Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Lazo social
Beatriz Taber

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"El Otro falta. Me parece extraño a mi también"
"Si ocurriera que yo me vaya, díganse que es a fin de ser otro al fin",
J. Lacan, La disolución

Mi intención hoy, aquí, es cercar cuestiones que me interesan y que implican una determinada lectura sobre el lazo social y lo colectivo, desde el psicoanálisis. Así poder plantear algunos interrogantes, puntos de impasse.

He organizado mi exposición a partir de dos organizadores, organizadores que he tomado de Fernando Ulloa en el trabajo de una clínica singular, la clínica institucional o de procesos colectivos. Ellos son, por un lado determinar y discriminar los puntos de "reparo conceptual" de los cuales cada uno hace uso y orientan su práctica; y, por otro lado, utilizar estos conceptos claves, propios de la caja de herramientas de cada quién, de manera aforística al momento de intentar su transmisión. Dichos puntos de reparo conceptual pueden parecer como un reduccionismo, pero propongo hacer uso de estos conceptos a la manera de los aforismos; sentencias breves, mesuradas, que tienen importante papel en la transmisión oral. O parafraseando a al estilo bello de un escritor, Piglia, "formas breves".

Comenzaré recorriendo algunos puntos conceptuales respecto del lazo social, útiles para pensar el sujeto y lo colectivo. "El discurso como lazo social", aforismo de Lacan, es articulador central de este recorrido.

No sólo para organizar la exposición seguiré un orden cronológico. Es también en tanto qué, la emergencia de diferentes conceptualizaciones sobre lazo social al interior del psicoanálisis, van completando y complejizando los conceptos alrededor de procesos colectivos. Y van siendo más complejas las preguntas al respecto del sujeto y "lo Otro", con todas las implicancias subjetivas, sociales y políticas que tiene dicha cuestión. Serán como recortes, recortes de textos, que van constituyendo mojones en el camino.

Los textos freudianos llamados sociales, todos y cada uno tratan del título de este panel: "Lazo social y transferencia". En ellos Freud describe y fundamenta razones de los dos ejes transferenciales presentes en los procesos colectivos: por un lado, con relación al Otro, padre o ideal, el padre de la horda primitiva en "Totem y tabú" , Moisés en "Moisés y la religión monoteísta", el líder visible de las masas o la presencia invisible del líder en las masas artificiales, Iglesia o Ejercito, en "Psicología de las masas y análisis del yo"; y por otro lado él trata en los mismos escritos con respecto de la transferencia al "otro", las relaciones con el semejante, los hermanos de la horda, los fenómenos de masa. En esencia me interesa puntuar, investigar, dilucidar las relaciones, transferencias, en el lazo social del sujeto al otro, al semejante.

En "Psicología de las masas y análisis del yo", Freud describe un particular lazo social, el de los fenómenos de masa, de agrupamiento, identificación, cohesión de la masa. Van como recortes, citas de Freud: "En 1912 adopté la hipótesis de Darwin, según la cual la forma primitiva de la sociedad humana habría sido la horda sometida al dominio absoluto de un poderoso macho; " la evolución del totemismo, que engloba los comienzos de la religión, la moral y la diferenciación social, se halla relacionada con la muerte violente del jefe y con la transformación de la horda primitiva en una comunidad fraternal". "Creemos haber hallado el camino que ha de conducirnos a la explicación del fenómeno fundamental de la psicología colectiva, o sea, de la carencia de libertad del individuo integrado a una multitud."

Es ya un clásico dentro del psicoanálisis esta puntuación de Freud al enfocar los procesos colectivos, referidos a la precipitación del sujeto en los efectos de masa, de identificación, agrupamiento, "soldadura" a los otros. En síntesis, de "adhesión", con todas las implicancias que dicha palabra conlleva.

Pasemos a otro autor que es un mojón importante en cuanto a pensar el lazo social desde el psicoanálisis, Bion, quién en Inglaterra, allá por los años 40/50, desarrolla y escribe "Experiencias en grupo". Es interesante ver como Bion nos relata sus observaciones de fenómenos de agrupamientos, que Freud había referido a la multitud, ahora con relación a grupos pequeños, terapéuticos. Fenómenos semejantes al de la masa, "agrupamientos" inconscientes, pero ahora de pequeños grupos. Hace una detallada descripción de lo que él nomina supuestos básicos a partir de sus experiencias en grupos como coordinador. Estos procesos, que él relata, los podemos leer en continuidad con las características de los procesos colectivos de masa descriptos por Freud. En cada uno de los tres supuestos básicos que Bion conceptualiza, expone diferentes modalidades de transferencia al líder, en este caso el terapeuta grupal.

"Participar en una actividad de supuesto básico no requiere entrenamiento, experiencia ni madurez mental. Es instantáneo, inevitable e instintivo" "Todos los supuestos básicos incluyen la existencia de un líder, aunque en el grupo apareado el líder sea no existente, es decir, no haya nacido".

A lo largo de toda la obra de Bion sobre grupos, nos encontramos con los mismos conceptos de mentalidad grupal y cultura de grupo, lo cual lo lleva a formular qué, cuando un conjunto de personas se agrupa, conforman una unidad. Bion sustenta la hipótesis de que todos están sometidos a un "sólo inconsciente", el de cada supuesto básico y bajo una misma transferencia al líder. Sólo cuando el grupo consigue transformarse, "evolucionar" a grupo de trabajo, estarán dadas las condiciones de a llevar cabo una tarea, una organización, lo cual significa para Bion haber logrado ser un grupo con atributos semejantes al yo, el grupo logra "triunfar" sobre la influencia regresiva de los supuestos básicos. Substraerse, sólo en parte, a la influencia de los supuestos básicos. No me detendré a intentar dilucidar que entiende Bion al respecto de un conjunto de sujetos sometidos a un solo inconsciente, anudamiento que podemos repensar desde la trenza del nudo borromeo que Lacan desarrolla en el seminario del Sinthôme.

De Pichon Rivière, destaco que él, en sinergia con esta apreciación de los procesos colectivos, traspone al loco, quien no hace lazo social, los procesos de agrupamiento, de agrupabilidad al crear condiciones artificiales con el "grupo operativo" ; y donde, al "fabricar" un objetivo, la tarea, fabrica algún lazo social posible. Remarco el hecho que él inicia sus experiencias, que lo llevaran a formular conceptos y metodología sobre grupos operativos, en el asilo, con pacientes mentales, donde justamente hay ausencia del discurso que hace lazo social. Pensémoslo así. Vía el forzamiento de constituir con "alienados" lo que Bion nomina grupos sofisticados, el grupo de trabajo, se intenta que sea la tarea, ya que no es el discurso, quien arme lazo; forzar la aparición de algún lazo social como vía propiciatoria de la cura. Esta idea de grupos operativos, al decir de Pichon "grupos centrados en la tarea", dará origen a la Escuela de Psicología Social.

Detengámonos un poco para ver hacia donde estoy apuntando. Estos recortes conceptuales remarcan un rasgo fundamental de los fenómenos del colectivo: el agrupamiento, el encolado. Un pequeño desvío por Elías Canetti; en su libro "Masa y poder" ejemplifica con la forma que él destaca como más antigua de la masa, la muta de caza, que es la jauría. Él señala dos momentos de la muta, el de la caza, la tarea, con todos los elementos de agrupamiento, identidad, identificación, cooperación y un segundo momento, el del reparto, donde emerge la agresividad, el odio, que sólo se controla si la ley de reparto se efectúe a raja tabla.

Bion y Pichon, desde diferentes posiciones analíticas y con diferentes métodos, apuntan a la tarea como camino posible de resolución del colectivo. Por ello construyen dispositivos que usan la misma sinergia del lazo social hacia el agrupamiento. La pregunta que cae de madura: ¿es posible otra manera de lo colectivo que no nos remita a la cita de Freud sobre la perdida de libertad del individuo?. La introducción al texto de Elías Canetti es para poner en primer plano los dos polos del lazo social al semejante. Por un lado el agrupamiento, identificación, encolado o, en el reverso del mismo proceso el desmembramiento, con la agresividad y odio al otro.

Lacan me permite un viraje para pensar el hacer.

Cuando los psicoanalistas hablamos de lazo social, aun siendo un nombre común, solemos reconocemos anudados por un discurso, el discurso lacaniano. "Por el simple efecto del lenguaje se precipita el lazo social". El discurso, en tanto se dirige a otro hace lazo social, es él lazo social. Cada uno de los cuatro discursos, posibles de diferenciar según como se dirige al otro, determinará un tipo de lazo social. El discurso analítico anuda un singular y novedoso lazo entre dos, pero no me referiré a ese particular anudamiento entre dos que es el discurso psicoanalítico. Voy a detenerme en la lectura de dos actos de Lacan, la propuesta del cartel y la disolución. Ambos actos determinaron importantes efectos sobre la comunidad analítica.

El cartel lo califico como un dispositivo simultáneamente casi "perfecto" y casi "imposible" cuando se quiere llevarlo hasta sus últimas consecuencias. Es una mostración práctica de un intento de forzar la estructura. Un colectivo con intención de producción pero, … evitando hacer masa. Recordemos el funcionamiento del cartel según Lacan:

" Primero: Cuatro se eligen, para proseguir un trabajo que debe tener su producto; Segundo: La conjunción de los cuatro se hace alrededor de un Más- uno quien, si bien es cualquiera, debe ser alguien. A su cargo el velar por los intentos de la empresa y provocar su elaboración.; Tercero: Para prevenir el efecto de encolado, debe hacerse la permutación en término fijo de un año, dos como máximo."

Es un dispositivo que propicia, como efecto propio de su funcionamiento, un colectivo no encolado. "Cuatro que se eligen … para proseguir un trabajo que tenga su producto"; ese es el fin; "un más-uno, cualquiera", esto significa que no sea un amo, aunque sea alguien, en realidad un provocador de la producción; Y, por último, lo que lo hace casi imposible de sostener este dispositivo es que, para prevenir los efectos de encolado, la permutación será en tiempo fijo, sin adhesión. Esta propuesta, Lacan la reitera hasta el final, la disolución, justamente de donde recorté la descripción del cartel.

La disolución la pienso como un punto de llegada de Lacan, como el impasse lacaniano frente a lo colectivo. Permitiéndome una suerte de transposición, de la misma manera que Lacan se refiere a la roca de la castración como el impasse freudiano, impasse que él resitúa, pienso el acto de la disolución como una marcación de lo que Lacan sitúa como limite, ¿será su límite?. Recordemos que la disolución la plantea cuando él, líder indiscutido del movimiento que lleva su nombre, avizora su propio fin. "Si ocurriera que yo me vaya, díganse que es a fin de ser otro al fin". Está aun como pregunta si es posible ir "mas allá" de dicho punto de impasse. Él condujo su camino hasta ahí, luego de un largo recorrido iniciado, por lo menos, desde su excomunión. A partir de nuestros propios recorridos conceptuales y prácticos, podremos saber si nos encontramos o no frente a un tope. "La única solución es la disolución", dice la carta de la disolución, frase que pone en juego significante la desilusión. Anudamiento complejo entre lo singular y colectivo que precisa aun ser trabajado, pero sosteniendo la apuesta. Y en esto no me refiero sólo al conjunto formado por las instituciones analíticas. Ahora bien, aquí el psicoanálisis nos presenta sus límites, sus insuficiencias, en tanto nos encontramos en un campo visagra con otras disciplinas, en esencia, la política. Entendiendo la política tal como ha sido planteada desde Aristóteles, "todos los asuntos que se refieren a la "polis", la ciudad". Es en la poilis donde el lazo social y el pacto se efectúa. Es en este campo, al cual convergimos por razones teóricas y prácticas desde diferentes disciplinas, donde nos encontramos con algunos autores privilegiados como interlocutores. Van desde Nietszche, Heiddegar, a Foucault, Vattimo, Agabem, Todorov, etc.

Para esta oportunidad sólo recurriré muy puntualmente a una autora, Hannah Arendt. En una entrevista a ella me conmocionó una frase, posible de ampliar en sus conceptos en su libro "Sobre la revolución". Ella sostenía que la Revolución Americana había sido más exitosa que la Revolución Francesa, en tanto está última se ha inclinado por la igualdad en cuanto que la americana optó por la libertad. Pasadas las primeras barreras que mi ideología colocaba a está aseveración, aseveración que me resultaba de una provocación insoportable, dicha afirmación curiosamente comenzó a trabajarme conceptualmente, cuando la desligué de los ejemplos concretos a los cuales ella aludía. Básicamente, hasta ese momento, yo no había puesto en una tensión de oposición los dos términos, libertad e igualdad.

Paradigmas de nuestra cultura del último siglo, como la Shoa, campos de refugiados, guerras étnicas, etc. se fundan en una operatoria simultánea de igualdad para el colectivo propio, mientras que lo diferente, lo otro se ubica en el colectivo ajeno, plausible de eliminación.

Termino conclusivamente con lo que son mis interrogantes, cuestiones de hoy. La igualdad neutraliza los efectos de agresión y odio que el otro, el semejante provoca y evoca; neutralizar "lo otro" implica borrar las diferencias que el uno a uno encarna, sostener que hay Uno, no que hay unos.

Lazo social donde el malestar de la cultura se apacigua cuando la identidad del otro especular se percibe idéntica al yo. En tanto que la libertad a que apela Hannah Arendt, quien al definirse mujer y judía defiende su posición social de paria, la entiendo como la libertad para soportar la diferencia, la propia y la ajena. Esto coloca, al menos como pregunta e hipótesis, lazos que den lugar a un colectivo anudado pero no - encolado.

Freud, Bion, Pichon, Lacan fueron analistas que, desde diferentes posiciones, cuando hacen lecturas del colectivo son evidentes las coincidencias. Las diferencias residen en el hacer. La estructura del lazo social al semejante precipita el agrupamiento y constituir lo otro como enemigo. Claramente el cartel, como práctica, es intento de torcer determinada estructura del colectivo. Provocar un lazo social donde sea posible sostenerse en la diferencia pero estando con otros, soportando el uno a uno, con un más-uno pero no un UNO. Es obvio que esta hazaña de un grupo sólo puede ser lograda mediante un dispositivo colectivo, en este caso el cartel. Por que cuando nos encontramos en el campo de lo colectivo es ineludible que la polis/tica, los asuntos de la ciudad, tengan lo suyo. No está sólo en juego la estructura del sujeto, está el lazo social que las instituciones promueven, como ellas establecen las "leyes de intercambio". Nos encontramos en un campo que en simultáneo es pertinente de nuestra práctica y no lo es.

Hannah Arendt se ubica en una doble vertiente de profundamente involucrada con la condición humana, pero desde una posición de paria, extranjera. Pienso que ahí también se ubica un lugar del analista en los asuntos de la polis, posición de cierta ubicuidad de adentro y afuera. Nuestra clínica es de lo singular, el fragmento, pero ese fragmento no deja de estar en relación con el conjunto. La particular posición del analista permite una escucha privilegiada de la subjetividad de su época. Esto da lugar al analista a algún decir y hacer con respecto a los asuntos de la ciudad, de las instituciones de la "polis", donde, reitero, el lazo social se efectúa. Ahora bien, como es obvio, los psicoanalistas también estamos afectados al colectivo, implicados en uno y los otros. El analista no está fuera de discurso. Al igual que cualquier mortal, transfiere del Otro al otro. La historia del movimiento analítico habla por sí. Ya Freud advirtió, es una profesión imposible; pero justamente, hacer algún tratamiento posible de esta imposibilidad es nuestro oficio. Seguramente por esto nuevamente, "aun", estamos reunidos, hablando ¿de lo mismo?.

 

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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