante el psicoanálisis.

Ya decía Freud en sus primero escritos psicoanalíticos que la tarea del psicoanálisis era restituir esa continuidad del discurso, "llenar los vacíos mnemicos". Esto puede entenderse como el reformular la relación del sujeto con el saber, volveremos sobre ello luego.

Frente a la castración el perverso desmiente la castración del Otro (madre), para el perverso existe la verdad, no se ha caído, no hay agujero que contornear, por tanto no hay un impulso constante hacia la búsqueda de saber, para el perverso no hay pregunta, hay certeza. El perverso "vive para el goce, sabiendo cuanto es dable saber sobre el goce propio y el ajeno, predicando su evangelio, afirmando sus derechos sobre el cuerpo, ostentando su dominio" (Braunstein, 1999).

El perverso ha suturado la falta, con un poco de esfuerzo ha creado un fantasma que encubre por completo el hecho de la castración, hecho por cierto aterrador para él mismo. "Al desmentir el deseo, se lo renuncia, se lo cede. Puesto que el deseo esta del lado del Otro, desear es mostrar una falta y ofrecer esa falta a la falta del Otro, es decir, reconocer la reciproca castración como condición para atravesarla" (Braunstein, 1999). Debido a la naturaleza de su fantasma, el perverso no desea, se constituye en un sujeto "saber-gozar". No hay una pregunta que lo anime, que lo empuje, lo suyo es voluntad de goce. Quizás la criatura perfecta para un mundo como el actual. Nunca sufre, nunca se aparece voluntariamente por el consultorio del analista, no sufre del malestar en la cultura, esta por encima de el. El precio que paga, es su incapacidad para amar y la imposibilidad de encontrar el goce por vías alternativas y siempre variables, el perverso queda condenado a vagar por siempre la misma senda que lo conduce al mismo punto de su vida erótica.

Que pasa con el psicótico? Que puede sucederle a alguien que nombramos ubicado en un lugar de no-saber? Dirá Lacan (1985) en la ciencia y la verdad: "de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables". Quizá para el caso de la neurosis y la perversión, pero también para la psicosis? Será elección del sujeto la posición estructural del no-saber?

Si la elección fuera libre quizás el sujeto seria responsable, pero la elección es siempre una elección forzada, se elige de que forma se asume la perdida del goce y hemos visto que puede reprimirse o renegarse, pero se reprime o reniega el hecho de la perdida. El caso del psicótico es el de aquel que a la pregunta de la bolsa o la vida, que implica de por sí una perdida, de cualquiera de los dos pero perdida en si, "responde lo imposible: la bolsa y la vida", no acepta por tanto la perdida del goce. La elección del sujeto humano esta basada en la aceptación de la idea de que algo se perdió, la idea de la castración (del goce), así que se elige cómo relacionarse con ese objeto en tanto que objeto perdido, relación del sujeto con el saber. Esto es precisamente lo que no sucede en la psicosis.

El goce psicótico (del ser) aparece antes de la palabra, hace referencia al momento mítico de la omnipotencia y la autosatisfacción, en él, la palabra no logra abrir el espacio simbólico para que la pérdida ocurra, para que objeto y sujeto se separen, para que la verdad se escurra. Esta operación esta guiada por un significante que pone orden a la articulación del sujeto como sujeto del lenguaje, Lacan le llamaba Nombre-del-padre, significante de la Ley, ordenador del universo simbólico, a él se anclaran todos los posteriores significantes que harán del sujeto un sujeto de discurso, presente en el mudo humano del lenguaje. En el caso de la psicosis este significante primordial falta. A la falta de este articulador lingüístico que permite la construcción del sujeto humano Lacan le llamo Forclusión, que no es precisamente una elección del sujeto, sino el efecto de causas aún oscuras.

Al no presentarse el anudamiento del sujeto al orden del lenguaje, el sujeto queda por fuera del circuito del saber, no hay búsqueda, puesto que no hay pérdida, no hay pregunta ni certeza, solo hay un cuerpo, que ni siquiera pertenece al sujeto, pertenece y es presa del deseo de su madre. La bolsa y la vida, el psicótico queda relegado a un lugar de no-saber, condenado a vivir una relación inexistente con la verdad, el esta en el lugar de la verdad. La cadena significante es el instrumento que le permitiría bordear la verdad, separarse, hacerse sujeto, esto falta. El ocupa el espacio que la verdad debería tener y por ello es constantemente invadido, asaltado por una verdad aterradora que escapa a cualquier intento de descripción.

De que forma aborda el psicoanálisis el estudio y comprensión de estas estructuras y hacia donde apunta la "cura" psicoanalítica en su relación con el saber es lo que me propongo abordar a continuación.

El saber y la ignorancia

Cual es el lugar de la ignorancia? El lugar del analista. A diferencia del hombre de ciencia, por cierto inexistente según Lacan (1985) ya que solo puede haber sujeto de la ciencia, el analista no pretende mantener el dominio sobre su objeto de estudio, sino abordar aquello que es mas propio del sujeto y de lo cual este es despojado por la ciencia: su subjetividad (Moreno, 2003).

El psicoanálisis observa dentro de esta subjetividad aquello que Freud llamó formaciones del inconsciente: chiste, sueño, lapsus, acto fallido y síntoma. Y es allí donde el psicoanálisis encuentra la verdad. Pero no una verdad universal e inamovible, una verdad de leyes, sino una verdad del sujeto, que es la que al sujeto le importa, su verdad. Así, el estudio del inconsciente es la búsqueda de la verdad del sujeto, una verdad que, como lo propone Nietzsche, es desterrada del dominio de la razón y puesta en el dominio de la emoción.

Habíamos expuesto arriba que el síntoma es la manifestación de una relación con el saber, este saber, descubre Freud, es un saber inconsciente, desconocido para el sujeto, lo que no puede decirse se pone en acto. Al hacer consciente lo inconsciente el sujeto queda advertido de ese saber que lleva la marca del deseo y se hace posible que el sujeto decida si quiere lo que desea (Braunstein, 1999). El síntoma expone un saber acerca de la verdad del sujeto. En palabras de Freud: "Lo inconsciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del mundo exterior" (Freud, 1900). El sujeto que desconoce no puede elegir, no puede ver lo que elige. El sujeto-objeto de la ciencia, despojado de su subjetividad no puede acceder a una verdad propia, accederá a la verdad de la ciencia, en donde él es un elemento reemplazable por cualquier otro elemento como él, pretensión de la objetividad. Para el psicoanálisis, el sujeto es el centro.

De que saber hace evidencia el síntoma? De un saber acerca del goce, el saber que no se sabe, se actúa; es precisamente un saber acerca de lo perdido y más que saber es una forma de recrear aquello perdido, se representa al fantasma que tapa el agujero, se representa aquello que se perdió, el síntoma es una forma de gozar. Saber y goce encuentran en el síntoma su anudamiento.

En la clínica el psicoanálisis escucha al sujeto, porque este no hace mas que hablar y si algo sabe el analista es que siempre esta diciendo otra cosa (Miller, 1998), el lenguaje sobrepasa al sujeto y al sujeto el lenguaje se le hace insuficiente para decir todo lo que quiere decir, por eso el síntoma, para decir lo demás. Allí esta centrada la escucha del analista, porque el saber se produce en el hablar, ya lo había intuido Sócrates.

La posición del analista es la de la "ignorancia docta" (Miller, 1998), en lugar de una ignorancia que desconoce, es la ignorancia de alguien que sabe cosas, pero que decide voluntariamente hacer a un lado su saber para dar un espacio en donde pueda producirse un nuevo saber.

Y es que el saber ocupa espacios, y hay espacios donde el saber no cabe, el debate es precisamente el rasgamiento de un espacio de saber para que allí, en ese nuevo espacio de lenguaje pueda producirse algo nuevo. En un lugar donde los espacios lingüísticos están colmados con saber, no cabe más saber que el que ya hay, así que solo puede hacerse referencia, no construcción. El analista decide la ignorancia, para que el sujeto analizante produzca un saber. Al respecto Miller (1998) expresa: "La función operativa de la ignorancia es la misma que la de la transferencia, la misma que la de la constitución del sujeto supuesto saber. El sujeto supuesto saber no se constituye a partir del saber sino que se constituye a partir de la ignorancia". Con esto se marca que no puede saberse con anterioridad lo que el sujeto quiere decir, solo puede suponerse que quiere decir otra cosa, algo mas. Se cae entonces la posibilidad de predicción y control del discurso científico, se le abre la puerta al sujeto posible, no probable, al sujeto en devenir.

La ignorancia se alza como medio para llegar al saber, en esta perspectiva, la ignorancia no es ausencia de saber, la ignorancia esta al otro lado del saber, no es el principio, sino el final del recorrido. Aquí el psicoanálisis se encuentra de nuevo con Sócrates: "solo se que nada se". Función puramente operativa en la clínica del psicoanálisis.

La transferencia entonces se presenta como el campo en el que la verdad se expone, campo del saber del inconsciente manifiesto en el discurso y las formaciones del inconsciente, con el síntoma a la cabeza. La transferencia es el espacio de despliegue, la zona común, en la que al otro del analista le es permitido ser espectador de la verdad del sujeto, esa es la función del Sujeto Supuesto Saber. El paciente aparece con su Demanda, que antes que cualquier otra cosa es una demanda de saber-amor-goce. El sujeto atribuye un saber al analista, un saber que podría dar respuesta a su demanda. El analista bien podría dar respuesta, como el medico, hablar desde la ilusoria posición de saber acerca del sujeto, desde el lugar de sujeto-saber: Usted tiene lo siguiente… haga lo siguiente, si sigue estas indicaciones estará bien, la respuesta de la ciencia le evita al sujeto pensar, la ciencia no piensa dijo Heidegger. En este caso, se habrá cerrado la posibilidad de que el saber del paciente se despliegue, se habrá obturado al sujeto, se habrá tapado la falta con un remiendo imaginario, ningún efecto.

Pero si la demanda del paciente es frustrada, y una y otra vez se encuentra frente a la ignorancia, necesariamente tendrá que producirse allí un nuevo saber, esta vez, un saber propio del sujeto, su saber, que apunta directamente a su verdad, una verdad que se oculta mostrándose y se muestra ocultándose (Moreno, 2003).

A duras penas el analista puede saber dos cosas, estas son el lugar de la verdad: el sujeto; y la cualidad de la verdad: subjetiva.

Mas que hablar de la verdad, el sujeto es hablado por la verdad: "La verdad no habla como consecuencia de una acción del sujeto sino que el sujeto habla porque es un efecto de la verdad que habla a través de el. La verdad es supuesta como causa del sujeto y por eso se la supone como saber del Otro" (Saal, 1986). Esta verdad, equiparable al objeto a, se proyecta en el discurso y a través del síntoma, atraviesa en toda su expresión al ser y su vehículo no puede ser otro que el lenguaje.

La castración, la falta en ser es la verdad ineludible que es eludida y la forma de eludirla es lo que hace particular a cada sujeto dentro de cada estructura. Es lo que hace posible que el sujeto sea tal. Por tanto el sujeto es efecto de la verdad.

Se nota aquí un desfase en la equivalencia saber=verdad. El saber no corresponde a la verdad, porque la verdad siempre falta, el sujeto solo puede aspirar a bordearla, recorrer su contorno; para el psicoanálisis esto es suficiente, pues se trata del recorrido, no del fin. Es posible lograr una epistemología sin sujeto cognoscente como la que propone Popper? Cuando todo saber como camino a la verdad tiene que vérselas con los recovecos lenguajeros del sujeto? La cura analítica se propone en términos de búsqueda, no de encuentro, de allí la posibilidad de interminabilidad del análisis, como puede terminar el análisis, si aquello que el sujeto busca siempre se escabulle? Si el acto sexual es siempre fallido? El objeto no es terminarlo, el análisis insta al sujeto a que encuentre y proponga nuevas formas de relacionarse con el saber que apunta a esa verdad esquiva, al goce, objeto a. Hacer consciente lo inconsciente es reformular la relación con el saber, reformular al síntoma y reformular la vida del sujeto. Llenar los vacíos del discurso es construir autonomía. Como en el inconsciente, no ha pasado el tiempo, el psicoanálisis nos devuelve la mirada a una pequeña isla en la costa griega en la que siete sabios que era n todos los hombres escribieron a vista de todos los demás: "conocete a ti mismo".

Notas

* Trascripción de la ponencia presentada en el Primer Simposio Filosofía y Psicoanálisis, Septiembre 6, 7 y 8, Universidad Industrial de Santander (UIS), Bucaramanga, Colombia.

Referencias Bibliográficas

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