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I.
En las próximas líneas se desglosarán algunas ideas sobre lo que concierne a la función de la psicología de la integración de las diferencias en cuanto a las diferencias como fenómeno constituido desde la etnicidad de los sujetos, que, en determinado momento, pueden llegar a conformar un grupo. En este contexto, su funcionalidad se orienta, principalmente, a la psicología educacional, al menos en tanto motivación fúndante de esta reflexión.
Por tanto el problema de las diferencias emerge como un elemento dinamizante en la construcción de las sociedades que se estructuran bajo el cielo de la globalización, el manejo adecuado de los procesos de discriminación e integración, pueden constituir una herramienta fundamental en el afronte a los conflictos resultantes de la aldea global. Así, puede afirmarse sin complejos, que la discriminación e integración, son dos caras de una misma moneda que es la de las diferencias, las cuales se estructuran en las relaciones intersubjetivas. Sin embargo, como base de todo hecho social, siempre está la figura del sujeto, y en ese sentido, desde el psicoanálisis, puede brindarse una mirada comprensiva al fenómeno, la que implica variar de una perspectiva intersubjetiva a una intrasubjetiva. Esto es, en definitiva, lo que en este artículo se busca como modelo de afrontamiento al problema, reconociendo en el sujeto al protagonista de todo acontecimiento social.
De esta manera, cada elemento presente a lo largo de esta reflexión, jamás deja de ligarse a esta perspectiva.
Un hecho a considerar, es el contexto en el cual se origina la cavilación que se plasma en estas páginas. Si bien se busca orientar el trabajo de la psicología de la integración de las diferencias en el terreno de la educación interétnica, no debe olvidarse la nacionalidad del autor, y en ese sentido, la referencia parte de la experiencia de formar parte de una sociedad que se organiza de un modo particular, el cual no se discutirá aquí; es motivación del autor aportar una mirada al problema que pueda ser útil en distintos lugares donde el denominador común sea el problema de la integración de las diferencias étnicas, sin embargo, más adelante se tomarán algunas impresiones locales (chilenas) para llevar a cabo los distintos momentos de esta reflexión. De esta manera, para empezar, hay que delimitar los terrenos que se abordarán en ella, y para ello, se plantearán las preguntas que guiaron la reflexión a lo largo del mismo: ¿Qué es ser diferente? ¿Qué se entiende por identidad étnica? ¿Cuáles son las consecuencias que acarrea un proceso de transgresión de la identidad del otro? ¿Qué es la integración?
Finalmente, luego de atender a estas inquietudes, se esboza una estrategia para encarar el problema en cuestión: ¿cómo integrar a personas de diferentes etnias en un mismo contexto educativo?
Antes de continuar, es necesario realizar una aclaración: no es intención del autor caer en la omnipotencia de plantear este trabajo como LA SOLUCIÓN al problema en cuestión. Como ya se señaló, lo que se busca es brindar una perspectiva más ante la cual acudir para orientarse en el contexto de la educación interétnica.
II.
¿Qué es ser diferente?
Cuando se hace alusión a lo diferente, se brinda suficiente información como para permitir comprender que existe un sujeto al que se considera como semejante y otro al que se asume como lo opuesto. La sola articulación de la palabra (diferente) trae diversas consecuencias, desde el malestar en ese otro, que procesa un término que da cabida para describirlo desde la no-semejanza, hasta el caso de quien se esmera en diferenciarse de un Otro, pero que por más que pretenda marcar la diferencia a cada momento, no hace otra cosa sino repetir en la oposición a ese Otro que lo cimenta; la no-semejanza, en vez de valorar en el otro aspectos que lo ameritan, da lugar a la diferenciación como resultado en el sujeto ante algo que lo asombra: la diferencia misma.
De esta manera, emerge la idea que la concepción de ser diferente trae consigo el concepto de semejanza. Ambas acepciones se estructuran como una esfera totalizadora, en cuya superficie deben artificiarse límites en una forma arbitraria para poder dar cuanta de uno y otro por separado. Por esto, mejor sería preguntarnos, como ya lo hizo el Psicólogo Oscar Ochoa de la Maza (1), ¿quién es mi semejante? como una alternativa más factible de resolver que la anteriormente planteada.
Para responder a esta pregunta, no está de más observar el panorama que ocurre en uno de los países latinoamericanos que presenta una considerable población aborigen: Chile, donde existen diferentes etnias siendo la mapuche, la aymara y la rapa nui las de más alta población, las cuales en su totalidad constituyen un 10,3% de la población total del país(1.
Este marco global, lleva a pensar que es altamente probable que cuando se habla de chilenos, la construcción que hace la mayoría de la población, ese 89,7% restante (incluido el de los extranjeros residentes en Chile), es la de un sujeto con determinadas características físicas que si bien no pueden definirse a priori, sí pueden detectarse sin mayor cavilación como no-indígenas.
Esta cuestión, por mucho que refiera a superficies como es el aspecto físico, permite vislumbrar cuál es la concepción de semejanza que existe entre los chilenos, cuál es, en definitiva, la identidad no sólo fenotípica de los chilenos. Así, ser diferente en Chile es ser distinto de lo occidental, y sin lugar a dudas, las etnias originarias no caen en dicha categoría.
Ante esta evidencia, afirmar que una persona que pertenece a una etnia aborigen implica que sea considerado diferente por la población chilena, es un juicio poco aventurado.
Para entender un poco mejor esto que tan escuetamente se esboza en este punto, es necesario seguir con la siguiente pregunta.
III.
¿Qué se entiende por identidad étnica?
Definiendo identidad
Para comenzar, la siguiente consulta: ¿cómo definir el concepto de identidad?
Freud trató a lo largo de su obra un concepto que emerge como la base de la identidad, cual es la identificación. Ésta, definida por Laplanche y Pontalis como "Proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste" (3), permite estructurar el primer piso para dar respuesta a la pregunta que origina la reflexión en este tercer punto.
El segundo piso lo dispensa un derivado del concepto anterior: la identificación primaria..
El psicoanalista peruano Fernando Maestre, realizando una revisión en la obra freudiana, da cuenta de la particularidad de este proceso identificatorio, que se produciría al estilo de una identificación proyectiva con la difuminación de la barrera sujeto-objeto. Es decir, esta sería previa a toda carga de objeto (4). Lacan advierte en este sentido, que dicha identificación sería realizada con el padre. Para comprender mejor esto, a continuación se extrae un párrafo de un texto de Juan David Nasio, psicoanalista argentino, que da algunas luces para comprender mejor la obra del psicoanalista francés. Dice, definiendo la realidad: "[...] es la sucesión de identificaciones imaginarias que van constantemente del yo a la imagen. El yo ve la imagen, la imagen transforma al yo, ese yo transformado da otra imagen y así sucesivamente hasta llegar a comprobar que la madre es un Otro que desea". No hace falta detenerse en el concepto de realidad al que hace referencia Nasio, sin embargo, en él aparece la dinámica establecida en cuanto identificación.
Al decir Nasio "un Otro que desea", marca la presencia del ideal del yo, que regula las relaciones del yo con al imagen.
¿Que quiere decir esto? La identificación que realiza el yo es con el ideal del yo, pues este es el trazado de la mirada que deja la madre en tanto Otro que desea cuando la dirige hacia el otro (el padre).
Es a esto que hace referencia Lacan cuando señala la identificación primaria ligada al padre. Hecho que aparece ya en Freud, en su texto de 1923 "El yo y el Ello": "[...] pues detrás de él [del ideal del yo] se oculta la primera y más importante identificación del individuo, o sea, la identificación con el padre" (6)
Seguramente al lector marcará, en este momento, la inquietud de cuál es el fin de ubicar este concepto en esta reflexión.
El punto crucial reside en dar a la identificación primaria el sitial de base de todas las identificaciones futuras (7), y por tanto, como ya será explicado, de la identidad.
La identidad de una persona está apoyada significativamente en las identificaciones de la misma. Sin embargo, no hay que perder de vista que el sentimiento de identidad está íntimamente relacionado a la continuidad, no sólo al sentido de individualidad. Esto, que es advertido por Kestemberg (1983), permite elaborar la identidad como un sentir que para el sujeto significa ser en el tiempo. Es decir, dar a su experiencia el sentido de continuidad; la fractura del tiempo, la vivencia de momento disgregados está más cerca de la despersonalización.
Teniendo, entonces, la concepción de identidad más clara, el apellido adviene con naturalidad.
Dando cuenta de la identidad étnica como un hecho psíquico que confluye en lo social, Freud alumbra una idea que es crucial: "los sentimientos sociales reposan en identificaciones con otros individuos basados en el mismo ideal del yo" (8).
Se hace extremadamente lógico entonces volver sobre lo ya mencionado, y he aquí la clave que brinda la identificación primaria: como base de las futuras identificaciones y como elemento que propicia la condición de semejanza con los otros.
Definiendo identidad étnica
¿La identidad étnica es el hecho de reconocerse y de ser reconocido como perteneciente a una etnia en particular? Desde el psicoanálisis se puede dar cuenta de una salvedad. En este sentido, la respuesta sería NO, pues la identidad étnica sería el hecho de reconocerse y ser reconocido por los objetos (lo cual comporta una realidad intrapsíquica) como perteneciente a una etnia. Así, siguiendo este razonamiento, el 10,3% de chilenos reconocidos en el Censo de 1992 como aymaras, mapuches o rapa nui, poseen auténticamente una identidad étnica, pues reúnen ambos criterios que hacen a tal definición: a) se reconocen como miembros de una etnia propiamente tal; y b) son reconocidos en dicha condición (el Censo es el medio que hace viable dicho reconocimiento por parte de los otros).
De esta manera, la identidad étnica sería el resultado de un proceso de constantes identificaciones con los semejantes, que se construirían sobre una primera identificación con el ideal del yo, que a su vez marca la condición de semejanza con los otros.
IV.
¿Cuáles son las consecuencias que acarrea un proceso de transgresión de la identidad del otro?
Maestre (Op. cit.) advierte que la pérdida de la identificación primaria implicaría la pérdida de la identidad, y esta, a su vez, involucra consecuencias tan devastadoras como la desestructuración psicótica.
La ausencia de identidad lleva al sujeto a confundirse en el Otro, esto vendría siendo la experiencia del goce.
Esta figura hacia la cual va dirigida una doble intencionalidad: la de gozar y la de no gozar (lo cual concluye en gozar poco), es el sustento ante el cual la pérdida de la identidad emerge como un espacio virtual que se puede confundir con el vacío; no tener identidad es dejar de ser para no-ser en el Otro, perder la identidad es acercarse más al goce, y es volver a un estadio evolutivo en el cual los objetos y el yo comparten un mismo espacio, donde el yo emerge como la fuente de la pulsión y el objeto de la misma (narcisismo).
Viendo estas implicancias que el psicoanálisis aporta a la comprensión del fenómeno, es que se hace más adecuado considerar la transgresión de la identidad del otro como una práctica capaz de generar angustia.
Más precisamente, como amenaza presente en nuestros modelos de relación intercultural, es un fantasma generador de angustias.
Como contraposición a la amenaza que aquí se relata, se debe, entonces, instalar un modelo de integración.
V.
¿Qué es la integración?
Para responder a esta pregunta, es necesario seguir dos ejes: uno que defina la integración como concepto per se, y otro que permita definir la integración desde un contexto interétnico.
Definiendo integración
Para partir, una salvedad más en torno al concepto de identificación. Éste no debe confundirse con la unificación (9). En esta se pierde la individualidad, cosa diferente de lo que ocurre en el proceso identificatorio, donde el sujeto se modifica en su continua relación con los objetos, pero, sin perder su individualidad, sin perder esa identidad que permite el sentido de continuidad del que hace referencia Kestemberg.
Es de esta manera como debe entenderse el concepto de integración, como un desafío de reunir sujetos en torno a sus semejanzas sin perder de vista sus diferencias, y sin transgredir sus identidades.
Integración étnica
Tomando el concepto esbozado en el punto anterior, e introduciéndolo en el terreno de las relaciones interétnicas, se llega a una definición ya generada en el terreno de la salud intercultural.
La interculturalidad puede definirse como concepto, como paradigma y como desafío: como concepto significa relaciones solidarias entre culturas, como paradigma significa reconocer que hay espacios donde se mantienen las especialidades y es necesario respetar las diferencias, y como desafío significa mejorar la salud mental de ambos pueblos, permitiendo una mirada integradora, totalizadora y humana de las personas y su entorno (10). Estos lineamientos emergen de manera muy similar a lo que aquí se plantea como integración étnica en los contextos educativos, y es muy sencillo, pues se hace difícil hablar de etnias sin considerar las culturas que traen consigo.
Así, sobre la base a las consideraciones señaladas, la integración étnica debe entenderse principalmente como un desafío: generar espacios de relación entre las etnias, que permitan acontecer identificaciones entre ellas, de modo de integrar intereses comunes y respetar diferencias. La integración étnica debe plasmar en el terreno de las relaciones humanas un concepto de respeto por la individualidad del otro e interés por la acogida de las semejanzas emergentes.
VI.
¿Cómo integrar a personas de diferentes etnias en un mismo contexto educativo?
Recalcando esta arista esencial para el concepto que aquí se propone: la idea de desafío en la integración de las diferencias étnicas. En el contexto educativo, se exacerba la importancia de respetar este concepto que debe en más asumirse como un principio para la ética del educador que se cruza en su carrera con pupilos que se diferencian desde sus identidades étnicas.
No es intención del autor formular una ética del educador o de la educación interétnica, sin embargo, parece razonable además de útil plantear la definición ya formulada, desde el terreno de la ética, una ética entendida como un hacer que se basa en principios.
De esta manera, entender la integración de las diferencias étnicas como un desafío que se traduce en un principio ético, constituye el primer paso, en el sentido de importancia, no en el sentido cronológico.
Un segundo paso, menos pretencioso y más cercano a la acción concreta de los educadores, refiere al despliegue de iniciativas que brinden espacios de integración en las aulas y fuera de ellas. En este sentido, la labor técnica no será mencionada, pues ella corresponde a los educadores. Sin embargo, desde el planteamiento teórico que aquí se formula, podría recurrirse en forma metafórica al estadio del espejo propuesto por Lacan. Debe quedar claro al respecto que no se trata de formular aquí una nueva concepción sobre este estadio, que sin lugar a dudas estaría mal desarrollada, sino que se trata de presentar una concepción teórica como modelo ejemplificador que además ha sido inspirador de esta estrategia de lo que se busca proponer. Para ello, a continuación se transcribe un fragmento del ensayo "La Familia" de 1938, donde Jacques Lacan dedica algunas páginas al estadio del espejo:
"[...] el reconocimiento por parte del sujeto de su imagen en el espejo es un fenómeno doblemente significativo para el análisis de ese estadio. [...] La imagen especular, precisamente a causa de las afinidades con esa realidad, otorga un buen símbolo de ella; de su valor afectivo, ilusorio como la imagen, y de su estructura, reflejo, como ella, de la forma humana."
La educación formal debe ser capaz de presentar a los estudiantes aquellos símbolos que a modo de imagen unificadora, den lugar a espacios de integración de las diferencias étnicas, generando desde la imagen especular identificaciones comunes, así como también respetando espacios para la diferenciación, entendiendo en ella un espacio virtual necesario para la legitimización de la particularidad de cada sujeto en un contexto globalizante.
¿Cómo se traduce esto en el terreno de la actividad práctica?
En los establecimientos educacionales deben desarrollarse actividades tendientes a reflejar a los grupos una identificación común. Los espejos deben articularse para dar sentido de pertenencia a grupos determinados en los estudiantes correspondientes; la integración se consolidará en la medida que los sujetos puedan identificarse con aquellos sujetos que siendo de otras etnias, puedan erigirse como sus semejantes, y esto puede buscarse en tanto se refleje ese sentido de semejanza que se artificie desde los educadores a partir de las prácticas comunes a las diferentes etnias.
VII.
A modo de conclusiones.
Siendo este el lugar de las conclusiones, se recurrirá a la iteración de ideas puntuales que aparecieron a lo largo de la reflexión que el lector ha podido seguir. En ese sentido, no se magullarán nuevas conclusiones por ello el título de este capítulo es a modo de conclusiones y no simplemente conclusiones pero sí se intentará resaltar aquellas ideas que a parecer del autor merecen ser subrayadas, y para ello qué mejor que decirlas nuevamente sobre el final de este trabajo:
La identidad étnica sería el resultado de un proceso de constantes identificaciones con los semejantes, que se construirían sobre una primera identificación con el ideal del yo, que a su vez marca la condición de semejanza con los otros.
La transgresión de la identidad puede llevar hipotéticamente a un extremo que sería la destrucción de la misma. Esto llevaría al sujeto a confundirse en el Otro, lo que vendría siendo la experiencia del goce.
Debe entenderse el concepto de integración como un desafío de reunir sujetos en torno a sus semejanzas sin perder de vista sus diferencias, y sin transgredir sus identidades.
La integración étnica debe entenderse principalmente como un desafío: generar espacios de relación entre las etnias, que permitan acontecer identificaciones entre ellas, de modo de integrar intereses comunes y respetar diferencias.
La integración étnica debe plasmar en el terreno de las relaciones humanas un concepto de respeto por la individualidad del otro e interés por la acogida de las semejanzas emergentes.
El concepto de integración étnica como desafío en el contexto de la educación interétnica, debe asumirse desde los involucrados como un principio ético.
Concretamente, los educadores, para barrer con el muro de la discriminación patológica, deben procurar espacios de integración y de diferenciación sana entre los sujetos de una y otra etnia.
Notas
(1) Ponencia en el VII Congreso Chileno de Salud Mental y Psiquiatría. Iquique, 2001.
(2) Fuente Censo 1992.
(3) "Diccionario de psicoanálisis" (Jean Laplanche & Jean-Bertrand Pontalis). Editorial Labor. Tercera Edición. Barcelona, 1981.
(4) "La identificación y la identidad", pp. 211 - 216 (Fernando Maestre) En "Psicoanálisis e identidad". Ediciones Psicoanalíticas Imago. Lima, 1989.
(5) "Los gritos del cuerpo", pp. 31 (J. D. Nasio). Paidós. Argentina, 2001.
(6) "El yo y el ello", pp. 566 en "Los textos fundamentales del psicoanálisis" (Freud). Altaya. Barcelona, 1997.
(7) Para Freud, la identificación primaria servía de base para la estructuración de la personalidad. ["La identificación y la identidad", pp. 211 - 216 (Fernando Maestre) En "Psicoanálisis e identidad". Ediciones Psicoanalíticas Imago. Lima, 1989.]
(8) "El yo y el ello", pp. 572 en "Los textos fundamentales del psicoanálisis" (Freud). Altaya. Barcelona, 1997.
(9) "Seminario 9" (Jacques Lacán), Clase no. 3 del 29 de noviembre d 1961.
(10) "Notas para desarrollo de promotores interculturales en salud para el área andina chilena". Oscar Ochoa de la Maza.
(11) "La familia" (Jacques Lacán), p. 52.
Bibliografía
FREUD, S. -"El yo y el ello", en "Los textos fundamentales del psicoanálisis". Altaya, Barcelona, 1997.
KESTEMBERG, E. -"The impact of psychoanalytic training". International Psycho-Analytic Association. New York, 1983.
LAPLANCHE & PONTALIS -"Diccionario de psicoanálisis". Editorial Labor. Tercera edición. Barcelona, 1981.
LACÁN, J.
- -"La familia". Editorial Argonauta, Cuarta edición, Bs. As., 1997.
- -"Seminario 9". Edición electrónica Nueva Helade.
MAESTRE, F. -"La identificación y la identidad". En "Psicoanálisis e identidad". Ediciones Psicoanalíticas Imago. Lima, 1989.
NASIO, J. D. -"Los gritos del cuerpo". Editorial Paidós, Bs. As., 2001.
OCHOA, O.
- -"Notas para desarrollo de promotores interculturales en salud para el área andina chilena".
- -"¿Quién es mi semejante? ¿quién es el otro?". Ponencia al simposio "Cultura e Integración Social" del VII Congreso Chileno de Salud Mental y Psiquiatría. Iquique, 2001.