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Hace poco más de un mes, al igual que hoy, fui invitada a participar en un ciclo sobre maltrato infantil. En ambas oportunidades se me convocó a realizar un aporte desde mis experiencias en el campo de análisis o supervisión institucional. No considero fortuita la coincidencia de estas invitaciones a exponer, en eventos referidos al maltrato o abuso infantil, y en las cuales se me convoca por mi punto de vista de intervención, intervención que apunta en simultáneo tanto a procesos subjetivos como al colectivo, pensados ambos desde marcos institucionales. Por lo contrario a evaluar esta coincidencia como fortuita, pienso que es un indicio interesante de analizar, en cuanto a preguntas que hoy nos interpelan, preguntas en torno a problemáticas sobre lo colectivo, las instituciones, los sujetos, el maltrato.
En la otra oportunidad, al serme solicitado el nombre que daría a mi exposición elegí, parafraseando el famoso texto freudiano "Malestar en la cultura"1, "Maltrato en la cultura". La elección de este título respondía a diversos campos de experiencias, habida cuenta de mi práctica de psicoanalista y analista institucional, pero también desde la tremenda realidad de nuestro país hoy y de lecturas y preguntas referidas al sujeto, al otro en tanto "hétero", lo diferente, y a procesos colectivos. La audiencia a que me dirigía eran jóvenes residentes y concurrentes, y me interesó enfocar mi disertación en dos aspectos:
1 - por un lado, desconstruir el concepto de maltrato, para lo cual me serví del análisis de dos discursos fundantes en cuanto a cómo es "diagnosticado y proscrito" en la actualidad el maltrato o abuso infantil: el discurso jurídico y el médico. Los interrogantes que organizaron mi exposición, giraron alrededor de buscar la aparición del concepto de abuso infantil, para lo cual fui tentando acompañar la construcción social, médica y jurídica del maltrato infantil. Recurrí a dos textos de referencia: por un lado un seminario dado por Foucault en Brasil, luego devenido libro, titulado "La verdad y las formas jurídicas"2, texto fascinantemente provocador en cuanto a interrogar sobre que verdad porta el discurso jurídico. En este seminario, Foucault investiga, a través de diferentes épocas históricas, los cambios de "Verdad" de las formas jurídicas en occidente, según la ideología y el poder que la sostiene. Cuando analiza e indaga la época moderna, centra la verdad jurídica de nuestras instituciones, en su hipótesis largamente sostenida en los muy diversos campos que investigó: la sociedad moderna es una sociedad de control. Veamos dos párrafos como muestra de lo que él sostiene: "La penalidad, en el siglo XIX, tiene por finalidad, de forma cada vez más insistente, no tanto la defensa general de la sociedad cuanto el control y la reforma psicológica y moral de las actitudes y del comportamientos de los individuos" 3. Otro: "De este modo, la gran noción de la criminología y de la penalidad, hacia fines del siglo XIX, fue la escandalosa noción, en términos de teoría penal, de peligrosidad. La noción de peligrosidad significa que el individuo debe ser considerado por la sociedad en razón de sus virtualidades y no tanto en razón de sus actos, de infracciones de hecho a una ley efectiva, sino en función de las virtualidades de comportamiento que estas infracciones representan" 4 5Avanzando un poco más en este capítulo, nos encontramos con la descripción del panóptico, estructura carcelaria de vigilancia, figura que ha terminado siendo la alegoría por excelencia de una sociedad ejemplar fundada en el ejercicio del control social.
El otro texto que puse en juego, aborda específicamente el tema del abuso infantil, con un estudio histórico social que abarca los dos últimos siglos. Se llama "El "descubrimiento" del abuso infantil", el autor es un sociólogo americano Stephen Pfol6. En este artículo, no de estirpe faucoultiana pero que procede en una línea semejante, el autor investiga la aparición del concepto de maltrato infantil en tanto anormalidad, desviación de la conducta. Parte del siglo XIX, cuando los malos tratos a los niños eran usados con consenso, y hasta como prescripción, con claros objetivos pedagógicos, y estaban lejos de ser considerados una patología. Va avanzando hasta la década de los sesenta, cuando el saber médico realiza el "descubrimiento" del síndrome de abuso infantil. A partir de esa época comienza a ser considerado el maltrato infantil una patología, "un síndrome" a ser develado, y un delito, proscrito por la ley. El autor sostiene, como hipótesis fuerte que funda en múltiples datos, que el diagnóstico del maltrato infantil como patología obedece a múltiples razones histórico/sociales, pero él destaca y despliega una razón importante, la existencia de fuertes intereses corporativos, de la corporación médica, en especial los radiólogos pediatras en los inicios, luego también los de la psiquiatría y la psicología.
2- Ahora bien, ¿cuál era el sentido de ingresar desde esta perspectiva en mi charla?. Provocar interrogantes, un pensamiento crítico, sobre cuál discurso de "poder" sustentamos, a veces con ingenuidad, desconociendo que en nombre de la ciencia, la verdad, de la protección de personas, etc., se porta un discurso ideológico y de poder. Foucault dice en el texto citado "Occidente estará dominado por el gran mito según el cual la verdad no pertenece nunca al poder político, el poder político es ciego ". Nietzsche será el autor que comienza a demostrar que más allá de todo saber, lo que está en juego es una lucha de poder. Pienso que es ineludible a quienes intervenimos en el campo de lo social, pensar en las complejas implicancias y efectos que se pueden producir en una familia cuando ella es penetrada, por que no perforada, por el poder del discurso médico o jurídico. Aún más cuando se trata de familias pobres, que por sus precarias condiciones socioeconómicas son altamente vulnerables. Desde un pensar crítico es factible construir modos de intervención no ingenuos; diferentes a aquellas en la cual los profesionales de la salud, aun "con las mejores intenciones", en realidad son sólo vehículos del poder médico psiquiátrico y jurídico, vía el cual ejercen un otro de modo violencia y maltrato, que deja a las familias pobres aun más desamparadas. Los agentes de salud, o sociales, o educadores, resultan siendo portadores impensados del poder arbitrario del juez, apoyado por el saber médico, o viceversa. Es frecuente entre aquellos que estamos prevenidos de estos modos operandi de intervención, modos de control social, tener como referencia paradigmática de una otra manera posible de operar, el film iraní "La manzana". El film nos muestra un modo de intervención extremadamente cuidadoso y respetuoso del "interior" de la familia de una trabajadora social; ella permanece a lo largo de todo el tiempo que dura la película, "operando" desde el exterior de la morada familiar, no ingresa en ningún momento a lo "privado" de la familia: ni a la casa ni en a la estructura familiar. Opera en la trabajadora social una "valla"7 entre lo privado de la familia y lo público de la misma.
El problema del cómo intervenir, pensar los modos de intervención en lo social que no signifiquen un avasallamiento del espacio privado e íntimo, resulta ser un punto neurálgico para cualquier agente de salud. Probablemente el más complejo de resolver. Es distinta situación cuando un intervención acontece en tanto es pedida, solicitada, por él o los interesados, y son ellos quienes procuran y demandan un tratamiento, sea de un analista, un psicoterapeuta. La decisión debe ser del sujeto, quien será el que da cabida, autoriza, a aquel a quien recurre a "traspasar" la valla de lo público a lo privado, lo íntimo. Decíamos en la relatoría de un taller sobre familias, organizado por Unicef, en una de las conclusiones: "Debemos tener en cuenta que la familia es un colectivo en el cual se articula de modo simultáneo el espacio público y privado. Debatir el concepto de intervención connota un punto álgido de cómo operar con la "fineza" de un bisturí que discrimine, separe, entre intervenir con eficacia con las familias en tanto espacio público, y abstenerse de intervenir en el espacio privado de la familia" 8. ¿Cuál intervención con las familias transcurre en el ámbito de la esfera pública?. Aquella intervención cuya operatoria se fundamente en la protección de los derechos de los integrantes de la misma. La Convención de los Derechos del Niños 9 justamente significa en cambio en el paradigma jurídico con respecto a los niños, pasaje del paradigma sustentado por la ley de minoridad 10, protección de persona, a la protección de derechos. Protección de persona significa que a alguien, al juez por ej. , se le atribuye saber y autoridad para definir que es lo mejor para un otro, a la manera del paterfamilias, esto es la esfera privada de la familia
Colocada estas cuestiones, pasé a interrogar y pensar las prácticas, arribando a algunas conclusiones que se pueden unificar con las que intentó llegar esta noche.
En la oportunidad de hoy se me convoca con la pregunta de sí: ¿Es posible reducir el riesgo y vulnerabilidad de los integrantes de los equipos que trabajan con violencia familiar?. Pregunta que hace referencia a una práctica concreta.
Como primera puntuación, considero que es pertinente ubicar algunos puntos que están relacionados con la práctica del analista institucional. En el campo de mi experiencia con las instituciones, práctica que apunta a operar tanto en procesos del colectivo como en lo singular de cada uno de los sujetos que componen dicho colectivo, mi trabajo no se orienta en forma específica al maltrato infantil. Pero sí, es indudable, trabajo todo el tiempo con el maltrato. Una demanda de intervención institucional en general difícilmente nos llegue explícitamente como maltrato. Generalmente la demanda se nos formula como dificultades en la constitución de equipos, o fallas en la producción, o malestar entre los que conforman los equipos, u ordenes diversos de dificultades con la jefatura, etc. Sin embargo a poco de comenzar a andar una supervisión o análisis institucional, la palabra maltrato, sea pronunciada o no, comienza a ser un punto importante y pivote por el cual se transita una y otra vez. Sé tematiza este maltrato de diferentes modos y estilos, singulares según cada grupo y cada persona, pero está en "cuerpo presente". Maltrato atribuido a las autoridades, o a la institución en su estructura, a los coequiper, a la jefatura, a la ausencia de reconocimiento, a las difíciles condiciones laborales, etc. Hace ya tiempo Ulloa, en una entrevista periodística, habló por primera vez de "cultura de la mortificación". Para su sorpresa, cuando la nota fue publicada, recibió innumerables llamados de personas que, en este "síndrome", habían reconocido o encontrado un nombre que daba cuenta de un sufrimiento propio. Esta eficacia de nominación, de un matiz de sufrimiento social, es atribuible en cuanto decía al respecto de algo que muchos "no sabían que sabían", pero que al ser nombrado, permitió poder ser pensado. En las instituciones atravesadas por el maltrato, se instala la cultura de la mortificación, se escucha una sorda queja, desaparece el accionar crítico y aun más la autocrítica, el cuerpo se enferma, la inteligencia y el pensar retroceden. Una intervención institucional apunta a que la sorda queja se haga audible, se transforme en una protesta que apuesta a una transformación posible, la palabra avenga en el lugar del cuerpo mortificado, la inteligencia y el pensar avancen sobre la mortificación, la violencia, el malestar o la queja.
Trabajando en H8, un grupo de intervenciones institucionales, hablábamos que toda institución "padece" o está sometida a diferentes grados de "arbitrariedades", las cuales son posibles de catalogar en intrínsecas o extrínsecas según provengan del interior o del exterior del grupo en el que se está interviniendo. La ley en sus efectos, en tanto ella no sea letra muerta, organiza y regula el intercambio entre los sujetos integrantes del conjunto. Cuando esta ley no opera, o no existe, o no se pone en juego, se produce como efecto de esta ausencia la aparición de una "ley" arbitraria, la ley del otro, en general aquel que circunstancialmente está instalado en una posición de "superior". El maltrato se instala cuando los sujetos están sometidos, en grados diversos, a la arbitrariedad del otro de quien dependen y no a una la ley para todo el onjunto, que ordena, da forma y lógica al colectivo social, al cual organiza.
Me interesa avanzar en el tema del maltrato, pero no sólo el infantil sino en la cultura. Para esto nos puede ayudar partir de lo infantil. ¿Cuál es el infantil sujeto maltratado?. O ¿de quien hablamos cuando decimos infante o niño?., ¿Lo de infante es una marcación dada sólo por la edad cronológica o podemos extender el concepto de "lo" infantil centrándolo, ya no en la edad, sino en la indefensión del sujeto?. Infantil viene también de infante, "servidor, criado". Es obvio cuando uno habla de un niño, la indefensión en que él se encuentra frente a las figuras de las cuales depende para su subsistir. Pero encontramos esta misma indefensión en tanto y cuanto un alguien precisa, para vivir, de otro y carece de otra opción que someterse a la arbitrariedad de quién depende, emocional o materialmente. Ulloa, en los tiempos de la dictadura y a partir de trágicas situaciones de tortura, acuñó el concepto de "encerrona trágica", concepto que considero es de fundamento para quienes trabajamos con colectivos institucionales. Prefiero citarlo a él, detenerme en la sutileza y poesía de su decir: "La práctica con las instituciones públicas, sobre todo desarrollada en las comunidades mortificadas, aquellas que van haciendo mortecina cultura de ese acostumbramiento, me lleva a identificar la vigencia de otras formas de tormento social que transcurren a plena luz del sol y muchas veces bajo la mirada de una sociedad que se torna indiferente, quebrada en sus resistencias. Son las encerronas que se dan cada vez que alguien, para vivir (amar, divertirse, trabajar, estudiar, tramitar, recuperar la salud, transcurrir su vejez, tener una muerte dignamente asistida), depende de algo o alguien que lo maltrata o simplemente lo "distrata", negándolo como sujeto" 11
Un efecto indudable de la crisis socioeconómica y política actual de nuestro país es la emergencia, cada día más abultada, de una población vulnerable y con altos grados de indefensión, y esto está sucediendo al interior de un Estado organizado en un sistema de alta arbitrariedad económica, política y jurídica. De ahí qué, estar pensando en el maltrato infantil resulta ser una extraordinaria oportunidad para pensar el maltrato en la cultura.
Se escucha a veces decir casi indistintamente "maltrato" o "abuso". Consulté en el diccionario y es interesante lo no indistinto. Dice: maltrato "Tratar mal a uno de palabra u obra"; abuso " "Hacer objeto de trato deshonesto a una persona de menor experiencia, fuerza o poder" 12. La palabra que nombra con mayor fineza lo que estoy abordando es la de abuso. No quiero dejar de puntuar que la palabra inexistente en el diccionario, al menos de la lengua española, es la de buentrato.
Siendo una psicoanalista que intenta profundizar, en la práctica y teoría, él entrecruce entre sujeto, lo otro, el colectivo, la polis y sus instituciones, me interesa cada vez más recorrer las fronteras del psicoanálisis hasta los confines de otros campos de saber, tales como teoría y práctica política, filosofía; pero más que campos de saber, lo que me resulta valioso es la riqueza en la elaboración teórica de determinados autores, autores que marcan surcos y me permiten avanzar en campos de articulación tan complejos. En el momento preciso que el Dr. Garrote me llamó para invitarme a participar en esta mesa redonda, me encontraba leyendo muy atentamente el extraordinario libro de Hannah Arendt , "La condición humana" 13, específicamente el capítulo sobre "La esfera pública y privada". La coincidencia entre lo que estaba pensando a partir de mi lectura y el pedido del Dr. Garrote, no me hizo dudar un instante en aceptar de la invitación. Me motivó el deseo de contar, compartir ideas, autores, articulaciones conceptuales, pensamientos, prácticas, etc., en torno a lo que esta noche nos hace encontrarnos. Al menos ese es el intento, encontrarnos con otros para pensar "con .". Tratemos de no morir sólo en el intento.
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¿Qué en particular, para esta mesa redonda, me resultó interesante como aporte, de mi lectura de Arendt.?. La autora es una férrea defensora de la acción humana en la esfera pública, la vita activa, según San Agustín vida dedicada a los asuntos público político; aquello que Aristóteles llamó la bios politikos, donde deben reunirse la acción, praxis y el discurso, lexis. 14 Para sustentar y fundamentar el porqué del valor que da a la vita activa, Arendt, partiendo de un análisis de la polis en la Grecia antigua, va describiendo cualidades y diversas transformaciones que han sufrido la esfera de lo público y lo privado en la historia de Occidente. Desde aquel tiempo del Mundo Antiguo hasta nuestros días del Mundo Moderno, ella verifica un progresivo y continuo retroceso del interés de lo público frente al avance de los intereses de la esfera privada, perdiéndose la frontera de separación entre lo público y lo privado como era en la polis griega del Mundo Antiguo. Un párrafo me ayuda a transmitir lo que encuentro pertinente para hoy "La polis se diferenciaba de la familia en que aquella sólo conocía "iguales", mientras que la segunda era el centro de la más estricta desigualdad. Ser libre significaba no estar sometido a la necesidad de la vida ni bajo el mando de alguien y no mandar sobre nadie, es decir, ni gobernar ni ser gobernado" 15.
Desde esta perspectiva, cuando en una institución nos encontramos frente a indicios o grados de maltrato, no es difícil anticipar lo que está aconteciendo: alguien se encuentra ejerciendo una posición de amo, pone en juego sus intereses privados de diversa índole y por su dependencia, otro/s están esclavizados a esa arbitrariedad. En mi experiencia con grupos de tarea, en instituciones, puedo afirmar que el sufrimiento de los integrantes de un equipo no pasa por lo complejo o difícil de la tarea específica, sino por las malas condiciones al interior de la institución, con sus arbitrariedades intrínsecas o extrínsecas. ¿Qué estoy afirmando?. Un grupo puede trabajar con muy duras situaciones sociales de marginalidad o locura, tales como niños de la calle, violencia familiar, pobreza, en un manicomio, con presos, etc. Sin embargo, si dicha tarea es reconocida socialmente, retribuida con dignidad, y ejercida a partir de la construcción colectiva de un saber hacer, con producción de inteligencia conjunta; cuando el recinto y el debate público se ejercitan efectivamente y cada integrante porta su vocación, vemos que a pesar de la extrema dureza de la tarea, no encontramos un grupo vulnerable o mortificado. Pienso que la vulnerabilidad, el síndrome de burnout de los americanos, no es tanto efecto de la tarea en sí, sino de la no existencia efectiva de otros que acompañen el hacer, la pobreza del lazo social, la soledad en el hacer. Aun peor cuando las condiciones de trabajo están atravesadas por encerronas trágicas.
En lo particular del trabajo de equipos cuya tarea principal trata con situaciones de violencia y maltrato, sea infantil o de otra índole, resulta necesario estar prevenido a qué, cuando hay ejercicio arbitrario de poder de alguien sobre un otro en dependencia, el maltrato es efecto de estructura, y caldo de cultivo para la violencia. También en nosotros mismos. Y estar atentos a que cuando se interviene, aun con las mejores intenciones, nuestro "saber" puede actuar como avasallamiento a la subjetividad del otro, cuando es transformado sólo en un objeto a evaluar en su potencial peligrosidad. Los integrantes de los equipos deben estar alertas al peligro de reproducir, en ellos mismos, la violencia social a la que se enfrentan. Los grupos de trabajo tienden a replicar, reproducir en su funcionamiento, aquello que encuentran en su campo de acción. Un modo operativo de resistir a este peligro es no trabajar en soledad, ser acompañados al menos en el pensar, por otros. La constitución de un grupo que piensa y trabaja en conjunto, construye un pensar colectivo, opera en cada integrante como valla frente a la violencia y el maltrato. Sólo es posible comenzar a tratar el maltrato, con el buen trato.
Ahora bien, describo una situación ideal de equipo de trabajo, muy lejana a la dura realidad del país y de nuestras instituciones. Lo que hallamos son justamente equipos mortificados, vulnerables, fragilizados. ¿Qué es posible hacer desde una intervención externa al equipo?. Intervenir privilegiando el hecho qué, desde la posición de exterioridad del analista institucional, podemos ejercer una función de terceridad, que provoque y promueva la constitución del recinto, del grupo como espacio que apunta, al menos en intención, ser de la esfera pública, donde discurso y praxis deben coincidir. Dar cabida a la aparición del otro como un igual, pero no en su semejanza sino en la fáctibilidad de actuar desde su diferencia. El debate, las confrontaciones, pueden llegar a ser intensas, apasionadas, pero acontecer desde el buen trato. Buen trato se funda en el reconocimiento del otro en su subjetividad, como radical otredad. Valga la redundancia, pero en definitiva es apuntar a que aquello que pertenece a la esfera de lo público, permanezca en lo público, no sea apropiada por el interés privado; deshacer la consistencia real o imaginaria del amo. Como es evidente esto sólo es posible de realizar cuando un equipo, como conjunto, se dispone a transitar, tramitar, un complejo proceso que aún sin saber bien de que se trata, deberán recorrer. Y por ello, demandan un análisis o intervención institucional.
Existen importantes fundamentos desde el psicoanálisis, sobre porqué la eficacia de una intervención en el colectivo que acote la agresividad de las relaciones imaginarias, y promueva la emergencia y circulación de la palabra 16. Pero prefiero concluir con una referencia no al psicoanálisis, sino nuevamente a Hannah Arendt: "Vivir juntos en el mundo significa en esencia que un mundo de cosas está entre quienes lo tienen en común, al igual que la mesa está localizada entre los que se sientan alrededor, como todo lo que está en el medio, une y separa a los hombres al mismo tiempo. La esfera pública, al igual que el mundo en común, nos junta y no obstante impide que caigamos uno sobre otro". 17
Notas
1 Freud, Sigmund: "El malestar en la cultura" en Obras Completas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979, Tomo XXI.
2 Foucault, Michel: "La verdad y las formas jurídicas", en Foucault, Michel; "Estrategias de poder, obras esenciales, volumen II"; Paidós; Barcelona, 1999.
3 Ibíd; pág 226
4 Ibíd; pág. 226
5 Itálicas en el original
6 Pfohl, Stephen: "The discovery of child abuse" en Social Deviance. Readings inTheory and Research, Editor Henry N. Pontell, New Jersey, Prentice-Hall, Inc. 1993
7 Hanna Arendt, en "La condición humana", página 71, sostiene que en griego la palabra griega para ley, nomos, procede de nemein, y combina ley y valla. Afirma que en el Mundo Antiguo griego, la ley se identificó con una línea fronteriza que separa lo público de lo privado
8 Carlos Jimenez Caballero, Irene Konterllnik y Beatriz Taber; " La inclusión del niño y la familia en las relaciones sociales e institucionales desde la perspectiva de sus derechos. Experiencias de un taller 1999", Unicef Argentina, Bs.As 2001
9 La CDN, Convención sobre los Derechos del Niño, fue promulgada en nuestro país en octubre 1990
10 La ley Agote en nuestro país.
11 Ulloa, Fernando; "Novela clínica psicoanalítica"; pág. 186;Ed. Paidós; Bs.AS; 1995
12 Diccionario de la Real Academia Española
13 Arendt Hannah, "La condición Humana"; Ed. Paidós; Barcelona. 1998
14Ibíd; página 26.
15 Ibíd. ; pág. 44. Otro párrafo pertinente (referido a defensa que hace la autora de lo político cuando fundado en la lógica de la esfera pública, y no en los intereses privados), para lo que analizamos dice: "no sólo en Grecia y en la polis, sino en toda la antigüedad occidental habían tenido como la evidencia misma de que incluso el poder del tirano era menor, menos "perfecto", que el poder con el que el paterfamilias, el dominus, gobernaba a su familia y esclavos". Desde sus argumentos, un análisis de las instituciones en Argentina, nos lleva a la conclusión que ellas funcionan con la lógica de la esfera de lo privado, el dominus, dominio de intereses privados, la acción no es fundada en el interés común, el koinon de los griegos, lo que es común a todos, acción sólo posible cuando las instituciones, en este caso del Estado, se fundan en la lógica y existencia de la esfera pública.
16 Se puede consultar, entre otros, a Lacan, Jacques, en dos artículos de sus "Escritos" I y II, Ed. Siglo XXI, México 1976,: "Función y campo de la palabra" y "La agresividad en psicoanálisis"
17Arendt, Hannah; ibíd, pág 62.