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Reconstrucción de
la conferencia dictada el 21 de mayo,
como parte del ciclo de conferencias "El
psicoanálisis hoy",
organizadas por el Servicio de Consultorios Externos del
Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear
1 - Introducción
El "corralito" es el nombre que se le ha dado a la mayor estafa que se haya realizado en la historiaeste país, una maniobra por la cual se pretende pagar una parte importante de la deuda externa con los ahorros de la gente. El corralito es el nombre de una expropiación, pero también de la quiebra falsamente confesada de todo un sistema de relaciones sociales y económicas.
Evidentemente, esto le da otro sentido a la palabra, porque, en realidad, aunque el término se utilice para señalar una hipotética restricción al movimiento del dinero, lo que ocurre realmente es que ese dinero ha sido robado, y lo que la palabra corralito señala es un agujero que se revela de dimensiones catastróficas.
Como los psicoanalistas no son extraterrestres (aunque seguramente a mas de uno le gustaría serlo), ellos también están confrontados a este agujero. Pero, a diferencia de los ingenieros, músicos, u otras profesiones, donde nunca nadie pensaría en apelar al cálculo diferencia o a las escalas dodecafónicas para reflexionar sobre el problema, los psicoanalistas, en cambio, jamás podrían hablar de ese asunto (como de cualquier otro) sin hacer alguna referencia o uso de conceptos de la teoría psicoanalítica, mecanismo por el cual suele ocurrir que los problemas que son propios de los psicoanalistas pasan a serlo también del psicoanálisis.
En otros términos, esta situación ha vuelto a animar y agitar, con los condicionantes de la actualidad, el viejo problema de la relación del psicoanálisis, o de los psicoanalistas, con lo político y/o lo social.
El objetivo de mi intervención, hoy, es analizar algunos ejemplos de situaciones o respuesta de este tipo. Siguiendo el dicho popular de que de muestra basta un botón, creo que de esos pocos ejemplos podremos extraer algunas reflexiones de orden mas general, sobre lo que serían los desafíos o dificultades que enfrenta el psicoanálisis hoy.
Es una situación paradójica, porque esto implica intentar hablar de un modo general de una experiencia que es siempre diferente en cada caso, en cada análisis, una experiencia que debe tomarse vez por vez, y que a la hora de evaluar si ha funcionado o no, difícilmente pueda reducirse a alguna generalidad en relación a las posiciones que tenga cada analista o cada analizante respecto de los agujeros en lo social (salvo que supongamos y podamos articular alguna relación entre los agujeros en lo social y el agujero particular de cada caso).
En otras palabras, aunque las reflexiones que vayamos a desarrollar aquí no nos permiten deducir generalizaciones aplicables en forma directa a cada análisis en particular, creo que de algún modo pueden llegar a orientarnos respecto de la dimensión general de algunos problemas.
El dilema al que se ven confrontados los psicoanalistas es el que ya planteara Freud respecto de las "cosmovisiones", en Inhibición, Síntoma y Angustia: "Dejémoslas [las cosmovisiones] para los filósofos, quienes, según su propia confesión, hallan irrealizable el viaje de la vida sin un Baedeker 2 así, que dé razón de todo". Ese dilema resulta del hecho de que más allá de declaraciones y declamaciones, está muy metida en la cabeza de todos los psicoanalistas la idea de que desde el psicoanálisis podemos interpretar casi todo.
Según palabras de Etchegoyen (el presidente de la IPA que tuvimos los argentinos) en la famosa entrevista que le hicieron junto a Miller en la revista Vertex, el psicoanálisis es una teoría que ofrece "una perspectiva integral del ser humano" (opinión que, señalemos al pasar, Miller no consideró pertinente discutir, sea por cuestión de oportunidad, sea por la opinión en sí).
En suma, la situación es la siguiente: por un lado casi no hay psicoanalista que no diga que el psicoanálisis no es una cosmovisión, pero por el otro lado, casi no hay psicoanalista que no piense que el psicoanálisis es una teoría poderosa que permitiría abordar casi cualquier fenómeno humano. En otros términos, hay una distancia entre enunciados y enunciaciones (cosa que, por supuesto, el psicoanálisis también enseña)
Sabemos que es muy sencillo, diría casi "natural", seguir los pasos contrarios al consejo de Freud. Para ello basta hacer del psicoanálisis, un punto de referencia desde el cual abordar todo, y estaremos haciendo del psicoanálisis una cosmovisión, ya que, de últimas, una cosmovisión no es mas que la pretensión de poder ordenar las cosas, todas, desde un solo punto.
De entre las diferentes modalidades por las que el psicoanálisis suele operar como una cosmovisión quisiera señalar dos vías: los usos de la "ética" y los usos del "no saber". Son dos latiguillos, dos referencias muy usadas por los psicoanalistas, en particular para ubicarse respecto de lo social.
Comencemos por el primero de ellos: la cuestión de la ética.
2 - Los usos de la ética
No voy a desarrollar ahora una discusión profunda acerca de la cuestión de la ética.
Simplemente voy a fijar una posición a partir de una frase de Lacan, y voy a desarrollar algunas consideraciones a partir de esa posición3
La frase en cuestión se encuentra justo antes del seminario sobre la ética, en la última sesión del Seminario 6 sobre El Deseo y su Interpretación. Ahí Lacan dice que "el análisis no es una simple reconstitución del pasado, el análisis tampoco es una reducción a normas preformadas, el análisis no es una epos, el análisis no es un ethos. Si lo comparara con algo, es un relato que sería tal que el relato, él mismo sea el lugar del encuentro del que se trata en el relato" (el subrayado es mío).
Ya analicé esta referencia, en un artículo que encontraran en la revista Relatos de la Clínica 4 (justamente a partir de este fragmento surgió el nombre de esa revista orientada a dar cuenta de la clínica).
Lo retomo ahora por dos cuestiones.
Por un lado porque es una referencia donde Lacan plantea claramente que "el análisis no es una ética".
Y por el otro, porque en ese mismo artículo, también hice unos comentarios sobre un libro, comentarios que bien podrían servirnos como primer ejemplo para el tema que nos ocupa hoy.
2.1 - De la ética del psicoanálisis a los fundamentos de la sociedad civil
Se trata de un libro cuyo título es "Psicoanálisis de los derechos de las personas", donde se presentan los resultados de la experiencia de trabajo, de un amplio grupo de psicoanalistas, en hospitales públicos e instituciones no gubernamentales.
Uno de los autores de ese libro resume, a mi entender, la pregunta de conjunto: " ¿Qué política para el psicoanálisis en las Instituciones?".
Su respuesta no es quizás de las mas afortunadas pero, quizás por eso mismo, puede ser muy ilustrativa de ciertos prejuicios u opiniones compartidas por el conjunto: "La orientación de la pregunta hace necesario considerar el lazo social que se funda a partir de la práctica discursiva que hace a un dispositivo. El pase del discurso analítico es verificado por el acto y se soporta en una posición ética que se sostiene por la presencia y el deseo del analista".
Lo que se deduce de este párrafo es que la política del psicoanálisis en las instituciones remitiría a la posibilidad de un pase, de un cambio de discurso, es decir, que se pueda pasar de un discurso a otro, y que a ese discurso al que se pasa sea el analítico.
Pero el problema, justamente, es cómo se presenta y se verifica la posibilidad de ese pase. Y es ahí donde se nos hace difícil entender la frase, porque el recurso retórico de invertir la secuencia de las determinaciones oculta que ahí donde se esperaría la explicación de algo no haya mas que la reiteración de una misma afirmación de principios (que por efecto mismo de la repetición se supone quedará asegurada)
Analicemos la frase, paso por paso, siguiendo el orden correcto de determinaciones
Primer paso: la sola presencia de un "analista" y su deseo ya alcanzan para sostener una posición ética. Dicho de otro modo, el "analista" es un a priori, y su deseo y su presencia fundan una posición ética.
Segundo paso: tener una "posición ética", nos asegura el "soporte" para el acto que, por supuesto, será "analítico".
Tercer paso: si tenemos el acto, eso "verifica" el pase del discurso analítico.
Cuarto paso: si tenemos verificado el pase del discurso analítico, tenemos funcionando su dispositivo como lazo social, aún dentro de las Instituciones.
- Ultimo paso: si tenemos verificado el funcionamiento del dispositivo analítico tenemos confirmado el punto de partida, es decir, hemos confirmado que tenemos la presencia de un analista y su deseo.
Es el perro mordiéndose la cola.
Pero lo importante es ver cómo el recurso a la "ética" permite recubrir al "analista" como a priori. Así como en los orígenes de la psiquiatría el médico constituye el campo de la locura a partir de la anticipación de una suposición de saber, aquí se pretende constituir un espacio "analítico" en las instituciones por la sola anticipación que el "analista" haría de su "presencia", su "deseo" y su "ética".
Por eso no nos sorprenderá que la presentación, en la contratapa del mismo libro, culmine en una afirmación como esta: "nos reúne el interés por la ética del psicoanálisis que hace emerger los derechos de las personas por el acontecimiento de un decir" (el subrayado con línea es de los autores, el subrayado con negritas es mío).
Mas allá del recurso retórico a las asociaciones con Badiou (acontecimiento), y la pretensión de que el "un" del "un decir" remita a lo particular, lo que ahí se plantea es que de la ética del psicoanálisis emergen los derechos de las personas. Esto significa que el psicoanálisis podría operar como fundamento de una sociedad civil (lo que le otorga un sentido muy diferente al "un" del "un decir" que subrayan los propios autores porque ya no remitiría a lo particular de "un decir" sino a lo "bien fundado" que permite que haya "un decir").
Y, de hecho, creo que muchas "instituciones psicoanalíticas" responden a esta operatividad. Como denuncia Alan Sokal 5, no son pocas las vertientes del lacanismo que podrían pensarse como una religión laica.
En suma, la deducción es absolutamente lógica: si el psicoanálisis tiene una ética, de una manera u otra la misma será una fuente de inspiración y/o un punto de referencia (para quienes la sostengan) para ubicarse ante cualquier problema.
2.2 - Un psicoanálisis "derrideano"
Quisiera pasar ahora a una idea que plantea Jean Allouch en un libro muy interesante, que se titula "Etificación del Psicoanálisis. Calamidad" 6.
Este libro surge a raíz del escándalo que se armó en la presentación, en París, en 1997, del libro de Helena Besserman Viana, sobre el caso Lobo (un médico, analista en formación en una sociedad de la IPA de Río de Janeiro, que era miembro del ejército o de la policía, y participaba en sesiones de tortura de presos políticos).
Mas allá del análisis en particular que desarrolla sobre ese caso, el planteo que hace Allouch que quiero retomar es el de que uno de los nombres de la etificación es la idea de un psicoanálisis derridiano.
Dicho planteo surge de poner en serie esa presentación del libro de Besserman Viana, en 1997, en París (presentación que fue organizada por René Major y que contó con la participación de Derrida), con otros dos encuentros previos (también organizados por René Major, y donde también, en cada caso, intervino Derrida).
El primero de ellos tuvo lugar en 1981, en Jerusalem, bajo el título de Geopsicoanálisis . Allí, Derrida intervino desde la siguiente perspectiva: "la hipótesis en que me sitúo y en la que creo que ustedes se sitúan históricamente, la de una transformación radical en curso que debería, tarde o temprano, desembocar en la disolución de la IPA fundada por Freud y en su reemplazo por algo distinto, completamente distinto", es decir, promoviendo la c reación de una nueva internacional de psicoanalistas que tuviese "en vista un nuevo socio psicoanalítico" 7.
El segundo encuentro tuvo lugar en 1988, en París, organizado por Major y por el Colegio Internacional de Filosofía (de Francia), bajo el título de "Lacan con los filósofos". La operación política desarrollada por Major para ese encuentro se encuentra condensada en el título con que intentó presentar su trabajo "Después de Lacan, ¿existe un psicoanálisis derrideano?". Como esta intervención constituía el cierre del Coloquio (junto a la intervención del propio Derrida, titulada "Por amor a Lacan") dio lugar a un duro cuestionamiento por parte de Badiou, quien se opuso a que "en este lugar temporalmente concluyente intervengan el significante "Derrida" único filósofo vivo, o "no clásico", en ser mencionado a todo lo largo del coloquio y más aún la mención de un posible relevo de Lacan por Derrida hasta el corazón del psicoanálisis mismo, me parece que satura el significado de nuestros trabajos. Pasar por Platón, por Kant, por la filosofía analítica, por Heidegger: ahí están los con cuyo estatus es totalmente diferente, lo sabe usted bien, de aquel del que usted ofrece la marca, sobre todo ya no a modo de un con, justamente, sino de un en lugar de "8. (subrayado con negritas de Badiou, subrayado con línea mío)
En esta secuencia del 81, 88, 97 se dibuja el proyecto de un relevo, primero de la IPA, y luego de Lacan, por Derrida. Se comprende que un psicoanálisis derrideano implica, forzosamente, la inscripción del psicoanálisis dentro del campo de la Filosofía. Por eso no es de extrañar que, en la presentación del 97, ese proyecto venga a completarse con el relevo del método freudiano por el predominio de cuestiones "éticas" (si hay un tema caro a los filósofos, en la modernidad, ese es el campo de la ética), es decir, con ese tipo de cuestiones que Freud recomendaba que dejáramos a los filósofos.
A esa serie han seguido otros eventos que, obviamente no están referenciados en el libro, pero que quizás podrían incluirse en esa serie. Ese podría ser el caso del encuentro de julio del año 2000, de los Estados Generales del Psicoanálisis, donde también estuvo Derrida 9.
2.3 - Método freudiano vs. ética
En ese sentido, este libro de Allouch no deja de apoyarse en otro planteo suyo muy anterior que consiste en plantear que lo que inventa Freud, no es una teoría, sino un método.
En efecto, basta recorrer sus 5 historiales para ver que en ninguno de ellos Freud aplica teoría a un caso, sino que es un método (de la asociación libre y la interpretación) el que acoge al caso. Y la teoría, como ocurrió en la mayoría de esos casos, hubo de adaptarse al caso. Esa es la única manera, de que cada caso, pueda ser un caso. Por que si es teoría que se aplica al caso, la teoría, en tanto común denominador, anula los casos en tanto tales.
Recordemos que en la primera reunión internacional de psicoanalistas, en 1908, en Salzburgo, es decir, en la primera ocasión que se le ofrece a Freud para presentar el psicoanálisis ante un público internacional, allí donde más de uno hubiese esperado una presentación minuciosa de la teoría, lo que presenta Freud es un caso: el del Hombre de las Ratas. Y para ello habla 8 horas sin parar, 8 horas hablando de un caso.
Siguiendo con la idea de que de muestra basta un botón, los remito a una pequeña investigación que hice sobre las referencias a la anorexia en la obra de Freud (que fue publicado en el segundo número de la revista Relatos de la Clínica)10. Esa pequeña investigación resultó muy interesante porque, como supongo que todos habrán oído, la anorexia suele asociarse a ese conjunto de cosas a las que está de moda llamar "patologías actuales", es decir, una denominación que nos ubica claramente en el campo de los cuadros médicos o psiquiátricos. Ahora bien, lo más llamativo e inmediato de este pequeño recorrido por todas las citas de Freud que, según el índice temático de la edición de Amorrortu, o la traducción de Ballesteros, remiten a la anorexia, es la diferencia entre las situaciones que refieren a un caso o un cuadro médico. Por ejemplo, si toman el caso del Hombre de los Lobos, de la media docena o más de referencias, hay una sola donde dice literalmente anorexia, y es la que corresponde a una referencia a la neurosis que se presenta en las "niñas que se hallan en la época de la pubertad", es decir, una referencia a un cuadro. Todas las demás citas corresponden a descripciones de síntomas del hombre de los lobos, y ahí Freud no dice anorexia sino "perturbación en el comer".
El punto interesante de esta pequeña investigación es que, además de verificar que lo que suele presentarse como nuevo, muchas veces ya fue visto y presentado hace mucho tiempo, esta diferencia entre caso y cuadro salta inmediatamente a la vista, y permite apreciar (o recordar, una vez mas), cuanto tiende uno a alejarse del psicoanálisis cada vez que abordamos las cosas por el lado de los cuadros médicos o psiquiátricos. Leer a Freud implica, en cambio, seguir la descripción de un síntoma hasta poder encontrar la gramática con la cual ese síntoma se inscribe como un caso.
No veo, en cambio, cómo, desde la ética, podría sostenerse un caso.
Y no es el aforismo de la "ética del bien decir" el que me resuelve, al menos todavía, la contradicción que sigo encontrando entre ética y método.
2.4 - Psicoanálisis y posmodernismo
Luego de esta breve excursión por la cuestión del método freudiano, retornemos al problema político del "psicoanálisis derrideano". Yo quisiera extender la crítica de Allouch y señalar, detrás de esa relación entre los psicoanalistas y Derrida, y más allá de los movimientos institucionales que pudieran estar ligados mas o menos directamente a la persona misma de Derrida (o Major), como una expresión mas general de los intentos de inscripción del psicoanálisis en el campo de la ética o de los derechos humanos, la confusión que suele plantearse entre psicoanálisis y análisis deconstructivo.
Esta confusión es la que alimenta las proximidades que muchos intentan sostener entre psicoanálisis y postmodernismo (de hecho, casi todas las variantes de postmodernismo derivan del análisis deconstructivista de Derrida).
Voy a proponerles dos ejemplos para medir los efectos de "proximidad".
En primer término, el análisis que, del hombre de los lobos, nos proponen Abraham y Torok. Se trata de dos psicoanalistas de la IPA, muy fuertemente influenciados por Derrida (de hecho el libro lleva prólogo de Derrida). Este análisis nos muestra el extremo al que se puede llegar cuando no hay mas límites para la deriva significante que la fantasía propia de los autores, así como las consecuencias que resultan, en un análisis, de la ausencia de relación con lo real de la enunciación, con algo que haga límite, haga objeto, con la consecuencia que cualquier cosa vale cualquier cosa.
Los remito para eso a un artículo de Marcelo Pasternac, titulado "Lacan, Derrida y verbario de Abraham y Torok", publicado en el primer número de la revista Relatos de la Clínica, y que luego constituyó uno de los capítulos de su libro "Lacan con Derrida" 11.
En segundo término, y aplicando el criterio de "dime con quien andas y te diré quien eres", propondré como ejemplo para nuestro análisis un texto de un historiador posmoderno muy de moda en amplios círculos de psicoanalistas. Se trata de un artículo publicado en el número de abril de la revista Agenda Imago, donde el autor analiza la movilización de la gente a la plaza de Tribunales reclamando la destitución de la Corte Suprema. El artículo se ordena en 12 ítems, y le lleva 11 de ellos para llegar a la siguiente conclusión: "el cambio que la gente requiere en el modo de producción de jueces, no es técnico, sino que comporta una subjetividad judicial distinta". Pero si alguno espera de esta capacidad de hablar diferente la correspondiente delimitación de una vía acción, habrá de frustrarse porque, sea por razones de espacio, o por las razones que fuera, la conclusión política tendrá tan poco de original como de rica: "¿Qué modo de aparato de justicia es compatible con la subjetivación de la crisis en Tribunales? Es un problema abierto". Es decir, el autor habla mucho, pero sigue sin saber que hacer. El plus de saber que parecía aportar la referencia a una nueva "subjetividad judicial " ha resultado totalmente estéril, en la medida en que no delimita nada en concreto.
En realidad, es algo propio del postmodernismo "hablar" mucho para "decir" poco (decir, en el sentido de algo que tenga consecuencias). Y lo mismo vale para cualquier práctica de deriva significante sin límites, sin bordes.
Este ejemplo nos permitirá hacer el puente hacia la otra de las modalidades, señaladas mas arriba, por las cuales el psicoanálisis opera como cosmovisión. Me refiero al uso del "no saber".
3 - Los usos del no saber
Hay una cuestión estrechamente ligada a la infinitud derrideana, al análisis infinito postmoderno: como se piensa la función del no saber.
Les voy a proponer algunos ejemplos para ver cuán de moda está "no saber". Podríamos, incluso, ir mas lejos, y señalar que el colmo de la erudición, e incluso de lo "democrático", es no saber. En muchos lugares, si ante algún problema a alguno se le ocurre decir "yo creo que habría que hacer esto", rápidamente será tildado de dogmático, de líder iluminado, o cosas por el estilo. Decir "yo creo que habría que hacer tal cosa", es decir, correr el riesgo de equivocarse (como no puede ser de otra manera si uno quiere plantear una vía acción, o una alternativa de intervención) parece haberse transformado en una acción tiránica.
Voy a introducir el problema con un primer ejemplo: en una nota de Clarín, ya no recuerdo si de febrero o marzo, invitaron a ocho sociólogos para hablar del fenómeno de las asambleas populares y de lo que ocurría, en general, en la Argentina.
¿Cuales creen Uds. que fueron los sesudos y eruditos comentarios de estos estudiosos de la realidad social? "No sé", "esto es nuevo", "tenemos que estudiarlo", "hay que ver", "se van generando cosas nuevas", etc. . Juntan a 8 que se supone que saben, o que al menos se supone que tienen algo para decir (sino, ¿para que entrevistarlos?), y lo único que obtenemos es una serie de "no sé".
Con buena voluntad podríamos pensar que, objetivamente, ese es el cuadro de situación del problema: que nadie "sabe" o que nadie tiene mas cosas para decir que esos 8.
Pero aún en ese caso, hay algo tramposo en ello porque no saber no es igual a decir "no sé ".
¿No es este un problema típico de la práctica de concurrentes y residentes de los primeros años? ¿Cómo se hace funcionar el no saber en la clínica?. La primera enseñanza, en cualquier formación clínica, es que no saber no es ni igual a decir "no sé", ni es igual a quedarse callado. Si a algo puede parecerse el "no saber" es al preguntar. El "no saber" es una función que tiene un carácter muy activo.
Y por eso mismo opera como un límite.
El "no saber" no puede ser un complemento. Si es un complemento, es un saber.
El "no saber" solo es tal en la medida en que implica un límite práctico impuesto al saber supuesto, en la medida en que opera alguna inversión o algún vaciamiento de algún saber ya constituido.
Si el "no saber" funciona como un complemento es porque se ha transformado en una mera consigna, es decir, se encuentra del lado del saber. Y eso, justamente, es lo que está de moda: la erudición del "no sé", es decir, hablar mucho, pero siempre como variaciones del "no sé".
3.1 "¿Porqué no nos entregan el poder?"
Veamos otro ejemplo muy ligado a la palabra corralito y que nos permitirá analizar en forma precisa este uso del "no saber" como un complemento. Se trata de un reportaje que le hiciera el diario La Nación a Germán García.
En un momento de dicho reportaje, este psicoanalista, desde una foto que lo presenta sentado en su sillón de analista, junto al diván, dice: "La idea es que somos impotentes individualmente frente a la confiscación de nuestra plata, de nuestras cajas de ahorro, pero tenemos la posibilidad de juntarnos y eso nos da la sensación de que tenemos potencia, al punto tal de derrocar presidentes. Si es así, si derrocamos presidentes, lo que todavía no se comprende, es porque no nos entregan el poder".
El efecto es casi inmediato: parece que G. García estuviese interviniendo desde una cierta exterioridad respecto del discurso político y, poniendo en acto (con esa pregunta final) la función del no saber, marcara límite y cuestionara un saber prejuicioso (y por ende falso) sobre la potencia que podrían tener los fenómenos de masas.
¿Pero es realmente ese efecto de sorpresa de la pregunta final, un efecto de verdad o, como ya lo sabían los sofistas, y también lo saben los políticos, habremos de descubrir que dichos efectos también pueden ser el simple resultado de las astucias de la retórica?
¿Desde donde interviene Germán García? ¿Acaso nadie habría pensado antes que él, en particular entre quienes realizan las movilizaciones, en el problema de la toma del poder?
Si seguimos leyendo el reportaje, lo primero que podremos comprobar es que Germán García no habla desde alguna exterioridad al discurso político, sino desde una explícita posición política, la misma posición política que sostienen los defensores de un recambio político "ordenado" (Carrió, ARI, Frenapo, etc.). Esta posición consiste en suponer que la raíz de la crisis de Argentina sería la corrupción, y que lo que habría fallado serían los mecanismos de participación y control, por parte de la gente, en "comisiones" y otras opciones institucionales tradicionales, al modo en que, según el propio G. García, lo harían los yanquis (lo cual, como leemos en los diarios, no parece haberlos vuelto más inmunes a las mayores defraudaciones y estafas que se hayan visto en la historia de los Estados Unidos y el mundo).
Pero si el problema es la corrupción, entonces el problema no es el régimen de producción capitalista sino las imperfecciones de este último, subsanables con las reformas y adecuaciones que cada cual quiera plantear. En otros términos, Germán García integra ese amplio abanico de posiciones cuyo común denominador es la adhesión a la tesis de Fukuyama sobre el fin de la historia, es decir, la tesis de que el capitalismo es el último estadio de la humanidad y que la transformación de la clase obrera en sujeto de la historia (revolución proletaria), o cualquier otra transformación histórica de régimen social, es una pura ilusión que, como personas adultas y razonables, deberíamos abandonar. Ya no habría posibilidad de cambios históricos, sino solo de reformas parciales.
Pero entonces la pregunta acerca de "porqué no nos entregan el poder", en boca de Germán García, no funciona como límite ante un saber eventualmente falso, sino como complemento a un trillado prejuicio político12. Allí, donde esa misma pregunta, en boca de otros, podría llevar a una reflexión sobre la caducidad histórica de este régimen (es decir, sobre la necesidad de ir mas allá de las simples reformas, y sobre las vías para una transformación social radical), la pregunta Germán García oficia mas bien como una respuesta que viene a insistir con la cantinela de que "no se puede" y que la acción colectiva y organizada de la población solo genera una ilusión de poder.
Cabe preguntarse, sin embargo, cual es la trampa retórica específica de Germán García, porque recién entonces podremos comprender cual es el uso que ahí se hace del psicoanálisis.
Creo que la trampa (esa misma que genera un cierto efecto de sorpresa), puede encontrarse, como en los chistes, en un cambio brusco de vías en el sentido. Germán García comienza presentándonos algo parecido a un análisis "psicoanalítico" de lo que se ocultaría detrás del fenómeno de la movilización callejera de la gente. Nos recuerda que, desde la psicología individual, el recurso al fenómeno grupal puede tener por finalidad ocultar nuestra impotencia individual, convocando, así, en forma implícita, a la común lectura que probablemente tienen tanto los psicoanalistas, como mucha otra gente en Buenos Aires, imbuida de la cultura analítica, de los textos freudianos sobre la cultura y las masas. Y una vez que nos tiene bien orientados en ese sentido, de golpe nos cambia el escenario, y nos confronta con una pregunta propia de la problemática política. Es decir, pasamos rápidamente de la psicología al problema del poder en el campo de lo social, de modo que el sentido por el que veníamos transitando (ese pseudo saber analítico con el que veníamos "acordando" respecto de la impotencia individual) se vierte en este hueco abierto sorpresivamente, constituyendo como respuesta un silogismo tan sencillo como falso:
si la acción colectiva no soluciona la impotencia individual,
y si la acción colectiva no es mas que un fenómeno ilusorio que solo sirve para ocultar esa impotencia individual,
es "lógico" que la acción colectiva herede dicha impotencia individual y sea, a su vez, incapaz de modificar la realidad, o sea inoperante ante la fuerza de los hechos.
Como buenos analistas que hemos asumido la "castración", deberíamos ahora "comprender" porqué la revolución social sería imposible. Y la prueba de ello es que, a pesar de todo lo que haga la gente.... "no nos entregan el poder"!!!.
La trampa radica, entonces, en darle un estatuto universal a la perspectiva individual desde la cual puede deducirse algún carácter ilusorio o engañoso de los fenómenos de masas. En otros términos, la trampa radica en constituir el nivel de análisis individual en nivel de análisis general y universal, negando el estatuto y las reglas de análisis diferenciados que pudieran tener los procesos colectivos en tanto tales.
Pero la pregunta por el poder no puede abordarse a nivel individual (salvo que pensemos que la política pueda reducirse a un simple juego maquiavélico de conspiración imaginario). Por lo tanto, responder al problema político del poder y de las transformaciones sociales por medio de nuestra impotencia individual es una trampa retórica, que más allá de los efectos que pueda generar en el auditorio, solo viene a repetir una vez mas un prejuicio mas viejo que la misma humanidad: que de nada sirve rebelarse.
Al pretender constituir el nivel individual y los recursos conceptuales del psicoanálisis en elementos de análisis universales, Germán García hace funcionar al psicoanálisis como una cosmovisión. Y esto en un doble sentido: primero, y como vimos, en tanto hace funcionar al psicoanálisis como complemento de los prejuicios políticos más atrasados. Pero también en el sentido de cómo se autoriza para interpretar a "todos" de la misma manera. Porque hablar de impotencia individual y del recurso a lo colectivo como forma de engañar esa impotencia es algo que, quizás, pueda ser válido en el caso de un paciente en particular (lo cual, habilitaría, eventualmente, y en ese solo caso particular, a una interpretación como esa, en la medida en que, además, la misma se adaptara al caso). Pero suponer algo así para "todos" ya es una generalización que hace suponer que esa "interpretación" es mas una posición ideológica de quien la sostiene que una interpretación válida para cada uno en particular.
Como se ve, el lacanismo no es menos inmune que otras corrientes a la repetición del viejo error de erigir los prejuicios del analista en criterios de interpretación.
3.2 La deriva culturalista
Voy a presentarles un último ejemplo, que funcionará por el absurdo.
Se trata de un artículo titulado "Para recuperar nuestra identidad ", publicado en el Clarín del 15 de mayo, que aborda los problemas de identidad cultural en Argentina. Voy a leerles algunas de las frases que el propio Clarín ha seleccionado y puesto en negritas, para transmitirles la tónica del artículo:
- "las teorías chocaron contra la realidad"
- "hay problemas de asimetría entre el nuevo mundo y los otros mundos"
- "los pueblos fueron sacrificando su capital más preciado, su identidad"
- se ha desarrollado una "cultura del desarraigo"
- "las víctimas del modelo globalizador han sido desterradas de nuestra propia patria"
- "hemos perdido nuestro ser social"
- "el precio por la pérdida de la identidad suele ser demasiado alto"
Como ven, arranca con el clásico escepticismo epistemológico que sienta bien a cualquier presentación intelectual, sigue con definiciones y descripciones a tono con el nivel del paso anterior, desenvuelve el conflicto social como un proceso de expropiación y/o destrucción de la cultura y la identidad nacional, y termina tratando de sostener algo parecido a un "basta, no va mas", "tenemos que reaccionar". Podemos descartar rápidamente que sea el texto de un lacaniano, al menos de los que ese adjetivo suele designar como tales, ya que los mismos suelen ser mas afrancesados y utilizan un lenguaje mas rebuscado. Pero enseguida pensarían en alguien de la cultura, o quizás, en algún psicoanalista postfreudiano, o un sociólogo, etc. En suma, seguramente no lo perciban como algo extraño13.
Los dejo con la curiosidad 14 de ir a ver quién es el autor... y verán como cualquiera puede decir cualquier cosa y "está todo bien", verificaran hasta qué punto, entre los discursos que impregnan los circuitos de los medios de comunicación, no hay límites, no hay diferencias, es todo un mismo blablabla culturalista o lingüístico, un parloteo interminable y esterilizante.
4 - El corralito psicoanalítico
Llegando entonces al momento de las conclusiones, me parece que ese es el peligro al que se enfrenta "el psicoanálisis hoy".
Creo que ante el agujero en lo social, los psicoanalistas son convocados por el etablishment a participar de esa producción masiva de lo que, en el mejor de los casos, podríamos llamar filosofía política, pero que, en el fondo, no es mas que tratar de ocultar ese agujero con una retórica parlanchina y estéril.
A veces me sorprende ver lo difícil que le puede resultar a tantos intelectuales comprender algo tan sencillo como, por ejemplo, que la única manera de parar la escapada del dólar, la hiperinflación y la debacle económica, es expropiar al gran capital y poner bajo control de los trabajadores la banca, el comercio exterior y las empresas privatizadas, así como toda fábrica o empresa que quiebre o cierre (medidas todas incluidas hace mucho en los programas de las asambleas populares y en los programas de las asambleas nacionales piqueteras). En cambio, parece que cualquier elucubración sobre la identidad nacional y la cultura, o cualquier desvarío semántico al estilo de la "subjetividad judicial", parece atraparlos y seducirlos, como si fuera la expresión mayor de la civilización.
Comprenderán porque ya no nos sorprende que un gran sector de los psicoanalistas franceses haya considerado pertinente firmar, no solo a título personal, sino también, a título de sus instituciones "psicoanalíticas" 15, la declaración emitida, inicialmente, por la Sociedad de Ciencias de Francia, llamando a votar por Chirac porque era el "único candidato republicano".
Nótese, además, que este llamado explicito a votar por Chirac demuestra, por retroacción, que también habrían llamado a votar por Chirac o sus similares todas las veces anteriores, y que el cuento de la "neutralidad" no se sostuvo mas que porque el grado de las crisis políticas previas no los asustó tanto como para tener que mostrarse, como esta vez, en toda su impostura.
Creo que ese es el corralito en el que los psicoanalistas no deberían dejarse atrapar.
Y esto por una razón muy sencilla: participar de estas complicidades políticas no es algo que será sin costos. Lo que hoy parece un simple divertimento mañana será pagado caro en términos de una pérdida de transferencia de la gente hacia el psicoanálisis. Obviamente, esto nunca es generalizable en forma absoluta. Supongo que, si no siempre, al menos por mucho tiempo, habrá gente que se quiera analizar.
Pero dilapidar de esta forma la transferencia ganada ante la población, el capital acumulado de prestigio para el psicoanálisis, es algo triste y lamentable, al menos para aquellos que, por una razón u otra, queremos, o estamos comprometidos con el psicoanálisis.
Gracias por vuestra atención.
Notas
1 Psicoanalista. Ex profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Supervisor externo del Hospital Blas Dubarry. Director de la revista Acheronta. Director de PsicoMundo
2 Los Baedeker, eran unas guías turísticas muy conocidas en tiempos de Freud.
3 Una de las primeras cosas que aprendí, cuando comencé a estudiar a Freud y Lacan, es la importancia que tiene considerar una obra en su conjunto, tratar de sacar, de las contradicciones, sea en Freud como en Lacan, algo que pueda funcionar como síntesis, que responda o resuelva la contradicción, ver qué aporta un elemento a otro supuestamente contradictorio. Por ejemplo, no descartar un "primer" Freud en aras de un "último" Freud, o no descartar un Lacan del "esquema Lambda" en aras de un Lacan de los "nudos", y buscar mas bien que aporta cada uno al otro. Esa es una enseñanza que va, sobre todo, en el sentido de lo formal y de los conceptos. Pero más adelante también aprendí que a veces no tiene sentido preocuparse tanto por encontrar esa articulación, por buscar la coherencia, en insistir para que la obra se sostenga siempre, salvando todas sus contradicciones. A veces, puede rendir sus frutos tomar un pedazo y trabajar sobre ese pedazo, sin importar si otro pedazo eventualmente pueda ofrecer algún tipo de contradicción, incluso violenta (eventualmente el asunto será tomar después ese otro pedazo)
4 Ver en http://www.psicomundo.com/relatos
5 Demostrando una vez mas que de falsedad puede obtenerse verdad
6 Ver en http://www.psicomundo.com/libros/presentaciones/etificacion.htm
7 Jacques Derrida, en "Geopsychanalyse, Les souterrains de linstitution", Paris, éditions Confrontation, 1981.
8 Lacan con los filósofos, Biblioteca del Colegio Internacional de Filosofía, Siglo XXI Editores. Por la amenaza de Badiou de retirar su trabajo de la publicación del libro, los organizadores tuvieron que incluir en el mismo las cartas y debates que hubo.
9 El texto de Derrida, "Etats dame", es la exposición que hizo en ese encuentro
10 Relatos de la Clínica http://www.psicomundo.com/relatos
11 Ver presentación en http://www.psicomundo.com/libros/presentaciones/derrida.htm
12 Otra sería la situación en una asamblea piquetera, donde esa misma pregunta no solo no es original, sino que es planteada a menudo como una forma de abordar problemas prácticos y concretos que permitan desarrollar una estrategia política conducente a la caída de este régimen social (es decir, del gobierno de Duhalde, pero también del parlamento y otros órganos de poder) y a un gobierno de trabajadores.
13 ¿Cuanto no tiene de común con este texto la declaración del Movimiento Argentina Resiste, que firmó un gran número de intelectuales y psicoanalistas?
14 Para quienes ya no son auditores sino lectores, digamos que el autor es Anibal Fernández, el Secretario General de la Presidencia de la Nación, es decir, el vocero de este mismo gobierno que está hundiendo a la nación y su población en la mas espantosa catástrofe económica, social y .... cultural!!!
15 Un listado parcial de las mismas puede encontrarse en anexo