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Philippe Lejeune, en la introducción al repertorio de autobiografías que nos ofrece en su libro L´Autobiographie en France (Albin Michel, 1971) afirma que: "todas las obras que preceden las Confessions de Rousseau, y algunas que siguen inmediatamente la publicación de esta obra, figuran no como autobiografías en sí, sino que sólo sirven para esclarecer la prehistoria del género."
Esta afirmación ha sido matizada por el propio Ph. Lejeune en el Congreso Internacional sobre la Autobiografía celebrado en Córdoba, Octubre 2001, como demasiado normativa. En efecto, él mismo afirmaba en dicho Congreso: "No solamente elegí, para constituir el corpus de las autobiografías francesas, un modelo particular, el de las Confessions de Rousseau, sino que en este cuadro no dudé en fijar las normas de lo que debería ser una ¡"buena autobiografía"! 1. De ahí se deriva una serie de errores o insuficiencias, de los que poco a poco fui tomando conciencia: entonces creía que la autobiografía era una forma de ficción yo confundía ficción con narración-; estaba ciego para calibrar la importancia del nombre propio, etc. ... Después de 1971, la definición de la autobiografía que propongo permanece la misma, pero su función cambia: ya no es un instrumento para seleccionar sino un objeto para analizar."
Aunque el cambio de perspectiva de Lejeune ha cambiado, en lo que corresponde al "yo" expresado por la autobiografía y a la subjetividad expresada en ella, él sigue manteniendo sus posiciones. En realidad, la autobiografía de la que habla y analiza Lejeune es la autobiografía como canon autobiográfico. Como consecuencia de esto, la subjetividad que afirma Ph. Lejeune es la masculina 2.
Más en sintonía con mis posiciones teóricas con respecto a la subjetividad femenina expresada en la autobiografía escrita por mujeres, se encuentra Sidonie Smith que, situándose en la prehistoria del género, sostiene en su texto A Poetic of Women´s. Autobiographye Marginality and the Fiction on Self-Representation (Indiana University Press, 1987) lo siguiente: "los discursos culturales sobre el hombre nuevo que nacieron durante el Renacimiento y la Reforma posibilitan el relato autobiográfico. Este nacimiento es paralelo a la aparición del discurso sobre la individualidad del hombre, en el cual se reafirma la definición patriarcal de la mujer, y en donde ésta funciona como el reflejo de dicha individualidad."
En efecto, a través de su individualidad, el hombre, el autobiografo, descubre y perfecciona su propia forma. El "yo" autobiográfico es pues considerado un Sujeto definido como varón y masculino. La consecuencia que esto conlleva, según Sidonie Smith, es el reconocimiento del "yo" autobiográfico en el orden fálico. La autobiografía, como discurso cultural en el interior de la institución literaria, se encarga de esta manera de la reproducción del sistema ideológico genérico-sexual de nuestra Cultura.
En lo que respecta a la autobiografía femenina, el sujeto narrador que ésta expresa se caracteriza por un doble registro: por la "reproducción" 3 de la subjetividad masculina, en la medida en que la "subjetividad femenina" se inserta en lo "Simbólico"; y por la "producción" de una "subjetividad femenina", que desbordaría la subjetividad manifestada por el canon autobiográfico. Ciertamente, Jeanne Hyvrard en la página 31 de su libro Mère la Mort (Minuit, 1976), lo dice en efecto mejor que yo.
Mon corps m´est étranger. Ils disent que je dois le soigner en attendant de le remettre à son propriétaire. Ils me donnent un nom provisoire. Une signature provisoire. Une identité provisoire. 4
Siguiendo el hilo de este doble registro: "reproducción" y "producción", y de la ambigüedad que lleva consigo la representación de lo irrepresentable femenino, llevaremos a cabo en estas páginas una reflexión sobre la categoría de "borde" y su relación con la "subjetividad femenina" autobiográfica.
Para J. Derrida, la noción de "borde", introducida en el campo de la autobiografía como límite entre una vida y una obra, no está clara ya que el "borde" atraviesa el cuerpo y el corpus de un autor. Según Derrida, el "borde", como cruce entre el cuerpo y la obra de un autor, no ha sido nunca interrogado por una lectura de las autobiografías inmanente o empirico-genética. Es evidente que no se puede separar la vida y la obra de un autor de manera radical, por esta razón Derrida nos propone comenzar a pensar la autobiografía de forma diferente: tomando como perspectiva la existencia de un "borde paradójico", que separe, una y atraviese al mismo tiempo el corpus y el cuerpo. En este sentido, el " yo" está siempre en la "falta", atravesado por un "otro" que hace del relato autobiográfico un discurso paradójico, sin que la consecuencia de ello tenga que ser su disolución. Derrida no propone en efecto, la disolución del relato autobiográfico, pero está claro, que en su posición teórica se encuentra expuesta la problemática del "nombre" y de la "firma" 5, olvidada por Lejeune en su libro L´Autobiographie en France" (1971).
Volviendo a la autobiografía femenina, y considerándola desde la perspectiva del "borde paradójico", es decir, desde la relación entre un cuerpo, entendido como experiencia de una vida y su obra, la subjetividad expresada por el "yo" narrador de la autobiografía femenina no puede estar exclusivamente sometida al discurso del Amo, ya que está igualmente cruzada y atravesada por el "otro" como "falta" 6. En el sentido más patriarcal y patológico de lo "otro" como "Mismo" lo expresa Jeanne Hyvrard: Je guérirai si je trouve mon identité. Mais je suis plusieurs. (p.47)7
En el seno de este juego dialéctico entre un "yo" hembra y femenino sometido jerárquicamente en su relación con el Amo y su intento de liberarse de dicha jerarquía, se sitúa el "borde paradójico" de la autobiografía femenina.
En lo que respecta a la problemática del "nombre" y la "firma", la subjetividad autobiográfica femenina se manifiesta por "la llegada a" y por la "inserción del "sujeto femenino" en el orden fálico. Concebido de esta manera, el "yo" femenino se inscribe en la genealogía paterna a través de la cual se legitima y legitima su lugar de "borde paradójico" . La consecuencia de esta inscripción en el Logos es la desaparición y el "refoulement" de la genealogía materna, es decir, la desaparición en los discursos culturales de la relación originaria del niño o la niña con la madre. Como consecuencia de esto, la "parte" de subjetividad femenina no mediatizada por la presencia del "otro como "Mismo" se manifiesta en la superficie del discurso autobiográfico como un relato de los síntomas de una vida transformada por el psicoanálisis en un "relato de cura" o lo que es lo mismo en el relato de una autobiografía psicoanalítica.
A través de la represión histórica ejercida sobre el mundo interno y externo de las mujeres, la subjetividad autobiográfica ejerce al igual que otros discursos, un poder sobre el lado incontrolable e innombrable lo femenino- de la experiencia humana.
La literatura francesa escrita por mujeres nos ofrece ejemplos clarificadores al respecto de la "colonización" de la identidad femenina por el "otro" jerárquico. En su libro Obsession Blanche (Stock, 1981) Valérie Valère afirma: "Él trabaja a tu autobiografía (...) Pero el libro es mío y no vuestro". (p.189)
A pesar del esfuerzo ejercido por la subjetividad masculina sobre la femenina, esta última mantiene en los discursos culturales una presencia silenciosa, "réfoulée" por el Logos, que amenaza con irrumpir en el orden narrativo de la autobiografía, y desestabilizar la ficción del monopolio de la identidad masculina que se inscribe en ella.
Después de haber abordado la subjetividad femenina desde el punto de vista del "borde paradójico", nos vamos a situar ahora en el sentido de su "producción". La creación o producción de una subjetividad femenina y de modelos de representación femeninos que lleva consigo, introduce en el texto autobiográfico otro elemento a tener en cuenta, además del "borde paradójico". Esta introducción es paralela al desorden que provocan los textos escritos por las mujeres en la tradición literaria. Se trata en efecto, de una alteración, pero de una alteración acrecentada por la escritura de autobiografías psicoanalíticas o "relatos de cura". Estos textos muestran de manera evidente la experiencia de la búsqueda que lleva a cabo el sujeto narrador en su subjetividad, pues es evidente que una mujer sumergida en su propia subjetividad desborda la pseudo-subjetividad de ella misma inscrita en el orden fálico.
La subjetividad femenina que muestra la autobiografía escrita por las mujeres se sitúa en el discurso literario autobiográfico, por lo que hemos considerado el "borde paradójico", entre la "colonización" y la "liberación". 8 En su duplicidad desbordante, la subjetividad femenina de la autobiografía se caracteriza en su relación con la subjetividad autobiográfica tanto por una "falla" como por un "surplus". 9
La paradoja situada en el "borde" y sus elementos constitutivos toman, en cuanto a la subjetividad femenina, la figura de una máscara compuesta de la presencia virulenta del "otro" como monopolio y por la ausencia de sí. Una presencia que embruja la voz nueva de la "subjetividad femenina " a través de un lenguaje que la mujer, y la autobiografía femenina, se apropian, y que al mismo tiem po es instrumento de su represión.
La autobiografía femenina nos envía a la existencia de una "Krisis" en el sentido griego del término, es decir, a la duda de un sujeto frente a la acción necesaria para su liberación, y a un "conflicto" entre la "subjetividad femenina" y el poderío fálico. La existencia de una "Krisis" y de un "conflicto" se manifiestan de forma clara en la autobiografía psicoanalítica Les mots pour le dire (1975) de Marie Cardinal. En ella, ya en el título, aparece lo que llamaremos "una obligación de decir" lo que no es dicho por el poder fálico y una "finalidad en el decir" en el sentido didáctico del término que es el de la creación de representación femenina, "subjetividad femenina", en los discursos culturales. La "krisis" y el "conflicto " se plantean también en el plano de la ética.
En cuanto a la categoría de "surplus", que ya hemos definido anteriormente, es entendida en estas páginas como un "resto", como la imposibilidad de representación del "sujeto femenino" en el Discurso e n tanto que sujeto de su propio deseo. Pero esto no impide a las escritoras de crear representación, pues todas ellas comienzan a avanzar muy tímidamente hacia en centro de la escena cultural, aún siendo consciente de que la posibilidad de inscripción de su deseo en el orden del Discurso es extremadamente precaria. En efecto, para una mujer en general y para una escritora en particular, mostrar, recrear e interpretar su vida en público es señal de una profunda transgresión en relación con las normas culturales. Pero la verdadera transgresión para una mujer está en el acto de escribir, y sobre todo de escribir sobre ella misma.
La autobiografía femenina, al igual que el relato de cura o autobiografía psicoanalítica, desvela de esta forma el lado más oscuro, el "continente negro" del "sujeto femenino" , que se sitúa en el lado "réfoulé" de nuestra Cultura. La mujer que escribe su autobiografía está obligada a unir dos universos: por una parte, al que ella pertenece y la condiciona a una ficción que le es extraña `para sí misma y, por otra parte, ella debe luchar para crear un mundo propio, lleno de sentido de ella misma. Es pues en la manera de unir estos dos universos en donde se encuentra lo que Nancy Miller (1980) 10 llama la "especificidad de la visión retrospectiva femenina."
En efecto, la lucha de la autobiografía femenina para llegar a la expresión de la doble identificación del "sujeto femenino" y de la subjetividad femenina, es decir, entre la narración del padre y la de la madre, implica la inscripción del "sujeto femenino" autobiográfico en el discurso literario. Esto supone una apertura de nuestra Cultura a la presencia transgresora de la voz femenina cuya consecuencia es un cambio de la estructura autobiográfica, de las estrategias retóricas y de las preocupaciones temáticas impuestas por el canon autobiográfico.
En cuanto al texto, importa poco el grado de compromiso aceptado por la mujer escritora de autobiografía en cuanto a su autorepresentación. Más interesante est la importancia transgresora que reviste para una mujer el acto de escribir y la posibilidad de autorepresentación que ella misma se otorga por medio de este acto cuando se convierte en público, pues, dicho acto cuestiona las ideas y las normas del orden fálico y representa un desorden que nos hace descubrir un deseo femenino que se apropia el poder de autocreación que la Cultura logofalocentrica ha puesto históricamente en manos de los hombres. Dándose ese poder, la escritora cuestiona el derecho a la paternidad y a la autoridad adánica de nuestra Cultura, en cuanto a la posibilidad que esta tiene de crear a la "mujer" y de nombrarla. Por esta razón, la autobiografía femenina, como relato que engendra la autorepresentación pública de una mujer se transforma en una "narración herética" , según la expresión de Lucy Snowe (1980).
Desde una perspectiva historicista, la ausencia de la autobiografía femenina como categoría creadora de canon en el discurso literario 11 nos señala la tensión existente entre las posibilidades genérico-literarias y la del sistema genérico-sexual. Inversamente, otra de las maneras de producir la ausencia histórica de la autobiografía femenina consiste en borrarla de la gran tradición literaria autobiográfica ya que es el hecho mismo de borrarla lo que define esta tradición. De esta forma, la entrada de la autobiografía femenina, con su doble registro de "borde" y " surplus paradójico" en el discurso literario, supone la corrosión de la noción de creación artística e intelectual que la autobiografía, entendida como discurso de lo que la mujer no habla, ha impuesto, e implica también la erosión de la autoridad autobiográfica. Des esta manera y de forma definitiva, podemos afirmar hoy que la autobiografía femenina cuestiona las ficciones del Poder y las fuentes de autoconocimiento que privilegia la propia autobiografía. Es evidente, que la autobiografía femenina debe ser concebida como una categoría a tener en cuenta en los discursos de Poder, así como en el seno de la Historia de la Literatura.
Notas
1 La exclamación es del propio Lejeune.
2 Ante mi pregunta sobre si existía una relación diferencial de la subjetividad de las mujeres en relación con la escritura autobiográfica, su respuesta fue muy "a la gallega", enviándome a mis propias respuestas, que seguramente son muy diferentes a las suyas.
3 Las categorías de "reproducción" y de "producción" y "borde" provienen del lenguaje derridiano.
4 "Mi cuerpo me es extranjero. Ellos dice que debo cuidarlo a la espera de devolverlo a su propietario. Provisoriamente me dan un nombre. Una firma. Una identidad provisoria." La traducción de todo los textos del francés es mía."
5 Mi trabajo sobre la importancia de la utilización de los seudónimos como acción político-sexual en el interior del Mouvement de Libération des Femmes (M.L.F.) en Francia, me posiciona a favor de la disyunción entre el "nombre" y la "firma" en lo que respecta a las identidades femeninas.
6 Lo "otro" entendido como lo que completa la "falta", sin que por ello se tienda a la completud, sino que es a su vez generador de "otro" pues la "falta" se mantiene.
7 A hacer notar que la palabra "plusieurs" no tiene femenino en francés. "Yo me curaré si encuentro mi identidad. Pero yo soy muchas".
8 Durante los años 70 en Francia no se hablaba ni se reivindicaba un movimiento de mujeres emancipatorio característico del feminismo del XIX, sino de un movimiento de liberación. En esta época, la producción de textos autobiográficos escritos por las mujeres era muy considerable. En este sentido podemos ver por ejemplo a Jeanne Hyvrard, Marguerite Duras, Albertine Sarrazin, Chantal Chawaf, Monique Wittig, Nathalie Sarraure y un largo etc. Bien que estos textos no sigan el canon autobiográfico en su sentido más estricto, la expresión de la experiencia personal y la narración en primera persona ocupan un lugar muy importante en la obra de las autoras citadas.
9 "Surplus " lo que desborda el "borde paradójico" que es el lugar en que se sitúa la "subjetividad femenina".
10 MILLER, Nancy K. "Women in autobiography in France a Dialectics of Identifications" en Women and langages in Literature and Society, New York, Paeger, 1980, p.266.
11 Históricamente, han existido mujeres que han hablado de sí mismas, pero han sido consideradas en la historia de la literatura como excepción a la regla. A nuestro entender, no se trata de establece una historia de las excepcionalidades femeninas, sino la constatación de una ausencia, la de la categoría "autobiografía femenina", como elemento creador de discurso sobre la subjetividad femenina en la Historia de la Literatura.