Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La adivinación en sus relaciones con la posición paranoica
Alberto Sladogna

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Yo sostengo y sostendré, sin ambigüedad —y creo estar en la línea de Freud haciéndolo— que las creaciones poéticas engendran más de lo que reflejan de las creaciones psicológicas.

Jacques Lacan, 4/03/1959

 

Todo fenómeno analítico, todo fenómeno que participa del campo analítico, del descubrimiento analítico, de aquello con que tenemos que vérnosla en el síntoma y en la neurosis, está estructurado como un lenguaje.

Jacques Lacan, 14 de marzo de 1956

Adivinación en la paranoia

Es un lugar común en el terreno de la psiquiatría, y en el del psicoanálisis localizar aquí y allá, en las manifestaciones de pacientes paranoicos ciertas formulaciones que reciben o pueden recibir el nombre de adivinación. Se trata de frases o proposiciones que provienen de esos pacientes relacionadas con su entorno familiar e incluso con el medio ambiente de la cultura a la cual pertenecen. En las líneas que siguen trataremos de abrir el campo de interrogaciones que esa actividad adivinatoria, característica del paranoico, dejan para la experiencia y la doctrina del psicoanálisis

La ficción de la transmisión

Jacques Lacan, un psicoanalista, transmitió las consecuencias doctrinarias de su experiencia, incluida sus experiencia en el tratamiento de pacientes psicóticos. Conviene recordar que el psicoanalista francés no dejo de realizar actividades clínicas en el Hospital de Sainte-Anne, de hecho, casí hasta el final de su vida. No dejo de lado el lugar donde inicio sus investigaciones sobre la locura, en particular la paranoia y los cambios necesarios para que el psicoanálisis pueda encarar un tratamiento posible de esos padecimientos. En su seminario oral El deseo es su interpretación (1958/1959) 1, constataba el lugar de la ficción en la transmisión de lo no transmisible: la experiencia. En efecto, la articulación de cada cura con la doctrina dibuja un trazado asintótico. Se genera, entonces, aquí y allá una falta de correspondencia término a termino de una con la otra.

A través de la ficción contenida en la práctica de la adivinación nos proponemos estudiar una singularidad de orden clínico presente en la experiencia paranoica en el psicoanálisis y en la vida social. Es posible que esa ficción permita abrir la formulación de que algo – la paranoia, entre otros sucesos- está estructurada en forma de un lenguaje. La práctica esotérica de la adivinación no es de nuestro interés, esa práctica además no requiere de ningún aval psicoanalítico para tener una gran masa de seguidores y creyentes, tal parece que esas prácticas tienen un mayor despliegue a mayor desarrollo de los avances de la ciencia. El saber esotérico no parece ser interesante, sin embargo, si es pertinente estudiar con cierto detalle la estructura de las prácticas de la adivinación.

En el inicio está el caso

Corresponde colocar en el inicio de esta presentación algunos testimonios que provienen del campo de la clínica:

1.- En el transcurso del caso Schreber, Freud nos informa de lo siguiente:

Agregaré una pequeña pieza del historial clínico que no es debidamente apreciada en los dictámenes, a pesar de que el propio enfermo hace todo lo posible para situarla en el primer plano.

Aquí deja en claro algo: hay que darle lugar, todo el lugar necesario a la insistencia que proviene del caso, de la insistencia del "enfermo" en este caso. ¿De que trata la insistencia de Schreber? Una insistencia no apreciada por los "dictámenes":

Me refiero a la relación de Schreber con su primer médico, el consejero privado profesor Flechsig, de Leipzig.. Desde entonces las persecuciones se vuelven cada vez más tolerables, y el carácter ignominioso de la emasculación que lo amenaza es relegado, por responder ella a una finalidad del orden del universo. Ahora bien, el autor de todas las persecuciones es Flechsig, quien sigue siendo su maquinador... ¿Cuál fue en verdad la fechoría de Flechsig y a qué motivo respondió? El enfermo nos lo cuenta con la imprecisión e inaccesibilidad características que se pueden considerar rasgo distintivo de todo trabajo de formación delirante particularmente intenso, si es lícito apreciar la paranoia siguiendo el modelo del sueño, que tanto más familiar nos resulta. Flechsig ha perpetrado o ha intentado un «almicidio» en el enfermo, acto este que tal vez quepa asimilar a los empeños de Lucifer y los demonios por apoderarse de un alma, y quizá tuviera su modelo en procesos ocurridos entre miembros ha mucho fallecidos de las familias Flechsig y Schreber (22 y sigs.). Querríamos averiguar más sobre el sentido de este almicidio, pero aquí se nos vuelven a denegar las fuentes de manera tendenciosa: «Salvo lo ya indicado, no puedo decir en qué consiste la genuina naturaleza del almicidio ni, por así decir, la de su técnica. Acaso sólo cabría agregar aún. . . (sigue un pasaje de publicación inconveniente)» (28). A raíz de esta omisión no queda para nosotros en claro qué se entiende por ‘almicidio’. 2

Cómo podemos explicar las causas que permiten a un loco, en este caso a un paranoico o incluso un esquizofrénico 3¿cómo explicar su anticipación respecto de lo que pondría en práctica las políticas de " salud" del régimen nazi? La emasculación es una forma singular de practicar la eugenesia, a eso se añade que Schreber en su delirio adivinaba aquello que hoy está de regreso como forma de encarar problemas de salud llamada reproductiva. Aquí, se lee que Schreber en su delirio adivinaba el "futuro", en términos de Freud diríamos: Gedankenverraten [revelación del pensamiento]. Su adivinación no carecía de apoyo material en el mundo de los signos que constituyen tal o cual formación cultural. El Doctor Paul Flechsig publicó antes de su encuentro con Schreber varios artículos, el escritor Roberto Calasso en El loco impuro [Marymar, Bs.As, 1977] informa que:

Unos diez años antes de la internación de Schreber en la clínica universitaria de Leipzig, Flechsig había introducido una nueva ginecología metódica para la terapia de las psicosis y de la histeria, sobre la informó en una comunicación de 1884: Zur gynaekologischen Behandlung der Hysterie [Para el tratamiento ginecológico de la histeria], publicada en el Neurologisches Centralblatt, III, número 19 y 20...A Flechsig le pareció ‘justificado esperar por medio de la de una extirpación de los ovarios se podrían eliminar las exacerbaciones premenstruales. Basándose en estas consideraciones el 10 de julio se procedió a la castración" 4.

El delirio de Schreber contenía unos gramos de verdad provenientes del campo del Otro. Su texto fue escrito entre 1900 y 1902, publicado en 1903, treinta años antes de que las leyes eugenésicas y de esterilización fueron aprobadas durante la república de Weimar, en el estado de Prusia, en ese momento gobernado por un socialdemócrata, el proyecto fue elaborado por genetistas, médicos higienistas, psiquiatras de gran renombre, varios de los cuales más tarde a consecuencia de sus orígenes judíos debieron emigrar. En México, en el Estado de Veracruz , en los años treinta fue aprobada una ley eugenésica que regulaba la esterilización de alcohólicos, esquizofrénicos, maníacos depresivos 5; en esa década se funda una asociación cuya Revista de la Sociedad de Eugenesia (1941) proponía la esterilización para frenar la reproducción de "orates ". Un lector de sus ejemplares se llevará una sorpresa al constatar quienes escribían o participaban de las actividades de esa sociedad6 .

¿De dónde proviene esta posibilidad de adivinar? Kreschmer, Myers y Jacques Lacan coincidían en subrayar que la paranoia es una réac-tion aux situations vitales, situaciones vitales del paranoico en el marco de la colectividad. Lacan proponía definir al delirio de interpretación por su forma –o sea por su imagen descriptiva-: Le délire d'interprétation est un délire du palier, de la rue, du forum.[El delirio de interpretación es un delirio del pasillo, de la calle, del foro] (1931) ¿Será excesivo apuntar su carácter de presentarse como un delirio del hecho colectivo?

Segundo testimonio clínico: Ernst Wagner, cuyo caso fue el sustento de una teoría de la paranoia elaborada por quien fuera su psiquiatra el Dr. Robert Gaupp, la noche del 3 al 4 de septiembre de 1903, mató a su mujer, y sus cuatro hijos, y luego hace una incursión donde masacra a otras 9 personas en una localidad cercana. Él se proponía eliminar a los habitantes de sexo masculino de ese pueblo debido a que ellos hacían chismes y burlas de sus prácticas sexuales – la sodomía: practicar el sexo con animales-. La masacre la llevo a cabo en 1913 y treinta años después, en 1938, declaraba a su médico:

Que son algunas centenas de muertos, en comparación con mi sufrimiento. (...) Se habla tanto de limpieza eugenésica, yo actué y llevé a cabo limpieza eugenésica práctica. Ernst Wagner (marzo de 1938, Conversación con el médico acerca de sus crímenes)7

Si los actos de este paranoico fueron locos qué decir de su adivinación practica de una política eugenésica puesta en marcha por el colectivo al cual él pertenecía. Es dramático subrayar que el único trazo de identificación reconocido por él fue la eugenesia, un trazo compartido con su comunidad a partir de que él y otros lo elevaron a un trazo del Ideal del yo.

Tercer testimonio clínico: Una de las observaciones de Paul Sérieux y Joseph Capgras, nos informa que:

Cuanto más insignificantes parece el hecho a los ojos de cualquier persona, mayor es su perspicacia. Donde otros no ven más que coincidencias, gracias a su clarividencia interpretativa, ellos saben desenredar la verdad y las relaciones secretas de las cosas. Esta disposición para adivinar las alusiones ocultas, para comprender las insinuaciones y las palabras de doble sentido, para interpretar los símbolos, confirma a los enfermos su buena opinión sobre su sutileza: "Comprendo, -aseguran- aquello que nadie más comprende

Desde este punto de vista, dos enfermas de Regis son típicas."Ciertamente –dice la primera- creo que esta agudeza que mi mala estrella me dotó, y que me empuja siempre a ver en la corteza qué hay debajo de ella, vale más vivir sola o lejos". La segunda construye una historia con el mínimo hecho; las expresiones "por lo que parece", "por lo que entendí", "por la manera en que adivine", aparecen a cada rato en su conversación. "Me basta una palabra –indica- para comprender toda la idea que usted quiere desarrollar"...Un perseguido se enteró de que habían instalado una lámpara con sensor junto a la entrada del lugar donde se alojaba; se quejo de que ahora pretendían censurarlo8 ".[El subrayado es mío].

Los interpretadores razonantes al describir su forma de leer, ofrecen los criterios mínimos para construir las estructuras mediante las cuales ellos adivinan aquello que otros dejan pasar sin darle importancia. El lector recordará que así comenzó Freud con sus textos canónicos: La interpretación de los sueños, Psicopatología de la vida cotidiana y El chiste y su relación con lo inconsciente . Un hilo rojo recorre esos textos: estudiar aquello que muchos viven y dejan pasar de largo sin notar su lugar para la vida que viven. Además, en no pocas ocasiones, se toma al psicoanalista, con justa razones, por un interpretador desenfrenado, en todos lados ve el complejo de X o de Y. La interpretación ha sido y sigue siendo uno de los criterios adoptados por la cultura para dar cuenta de la eficacia del psicoanálisis. Y cuándo en el curso de una sesión una interpretación dibuja un deseo por realizarse ¿qué relación guarda con la adivinación de un futuro inmediato?

Cuarto -y último- testimonio clínico:- Se trata de una observación clínica de Sigmund Freud respecto de la adivinanza:

Tenemos, por ejemplo, el fenómeno de la inducción o transferencia {Ubertragung} del pensamiento, muy vecino a la telepatía y que en verdad puede unirse a ella sin forzar mucho las cosas. Enuncia que ciertos procesos anímicos que ocurren en una persona -representaciones, estados de excitación, impulsos de la voluntad- pueden trasferirse a otra persona a través del espacio libre sin el empleo de las consabidas vías de comunicación por palabras y signos. Comprenden ustedes cuán maravilloso sería, y acaso también cuánta importancia práctica tendría, que algo así ocurriera efectivamente... En el curso del tratamiento psicoanalítico de pacientes he tenido la impresión de que la actividad de los decidores profesionales de la suerte esconde una favorable oportunidad para emprender observaciones exentas de objeción sobre la trasferencia del pensamiento9 .

Freud en forma elegante y haciendo una disimulación honesta frente a la censura "científica" – el peligro de acusar al psicoanálisis de ser una ciencia esotérica- deja para que el lector teja y desteja los componentes donde la adivinación , echar la suerte, se articulan, quizás, con la única actividad propia de un análisis: la transferencia.

Con estas constataciones propongo interrogar las posibles articulaciones entre la adivinación con la suposición paranoica. Para ello sitúo esta proposición al resguardo de algunas coordenadas formadas que permitirán localizar las aristas del tema a interrogar. A la manera de axiomas mínimos ellas son la condición de posibilidad de esta investigación10.

Sin renunciar al apoyo lógico del axioma, también tomaremos en cuenta un hecho del campo de lenguaje, axioma proviene del griego y al pie de la letra indica: digno de estimación. Estos axiomas, para quienes solicito del lector la dignidad de su estimación son tres: a.- el campo humano está constituido por un mundo de imágenes, un conjunto de símbolos y una cantidad de efectos reales con los cuales la colectividad construye a sus miembros; b.- la articulación de los componentes imaginarios, simbólico y reales de cada quien se articulan a través de un elemento santomático; c.- La colectividad le impone 11 a sus miembros resolver los enigmas que esas dimensiones le provocan: de ¿dónde venimos?, ¿Quiénes somos?, ¿Adónde vamos?. ¿Qué quiere la colectividad de mí? Este último es el enigma por excelencia de una forma de la normalidad, la paranoia 12. Estos axiomas mínimos constituyen el campo donde es posible esperar una acción del psicoanálisis, se trata de un conjunto, de un campo estructurado como un lenguaje, o para ser más precisos, en forma de un lenguaje.

A partir de este campo en forma de lenguaje es factible estudiar la adivinación en sus relaciones con la paranoia y su suposición. El paranoico como lo indican, una y otra vez Paul Sérieux y Joseph Capgras se encuentra concernido por la colectividad, por la colectividad a la que pertenece. El carácter normal lo dan los autores cuando constatan que:

Hablamos de las psicosis constitucionales que no modifican la personalidad aunque sí conforman su exageración y no dan lugar a la debilidad intelectual...La interpretación delirante difiere de la idea delirante en que es completamente inventada o, por lo menos, no se deduce de un hecho observado...la primera se inicia en un punto exacto...tomemos el caso de un enfermo que supone haber escuchado algunas palabras o injurias proferidas en su contra; en realidad, estas palabras fueron pronunciadas...¿Bastaría con decir que la interpretación delirante es absurda e inaceptable para la gente espiritualmente sana? De ningún modo. Numerosas interpretaciones delirantes, más verosímiles que muchos errores, atraen la atención de personas sensatas e inteligentes 13.

Entonces el interpretador delirante no merece el epíteto de alienados, en el sentido etimológico del término (alienus, extraño, extranjero), puesto que ellos permanecen en relación con el medio y conservan su aspecto normal (Op. cit. p.23). La exquisita clínica de los autores tiene una precisión de enorme orientación para abordar los casos que presentan esas propiedades: El estudio siguiente se refiere únicamente a los interpretadores, en quienes –más que en otros enfermos- se manifiesta la extraña asociación entre razón y locura, con lo cual merecen el calificativo de "locos razonantes" (p.26) De ahí que la paranoia frente a la normalidad establecida mantiene las mismas relaciones que la paradoja con la verdad. (Paradoja: del griego, para, contra o fuera, y doxa, opinión, «contrario o ajeno a la opinión habitual»)

El acierto de Sérieux y Capgras sostiene un problema clínico de bastos alcances: la paranoia es un estilo de cuestionar la opinión común pues sostiene enunciados, sin más, de algo que razonablemente va contra la opinión común. La paranoia indica su dirección, ella se dirige (y / o la dirige) una búsqueda de la verdad, de ahí que requiera una ruptura con el sentido común o la doxa (doxa, procedente del verbo dokeo, opinar, creer). La opinión o doxa es una creencia que puede sostenerse más o menos motivadamente pero que no ofrece pruebas ni garantías de su validez (no está demostrada) y, por tanto, puede estar sometida a discusión y a duda. Entre los griegos designa el conocimiento que no posee las características de la episteme. Parménides opone a la doxa la vía de la verdad, la primera es una vía falsa que se apoya en opiniones de los mortales, «de apariencia verosímil». Platón considerará que la doxa es el tipo de conocimiento inseguro e incierto que corresponde al mundo visible, a diferencia del conocimiento científico ( episteme) y del conocimiento racional del mundo de las ideas en general (noesis). Hoy, es sabido, que cuando la psiquiatría francesa descubrió las locuras compartidas sufrió una crisis: ¿quién dice la verdad: el alienado o el interrogador, es decir, el alienista que lo entrevistaba? 14 Aquí era necesario el psicoanálisis que no necesita renegar de una u otra, sino de darle lugar a la una con la otra. Es el lugar que tiene en la experiencia analítica el hecho de que en muchas ocasiones el paranoico llega acompañado de una opinión –una doxa- que lo diagnóstica como "loco", un diagnóstico que el analista ni confirma ni descarta, sino que , que, a veces, lo orienta.

Un fragmento de Parmenides le da a esta postura analítica una consistencia compartida por otros campos, en este caso, la cuna de la filosofía en Occidente:

Bienvenido seas, joven a quien acompañan las aurigas inmortales, y a quien este carro trae hasta mi morada. Porque no es una suerte funesta la que te hizo tomar este camino tan alejado de los caminos frecuentados por los mortales, sino el amor a la justicia y a la verdad. Es necesario que aprendas a conocerlo todo, tanto el inconmovible corazón de la bien redondeada verdad, como las opiniones de los hombres. A éstas no hay que concederles ninguna convicción verdadera. No obstante, es necesario que las conozcas también, a fin de saber por medio de una información que lo abarque todo, qué juicio debes formarte sobre la realidad de estas opiniones.)

El método del sueño de Sigmund Freud

Veamos como procede la lectura onírica:

Primero, algunos ejemplos de modos de figuración onírica particularmente curiosos o inhabituales. Una dama sueña: Una mucama está sobre una escalera como para limpiar una ventana y tiene junto a sí a un chimpancé y a un gato gorila {Gorillakatze} (después corrige: gato de Ailgora {Angorakatze} ). Echa los animales encima de la soñante; el chimpancé se estrecha contra ella, y eso es muy asqueroso. Este sueño ha alcanzado su fin por un medio en extremo sencillo; en efecto, ha tomado al pie de la letra un giro idiomático, figurándolo según suenan sus palabras. «Mono», y los nombres de animales en general, son palabras insultantes {Schimpfwörter; Schimpanse: chimpancé}, y la situación onírica no quiere decir sino «cubrir de insultos» {«cubrir de chimpancés»}. Dentro de la misma serie vendrán enseguida otros ejemplos de este simple artificio usado por el trabajo onírico15.

Freud extrae de ello una consecuencia:

A los fines de la figuración en el sueño la ortografía ceda con mucho a la pronunciación no ha de asombrarnos, pues la rima, por ejemplo, se toma libertades semejantes. (S. Freud, op.cit., p.408)

Y ahora encontramos algo que está en línea directa con nuestro tema:

En otros casos el lenguaje facilita mucho al sueño la figuración de sus pensamientos, pues dispone de toda una serie de palabras que originariamente se entendieron de manera figural y concreta y hoy se usan en sentido desvaído y abstracto. El sueño no tiene más que devolverles su pleno significado primitivo, o descender un peldaño en la evolución de su significado. Por ejemplo, alguien sueña que su hermano está dentro de una caja {Kasten}; en el trabajo de interpretación la caja se sustituye por un «armario» {«Schrank»; en sentido abstracto, también «barrera» o «restricción»}; ahora bien, el pensamiento onírico es que ese hermano -y no el soñante- debe «restringirse» {«sich einschränken »}. [1909]... Requeriría un trabajo especial reunir esos modos de figuración y ordenarlos de acuerdo con los principios que los presiden. [1909]. Muchas de estas figuraciones han de llamarse casi retruécanos. Se tiene la impresión de que nunca se habría acertado con ellas de no haber sabido comunicarlas el soñante [1911]. (S. Freud, op.cit., 408/409)

Sólo subrayo un hecho: un soñante tiene un sueño que dice algo respecto de otro, en este caso su hermano ,quien debe "restringirse" ¿Cómo es posible que el inconsciente del soñante adivinará algo que afectaba a otro? Razones de orden de la verosimilitud ante el público, en particular, el público científico, llevan a Freud, a disimular, le atribuye a otro – la superstición- aquello que él soñante le comunica a él. Y va de suyo que existe una estrecha cercanía entre profecía y adivinación, ambas anticipan un hecho del futuro. Freud extrae , sin embargo, una conclusión que no proviene de los materiales oníricos que él analiza:

Si cotejamos estos ejemplos y otros parecidos (como los que después expondremos estamos autorizados a decir: El trabajo onírico no hace cuentas ningunas, ni correctas ni erróneas; se limita a componer en la forma de un cálculo unos números que aparecen en los pensamientos oníricos y pueden servir como alusiones a un material no figurable [de otra manera]. Trata entonces a los números como material para la expresión de sus propósitos; es exactamente lo mismo que hace con todas las otras representaciones, aun con los nombres y los dichos reconocibles en calidad de representaciones-palabra. Es que el trabajo onírico tampoco puede crear un dicho. Por más dichos y réplicas que aparezcan en los sueños, y que en sí pueden tener sentido o ser irracionales, el análisis muestra en todos los casos que el sueño no ha hecho sino tomar de los pensamientos oníricos fragmentos de dichos realmente pronunciados u oídos, procediendo con ellos de manera en extremo arbitraria. No sólo los arrancó de su contexto y los fragmentó, acogió unos fragmentos y desestimó otros, sino que con harta frecuencia los compuso de nuevo, de tal suerte que los dichos oníricos que parecen coherentes se descomponen en el análisis en tres o cuatro trozos. En este uso nuevo, a menudo deja de lado el sentido que las palabras tenían en los pensamientos oníricos y presta a su literalidad un sentido por completo novedoso. (ver nota) (S. Freud, op.cit., p.419)

Lo único que ahora estamos en condiciones de afirmar es que esa explicación deja de lado el sueño donde un hermano sueña sobre la "restricciones" de otro hermano. El soñante aquí "adivino" aquello de lo cual su hermano no lograba darse cuenta, su hermano no se daba color respecto de sus restricciones.

Si nos guiamos por la forma en que están editados los escritos de Freud, veremos que después de su obra princeps, La interpretación de los sueños, se encuentra una breve resumen de la misma Sobre el sueño(1901) y pegada temporalmente a éste, se abre ante nosotros Psicopatología de la vida cotidiana . Allí se encuentran expresadas ciertas hipótesis de alto contenido teórico que pese a su corrección, quizás a su exactitud, no dejan lugar para acontecimientos que requieren de otro tipo de explicación. Se trata del determinismo psíquico:

Si a ciertas insuficiencias de nuestras operaciones psíquicas -cuyo carácter común precisaremos enseguida- y a ciertos desempeños que parecen desprovistos de propósito se les aplica el procedimiento de la indagación psicoanalítica, demuestran estar bien motivados y determinados por unos motivos no consabidos a la conciencia... Cuando desdeñamos una parte de nuestras operaciones psíquicas por considerar que es imposible esclarecerlas mediante representaciones-meta, estamos desconociendo el alcance del determinismo en la vida anímica. En este ámbito, como en otros, tiene más alcance del que sospechamos. En un artículo del historiador de la literatura R. M. Meyer, publicado en 1900 en Die Zeit, hallé expuesta e ilustrada con ejemplos la tesis de que no se puede componer deliberadamente y mediante el libre albedrío un absurdo 16.

No hay azar, toda está determinado, en principio esto responde a un axioma de la ciencia: todo tiene una causa, y en efecto, en la vida psíquica se pueden encontrar una larga serie de acontecimientos de los cuales su causa está determinada. Sin embargo, es necesario hacer una precisión sobre este determinismo propuesto por Freud. En esa misma obra páginas más adelante escribe:

Deprisa, todavía, una contribución a la psicopatología de la vida cotidiana. Hallas en la carta el número 2467 como estimación libre y traviesa de los errores que contendrá el libro de los sueños... Ahora bien, no hay en lo psíquico nada que sea producto de un libre albedrío, que no obedezca a un determinismo... Entonces puedo decirme con derecho que ni siquiera este número 2467, que yo arrojé al azar, carece de su determinación desde lo inconsciente17.

El determinismo de Freud está circunscripto por un inconsciente " individual" del sonante o de quien tiene la ocurrencia de un número o de quien comete un error al hablar, al escribir, o pierde objeto. Se trataría de un determinismo que conlleva la propiedad: el soñante sería propietario de su sueño, quien sería el propietario de su errores al hablar o al escribir y sería también el propietario del anillo de casamiento que pierde o de las llaves que deja olvidadas.... Aquí el determinismo le atribuye sólo a uno la propiedad de aquello que se produce en relación con otro u con otros. Freud combate el libre albedrío o la libertad del espíritu oponiéndole , en forma de espejo, el determinismo, así deja fuera al azar, por ejemplo, el caos determinado por el azar, una de las figuras más exquisitas de las mujeres por el caos picante que introducen en el mundo hetero, homo y tutti quanti.

Veamos algunas consecuencias que afectan el trato dado a las elaboraciones de la paranoia:

Un rasgo llamativo y universalmente señalado en la conducta de los paranoicos es que otorgan la máxima significación a los pequeños detalles, en que ordinariamente no reparamos, del comportamiento de los demás; de ellos extraen interpretaciones y las convierten en base de unos extensos razonamientos. Por ejemplo, el último paranoico que examiné infería que todos cuantos lo rodeaban se habían puesto de acuerdo, pues en la estación, cuando él partía de viaje, habían hecho cierto movimiento con la mano. Otro tomaba nota de la manera de andar la gente por la calle, cómo manejaban el bastón, etc.

Y luego concluye:

Vale decir que el paranoico desestima, en su aplicación a las exteriorizaciones psíquicas de los demás, la categoría de lo contingente, de lo que no exige motivación, que el hombre normal considera una parte de sus propias operaciones psíquicas y actos fallidos. Todo cuanto nota en los otros es significativo, todo es interpretable. ¿Cómo llega a esto? Probablemente -aquí como en tantísimos casos parecidos- proyectando a la vida anímica de los demás lo que inconscientemente está presente en la suya propia... Entonces, en cierto sentido el paranoico tiene razón en esto; discierne algo que al normal se le escapa, su visión es más aguda que la capacidad de pensar normal, pero el desplazamiento sobre los otros del estado de cosas así discernido quita validez a su discernimiento. Por eso, no se espere de mí que justifique las diversas interpretaciones paranoicas... Sin embargo, la parte de justificación que concedemos a la paranoia con esta concepción nuestra de las acciones casuales nos facilitará el entendimiento psicológico del sentimiento de convicción que, en el paranoico, se anuda a todas estas interpretaciones. Es que hay algo verdadero en ello. (Op. cit., pp. 247-248)

El paranoico no reconoce lo contingente, mientras que el normal sí, cl aro a condición de recordar que si Freud se encontraba con un neurótico, paradigma de lo norma en su época, no le permitía atribuir a lo contingente equivocarse de día en la sesión o de horario o de darle el los honorarios en billetes arrugados. Pese a ello, con intrépida audacia, Freud reúne la paranoia con algo del orden de la verdad.. Sostenemos, en consecuencia que el determinismo , tal como él lo propone requiere de adecuaciones para cuenta de esa relación entre la verdad de la paranoia y la paranoia de la verdad. Un camino que proponemos como puente que modifica ese determinismo al permitir la introducción del azar es el campo de la adivinación.

El arte adivinatorio, un arte estructurado en forma de lenguaje

Dios están en los detalles.

A. Warburg

Un objeto que habla de la pérdida , de la destrucción, de la desaparición de objetos.
No habla de sí. Habla de otros. ¿Los abarcará también?

J. Johns

Raymond Bloch, en un conocido ensayo estableció un dato:

A la adivinación se le denomina en Grecia mantiké techné o sea el arte de la profecía, en tanto que mantis, nombre del adivino, del profeta, de toda persona que predice el porvenir, proviene de la raíz mainomai, ser presa del delirio y en particular estar fuera de si por influjo de la divinidad18

El arte de la adivinación está estructurado en forma de un lenguaje, así lo índica Freud, en su artículo Tratamiento psíquico (Tratamiento del alma)[1890]:

Por ejemplo, la llamada «adivinación del pensamiento» {Gedankenerraten} del «médium» cuando se practica un experimento como el de hacerse guiar por él para descubrir un objeto escondido, se explica por sus imperceptibles e involuntarios movimientos musculares. Todo el fenómeno merece más bien el nombre de «revelación del pensamiento» {Gedankenverraten}.

Ante un caso famoso del psicoanálisis, el llamado caso Schreber, donde están presentes los elementos centrales de la interpretación paranoica y de la persecución paranoica sufridas por el abogado Schreber , Lacan no duda en afirmar lo siguiente:

Sin duda la adivinación del inconsciente ha advertido muy pronto al sujeto de que, a falta de poder ser el falo que falta a la madre, le queda la solución de ser la mujer que falta a los hombres19

Dejemos de lado la indicación respecto al tema de la transexualidad en sus diferencias con el hecho paranoico o el carácter paranoico que el acto quirúrgico transexual suele desatar en quienes ofrecen sus cuerpos a su voluntad de ¡elegir su sexo¡ . Nos interesa constatar junto con Lacan que el inconsciente adivina, e incluso adivina cuestiones donde se juegan apuestas seria para el sujeto. Recorramos ahora algunos textos clásicos sobre la adivinación. Subrayo el hecho de que para un psicoanalista no es el saber esotérico de la adivinación, el que le interesa. La adivinación recibe ya grandes apoyos debidos a los despliegues de la ciencia en nuestra sociedad. Al psicoanálisis la adivinación le interesa para estudiar su estructura de un hecho singular: la subjetividad real y no la subjetividad simbólica:

Cuando se habla de lo subjetivo, e incluso cuando aquí lo cuestionamos, siempre permanece en la mente el espejismo de que lo subjetivo se opone a lo objetivo, que esta del lado del que habla, y que por lo mismo esta del lado de las ilusiones: o porque deforma o porque contiene a lo objetivo. La dimensión hasta ahora eludida de la comprensión del freudismo, es que lo subjetivo no esta del lado del que habla. Lo subjetivo es algo que encontramos en el real. (J. Lacan, seminario oral 1955/1956, el subrayado es mío)

La adivinación a su manera y con sus diversos estilos es una efectuación , como un sueño efectúa un deseo, de la subjetividad real.

Cicerón subraya un hecho, ella existe entre los hombres , de acuerdo a cierto consenso, la mantike, esto es presentimiento y conocimiento de las cosas futuras. Entre los griegos era una tradición distinguir entre la adivinación divina , divi, y otra, citada por ejemplo en el Fedro, el delirio profético. Los romanos, Cicerón lo era, constataron que no existía sociedad docta ni bárbara que dejará de lado esa práctica de ubicar la posibilidad de conocer las cosa futuras mediante su revelación por medio de signos y que estos a su vez pueden ser leídos y por ende, entonces predichos, por algunos. De la misma que el arte poético es una potencialidad disponible para cada humano, sólo se realiza como potencia en algunos y no en todos.

Las prácticas de la adivinación entre los asirios se organizaban a partir de observar en el cielo abierto las travesías y los movimientos de los astros. La astronomía es el lugar por excelencia de la manifestación del hecho real: los planetas siempre están en su lugar; ellos registraban están trayectorias y transmitían a la posteridad lo que ellas significaban20. Los calderos constituyeron la cultura de la astrología por excelencia, de su práctica astrológica nos interesa su organización a partir del registro detallado y la descripción de las diversas constelaciones. Luego, mediante un sistema de articulaciones entre miembros de conjuntos diversos: por un lado las constelaciones y por el otro las fechas de nacimiento de X o Y, establecían bajo que hado y cuál era el futuro que le esperaba a X o Y.

En la actual región de Asia Menor la práctica de la adivinación se producía por los signos certísimos detectados en el vuelo y en el canto de las aves. Por último Cicerón se pregunta con malévola retórica:

Por cierto ¿ qué colonia envió Grecia a Eolia, a Jonia, a Asia, a Sicilia, a Italia, sin haber consultado el oráculo pitio o el dodoneo o el de Hamón? ¿ O que guerra fue emprendida por ella sin el consejo de los dioses?

Es sabido que esa práctica, la de consultar a los adivinos y recurrir a la adivinación no ha sido abandonada, por ejemplo, en el terreno del ejercicio del poder, baste con recordar las prácticas espiritas de Francisco I. Madero, las prácticas esotéricas de Plutarco Elías Calles hasta las andanzas de la Paca en uno de los recientes intentos por despejar un crimen de estado, incluyendo la adivina personal que acompañaba al presidente francés Francois Mitterand, sin dejar de hablar del lugar singular que estos personajes tenían en la nomenclatura de lo que fue el régimen soviético. En América del Sur fueron famosas las trágicas influencias ejercidas por un adivino, apodado "El Brujo", principal consejero del Presidente. Gral. Juan Domingo Perón a partir de 1974. Dejemos de lado la curiosidad que esas prácticas desataban en Freud acompañado, en ese momento, por un curioso personaje que trataba como su hijo. Carl Gustav Jung.

Incluso, hoy, asistimos a la eclosión de un basto fenómeno masivo desplegadas en las pantallas de la iglesia moderna, la televisión, misma que genera una masas de beneficios económicos que están en disparidad geométrica con sus aciertos: la adivinación no está arraigada en su eficacia, si así fuese ninguna creencia podría soportar su refutabilidad, sde trata de una posición singular ante el saber que no genera un sujeto sino alguien sometido a la servidumbre voluntaria de una figura del Otro: el adivino.

Cicerón recuerda la gran aceptación dada por los sabios y filósofos de la antigüedad a la adivinación: Jenófanes de Colofón , fundador de la escuela eleática; Zenón, fundador de la escuela estoica; Pitágoras, Demócrito el fundador de la escuela atomista. Debemos a Dicearco la eliminación de diversos géneros de adivinación y quien dejo en pies sólo dos: la adivinación onírica y la adivinación que provenía del delirio profético. En una perspectiva histórica, quizás un poco lejana, se logra ubicar una relación de parentesco tal que la adivinación y el delirio profético son una y la misma cosa. Cicerón aporta una precisión:

Las cosas futuras pueden ser reveladas por la naturaleza por medio de signos sin la intervención de un dios (Cicerón, De la adivinación, Biblioteca Graecorum et Riomanorum de la UNAM, México, DF, 1988, pp. 2-6)

Con este recorrido arribo a un momento de conclusión: la adivinación y su practica es una práctica de la lectura y sólo se puede leer aquello que está, de forma mínima y necesaria, en forma de un lenguaje. Así lo revela la práctica del arte cinegético. Una fábula oriental es muy esclarecedora de aquello que pretendo formular:

Tres hermanos se encuentran con un hombre que ha perdido un camello. Sin vacilar, lo describen: es blanco, tuerto, lleva dos odres en la grupa, uno lleno de vino y el otro de aceite. ¿Quiere decir que lo han visto? No, no lo vieron. Se los acusa de robo y son juzgados; pero los tres hermanos se imponen, pues demuestran al instante que, por medio de indicios mínimos, han podido reconstruir el aspecto de un animal que nunca han visto. (Carlo Ginzburg en Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia, Gedisa Editorial, Barcelona, 1989, p.144)

En la cacería el cazador debe perseguir a su presa, no estamos lejos de la experiencia paranoica de la persecución pues, a veces, él perseguido por la presa es él 21. Para cazar aprendió a reconstruir las formas y los movimientos de las presas por medio de huellas en el barro, ramas quebradas, estiércol, mechones de pelo, plumas, concentraciones de olores: olfatear, registrar, clasificar, leer e interpretar constituyen los elementos del método cinegético, de tal forma que el cazador puede ver aquello que no se ve, mejor dicho, para decirlo en el lenguaje de P. Sérieux y J. Capgras: ellos ven aquello que los otros dejan de lado, los cazadores no están del lado de la doxa, sino que apuntan a la verdad que otros no ven. Lo que caracteriza a este saber es la posibilidad de remontarse de datos experimentales en apariencia secundarios, insignificantes a una realidad más compleja, la cual no se experimenta en forma directa.

Corresponde hacer aquí una observación cuyo alcance no es preciso. En el arte cinegético y en la historia de las diversas formas de la caza aparece un antes y un después singular, se aprende a leer antes de escribir, lo cual reproduce la experiencia del cachorro alfabetizado -¿alfabestializado?-: primero habla, luego lee y por último escribe. Solo subrayo una consecuencia cuando se lee sin saber escribir es porque se lee el mundo de los signos, de las imágenes y de los hechos en forma de un lenguaje, mismo que no alcanzó aun su tiempo de escritura.

Acabamos de describir una experiencia de lectura que no alcanza su punto de acto, por ejemplo, el acto de poner un punto final. Esto es un rasgo que atraviesa cada una de las XX observaciones de Las locuras razonantes. El delirio de interpretación , base del texto de Sérieux y Capgras.

El método cinegético es un método de lectura, basado, por ejemplo en las metáforas más o menos audaces de "leer" o "descifrar" las huellas de los animales, este proceso ocurrido a lo largo de un prolongado período histórico desembocó o dio causa al origen de la escritura. Así en China se puede encontrar un mito atiológico donde se atribuye el origen de la escritura a lo siguiente: un alto funcionario había observado las huellas impresas por un ave sobre la ribera arenosa de un río. Constatamos un vértice donde convergen la práctica de la cacería y su método de lectura con el origen de la escritura más la coincidencia de ambas con otra práctica, la adivinación.

Las fuentes documentales de los textos adivinatorios mesopotámicos más aquello que el aporte de Cicerón subrayan un hecho: adivinar era practicar la lectura de los detalles, recopilar la información más ínfima, leer en las gotas de aceite esparcidas en el agua, astros, movimientos involuntarios del cuerpo, vísceras de animales. Compartir no borra las diferencias: el arte de la cacería se dirige al pasado reciente, resumido en la frase "un animal pasó por aquí", la adivinación se dirige al futuro. Añadimos otros elementos que los diferencia, el contexto social. La adivinación se desarrolló en el contexto social de la escritura mediadora entre la divinidad y sus súbditos. La mediación eran los mensajes "escritos", en los astros, en los cuerpos humanos o en cualquier otra parte. Esta práctica se organizaba alrededor de una escritura, como la cuneiforme caracterizada por el hecho de escribir cosas mediante cosas. En los tratados de esa culturas mesopotámicos se encuentra la contaminación de la lengua adivinatoria con elementos de orden jurídico más la presencia de pasajes donde destaca la fisonomía y de sintomatomatología médica. La adivinación y la práctica médica era formas de dar cuenta del presente y del futuro: aspecto diagnóstico y pronóstico del arte médico.

Con esta presentación, breve y lagunar del arte de la cacería, de las prácticas de la adivinación avanzo ahora a su posibles relaciones con la suposición paranoica. Sérieux y Capgras escriben:

Por lo común, las interpretaciones son precisas: un hecho observado conlleva una conclusión vigorosa. En algunos casos, al contrario, a pesar de su abundancia, la afirmación categórica falta; el enfermo permanece incierto, sin saber ante cuál detenerse, de ahí una sistematización imperfecta. Es un verdadero delirio de suposición, de interrogación, constituido, no por convicciones, sino por dudas delirantes (Tanzi). (Op.cit. p 168)

La consigna de estos interpretadores es la siguiente:

Yo cuestiono, dice él, emito hipótesis, nada más que hipótesis.(op.cit. p169)-

Podemos afirmar entonces que el interpretador razonante, una clase de paranoicos razonables, son la realización de un efecto singular: ellos se constituyen sin saberlo, en agentes integrados, eslabones, soportes, anillos de un mismo círculo de discurso, [ añadimos: gracias al cual] los sujetos ven surgir al mismo tiempo tal acto sintomático, o revelarse tal recuerdo. (Lacan, 19/01/1955). Es decir son sujetos flotantes a los cuales les falta el amarre yoico, ¿cuál amarre? Aquel muy singular, un amarre que cada otro de los normales debe realizar vez por vez: quedar concernido por el efecto invertido de las palabras, las imágenes y los hechos reales de los cuales él forma parte.

En la paranoia el inconsciente se encuentra a flor de piel para todos menos para aquel que está envuelto por esa piel y no se da cuenta del color de la piel que es su vestimenta. Si Lacan en su juventud definió al delirio de interpretación como un delirio de pasillo, de la calle, del foro, se trata entonces de un deliro abierto al gran otro de lo publico. En él, la torsión insignificante que separa lo público de lo privado está ausente, esa torsión que corresponde a una propiedad particular de una clase de Ego, aquella que surge en el transcurso y luego de una análisis. Cuya consistencia es una existencia parpadeante, aparece y desaparece, a intervalos, no es permanente. No es casual, entonces, que en formas culturales no urbanas o en los márgenes de la cultura urbana el paranoico sea un personaje reconocido por su medio ambiente, digamos un chaman que adivina aquello que ocurre en su entorno.

Aquí al proseguir el sistema y la estructura de la adivinación encontramos sus trazos de familiaridad con la actividad del interpretador razonante, él lee lo que los otros requieren de ignorar para seguir viviendo su experiencia de vida. A su vez, el interpretador, a diferencia del analista, con parte con los otros normales, el carácter desfalleciente, parpadeante de la condición de sujeto –sometido a...- a las palabras, los actos y las imágenes que lo constituyen en su "misma" adivinación.

Notas

* Texto escrito de la presentación oral efectuada en el coloquio: Las razones del delirio de interpretación, organizado por Intersecciones clínicas y la Escuela lacaniana de psicoanálisis, en el Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, México, DF, el sábado 25 de mayo del 2002.

1 El título en francés deja aparecer una homofonía: Le desir et son interpretation, misma que Lacan no deja de señalar el 2/02/1966, 21/06/1967 y un texto, escrito, quizás, en 1968: Reseña de enseñanza. Reseña con interpolaciones en el seminario La ética.

2 Sigmund Freud, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia Paranoides) descrito autobiográficamente", Obras completas, Amorrortu Editores, volumen XII, Buenos Aires, 1980, pp.36-37.

3 En el terreno de la psiquiatría en particular en Francia y en Alemania se discute el diagnóstico de paranoia respecto de Schreber. Freud no duda en escribir en su título, entre paréntesis: dementia paranoides.

4 Alberto Carvajal realizó la traducción de los textos del Dr. Flechsig, mismos que en fecha próxima esperamos sean publicados.

5 Sería interesante constatar en la legislación estatal si esa ley fue derogada o simplemente está en stand-by.

6 En 1998, Luis Feder , psicoanalista, fundador de varias instituciones analíticas en México, propone la ejecución de estudios "analíticos" prematrimoniales para impedir la constitución de parejas que darían nacimiento a hijos con caracteres violentos o psicopáticos.

7 Anne-Marie Vindras, Ernest Wagner ¡Ecce animal! Pastor, maestro, masacrador, dramaturgo. Colección de libros de artefacto, México, D.F., y Edelp, Buenos Aires, abril 2002, p.580. Ibídem, Ernst Wagner denominado por Lacan "pastor Wagner", en su tesis; el caso constituye en la actualidad uno de los paradigmas de la paranoia para bastos sectores de la psiquiatría.

8 Paul Sérieux y Joseph Capgras, Las locuras razonantes. El delirio de interpretación, Colección libros de artefacto, México, D.F., abril-mayo, 2002, pp.42-43. Este texto fue el eje organizador del Coloquio: Las razones del delirio de interpretación, efectuado por Intersecciones clínicas junto con la Escuela lacaniana de psicoanálisis, en el Hospital Fray Bernardino Álvarez, el sábado 25 de mayo del 2002.

9S. Freud, Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932]) XXX Conferencia: Sueño y ocultismo, Amorrortu Editores, volumen 22, Buenos Aires, 1979, p.37

10 Se define en lógica al axioma como un sistema deductivo formado por un grupo de enunciados llamados axiomas que, debidamente formalizados y definidos, permiten deducir, mediante reglas de inferencia precisas, el conjunto de enunciados, llamados teoremas, que pertenecen al sistema. . Los axiomas, en una teoría axiomatizada, no son más que símbolos; carecen de todo contenido y en sí no son ni verdaderos ni falsos; son sólo esquemas de enunciados. Pueden, no obstante, recibir una interpretación, refiriéndolos a un universo de objetos, y entonces pasan a ser enunciados verdaderos o falsos.

11 Lacan, en 1975-1976 llamaba la atención a partir de una presentación de enfermos sobre el carácter impuesto de la palabra.

12 Lacan definía a la perversión, a la neurosis y a la psicosis como las tres formas de la normalidad seminario oral, 1961-1962, L’identification.

13 Paul Sérieux y Joseph Capgras, Las locuras razonantes. El delirio de interpretación, Colección libros de artefacto, México, D.F., abril-mayo, 2002, pp. 20-22.

14 Ver: Henri Legrand Du Saulle, Délire de persecutions, Editions G.R.E.C., Paris, 1980.-

15 Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, capítulo VI, apartado F. Cuentas y dichos en el sueño, Amorrortu Editores, Tomo V, Buenos Aires, 1979, p.407

16 Sigmund Freud, "Psicopatología de la vida cotidiana", Obras completas, tomo VI, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980, pp. 233-34.

17Sigmund Freud, op. cit., pp.235-237. Freud se atenía a un hecho clínico: un error era una forma de decir algo, entonces se ponía a asociar, dejaba de lado, para otros, por ejemplo el maestro o el amo, la tarea de corregir los "errores".

18 Raymond Bloch, La adivinación en la antigüedad, Breviarios, 391, FCE, México, 1985, p. 13

19 . J. Lacan, Escritos 1, "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", capítulo IV. Por el lado de Schreber, Siglo XXI Editores, México, 1984.

20 Los cambios en la astronomía fue uno de los lugares a los que Lacan recurrió como fuente para forjar e introducir en el psicoanálisis el real. Ver: Alexandre Koyré: Estudios de historia del pensamiento, Siglo XXI Editores, 4ed., México, 1982 [edición original 1977] en particular: "Galileo y la revolución científica del Siglo XVII", es una conferencia del 7 de mayo de 1955 efectuada en el Palais de la Decouverte.

21 En el psicoanálisis, Jean Allouch empleo el paradigma del indicio desplegado por Carlo Ginzburg, en su propuesta de la micro historia, para dar cuenta de la paranoización. Aquí nos permitimos enfocar con el paradigma de Ginzburg otros registros de la experiencia analítica y de la doctrina.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 15 - Julio 2002
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