Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
El pacto del silencio
"un lenguaje (no) compartido, la fusión en el síntoma"
Evaristo Peña Pinzón

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"-lia ba mi, sio tan soliander. Te extrañe, amada hermana mía. Yo soy tu

-sio tu

-Tú eres yo

-et tu sio

-Yo duermo y tu...

-yo sueño

-tu lalia ima ninora

-tu cantas... y mamá ya no sabe quien es Sarah y quien es Gaëlle."

¿Cómo romper con éste vínculo fatal?

Veremos una mujer lavando su cuerpo y cubriéndolo con un manto que ocultará la prominencia de su busto. Se pondrá un hábito religioso y tomará entre sus manos un cristo de camándula, lo besará y caerá la monja con un profundo dolor abdominal. Entrará una corriente de un líquido que se inflamará en llamas dentro de una habitación donde yace dormida una mujer, asombrosamente parecida a la monja que ya hemos visto, quien permanece en su sueño mientras la fotografía de una niña se consume. Debe intervenir una guardiana del penal para que no se asfixie la mujer que se ha despertado y ha pedido, a gritos, ayuda.

¿Se trata de la misma persona?

La Hermana Sarah ha tenido un dolor que la lleva a ser hospitalizada. Allí su cuerpo se niega a entregarle un signo de enfermedad al saber médico. Al ser examinada por un medico, que es cura al mismo tiempo, comienza el devenir de la revelación de la verdad de esta mujer, aquejada de dolores que no son explicables por él o por los aparatos con los que cuentan en el hospital. El nombre del médico es Joachim, y él también porta una verdad que lo mantiene en la curia y que, veremos, lo convoca a la búsqueda de la verdad del síntoma de Sarah.

Sarah hace parte de una congregación de carmelitas que se encuentra en Brasil en misión. Joachim está allí como parte de otra congregación y cómo parte de su compromiso de ayudar al prójimo, lo cual lo ha llevado por varios lugares del mundo en calidad de cura y en calidad de médico.

Joachim empieza a indagar y se convierte en el investigador de lo que está haciendo sufrir a Sarah: indaga sobre su apéndice, fue extirpado, sobre su historial, el cual fue olvidado por la Superiora de Sarah. La Madre Emmanuelle, quien se empeña en ocultar la información del historial al médico parece muy interesada en "proteger" a la Hermana Sarah, quien en el momento de la indagación sufre otro ataque, mágicamente la Superiora demuestra su poder con el ensalmo en la oreja de su "niña", sólo debe decirle "tranquille" y proporcionarle un beso maternal en la frente y el efecto de dormir vendrá como un opiáceo efectivo. ¿Por qué el dolor de la Hermana Sarah? ¿Qué tiene que ver la Superiora con el síntoma de ella? La Superiora, además, ha impartido un imperativo al médico: que la enferma no sea tratada con "químicos", aceptando sólo pociones o tratamientos "naturales", debido a que "las medicinas van en contra de sus reglas".

En ese momento hace su primer aparición el significante "screel deen", aquel que podría desanudar los síntomas de esta monja. Joachim lo escucha e interroga a la Superiora sobre su significado, "<screel deen> o <creel deen> ¿qué significa?". La superiora niega tener conocimiento. He aquí la fractura que desencadenará el recorrido de los personajes en la búsqueda de lo olvidado, lo rechazado y lo ocultado.

Surge que la Hermana Sarah y su congregación deben volver a su país, a Francia. De la misma forma debe hacerlo el padre Joachim.

Una mujer, idéntica a la Hermana Sarah es transportada por calles parisinas. En ese viaje, de un penal a otro, el conductor hace la pregunta sobre el delito cometido por ella, frente a lo cual el guardia que la acompaña realiza un esfuerzo por ocultar el acto, dejándolo en el lugar de lo repugnante. Ella se entrega a una ensoñación en la que recuerda esa primera vez en la que estuvo en un transporte carcelario, ella es vituperada por una muchedumbre que, parece, quiere dar cuenta de ella.

La psiquiatra del penal la recibe, ella va con las manos vendadas, seguramente del incendio inducido por alguien que quería asesinarla. En la entrevista queda claro que ha sido una reclusa excepcional, que estudia matemática, que no es agresora y que obtendrá la libertad condicional. La matemática, los números, juegan el papel de ayudarle a pasar el tiempo. Se le pregunta si desea estar sola, para que no corra riesgos con sus compañeras del penal, ella dice haber estado aislada y ya no quiere estar así. Emerge la existencia de un secreto, el que seguramente alguien conoció y por el cual su vida corre peligro dentro de la cárcel: será resguardado ese secreto, pero siempre termina sabiéndose.

El medico quiere ver a su paciente, encuentra a Sarah en con un aparato para escuchar música, el cual siente la necesidad de ocultarle. Parece una niña pequeña, alguien que no puede hablar, alguien que lleva imperativos categóricos que le impiden asumir su deseo, en este caso de escuchar música y divertirse un poco con ella. El médico ve una muñeca que acompaña a Sarah, es la muñeca que la protege, una muñeca vieja y bien cuidada. Se revela otro dato importante, hace ya 10 años que no toma decisión alguna, ¿acaso es ese el tiempo que transcurre ella en el convento? Joachim indagará ese dato. Él ya empieza a tener una idea en relación con las dolencias de Sarah, y le ofrece una posible interpretación cuando le pregunta, de una manera muy sutil, si ella era del grupo de las monjas violadas. Ella, sin reparo alguno, le dice que ha errado y que ese "no es el buen camino". Sarah debe desplazarse al baño, allí se encuentra con el espejo, tiene prohibido ver su imagen. El médico le pregunta por la familia, ella le responde: "no tengo relación con ellos". Le pide que la deje sola, es el momento de verse en el espejo, después de 10 años.

Cuando Sarah habla de no tomar decisiones hace 10 años, ¿estará hablando de algo más que la reclusión, por decisión de otro, en ese lugar? ¿Qué tiene que ver con el síntoma?

Se hace inminente que el retorno al país de origen guarda una implicación con el síntoma, su emergencia detiene el viaje, momentáneamente. Ya veremos cómo toda la comitiva de la misión carmelita llega al aeropuerto de París, con la Hermana Sarah encabezándola en silla de ruedas.

El padre-médico Joachim busca de nuevo a su paciente, no la encuentra. Se entera de la partida de la comitiva. Recordemos que él está en la misma situación de un inminente viaje, un inminente retorno a la tierra natal, donde presentimos él tiene una deuda sin saldar del todo consigo mismo . El anudamiento también se hace inminente: parece que los azares se han juntado para que estas personas y sus malestares encuentren un eco.

Cambio de escena. En la celda de la cárcel una mujer le propone bailar a su compañera . Ella accede. Pero es confrontada respecto a su elección sexual, frente a lo cual no tiene experiencia. Hábilmente la invitante le pregunta hace cuanto está purgando su condena, hace 2, hace 5, ¡hace 10 años! ¿Qué hizo? Le dice que lo ha olvidado. La invitante, su compañera de celda será quien la agreda más adelante, al descubrir de qué delito se trató.

Es inminente el retorno a Francia para Joachim. Antes de su viaje eleva una plegaria, se reconoce como pecador y le dirige estas palabras a dios: "un día grite tu nombre, agobiado por el dolor y la maldad... me pediste que luchara por ti y que amara al prójimo como a mi mismo". Pero Joachim ya no sabe por quien lucha, ya no sabe amar. El pide, a gritos, ser ayudado por díos.

Joachim ha llegado a Paris, todo está dispuesto de su parte para continuar su investigación. Pero antes, en el cuarto del hotel, tiene una visión, como un recuerdo insoportable, la imagen de unas manos que toman la cabeza de un joven para ser golpeado contra el pavimento. ¿Qué tiene que ver en esto Joachim? ¿Qué tiene que ver con su lucha y con la dificultad para amar? Ha ido donde su Superior, quien sabe porque Joachim decidió la curia. Él va por un permiso para seguir atendiendo a "la carmelita", pero obtiene un imperativo: "debes perdonarte", acompañado de una negativa a acercarse a ella.

La única alternativa es obtener los datos de una manera subversiva, Joachim entrará al archivo de las carmelitas con un permiso falso, se las arreglará para conocer a la Superiora que recibió a Sarah en el convento, pero siempre se le escapará la verdad como agua entre sus manos. Al hablar con la Madre Joseph esta le dirá sobre la existencia de una hermana de Sarah, alguien que purga una condena por asesinato. No puede decirle más, pues ha jurado callar al respecto. Pero lo envía hacia una cajita, en la que existe un dibujo que Joachim pasa por alto: hay 5 personas dibujadas: un hombre y cuatro mujeres, ellas en parejas de dos: idénticas las indumentarias y las apariencias de ellas.

La cascada del significante no se hará esperar, la reclusa es golpeada por ser la culpable del asesinato de un niño; Joachim entra en un baño y ve el reflejo de una mujer que se mira al espejo y cae en cuenta: se trata de gemelas. Éste se comunicará con la Madre Joseph, quien le revelará la certeza de su intuición, además de un apellido que ha sido reescrito en el convento y que impedía el anudamiento al proceso penal de la hermana de Sarah. Le Belleck, será la carpeta que Joachim pida en el archivo judicial para encontrar que se trata de un asesinato de un pequeño niño cometido por una joven de 15 años, hace 10 años, el nombre de la culpable es Gaëlle.

Joachim ya tiene un tejido inaugural que dará forma a la tragedia que viven los personajes. El compromiso que ha asumido es ahora más personal, podría decirse cada vez más conciente, algo de esa historia lo convoca, algo de ese asesinato le dice en relación a su sufrimiento, parece que lo que se propone con el asunto Le Belleck le ayudará, de alguna manera, frente a ese imperativo que escucha de "monseñor", de perdonarse, frente a su imperativo de recordar amar.

Ahora Joachim se dirige a un "experto" en gemelos. Después de la exposición que le da este experto, la actualidad del síntoma empieza a tener varios sentidos, se trata de una relación de hermanas gemelas que conlleva el sufrimiento de una por el de la otra, aún en la distancia. La explicación le da algunas herramientas a Joachim, lo que lo hace interesarse ahora en Gaëlle, quien está por salir de la cárcel.

Gaëlle recurrirá a su familia. Al llegar encuentra un padre que no asume un papel de decisión en el vínculo familiar, solo una madre trastornada, con la apariencia del que ha ingerido medicina psiquiátrica, o permanece en una obnubilación.

Iniciara una serie de rechazos, tres para ser exactos, que traerán unas consecuencias significativas para el destino que Gaëlle asumirá de ahora en adelante. Estos rechazos parece que vienen en el lugar del retorno de lo reprimido, de aquello olvidado o que intenta olvidarse, por ella y por los otros, pero que pugna por salir, agua que rompe las exclusas de la presa que ella misma ha levantado.

Los rechazos serán: el de la madre debido a la certeza en la que vive, imputándole la culpabilidad de un acto que ella misma cometió y que ha rechazado. Antes de este rechazo se ha dado un episodio de con-fusión, en el que la madre "ya no sabe quien es Sarah y quien es Gaëlle". El rechazo furioso de la madre deja identificada a Gaëlle como "asesina". Se demuestra el discurs o materno delirante, ya que ha sido la propia madre quien ha cometido el asesinato, lo rechaza y asume que la culpabilidad es de su hija, cuando lo que existe es un pacto para que la madre no purgue condena alguna, ofreciéndose Gaëlle en su lugar.

El segundo rechazo provendrá de un periodista, un chulo que está a la caza de una historia. Y parece que la ha encontrado, su intuición lo lleva a perseguir a Gaëlle. En el momento de su encuentro, abrupto por demás, él intenta hacer las cosas como si nada supiera, pero su cálculo fallará: ella le dirá otro nombre, el de su hermana monja. Es claro que algo ha determinado para ella nombrarse como su hermana: es insoportable, parece que desde siempre, ese lugar de la madre-asesina que la persigue, más ahora por haber asumido su lugar. Fallará el cálculo que ha realizado el reportero, cometerá un lapsus: no la llamará como ella ha dicho llamarse, le restituirá su propio nombre y allí se desencadenará el rechazo de este hombre hacia Gaëlle.

El tercer rechazo será el de un padre de iglesia, quien por la pena de cadena perpetua de Gaëlle le pide que, "apelando a su espíritu católico", sea ella quien rechace el empleo. Vemos cómo el rechazo no sólo está en el marco de lo que significa Gaëlle para los demás, se trata acaso del mecanismo que siempre ha operado en la madre, en la imposibilidad del padre para transmitir y apaciguar algo de esas identificaciones malogradas en el lazo familiar. Pero, ¿será todo esto cierto?

El encuentro de Gaëlle con Joachim será inmediato a esta entrevista laboral, el rechazo ya no da más espera y la dolencia física habrá llegado a su punto máximo. Debe ser operada cuanto antes de una peritonitis.

Se ha librado Gaëlle de la muerte por ahora. Sabemos que no es la primera vez, sólo que en esta ocasión los factores están organizados diferente: no se trata de que intente alguien asesinarla, es desde su interior que proviene la amenaza y la presencia de Joachim la salva. ¿Qué pasa con Sarah? Ella se levantará de su cama, se tomará esto en la congregación como un milagro, pero se precipita algo en ella: mientras camina alucina con la presencia de su hermana, pero como si tuviera la edad en la que eran aún niñas, aquella en la que se separaron para asumir reclusiones distintas. Para Sarah empieza un desbordamiento, para Gaëlle un momento de tranquilidad, unas horas de normalidad, sobrevendrán en su convalecencia junto a Joachim. Él preguntará sobre screel deen y obtendrá la respuesta de Gaëlle: se trata de un llamado para alertar a la otra hermana del peligro. Pero "no todos desean enfrentar el pasado", Gaëlle desea vivir, vivir todo aquello que no ha vivido. Joachim será objeto de ese deseo de vida de ahora en adelante, Gaëlle a leído en él una nueva posibilidad, ella le da un lugar poderoso le pide, casi implorándole, ser salvada. ¡Sálvame, sálvame! Le dirá ella, "pero no aquí, aquí no es posible, quiere abandonar el país". Recordemos que ella esta bajo palabra, no puede salir del país, de hacho, nunca podría abandonarlo, amenos que se proponga saltar la ley judicial.

La elaboración de Joachim empieza a configurarse en las redes del amor, empieza a verse como padre, de familia. Y a Gaëlle no la ve como "un monstruo", significación de los otros para ella, él ve una mujer.

Siguen existiendo cabos sueltos, o talvez demasiado amarrados. Una figura en casa del amigo experto en gemelos queda fijada: un par de hermanos pegados por el abdomen. Ese es parte del síntoma, Sarah y Gaëlle sufren del dolor abdominal, una variedad especial de a-pendicitis, en la cual una pende de la otra.

Huirán emparejados Joachim y Gaëlle, pero ella inocente hacia donde van: al encuentro con la verdad de cada uno, al mismo lugar donde está Sarah, porque es imperativo conocer y resolver el enigma para Joachim, parece que de ello de-pende la consecución de tranquilidad.

Sarah nunca pudo salir, es claro, pasó de una casa con una madre psicótica, asesina, a un convento con una sobreprotección asfixiante, donde no se permitió que otro diera un lugar a su malestar, siempre la madre obliterante que no permitía una palabra que la limitase. Eso representa la monja Superiora de Sarah, la que no permite un tratamiento, más que sus cuidados, más que sus pases mágicos y aquellos que otras madres con poderes sobrenaturales se proponían curarla de su malestar.

En su exilio, Gaëlle asistirá a uno de esos rituales, ignorante de aquello que Joachim se propone: saber la verdad. Ella querrá no ver, no asistir, no enfrentar su pasado. Pero es demasiado tarde y se han visto cara a cara, después de todo ese tiempo, Sarah y Gaëlle pueden verse y la primera reclamará: "(Joachim) es mío, fue enviado para mí".

Se desencadena otra atadura, ahora las dos hermanas intentaran encontrarse, pero una de ellas desea la fusión, confusión una vez más. Sobrevendrán los asesinatos de la madre superiora y la del periodista, con un objeto significativo, que talvez pudo ser el representante en algún tiempo de lo necesario para apaciguar un poco: unas tijeras. Ese será el arma asesina. Pero ¿y el asesino o asesina?

Joachim tiene motivos suficientes para con el periodista ya que él sabe de sus correrías con Gaëlle, además ya se ha revelado que Joachim es capaz del acto, por fin aparece la escena completa en la que él es el asesino de un joven, un muchacho de su misma edad, lo que al parecer es redimible desde la óptica de los demás, no así para él. Gaëlle está en una posición de lucha, parece que desde el momento en que asume la culpa de un asesinato que no cometió, la cual hace pensar en la posibilidad de que ella sea capaz de llevar al extremo tal para proteger su nueva identidad. Pero no. Ni el uno ni la otra. Sarah ha accedido a cometer el acto materno de asesinato, "como la ultima vez", acto que parece un intento de elaboración de ese lugar en el que pudo haber estado ella y no Gaëlle, el de asumir la culpa materna. ¿Por qué?

Gaëlle ha sido siempre la más fuerte, la que no llora, la que soporta, la juiciosa y la que sí tiene un lugar frente al padre, aquel nefasto día del asesinato de la madre el padre dormía frente al televisor, Gaëlle está pendiente de la llegada de la madre pero se agita y se preocupa ¡screel deen! Susurra en sus oídos. Despierta al padre y este no titubea: la identifica de inmediato como Gaëlle. Ella tiene al menos ese elemento de más, el que falta en la madre y el que falta en Sarah, para poder vislumbrar un resquicio que la salva de la esquicia familiar: solo identificándose con la asesina ella logra salir de esa casa donde era imposible vivir sin la zozobra de la madre loca detrás de las niñas idénticas. Gaëlle aprovechó, tal vez sin medir consecuencias pero efectivamente, el asesinato para resignarse de una manera nueva frente al otro materno y no como la niña débil que se esconde bajo las cobijas para alejar el peligro de la crisis psicótica de la madre.

A Sarah no le fue tan bien. En el momento del encuentro se desencadena para ella de nuevo el acto de asesinar: mata a la Superiora y mata al periodista, dejando así las cosas como al principio: con la oportunidad para que el otro las confundiera, a ella y a la hermana. Pero para ella la cosa no para allí. Es necesario otro corte y ella lo efectúa de nuevo en lo real: se lanza con su hermana al vacío, siendo Sarah quien servirá de colchón para que la otra sobreviva. A-pendicitis que será intervenida, el corte será realizado sobre una de las dos hermanas, un corte que debió ser en otro registro y en otro tiempo surgió en lo real.

Gaëlle sobrevive, hasta en su nombre está ese destino que en la conjunción con su apellido le da un lugar de ella, bella, reconocida por un padre aún en la confusión que se proponen la madre y la hermana. Faltará una última mentira, un último asesinato para que todo pueda ser redimido, olvidado y perdonado: Joachim dirá que quien sobrevivió es Sarah. Es el momento de la verdad, de enfrentar el pasado y las opciones que cada sujeto elije, es el momento de ver al interior del lazo familiar de los Le Belleck, del acto trastornado de la madre, del intento de salir del lazo nefasto con un lenguaje propio, del acto fallido que allí reside, de la identificación mortífera del par de hermanas, de la ausencia de un padre para Sarah y de los arañazos sobre la piedra que realiza Gaëlle en el acto de salvarse, de la elaboración final que, con sangre y perdidas, esta pareja de Joachim y Gaëlle pueden realizar.

Tendrán gemelos, cerraran la puerta y, seguramente, se propondrán de una manera diferente en los lazos del amor, del deseo y de la identificación.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 20 - Diciembre 2004
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