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Ya en un trabajo anterior 1 hemos tratado de reconstruir la personalidad narcisista de la protagonista-narradora de La última niebla Ahora trataremos de investigar cuál es la historia subyacente al relato que puede constituir el pie narrativo en el que esa personalidad se apoya.
Para reproducir esa pre-historia anterior al desarrollo mismo del relato, debemos contar con los restos o datos, que en éste se puedan rastrear, de sucesos pasados en un tiempo remoto del mismo.
¿Cuáles son estos rastros? Aparentemente los hay escasos pero, por lo mismo, los que de un modo u otro se presentan, resultan en extremo valiosos.
Comencemos por devanar el hilo dorado de las relaciones primarias. Sobre la pareja primordial (padre-madre) no sabemos nada. Solo tenemos una mención a las hermanas de la protagonista; pero de ellas no se nos dice ni el número ni el tipo de relación que guardan con la misma. Se presentan, sin embargo, como un fondo amorfo del que ella es rescatada gracias a su matrimonio con Daniel. Esta característica de contraposición les proporciona un alto valor simbólico dado que para la personalidad narcisista es fundamental el ser único en la lucha por alcanzar a ser alguien.
Volviendo a la pareja parental, si dejamos de lado a los padres reales y hablamos de figuras funcionales podemos destacar dos importantes facta:
- la ausencia casi total de una figura paterna de peso,
- la presencia de una figura materna desvalorizada que se materializa en el estereotipo de la suegra.
Es posible hablar aquí de una doble ausencia la del padre en tanto objeto real y además también la de la madre como foco de destello empático e identificación. Bajo el imperativo de estas circunstancias la protagonista nunca logrará colmar el deseo de la madre, y éste pasará a ser su meta, objetivo inalcanzable con el que jamás se podrá identificar
De hecho la suegra representa todo aquello que la protagonista no puede admitir, la rutina, la monotnía de la vida diaria Mi suegra está devanando una nueva madeja de lana gris. No ha venido nadie, no ha pasado nada. (24) El polo opuesto al ser único y extraordinario que su grandiosidad narcisista reclama La amargura de la decepción no me dura sino el espacio de un segundo. Mi amor por "él" es tan grande que está por encima del dolor y de la ausencia (24) Es decir por encima de la realidad.
Un detalle interesante en el papel de la suegra como figura materna es el trato que se le da. Siendo la protagonista y Daniel, su marido, primos, la madre de éste resulta ser la tía de aquella. Una posición que dentro del tipo de familia descrito por el relato, la coloca en clara posición materna. A pesar de esto la narradora no se dirige a ella como su tía, que sería la forma normal de trato, dado que es la del parentesco primero, sino usando el modo distanciado de mi suegra o la madre de mi marido. Con esta actitud la "congela", dejándola fuera de la esfera afectiva y condenándola a una relación meramente formal. No es su actitud hacia la persona en sí, de la que poco o nada se nos dice, sino el distanciamiento hacia su roll materno lo que resulta importante para el contexto. Pues revela un bloqueo en la relación con la figura de la madre, consecuencia de una posible falta de empatía por parte de ésta que es posible rastrear así en la posición que la protagonista asume frente a lo maternal.
En cuanto a las relaciones de tipo secundario lo que más llama la atención en ellas es su carácter regresivo e incestuoso. El de la protagonista es un matrimonio endogámico, disidente en un contexto occidental, donde tal tipo de enlace no es aceptado con naturalidad, como prodría serlo en otros -el islámico por ejemplo-donde los matrimonios entre primos son regla. En la cultura católica (...el convento en que me eduqué.(38)) por lo contrario, tienen carácter excepcional y la Iglesia exige una dispensa especial para permitir su realización.
Puede ser ésta la causa de la mirada de extrañeza por parte de los criados, de lo escueto en la declaración de Daniel Mi prima y yo nos casamos esta mañana y del siguiente comentario de la protagonista Por muy poca importancia que se haya dado a nuestro repentino enlace...(9) Toda esa carga de negligencia contrasta con lo extraordinario de la situación y los esfuerzos que deben haber sido necesarios para llevar esa boda a cabo. En especial si se tiene en cuenta de que la religión no parece ser un tema indiferente en el seno de esa familia. Pues, Daniel se propone restaurar en nuestra casa el oratorio abandonado (17)y la protagonista declara en una ocasión: iré a oir misa ... con mi suegra (18)
El carácter incestuoso de este matrimonio endogámico es puesto de relieve más adelante Noche a noche, Daniel se duerme a mi lado, indiferente como un hermano. Lo abrigo con indulgencia...(23-4). Ya desde el principio es enfático y se presenta como un indicio encapsulado en varias capas de sentido diverso. Hojas que recubren, disimulan o distorsionan un núcleo central evasivo. Indiferencia., pasión, rencor, ternura, sentimientos conflictivos que metamorfosean una relación en realidad arcaica cuyas raíces se hincan en un nivel muy primitivo e inarticulado de la psique de la protagonista.
Daniel y ella no sólo son consanguíneos tienen además la misma edad:Recuerdo ...éramos de la misma edad cuando nos casamos.(44) Es interesante notar que con esta frase la protagonista deniega y oculta toda un parte de su historia, haciéndola comenzar con el matrimonio cuando en verdad ella y Daniel han tenido siempre, desde el principio, igual edad. Su historia juntos comienza mucho antes de su matrimonio: Hasta los ocho años, nos bañaron a un tiempo en la misma bañera(10)
El hasta implica un origen indeterminado, el origen mismo (¿desde cuando? Desde siempre) Y esa misma bañera evoca el amplio lecho, el gran lecho que parece ser el lugar del placer, un placer que como recalcáramos en otro lugar 2 es de tipo oral (nutrición Su carne huele a fruta, a vegetal) o narcisista (ser vista y admirada: Ardo en deseos de que me descubra cuanto antes su mirada La belleza de mi cuerpo ansía, por fin, su parte de homenaje. (20) El se aparta y me contempla. Bajo su atenta mirada, echo la cabeza atrás y este ademán me llena de íntimo bienestar. , por fin, tuvieran una razón de ser mis brazos y mi cuello y mis piernas. (20-1) ese placer mudo representa para la protagonista: la única finalidad del amor .(21)) y no estrictamente sexual (genital: ...ese feroz abrazo, hecho de tedio, perversidad y tristeza. (30)).
Según Lacan en un principio el niño no distingue su cuerpo del mundo circundante. Hacia los dieciocho meses se identifica con una imagen fuera de él y termina por captar la forma (Gestalt) de su propio cuerpo. Esta integración de su imagen a su propio cuerpo que es fundamental para la constitución del sujeto, se manifiesta en un intercambio de miradas. El niño se vuelve hacia aquel que de alguna manera lo asiste, aunque no haga otra cosa que asistir a su juego 3
Podemos facilmente imaginar a la pequeña en la bañera común constituyendo su propia imagen a partir de la que se le enfrenta y es semejante ( a esta altura aún lo diferente no hace a la diferencia) Es que la forma total del cuerpo gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración de su poder, no le es dada sino como Gestalt, es decir en una exterioridad donde sin duda esa forma es más constituyente que constituida 4. Este Otro que asiste a su juego y le devuelve la mirada que una madre poco empática no acierta a re-conocer. Este semejante especular con el cual se identifica y llega a creer que ese otro es ella. Pues durante el período preedípico, el yo va poco a poco formando su trama básica incorporando sucesivas cantidades de internalización en multiples ocasiones: la matriz simbólica en Ia que el yo [je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto 5.
He aquí el origen, la fuente del placer, la necesidad de espejearse en otro para completar su ideal de perfección narcisista. Éste es el momento en que Daniel sin saberlo adquiere el objeto preciado: la mirada destellante de re-conocimiento, re-afirmación.El que ella buscará infurctuosamente en él. Y no encontrará porque ya de entrada choca con su declaración: Te miro.-me contesta- Te miro y pienso que te conozco demasiado(10) Es el golpe fatal sobre su herida narcisista.
Freud habla de... el narcisismo primario de todo ser humano, que eventualmente se manifestará luego, de manera destacada en su elección de objeto. 6
La insistencia en el mirar (fase repetida constantemente en el discurso) y la focalización en el acto de la mirada que aparece manifiesta en todo el episodio:...echaran sobre mí una mirada de extrañeza...(...) ahora hay algo como de recelo en la mirada con que me envuelve de pies a cabeza. Es la mirada hostil con la que de costumbre acoge siempre a todo extranjero.(9).
Esta declaración se contradice con la afirmación de Daniel de que la conoce demasiado. ¿No oculta acaso esta contradicción una proyección de sus propios sentimientos? Su decepción ante la actitud negligente de Daniel, el surgir de su propia hostilidad y recelo al no ser re-conocida. Lo que en sí misma solo puede confesar como perplejidad o escándalo y lo que es el inicio de la ira narcisista la lleva de aquí en adelante a devolver el golpe:...miro este cuerpo de hombre que se mueve delante de mí Este cuerpo grande y un poco torpe yo también lo conozco de memoria, yo también lo he visto crecer y desarrollarse (10) Es el perfecto "ojo por ojo " (yo también, dos veces para remarcar, como para golpear dos veces con el solo poder de la mirada).
Sin embargo hay que destacar dos detalles en esta mirada vengativa que nos retrotraen a la escena imaginaria. donde sobre todo le aparece en un relieve de estatura que la coagula y bajo una simetría que la invierte, 7 El modo de ver: se mueve delante de mí, como en exposición, puesto allí para ser visto. Y la gestalt de lo visto: cuerpo grande, pues los niños suelen ser aún a muy corta edad más grande en tamaño que las niñas, y un poco torpe la torpeza es la propia de la inmadurez psicomotriz.
Estos detalles nos hablan a su vez de una etapa en la que las diferencias ya empiezan a contar. El baño común ha durado hasta los ocho años, mucho antes de eso se ha producido la castración simbólica en que el niño es separado de la madre ( de su estado de homogeneidad con el mundo) y ha adquirido subjetividad. Para ello es necesaria la intervención de la figura paterna y de ésta no sabemos casi nada.
Hay en el relato solo dos imágenes que reflejan al Padre: Ante su padre (el de Andrés) que se postró sin un gemido, yo me atreví a tocarlo y a llamarlo. (35) Frase misteriosa y de difícil interpretación donde la figura paterna parece interponerse entre ella y la posibilidad de confirmación de sí misma que hasta el momento había jugado Andrés.
La segunda imagen es también críptica: ...un señor de aspecto grave me habla cariñoso y bajo como a una enferma. (39). No sabemos quién es este hombre misterioso que desaparece tan anónimo como un momento antes hacía su irrupción; su actitud grave y cariñosa lo permiten encuadrar dentro de la esfera de lo paterno. Pero es ésta una paternidad débil y desautorizada : Pero no lo escucho (39) del mismo modo en que la paternidad del padre de Andrés era postrada, muda e impotente. Se podría hablar aquí de una doble ausencia: además de la del padre objetivo, la de su imagen como representación de la Ley (campo de lo simbólico).
Es así que la separación (castración) va a quedar asociada al rechazo. La mirada queda oculta, velada. :...ocultos...hemos acechado... y su objeto perderá subjetividad ...a todas las muchachas de la familia (10) lo que recuerda a las hermanas cuyo destino es ser solteronas arrugadas (11) Y coloca al yo narcisista en peligro de desintegración, pues éste necesita ser único para existir; la mayor catástrofe para el narcisista va a consistir en la pérdida de la admiración del objeto.
Pero éste es un proceso que se ha iniciado mucho antes del comienzo del relato en el momento en que diferencia y separación llegando a ser articuladas, han dejado su marca en el cuerpo. En ella: la cicatriz de tu operación de apendicitis. (10) Cuya mención provoca en la mente de la protagonista la imagen paralela (vindicativa) y simétricamente simbólica: ..no me canso de repetir que si Daniel no procura mantenerse derecho terminará por ser jorobado (10)
Basta visualizar el lugar de la cicatriz y la posición de la cabeza y espalda que se atribuye a Daniel para comprobar la relación . La cicatriz está en el lugar de la diferencia y es lugar de la separación; la posición de la espalda denuncia la rectracción de la mirada y su deslizamiento hacia el lugar de la diferencia. No se trata del pene como objeto -que no aparece nunca en el imaginario de la protagonista- sino de un significante cuyo significado se desplaza (igual/ diferente; unión /separación) La cicatriz está en el lugar en que la mirada se detuvo y chocó con la diferencia, en el cuerpo interior se produjo el corte, la herida de la separación de la que la cicatriz es la metáfora. La mirada se retrajo y quedó fija en la diferencia, el sexo que la protagonista rechaza, el "feroz abrazo", con su carga de bestialidad y agresión nos habla de esa herida inicial que provoca la diferencia.
El juego sexo/mirada/ (agresión- herida) está muy bien ejemplificado en el episodio del regreso de la caza. Ya la ubicación de esta secuencia es interesante para ver la posición de la protagonista hacia el sexo. Está entre la apertura del deseo y la alucinación de su satisfacción con el amante imaginario.
El despertar del anhelo se produce a partir de la desesperada y efímera afirmación del Yo existo...(12) como un reconocimiento intuitivo de su fragilidad (insoportable tendencia al fraccionamiento y disolución del sentimiento de sí) y la puesta en duda de su autenticidad: No obstnte, desde hace mucho flota en mí una turbia inquietud(...) mientras dormía, vislumbré algo, algo que tal vez era su causa. (13). Se trata aún de un impulso borroso y evasivo que de inmediato adquiere forma metafórica Un soplo frío me azota la frente...tocándome casi, ha pasado un pájaro de alas rojizas(13) Ese soplo refrescante anticipa el placer que provocará en ella la insólita ternura de Daniel con su helado jarabe momento de auténtico gozo un gran bienestar me invadió (31) Pero en en la secuencia que analizamos el deseo aún no ha formulado una clara demanda por eso placer e inquietud aparecen indiferenciados el soplo refrescante se traduce en Tengo miedo nuevamente el catalizador de ambas impresiones es un pájaro de alas rojizas.
Pájaro, en sentido vulgar, es un eufemismo por órgano sexual masculino, lo cual explica el miedo que su roce provoca en la protagonista. Pero según Cirlot8 además de su origen fálico el símbolo del ave está dotado de poder ascendente, es decir tendencia a la sublimación. Hace notar también que en los cuentos de hadas, el ave revela los anhelos amorosos. Todas estas características convierten al pájaro en un significante adecuado para la diferencia/castración- separación/vacío del ser, es decir el elusivo significado que se esconde en la formación narcisista de la persolnalidad y que es la matriz de este relato. Sus alas rojizas aluden a la herida, ya no cicatriz pues ha sido abierta por la frustración y el anhelo de reafirmación del yo.
A este momento sigue la constelación del deseo que se refleja en la pareja Regina-amante. Ante el deseo en la mirada del amante, la protagonista que lo ve exclama: Parece que me hubiesen vertido fuego en las venas(14) es la expresión más cargada de erotismo de todo el relato y revela una experiencia centrada en la mirada: la suya de voyeur y del Otro. Una experiencia tan profunda y devastadora que queda encerrada en la articulación sintáctica sin ser revelada directamente...su amante, que envuelve en deseo cada uno de sus pasos. La mirada no es mencionada, se presenta como oculta en el deseo, encapsulada en la sintaxis y es el objeto nuclear de la demanda.
El anhelo ahora es tan intenso que produce la primera alucinación donde ella misma es el objeto de su deseo. No es de extrañar que esta experiencia sea una vuelta a la experiencia primaria, donde lo numinoso se hace presente en una dorada claridad de gruta. Para volver a la bañera arcaica Y así, desnuda y dorada, me sumerjo en el estanque (...)tibias corrientes me acarician y penetran... para acabar en simetría con la experiencia anterior...sube hasta mi frente el aliento fresco del agua.(15)
Pero el equilibrio es efímero y poco más adelante De nuevo en mí este dolor punzante como un grito. Esta frase abre la secuencia del regreso de la caza que se presenta como un episodio apocalíptico: Hombres y animales vienen a desplomarse, exaustos, ante mis pies.Se alinea delante de mí una profusión de alas muertas, pobres cuerpos mutilados, embarrados. Hay en el lenguaje empleado una atmósfera de rito oscuro, de ofrenda en todas esas aves muertas (pájaros) que así se depliegan ante ella como ante una reina (Regina) o diosa ctónica. Es en medio de esta numinosidad sombría que El amante de Regina deja caer sobre mis rodillas una torcaza aún caliente y que destila sangre (16).
El gesto es en sumo grado erótico y sádico a la vez; incoherente desde el punto de vista narrativo ya que de repente ambos personajes parecen quedarse solos y nadie interviene a pesar de sus gritos... todos (inclusive Daniel) se alejan riendo cuando lo normal sería que al menos el marido interrumpiese el maltrato. Pero ella ha asumido el papel de Regina y como tal, recibe del amante el vergonzoso trofeo en un acto que tiene algo de violación simbólica: Pego un alarido y la rechazo, nerviosa...el cazador se obstina en mantener, contra mi voluntad, aquel vergonzoso trofeo en mi regazo. Me debato como puedo y llorando casi de indignación. Cuando él afloja su forzado abrazo, levanto la cara.(16)
Ya en el feroz abrazo(30) de Daniel la narradora utilizaba el término como sinónimo de acto sexual, ahora se trata de uno (forzado) impuesto por la fuerza, humillante e indigno, en difinitiva un estupro frente a los ojos de todos los presentes. Así es al menos como la protagonista lo experimenta y la risa de los demás es una prueba más de su gran aislamiento interior. Alarido/rechazo/resistencia/indignación es la cadena significante que cubre aquel vergonzoso trofeo que se le obliga a aceptar en el lugar de la difencia/falta (regazo), la materialización del vínculo cercenado que en otro tiempo constituyó la unidad primordial en el paraíso perdido de la bañera. Leyendo a nivel de la subjetividad de la protagonista, trofeo. (Del b. lat. «trophaéum», gr. «trópaion», de «trope», derrota, y éste de «trepo», volverse, hacer volverse, poner en fuga 9) la palabra implica en primera instancia derrota, pérdida y fuga y esta visión es la que pone en marcha la cadena significante.Pero también un segundo significado emerge para superponerse al primero Triunfo (Objeto usado por el enemigo en la guerra, de que se apodera el vencedor 10) Ambos significados juegan en mutuos desplazamientos convirtiendo el horror en fascinación. El vínculo está cortado y sangrante, eso significa una herida pero también una liberación, ha perdido arraigo, se ha hecho móvil y de algún modo accesible, la diferencia que hacía al vacío y provocaba la separación, viene ahora a ocultar ese vacío. Y es posible entonces dejarla a un lado, para fijarse en el verdadero objeto amoroso: la mirada, la mirada re-afirmativa del Otro.
El deseo se abre a la demanda y la sujeto se siente interrogada por el Otro: Me intimida su mirada escrutadora, sin embargo ya no hay horror, ni resistencia ni indignación; apenas un gesto turbado (y bajo los ojos).Como los espectadores en un principio, ahora también el vergonzoso trofeo ha desaparecido; los ojos bajos no denuncian verlo allí donde debiera estar sino que Al levantarlos de nuevo, noto que me sigue mirando, es la mirada lo único que queda, lo único que importa y es capaz de despertar el deseo erótico (Lleva la camisa entreabierta y de su pecho se desprende un olor a avellanas y a sudor de hombre limpio y fuerte) que ahora sí se puede articular en la demanda: Le sonrío turbada.
La reacción terminante del hombre prueba la fuerza imperativa de esta demanda que va mucho más allá del simple escamoteo sexual: Entonces él, levantándose de un salto, penetra en la casa sin volver la cabeza(16-7). La situación se ha invertido ahora es él el que huye, ya el trofeo no es suyo; sino que la carga libidinosa de esa sonrisa turbada / turbia,11 impura, cargada de antiguos sedimentos borrrosos / signo de una intensa *emoción contenida 12, lo ha descentrado y obligado a emprender la retirada. Consigo se lleva su mirda que no está a la altura de la demanda y queda proyectada, fija en Regina, sombra de la protagonista que recibe y realiza todo lo que aquella no es capaz de recibir ni de llevar a cabo por sí misma....quedaba intacto el rostro de Regina, con su mirada de fuego y sus labios llenos de secretos(17).
A partir de este punto se articula la alucinación erótica. La protagonista ha recibido una nueva decepción en su interminable búsqueda, una vuelta más al círculo ansias desmedidas que no pueden complacerse, -desengaño, -rabia y agresión (Kohut) Esta vez es el amante (como figura) quien ha rechazado su demanada y contra él va dirigida la venganza aunque no hay que olvidar que la figura central de su drama sigue siendo Daniel.
Pero la estructura básica de su alucinación, la gestalt estará dada por los rasgos físicos del amante más la actitud que responde a su demanda (atención-reconocimiento-empatía-afirmación-fusión) y que busca en vano en Daniel. Esto en lo referente a la estructura de la alucinación, con respecto a la energía que alimenta su fantasía, ella proviene de lo que Freud define como:
una hiperestimación del poder de sus deseos y sus actos mentales la «omnipotencia de las ideas» una fe en la fuerza mágica de las palabras y una técnica contra el mundo exterior: la «magia», que se nos muestra como una aplicación consecuente de tales premisas megalómanas13
De allí el constante oscilar de la protagonista entre la alucinación inconsciente y la imaginación activa, provocada y mantenida a nivel de la consciencia, cuya ambiguedad durante todo el curso de la enunciación contribuirá paradojalmente a dar a ésta un efecto de gran cohesión y unidad a pesar de sus incongruencias en la continuidad narrativa.
Quisiera redondear mi análisis tomando en consideración dos unidades funcionales claves en el relato, una representativa y emblemática, la otra, a la vez, estructural y simbólica. Se trata de una catálisis («acción de presencia». 14; función complementadora, no cardinal 15) que como advierte Barthes y en este caso es posible comprobar, despierta sin cesar la tensión semántica del discurso 16. Y de un indicio (función con significado implícito) omnipresente: la niebla.
La unidad catalítica es la siguiente:
En la sala de la clínica, de pie, taciturnos y con los ojos fijos en la puerta, Daniel,la madre y yo formamos un grupo siniestro. (38)
Esta es la verbalización más completa de la matriz, cuyo modelo encontráramos en la primeras páginas-Yo existo, yo existo. El reclamo por la existencia, la identidad no alcanzada, el vacío que la herida narcisista siempre abierta deja en la protagonista. Esa matriz que se articula de mil formas a lo largo del discurso, pero que es imposible nombrar porque no se muestra.
Allí tenemos deplegados los personajes del drama: Daniel, la madre y yo. La madre en el centro, el eje, no es ni mi madre ni la suya, es la función maternal pura, la Gran Madre, englobadora, complaciente y frustrante a la vez, fascinante y terrible. Daniel, la función masculina, el padre ausente, la imagen del espejo que es y no soy yo. Y ¿ quién es este yo aquí fijo, congelado en una tríada, en la que por fin parece sentirse en congruencia (formamos un grupo)?
La psicoanalista Nancy Chodorow en su libro Reproduction of Mothering 17habla acerca de lo que ella llama un triángulo emocional interno en la base de la sexualidad femenina, ya que la niña no llega nunca a alcanzar la tranferencia afectiva completa hacia el padre y queda ligada emocionalmente a la madre, oscilando entre una y otra figura. Aún llegada a la edad adulta continúa su ansia de ella, en un plano profundo e inconsciente de su sensibilidad y lo proyecta en sus relaciones buscando una comunión intensa y permanente con un hombre. Para quien por lo general, resulta imposible experimentar esa necesidad y mucho menos satisfacerla. De allí la tremenda frustración que éste triángulo entre la mujer, el hombre y el anhelo inconsciente por la madre, puede implicar.
Es lógico pensar que esta situación en una perspectiva narcisista alcanza valores extremos. No es de extrañar entonces que éste grupo taciturno (callado, incomunicado pero también tácito: sobreentendido) 18 reciba el apelativo de siniestro. ¿Qué es lo siniestro? Para Freud19 lo siniestro (Das Unhemliche) corresponde a la metamorfosis de lo familiar (Hemlich), en su opuesto, algo extraño y destructivo que produce en el yo inseguridad y sospecha.
...a regression to a time when the ego had not yet marked itself off sharply from the external world and from other people. I believe that these factors are partly responsible for the impression of uncanniness, although it is not easy to isolate and determine exactly their share of it.20
Todos estos elementos nos llevan a ver aquí la cristalización de ese drama arcaico que está en el origen de la herida narcisista. En la síntesis entre esa fusión (grupo) y la separación representada por su mutismo (taciturno), la tríada de dramatis personae ocultan con sus cuerpos petrificados y su constante recurrencia, el vacío, la falta-de-ser del yo protagonista que es la verdadera matriz y motor de esta historia.
En cuanto a la niebla, ese elemento omnipresente y omnipotente que contamina la enunciación hasta encerrarla en un tiempo y espacio circulares, inmóviles y en ese sentido perfectos, es el gran significante que sustrae, desplaza, transfiere y elude todos los posibles significados que quieran asignársele. Fusión de elementos dispares (agua y aire) oculta escamotea, funde y aisla; abarca y se filtra, crea distancias y rellena abismos. Es el espejo empañado donde la protagonista proyecta su ideal del yo y en el que inutilmente busca la mirada que la con-firme, es el velo con el que se aparta de la realidad y el vapor con el que sus alucinaciones se protejen. Es la suave evaporación del agua caliente de la bañera que oculta la diferencia y borra lo diferente, permitiéndole construir una imagen ficticia de su ser que ningún otro espejo refleja. La última niebla, en fin no es más que la primera, figura del caos inicial en el que su yo quedó preso y su identidad inconcreta.
Estructuralmente es la niebla ese indicio multivalente que permite que la línea entre realidad e irrealidad permanezca a lo largo del relato quebradiza, frágil e incierta. Es gran responsable también del sutil efecto poético que recorre la escritura y contribuye así a la impresión de totalidad coherente que deja su lectura.
Ningún análisis literario resulta nunca tan exaustivo como desearía serlo. El nuestro no es la excepción, muchos detalles han sido dejados de lado por razones de espacio, concreción o por haber sido ya tratados en otro lugar21. Tampoco pretendemos que nuestras conclusiones constituyan la verdad acerca del texto; sino tan solo, dado un determinado enfoque, la interpretación más coherente.
Muchas preguntas quedan por responder. La más interesante según mi opinión es la cuestión acerca de la estructura social en la que esta personalidad narcisista se ve obligada a actuar. De qué modo la sociedad patriarcal favorece o impide la resolución de un determinado tipo de conflicto psíquico. Qué salidas ofrece a la creatividad de la sujeto para que ésta pueda acceder a su identidad. Qué modelos o roles de identificación pone a su alcance. Si es cierto como afirma Freud respecto al narcisismo femenino que :
... nace una complacencia de la sujeto por sí misma que la compensa de las restricciones impuestas por la sociedad a su elección de objeto. Tales mujeres sólo se aman, en realidad, a sí mismas y con la misma intensidad con que el hombre las ama. No necesitan amar, sino ser amadas, y aceptan al hombre que llena esta condición22
Cuáles son esas restricciones y no son acaso ellas más que escenario, causa de una estructuración patológica de la personalidad. Cómo es que la mitad de la humanidad queda así enfáticamente referida a una herida primordial narcisista cuando ésta se nos presenta como la condición humana por excelencia. Todos arrancamos de ella, todos vivimos el drama arcaico de la fusión y la separación ¿por qué es justamente una mujer a través de otra mujer, la que nos presenta una descripción tan elaborada de sus consecuencias? ¿Es una casualidad o hay otras razones de peso que explican la especificidadc de este acontecimiento?
No soy de la idea de que el amor romántico haya constituído nunca el verdadero tema de La última niebla; creo más bien que el relato leído con atención, nos revela la trampa que esta construcción cultural ofrece a la mujer a cambio de la identidad que le niega.
El final del cuento puede parecer desilusionador y cruel, pero en una lectura objetiva, en cambio, se nos revela como realista y congruente. La protagonista alcanza un doloroso contacto con su yo y creámoslo o no (tal vez ni ella misma se atreva a creerlo), la niebla por último, se ha vuelto más tenue.
Notas
1 El espejo empañado, ponencia para el II Coloquio Internacional: Literatura escrita por mujeres en el ámbito hispánico y portugués. Estocolmo , 2002.
2 op.cit.
3 Lacan, J.Ecrits, 1966,pag.70
4 Lacan,J.op.cit
5.idem
6 Freud, Sigmund, 1914 ,op.cit.
7 Lacan,J.op.cit
8.Cirlot, Juan Eduardo: Diccionario de símbolos tradicionales, Barcelona, Luis Miracle,1958
9 Moliner, María Diccionario
10 Idem
11 Ambos términos de la familia de turbar Del lat. «turbare» (M.M.op.cit.)
12 idem
13 Freud, Sigmund, 1914 ,op.cit.
14 Moliner,M.op.cit.
15 Barthes,R., 1972, op.cit. pag.21
16 idem
17 Chodorow, Nancy Femeninum-Masculinum, Stockholm, Natur och Kultur, 1978, pag. 245 y sig.
18 Concerning the factors of silence, solitude and darkness, we can only say that they are actually elements in the production of the infantile anxiety from which the majority of human beings have never become quite free Freud, Sigmund - Complete Works. Ivan Smith 2000..pag. 3700
69 Idem
70 Idem
71 Ver nota
72 Freud, S. 1914 ,op.ci