Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Erótica de la retórica clariana
en ‘
El dúo de la tos
(de Leopoldo García de las Alas y Ureña (1852-1901), Clarín)
José Mayoralas

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«To beg the question»: relectura de esos horresco referens o paradigmas inaugurales

Un trabajo de tesis doctoral, realizado por Laura de los Ríos en la Universidad de Columbia (Nueva York) allá por el año 1948 sobre Los cuentos morales de Clarín (Leopoldo García de la Alas y Breña 1852-1901), fue el detonante del presente estudio lacaniano sobre El dúo de la tos. Su tram(p)a 1, que nosotros reconsideramos rapsódicamente aquí por mor a razones de índole pedagógica, es muy sencilla. Así la resumía la mencionada doctoranda por aquel entonces: «Alrededor del literario tema de la tuberculosis, Clarín construye como una obra musical este dúo, diálogo amoroso por medio de las notas de dos toses: la tos de él, el bulto del cuarto 35 [¡sic!] de un hotel-balneario del Norte, y la de ella, bulto en el balcón del cuarto 32 del mismo hotel. Atrevido, inquietante y poético todo el cuento, no hay en él nombres, no hay descripción física; los personajes ni se ven, ni los vemos. En la noche veraniega, cada uno desde su balcón se escucha, y por este dúo sus almas se comunican (…) El cuento es un prodigioso análisis de dos almas en "pena de amor" y dolor físico (…) ¡Qué lejos de las románticas creaciones alrededor de los tísicos o de los cuadros más realistas y macabros de sanatorios y hospitales, y qué cerca de las interpretaciones a lo Tomás Mann!» 2.

Con este rapsódico resumen, Laura de los Ríos despachaba la tram(p)a (o significado) de un pequeño pero denso volumen Significante cuyo (abultado) goce (Real) quedaba sin descifrar 3. Las mismas consideraciones se imponen para Samblancat Neus cuando habla de «La soledad sonora en El dúo de la tos» 4, mientras que Carolyn Richmond alude al «triste y lírico cuento El dúo de la tos» 5. Jean-François Botrel da un paso más y alude a un «tal vez, reprimido erotismo»6. Luego añade que se trata de «esa corriente de erotismo recóndito y asociado con un sentimiento de culpabilidad, expresión virtual de una libido a la que se le da así metafórico y eufemístico paso».

Tales derivas psicologizantes provienen de una larga tradición académico-universitaria que había convertido el discurso crítico-literario en ese fetiche fosilizado que Barthes llamará littérature-objet. Los studia humanitatis sacralizaron la literatura vía Institución académica. El laicismo positivista de las diferentes ratio se encargó luego de desacralizarlos, pero sin dejar por ello de institucionalizarlos conservando ciertos rescoldos religioso-metafísicos. La misma Institución irá imponiendo a la creación poética la férrea mordaza del diccionario a partir de lo etimológica o «académicamente correcto» y así sucesivamente... Con tales presupuestos metodológicos, los autores arriba mencionados han quedado atrapados por la sibilina puesta en escena de este magistral, pero engañoso, artificio retórico-literario. De ahí que Laura de los Ríos lo presente como «el literario tema de la tuberculosis» sostenido en un «prodigioso análisis de dos almas en pena de amor y dolor físico». Y nuestra contrarréplica no se hace espera. Podemos formularla así: ¿no sería más pertinente desentrañar «el literario tema de la tuberculosis» de estas «dos almas en "pena de amor" y dolor físico» considerándolo ‘a la luz’ de esos oscuros «bultos» que destilan borrosidad y ensombrecen todo lo que les rodea? ¿No nos invita un «bulto», máxime si se trata de un par de «bul-tos», como es aquí el caso, a que consideremos lo que este borroso o difuso dúo (de la tos) borra u obnubila 7? ¿Estamos frente a la oscura erótica de un inconmensurable gozo clariniano que subyace bajo la difusa y confusa amalgama de vultus 8 en bul>tos? Quizá sea por ahí por donde debiéramos llegar a dilucidar, a la letra, lo que dicha opacidad evoca y convoca: ¿un gozo desconocido (porque Real) que sólo se abre paso a través de la máscara loca de la literatura? ¿Discurso especular, en espejo mate, de un ‘entre-dos’ que se da a leer como un dúo tusígeno-musical cuyas toses se superponen como el (síntoma-)conglomerado «bul-tos»?

Ya en los comienzos del psicoanálisis Jung hablaba de «sombra» para referirse a ese lugar oscuro del Yo... Freud se ocupó de la sombra en Tótem y Tabú (1912). Lacan hará del engaño de la imagen del Sujeto en el espejo la piedra angular de su teoría acerca de la formación del yo, unidad constituida imaginaria, especularmente. Lacan repetirá que «en esta materia de lo visible todo es trampa». Es más, la borrosidad (del síntoma) –según dice en El sujeto por fin cuestionado- representa irrupción dolorosa de verdad... G. Bataille será también sensible a esa sombra indomeñable y opaca que él llamará «la part maudite»...

En lo que a nosotros respecta, de lo que se trata es de desarticular la enmarañada y petrificada borrosidad tusígena y escópica –plasmada en dos emblemáticos «bul-tos»- a fin de ‘iluminar’ ese oscuro gozo o «jouissance» de una muy sui generis estética dark clariniana que conviene dilucidar 9. Y ello por la sencilla razón de que este dúo de la tos no estuvo jamás infectado por el bacilo de Koch. Razón por la cual ninguno de los «bultos» guarda relación alguna con el trágico final de John Keats, que murió tosiendo, agobiado por la tisis. Advertencia obvia o verdad de Perogrullo, pero no tenerlo en cuenta supondría embelesarse de nuevo en el más puro e ingenuo verismo superficial de corte referencial o psicologizante.

El oscuro y unheimlichHotel del Águila’

Nosotros, ni que decir tiene, abordamos de muy otra manera eso que Laura de los Ríos considera, lisa y llanamente, «el literario tema de a tuberculosis», « las notas de dos toses» de « dos almas en "pena de amor" y dolor físico » y otros tantos clichés por el estilo. La lectura de Lacan et non solum... nos va a permitir ‘sacar a la luz’ todo aquello que escapó a la mencionada doctoranda o que sencillamente denominaba lo «Atrevido, inquietante y poético de todo el cuento» sin explicarlo jamás.

Pues bien, nada más empezar el relato, una paradójica, sintomática y pregnante ‘sombra’ planea e impregna todo lo que la rodea. Dice así:

El gran hotel del Águila tiende su enorme sombra sobre las aguas dormidas de la dársena...(Subrayado por nosotros, J. Mayoralas) 10

Tan pronto como el (hotel del) Águila aparece, desaparece la visión y la luz que tan emblemático pájaro podía hacer esperar… Adelantándonos a posteriores consideraciones, ‘vislumbramos’, ya desde el comienzo, la manifiesta contradicción que existe entre la aguda visión que, en teoría, incumbe al «Águila» 11 y la borrosa sombra que proyecta y rodea al unheimlich Hotel del Águila. La mala visión manifiesta constituye, a todas luces, un trampolín para ver o ‘vislumbrar’ lo invisible, como afirmara ya Jonathan Swift. Algo que, sintomáticamente, ha pasado desapercibido para Laura de los Ríos.

Sabido es que lo oscuro evoca pasiones, convoca afectos y delata un gozo desconocido (porque Real). El tema viene de muy antiguo y llega hasta nuestros días... Y la pregunta no se hace espera: ¿qué tipo de gozo se enuncia tras este sombrío decorado geométrico-hotelero que incluye –en tanto que mise en abîme- el perfil borroso y difuso de 2 sombras o «bultos» que protagonizan una ‘tos a dúo’ en plena penumbra? Naturalmente, la respuesta sí que se hace esperar.

En efecto, la reiterada disposición escópico-invocante del relato nos lleva a pensar que el narrador clariniano, sumido en un momento de perplejidad y deslumbramiento ante una sorprendente y sorpresiva novedad, parpadea hasta que inmoviliza y fija, mediante «arrêt sur l’image», este cronotopo geométrico-hotelero 12, ya que, según se dice, estamos frente a

Un inmenso caserón cuadrado

que se yergue en pleno

silencio de la noche nublada,

Se comprende entonces que la oscuridad aflore por doquier para ir dejando paso a lo perennemente sombrío, difuso, borroso y unheimlich que rodea a este clínico-balneario-casero-hotelero 13,

Los vapores de la dársena, las panzudas gabarras 14 (...) parecen ahora sombras en la sombra.

Y en medio de esta sombría y unheimlich caracterización medio-ambiental, que se diría ahora, todo duerme:

El pueblo, de comerciantes y bañistas, duerme; la casa duerme

Y para más señas se habla de

... el sueño del dúo de la tos

María Chévez apostilla que en «las glosas del sueño, por ejemplo, cuando el soñante está diciendo que es borroso, suele acontecer que después de esto aparece una reminiscencia infantil» 15 ¿De qué reminiscencia clariniana puede tratarse aquí?

Es más, se especifica que se trata de

un sueño un poco teñido de fiebre

A lo cual hay que añadir, de manera complementaria, que el relato hace hincapié en la irrupción de un Imaginario un tanto fantasmagórico,

En la oscuridad el agua toma la palabra y brilla un poco, cual una aprehensión óptica (...) en aquellas tinieblas (...)la imaginación recomponiendo las vagas formas

De sombra en sombra, lo negro se superpone a lo negro,

Mira el 36 y percibe un bulto más negro que la oscuridad ambiente, del matiz de las gabarras de abajo.

Lo que miro nunca es lo que quiero ver. Y así hasta que Clarín hace de sus dos ‘tísicos’ unos «bultos» que son sombras entre sombras

De repente desapareció una claridad lejana, produciendo el efecto de un relámpago que se nota después que pasó.

Tras lo cual, algo «brilla» detrás de lo Simbólico

cual cual una aprensión óptica, como un dejo de luz desaparecida, en la retina, fosforescencia que padece ilusión de los nervios

Por eso decimos que este imaginario nocturno y «ensombrecido» es extra-Simbólico o fantasmático, algo que, según nuestra tesis, esconde o enmascara gozo, por eso brilla por detrás de lo Simbólico.

Tanto es así, que la dolorosa ‘tos’ de ambos tísicos se convierte en una especie de ‘seducción fónico-invocante’ que llega a despertar las más que desaforadas ensoñaciones eróticas que los dos protagonistas comparten deliciosamente mientras «tosen»

«Estamos cantando un dúo», pensó; y hasta sintió cierta alarma de pudor, como si aquello fuera indiscreto, un cita en la noche

Si a ello añadimos la «desesperada situación existencial» de estos tísicos

«Se está aquí más solo que en la calle, tan solo como en el desierto», piensa un bulto, un hombre envuelto en un amplio abrigo de verano

y la «marginalidad social» en la que la «tuberculosis sociológica» sume a los dos «bul-tos»

El número 36, un hombre de treinta años, familiarizado con la desesperación, sólo en el mundo, sin más compañía que los recuerdos del hogar paterno, perdidos allá en lontananzas de desgracias y errores, y una sentencia de muerte pegada al pecho, como una factura de viaje a un bulto en un ferrocarril

podemos empezar a dilucidar los ingredientes (del goce) que destila tan sombrío archisemema ‘casero-hotelero’. Archisemema Significante cuyo disfórico funcionamiento urge auscultar» hic et nunc y al margen del realismo de su mímesis y de su diégesis. Debemos desembarazarnos de la exclusiva idolatría de la mímesis en literatura: «Le langage, avant de signifier quelque chose, signifie pour quelqu’un» 16. ¿Qué sentido tendría parafrasear de nuevo el relato clariniano, a la manera de Laura de los Ríos, reduciéndolo a un mero signo repetitivo-diferencial con respecto a La Dame aux camélias (1848) de A. Dumas (hijo) y Der Zauberberg (1924) de T. Mann? Luego, ¿qué se repite cuando se repite? J.-A. Miller recuerda que «La repetición aparece como la función simbólica que evita el mal encuentro con lo sexual ». Se trata de ¿una pregunta por la pareja sexual? ¿La (no-)relación sexual del dúo...?

 

Por la vía del equívoco y de lo borroso…

Dejarse aturdir por el (significado del) signo es, tanto para la crítica literaria de la ficción como para el psicoanálisis, entrar en vía muerta. El signo pre-lingüístico o semiótico tiende a ser bi-unívoco, y eso parece muy tranquilizador pero es falso o reductor, ya que el investigador tiene que lidiar con un Significante siempre equívoco, por definición, y con una literatura que es, como mínimo, un moebiano palimpsesto o rompecabezas de letras.... Lo poiético es equívoco, lo lógico es biunívoco. Así consideramos nosotros la equívoca y lancinante borrosidad de El dúo de la tos. No nos cansaremos de precisar que los enunciados no valen por sí, por lo explícito, por la anécdota en sí relatada, sino por lo que la narración destila entre los intersticios de sus déficits laterales y literales. Y nueva pista (¡a la vista!): tanto lo rechazado como la castración es siempre dual ¿Cómo aquí el dúo?). En "De Otro al otro", Laca dice « lo que del hecho no se puede decir está designado en el decir por su falta y esto es la verdad» 17.

Si, según una larga tradición lacaniana, no tenemos acceso (directo) a lo Real de un goce («jouissance») siempre obnubilado, dado que éste no logra traspasar los desfiladeros del Significante que le sirven de dique, la única manera de gozar (Real, pulsionalmente) es fantaseando un Imaginario ‘entre-dos’ (dúo de la tos) que burla prescripciones y prohibiciones confusa, opaca, sombría y tusígenamente.... A cualquier marca o estímulo que ha sido ‘borrado’ puede adherírsele o ‘enquistársele’ cualquier Significante. Con el traz(ad)o sombrío, sombreado o ensombrecido de El hotel del Águila y de sus 2 «bultos» tosiendo febril, penosa y tuberculosamente en la oscuridad de la noche, el imaginario clariniano recurre a lo borroso 18 o difuso para dar cuenta de lo invisible-borrado-censurado que lo Simbólico no domina de lo Real. En eso consiste el misterio mismo de la memoria (infiel) y de muchas de sus manifestaciones imaginarias o fantasmáticas 19. ¿Cómo hacer entonces? Lacan nos indica el camino a seguir cuando señala en El seminario I que «El síntoma se presenta en primer lugar como un trazo borrado, aproximándose a él es cómo se verá el sentido». No otra cosa estamos haciendo. Para ello se necesita ir despejando al fantasmático imaginario clariniano de su borrosa y ensombrecida ganga retórico-simbólica.

Conviene además subrayar que «Lo borroso del sueño, por lo general, oculta material muy valioso para la interpretación» 20. Tanto es así que lo «borroso o difuso» como lo «nocturno», lo «febril», etc. (de el sueño de El dúo de la tos) aflora porque algo ha sido borrado-elidido-censurado-reprimido, desplazado-tergiversado... Sin embargo, lo rechazado está condenado a reaparecer erráticamente 21…

Iba por el mundo, como un bulto perdido, buscando aire sano para un pecho enfermo; de posada en posada, peregrino del sepulcro,

La forma de esa reaparición errática se presenta entonces como una incongruente satisfacción, que es tanto como decir permanente insatisfacción:

Ya había pasado el romanticismo que había tenido alguna consideración con los tísicos. El mundo no se pagaba de sensiblerías, o iban éstas por otra parte.

El equívoco como síntoma-sentido

Si de verdad queremos desarticular todo un sintomático imaginario clariniano que se da a leer bajo condensación/desplazamiento de cifras y de letras, tenemos que tomar en consideración sus permutaciones o sustituciones literales. Y ello hasta lograr la disolución o agotamiento de sus desplazamientos metonímicos y de sus efectos metafóricos, ya que si la imagen fantasmática se vuelve mate o «ensombrecida», dada como en negativo, ello es debido a que aparece en (el) lugar del (verdadero) objeto (perdido). Y es que, siempre según Lacan, el goce 22 se deposita en la «lalengua» lacerándola, mortificándola. Es decir, la letal tuberculosis que recorre alegóricamente todo el relato, encuentra su parangón en el laceramiento de letras caídas, sustituidas, luego restañadas, («vultus + tos») que con-forman a los «bul-tos». Hay, pues, que reducir la susodicha tram(p)a de la tuberculosis al deficitario entramado literal que la con-figura para reencontrarlo... Su verdadera dilucidación tiene que pasar forzosamente por rastrear las pérdidas y metamorfosis literales de vultus en tos. Todo ello podría completarse añadiendo que el apócope o troncación que sufre vul-(tus) corre en paralelo con la obnubilación que sufren los rostros de los ‘bultos’ . Rostros que el relato censura y que nunca se describen o se ‘dan a ver’.

Dicho apócope o troncación es igualmente indicativo de que, al mismo tiempo que merma la letra, la borrosidad aumenta, y evidentemente la ‘visión’ disminuye... Estamos ante el típico proceso descrito por Freud como condensación (o sobre-imposición significante) y desplazamiento 23. El inconsciente organiza según leyes de condensación y desplazamiento. Este determina efectos de metáfora y metonimia; o lo que es lo mismo, efectos de sustitución y combinación de significantes en la dimensión sincrónica y diacrónica del discurso... En "La instancia de la letra..." Lacan destaca que el significante es un elemento simbólico dotado tan sólo de valor diferencial, concebible únicamente formando pareja con otro del Autre 24. Por el contrario, la letra es el objeto real, dice, aislable como lo demuestra la caja del tipógrafo. Ello se debe a que la letra captura lo disperso pulsional para el orden del discurso simbólico-literario; aunque no todo. Los restos van a lo Real produciendo nuevos sentidos. Descifrar la verdad, que tiene siempre según Lacan estructura de ficción, comprende al menos cuatro órdenes: lo difuso, lo paradójico, lo unheimlich y lo ético, asegura Walter Beller 25.

La sexualidad sólo puede ‘medio-decirse’ (mi-dire de Lacan) por la vía del equívoco, y el equívoco es el límite del concepto. De ahí que a mayor represión o elaboración onírico-literaria, mayor borrosidad o imprecisión genera el enunciado. Nada más vasto que las cosas vacías. Sin ir tan lejos, el retruécano «bul-tos» consigue unir dos trazos en Una-sola palabra de varios sentidos y una única significación sintomática, borromea 26... Lacan denomina tan sibilinos procesos «cifrados del inconsciente». Y es que en el inconsciente hay un sentido que está reprimido por y para el sujeto de las formaciones de éste. Se trata de unos mensajes cuya comprensión/descomprensión se hace posible por estar ordenados según las leyes del lenguaje.

 

El goce como resto o desecho: esa utopía fourierista

Como es sabido, las distorsiones poéticas o «métaphores causent une joie d’enfant », recordaba P. Valéry 27. Don Enrique de Villena escribía, «La arte del trobar, se llamaua antiguamente en Castilla, la gaya sçiençia». La equiparación entre lo lúdico y lo poético no es nueva, y este relato de Clarín, como venimos comprobando, da buena prueba de ello. Por eso nosotros sostenemos que, bajo dolosa apariencia, la retórica clariniana de El dúo de la tos destila gozo. El gozo es lo escrito... Placer oculto en la palabra a pesar de su engañosa, porque sombría o borrosa, temática manifiesta.... Por eso insistimos en que todo aquello que se presenta borroso o con poca densidad, con poco espesor de significado, todo aquello que parece in-Significante o de ‘desecho’, cobra especial relieve o valor aquí. Metafóricamente hablando, una aspiración de luminosidad inconsciente (gozo) aparece mermada o borrosa en lo Simbólico. Freud tiene la convicción de que tras lo «débil», «no-nítido», «ínfimo», «incierto», «trivial», «indiferente», «disparatado», «incompleto» 28 hay un deseo inconsciente que pugna por ‘salir a la luz’. Por eso decimos que todo aquello con poca densidad, con poco espesor de significado, aquello que parece in-Significante o ‘desecho’ cobra valor aquí. Razón por la cual la imagen ensombrecida de El hotel del Águila así como todo lo que alberga o le rodea nos invita a que leamos la narración al revés 29. Aunque sólo sea, como diría Cortázar, porque el lenguaje que usamos nos traiciona 30.

El cifrado del sentido produce un sufrimiento al sujeto, el síntoma se sostiene de un sentido retenido, reprimido de la conciencia del sujeto y la satisfacción se reencuentra con la reaparición de éste.

El goce clariniano se asienta aquí sobre esos restos o desechos de la mirada 31 y de la voz que son, junto con los «bultos» y las «toses», toda una seire de ruidos invocantes y de restos escópicos

Y el 36, sin pensar más en el 32, desapareció, cerró el balcón con triste rechino metálico, que hizo en el bulto de la derecha, un efecto de melancolía análogo al que produjera antes en el bulto que fumaba, la desaparición del foco eléctrico del Puntal.(El subrayado es nuestro)

La voz o la tos del Otro en el oído del Sujeto le hacen resurgir de esos restos vistos u oídos. De ahí su fading o desvanecimiento metaforizado en tuberculosis

Así se explica que, mucho antes de que lo teorizase Lacan, Clarín manifieste gran predilección por los ruidos y por lo bronco de esos ‘golpes de tos’ que llegan a los oídos del tísico del 36:

La tos del 32 protestaba, a veces rugía

De ahí nuestro interés por iluminar esa manera de toser toscamente

En efecto; en el 36 empezó a resonar, como bajo la bóveda de una cripta, una tos rápida, enérgica, que llevaba en sí misma el quejido ronco de la protesta.

Lo que se escucha es ritmo; y el ritmo no se oye, vibra; vibra, « como bajo la bóveda de una cripta» 32, en el cuerpo que tose, ruge y protesta al mismo tiempo. Lo que nosotros podemos auscultar del relato clariniano es su (tusígena) estructura sintáctica y literal. Escuchar no es oír; escuchar no tiene que ver con los oídos sino, dice Lacan, con el Significante . Los golpes de ‘tos’ que aquí se escuchan son pausas, cortes, escansiones, etc. La escucha surge de la capacidad de hacer silencio para deshacer el exceso de sentido. En pleno silencio,

De pronto, como si fuera un formidable estallido, le hace temblar una tos seca

Y ello se debe a que, según Lacan, el goce se deposita en la «lalengua» mortificándola. Además, ese tipo de «objetos de desecho» 33 son soportes de un deseo que, dada su naturaleza de desecho, escapan al ‘ojo’ o al ‘oído’ del lector poco avezado.

Tenemos que recalcar que, desde un primer momento, la «tuberculosis» de estos dos «bultos» remite a unos cuerpos mortificados, lacerados, sufrientes, infectados y mermados por la enfermedad

Y un pecho débil, de mujer, respira como suspirando.

Lo que no puede ser rememorado, se repite en el comportamiento o en el cuerpo, aseguraba Lacan.

Y, por si fuera poco, ambas «toses» provocan en estos dos «tísicos» una especie de ‘seducción fónico-invocante’ que llega a despertar, en estos ‘tuberculosos’ cuerpos de desecho, sus más que desaforadas ensoñaciones eróticas. ...

un vago consuelo por el indeciso placer de aquella inesperada compañía en la soledad y la tristeza

Ahora bien, para una lectura como la nuestra, el horror es pensar que el tísico -o alevín de cadáver- tenga aún necesidad de gozar

¡Fúnebre orgía! Estaba prohibido el fumar, estaba prohibido abrir el balcón a tal hora, (...) «Adentro, adentro! ¡A la sepultura, a la cárcel horrible, al 36, a la cama, al nicho!»

Conviene recordar que Clarín apela a esta dimensión de goce con la alusión directa a Fourier, cuando homologa El hotel del Águila a un inopinado

falansterio del azar

ya que Fourier, junto con Sade, concibe esos falansterios o instituciones utópicas a fin de combinar los intercambios de goces en el interior de dichas instituciones...

Son de sobra conocidas las limitaciones del lenguaje común cuando se trata de expresar sentimientos o emociones profundas. Las palabras quedan cortas cuando la verdadera afectividad entra en juego. No obstante, la literatura hace denodados y ‘utópicos’ esfuerzos por traducir un inefable que, de otra manera, quedaría relegado en las mazmorras de los más recónditos entresijos del ser humano. «Les insuffisances de l’expression verbale (...) dans le domaine (...) de l’affectivité (...) est bien connu. Renonçant à décrire ce réel que nous sentons au delà du langage descriptif et rationnel, nous tentons d’exprimer nos intuitions et nos sentiments par une signalisation dont la valeur est essentiellement esthétique, la musique, la poésie. Au delà du réel, dans une surréalité, les artistes peintres ou poètes, s’efforcent de traduire ce qui est intraduisible» 34.

Gozar en el displacer como lo hacen esos restos o desechos de la mirada y de la voz que son los «bultos» y las «toses»

El goce no es pensable sin referencia al cuerpo. Se necesita un cuerpo para gozar. Pero para que haya un plus-de-gozar es necesario un(os) cuerpo(os) lacerado(os), mortificado(os), tuberculoso y tosiendo... Se trata de formalizaciones poéticas ensombrecidas que enmascaran y denuncian, al mismo tiempo y por sobrecompensación, un dolor-sentido («jouissance») opaca, borrosamente en ese goce pulsional que se fundamenta en el <objeto a> 35 que articula el deseo en su recorrido (gozosamente) inconsciente. Eso explica que aparece comoalgooscuro o borroso en lo Simbólico (del discurso clariniano). Lo que es más, pone en escena evanescentes representantes del <objeto a>. Y sólo así es cómo se entiende el fantasma y el síntoma en tanto que formaciones de compromiso que traducen parcamente el modo de gozar desmesuradamente. El <objeto a> equivaldría a un plus-de-gozar, es decir, un suplemento que escapa a la mortificación. Así es cómo el goce es literaturizado aquí sobre fondo de mortificación (femenina)

El 32 tosía con arte, con ese arte del dolor antiguo, sufrido, sabio, que suele refugiarse en la mujer.

En las Conferencias de introducción al psicoanálisis, concretamente en la que lleva por título "Los caminos de la formación del síntoma", Freud dice que el inherente sufrimiento del síntoma no está exento de cierta satisfacción. Algo que verificamos en El dúo de la tos. Ello implica, entre otras cosas, y esta es nuestra tesis aquí, que hay goce en el dolor y en el sufrimiento que destila este relato aparentemente triste:

Verás que delicioso es, entre lágrimas, con perspectiva de muerte, ese amor que tú sólo conoces por libros y conjeturas.

Es por eso por lo que insistimos en que el inconmensurable goce clariniano late sobre el trasfondo borroso de la mortificación 36.

La fiebre sugería en la institutriz cierto misticismo erótico; ¡erótico! No es ésta la palabra. ¡Eros! El amor sano, pagano, ¿qué tiene que ver aquí?

Se trata de misticismo erótico que los dos protagonistas comparten deliciosamente mientras «tosen»

«Estamos cantando un dúo», pensó; y hasta sintió cierta alarma de pudor, como si aquello fuera indiscreto, un cita en la noche»

¿Qué son esos sufrimientos, pesadillas, vergüenzas y lujurioso infierno al que alude Clarín en clara referencia a Dante?

Por una asociación de ideas, natural en una institutriz, del purgatorio pasó al infierno, al de Dante, y vio a Paolo y a Francesca abrazados en el aire, arrastrados por la bufera infernal.

Como el goce pulsional es lo desmedido, lo fuera de la ley, éste tiene por fuerza que expresarse paradójicamente en lo marginal, en lo que sobra y molesta al cuerpo: obviamente traducido aquí, como venimos comprobando, en esos golpes de tos seca y en esa marginación socio-existencial que conlleva la situación de tísico. El inherente padecimiento de estos ’tísicos’ corre en paralelo o corresponde a la marginación social a que los condena su enfermedad. Como además lo pulsional es lo rechazado, lo fuera de la ley, verificamos también que esos «bultos» tuberculosos son una especie de forajidos desamparados

De posada en posada, peregrino del sepulcro, cada albergue que el azar le ofrecía le presentaba aspecto de hospital. Su vida era tristísima y nadie le tenía lástima. Ni en los folletines de los periódicos encontraba compasión.

Ahora bien, el caso es, que, a la postre,

Su propia tos se le antojó menos dolorosa apoyándose en aquella varonil que la protegía contra las tinieblas, la soledad y el silencio. «Así se acompañarán las almas del purgatorio».

Lo que observamos en superficie es algo de goce residual (el plus-de-gozar) en esos «cuerpos tuberculosos» lacerados, mortificados.

El goce sobre fondo de mortificación

Con Significantes (mayores) tales como «tuberculosis», «tos», «bultos», «marginación social», «desamparo existencia» unido a unas « pesadillas», «vergüenzas»,, «purgatorio», etc. que se terminan en cierta «alarma de pudor»,

como si aquello fuera indiscreto, una cita en la noche

Clarín condensa goce. Cuanto más imprecise, difuso, confuso o plurívoco sea el sentido, menos pre-visible y más virtual será su ‘fijación’... Así « comienza la gran danza del Significante sobre la pista del significado, donde cualquier palabra y cualquier objeto aparecen en su especularización como sustitutos insuficientes de lo Real imposible» 37. La lingüística habla de «valencias». Ahora bien, «si la linguistique nous promeut le signifiant à y voir le déterminant du signifié, l’analyse révèle la vérité de ce rapport à faire des trous du sens les déterminants de son discours"38.

Dicho de otra manera: aquello (siempre inconsciente) que estorba o molesta al Sujeto insiste en su desplazamiento distónico y disfórico como síntoma. «Lacan pondrá cada vez más de relieve la particularidad de algunos significantes, destacando, no su forma, sino (…) su degradación a la categoría de letra: esto es lo que precisará el concepto de holofrase en los años sesenta» 39. Así las cosas, el descubrimiento de cierta satisfacción en el dolor llevó a Freud a declarar que en el sufrimiento hay formas de satisfacción que suponen un verdadero desafío en contra del analista, literario incluido. Lo que llevado hasta sus últimas consecuencias, empujó a Freud a formular la existencia de la pulsión de muerte y a Lacan a postular lo real del goce 40. En consonancia con todo ello, J.-A. Miller reformula así una técnica de interpretación que nosotros haremos nuestra: «aquello de lo que sufres, es por lo que gozas». Por extraño que parezca, un refrán rumano dice que «el gitano goza llorando». Lacan hace del goce la satisfacción solidaria de la pulsión en tanto que el placer-displacer satisface 41. Y, en efecto, pese unas vivencias y a una actual situación nada halagüeña en el seno del Hotel del Águila, los dos protagonistas o «bultos» encuentran amplio reconfort a sus toses, esto es, disfrutan tosiendo, si es que podemos expresarnos así. Tras lo cual cabe seguir preguntándose: ¿estamos frente a una imposible satisfacción pulsional que da a leer en lo disfórico una muy lograda sublimación/represión/representación pulsional que se plasma en esta pequeña obra maestra de la literaria universal?

A manera de asíndeton: el Sujeto clariniano ‘ubicado’ en el intervalo del conglomerado «bult<>)tos»

Así pues, nuestros planteamientos lacanianos nos llevan a considerar la dolosa tuberculosis y su disfórica «tos» como síntoma borromeo de un «inconmensurable gozo clariniano» dado a leer en filigrana mediante el conglomerado «bult (S1)tos (S2)». Si nos detenemos en considerar su estructural literal, observamos que en él hay dos significantes restañados en la combinatoria de su letras, pero no olvidemos que, aún así, hay intervalo entre ambos, tras lo cual, el Sujeto quedaría entonces sujetado (atrapado-petrificado) en esa pérdida de letras, en el intervalo, que es, al mismo tiempo ‘falta’ o carencia. Razón por la cual Sibony habla de una « coupure-lien » que puede ser ‘vista’ como disruptiva entre presencia y sentido, entre lo escópico/invocante, etc... Las letras reemplazan al sentido ido y las contaminaciones fonemáticas extensivo-restrictivas a las combinaciones semánticas: vultus > bul-tos. Relato hecho de ruptura y de continuidad. La ruptura tiene mucho que ver con la invasión de lo invisible (cara o vultus), mientras que la continuidad alude al encuentro con el goce imposible (Real). Es la estructura que tiene el sueño, el lapsus, el chiste 42 o rasgo de ingenio y todas las formaciones del inconsciente; es también la que explica la división originaria del sujeto43.

Representado por el lado de sus objetos parciales (vultus y tos), el cuerpo clariniano es simbolizado como sufriente, mortificado, carente

Como bulto perdido, buscando aire sano para un pecho enfermo; de posada en posada, peregrino del sepulcro,

El sujeto clariniano es, entonces, el efecto principal, mayor, de esa articulación significante también lacerada, amputada y, reconstruida ortopédiamente aprés coup... Ncia.enferma, pero no era loca., pero no era loca.Por eso «no hay que buscar realidad» a lo narrado. A lo desmedido de la «inconmensurable opacidad del gozo clariniano» se le sigue la pista a través de esos sugerentes guiños que el relato mismo nos da a leer en filigrana y nos muestra literalme nte, en la combinatoria de la letra. Lo que es más, en tales operaciones se pone en escena evanescentes representantes del <objeto a>.

Tenemos que estar apostado para detectar ese cañamazo de proliferaciones tusígenas o equívocos Significantes. Ese «a caballo» es lo que se denomina clásicamente en psicoanálisis fórmula de transacción. Clarín lleva a cabo con singular maestría una sustracción de la imagen y del sentido mediante dos operaciones conocidas como alienación y separación 44. Ambas dadas a leer al pie de la letra través de ese conjunto borroso formado por «bul<>tos » 45- Amén de esas dos operaciones de alienación y de sep aración, operaciones que, a su vez, marcan los tiempos del sujeto del significante y del sujeto de la pulsión, la primera engloba, e implica forzosamente, a la segunda: no hay alienación sin separación 46.

Como «bul-tos» lo constituye en realidad la confluencia de los monemas vultus + tos, su (nuevo o actual) sentido, a manera de un síntoma borromeo, se ubica en una intermitente confluencia de excedentes laterales y déficits literales... Ello permite augurar que es dicho (re)ordenamiento el que genera significación hic et nunc.... Así pues, «bul-tos» hace equívoco, su(s) significado(s) titila(n), se indetermina(n), tirando así por la borda al sentido (común que le otorga la doxa o lo Simbólico). Presencia-ausencia y ausencia-presencia imaginaria que sólo puede ser captada en la intermitencia (o parpadeo) de un tener/no-tener 47; ver/no ver

A veces aquella chispa triste se mueve, se amortigua, desaparece, vuelve a brillar.

A este respecto, nos parece oportuno recordar aquí un empleo tradicional y ampliamente atestiguado de la coma en español cuyo equivalente retórico sería el asíndeton. Figura que afecta a la construcción sintáctica del enunciado y que consiste en la omisión de nexos o conjunciones entre palabras, proposiciones u oraciones. La misma omisión que encontramos entre estos dos Sgnificantes restañados y la misma ‘carencia’, a todos los niveles, pero sobre todo corporal, que encontramos en estos dos cuerpos disminuidos, mermados por la enfermedad...

Digamos que ambos monemas son heterogéneos el uno al otro, el encuentro fortuito, a manera de ese dúo de la tos tosiendo fortuitamente en el Hotel del Águila, sólo puede ser un desencuentro. Reunidos, ambos monemas y ambos «bultos», son radicalmente heterogéneos, y la susodicha reunión, lejos de homogeneizarlos, potencia su heterogeneidad. La reunión de dos términos radicalmente heterogéneos, en la medida en que esta reunión no los homogeneiza, no es sin separación, y los términos y los «bul-tos» se encuentran, mutatis mutandis, para desencontrarse

Somos dos piedras que caen al abismo, que chocan una vez al bajar y nada se dicen, ni se ven, ni se compadecen...

Del texto letrado al cifrado del síntoma borromeo

Después de que Spinoza considerase que la conciencia es prácticamente ajena o inconsciente de la mayoría de sus actos, Lacan, lector esmerado de aquél y de Freud considera, entre otras cosas, el goce como una satisfacción que no causa placer (Ética del Psicoanálisis). También reiteró que los poetas son los primeros que, anticipándose a futuros hallazgos, sugieren más de lo que dicen 48, ya que la escritura literaria goza de un saber que está cifrado metafóricamente 49, esto es, a la manera de un síntoma borromeo 50. El cifrado del sentido produce un sufrimiento al sujeto, el síntoma se sostiene de un sentido retenido, reprimido de la conciencia del sujeto y la satisfacción se reencuentra con la reaparición de éste.

Al igual que la música permite la superposición de las notas, esto es, dos en Una(solo), Clarín, haciendo alarde de su genialidad poética, propone un paradójico título que connota la fusión ideal (o ideal fusional) de un dúo que se re-une –en Uno-sólo- tosiendo como dos «bultos» que aspiran a reunirse en Uno-solo,

¿Por qué no hemos de levantarnos ahora, unir nuestro dolor, llorar juntos? Tal vez de la unión de dos llantos naciera una sonrisa (...) Y con todo, ya verás cómo ni te mueves, ni me muevo

Quizá así es cómo llegamos a comprender es anhelo:

Tal vez de la unión de dos llantos naciera una sonrisa

Para V. Hugo, la «musique, c'est du bruit qui pense». Y según A. Malraux, « La musique seule peut parler de la mort». Así las cosas, como señala muy oportunamente A. Vallejo, «acostumbrémonos a tratar con paradojas, pues en ellas, a veces, se esconde la resolución de alguna problemática» 51. Y la paradoja aquí consiste en que tenemos que darnos cuenta de que la reversión significante de la borrosidad o de los ’bultos’ 52 recubre «la inconmensurable opacidad del gozo clariniano» 53. Solo así se podrá desentram(p)ar esa superposición de espacios imaginarios (fantasma) dados a leer a manera de palimpsesto...

Recorrido por el andamiaje pulsional de esos evanescentes representantes del <objeto a>: la expolición de El-menos-Uno.

Al igual que el transcriptor fonético considera que delante y detrás de cada palabra o grupo fónico-rítmico hay pausas o silencios y el gramático estipula, a su vez, los conectores (nexos o conjunciones coordinantes) 54, el retruécano o calembour «bul tos», con su vacío central, recalca, al pie de la letra, la paradójica posible/imposible fusión ideal del dúo mediante la amalgama de ‘vultus’, por una parte, y ‘tos’, por otra. Ambos pegados en Uno-solo al igual que esta metafórica caracterización que hace el narrador clariniano del huésped del 36 considerándolo como

una factura de viaje a un bulto en un ferrocarril.

Lacan señalará en el transcurso de su Seminario XX, Encore, que «le calembour, tout comme les "mots-valises" oniriques, les néologismes délirants ou les métaphores poétiques, transgresse les écarts codés en langue». Por eso afirmamos que la «lalengua» clariniana siente predilección por los llamados «mots-valise» a la manera de «bultos». Eso es algo que va más allá de la retórica académica al uso y de la ludolingüística 55. En el discurso clarinaino emerge un nuevo significante por obra y gracia de un síntoma que se literaliza y se literaturiza. Síntoma que antes de que Clarín lo literaturizara gozándolo, no existía. Este relato hace denodados esfuerzos artístico-literarios por traducir la inefable 56 fusión del Dos del Uno en El (1) dúo de la tos. Síntoma que, de otra manera, quedaría relegado o bien en las mazmorras de los más recónditos entresijos del ser humano o bien en los psiquiátricos.

No se accede a lo literario(imaginario-inconsciente) vía la consciencia más o menos esclarecedora, sino a través de aquello que, en la distorsión poética, parpadea o vacila hasta solidificarse o congelarse en el sintomático «bul< >tos». De ahí que nos hayamos propuesto dilucidar el lenguaje (Simbólico de un dúo) de la tos estructurado como el inconsciente clariniano. Esto y mucho más viene dado en filigrana, de ahí la imposibilidad «teórica» en la que se encontraba Laura de los Ríos para llevar a cabo una lacanalización literaria de Clarín avant la lettre. Por consiguiente, tanto el síntoma 57 de la «tos» como el ‘hotel-balneario-clínico’ en el que convalecen los dos «bul-tos» responde a una sui generis problemática, aunque en superficie recuerde ‘temáticamente’ a Die Zaubeberg o a La Dama de las camelias.

En efecto, conviene recordar que entre los cuartos 32 y 36, habitaciones en las que moran respectivamente cada uno de los «bul-tos», Clarín se encarga de rememorar, al menos en dos ocasiones, que «en el 34 no había huésped aquella noche» que «era un nicho vacío». Vacío que enmarca la no-realización58… Lo que prueba, una vez más, que el Significante se repite para reiterar aquí la falta o carencia central que caracteriza desde principio al fin este relato... ¿No resulta sintomático que ninguno de mis alumnos se haya percatado de esa ‘falta’ o déficit en el transcurso del Seminario que sobre El dúo de la tos venimos desarrollando desde hace algunos años? Así pues, se hace indispensable interrelacionar -«en abîme»- el intervalo existente entre «bul (‘—‘) tos» con la sui generis numeración (casero-)hotelera del

en el 34 no había huésped aquella noche
era un nicho vacío’

para seguir apoyando y desarrollando nuestra tesis. Gráficamente, la tan traída y llevada distribución numérico-hotelera puede representarse así:

Con este gráfico 59 visualizamos que la contigüidad numérico-hotelera está agujereada, que en la serie numérica, el 34 aparece (como) tapando un agujero 60. Lo que equivale y se traduce en se menos-uno (‘—‘) o ‘carencia central’ que ya encontrábamos en el intervalo de «bul (‘—‘) tos». ¿Qué viene a repetir el corte, la escansión, la falta, el «nicho vacío» del «no huésped aquella noche», si no es a rememorar el intervalo allí donde hubo otro(s) significante(s)? Este lugar o «nicho vacío» da cuenta de que la falta en el inconsciente no se inscribe. Y es este vacío lo que constituye la estructura del <objeto a>. En el vacío dejado por la extracción del <objeto a>, el sujeto aloja un espejo mate o el recuadro vacío que tiene soporte o estructura de fantasma : S <> a. El recuadro o el encuadre (igual al menos phi de Lacan) da marco o cabida al vacío, a la falta, esto es, al (irrepresentable) <objeto a>....

Así las cosas, frente a una muy literaria y metafórica «tuberculosis», tenemos que habérnoslas con todo un conglomerado de indicios pregnantes en sintomática interacción. La antigua retórica se conformaba con hablar de Expolición en filigrana 61. Para una lectura como la nuestra «se trata siempre de lo siguiente: a lo que se enuncia como significante se le da una lectura diferente de lo que significa» 62. Nada es como (a)parece. De todos es conocido que la palabra «perro» no ladra. Y es que «Discours littéraire signifie discours en porte à faux sur la réalité. Là est son charme, là est son drame, et sa chance, merveilleuse» 63.

El sentido a la vuelta de la letra: Excedentes laterales y déficits literales

Poco podemos añadir nosotros que no se sepa acerca de ese sonido tan característico, de origen reflejo llamado tos, que pone de manifiesto los denodados esfuerzos que lleva a cabo cualquier tísico para recriminar la presencia, en su organismo, del llamado bacilo de Koch. Las contracciones espasmódicas de los tractos pulmonares irritados que dicho bacilo provoca en quienes padecen la enfermedad, hace que los oídos entrenados de cualquier médico le preste una gran atención. Un sonido tan peculiar alerta a cualquier clínico. Ahora bien, otra cosa muy diferente es «auscultar» hic et nunc su funcionamiento Significante para detectar su « presencia » al margen del realismo de su mímesis y de su diégesis. Teníamos que desembarazarnos de la exclusiva idolatría de la mímesis en literatura: «Le langage, avant de signifier quelque chose, signifie pour quelqu’un» 64. ¿Qué sentido tendría parafrasear de nuevo el relato clariniano reduciéndolo a un mero signo repetitivo-diferencial con respecto a La Dame aux camélias (1848) de A. Dumas (hijo) y Der Zauberberg (1924) de T. Mann? Ello hubiese supuesto embelesarse de nuevo en el más puro e ingenuo verismo superficial de corte psicologizante. Dejarse aturdir por el signo es, tanto para la ficción literaria como para el psicoanálisis, entrar en vía muerta.

Como el texto clariniano ha llegado hasta nosotros saturado de sentido(s), nuestra ‘escucha’ ha tenido que reducirlo para descifrarlo. También el diagnóstico médico-psiáquitrico se restablece mediante una reducción progresiva de la polisemia de los síntomas. No se trataba de re-interpretar o de sobre-interpretar el sentido suturándolo o saturándolo como hacía el viejo positivismo filológico ayudado por las esquematizaciones de la semiótica cuantitativa norteamericana que todo lo quiere definir, catalogar, estructu-rar (¿y des)politizar?). Lacan advierte que no hay que «leer entre líneas- como leen los que saben- sino línea por línea» 65. Nosotros estamos leyendo letra por letra el conglomerados «bul-tos». Nosotros leeremos incluso letra por letra el conglomerados formado por «bul-tos». Al igual que ‘toser’ se convierte aquí en un des-oír para oír lo inaudible 66,

Llegó a notar el 36 que la tos del 32 le acompañaba como una hermana que vela; parecía toser para acompañarle.

nosotros tenemos que averiguar lo que en un discurso se produce por efecto de lo escrito. Y este inaudible no es otro que el conglomerado literal «bul-tos», que «es un mensaje sobre un mensaje, y, por lo mismo, es ya discurso» 67, según la afortunada conceptualización de O. Masota. Por eso nunca debemos de perder de vista que ‘algo’ se revela, no a través de la ganga psicológica (significado o sentido) que lo recubre, sino a través de sus operaciones literales y de su resultado lateral. Para ello es preciso hablar «alrededor» de dicha escritura, sólo así se la podrá entender este goce moebiano.

En consecuencia con todo ello y parafraseando a Foucault 68, podemos decir que esta lectura lacaniana de Clarín presenta la ventaja de situarse «un poco en avance o un poco al margen» para decir la muda verdad de todos. Esto es, hay un Real dominado por «semblantes» de todo tipo que conviene despejar. Escuchar no es oír; escuchar no tiene que ver con los oídos sino, dice Lacan, con el Significante. Interpretar aquí los ‘golpes de tos’ implica leer pausas, cortes, escansiones, amalgamas Significantes, amputaciones literales, etc. La escucha de la escritura clariniana surge también de la capacidad de hacer silencio para desterrar el sentido-ya-dado:

A poco, todo debía dormir. Ya no había testigos, ya podía salir la fiera; ya estaría a solas con su presa.

Aquí el sentido brota, nunca mejor dicho, de golpe(de tos), de un acercamiento fortuito y no premeditado entre ambos huéspedes

«Tos de enfermo, tos de mujer». Y el del 36 se estremece

Clarín lleva a cabo con singular maestría una sustracción de la imagen y del sentido, dados ambos a leer como conjuntos borrosos y emisiones corporales de desecho (tales como toses, lágrimas, etc.) que son evanescentes representantes del <objeto a>. Así pues, «bul-tos» hace equívoco, su(s) significado(s) titila(n), se indetermina(n), tirando así por la borda al sentido (común que le otorga la doxa o lo Simbólico). Como «bul-tos» lo constituye en realidad la confluencia de los monemas vultus + tos, su (nuevo o actual) sentido, a manera de un síntoma borromeo, se ubica en una intermitente confluencia de excedentes laterales y déficit literales... Ello permite augurar que es dicho (re)ordenamiento el que genera significación hic et nunc....

Conclusiones moebianas: El dúo de la tos leído como la (des)ilusión del goce

Así pues, nosotros no hemos interrogado nunca al síntoma de la «tos» bajo su cara-signo. De haberlo hecho así, a lo sumo hubiésemos llegado, en el mejor de los casos, a una paráfrasis o disertación brillante que poco aportaría a la ya muy documentada tesis doctoral de Laura de los Ríos. Peor aún, podríamos caer en ese tipo de disertaciones científicas a lo Brichot, personaje que le sirve a Proust para parodiar los numerosos tratados de etimologías que finalmente llevan al narrador proustiano a la melancolía tras descubrir el origen del topónimo Balbec que él había fantaseado. Si a ello añadimos que el lacanismo sostiene, una y otra vez, que si se somete la práctica literaria a la prueba (del) Significante no hay nada en lo manifiesto y/o empírico del sdo que sea lo que está considerado ser por el buen sentido común o por el racionalismo positivista imperante, habremos encontraremos sobradas razones para ‘descifrar’ este relato siguiendo aquellos derroteros inaugurados por Lacan a partir de su análisis de La lettre volée et non solum 69.

Digamos que con el lenguaje de El dúo de la tos estuvimos frente a un momento privilegiado en el que algo late gracias a esa máscara loca que es la ficción literaria. Este disfraz le permitió a su autor atravesar una experiencia límite sin quedar expuesto a reproches «morales» y de todo tipo por parte de sus coetáneos 70. Por eso ¿no es verdaderamente curioso y sintomático que Clarín incluya su amoral Dúo de la tos en lo que él denomina genéricamente «Cuentos morales»? 71

Al especular con los 2 bultos del 2 de El dúo... Clarín repite en la «différance»- acerca de la ‘borrosidad’, la sombra, la imagen y la percepción del doble, que es tanto como tratar con la duplicidad especular de lo Imaginario clariniano(-lacaniano). Y sabido es que Lacan hace del Estadio del espejo y del número 2 el pivote central de lo Imaginario. Y es que «El tema del doble puede tomar diversas formas: la sombra, el reflejo en el agua o el espejo, etc. », asegura Céline Zins 72. Lo Simbólico entra en juego cuando interviene un tercer elemento: los lacanianos hablan de «dos más uno»... uno en más, el llamado rasgo unario que pasa a estar en el centro de la repetición freudiana en El Seminario XIV.

Esta dualidad tusígena implica aquí negación de la Unidad. Además, ¿cómo puede haber una dicción de la relación entre el hombre y la mujer en el inconsciente, si en él falta el significante para cifrar la mujer, si en el inconsciente sólo se inscribe el Uno del Significante del sexo masculino? Ello aclara, in fine, cómo el inopinado ‘encuentro’ entre los dos huéspedes (en el fantasmagórico Hotel del Águila) 73 se salda en (el ‘más’) completo ‘desencuentro’ entre los dos protagonistas o «bultos»

La buena psicología nos hace conjeturar que alguna noche, en sus tristes insomnios, echó de menos el dúo de la tos; pero no sería en los últimos momentos, que son tan solemnes. O quizá sí.

Para decir el sexo, para decir los dos sexos, el inconsciente tiene solamente un significante, el significante Uno, el falo, lo indimensionado (el punto, el Uno). Así pues, El dúo de la tos, es decir, el 1 del 2, viene a decir la imposibilidad de hacer del dos, UNO. Uno del dos: que axiomatizaremos por el goce del Uno, lo imposible del lazo amoroso. No obstante, «Esperamos con suma impaciencia (…) la verificación de las palabras de Cristo según San Clemente: un día dos harán uno, y el exterior se parecerá al exterior, y no habrá ya macho ni hembra»74

Así pues, nosotros hemos proseguido el estudio del El dúo de la tos allí dónde Laura de los Ríos había quedado atrapada por la tram(p)a 75 de «uno de los más bellos cuentos...». Sabido es que todo caminar científico retoma lo anterior, lo revalida -o lo invalida- ofreciendo nuevos datos e innovadores resultados que, a su vez, tendrán que ser igualmente revisadas con el tiempo. Todo saber responde a un momento histórico, y cualquier intento por perpetuarlo no deja de ser una estrategia conservadora que trata de hacer pasar lo actual por lo eterno 76. Pero no queremos finalizar sin recordar que Schubert decía que no podía pensar en la belleza sin pensar al mismo tiempo en la muerte. Y en Maestros antiguos, Thomas Bernhard afirmaba que el arte es lo más elevado y lo más repulsivo al mismo tiempo.

Notas

1 Y sabido es que «la trampa no es otra que la captura narcisística». Daniel Zimmerman, Inhibición, Síntoma y Angustia, revisitados, Intervención en el Panel "¿De las estructuras clínicas al nudo borromeo?". Jornadas Aniversario "30 años de Escuela (1974-2004)". Escuela Freudiana de Buenos Aires. 1, 2, 3 y 4 de Julio de 2004.

2 Laura de los Ríos, Los cuentos de Clarín, Madrid, Ediciones de la Revista de Occidente, 1965. Demetrio Estébanez Calderón, repite el mismo modelo psicologizante en su estudio "Temática e intertextualidad de los cuentos de Clarín". Lo parafrasea así: «El dúo de la tos, cuento en el que se narra la historia de dos jóvenes tuberculosos (un muchacho de treinta años, que «se siente tan solo como en el desierto» y una institutriz extranjera de veinticinco, que se encuentra «sola del todo»), los cuales, una noche de verano, se hallan alojados en habitaciones cercanas de un hotel junto al mar».

3 Nos referimos naturalmente a esos guarismos o cifras –32 y 36- con los que el autor caracteriza y ubica, en lo Simbólico, a sus dos huéspedes. Y es que «los números que son de lo real aunque cifrado tienen un sentido, el cual denuncia su función de goce sexual». Claude Duprat,"Del Cuatro y del Más-Uno", in Analytica, volumen 32. Traducción: Juan Enrique Cardona.

4 J.- M, Samblancat Neus, "La soledad sonora en El dúo de la tos", in Los Cuadernos del Norte, VIII, nº 40 (1986-1987).

5 Carolyn Richmond, "Los relatos de Clarín: Una autobiografía ficticia", in Centro Virtual Cervantes,

6 Jean-François Botrel, "Leopoldo Alas : un clásico contemporáneo (1901-2001)", in Actas del Congreso celebrado en Oviedo (12-16 de noviembre de 2001), pp.732 y 743.

7 Cuando en 1965 Lofti Zadeh formula por primera vez sus Fuzzy sets (Conjuntos borrosos) y desvela que teoría de la probabilidad era una mixtificación, los matemáticos oficiales se pusieron nerviosos. Un intruso se había colado en sus aristocráticos reinos y amenazaba con descorrer el velo de los iniciados.. Hasta que los japoneses no incorporaron, ya en la última década del siglo XX, el presupuesto de que A y no A pueden ser al mismo tiempo, la lógica clásica había considerado las cosas exactamente al revés.

8 El étimo vultus (vultus> cara, imagen, en latín) apenas si se deja ‘ver’, en sentido propio y figurado, dado que está truncado y alienado en ‘bultos’.

9 «En este sentido tienen razón los que enfatizan el factor creador que posee la fantasía y se oponen a un esquema teórico en el que todo viene desde afuera. Hay que hacer, sin embargo, una salvedad: ...el sujeto ... tiene cierta libertad pero ésta alcanzará su límite de acuerdo con la forma en que las piezas estén fabricadas. En el terreno de la psicogénesis el niño creará fantasías, pero con los "Mil ladrillos" que le son aportados». H. Bleichmar, El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente, Buenos Aires, Nueva Visión, 1981, p.59.

10 Clarín, "El dúo de la tos", in Cuentos morales, Madrid, Alianza Editorial, 1973, p. 85. Desde ahora en adelante todas las citas textuales remiten a la mencionada edición.

11 ¿Es pura casualidad que Clarín coloque bajo la solemne y potente ‘mirada del Águila’ a este conglomerado clínico-balneario que sirve de cronotopo al relato? En su Trésor de l’histoire des langues de cet univers (1613), Cl. Duret señalaque, «[En hebreo] el águila se llama «nesher», nombre que concuerda con «shor» e «isachar», el primero de los cuales significa mirar y el otro estar derecho, porque este pájaro tiene la vista fija por encima de todos los demás y elevada siempre hacia el sol».

12 Lo llamamos geométrico porque su forma cuadrada nos permite recordar que el encuadre (igual al menos phi de Lacan) da marco o cabida al vacío, a la falta, esto es, al (irrepresentable) <objeto a>....Las imágenes comparten un común carácter intrusivo y una dimensión gozosa, lo que les confiere un carácter marcadamente subjetivo.

13 En el relato, no por casualidad, alternan los términos de hotel > caserón > fonda> albergue> hospital, etc.

14 ¿«Panzudas» en el sentido de «abultadas» como son los bultos de la preñez? Un relato de Pío Baroja dice así:

-¿Y qué? –contestaba la Irene-, ¿Qué estoy preñada? (...)
(...) ¿Qué importa que tenga ese bulto? ¿Quién le ha hecho ese bulto?
¿Estamos frente a la reelaboración de un fantasma fundamental?

Pío Baroja, La busca, Madrid, Caro Raggio, 1972, pp. 41-42.

15 «Lo borroso del sueño, por lo general, oculta material muy valioso para la interpretación». M Chévez, La histeria y los sueños, Madrid, Grupo cero, 1994, p. 41.

16 J. Lacan, Ecrits, Paris, Seuil, p.82.

17 J. Lacan, Seminario XVI.

18 A partir de Lofti Zadeh, las teorías matemáticas que tratan de «conjuntos difusos» y de «lógica borrosa» propugnan que la verdad se establece luego de haber despejado términos que resultan estructuralmente vagos, imprecisos, ambiguos o borrosos. Tampoco queremos dejar de mencionar, antes de desentrañar los entresijos del ensombrecido gozo del relato clariniano, el reciente trabajo de Silvia Baron Supervielle que lleva por título La línea y la sombra . Asimismo queremos destacar el El libro de la sombra, de Bly Robert y El Libro de las Semejanzas de Edmond Jabès. Sin olvidar las destacadas aportaciones teóricas de La lógica borrosa de Zadeh, (1965), El pensamiento borroso de Kosko (1994) y el Pensamiento complejo de Edgar Morin.

19 Refiriéndose a la angustia, Freud afirma que al estar «libre» de representaciones, se halla dispuesta en todo momento a asociarse a cualquier representación apropiada.

20 M Chevez, La histeria y los sueños, Madrid, Grupo cero, 1994, p. 41.

21 J. Lacan, Escritos I, México, Siglo Veintiuno, 1997, p. 373.

22 Recordemos que en el Semínarío VII el goce es definido como satisfacción de la pulsión, que es acéfala, que ni piensa ni calcula. Se trata del primer tratado sobre el goce y, consecuentemente, uno de los primeros tratamientos a fondo de la pulsión de muerte.

23 Jakobson habla de combinación y selección.

24 El Autre existe como intención, sensación de compañía, de antagonismo, de comunicación, de soledad, etc.

25 Sgún Walter Beller, La verdad surge entre enigmas y paradojas.

26 Que es lo contrario de la alexitimia, que puede describirse como la dificultad para verbalizar estados afectivos y diferenciarlos de sensaciones corporales.

7 P. Valery, "Poiétique ", in Cahiers II, Paris, Gallimard, La Pléiade, 1974, p. 1010. Sin olvidar las «rims derivatius», formadas por palabras que derivan unas de otras, y también las «rims equivocz», con palabras parecidas fonéticamente, así como las diversas formas de eco...

28 La mayoría de los términos provienen de S. Freud, Interpretación de los Sueños, capítulo 7, El olvido de los sueños.

29 J.-A. Miller, "La interpretación al revés", en Entonces Shhh!, Buenos Aires, Eolia, 1996.
J.-A. Miller, Los signos del goce, Paidos, Buenos Aires.

30 Julio Cortázar, Rayuela, Madrid, Cátedra, cap. 99, pags.614

31 En el transcurso del seminario sobre la angustia (1962-1963), Lacan introduce la mirada como <objeto a>. Ello supone la caída radical del sujeto en su función de resto: «La mirada, en cuanto el sujeto intenta acomodarse a ella, se convierte en ese objeto puntiforme, ese punto de ser evanescente, con que el sujeto confunde su propio desvanecimiento».

32 «El ritmo del pensamiento puede sentirse mejor si uno se deja llevar del "oído", es decir, si se trata de captar el sentido expresado por el ritmo». H. Dill Goode, La prosa retórica de Fray Luis de León en "los nombres de Cristo", Madrid, Gredos, 1969, p.75.

33 Hay otros signos que constituyen inscripciones en el cuerpo del hablante, carentes de significación. Son "letras", trazos sin sentido, huellas y marcas que repiten su trazo ilegible, mojones de la pulsión que configuran el zócalo de lo humano, el basamento libidinal, para el cual se reserva el término "goce". Para llegar a "la letra como soporte del mensaje (he de vaciar antes, en la letra) su naturaleza de deshecho", Jacques-Alain Miller, "Siete observaciones sobre la creación", Revista Andaluza de Psicoanálisis, nº 12, p. 9.

34 P. Chauchard, Le langage et la pensée, Paris, P.U.F., 1968, p. 72.

35 «C’est un point de réel qui ne peut que s’algébriser: Lacan l’écrit a. Non significantisable, il n’est pas non plus spécularisable. Il est hors signifiant, hors image, hors champs perceptif. Il peut seulement se déduire et s’écrire». Nathalie Charraud, Lacan et les mathématiques, Paris, Anthropos, 1997, p. 99.

36 El Seminario VII es el primer tratado sobre el goce y, consecuentemente, uno de los primeros tratamientos a fondo de la pulsión de muerte.

37 D. Schoffer, E. Wechsler, La metáfora milenaria, Barcelona, Paidós, 1993, p.77.

38 J. Lacan, Ecrits (Paris: Seuil, 1966) p. 801.

39 J.Cl. Maleval, La forclusión del Nombre del Padre, Barcelona, Paidós, 2002pp. 172-173.

40 La pulsión es justamente el montaje a través del cual la sexualidad participa de la vida psíquica y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia característica del inconsciente.

41 Freud designa un campo situado más allá del placer que encuentra su satisfacción en el displacer que es la pulsión de muerte. De aquí surge la idea de la existencia en todo ser humano de un masoquismo primordial mediante el cual la pulsión de muerte encuentra su satisfacción en el sufrimiento, en el malestar y eldolor. En El Semínarío VII, el goce es definido por Lacan como satisfacción propiamente pulsional.

42 «los chistes son transgresiones a la organización de una estructura narrativa determinada» . D. Maldavsky, Teoría de las representaciones. Sistemas y matrices, transformaciones y estilo, Buenos Aires, Nueva Visión, 1977, p.74

43 En " Escritura sin lector o los disfraces de una niña" Liliana S. Donzis escribe: «En el Seminario XI Lacan, plantea una lógica a la constitución subjetiva, asentada en la lógica proposicional .Sitúa los círculos de Euler para graficar las dos operaciones fundantes de la subjetividad, unión e intersección concernientes a la alienación y la separación respectivamente. Como corolario de la primera operación de alienación emerge la primer pareja de significantes, surge el efecto sujeto, en el entre-dos. ¿Qué aconteció?.La afanisis, desaparición, eclipsamiento del sujeto, que nos indica que, el ser viviente se pierde en la medida que pasa a estar representado entre significantes. Se ha producido en la pulsión la afanisis del sujeto, entre el S1 y el S2 se produjo un intervalo donde el sujeto como significado, en tanto efecto de significado, petrificado entre significantes construirá su alfabeto vivo».

44 Didácticamente podemos plantear la estructura diciendo que primero está el Otro, luego el sujeto se aliena, y al alienarse se constituye como Sujeto, tras lo cual se extrae de allí para constituirse como deseo.

45 Como el sujeto esta representado entre dos significantes, hay que retener ese S2 a fin de ceñir el S1 solo.

46 Miguel Oscar Menassa, Amelia Díez Cuesta, Posición del inconsciente, Editorial Grupo Cero,

47 Fantasía que alude al falo materno. Falo que ésta tiene y no tiene.

48 Cuando Lacan habla de ciframientos de lo inconsciente, dice también que hay algo que no puede ser descifrado por las leyes del lenguaje porque no es del orden del Significante sino del orden de la cifra, de lo que fija, y cuyo máximo exponente lo encontramos en la perdurabilidad del síntoma.

49 Cito a Lacan : « Le névrosé est un témoin couvert, il faut aller chercher de quoi il témoigne, il faut le déchiffrer ».

50 A decir de R. Harari lo borromeo da cuenta de una movilidad y de una autonomía de lo material del significante, o sea, de la letra. En un texto de 1997, J.-A. Miller llama «síntomas mudos» a unos goces que no pasan por el Otro.

51 A. Vallejo, toppología de J. Lacan (Buenos Aires: Helguero Editores, 1979) op. 43.

52 «bul-tos» o síntoma entendido como un undo de significantes: articulación entre sentido y goce.

53 a inconmensurabilidad fue estudiada por Kuhn en el ámbito de la filosofía de la ciencia y por Winch en el de la antropología.

54 Entre los objetos "madre" y "puta" existe una conjunción y una disyunción. Una y otra pueden ser representadas mediante diagramas de Euler-Venn: en la intersección -conjunción-, la mujer participa de cualidades de ambas para el individuo "sano". Para el "enfermo" se impone la disyunción por vía de la resta: el objeto está íntegramente en el campo "madre" (sobrevalorado) o en el campo "puta" (denigrado).
Derecho o goce. Tener derecho a una mujer mata el goce. Sólo se puede tener acceso al goce transgrediendo la ley. El sujeto necesita de la interdicción del Otro. Sólo el Otro puede indicarle el camino del goce. El valor del objeto es el que el Otro estará dispuesto a pagar por él.
El sujeto necesita que la mujer no sea toda para él; se trata de una versión de la exigencia de que la mujer no sea toda, para poder reconocerla como mujer.
Esta separación entre propiedad y goce es una separación entre el orden significante, necesario para constituir el derecho, y aquello que escapa, como goce, a la captura por lo simbólico. Es una manera de decir que, a nivel del goce, la mujer se escapa, huye. Desde este punto de vista las mujeres son esencialmente infieles. "Tú eres la mujer de Otro, y en tanto tal te deseo".
Los celos, por ende, son un hecho de estructura. Son consecuencias de la castración. La mujer siempre engaña al hombre a partir de la estructura de su goce. Por encontrarla no-toda, el hombre tiene tendencia a buscar una segunda.
El gran Otro parece existir, pero en realidad está compuesto de uno en uno.

55 Cuando la lengua, al margen de cualquier ortopedia gramatical, juega lúdicamente, es porque está interconectada con el goce. Lacan habla entonces de «lalengua». Ved al respecto el estudio de Concha Fernández y José Luis Garfer, Juegos de palabras: ludolingüística, Editorial DM, Madrid, 2001. Los autores repasan las ocurrencias lingüísticas de la tradición oral del español estudiando el humor de los palíndromos, juegos de palabras y otras curiosidades de la lengua.

56 Lo Real del «il n’y a pas de rapport sexuel» de Lacan

57 La palabra «Síntoma» es presentada por Corominas en su diccionario etimológico como tomado del latín tardío sympôma y este del griego sumpôma «coincidencia», derivado de «caer juntamente», «coincidir», y este de «caer». El Symptoma, en el Diccionario de Autoridades, está recogido como voz médica fundamentalmente, como señal preternatural (fuera o más allá de lo natural), o accidente, que sobreviene a alguna enfermedad, por la cual se puede formar juicio de su naturaleza o calidad. Ahora bien, desde un punto de vista psicoanalítico, éste se define como « Phénomène subjectif qui, pour la psychanalyse, constitue non le signe d’une maladie mais l’expression d’un conflit inconscient». Dictionnaire de la psychanalyse, Paris, Larousse,-Bordas, 1997, p.327. A la luz de tales consideraciones podemos vislumbrar que, para una lectura como la nuestra, la tos leída como síntoma es la única manifestación palpable de que disponemos para detectar un conflicto inconsciente. De ahí que hayamos avanzado desde un primnermomento ya que nada tenía que ver con la tuberculosis propiamente dicha. No nos engañemos.

58 Marie-Thérèse Accard-Couchoud, "l’espace vide interspéculaire", in Kierkegaard ou l’instant paradoxal. Recherches sur l’instant psychotique, Paris, Cerf , 1981.

59 Si, en opinión de Hegel, la forma artística es la manifestación sensible de la idea, el dibujo es el lenguaje básico que posibilita esa manifestación. En las culturas más primitivas, las formas cuadradas representan la Tierra, lo terrenal, lo material, lo corporal y lo humano frente al cielo divino, circular y perfecto. Lo cuadrado simboliza lo limitado y estable, por eso las casas son cuadradas frente a las tiendas redondas de los nómadas. El cuadrado es el único cuadrilátero regular. En todos los cuadriláteros la suma de los ángulos interiores es igual a 360º. Y recordemos que el ‘36’ es el número asignado al bulto-mujer.

60 "La actual física molecular conoce el concepto de "agujero" que no equivale a una simple ausencia de materia. Es una ausencia de materia en la disposición estructural que supone su presencia. En estas condiciones, el "agujero" se comporta de un modo tan material que se puede medir su peso, naturalmente en valores negativos. Y los físicos hablan legítimamente de "agujeros" "pesados" y "ligeros". El teórico del verso se ve obligado a tener en cuenta fenómenos análogos". I. M. Lotman, Estructura del texto artístico, Madrid, Fundamentos, 1978, p. 134

61 «qui est pour les pensées ce que la Synonymie est pour les mots, reproduit une même pensée sous différents aspects ou sous différents tours, afin de la rendre plus sensible et plus intéressante». P. Fontanier, Les figures du discours, Paris, Flammarion, 1977, p. 420.

62 J. Lacan, Aún, Barcelona, Paidós, 1985, p.49.

63 J. Bellemin-Noël, Psychanalyse et littérature, Paris, P.U.F., 1978, Col. "Que sais-je?", nº 1752, p. 7.

64 J. Lacan, Ecrits, Paris, Seuil, p.82.

65 J. Lacan, Aún, pag 45.

66 Ese ‘inaudible’ de lo escrito sería en la sesión analítica la entonación, la intensidad de la elocución, el gesto, los tics, el volumen de voz, que vienen a apoyar la expresión verbal propiamente dicha.

67 O. Masotta, p. 132.

68 Michel Foucault, Microphysique du pouvoir, Einaudi, 1977.

69 Lacan inicia prácticamente su recorrido en torno al Significante, pero más tarde pasa por el matema para desembocar en la topología de los nudos. Con ella fundamente su teoría del sujeto repartido en las relaciones que intercambian entre si los tres registros de lo Real , lo Simbólico y lo Imaginario.

70 «relaciones fundamentalmente polémicas de Alas con varios miembros de la gente nueva (Salvador Rueda, Azorín, Valle Inclán, Maeztu, Unamuno, Dicenta y algunos más de segundo orden)». A. Ramos-Gascón, Clarín, obra olvidada (Madrid: Júcar, 1973) p. 22.

71 Clarín se justifica así en el Prólogo: «No digo Cuentos morales en el sentido de querer, con ellos, procurar que el lector se edifique, como se dice, ».

72 Céline Zins "El traductor y la función del doble o una voz de más",

73 Zaratustra le recuerda al bufón, al águila y a la serpiente que el eterno retorno no es ni cualitativo ni extensivo, es intensivo, puramente intensivo…

74 A. Sabino, Maupassant y el "otro", Barcelona, Bruguera, 1983, p. 17.

75 Jugamos con el doble sentido porque, justamente, el quid de este relato gira en torno a la trampa que instala el retruécano bul-tos leído con o sin escansión, ya que vultus se funde literalmente en bultos. Luego –tos se independiza y vive sus propias vicisitudes como letra...

76 Los críticos literarios al uso (académico-tradicional) abordan el "objeto" literario desde el simple refinamiento de las técnicas lingüístico-retóricas, pragmático-biográficas, etc., pero el verdadero problema no radica en rastrear la documantación clariniana, ni en enfatizar en la positiva acumulación de datos. Contrariamente al saber de una ciencia positivista que mide, cataloga y examina todo, lo indicial opera aquí a modo de sustracción u ocultamiento respecto de un modo ‘directo’ de conocer. A decir verdad, las representaciones (poco o mucho) trabajadas por la conciencia o por la técnica funcionan ingenua o sofisticadamente a la manera de un jeroglífico. No hay logro estético sin una reserva textual en cuya base figura un inconsciente estructurado como... una /re)visión lacaniana de la metodología en la investigación literaria.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 - Diciembre 2005
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