Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura

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DE LA FEMINIDAD...

INTRODUCCIÓN.

¿Qué es la mujer? Muchas veces esta pregunta a acudido a mi mente, a mis reflexiones, a mis planteamientos y hasta hoy puedo decir que la respuesta a tal pregunta sigue siendo para mi un completo enigma. Me ocurre como a todo aquel –varón ó mujer- que trate de armar una respuesta; a saber, empieza por hacer una total descripción de lo que no es y de lo que -se piensa- es la mujer, pero al revisarlo, se da cuenta uno que no dice gran cosa acerca de la mujer, sino describirla y si pensamos que hay mujeres de todos los estilos y formas de ser; ¿que tenemos entonces? Nada, no construimos nada, sentimos que al hablar de la mujer siempre "algo" se nos escapa, algo que no podemos enunciar, acaso es Una –mujer- en particular la que justamente se nos escapa, aquella que esta a nuestro lado; la de_excepción (2).

A lo largo de la historia hemos sido testigos del papel que ha desarrollado la mujer en diferentes civilizaciones y comunidades, nos salta a la vista que en su gran mayoría ha sido un papel doble; una cara misteriosa, mítica a la par de otra muy lastimada, muy sobajada. De esta forma tenemos los "grandes" mitos con respecto a las mujeres; la Malinche, Cleopatra, Matahari, Monroe, Lady D. y cuantas más no, además que la gran mayoría de ellas se encuentran ligadas al terreno de la Belleza, sus encantos y para decirlo rápido; lo sexual. Sin embargo cabe preguntarse ¿quién ha creado esos mitos? Y sin temor a equivocarnos, la mayoría se han creado desde una posición masculina. Basta revisar la producción antropológica para encontrar toda una serie de mitos sagrados y a la vez inquisitorios con respecto a la mujer, algo como "una cárcel de oro" ya que por un lado se le sataniza y por el otro y tal vez por la misma causa que se le sataniza, se le guarda un culto, como algo sagrado. Apartando las concepciones de orden masculino, preguntémonos: ¿qué es la mujer?

Debemos rehusarnos a agotar la discusión en el imaginario del género según la genitalidad "masculino" y "femenino"; pene-clítoris. ¿Qué es lo masculino?¿Qué es lo femenino? Ambigüedades articuladas desde nuestro fantasma. No hay "lo femenino" y "lo masculino" estrictamente hablando, ambos son efecto del Lenguaje. Hay hombres-mujeres y mujeres-hombres independientemente de su genitalidad.

Entonces dónde radica la diferencia, la cuál es un hecho que existe, ya que ciertamente no son iguales, ni se comportan igual los sexos, no es la misma lógica. He aquí el punto donde se introduce nuestro trabajo, a saber; cómo podemos construir "lo femenino" de acuerdo al posicionamiento psíquico según el Psicoanálisis y he aquí nuestra originalidad, puesto que apelamos a una sexuación con respecto al psiquismo sin dejar de perder de vista la genitalidad la cual, aunque no sea condición de nada, sí influye en nosotros, simplemente al ser sujetos del Lenguaje.

Por lo tanto, nuestro trabajo ha de hacer un recorrido que empieza precisamente en desarrollar el proceso del cual deviene una mujer, pensando que tanto la mujer como el varón, no nacen sino se hacen. De esta forma, abordaremos la visión lacaniana al respecto de la feminidad, la cual nos será de gran ayuda para desarrollar nuestros temas siguientes, que se refieren a la mujer y la relación que guarda con Dios y la Verdad en términos filosóficos. Concluiremos con un comentario de lo que ocurre en la relación amorosa, solamente desde el punto de vista de la mujer.

El deseo del autor de este ensayo, no es otro sino más que inscribir este trabajo dentro de una línea psicoanalítica aportando a la vez nuevos elementos de articulación, con ningún otro objetivo que el de poner a sometimiento teórico este planteamiento.

 

I. DEVENIR MUJER.

La cultura no es simplemente imitación de la naturaleza
sino un proceso de construcción de una forma humana
total mediante elementos de la naturaleza y depende de
aquella fuerza que hemos llamado deseo. El deseo de
alimento y de casa no se apaga con las raíces
y las cavernas, produce esas formas humanas de naturaleza
que llamamos cultivos y arquitectura. El deseo no es por tanto
una simple respuesta a la carencia.
La forma del deseo es liberada y vuelta manifiesta por la Cultura.
Northop Frye

Clasificar a los poetas por su sexo no es menos ilusorio que
clasificar a los caballos de carrera por el color de sus ojos.
Octavio Paz.

El objeto de este apartado es abordar el proceso por el cual ese pequeño "trozo de carne" que todos somos en un principio, deviene mujer, se sexualiza. Comúnmente le otorgamos a un infans el atributo masculino ó femenino, según sean sus caracteres genitales, pero ¿Psicoanalíticamente podemos hacer la misma equivalencia? No, en términos psicoanalíticos decimos que masculino y femenino no necesariamente equivalen al pene y la vagina, sin embargo ambos –niño y niña- se insertan en un mundo en el cual existe la división de acuerdo al género –masculino y femenino- es decir, en el mundo del Lenguaje, el cual nos pre-existe a todos antes de nacer; de esta manera, encontramos el azul y rosa para el niño y la niña ¿respectivamente? La pipa y el abanico en los sanitarios, las filas de niños y las filas de niñas, y sin hablar de los roles sexuales.

Esto es paradójico, pues como vemos, para dar cuenta de la diferencia anatómica de los sexos ó del Género, lo hacemos desde el primado del Lenguaje ¿y por qué es paradójico? Pues porque justamente, el insertarse en la dimensión del Lenguaje, significa perder el objeto en cuestión, hablar de él pero no desde éste. Pensemos que siempre que queremos hablar de "algo", lo único que hacemos es bordearlo nunca encontrarlo. En contrapartida de lo que se pensaba en la antigua Grecia acerca del –adequatio rei et intellectus-, Heidegger repara y dice que la representación del objeto nunca será el objeto mismo ya que éste se perdió. Lacan nos resulta ilustrativo al hablar del Lenguaje como muro, el muro del lenguaje; [...]henos aquí pues al pie del muro, al pie del muro del lenguaje. Estamos allí donde nos corresponde, es decir, del mismo lado que el paciente[...](3)

Así que recordemos la tarea que nos ocupa hoy, a saber; hablar de la mujer, conjeturar acerca de ella ¡Cosa difícil! –yo me pregunto- ¿que se puede hablar de la mujer? sino una mera reducción del objeto de estudio a unas cuántas líneas que sólo líneas son, sin embargo mencione la palabra hablar, la cual la entendemos en el sentido que le da Heidegger en El Ser y el Tiempo (4), es decir; como fundamento ontológico-existenciario del lenguaje, es la articulación de la comprensibilidad, sirve por ende, de base a la interpretación y la proposición, esto a lo cual nosotros le llamamos Sentido que no deja de ser únicamente eso; Sentido, un particular Sentido.

Dicha esta advertencia, la cual no nos exime de asumir nuestra propuesta, vale más empezar nuestro desarrollo, el cual se abocará a desmenuzar la problemática edípica, de la cual podemos afirmar, parte el proceso del devenir mujer.

Más allá del mito freudiano, pensemos en el Edipo como ese proceso por el cual el sujeto ó mejor dicho el infans es llamado a la vida, se inserta en el lenguaje y la cadena significante; el destierro de la Madre, la famosa metáfora paterna y las salidas identificatorias en niño y niña, todo esto articulado por el Falo.

A partir de la lectura de Freud, Lacan formula tres tiempos, los cuales referiremos a continuación:

Primer tiempo: ese momento en el cual nos encontramos una madre y un niño, únicamente. Una madre la cual estará procesando su propio Edipo en razón del hijo que ha tenido, recordemos que hay una promesa edípica que congrega a todo sujeto (esto se verá mas adelante) y por otro lado un hijo que intenta ser aquello que completa a la madre, su objeto de deseo; se trata de ser el Falo de la madre y en esta etapa nos encontramos con una enajenación al Falo de ésta. Para decirlo en palabras de Catherine Millot; un Goce Letal(5). Antes de avanzar, me parece que se nos impone la pregunta ¿qué es el Falo? Aquello que completa, el significante de la falta, aquello que por no estar se puede nombrar y como es evidente, cuando hablamos del Falo, nos referimos única y exclusivamente al Falo de la madre.

Segundo tiempo: aquí entra al drama edipíco, una instancia nueva: el Nombre del padre, como ese que priva de la madre, que castra pero que gracias a ella en su función paterna, permite el acceso del padre, es decir; vehicula la ley a través de su deseo, aquí es donde el niño reconoce que hay un más allá de la madre, un lugar que roba la mirada de ésta; este -más allá- pone a andar la cadena significante. Podemos decir que en este tiempo opera la castración, como castración de la madre, una madre incompleta que se dirige a Otro en busca de eso que la complete, de ese Falo, a saber; su Deseo.

En estos términos se puede decir que la irrupción por parte del padre marca un antes y un después en el Edipo, este padre privador del objeto primordial que lanza al sujeto a ese goce sacrificial (6)(*) en busca del objeto perdido, en sentido estricto; instaura la ley del deseo. Aquí Lacan distingue tres tipos de padre: Padre Simbólico como aquél innombrable, que priva, que impone la ley; el Padre Imaginario como aquél que introduce la madre a través de la mirada, de ese más allá; y el Padre Real, el cual podemos ubicarlo en ese padre biológico.

Tercer tiempo: en este momento el padre se presenta como quien tiene el Falo, aquello que desea la madre y que el padre supone, estar en la capacidad de dárselo, por eso su potencia, sus insignias. En este momento es cuando se instituye la promesa edipíca, la identificación, el superyo, el ideal del yo. Aquí es cuando se dice que donde es la salida para el varón del complejo de edipo, es la entrada de la niña al mismo. Es entonces que se nos presenta una disyuntiva; la niña y el niño. Hablaremos brevemente del niño para pasar a la niña y quedarnos ahí.

En el niño, tras la instauración del nombre del padre, la ley y la prohibición del incesto (2° tiempo) el pequeño ve al padre como el privador, lo idealiza en un tercer tiempo de este recorrido, al idealizarlo –al padre- toma de él las insignias -trazo unario- de potencia (ideal del yo) y las interioriza, en otras palabras; ante la angustia de castración, el pequeño varón rompe el vinculo con el Padre y se identifica con él, es decir; con aquello que tiene y con esto se instaura el súper yo como post-edipico (prohibición) y de manera interna, o sea que, el súper yo del varón prescinde del padre, finalmente se crea una especie de alianza (pacto) en la cual el padre prohíbe y a la vez promete al hijo algún día poseer el Falo, a condición de que en su momento éste varón lo ponga en movimiento, es lo que conocemos como promesa edípica (ideal del yo).

Por otro lado, en la niña; tras la entrada del padre en el Edipo y la diferencia anatómica de los sexos, pasa a ocupar la posición de "ya-castrada" por lo cual en ella no operará la angustia de castración y aún más, debido a esto no se instituye el súper-yo post-edípico a la manera del varón aunque sí se forma un super-yo femenino y sabemos que existe algo que se podría homologar a la angustia de castración y que es la angustia de la perdida del amor del Otro.

Vayamos con calma. Cuando la castración adviene en la niña conjuntamente con la diferencia anatómica de los sexos, para ella no hay una angustia de pérdida puesto que ya lo perdió por lo tanto no opera la angustia de castración. Sin embargo, esta posición de "castrada" nos dice Freud, genera tres posibles salidas del complejo de Edipo, las cuales son; a) la represión de la sexualidad; b) renegación de la carencia de pene, afirmándose ella con pene, lo que la conduciría al complejo de masculinidad gracias a la introyección de una insignia de potencia del padre, es decir por identificación al padre y c) aquella más compleja que refiere a la búsqueda de la feminidad.

Veamos esta tercera salida del andar edipico en la mujer; si seguimos la idea de que la angustia de castración no opera en la mujer tenemos entonces que no se rompe el lazo con el padre lo cual lleva a que el padre para la niña pueda ser el objeto de identificación y el objeto de amor a quien le dirige su demanda ¿qué demanda? De falo, aquí creemos que se inserta el término de penisnied el cual Freud acuñara para referir la envidia de pene y que a la postre esa demanda de pene se convertirá en demanda de un hijo por el padre. Con esta falta de angustia de castración la mujer no instaura un super yo al modo masculino (interno) así que lo ubica en el exterior (Otro), en una dependencia del exterior que se conjuga con la angustia de perdida de amor, que ya antes habíamos homologado a la angustia de castración.

Este es uno de los temas más escabrosos del psicoanálisis, así que lo platearemos en otros términos; al aparecer la madre como castrada, es por que desea "algo", "lo que sea". Es cuando aparece el padre vehiculado por la madre, como el que tiene el falo, justamente eso que la madre desea ¿qué es lo que desea la madre? No sabemos, ciertamente puede no ser al padre pero aquí se nos impone la dimensión del Lenguaje y yo diría de la Cultura.

Veámoslo en estos términos; al menos culturalmente hablando, qué es lo que diferencia a la mujer del hombre sino la presencia ó la ausencia del pene, -visto en términos culturales y del Lenguaje- retomamos las primeras líneas de este apartado; lo "masculino" y lo "femenino", toda la organización de la sociedad en torno al Género, entonces; decimos que si algo desea mamá y al mismo tiempo somos ya concientes de la diferenciación de los sexos, podemos decir que el niño pensará que lo que le falta a la madre será lo que tiene el padre. La respuesta que se obtiene desde lo que es la influencia cultural es; el pene.

Desde el punto de vista psicoanalítico; lo que desea la madre no es la "tripa del padre" sino las veces que hace ésta –culturalmente hablando- pero que en términos psicoanalíticos no es mas que el deseo materno –Falo- que es apuntalado por el pene.

Retomando la descripción del proceso edipico en la niña, diremos que ésta, al encontrar a su madre en falta, debido a la instauración del Nombre del Padre, se dirige al él como si el padre tuviera el Falo, le demanda amor, sin embargo encuentra que éste tampoco lo tiene pues al dirigir su mirada a la madre denota su propia castración, por lo tanto se identifica al padre, busca ocupar su lugar con respecto a la madre, para saber así, qué es lo que quiere una mujer y taponar esa falta en el Otro –S(A)-. Nótese que la cuestión gira en torno de la madre y la hija, mientras que el padre sólo es un elemento que media entre el deseo de la madre y la demanda de la hija, pero únicamente media.

Del anterior planteamiento, podemos decir lo siguiente: 1) que para la mujer –desde niña- la vía de acceso a la pregunta de ¿qué es una mujer? se encuentra en la madre pero es a través del padre y su deseo como la aborda. Cosa curiosa resulta observar en la vida amorosa y más precisamente en el tema de la infidelidad, que la mujer tras una decepción de este tipo, no le importa tanto la pareja en sí, si no es a través de lo que le vio a la otra mujer, esta otra mujer siempre presente en una mujer, haya o no varón de por medio. Vale decir, que lo que se juega en la mujer no es otra cosa sino el deseo y hacia quién se dirige.

Es interesante observar cómo la mujer ubica su feminidad en el exterior y para encontrarla, tiene que ir en su búsqueda valiéndose –en la mayoría de los casos- del varón. Debido a esto podemos pensar que la mujer para acercarse a su objeto, tiene que identificarse con alguien del otro sexo que la lleve a la respuesta de su pregunta; ¿Qué es ser mujer?.

Aquí es donde justamente podemos ubicar a Dora y la forma en que busca acercarse a la Sra. K como quien busca en ella una respuesta a la pregunta histérica ¿qué es ser mujer? Y la manera en que hace esto es a través de su padre y del Sr. K, es decir; si el más allá del padre de Dora no se ubica en la madre sino en la Sra. K significa que hay algo que tiene la Sra. K que Dora no tiene y eso es lo que engancha a Dora a la pregunta ¿qué es lo que mi padre ama en la Sra. K? ¡Vaya enigma!

Mientras que el señor K esta ahí gracias a que Dora se puede identificar a él y así acceder a su objeto que es la señora K. ¿qué pasa cuando el Sr. K se sale de ese lugar asignado por Dora y aspira a su amor? Simplemente cae y rompe con todo el circuito y sino pensemos dentro de este contexto ¿qué otro lugar podría ocupar? El de amante como pensaba Freud, sabemos que es erróneo, Dora es amada por el Sr. K más allá de su mujer, de la misma forma que la Sra. K es amada más allá de Dora.

Sin embargo lo que ocurrió en realidad es ampliamente conocido, el error de Freud pero que sin el manejo de este caso y la insatisfacción que a Freud le deja quien sabe como podríamos empezar a abordar el asunto de la transferencia, línea clave para entender este caso pero que al cual no nos adentraremos.

A manera de conclusión, podemos decir que en el complejo de Edipo en la mujer las cosas son definitivamente diferentes al hombre ¿por qué tendría que ser simétrico? Ya observamos cómo la mujer encuentra su súper yo en el exterior y cómo tiene que ir en búsqueda de su feminidad en la tan recurrente: otra mujer. Me viene a la cabeza un slogan publicitario el cual dice: "Ninguna mujer sabe lo que quiere hasta que se lo ve puesto a otra". Esto como un mero comentario pero que nos puede hacer comprender desde donde Freud afirma que la mujer es un continente oscuro.

 

II. LA MUJER COMO NO TODA.

El enigma de la mujer ha puesto cavillosos
a los hombres de todos los tiempos.
Sigmund Freud.

La mujer es la esfinge del hombre.
Victor Hugo.

Lacan ante la pregunta por la feminidad, intenta articular su propio discurso, formalizándolo a través de la lógica, utilizando la lógica aristotélica, pero sólo a manera de inspiración, creando así lo que conocemos como "Fórmulas de la sexuación" ó mas propiamente hablando como "Esquemas Cuánticos de la sexuación" que a continuación desarrollaremos.

Tenemos los siguientes cuantificadores:

En la posición masculina;

"Para todo sujeto, la función fálica es válida" dicho de otra manera: todos los hombres están sometidos a la castración.

"Existe al menos UNO que niega la función fálica " ó existe un hombre que no esta castrado (padre de la horda primitiva)

En la posición femenina;

"No existe un sujeto para el cual la función fálica no sea válida" ó no existe mujer alguna que no este sujeta a la castración.

"Para no todo sujeto, la función fálica es válida" ó la mujer esta no toda inscrita en la castración.

Hasta esta parte del esquema encontramos lo siguiente:

Según estudiamos en el recorrido edípico, se dijo que para que un "pedazo de carne" devenga sujeto, tiene que insertarse en el orden del lenguaje, lo cual lo expulsa de un Goce supremo, dónde no faltaba nada, no había que demandar nada, cabe decir; un momento mítico del ser humano, a saber; La Cosa, la Madre. Esto se ilustra al decir que a partir del primer grito del infans, el cual obedece a una autentica necesidad fisiológica, es interpretado por la madre como llanto de otra cosa (hambre, frío, etc.) el caso es que en realidad esa interpretación nunca es acorde al llanto del bebe, por lo cual este infans deja de ser –viviente mítico- y en adelante se le llamará –sujeto-, sujeto del lenguaje, tendrá que articular una demanda para expresar lo que quiere, pero todo llamado del sujeto será demanda de otra cosa más, nunca podrá ser del objeto primordial, el cual esta perdido.

Lo que quiero decir con esto es que desde ese momento, este sujeto estará inscrito en lo que conocemos como –goce fálico-, por el hecho de que tendrá que demandar, se verá inscrito en un orden –del lenguaje- que lo pre-existe y del cual no puede escapar. Al darle el carácter de –fálico- es justamente para expresar este sentido de tener que apuntalarse en "algo" de la realidad, como en el caso del edipo, el falo y el pene, no son lo mismo, pero a la vez sí; debido al Lenguaje que tiende a significar algo que no está y sólo se hace a través de su contrario, lo que si esta, en otras palabras; explicar lo que no se tiene por lo que se tiene.

Así que justamente por esto, decimos que todo sujeto esta inscrito en la función fálica, esta castrado -no hay de otra- hombres y mujeres sin excepción, pero sin embargo existe una diferencia fundamental, la cual es justamente la que nos llevará al reconocer el camino que lleva a la feminidad. Pero regresemos a la fórmulas.

Ya mencionamos que todo sujeto –y aquí vamos a tomar el lado masculino específicamente- esta inscrito en la función fálica, como nos lo muestra la fórmula correspondiente: . Pero para que esto sea posible, es necesario desde el punto de vista lógico, que exista alguien que no este sometido a esta función fálica, del cual se desprenda todos los demás que sí; la ley que confirma la regla. Podemos ilustrarlo con la teoría euleriana; para que haya conjunto A, tenemos que pre-suponer un Universo infinito del cual se desprendió el conjunto A, pero sin el conjunto A no podemos a la vez pensar el Universo.

A esto Lacan lo relaciona como el mito del Padre de la Horda Primordial – Urvater- que relata Freud en Tótem y Tabú y que se entiende a partir de la teoría de conjuntos. Esto lo representamos como aquí podemos observar que se niega la función, entonces tenemos: existe al menos uno que niega la función fálica ó existe un hombre que no esta castrado.

Esto quiere decir, que para todo sujeto posicionado del lado masculino, su única forma de acceder al lenguaje será vía el orden fálico, dicho en otras palabras, comandará su vida de acuerdo a la ley fálica, es decir; por la diferencia, la presencia, nunca la ausencia la cual resulta imposible e intolerable, ya que remite a la falta de la Madre (Otro). Pensemos en todos los chistes de orden masculino, que giran en torno a anteponer la presencia a la ausencia, con el efecto de [de]velar la falta misma. En otras palabras, en este posicionamiento psíquico, se impone la simbolización pero vuelvo a recordar que esto común es para todo hablante.

Y que pasa con el lado de la mujer, también ella esta inscrita en el orden del lenguaje y así lo dice la fórmula no existe una mujer para la cual la función fálica no sea valida, sin embargo; la mujer esta no toda inscrita en la función fálica, es decir; la mujer no cae por completo bajo la ley del Falo y aquí ya introducimos un termino importantísimo, el -no toda- que quiere decir que la mujer no forma UNO en el sentido de la totalidad sino que la mujer es CADA UNA, que la mujer se debe tomar una por una, ya que no esta inscrita completa dentro de la función fálica, de esta forma la feminidad se nos revela como una división respeto de la castración: una parte que se inscribe dentro de la función fálica y otra que escapa, una parte que falta de designar, a eso que le llaman "mas allá del Falo" y que hace que la mujer sea –no toda-.

A esto Lacan lo designa como goce del Otro, Otro goce el cual escapa a la significación fálica –simbolización- y que por lo tanto es inefable. Existe "Otro goce" en la mujer que ni los hombres ni ellas han podido significar; el goce del Otro y aquí es importante recordar lo que dice Lacan acerca de este goce como suplementario y no como complementario ya que sino estaríamos nuevamente del lado del todo.

De lo anterior derivamos que en la mujer no existe esa que niegue la función fálica, una súper mujer que cierre el conjunto del universo y de la totalidad, en esta parte Lacan nos regala la frase de LA (barrado) Mujer no existe, poniendo el énfasis en el articulo definido LA. No existe esa a partir de la cual se cierre el conjunto para hacer una totalidad y un conjunto cerrado.

Nuevamente nos ayudaremos de la teoría de conjuntos con una pequeña innovación; un conjunto sin cerrar.

Si lo planteamos en estos términos y decimos que LA (barrado) mujer no existe, es por que no hay esa que cierre el conjunto, por lo cual no se puede universalizar con respecto a la mujer, ya que si bien es cierto tienen un pie en el orden fálico, tienen otro pie en algo que es un conjunto abierto, abierto al universo mismo, lo cual convierte al goce de la mujer como un goce inefable, un goce del Otro, en tanto no se pude hablar nada de ellas sino a lo único que se puede aspirar en ellas es a una por una, no hay totalidad.

De esta forma a modo de resumen, diremos que: a)LA (barrado) Mujer no existe, en tanto que no hay universalidad con respecto a lo femenino, no hay el UNO de la mujer b) que la mujer es no toda inscrita dentro del registro fálico c) existe un goce en ella que escapa a la significación, el cual se designa como goce del Otro.

De acuerdo a lo anterior podemos quizás de aquí contestarnos por la pregunta acerca del papel que se le ha asignado a la mujer en la sociedad, sobre todo si pensamos que, si hay algo de in-significable es la misma angustia y aquí hablo de la angustia de castración, a un no querer saber, a un no saber a que temerle y pienso aventuradamente que de alguna forma de aquí, puede provenir el tan delicado papel de la mujer, tanto el rechazo a la posición femenina como también su misma mitificación, a su satanización como a su reverencia, y aquí me parecen muy ilustrativas las imágenes que tanto circularon hace tiempo del medio oriente; de aquellas mujeres cubiertas completamente, algo así como un "velar", "obturar", como si fuera un -no querer saber nada de eso- que se encarna en ese cuerpo femenino –acaso no nos suena familiar a nosotros psicoanalistas ese -no querer saber nada- ó también basta revisar todas las experiencias relatadas en Tótem y Tabú ó los escritos antropológicos de Levi-Satruss acerca del culto a la mujer.

Como buen culto, tiene dos caras, a saber; una enigmática, mágica, casi siempre poderosa y temida y por otro lado una que nos es familiar, que podemos "controlar", que se presenta en términos "racionales" ¿por qué? Porque la hemos simbolizado, porque le hemos dado un sentido, un orden, la hemos cercado, para llegar al punto; la hemos Falicizado, y aquí me vuelvo a preguntar ¿acaso alguna religión a lo largo de la historia ha podido delimitar el concepto de Dios?¿acaso alguna religión esta a la altura del limitado concepto que de Dios puedan tener? ¿Dios esta en alguna de todas ellas ó esta presente en cada una de ellas de forma particular? –nótese la resonancia que tiene; cada una. ¡Qué lejos están los teólogos de Dios! ¿Acaso serán los verdaderos herejes?

 

III.

DEL MUNDO CERRADO AL UNIVERSO INFINITO
LA MUJER Y DIOS

[...] no ha llegado la palabra a mi lengua, y ya Señor, te la sabes toda
Me envuelves por doquier me cubres con tu mano.

Tanto saber me sobrepasa; es sublime y no lo abarco[...]
[...]Si digo: "Que al menos la tiniebla me encumbra,
que la luz se haga noche en torno a mí"

ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día[...]
[...]Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto:
Si me pongo a contarlos, sin más que arena;
Si los doy por terminados, aún me quedas tú[...]

Salmo 139.

Me parece necesario aclarar, que le debemos el título de este capitulo al libro de Alexandre Koyré (7), del cual parte nuestra reflexión acerca de Dios.

Durante algún tiempo, la hipótesis que sostuve fue la de homologar a Dios con la Mujer -desde el punto de vista de la feminidad- en el sentido de lo que hemos planteado en torno al goce del Otro, como goce inefable, no consistente, en el sentido filosófico. Sin embargo, hoy tengo que reparar en decir que no pueden estar planteadas en el mismo plano, la Mujer nunca puede llegar a estar al nivel de Dios, teóricamente hablando. Por la sencilla razón de que uno –Dios- es un término absoluto mientras que el otro –la mujer- es un término relativo. Dios nunca deja de estar definido como un Todo, un Absoluto Supremo, aunque sea en términos de infinito y no lo podamos concebir en su grandeza; mientras que la mujer no puede ser Todo ya que como dijimos, es un conjunto abierto.

Esto nos da la pauta a nuestro nuevo planteamiento, el cual se desprende principalmente de la propuesta teórica que nos da el matemático y –cosa curiosa- cardenal del siglo XV; Nicolás de Cusa.

Él, por un lado, niega la finitud del universo y su clausura dentro de los muros de las esferas celestes, pero por otro lado niega también su posible infinitud. Es decir, que Nicolás de Cusa prefiere plantear el universo en términos de «interminado» y nunca de «infinito», término que sólo reserva a Dios. Al designar al universo como interminado, sostiene que no sólo se refiere así porque carezca de fronteras y límites sino además porque no esta terminado, carece de precisión y de determinación estricta. No alcanza el límite pues es indeterminado y no puede ser objeto de conocimiento parcial así como conjetural.

Asimismo este universo «indeterminado» es una expresión o desarrollo, necesariamente imperfecto e inadecuado de Dios ya que despliega –el universo- en el reino de la multiplicidad y separación, lo que en Dios está presente en una unidad íntima e indisoluble que abarca cualidades o determinaciones del ser que no solo son diferentes, sino incluso opuestas.

Esta idea de Dios, como el lugar en el cual se da la coincidencia de los opuestos en el absoluto que los trasciende, me parece que es un punto central para nosotros, ya que si revisamos este planteamiento desde el punto de vista de la teoría lacaniana, al proponer el registro de lo Real en el Nudo Borromeo, la semejanza que yo encuentro, me parece muy precisa.

La idea, que me parece desarrolla Nicolás de Cusa con respecto a Dios, la ilustra en términos geométricos; decimos que Dios se encuentra en el centro de una circunferencia, pero al mismo tiempo es la circunferencia, esto es que comienzo y fin, fundamento y límite, no es otra cosa que el Ser Absoluto o Dios. Dice: una equidistancia perfecta entre diversos (objetos) no puede hallarse fuera de Dios, ya que sólo El es la infinita igualdad. Así, es el Dios bendito quién esta en el centro del mundo; El es el centro de la tierra y de todas las esferas y de todas (las cosas) que están en el mundo, ya que EL es a la vez la circunferencia infinita de todo.

Ahora, si retomamos algunas de las afirmaciones que hace Lacan acerca de lo Real, encontramos las siguientes: "lo Real como aquello que esta en su lugar" ó "lo Real como aquello no cesa de no escribirse" ó "lo Real no tiene fisuras" y por último yo citaría, aún con sus posibles objeciones, aquella que usa para definir a La Cosa como lo Real que padece en el significante. Podemos encontrar la similitud con Lacan de la diferencia que Nicolás de Cusa hace con respecto a Dios, como aquello infinito, centro y circunferencia; al del Universo, como aquello únicamente «indeterminado». Forzando la semejanza entre ambos diríamos que el Dios de Nicolás de Cusa es lo que a Lacan resulta lo Real, mientras que el Universo tiene que ver con lo Real sin llegar a convertirse en un absoluto, justamente por su indeterminación.

Por otro lado, cuando afirmamos (Cf. Capítulo 3) que la mujer no toda se somete a la función fálica, dijimos que hay "algo" de la naturaleza de la mujer que no se simboliza, no se circunscribe al registro de lo Simbólico, el cual se establece debido a la función fálica. Lo que nos lleva a pensar que hay "algo" de la mujer que se ubica en el orden de lo Real, esto lo planteamos en términos del Goce del Otro, precisamente por indeterminado ó para usar palabras de la jerga lacaniana, hemos de decir; inefable.

Esto nos llevaría a homologar –como se hizo en un primer momento- a la Mujer con Dios, desde el punto de vista de lo Real, pero existe una objeción, que también se planteó, y es; pensamos a Dios como lo Real, Absoluto, en sentido de centro y circunferencia, de infinito, y a la Mujer como del lado de lo Real, en cuanto a su goce, sin embargo –y esto es fundamental- la Mujer no esta completamente instaurada en lo Real, no es lo Real, Absoluto; esta por un lado en lo Real, ya que es no toda, pero a la vez se encuentra en lo simbólico, ya que no escapa a la función fálica . Así que no pude estar del mismo lado de Dios.

Sin embargo sí podemos decir, que de la Naturaleza de la Mujer hay "algo" –mucho, diría yo- del registro de lo Real y por ende del lado de Dios, más que en el caso de la posición masculina, que padece por completo de la Función Fálica. Que curioso resulta observar dentro de las religiones actuales –al menos- que se haya excluido de los máximos misterios de la religiosidad a la mujer y que por ende, si algo hay en las religiones son los llamados "formalismos", los ceremoniales, como una forma de dar palabras, de simbolizar, de darle un Sentido "lógico", "racional" al concepto de Dios, que ya al decir "concepto" implica una formalización. Basta recordar nuevamente que para la lógica masculina, esa falta, ese agujero inaugural, simplemente es intolerable, es necesario simbolizar, -hay que darle palabras-.

Resultaría muy interesante, al menos para el propio autor de este trabajo y sin decir de la religión, revisar los planteamiento teóricos y más aún, los planteamiento poéticos (con toda la resonancia que tiene la actividad de la Poesía, desde el punto de vista de Heidegger [8]) de las mujeres en torno a Dios, tal es el caso de una Sor Juana Inés de la Cruz ó Santa Brígida de Suecia, sólo por mencionar la mínima parte.

Por otro lado, los planteamientos anteriores nos llevarían a establecer la relación que guardan la Mujer y la Verdad, que al menos en una primera lectura nos llevaría a establecer dos relaciones: a) tanto la Verdad como la Mujer se ubican en la dimensión del des-ocultamiento, b) tanto la Verdad como la Mujer son no toda.

Heidegger al hablar de la Verdad (9), la concibe desde la palabra griega «aletheia» a la cual la traduce como –desocultamiento-. Esto quiere decir al menos en la versión heideggeriena, que la Verdad sólo se manifiesta como desocultamiento en la medida en que se retiene como ocultamiento (nótese las dos caras de la misma palabra: [des]ocultamiento). De este ocultamiento, derivamos entonces la Verdad como un enigma, como un misterio, que se nos [de]vela y que por ende nunca pude ser tomada como Verdad Absoluta, pues siempre habrá algo de la naturaleza de la Verdad de manera oculta, sin nunca llegar a ser develado. Lacan agrega a esto que la Verdad hace las veces de un velo sobre lo Real.

Lacan retoma esta propuesta para señalar el carácter que tiene la Mujer del lado de la Verdad, en el sentido del no toda. Algo de la Verdad, del mismo modo que algo de la Mujer, no puede ser dicho, sino "a medias"; es no toda. Sin embargo queda un "resto", justamente lo enigmático que no es más que la estrecha relación de la Verdad y la Mujer, con el registro de lo Real, y así como apropiadamente señalamos la diferencia entre lo Real y el Universo; uno infinito y uno indeterminado, podemos retomarlo para decir; la Verdad, la Mujer y el Universo de un lado, mientras que Dios y lo Real, del otro y así respetar el carácter de Absoluto de Dios (Real) con el carácter de no toda de la Mujer así como de la Verdad, lo que podríamos señalar con el matema lacaniano de S(A(barrado)) para designar justamente, el agujero primordial-la falta en el Otro, así como la imposibilidad de obturar está.

Por tanto, de la misma manera que a las mujeres hay que tomarlas una por una en el sentido de que no forman un conjunto cerrado, de igual forma para hablar de la Verdad es necesario decir, que se hable de: sendas verdades.

 

LA MUJER EN EL AMOR: NO TODA

Estoy aprisionado en esta contradicción:
por una parte, creo conocer al otro mejor que cualquiera
y se lo afirmo triunfalmente ("Yo te conozco.¡Nadie más
que yo te conoce bien!"); y por otra parte,
a menudo me embraga una evidencia: el otro es
impenetrable, inhallable, irreductible; no puedo abrirlo,
remontarme a su origen, descifrar el enigma.
¿de dónde viene?¿Quién es? Me agoto; no lo sabré jamás.
Roland Barthes.

El tocar el tema del amor en psicoanálisis, puede implicar muchas vertientes, diferentes caminos que nos podrían llevar a auténticos desfiladeros. Para no perdernos exponiendo una clase de ¿qué es el amor? habremos de concentrarnos únicamente en lo que refiere a la Mujer, dentro de la relación amorosa y más particularmente ¿cómo ama la mujer?.

La respuesta desde donde podemos articular todo nuestro desarrollo a la pregunta por el cómo ama la Mujer es tajante; como no toda. La mujer ama no toda y con esto no quiero decir que no ame ó haya algo en ella que no lo haga, por supuesto que lo hace y esta bien metida en eso, a lo que me refiero es que al amar lo hace desde la lógica femenina, la cual hemos estudiado; el no toda.

Al decir, que la Mujer esta no toda dentro de la relación –pensemos el no toda como plus- encontramos que hay algo de ella a lo cual el varón no puede acceder, no puede gozar y que además lo interpela -su propia castración-, una especie de agujero negro para el cual el hombre teme ser devorado por éste y esto sólo por que no lo puede concebir, para él recordemos, todo puede y –debe- organizarse, es completamente de orden fálico. Esto quiere decir que mientras el hombre –cree-, pero sólo –cree- con la resonancia religiosa que tiene la palabra, que el amor es algo que se pude aterrizar en el matrimonio; el cuerpo, en la relación estable, en la relación de "...en la buenas y en las malas, en la pobreza y la riqueza....", en la relación de la completud, la Mujer por su parte puede vivir esto mismo pero siempre abra de expandir su horizonte a "algo más", que lo paradójico es que ella misma no sabe hacia qué, cosa que la podría llevar incluso a recorrer el mismo camino del hombre, pero no como una total creencia sino como una búsqueda.

¿Qué busca la mujer en el amor? un Amante-amado, un Amo, un hijo, puede ser. Sin embargo hay algo lo cual integra todo esto; la Feminidad. La mujer, en lo que a relaciones amorosas se dice, busca su feminidad y no gracias al parteniere –sea varón ó mujer- sino a través de su deseo. Esto es lo que subyace al vínculo amoroso; la pregunta por la Feminidad ¿Qué es ser mujer?¿Qué quiere la Mujer? es la búsqueda de ese significante el cual designe a la Mujer, cierre el conjunto. Habría que preguntar a todos los varones acerca del cuál es el deseo de su pareja sólo para darnos cuenta de su pleno distanciamiento. En este sentido es cuando digo que en la infidelidad, a la mujer no le duele tanto el parteniere perdido como el hecho de percibir que el deseo de éste esta ya en otra parte, que además habrá que saber cuál es y que tiene, en otras palabras; la Otra Mujer, cualquiera de todas, en aquella que pueda encontrar el deseo que le de la clave a su pregunta acerca de la feminidad. Es un juego entre dos y solo dos en el cuál, vale decir; el varón juega un papel de moyen.

En este momento se me ocurre una imagen muy elocuente, a esto que ahora hablamos. En la opera de Aída de Verdi, se nos presenta a un héroe egipcio –Radamés- el cual momentos previos a salir en defensa de su imperio en contra de los etíopes, se encuentra con Amneris –princesa- que es su presunta prometida, al menos para ella, sin embrago el amor de Radamés pertenece a Aída, una esclava etiope del sequito de Amneris. La princesa sospecha que algo no anda con Radamés e intenta descubrir qué ó quién esta detrás del deseo de su héroe y oh sorpresa! Que se trata de Aída ó al menos eso sospecha ella.

Amneris:
(se turba, ¡y cómo la ha mirado!
¡Aída! ¿quizás sea ella mi rival?)
Ven, querida,
Acércate; no eres esclava
ni sirvienta, aquí, bajo este suave
encanto te llamé hermana.

¿Lloras? Revélame el secreto
de tus lagrimas.

A lo largo de todo el relato, se refleja el conflicto entre la princesa Amneris, el valiente guerrero Radamés y la aparentemente insignificante esclava –Aída- y sin temor a equivocarme, la Otra Mujer. La historia es fatídica sobretodo en términos de Amneris, ya que incluso en el momento en que Radamés esta a punto de ser castigado por supuesta traición, la princesa intenta seducirlo con su perdón, a lo que Radamés renuncia, manteniéndose fiel a su amada Aída hasta el punto extremo de la muerte: E la morte, un ben supremo, se per lei morir m´è dato.

Con esto únicamente quiero ilustrar, que lo que se juega en la subjetividad de la Mujer, no es sacar ventaja sino más bien uso la metáfora para ilustrar que del lado de la mujer no se juega todo únicamente del lado de poseer un varón sino de algo más, a diferencia de la ficción de éste de poseer a la mujer complemente.

Lo podemos observar en las fórmulas de la sexuación planteadas por Lacan, en su parte inferior.

Como podemos apreciar, del lado femenino vemos que en la mujer tenemos dos vectores, uno de ellos esta conectado al S(A), digamos que tiene un pie ahí, lo que en otro capitulo abordamos como Dios (Real) ese lado abstracto, imposible de diferenciar, ese –más allá-, dónde radicaría su propia feminidad que desgraciadamente no encuentra pues es, significante de la –falta- del Otro, a lo cual se dirige al lado masculino para obtener ese significante que le falta a ella, sin embargo y como podemos ver, el lugar al que se dirige es justamente al Falo, de dónde no podrá tampoco obtener nada. Esto nos lleva a pensar que del lado femenino en su versión amorosa; una parte se simboliza –lo que la mujer dice querer- y otra nunca se llega a simbolizar, pero existe –qué quiere la mujer-.

Un ejemplo demasiado gráfico, puede ser el siguiente, respetando que a cada caso es diferente la interpretación: en una plática entre mujeres, una de ellas ve a un muchacho hacia el cual expresa –entre sus amigas- el deseo de conocerlo, nunca dice para qué, a lo cual un muchacho –integrado en el grupo de ellas- pregunta ¿para que lo quieres conocer, es que acaso ya no andas bien en tu relación actual? a lo que contestan TODAS: ¿y que tiene? Y ella agrega: si no voy a establecer nada con él mas que puro vínculo social y agrega: estoy bien con "x" su pareja actual.

Me parece demasiado grafico, ya que justamente en la mujer no se juega de manera primordial el tener ó poseer a alguien, sino de –ser- lo que éste desee, se tenga ó no.

La contraparte de esta idea, es la que –me parece- ha llevado a tanto equívocos así como a ficciones en lo que al amor en la mujer refiere. Pensar que se puede llegar a cercar o incluso más aún, pensar que se puede ser aquello que la mujer desea en su totalidad es por demás; una mera ilusión en su versión masculina. La mujer es una y mil a la vez –qual piuma al vento- precisamente por que es no toda –insisto- cosa difícil de comprender desde el registro Simbólico –la función fálica-, desde el cual la posición masculina articula la mayor parte y si no también podemos observar que del lado masculino, cuando se dirige a la mujer, nunca se dirige a ella en toda su totalidad puesto que LA mujer ni existe, por lo cual el hombre siempre se dirigirá sólo a un aspecto de la mujer, un objeto parcial.

Más aún, podemos afirmar que ese objeto al cual se dirigirá será comandado justamente desde su Fantasma, fórmula que se genera de nuestro esquema $ÿa, vale decir; que desde al posición masculina, la mujer nunca será Una mujer, sino la mujer que al fantasma masculino convenga. Únicamente eso.

Para concluir; en el estudio de la Mujer, ha corrido demasiada tinta, desde muchas posiciones, sin embargo me atrevería a decir que son sólo sendas verdades. Aún sigo diciendo que para, si acaso, enterarse de algo a lo que se podría referir la feminidad, vale más a veces leer un buen poema que este mismo trabajo, pues de la Mujer; no todo esta escrito (10).

 

México D. F. Diciembre del 2002.

Pablo Francisco Garay Marín.

axlgaray@hotmail.com

INDICE DE NOTAS.

1 Del Fr. Avatar, y este del sánsc. Avatâra; descenso o encarnación de un Dios. Todavía en la Religión Hindú, encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú.

2 Juego homofónico de las palabras: de excepción; y decepción.

3 Lacan, Jacques. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Siglo XXI. México 1999. p. 304.

4 Heidegger, Martín. El ser y el tiempo. p 179.

5 Millot, Catherine. La histeria en el siglo; Nobodaddy. Nueva Visión. Argentina 1988. p 29.

6 Ibid.

*. Me parece muy ilustrativo el pasaje bíblico del génesis; un hombre que por –gozar- más de lo permitido por el PADRE DIOS, termina desterrado de la MADRE Tierra, vista ésta como completud, como el Paraíso en gran parte de las Culturas ancestrales.

7 Koyré, Alexandre. Del mundo cerrado al universo infinito. Siglo XXI. México 2000.

8 Heidegger plantea a la Poesía en el sentido griego; algo que non esta presente, venga a la presencia. Del ocultamiento al des-ocultamiento. Heidegger señala que aquello ocultado no es sino lo sagrado, lo divino lo cual el poeta da palabras. La Palabra. Podemos decir que para Heidegger lo sagrado queda separado del campo de la Teología, así como no es del orden de lo que requiere un culto, sino que es una experiencia de lenguaje, una experiencia poética.

9 Cf. M. Heidegger en: El ser y el tiempo. Fondo de cultura Económica. México; Introducción a la filosofía. Frónesis-Cátedra. Universitat de Valencia, España. Del mismo autor.

10 Para concluir este trabajo, remitase al ensayo de Elena De La Aldea y Graciela Arman. Los juegos de Alicia, en La bella (in)diferencia. Frida Saal y Marta Lamas (coord.) Siglo XXI. México 1998.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 17 - Julio 2003
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