Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Un caballito de batalla llamado goce
Mélanie Berthaud F.

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Existe en la naturaleza y subsiste en el hombre un movimiento que siempre excede los límites y que nunca puede ser reducido sino parcialmente. De este movimiento no podemos generalmente dar cuenta. Es incluso por definición aquello de lo que nada dará cuenta jamás.1
(Georges Bataille, L’Erotisme)

Es el verso más célebre en la Antigüedad de los que pronuncia Medea (Eurípides, Medea, 1079): "Comprendo qué crímenes voy a cometer. Pero mi thymos (mi vitalidad, mi deseo), es más fuerte que mis bouleumata (las cosas que quiero)". Si euthymia es el secreto de la felicidad, dysthimia es la fuente de la locura. Medea ve lo que va a hacer: ve que la ola del deseo invade su pensamiento y va a llevárselo todo. Medea asiste impotente al torrente que no logra contener en ella y que va a arrastrarla hasta la acción.
(Pascal Quignard, Le Sexe et l’Effroi, 1994)

Mi madre se quitó frente a mí su camisa y su pantalón.
Se acostó desnuda. Yo estaba desnudo y me tendí junto a ella.
(Georges Bataille, Ma mère) 2

 

«El malestar es a menudo el secreto de los más grandes placeres», afirma Georges Bataille (1897-1962) en Historia del Ojo, al describir la sensación que le provoca ser testigo de la mutilación y la muerte del diestro Manuel Granero en una plaza de toros madrileña. Se sabe por el propio escritor que Historia del Ojo es producto, entre otras cosas, de un corto análisis con Adrien Borel, miembro fundador de la Société Psychanalytique de Paris (SPP) . 3

Elizabeth Roudinesco, en su libro sobre Lacan,4 analiza el lugar que ocupó Borel para el escritor: "En el primer encuentro, Borel dio a Bataille una fotografía de Louis Carpeaux, tomada en abril de 1905 y reproducida en el Tratado de Psicología de Georges Dumas. Mostraba el suplicio de un chino condenado por el emperador a ser despedazado en mil trozos por el homicidio de un príncipe. Dumas había presenciado la escena junto con Carpeaux y la había comentado subrayando que la actitud del supliciado era semejante a la de los místicos en el éxtasis. (..) El espectáculo era terrorífico: con sus cabellos hirsutos, su mirada espantosamente dulce y su cuerpo despedazado, el hombre se asemejaba, curiosamente, a una de esas vírgenes de Bernini 5 transfiguradas por la incandescencia de una visita divina. El descubrimiento de esa imagen jugó un papel decisivo en la vida de Bataille: «Lo que veía de repente era la identidad entre estos perfectos contrarios que oponen el éxtasis divino a un terror extremo»." 6

La existencia en el ser humano de una tensión —inexplicable desde la primacía de la Razón— entre el terror (o el dolor) y el placer, que incluso puede culminar en éxtasis, constituye en sí misma una crítica a la filosofía racionalista y kantiana, desde Descartes hasta Hegel. ¿Cómo dar cuenta de estas aparentes contradicciones humanas desde la lente de la Filosofía de las Luces? 7 ¿Cómo explicar el placer que provoca desafiar las leyes, o una moral, desde la teoría del bien común? Imposible. El psicoanálisis surge en parte de la constatación de esta aporía.

A nivel social, la ligazón del placer y del dolor puede articularse de diversas maneras: un ejemplo es el sadismo —esa "forma de manifestación de la pulsión sexual que busca hacer sufrir a otro un dolor físico o, al menos, hacerle sufrir una dominación o una humillación"—, 8 que se manifiesta en varias esferas.9

El Hombre de las Ratas no versa de otra cosa: "En los momentos más importantes, mientras estaba narrando su historia, su rostro adquiría una expresión extraña y compleja. Sólo podía interpretarla como una expresión de horror ante su propio placer, del cual él mismo no era consciente". 10

Más compleja es la relación que mantienen dolor y placer en un plano individual. El filósofo esloveno Slavoj Zizek describe una foto de la época de las redadas y matanzas antisemitas del nazismo: "(...) muestra a un aterrorizado muchacho judío rodeado por un grupo de alemanes. El grupo es en extremo interesante, pues las expresiones de sus miembros muestran la escala completa de reacciones posibles: uno de ellos «goza» de una manera inmediata, estúpida; otro está claramente asustado (tal vez tiene la premonición de que él puede ser el próximo); la fingida indiferencia del tercero oculta una curiosidad que se acaba de despertar, y así sucesivamente, hasta la expresión única de un hombre joven que se siente obviamente molesto, incluso disgustado por toda la situación, incapaz de entregarse sin reservas a ella, aunque al mismo tiempo fascinado, gozando con una intensidad que supera de lejos la estupidez del placer inmediato." 11

Resaltamos lo referente al tercer personaje en virtud de que su descripción permite diferenciar el placer (estúpido e) inmediato y el goce (intenso, fascinante, peligroso). ¿Qué distinción existe, desde la vivencia psíquica, entre placer y goce, entre deseo y goce? Para responder a estas preguntas, abramos la puerta de la Ciudad a un caballo troyano creado por Georges Bataille, el cual ofrece, mediante su novela Mi madre, un testimonio ejemplar de la lucha entre placer y goce. Y justamente, ¿quién mejor que "la madre" para asumir tal misión de introducir al goce?

La novela de Georges Bataille es póstuma; 12 fue publicada cuatro años después de la muerte del autor. Originalmente Bataille había planeado escribir cuatro textos sobre temas afines. El conjunto debía incluir Madame Edwarda, Divinus Deus, Mi madre y Paradoja sobre el erotismo. Sólo Madame Edwarda fue publicado mientras vivía. Mi madre estaba por enviarse a impresión cuando murió Bataille. Quizá el contenido altamente autobiográfico de la obra y su posible impacto hayan frenado a Bataille —o a su familia y sus amigos— en el proceso de publicar el texto: las referencias a la enfermedad, la figura de un padre débil 13 y de una madre melancólica, el alcohol, los prostíbulos, eran elementos característicos de la vida del escritor que se plasman de nuevo en Mi madre.

El objetivo del presente trabajo es abordar esta novela transgresora "en frío" —es decir, sin realizar un merecido análisis literario de la monumental escritura de Bataille, que dejaríamos para otro momento—, y hacerlo desde una lectura psicoanalítica. A partir de esta perspectiva se pretende entender el sufrimiento narrado en primera persona por Pierre, el personaje principal.

 

En el lecho de muerte

A punto de morir 14 Pierre sufre una alucinación auditiva y la voz de su madre lo lleva a recordar su vida con ella. Aparecen varias piezas y momentos que nos serán muy valiosos cuando se trate de analizar desde más cerca la problemática del personaje. Pierre se califica de "puerco" y de "basura" al recordar su pasado. ¿De dónde proviene este asco que ni la proximidad de la muerte puede apaciguar?

1) Por razones de salud hasta los catorce años Pierre vive con su abuela en el campo. Su madre pasa temporadas con ellos. Poco se dice sobre este período.

2) A los dieciséis años, en 1906, el adolescente regresa a París, a residir con sus progenitores. Viven en un medio acomodado. Es entonces que el joven se percata del alcoholismo de su padre. El odio al padre crece mientras la adoración hacia su madre —percibida como triste, dulce y melancólica— no tiene límites.15 Cuando el padre está de viaje Pierre se regocija y el sentimiento que la madre expresa parece recíproco. El padre es un intruso. 16 La madre le promete al hijo adulador llevarlo a un buen restaurante, aludiendo al hecho de que ella se sigue viendo joven y, por lo tanto, la gente creerá que son amantes. En ausencia del padre, la madre de Pierre desaparece en las noches y bebe. Pierre se queda estudiando solo en casa. Comprensivo, pone las salidas de su madre a cuenta de la necesidad de liberarse momentáneamente del padre. Sin embargo nota un cambio progresivo en su madre.17

3) 1906. Pierre tiene 16 años cuando muere su padre. Este acontecimiento lo llena de un sentimiento de alegría que difícilmente logra esconder. La madre lo sabe y le dice: "Si hablas con Robert o Marthe, 18 no olvides que, en principio, estás agobiado de dolor. De acuerdo con la buena gente que está a nuestro servicio deberíamos estar hechos un mar de lágrimas. No tienes por qué llorar, pero baja los ojos." 19 Después del velatorio Pierre cena con su madre en un hotel. Ella se embriaga. Cuando Pierre trata de consolarla su madre descubre una nueva faceta. Le dice "Soy peor que él." Todo el edificio se derrumba para Pierre. ¿Cómo puede su madre ser peor que su difunto padre?20 La confesión de la madre consterna a Pierre. La imagen de la madre santa, dulce, frágil, se opone violentamente al nuevo discurso materno.21 En una crisis de desesperación el hijo se deja caer en el piso de su cuarto de hotel pidiendo ayuda a Dios.22

4) Esa noche la madre entra al cuarto del hijo y tropieza con el cuerpo de Pierre. Madre e hijo se abrazan, cae la camisa de la madre.

"Teníamos miedo y llorábamos. Nos cubrimos de besos. Su camisa se había deslizado tanto de sus hombros que, entre mis brazos, cerraba su cuerpo semidesnudo." 23

El abrazo fatídico dejará en la mente de Pierre una huella imborrable:

"Había creído que la muerte de mi padre me devolvería la vida, pero ese espejismo de vida me hacía temblar dentro de mi traje de luto. No había en mí sino un desorden fulgurante, frente al cual todo lo demás me resultaba indiferente. En lo profundo de mi asco, me sentí semejante a DIOS. ¿Qué otra cosa tenía yo que hacer, en este mundo muerto, sino olvidar la luz que me había cegado cuando mi madre estaba entre mis brazos? Pero ya lo sabía: jamás podría olvidar." 24

En este punto de la obra Bataille podría proseguir con una novela acerca del incesto entre un hijo y una madre. No lo hace. Va mucho más allá.

 

La ceguera

("la luz que me había cegado cuando
mi madre estaba entre mis brazos")

En primer término, el golpe frontal que Pierre recibe con el descubrimiento del nuevo rostro de su madre nos parece más violento que el mismo acto sexual con el cual culmina la novela. La mirada es un tema clave en la obra de Bataille. Pierre ve a su madre como una persona irreprochable, como un modelo. Para él, hasta la confesión de ella, su madre ha vivido como víctima de su padre.

Pierre no ha visto a los hombres que visitaban a su madre, no los ha querido ver. La belleza despampanante de su madre, su dulzura, su voz melancólica, bastaron para ofrecer una imagen que se hizo mito en el hijo.

La mirada de Pierre es selectiva. Su fascinación por la belleza y la dulzura de la madre no le permite advertir la falsedad de sus palabras ni entender los silencios que se dan en las cenas familiares.25 Su pulsión, fuerza constante o drang, 26 está tan claramente atrapada en lo especular que es capaz de disociar la imagen de su madre, objeto de su deseo, de la persona de su madre.

"Yo podía contentar con otra mujer, de modo indiferente, el deseo que a cada paso me congestionaba cuando veía a mi madre. Pero yo no deseaba a mi madre ni ella me deseaba." 27

"No deseo volver a ver a mi madre y, tampoco, recordar con insidia su impalpable imagen que, de pronto, me obliga a gemir." 28

 

La huella del goce

Al desaparecer el marido se crea para la madre un vacío. Pronto se quita la máscara y se coloca frente a su hijo en el lugar de quien lo inicia, pervirtiéndolo y sorprendiéndolo constantemente.

Ella busca romper, destruir y aniquilar la imagen santificada que sostiene desde hace años ante su hijo: le revela que ama a las mujeres y que es alcohólica. ¿Por qué? Porque esta madre, esta mujer, para sobrevivir, requiere de un perverso. 29 ¿Cómo llegar a lograr su fin si frente a ella tiene un hombre paralizado (su hijo) que la adula ciegamente? El mismo Pierre, a posteriori, lo analiza:

"Ella jamás amó a un hombre. A mi jamás me quiso en el sentido en que Hansi me amó, y no tuvo en su vida sino un deseo violento: el de deslumbrarme y perderme en el escándalo en que ella se quería perder (…) Lo que amó siempre era fruto de sus entrañas." 30

La madre es una iniciadora y busca reproducir en el otro sus propias sensaciones mediante un juego especular sin fin. ¿Pero es realmente una madre?

Pierre no habla de su primera infancia. Sin embargo se sabe que ha vivido con sus abuelos hasta los catorce años "en una aldea" donde su madre los visitaba de vez en cuando. Usando como pretexto la enfermedad del niño la madre lo habría enviado con sus abuelos al campo. ¿Rehusando así cumplir una función materna? No totalmente, como se verá.

Recordemos que, en la teoría lacaniana, la función materna consta de dos tiempos: primero, abrochar una palabra-significante en la carne del pequeño, 31 para después abrir el camino a la metáfora paterna en la historia propia del hijo/hija. En ese sentido, la madre habría cumplido —sin duda inconscientemente— la primera parte de la función materna. En el caso de Pierre sí hubo una inscripción, nefasta.

¿Cuál fue la palabra-significante de la madre que constituyó su psiquismo? Si bien esta palabra está perdi da para siempre, en Pierre como en cualquier hijo, veamos qué le dice su madre (en un momento de pesada embriaguez):

—¡Te vuelvo loco!

—Sí, tengo miedo. ¡Háblame de tu vida en los bosques!

—No. Mi vida no es sino basura. Tú tienes razón: tu padre me ha vencido.

—¡Nunca! —grité— ¡Mírame! ¡Mírame! ¿Ves? No soy sino el hijo de la fiesta de los bosques.

—¿El hijo libidinoso?— preguntó.

—Tú bien lo sabes. ¡El hijo libidinoso! 32

Pierre es "el hijo de la fiesta del bosque". El hijo de una mujer entregada al placer sin límite desde la adolescencia. "El hijo libidinoso." Pareciera que la palabra encarnada en Pierre, la Cosa en Sí, pudo haber sido "¡Goza!".

Por otra parte, el conflicto entre la madre-loba y el padre violador ("Tu padre me ha vencido") se constituye más claramente como una razón por la cual ella no habría permitido que él cumpla un papel simbólico para Pierre.

 

La madre iniciadora

La madre hace de Pierre un testigo de la escena originaria a fin de reactivar esta palabra-significante. Así, ella inicia a Pierre, es decir, "lo instruye en cosas abstractas de alta enseñanza". 33

¿Cómo entender de otra manera sus intenciones cuando, perversamente, revela a Pierre que él es el fruto de una violación? Pierre sería un Eros moderno, el producto de la violación ejercida por Penia, representante de la falta, sobre Poros, símbolo de la abundancia.34

"—Yo andaba sola en los bosques. Yo estaba sola. (…) Tu padre me encontró entre los árboles. Yo estaba desnuda y creía que, junto con mi caballo, éramos las bestias de los bosques (…) Soñaba en muchachas o en faunos, que no ignoraba que me pervertirían. Tu padre me pervirtió. (…) ¡Me violó!" 35

Esa iniciación se basa también en la voluntad de la madre de iniciar, ahora en el sentido de "comenzar", de "disparar", de "principiar" en su hijo su propio goce. La madre no puede guardar secreto este saber que ha adquirido:

"—Me gustaría hablarte ahora. No estoy segura de poder ayudarte, pero más vale que te haga descender más bajo y no te abandone a la soledad en la que temo que te encierres. (…) Ahora tal vez sepas que el deseo nos vuelve inconscientes. Pero todavía no sabes lo que yo sé…

—Quisiera saber lo que tú sabes…

—No, Pierre —me dijo—, yo no debo enseñarte. Pero si tú supieras, me perdonarías…" 36

Y más adelante:

"-¿Comprendiste? —reanudó mi madre—. El placer comienza cuando el gusano está en el fruto. Sólo es deleitable nuestra felicidad cuando se carga de veneno. Lo demás es niñería. Perdona que te atropelle. Todo esto pudiste aprenderlo lentamente…" 37

En resumen, el saber que la madre goza al compartirlo con su hijo Pierre es un saber sobre el propio goce y sobre la muerte. Ella misma habla de "ceder a todos mis deseos", "así tenga que morir".38.

La dimensión mortal reside justamente en que el saber transmitido no se puede disociar de la propia persona de la madre: planea para Pierre una iniciación sexual de la cual ella misma es parte.

Todo empieza con fotos pornográficas. Al día siguiente de la muerte del padre, ella le exige a Pierre que ordene la oficina del difunto, llena de libros y papeles. A último momento pretexta que tiene una cita y lo deja solo. El narrador se percata demasiado tarde de que se le tendió una "trampa infernal". 39 Entra de nuevo en acción el órgano del ojo.

En medio de los papeles se encuentran fotografías "obscenas" que disparan en Pierre una excitación terrorífica, porque sabe que está respondiendo a las incitaciones directas de su madre y a su deseo.

Esta iniciación sexual continúa con la instrumentación que la madre de Pierre hace de sus propias amantes, empezando por Rea. Al compartir a Rea con su hijo se establece un vínculo cada vez más estrecho entre ambos.40 Notemos que, a partir de la entrega de Rea a Pierre, Bataille otorga (finalmente) un nombre a la madre de Pierre. Ella es Hélène. ¿Indicará esto que en el imaginario de Pierre/Bataille, esa madre se acerca cada vez más a la figura de una "simple" mujer?

"—Rea: te lo regalo. Hijo: te regalo a Rea." 41

¿Por qué entrega Hélène dos de sus mujeres a su hijo? Réa y Hansi son para la madre de Pierre dos peones en un complejo juego de erotismo cuyo objetivo es empujar los límites lo más lejos posible. En ese sentido, Hélène lleva a cabo un proyecto libertino, como si el objeto que quisiera conquistar fuese cualquier otro y no su propio hijo. 42

Además de ser libertina, la madre explaya características sádicas que nos remiten al universo del marqués:43 el relato de su vida salvaje en el bosque recuerda escenas de Justine o los infortunios de la virtud; asimismo, su negación de todo comercio sexual con el padre de Pierre desde los dieciséis años se puede interpretar como la voluntad de mantener un lugar dominante en una relación de pareja basada en la necesidad no colmada del otro. Es importante observar aquí que Hélène no ama otra cosa que el placer, y lo dice. Quienes sí le proveen placer son las mujeres. 44

¿En qué reside el sufrimiento de Pierre? ¿En el hecho de que está consciente de los planes de su madre sin poder resistirlos a causa de su veneración? O, en un plano mucho menos racional, ¿a causa de la fuerza que el goce inscripto en su cuerpo, en lo Real, ejerce sobre él? Pierre no puede frenar esa sensación, esa turbación tan profunda y tan poco racional que lo arrasa. Como ya lo hemos comentado, existe una fuerza desconocida que lo obliga a cumplir con todas las exigencias eróticas de su madre.

Pierre y su madre Hélène están inmersos en una espiral de goce, atrapados en una cárcel cuyo funcionamiento consiste en llevar a sus reos hacia el camino del exceso intolerable de placer en el cuerpo y desde el cuerpo. Se trata de una espiral porque no hay nada suficientemente poderoso para interrumpir la repetición de esa búsqueda de dolor mezclado de terror que es el goce, "un principio que está más allá, (…) que orienta un retorno incesante de excitaciones indomeñables, una fuerza constante que desequilibra". 45

Si la problemática de la madre tratara de deseo, habría quizás posibilidad de colmarlo, al estar éste vinculado con un "otro". Tal es justamente lo que no es. Recordemos esta frase que pronuncia la madre de Pierre, extremadamente lúcida: "Sólo te he amado a ti, pero lo que amo en ti, no te equivoques, no eres tú. Creo que no amo sino el amor, sólo la angustia de amar que únicamente sentí en los bosques." 46 Aquí se habla de "sentir", de "angustia", y el otro al que uno puede amar brilla por su ausencia, porque no hay lugar para ese otro ("lo que amo en ti, no eres tú"). La angustia es justamente lo que provoca la tensión entre el deseo, producto del abrochamiento de la palabra en el cuerpo, que prohíbe el goce, y el goce puro del cuerpo.47

Leamos el análisis que hace Pierre respecto del plan de su madre de acostarlo con Rea:

"El sistema que había construido y en el que me refugiaba, se caía. (…) De antemano sabía que iba a obedecer. (…) Ir a donde mi madre me conducía, beber con ella mi vaso, beberlo, tan pronto como ella quisiera, hasta las heces… ¿No debía advertir que era el anuncio de todo aquello que respondía perfectamente a mi deseo de ir hacia el mayor peligro, hacia lo que me diera el mayor vértigo? Y si acaso mi madre me sedujo, ¿no fue tal vez debido a que su aparente dignidad volvió infernales sus perversiones? Y, así como mi madre oscilaba de la vergüenza al prestigio, de la galantería a la gravedad —en un cambio perpetuo— mis pensamientos se desordenaron…" 48

Su madre lo ha obligado a ver. Si antes se refugiaba en un "sistema" constituido por palabras suaves y falsas que lo sostenían en su deseo de no ver, al destruir voluntariamente la madre ese frágil edificio, Pierre se deja guiar hacia el "vértigo".

La madre de Pierre antes de ser madre es mujer, en el sentido de que rechaza a toda costa la falta. En efecto, ella obliga a su hijo a verla tal como es sin dejar de lado el pedido de amor incondicional. Le exige que la siga venerando:

"Ya te lo he dicho: no te repondrás huyendo. Ante todo debes comenzar por no huir de mí. Bien sé que no has dejado de respetarme profundamente, pero no voy a admitir que no sé qué locura nos aparte. Tengo que pedirte que me respetes exactamente igual que antes. Debes permanecer siendo el mismo hijo sumiso de aquélla cuya indignidad conoces." 49

 

Acto sexual y muerte

Pierre no es la víctima de su madre. Ambos escogen jugar este juego que consiste en resistir al acto sexual. En esa resistencia descubren un paraíso vertiginoso. Este punto es fundamental para entender la sexualidad que une a Pierre y su madre.

"Es verdad que, por lo menos en dos ocasiones, dejamos que el delirio nos uniera más profundamente, de un modo inexcusable, que si hubiera habido unión carnal. Mi madre y yo estuvimos conscientes de ello e, inclusive en el esfuerzo inhumano que de mutuo acuerdo tuvimos que hacer para evitar lo peor, descubrimos riendo el desvío que nos permitió ir más lejos y alcanzar lo inaccesible." 50

Finalmente, el acto sexual en sí significará por una parte el fin de la relación entre Pierre y su madre... y por otra la muerte. ¿Por qué se mata la madre de Pierre? Se suicida porque descubre justamente que no se puede lograr el deseo puro, el goce originario, sino a través de la muerte, donde el cuerpo goza de sí mismo de modo último. Hélène se percata de que "la pulsión no se satisface; se repite". 51

"Mi madre se mató el día que comprendió que, por último, tendría que ceder, tendría que echar a perder, en el sudor de las sábanas, lo que me había elevado hacia ella, y lo que la había elevado hacia mí. ¿Podría afirmar que este amor fue incestuoso? La loca sensualidad en la que nos deslizábamos, ¿no era impersonal? ¿No era semejante a aquella tan violenta que mi madre conoció cuando vivía desnuda en los bosques y la violó mi padre? 52(…) Puedo decirme a mí mismo que maté a mi padre y que, tal vez, mi madre murió por haberse abandonado a la ternura del beso que le di en la boca. 53

 

Una historia de los cuerpos, es decir, del goce

Así, la novela Mi madre de Georges Bataille no trata de una pasión imposible entre un hijo y su madre sino de una historia de los cuerpos, y por lo tanto del goce. Pero nos quedamos con una pregunta pendiente: ¿por qué no se mata Pierre también? A diferencia de Edipo, nunca se arranca los ojos. Si bien es cierto que Pierre sabe desde el principio quién es su madre, cabe la pregunta: ¿por qué aquel beso fatal no lo afecta de igual manera que a ella?

Adelantamos la siguiente hipótesis, que quisiéramos desarrollar en otros tiempos y espacios: en Dios y en la escritura Pierre encuentra mecanismos de simbolización que le permiten sobrevivir.

En primer lugar, es preciso observar que los epígrafes con los cuales Bataille introduce los capítulos de Mi madre describen un mundo terrorífico, que remite al abismo y a la muerte. Sin embargo, notamos que este universo está siempre vinculado con lo divino.54 Lo "ominoso" 55 y lo divino se unen. Se ha hablado de la provocadora presencia divina en la obra de Bataille, quien, recordémoslo, se habría convertido al catolicismo a fin de desafiar a un padre ateo para después dejarle a Dios un lugar clave en su obra, aún para transgredirlo. 56

Pierre hace un intento (exitoso) para ligar lo Real del Cuerpo que lo anonada con un significante que lo obsesiona a lo largo de la obra: Dios. "Dios padre", que el narrador ubica muy cerca de su madre, sustituye de cierta manera a un padre real ausente y destruido. Cada vez que lo paraliza el terror de su deseo, Pierre acude a Dios.

"Para mí el lenguaje tierno —y siempre trágico— de mi madre, era el único a la medida de un drama, de un misterio, que no era ni menos pesado ni menos ciego que Dios mismo. Creía que la impureza monstruosa de mi madre, así como la mía, igualmente repugnante, gritaban al cielo y eran semejantes a Dios. Semejantes puesto que sólo las perfectas tinieblas son semejantes a Dios, y recordaba la frase de La Rochefoucauld: «ni el sol ni la muerte pueden verse fijamente» (…) A mis ojos la muerte no era menos divina que el sol, y mi madre, en sus crímenes, estaba más próxima a Dios que nada de lo que yo había visto por la ventana de la Iglesia." 57

Por grotesco o provocador que pueda parecer, al intentar nombrar este goce insoportable Pierre se salva. "Dios en mi es el horror de lo que fue, es y será", es la frase que describe justamente la "extimidad " del goce, ese "Otro exterior interiorizado, (que) debe ser cuidadosamente exiliado". 58

En segundo término, la escritura en sí es un proceso que permite "nombrar" y hacer una lectura que trasciende la existencia. 59 Siendo el narrador un escritor, detrás del cual se esconde Bataille, opinamos que Pierre no habría sobrevivido sin la escritura, y tampoco Bataille. La novela está relatada en primera persona y menciona explícitamente la presencia del libro:

"Mi madre siempre tiene en mi corazón el lugar que indica mi libro." 60

Pierre/Bataille había siempre negado los hechos en vida.61 Sin embargo, antes de morir, Pierre regresa por escrito sobre el violento amor que tuvo hacia su madre, en un ardiente y oscuro relato que no deja de ser una eterna petición de reconocimiento y amor hacia la madre, hacia Dios.

Notas

1 "Il y a dans la nature et il subsiste dans l'homme un mouvement qui toujours excède les limites, et qui jamais ne peut être réduit que partiellement. De ce mouvement nous ne pouvons généralement rendre compte. Il est même par définition ce dont jamais rien ne rendra compte." (Georges Bataille, L'Erotisme, 1957.) La traducción es mía.

2 Georges Bataille, Ma mère (1966), París, Éditions 10/18 (Mi madre, México, Editorial Coyoacán, 1997).

3 En una entrevista con Madeleine Chapsal, citada en la página 170 del libro de Elizabeth Roudinesco Jacques Lacan, Esquisse d’une vie, histoire d’un système de pensée (Jacques Lacan, Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento), Bataille afirma: "El primer libro que escribí, sólo lo pude escribir ya psicoanalizado; si, al salir. Y creo poder decir que es sólo liberado de esta manera que lo logré escribir." Las traducciones de la obra de Roudinesco son mías.

4 Roudinesco, Elizabeth, Jacques Lacan, Esquisse d’une vie, histoire d’un système de pensée, París, Fayard, 1993.

5 Gian Lorenzo Bernini, también llamado Caballero de Bernini, escultor, arquitecto y pintor italiano (1598-1680), destacado representante del arte barroco, autor de Santa Teresa en Éxtasis, expuesta en la Capilla Cornaro de Santa Maria de la Victoria.

6 Roudinesco, p. 170.

7 La pregunta no es nueva. Es la que se hacía el marqués de Sade desde el mismísimo Siglo de las Luces. Justamente porque este cuestionamiento no debía de hacerse, so pena de destruir el edificio de la Razón, Sade estuvo encarcelado durante diez años en La Bastilla.

8 Chemama Roland, Diccionario del psicoanálisis, Diccionario actual de los significantes, conceptos y matemas del psicoanálisis, Amorrortu Editores, p. 395.

9 Desde los horrores de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, con la difusión de imágenes de las torturas infligidas por soldados estadounidenses en Irak sobre presos iraquíes. Cabe preguntarnos si la difusión de esas fotos cumple con un propósito de alertar a la opinión pública internacional o si, por el contrario, sólo aporta más agua al molino de un perverso "goce" colectivo…

10 Freud, Sigmund, A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909), Obras Completas, Vol. 10, Amorrortu Editores.

11 Zizek, Slavoj (2003) Las metástasis del goce, Seis ensayos sobre la mujer y la causalidad, p. 12, Paidós. Las cursivas son mías.

12 Apareció en 1966.

13 La ceguera del padre de Bataille es conocida. Aquí, en Mi madre, hablaríamos más bien de ceguera psicológica.

14 Se ignora la edad del narrador al principio de la novela, pero se sabe que Bataille murió enfermo a los sesenta y cinco años, es decir, a una edad no muy avanzada.

15 "Mi madre me amaba: creía que entre ella y yo había identidad de pensamientos y sentimientos. Identidad que sólo turbaba la presencia del intruso: mi padre. Ciertamente, me dolían las salidas constantes de mi madre, pero, ¿cómo no habría ella intentado, por todos los medios, escapar del ser aborrecido?" (p. 17)

16 "Yo estaba tan contento de que se hubiera ido mi padre que, a la hora de la cena, me atreví a decirle a mi madre cuánta alegría sentía por estar con ella a solas. Para mi sorpresa, parecía estar encantada y bromeó más locamente que nunca." (p. 19)

17 "Hasta entonces no había advertido que bebía... (...) Mi madre, antes tan grave, y que al verla me hacía sentir la angustia de una noche de tormenta, de pronto se transformaba: parecía una joven vaporosa. Y sabía que era bella, porque desde hacía mucho que todo el mundo lo decía, pero nunca le había visto igual coquetería provocante. A sus treinta y dos años, la elegancia y la perfección que advertía en ella, me trastornaban." (p.19)

18 Ama de llaves y mayordomo del domicilio familiar.

19 Bataille, p. 20

20 "Lloró y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Mamá —grité— ¿no es mejor para él? ¿No es lo mejor para ti?

—¡Cállate! —dijo secamente.

Frente a mí se volvía mi enemiga, como si en ella hablara el odio. Reanudé, balbuciendo:

—Mamá, tú sabes que, de cualquier manera, es lo mejor para él.

Bebía aprisa. Tuvo una sonrisa ininteligible. Dijo: Yo le hacía la vida abominable.

Apenas comprendía y protesté:

— Ya murió y nosotros no debemos decir nada de él, pero tu vida no era fácil.

— ¿Tú qué sabes?

No dejaba de sonreír. Ya no me veía.

Tú no sabes nada de mi vida. (...)

Eres demasiado joven —dijo—, y no debería decírtelo, pero algún día te preguntarás si tu madre es digna del respeto que le manifiestas. Ahora que tu padre ha muerto, estoy cansada de mentir: ¡Yo soy peor que él!" (p. 22)

21 "—Pierre, sólo tú tienes por tu madre un respeto que no merece. Los hombres que un día encontraste en la sala, esos presumidos, ¿qué piensas que eran?.

No respondí. No había notado nada.

—Tu padre sí lo sabía. Tu padre estaba de acuerdo. Cuando tú no estabas, esos idiotas no respetaban a tu madre…¡Mírala!" (p. 23)

22 "De pie, me dirigí a ese Dios que en mi corazón me desgarraba y que, ese corazón, al trizarse, no podía contener. En mi angustia, creí que me invadía el vacío. Yo era demasiado pequeño, demasiado vulnerable. No tenía la estatura del horror que me postraba. Escuché caer la tormenta. Me dejé caer sobre la alfombra. Boca abajo, me vino la idea de abrir los brazos en cruz, en la actitud del suplicante."

23 Ídem.

24 Ídem p. 26.

25 "Comíamos en silencio: a veces mi padre comenzaba una enredada historia, que yo apenas seguía y que mi madre escuchaba sin decir palabra. Mi padre no terminaba y enmudecía." (p. 16).

26 "Pulsión, concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático", dice Freud (1915) en Pulsiones y sus destinos (p. 117), Obras Completas, Amorrortu, antes citadas.

27 p. 91

28 p. 92

29 Cf Assoun, Paul-Laurent, Le pervers et la femme, (El perverso y la mujer), París, Anthropos, 1996.

30 p. 90.

31 "Carne insignificante antes de ser invadida por el decir; engendro imprevisible, ineducable, aterrorizante en su sólo existir bajo la única tutela del instinto de vida. Ese real sobrevendrá realidad únicamente si es hospedado, invadido, usurpado, violado por el lenguaje." (Mirta Bicecci, p. 276, El cuerpo y el lenguaje, en La re-flexión de los conceptos de Freud en la obra de Lacan, volumen a cargo de Néstor Braumstein, Coloquios de la fundación 3, Siglo XXI, México.

32 Las negritas son mías.

33 Nuevo Espasa Ilustrado 2003.

34 "Cuando el nacimiento de Venus hubo entre los dioses un gran festín en el que se encontraba, entre otros, Poros (La Abundancia), hijo de Metis (La Prudencia). Después de la comida, Penia (La Pobreza) se puso en la puerta, para mendigar algunos desperdicios. En ese momento, Poros, embriagado con el néctar (porque aun no se hacía uso del vino), salió de la sala y entró al jardín de Júpiter, donde el sueño no tardó en cerrar sus cargados ojos. Entonces Penia, estrechada por su estado de penuria, se propuso tener un hijo de Poros. Fue a acostarse con él y se hizo madre del amor. Por esta razón el amor se hizo compañero y servidor de Venus, porque fue concebido el mismo día en que ella nació." (Platón, El Banquete, en Diálogos, p. 172, Buenos Aires, Argonauta, 1944).

35 Pp. 71-72.

36 Bataille, p. 38.

37 Bataille. P. 64

38 "—Madre, quiero saber lo que tú quieres. Quiero conocerlo y amarlo.

—Lo que yo quiero —me dijo mi madre— es, así tenga que morir, ceder a todos mis deseos.

—Madre, ¿los más insensatos?

—Si, hijo mío, los más insensatos." (p. 60).

39 P. 31.

40 "—Esta noche saldremos con Rea. No iré de luto y tú te pondrás tu traje más elegante. Olvidaba: Rea es muy amiga mía. Es adorable. Bailarina profesional y la muchacha más loca del mundo. Regresaré con ella a las cinco de la mañana. Ustedes se conocerán, si quieres. (p. 34)

41 p. 62.

42 "El libertinaje implica un proyecto mediante el cual un libertino logra la conquista del objeto al que ha dirigido la mirada; el acento puesto aquí en la palabra «conquista» nos hace ver ya que se trata de un procedimiento emparentado con lo militar; y en efecto, se echa mano de estrategias, avances y retrocesos, la captura de territorios, los momentos de negociar, el mostrarse aparentemente debilitado, hasta lograr la ansiada «derrota» del «enemigo»." Cf. Jorge Huerta, Un caballero llamado Seigalt. Casanova y el libertinaje, en la revista Me cayó el veinte, número 3, primavera de 2001.

43 Recordemos que Bataille era un ferviente lector, analista, admirador del marqués de Sade. He aquí partes de la introducción que Bataille hace del Justine de Sade, acerca del desencadenamiento del ser: "El desencadenamiento no es siempre, activamente, el hecho del objeto de una pasión. Lo que destruye a un ser también lo desencadena; por otra parte, el desencadenamiento es siempre la ruina de un ser que se había impuesto los límites de la decencia. La desnudez es ya por sí sola la ruptura de estos límites (es el signo del desorden que invoca al objeto que se abandona a ella). El desorden sexual descompone las figuras coherentes que nos establecen, a nosotros mismos y a los otros, en tanto que seres definidos (los desliza hacia un infinito, que es la muerte). En la sensualidad hay un disturbio y un sentimiento de estar ahogado, análogo al malestar que se desprende de los cadáveres. (…)" Revista Litoral (mayo 2002), Editorial psicoanalítica de la Letra, número 32. "Sade" in La invención del sadismo, p. 73.

44 "—Creo que no amo sino el amor e, inclusive en el amor, sólo la angustia de amar que únicamente sentí en los bosques, o el día de la muerte. (…) Siempre y cuando tu padre no recibiera de mí la menor satisfacción, tuve relaciones con muchachas y me vino la idea de que tu desventurado padre se beneficiara de ellas. Algo que respondía perfectamente a la aversión que tengo por las situaciones regulares.".

45 Braunstein, p. 21

46 p. 73

47 Lacan, J., (Seminario La Angustia, 1966). No se ha publicado todavía.

48 p. 54.

49 p. 30.

50 P. 89

51 Braunstein, Néstor , El goce, p. 50, México, Siglo XXI, 1990, en referencia al Seminario sobre la Ética del Psicoanálisis, de Lacan, del 4 de mayo de 1960.

52 p. 90

53 P. 92

54 Epígrafes de Mi madre: "La vejez renueva al terror al infinito, conduce al ser inconcluso hacia el comienzo que entreveo a la orilla de la tumba y que es el puerco que dentro de mí no pueden matar ni la muerte ni el insulto. El terror es divino a la orilla de la tumba y me hundo en ella porque soy su hijo / DIOS en mí es el horror de lo que fue, es y será tan horrible que a cualquier precio debería negar y gritar con todas mis fuerzas que yo niego que eso fue, es o será. Pero yo mentiría / En la soledad en la que yo entraba, las medidas de este mundo —si subsisten— están para sostener en nosotros un sentimiento de desmesura vertiginoso. DIOS es esta soledad / La risa es más divina e inclusive más inaprensible que las lágrimas. Este brillo sorprendente del cielo es el de la muerte misma. Mi cabeza da vueltas en el cielo. Jamás la cabeza da tantas como en su muerte."

55 El Unheimliche que Freud trabaja en su texto de 1919.

56 Recordemos que Madame Edwarda retrata a Dios bajo las formas de una prostituta.

57 Bataille, p. 47.

58 Braunstein, p. 21

59 "La fuerza produce el sentido (y el espacio) mediante el mero poder de «repetición» que habita en ella originariamente como su muerte. Este poder, es decir, este "imponer" que abre y limita el trabajo de la fuerza inaugura la traducibilidad, hace posible lo que se llama «el lenguaje», transforma el idioma absoluto en límite desde siempre ya transgredido: un idioma puro no es un lenguaje, sólo llega a serlo repitiéndose: la repetición desdobla ya desde siempre la punta de la primera vez. A pesar de las apariencias, esto no contradice lo que decíamos más arriba sobre lo intraducible. Se trataba entonces de invocar el origen del movimiento de trasgresión, el origen de la repetición y del convertirse en lenguaje el idioma. Si nos instalamos en lo dado o el efecto de la repetición, en la traducción, en la evidencia de la distinción entre la fuerza y el sentido, no sólo se pierde la intuición original de Freud, sino que se borra lo virulento de la relación con la muerte. " (Derrida, J., L’écriture et la différence, París, Éditions du Seuil, 1967 — Hay edición en castellano: La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989)

60 p. 92

61 Véase nuevamente el epígrafe dos de Mi madre: " DIOS en mí es el horror de lo que fue, es y será tan horrible que a cualquier precio debería negar y gritar con todas mis fuerzas que yo niego que eso fue, es o será. Pero yo mentiría".

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 19 - Julio 2004
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