Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Algunas afecciones corporales en el recorte de un análisis
Mónica Ameijeiras

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El texto clínico que presento trata de un recorte de un análisis. Llamó mi atencion la recurrente aparición de afecciones corporales, incluso en el devenir de la cura analitica. Me interrogué sobre estas afecciones, si presentaban el carácter de sintomas histéricos o si se trataba de fenómenos psicosomáticos.

El cuerpo lo vemos surgir al modo de cuerpo parlante en la histeria y como respuesta en el FPS.

El síntoma es considerado en psicoanálisis en el seno de la transferencia. El síntoma, al decir de Lacan en el Seminario XII es "eso que no anda bien". Esto indicaría que hay algo del saber que no es sabido; pero no bastaría con la referencia al saber, el síntoma posee una cara descifrable, valor de mensaje, de metáfora y otra cara que encierra goce.

En la conversión Freud, consideraba a la líbido separada de la representación y que se enlazaba a una inervación somática. Se encuentra en relación a un cuerpo, no de la biología, sino a una anatomía y una funcionalidad determinada por el significante. El síntoma es efecto de la represión que incide sobre el cuerpo y al tener estructura de metáfora supone un Sujeto, así el significante representa al sujeto para otro significante. Se trata de un ordenamiento en el cuerpo que limita al goce alojándolo en zonas erógenas.

En el FPS, no hay tal sustitución significante, hay también fenómenos en el cuerpo pero no aparece el sujeto.

Lacan se refiere a estos fenómenos en el seminario XI, y en la conferencia de Ginebra que data de 1975, cuando habla de las dos operaciones constitutivas, alienación y separación. De la lectura de estos textos se podría puntuar lo siguiente:

El sujeto, así no podrá responder con su falta de cuerpo, mortificado por el significante tal es el caso donde funciona la afánisis; por el contrario entrega su cuerpo en tanto presencia.

En cuanto a la articulación del cuerpo con la pulsión, la pulsión en su circuito se invagina en la zona erógena y se lanza en busca de algo que responde en el Otro, es un movimiento de llamado. Así, el cuerpo es un cuerpo pulsional, las pulsiones dibujan una articulación cuerpo–líbido - lenguaje.

Paso al relato clínico

M. es una mujer de 49 años, casada hace 21 y tiene 3 hijas. Me es derivada por una colega que trata a la hija, por trastornos de la alimentación. M vincula los problemas de su hija con la dificultosa relación con el padre. En las discusiones entre ambos M. oficia como mediadora. La paciente se queja del marido, dice que no es un buen padre, que las hijas lo rechazan y agrega: "Las mira de una manera, les mira la cola, las chicas ya son grandes, lo rechazan". M. comenta que le producen asco los modales del esposo para con la comida, como así también que habla en voz muy alta. La coloración afectiva en estos enunciados evoca al asco histérico, Freud lo llama desexualizacíón.

También lo cuestiona como marido, dice que no es compañero, que desde el nacimiento de su primera hija, frecuenta un club y viene tarde. La paciente refiere haber descubierto objetos en los bolsillos del esposo que le hacían pensar en que le era infiel (peines de hoteles, fotos y hasta una bombacha). Actualmente él está jubilado.

Me dice: "Nunca dijo la verdad, siempre encontraba una excusa perfecta, yo no sé en que anda".

M. es psicóloga, aunque nunca ejerció su profesión. En las primeras entrevistas aportaba distintos diagnósticos psicopatológicos sobre su esposo y los vínculos familiares. En una oportunidad le dije que trabajaba de psicóloga con su familia.

Los significantes que aparecían con cierta insistencia eran pasos, andar, y a ellos se dirigían mis intervenciones .

M. dice que luego de tener a su segunda hija empezó a padecer dolores en la cadera que le dificultaban el andar. Ubica el momento en que se entera que sufre hipotiroidismo luego del tercer embarazo.

En cuanto a los problemas de cadera le diagnosticaron una discopatía, situada a nivel del nervio ciático.

Es significativo que sus tres hijas padecen trastornos en el cuerpo. La mayor sufre de stress, cefaleas y es atendida por un neurólogo, la segunda, trastornos de la alimentación, y la tercera hereda el hipotiroidismo y también está medicada.

Algunos datos biográficos

M. es hija única. Cuando tenía 12 años, fue a vivir a su casa una prima, cuya madre había fallecido. La paciente dice que para ella fue como una hermana. La estancia de su prima le permite por vez primera salir de la habitación de los padres .

M. realizó estudios secundarios, y luego cursó estudios universitarios, al mismo tiempo que trabajaba en un banco donde su padre había estado empleado.

Con respecto a los vínculos de su familia de origen, M comenta que su padre era alegre, la llevaba a remontar barriletes, le enseñó a manejar. Dice "yo era su compañera" "Con él aprendí a bailar tango y paso doble. Luego dejó de bailar por sus problemas en la cadera".

De su madre comenta que siempre fue sumisa a su esposo. Era miedosa y la protegía de los peligros de la calle. Según refiere el ambiente familiar era prejuicioso pero "alegre". Después de muertos los abuelos paternos (entre los 8 ó 9 años de la paciente) el padre no permite que se sigan celebrando más fiestas o se invite gente a la casa.

A los dos meses de entrevista, cuenta avergonzada que tiene dificultades para salir sola, se maneja sin alejarse demasiado de su domicilio. Dice: "me da vergüenza a mi edad, tener estos miedos, si tengo que caminar mucho temo que me duela la cadera y no pueda moverme. Me gusta salir solo si me acompañan ". Durante el año de tratamiento, el hipotiroidismo no adquirió dimensión simbólica, no lo incluye en sus enunciados. No pasa lo mismo en lo atinente a los dolores en la cadera y su consecuencia la dificultad para caminar.

Sus dificultades en la locomoción , estaban estrechamente vinculadas con impedimentos para salir. M. se planteaba la cuestión de cómo salir de su casa, si debía ir a cierto lugar no sólo primaba el poder salir, sino le provocaba ansiedad el poder volver a casa sin riesgos. Incluso en sus relatos se evidenciaba que iba y volvía por el mismo camino, sus trayectos eran cortos y unidireccionales. M estaba siempre atenta en sus trayectos que no ocurra nada sorprendente. A esta altura, me preguntaba si se podría armar en análisis algun síntoma fóbico, y así ir dejando atrás las novelas conyugales – familiares a las que M. les daba preponderancia.

Poco después que M. enunciara estos miedos y dificultades más propias, cuenta el siguiente sueño:

"Me veo de muy niña, tal vez de cinco años, no puedo caminar y hay un peligro no recuerdo. Yo debo correr y voy hacia mi casa, no sé por qué pero ya en la sala de la casa no puedo caminar y me arrastro hasta el comedor donde están mis tíos y mis padres sentados a la mesa. Nadie se da cuenta, yo me arrastro y me meto bajo la mesa, veo las piernas de mi tío, de papá y mamá. Me despierto".
Las asociaciones del sueño hablaban de la casa paterna, de los tíos. De pronto surge un recuerdo infantil; "Los domingos mientras mamá cocinaba, me mandaba con papá, mi papá se quedaba en la cama hasta tarde. Yo jugaba con las muñecas (la paciente dormía junto al lecho de los padres), recuerdo que una vez me acosté junto a él, yo dormitaba, y papá se dio vuelta hacia mi lado, estaba dormido y su pierna rozó la mía, me dio vergüenza y salté de la cama". "Qué increíble, las piernas del sueño, la pierna".

Unas sesiones posteriores al sueño, M. llega al consultorio con mucha dificultad, arrastrando la pierna derecha, dice que el dolor empezó en la cintura como es habitual y se intensificó en la ingle.

Ella no establece ninguna vinculación con el recuerdo infantil.

Preguntándome si se trataba de un síntoma conversivo encontraba en el sueño y en el recuerdo distintas alusiones a la sexualidad, la escena con el padre y la superficie dérmica de la pierna como zona erógena. ¿Puede el sueño operar como apelación , y si esta es significante encontrarnos el dolor en la pierna que le impide caminar adecuadamente como una repuesta?. Esta dificultad duró dos meses y con masajista y antiflamatorios mediante, cedió pero continuaron los dolores de la cadera. No se trata de un FPS. Cuando viene a sesión arrastrando la pierna, estamos en presencia de algo que tiene que ver con el mostrar; si bien es una cuestión simbólica está hecha para ser mostrada . Los dolores que refiere la paciente, la discopatía y la dificultad al andar no tendrían las propiedades de borde características de las zonas erógenas.

Freud las hubiera denominado zona histerógena artificial para dar cuenta de que las pulsiones sexuales investían estas zonas hasta tornarlas como órgano genital, y pensaba que esto se producía por exacerbación de la líbido.

Lacan tiene otra posición. El proponía que las zonas que no son erógenas pulsionalmente definidas son lugares desexualizados pero también vinculadas al deseo.

A dos años de su análisis M. podia salir sola, manejaba su auto, podía ir y venir a La Plata, aún no se animaba a viajar a Capital. Los dolores que le traian dificultad en el andar no volvieron a aparecer.

¿Cómo pensar los dolores articulares, la discopatía, la dificultad de caminar, el dolor en la ingle y el dolor irradiado; tienen el estatuto de cifrado que se halla en el síntoma? .

Pienso que la discopatía, los dolores en la cadera, corresponden a lesiones corporales y que no fueron creadas por la neurosis. ¿Se podría pensar que los dolores de cadera y la pierna fueron llamados a representar un papel, es decir a producir un sentido? . No casualmente se han desencadenado luego del nacimiento de una sus hijas, como si vinieran a testimoniar algo del orden de un retorno de viejas separaciones. Sólo que este retorno no pasa por la intermediación del deseo del Otro. Sin embargo el desplazamiento del dolor a la ingle y la dificultad al caminar o más adelante el "dolor irradiado" en la zona pelviana efectivamente se vinculan a que algo de la lesión se tornó palabra.

Durante el tercer año del análisis, M. había aumentado sus vinculaciones interpersonales, y cantaba en un coro de un club social local, donde se destacaba y en varias oportunidades cantó como solista. En ese año asiste a la presentación de un libro de Bonazzo, que le evoca la época de la dictadura militar, lo cual la remite a los años de sus estudios universitarios. Se angustiaba recordando como desaparecían compañeros de facultad, el accionar de los grupos de tareas, se reprochaba su falta de participación. Comenta que sus padres se oponían a que ella interviniera en el Centro de estudiantes.

Llora evocando, cuando sus padres queman sus libros que podrian comprometerla dice:No me dejaron, me impidieron participar con mis compañeros pero me salvaron la vida., gracias a ellos estoy viva.

Intervengo:¿ Está viva porque le impidieron….?

Se angustia, y con tristeza habla de su posición de sumisión, y vuelve a mencionar todo lo que atañe a la muerte de sus abuelos paternos, dice:" No hubo más fiestas ni reuniones, especialmente cuando murio mi abuela".(paterna)

Intervengo: ¿Cómo se llamaba su abuela?

Paciente: se llamaba María, y Vita de segundo nombre, y todos la llamábamos así, le decíamos Vita.

Analista:¿Vita?

Paciente: Se sorprende, Vita es vida en italiano. Cuenta que esta abuela que tenía problemas para andar y no salía. Al notar como se identificaba con la abuela dice: es como si me hubiera vestido de ella, de Vita.

El haber comenzado a trabajar en este tramo del análisis marcó cierto despegue, una salida de esta identificacion narcisista, especular en la que se hallaba petrificada llevó a la analizante a producir más movilidad en los vínculos exogámicos, y un nuevo objeto empezó a desplegarse en el analisis : la voz.

Ya en su cuarto año de análisis, M. canta en dos coros , estudia música y toma clases de canto. Actualmente fue convocada para participar en una ópera como mesosoprano, está tomando clases de italiano y empieza a viajar a la Capital.

De no haberse trascendido, el conflicto imaginario conyugal familiar habria permanecido la cura atascada en las precisiones derivada de los avatares propios de las novelas edípicas .

Lo que se abrió con los significantes pasos y andar, se desarrolló en el marco del análisis y en transferencia, pienso que fue la condicion de posibilidad para que ese cuerpo al servicio del goce, se hiciera superficie donde el significante se materielice en él.

Lic. Mónica Ameijeiras

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 23 - Octubre 2006
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