|
Si Dios fuera una mujer
¿y si Dios fuera una mujer?-Juan Gelman
¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos sida o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.
Mario Benedetti
Así como Benedetti comienza su hermoso poema citando a Gelman, a mí me gustaría comenzar rememorando al profeta Zaratustra:
"Cuidado, que al expulsar al demonio podemos expulsar lo mejor que hay en nosotros. por ello, por mi amor y esperanza, te invoco, no arrojes a la diosa de tu alma"
Y a la vez que nos remontamos a los textos de mi querido Nietzsche, que para quienes me conocen dirán, "cuando no", me veré obligado a regresar a parte de mi pasado, que a la vez como la sombra, deberá integrase en mi presente y juntos irán construyendo de las ruinas dejadas por las batallas, de la guerra de la vida, mi futuro. Por ello me complacerá compartir con ustedes dos extractos bíblicos muy significativos, que nos permitirán adentrarnos en lo profundo del lado femenino de eso que es tan complejo como es el ser humano, y su reflejo: Dios. Bueno sin más los dejo con Juan:
"In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum, hoc erat in principio apud Deum, omnia per ipsum facta sunt et sine ipso factum est nihil quod factum est, in ipso vita erat et vita erat lux hominum, et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non conprehenderunt" (Iohannes, 1:1-5)2
Juan nos habla, de lo esencial: en el principio era el verbo, y el verbo era con Dios. Somos creados por el lenguaje, y nosotros creamos el lenguaje. Ahora sin más, pasemos a lo que fue en un inicio, en palabras de quien haya escrito el génesis:
"In principio creavit Deus caelum et terram, terra autem erat inanis et vacua et tenebrae super faciem abyssi et spiritus Dei ferebatur super aquas, dixitque Deus fiat lux et facta est lux, et vidit Deus lucem quod esset bona et divisit lucem ac tenebras, appellavitque lucem diem et tenebras noctem factumque est vespere et mane dies unus... et ait faciamus hominem ad imaginem et similitudinem nostram et praesit piscibus maris et volatilibus caeli et bestiis universaeque terrae omnique reptili quod movetur in terra, et creavit Deus hominem ad imaginem suam ad imaginem Dei creavit illum masculum et feminam creavit eos"(Genesis 1:1-5, 26-27)3
La pregunta constreñida en este corto tiempo de discusión debe hacer referencia no a ¿Quién es Dios? Si no más bien a ¿Qué es Dios?
Ambas preguntas, pero sobre todo la primera ha intrigado a generaciones de filósofos, teólogos y a todos los humanos al fin de cuentas, demasiado humanos. Después de unos seis mil años de politeísmo y unos tantos miles de forzado monoteísmo, la respuesta puja por salir. Dios es una creación de la cultura, así de simple podría quedarse, pero estaríamos olvidándonos de su creador, del hombre, del intento divino, y divinizado de crear. Para explicar esto, me gusta mucho citar un dicho del período gnóstico: "El problema de Yahveh es que piensa que es Dios." Es decir, él dice: "¡Yo soy! No soy un símbolo". Y entonces, por supuesto, cuando él es el único que es, entonces el Dios de cualquier otro no es Dios en absoluto.
El hombre en este intento de crear a olvidado el principio de transformación, plasmado desde hace tanto tiempo en el Génesis. Dios (el creador) se movía entre las aguas (Transformación). El verbo esta con Dios. Y así era: dos. Siempre ha sido dos, Dios los creo Sol y Luna, Día y Noche, Cielo y Tierra, Dios los creó a su imagen y semejanza: hombre y mujer los creó. De esto tenemos, que no es que Dios haya nacido hombre o mujer, Dios en la cultura, en una cultura, impregnada de una realidad que la transforma, cobra un significado y por ende un significante particular.
¿Quién nos ha dicho que Dios es hombre? ¿Existe algún impedimento por el que no pueda ser mujer?
Este es el punto, tanto afirmarlo lo uno como lo otro es perder un componente importante dentro de la totalidad que se ha depositado en dicho arquetipo. Por ello basta recordar que según Carl Gustav Jung todos tenemos una parte masculina y una femenina en nuestro interior, a los que denominó Anima (la parte femenina) y Animus (nuestra referencia masculina). Al Anima también se la conoce como Alma y esta se encarga de traducir la sabiduría inherente en ella, en mensajes instintivos que fluyen hacia nuestra conciencia. También se conoce al Animus como Conciencia, Espíritu, o Aliento. Según Jung, una de las funciones del Animus es traspasar los contenidos del inconsciente al consciente. El Alma o Anima es la polaridad femenina que ha descendido a los planos de la materia para "aprehender" y elevarse para la unión con el Animus o polaridad masculina.
Llevando el argumento a Freud, podemos agrupar las formulaciones respecto de lo femenino, en tres conjuntos:
Primer Conjunto: (a) Inhibición o neurosis, (b) Complejo de masculinidad, (c) Equivalencia simbólica maternidad. Estas tres salidas hallan su tope en la inconmovible roca de base, como envidia del pene.
El segundo conjunto se sostiene en la modalidad de satisfacción pulsional: el masoquismo femenino. En la línea que va de "Pegan a un niño" al "Problema económico del masoquismo", se da cuenta acabadamente de que lo que se trata es de la meta de la satisfacción y de la construcción del fantasma.
Lo "femenino" aquí, es puramente una equivalencia imaginaria. El "hacerse pegar" como regresión marca la heterogeneidad de las aspiraciones masoquistas y femeninas, tal como lo formula C. Soler en su trabajo "¿Existe el narcisismo femenino? Posición masoquista, posición femenina". La formulación freudiana de "Análisis terminable e interminable", que reza que hay desestimación de la feminidad tanto en hombres como en mujeres, revela que la posición de objeto masoquista no nombra lo propio de lo femenino.
Finalmente el tercer modo de agrupamiento, articula al primero y al segundo. Se trata del ordenamiento confuso de: actividad - pasividad - falta de inscripción del órgano genital femenino y meta sexual.
Si se puede ser muy activo, para alcanzar una meta sexual pasiva, y si a su vez esa pasividad se diferencia del masoquismo (los textos de Freud sobre lo femenino no nombran el masoquismo); el tope de este conjunto se llama: "¿Qué quiere una mujer?".
Hombres y mujeres "a pesar de su diferencia están en igualdad por lo tanto, por su referencial al falo. Freud tiene sólo una brújula, para distinguir el hombre y la mujer: los avatares de la castración, la referencia única y verificable".
Con esta introducción, vamos a abordar la cuestión exclusivamente desde un texto muy conocido. Texto escrito en 1917 y publicado en el 1918, que fue puesto en serie con otros dos: "El tabú de la virginidad".
Estas páginas siempre fueron abordadas al modo en que Lacan en el Seminario 17, en el capítulo V, se refiere a la respuesta histérica hacia el poseedor del falo: "esta herida (castración) no puede compensarse por la satisfacción que el portador tendría al apaciguarla, por el contrario su presencia la reaviva, la presencia de aquello cuya añoranza causa la herida".
Sin embargo es posible realizar tres cortes, que a mi entender, ubican cuestiones de distinta índole. Más aún teniendo en cuenta que la referencia antecedente es "Tótem y Tabú".
Voy a nombrar, sin más, los cuatro cortes posibles, para luego situarnos en el texto y extraer conclusiones pertinentes
a) La respuesta hostil a la desfloración.
b) La necesaria castración del partenaire para la posibilidad del amor.
c) La mujer como lo ajeno.
d) La pulsión.
La respuesta hostil a la desfloración, como agresión posterior al coito, que llega a la formulación por parte de Freud hasta la venganza, que en la medida en que no termina de consumarse, fija a la mujer en un vínculo no sostenido en el amor. Pero esta fijeza que sostiene la envidia fálica nombra la presencia de una fase anterior a la elección del objeto, al modo en que Lacan en el Seminario 10, la reconduce a la antigua demanda respecto al Otro materno.
En la medida en que la histérica confunde el valor de semblante del falo con impostura, puede denunciar al partenaire masculino, pero a un mismo tiempo reconociendo el falo en la Otra mujer.
Por otra parte, la desautorización del marido por insatisfactorio, sostiene en el texto la fijación al padre, ante el cual todo partenaire es devaluado.
La segunda formulación está vinculada con "Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa" en tanto que "la esposa sólo reencuentra su sensibilidad tierna, en una relación ilícita que deba mantenerse en secreto, la única en la que está segura de seguir su propia voluntad libre de influencias".
Aquí la superación de la hostilidad está dada por la conexión prohibición-satisfacción sexual; pero donde lo que está en juego, en tanto no-toda, es el valor de castración en el hombre, donde elige una. El ser elegida "más allá" de las convenciones, es una operación, en tanto promoverse como lo que le falta al hombre. Encarnar la hora de la verdad para un hombre. Operación posible si el partenaire no es ubicado en la línea del Amor Ideal (príncipe azul) como figura del Ideal del Yo.
Aquí el encuentro no sería posible, ya que podría desencadenar fobias transitorias, y una vivencia de la experiencia amorosa marcada por la angustia. El envés de esta posición trastocaría el Otro del deseo por el Otro de la demanda. "El Otro goza de mí, entonces soy amada".
Estas respuestas pueden virar sin solución de continuidad a la dimensión de la tristeza. El objeto de amor se constituye por su pérdida. "El objeto perdido como falta, adquiere un valor particular, sosteniendo la insatisfacción y el goce no fálico que esta comporta".
La mujer como lo ajeno, nombra radicalmente al Otro sexo y hace emerger la dimensión de la angustia. Freud es muy preciso al respecto. Ese apronte angustiado se mostrará con la mayor intensidad en todas las situaciones que se desvíen de algún modo de lo habitual, que conlleven algo nuevo, inesperado, no comprendido, ominoso (unheimlich)".
El modelo de la angustia ante la barra del Otro, que Lacan nos enseñó a distinguir en el unheimlich freudiano, se hace presente de esta forma en el texto, claramente diferenciado de la hostilidad por reivindicación peneana.
A su vez, nos ilustra el modo en que el obsesivo tiene de enfrentar esa ajenidad.
El obsesivo, tanto puede tratar a ese Otro como un mensaje, para taponar su radical desemejanza, como sustituir la inconsistencia por la idealización, con la reversión agresiva que esto implica.
Sabemos que el modo en que encubre la castración del Otro, es mediante la atribución de una voluntad caprichosa y hostil en desmedro de la buena imagen; que como don quiere brindar, creyendo que así tapona al Otro.
La procastinación y la figura del amor imposible, tienen como estrategia funcionar al servicio de que no se revele el imposible de la relación sexual. La abnegación y las proezas dedicadas a la dama, para producir fantasmáticamente a La Mujer, tiene como contrapartida el tratamiento de lo ajeno como hostil.
Por lo tanto tenemos 4 representaciones de lo hostil:
1. Hostilidad, como manifestación de la reivindicación peneana.
2. Hostilidad, como atribución obsesiva al servicio de taponar el enigma.
3. Hostilidad, como ejercicio del deseo no reductible a la demanda.
4. Hostilidad, como emergencia pulsional.
A su vez, este ordenamiento permite una diferenciación: (a) La mujer como síntoma, como suplencia; en la medida en que como "La" no existe "tiene cierta vocación por representar el Nombre del Padre. Es decir, es el Nombre del Padre como nombre de nada". (b) Una mujer, como partenaire, soporte del síntoma neurótico al servicio de la necesidad de castigo. A este nivel estaría referida a lo fantasmático, y su valor se articularía con las figuras del Padre.
Ahora bien, si llevamos el argumento a la lectura que se hace de las fórmulas de la sexuación de Lacan, el error que se comete habitualmente, es el de reducir las diferencias entre el lado femenino y el masculino a las dos fórmulas que definen la postura masculina, como si lo masculino abarcase la función fálica universal y lo femenino fuese la excepción, el exceso, el superávit que está más allá del alcance de la función fálica. Una lectura de este tipo pasa por alto totalmente lo que Lacan quiere decir, que es, que esta situación de la Mujer como excepción "por ejemplo, en el papel de Dama en el amor cortés" -es la fantasía masculina por excelencia. Como caso ejemplar de la excepción que constituye la función fálica se suele citar la figura fantasmagórica y obscena del padre jouisseur primordial, que libre de toda prohibición, tenía la libertad de gozar de todas las mujeres. Sin embargo, ¿no coinciden plenamente las características de la figura de la Dama del amor cortés con las del padre primordial? ¿No es también un Ama caprichosa que lo desea todo y que, al estar más allá de toda ley, puede someter a su chevalier servant a las más arbitrarias y absurdas pruebas?
Es en este sentido precisamente en el que Mujer es uno de los nombres del padre. Los detalles cruciales que no se deben escapar son el uso de plural y de minúsculas: no hablamos del Nombre del Padre sino de uno de los nombres del padre, una de las formas de referirse a ese exceso llamado padre primordial. En el caso de la Mujer -la Mujer mítica, la Reina del título de la novela de Rider Haggard, por ejemplo- al igual que en el caso del padre primordial, estamos hablando de un agente pre-simbólico de poder, ajeno a la Ley de la castración. En ambos casos, el papel de este agente fantasmagórico es el de cerrar el círculo vicioso del orden simbólico, llenar el vacío de sus orígenes: lo que la idea de Mujer (o de padre primordial) proporciona es la base mítica de la plenitud sin restricciones cuya "represión primordial" da lugar al orden simbólico.
Otro error en la lectura de Lacan se produce cuando se interpretan de modo obtuso las incisivas fórmulas de sexuación, y se introduce una distinción semántica entre dos significados del cuantificador "todo". De acuerdo con esta interpretación errónea, en el caso de la función universal, todo (o "no todo") se refiere a un único sujeto (x), e indica si "todo ello" está atrapado en la función fálica; por el contrario, la excepción particular "hay uno que..." hace referencia a un grupo de sujetos y señala si dentro de este grupo "hay uno que" está (o no está) totalmente exento de la función fálica. Según este modelo, el lado femenino de las fórmulas de sexuación evidenciaría la existencia de un corte que divide a la mujer desde dentro: ninguna mujer está completamente exenta de la función fálica, y por eso mismo, ninguna mujer está completamete sometida a esta función. Es decir, hay algo dentro de toda mujer que se rebela contra la función fálica. De modo paralelo, en el lado masculino, la universalidad que se proclama hace referencia a un único sujeto (todo sujeto masculino está totalmente sometido a la función fálica) y a la exención del grupo de sujetos masculinos ("hay uno" completamente libre de ella). Resumiendo, al haber un hombre completamente exento de la función fálica, todos los demás están completamente sometidos a ella, y al no estar ninguna mujer totalmente libre de ella, ninguna de ellas está totalmente sometida a ella. En un caso la división se exterioriza y representa la línea de separación que, dentro del grupo formado por "todos los hombres", crea una distinción entre los que están atrapados en la función fálica y "el" que está exento de ella. En el otro caso, la división se interioriza y cada mujer se divide por dentro: parte de ella está sometida a la función fálica y la otra queda exenta.
Retomando el argumento del Dios como dualidad, Edward Maitland nos afirma: "Era Dios como Señor, que con su divinidad demuestra que Dios es tanto sustancia como fuerza, amor como voluntad, femenino como masculino, madre como padre".
Dado que insoslayablemente devenimos en los creadores de Dios, Dios es al mismo tiempo tanto hombre como mujer. O mejor dicho, tanto femenino, como masculino. Esto lo podemos observar, por ejemplo en la mitología griega. En su panteón los dioses se daban en parejas Zeus y Era, Apolo y Afrodita, ejemplo seguido por la iglesia católica. Es cierto, es difícil de aceptar, pero este principio se ha colado al catolicismo, bajo la imagen de la Virgen María. Ésta, es una diosa muy particular, pues se encuentra libre pecados, eso es importante, pues los modelos cristianos se caracterizan por que un humano jamás podrá asemejarse a un Dios o en este caso a Dios, pero ese es el modelo, así mismo con las mujeres. Pero bueno, eso es harina de otro costal, lo importante acá es que la iglesia bajo el dogma de la inmaculada concepción ha creado una diosa, y le ha permitido acceder al mundo occidental a una nueva perspectiva, ¿y si Dios fuera mujer?. Hasta los curas están confundidos, pues nos decían, Dios es ala vez padre y madre, pero no, ahora tenemos a Dios padre a Maria Madre a Jesús Hijo y al Espíritu santo (la palabra lacanianamente muy elocuente) por lo que nuestra señal de la cruz no será: En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, más bien deviene: en el nombre de la Madre, Mater, (norte) del Padre, Pater (sur), del Hijo, Filio (este) y del Espíritu santo, Sophia, (el oeste). Buda alcanzó la iluminación mientras veía al este, es el segundo nacimiento. Mientras que al oeste el sol se esconde, es la muerte. El norte es la madre, y su oscuridad, ese vientre de donde venimos y al que deseamos muchas veces, regresar, el Padre es el sur y la base de la cruz es la ley el que jerarquiza, pero no es oscuro, es el nacimiento de "carne" llamémosle, por darle un nombre que la mayoría conocemos como alusión al nacimiento, que en lo concreto tenemos de la madre. Pero la madre ah la madre, la santa madre iglesia, el cuerpo materno es diferente al nacimiento materno, el cuerpo de la mujer esta lleno de magia, puede obrar muchas cosas.
Toda la idea del terreno sagrado de los hombres, la caverna de los hombres, es terminada en cabañas ceremoniales que están asociadas con el renacimiento. Se entra por la diminuta puerta como si fuera la vulva y se penetra en el cuerpo materno, y dentro todo es mágico. Estamos en un campo mágico. Cuando entramos en una catedral hoy, estamos en un terreno mágico. Y los hombres que están adentro no son este o aquel individuo sino que están representando un papel. Son las experiencias de la energía de la naturaleza fluyendo a través de ellos.
En una catedral como Notredam de Chartres nuestra madre iglesia, el cuerpo materno, estamos otra vez en terreno mágico. La imaginería es la del sueño. La imaginería es la del mito. La imaginaria es la de la referencia a la trascendencia. En el portal oeste, hay un mándala que simboliza la vulva y el vientre, y el segundo advenimiento, el nacimiento. Y del mismo modo en que en las cavernas fue retratado el mago primitivo, aquí está retratado el Papa Inocencio III.
Lo anterior vale para la primera crisis: la de maduración de la infancia a la edad adulta. Llegando a la segunda, en donde uno se vuelve miembro de un ser doble; estamos hablando de la vida en pareja. En los hechos, la mujer es el iniciador. Ella está más cerca de la naturaleza y de todo lo que importa. Él, se limita a ir a ella en busca de iluminación. Thetis era una hermosa ninfa de la que se enamoro Zeus. Este se enteró que el hijo que ella tendría sería más grande que el padre. Así que lo pensó mejor y se retiró, y se preocupo de que ella se casara con un humano. Entonces, hizo pareja con Peleo su marido humano, y ella es una diosa. El texto nos dice que cuando él fue a tomarla en matrimonio ella se transformó en una serpiente, en un león, en fuego, en agua, pero él la conquistó. Los símbolos importantes acá son la serpiente y el león. La serpiente cambia de piel para volver a nacer, como la luna cambia su sombra para volver a nacer.
La serpiente, en consecuencia, como la luna, es un símbolo de la conciencia lunar. Es decir, la vida y la conciencia, la energía vital y la conciencia, incorporadas en un cuerpo temporal; la conciencia y la vida comprometidas en el campo del tiempo del nacimiento y la muerte. El león es asociado con el sol. Es el animal solar. El sol no comporta una sombra en sí mismo; el sol está permanentemente liberado del campo del tiempo y el nacimiento y la muerte, y por ello es vida absoluta. Los dos son la misma energía: una liberada la otra comprometida. Y la Diosa es la personificación materna de ambas energías.
¿Es posible que nuestra señora de Chartres sea la misma que nuestra señora de Guadalupe? ningún católico dudaría en arrodillarse y rezar ante alguna de las dos imágenes: "santa María , madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte". Pero el antropólogo corriente, como si llegara de Marte, para quien las teorías de la difusión son anatemas y todas las comparación interculturales metodológicamente despreciables, se encontraría en peligro de volver a su mundo de pensamiento puro con dos monografías exquisitamente separadas. Una trataría de una Diosa local francesa la otra de una Diosa local mexicana, sirviendo a dos ordenes sociales totalmente diferentes. Además, nuestra señora de Chartres muestra la influencia de un santuario galorromano de Venus en el que se encuentran pruebas en el culto de la Modonna negra. Mientras nuestra señora de Guadalupe tiene un claro origen amerindio, habiéndose aparecido en el mismo lugar que ocupaba un santuario nativo, probablemente de la gran Diosa serpiente Coatlicue. Todo esto seria verdad y sin embargo no bastante verdadero.
Vayamos un poco más lejos ¿es posible que la virgen María sea la misma que Venus Afrodita, o que Sibeles, Hathor, Ishtar y las otras? Dice Isis: "yo soy la madre natural de todas las cosas, señora y guia de todos los elementos progenia y primera de los mundos, la primera entre las potencias divinas, reina del infierno, señora de los que moran en los cielos, en mis rasgos se conjugan los de todos los dioses y diosas. Dispongo a mi voluntad de los planetas del cielo, de los saludables vientos de los mares, y de los luctuosos silencios del mundo inferior; mi nombre, mi divinidad es adorada en el mundo entero bajo formas diversas, o con distintos ritos o por nombres sin cuento. Los frigios los primeros en nacer de todos los hombres, me llaman madre de los dioses de Pesinunte; los atenienses nacidos de su propio suelo Minerva Cecropina; los Chipriotas, a los que baña el mar, Venus Pafiana; los Cretences portadores de las flechas, Diana Dictina; los Sicilianos, Prosérpina Infernal, y los Egipcios buenos conocedores de todo el saber antiguo y que me adoran con sus ritos peculiares me invocan por mi nombre verdadero: Reina Isis. "
Ningún buen católico se arrodillaría ante la imagen de Isis, por supuesto si supiera que era ella, sin embargo, todos los temas míticos atribuidos ahora, dogmáticamente a María, también pertenecen, y pertenecieron, a aquella diosa madre de todos los seres. En todo el mundo antiguo, desde Asia Menor al Nilo y desde Grecia al Valle del Indo, abundan las estatuillas de forma femenina, de la diosa sostenedora de todo, abarcadora de todo: sus dos manos ofrecen sus pechos; la izquierda señala hacia sus genitales y la derecha ofrece su pecho izquierdo; alimenta o abraza a un hijo varón; de pie entre bestias; los brazos extendidos, cargados de símbolos: tallos, flores, serpientes, palomas u otros símbolos. Además, se puede demostrar que tales estatuillas están relacionadas con los celebres mitos y cultos de la gran diosa de muchos nombres de la edad de bronce, uno de cuyos más celebres templos esta precisamente en Efeso, donde en el año 431 d.c., el dogma de María como theotokos (madre de Dios) fue proclamada en concilio. En aquel tiempo, las religiones paganas del imperio romano, estaban siendo suprimidas implacablemente. Los templos eran cerrados y destruidos, los sacerdotes filósofos y profesores, expulsados y perseguidos. Y así ocurrió que al final y hasta el día de hoy, María, reina de los mártires, se convirtió en la única heredera de todos los nombres y formas, tristezas, alegrías y consolaciones de la diosa madre en el mundo occidental: asiento de sabiduría... vaso de honor... rosa mística... casa de oro... puerta del cielo... estrella de la mañana... refugio de pecadores... reina de los ángeles... reina de la paz....
Sin embargo, regresando ahora a la cuestión de la señal de la cruz, sonaría extraño persignarse de esa forma. ¿O será que la Santa Madre Iglesia estaría de acuerdo?. Lo que tenemos que aclarar es que Dios es simplemente nuestra propia noción de algo que simboliza la trascendencia y el misterio. El misterio es lo que importa y podría encarnarse en una hombre o en un animal, o no encarnarse, pero reconocerse en una hombre o en un animal.
En la vida amorosa del hombre, la Psicología de este arquetipo se manifiesta bajo la forma de ilimitada fascinación, sobrevaloración y enceguecimiento o bajo la forma de la misoginia en todos sus estadios y variantes. Y todos estos fenómenos no se pueden explicar por la naturaleza real de objeto de cada caso, sino sólo por una transferencia. Este surge primero por la asimilación, normal y existente en todas partes, de la madre, con la parte femenina preexistente del arquetipo de una pareja "masculino-femenina" de opuestos y luego por una demora anormal en que la madre se separe de la imagen primitiva. De esto resulta un terrible "malestar en la cultura", en el cual nadie se siente ya en su casa porque falta un "padre" y una "madre". Pero lamentablemente hay muchos que sin pensar plantearon siempre el problema de la verdad, do nde sólo está en juego el problema psicológico de la necesidad. Y ante ese problema nada se consigue con la explicación "racional" del camino que se debe seguir.
Como se carece de una mitología general efectiva, cada uno de nosotros tiene su panteón de sueños, privado, inadvertido, rudimentario pero que obra en secreto. La última encarnación de Edipo, el continuado idilio de la Bella y la Bestia, estaban esta tarde en la esquina de la Sexta Avenida y la Quinta Calle, esperando que cambiaran las luces del tránsito.
En el largo proceso de la Apretura del Ojo del hombre a un estado que no es tal, sino un llegar a ser: y con ello la desaparición de todas las anteriores máscaras de Dios, que ahora sabemos que han sido las del propio hombre en desarrollo. Algunos, quizá deseen continuar inclinándose ante una máscara, por miedo a la naturaleza. Pero si no hay divinidad en la naturaleza, la naturaleza que Dios creó, ¿cómo podría haberla en la idea de Dios, que fue creada por la naturaleza del hombre?.
Al respecto les quería compartir la frase que el anciano Trevrizent le da a Parsifal, el famoso caballero de la mesa redonda arturiana: "Tu por la tenacidad de tu intención, has cambiado la ley de Dios". El Dios dentro de nosotros, es el que da la ley y puede cambiar las leyes. Y está dentro de nosotros.
Finalmente no puedo más que dedicar esta pequeña y humilde disertación a todas y cada una de las mujeres aquí presentes, que con su ánima me recuerdan lo hermoso que es expresar los sentimientos, aquello que nos hace ser, más que hacer, no sólo el crear, sino el suceso de transformar, de dar ese toque "femenino" a todo cuanto nos rodea, hasta a nosotros, los atrapados en un cuerpo de hombre, que tenemos que lidiar para que nuestro ánimus aprenda a convivir con su lado femenino, e integremos en algún momento a la luna y el sol, el día y la noche, al la creación y la transformación, acercándonos cada vez más a la imagen de lo que idealizamos en un Dios, por eso esta presentación es para ti, esa mujer que me ha inspirado tantas cosas, tantas que no tengo palabras para agradecerte lo que me has enseñado, lo que me has dejado, lo que me mueve a no sólo crear sino a transformar, a ti que me escuchas con ferviente diligencia, gracias por estar aquí conmigo, a ti mi diosa vestida de mujer, por ello no me queda más que hacer eco a Benedetti diciendo:
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.O fortuna imperatrix mundi
Ora pro nobis
O Fortuna Imperatrix mundi
Donna nobis pacem
O Fortuna Imperatrix mundi
Fiat voluntas tuaNotas
2 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. (Juan, 1, 1:5)
3 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fue la tarde y la mañana un día... Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. (Génesis 1:1-5, 26-27).
Bibliografía
Campbell, J. (1992). Las Máscaras de Dios: Mitología Occidental. Madrid: Alianza Editorial.
Campbell, J. (1997). El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. México: Fondo de Cultura Económica.
Campbell, J. (2000). Los Mitos en el tiempo. Buenos Aires: Emecé
Freud, S. (1923/1996). El yo y el ello. En Obras completas. Madrid. Biblioteca Nueva
Freud, S. (1937/1996). Construcciones en Psicoanálisis. En Obras completas. Madrid. Biblioteca Nueva
Freud, S.(1917/1996). El tabú de la virginidad. En Obras completas. Madrid. Biblioteca Nueva
Freud, S.(1937/1996). Análisis terminable e interminable. En Obras completas. Madrid. Biblioteca Nueva.
Frey-Rohn, L. (1991). De Freud a Jung. México: Fondo de Cultura Económica.
Jung, C. G. (1950/1997). Aion: Contribución a los simbolismos del sí-mismo. Barcelona: Paidós.
Jung. C. G. (1982). Psicología y Simbólica del Arquetipo. Barcelona: Paidós.
Jung. C. G. (1997). Arquetipos e Inconsciente Colectivo. Barcelona: Paidós.
Laca J. (1984). El seminario, Libro 20, Aun. Buenos Aires: Paidós.
Lacan, J. (1984). El seminario, Libro 17, El envés del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós
Miller, J.-A. (1992).Comentario del Seminario Inexistente. Buenos Aires: Manantial.
Miller, J.-A. (1994). Las cárceles del goce. Imágenes y miradas,1, 13-35.
Miller, J.-A.(1994). El deseo de Lacan. Buenos Aires: Atuel-Anáfora.
Soler, C. (1994). ¿Existe el narcisismo femenino?. Posición masoquista, posición femenina. Sexualidad femenina.,1, 11- 27.