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2 Entre el Ideal y el objeto
(La sesión del 21 de junio de 1961)Repitamos una vez más la síntesis que nos ofrecía Lacan respecto de la escena de Sócrates y Alcibíades: "el último resorte del deseo, (...) es la caída del Otro, A, en otro, a".
Concordantemente, veremos que la última sesión del seminario sobre la transferencia se inicia con una referencia al ideal del analista y termina con una referencia a un duelo "alrededor de lo que está centrado el deseo del analista".
La posición del analista se irá midiendo, a lo largo de esta sesión, por sus relaciones con el ideal y el objeto, al tiempo que la dirección de la cura será planteada en términos de una distancia entre aquellos.
En ese sentido, encontramos, en esta última sesión del seminario VIII sobre la transferencia, un planteo similar al que hará Lacan tres años después, en la última sesión del seminario XI, sobre los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, cuando propone que la intervención del analista debe servir a una máxima distancia entre el ideal y el objeto.
Claro que entre un seminario y otro, el estatuto del objeto a habrá cambiado mucho en la enseñanza de Lacan. Y correlativamente, la intervención del analista, y en particular, la noción deseo del analista, serán planteados de modos diferentes. La distancia entre el objeto y el ideal conducirán:
- En el seminario VIII, a articular el deseo del analista con un duelo
- En el seminario XI, a articular el deseo del analista con una diferencia absoluta.
2.1 El ideal del analista
Veamos entonces el comienzo de la sesión del 21 de junio de 1961.
Lacan señala que el discurso de este año ha apuntado a la posición del analista: "Se trata de lo que está en el corazón de la respuesta que el analista debe dar para satisfacer al poder de la transferencia. Esa posición la distingo diciendo que, en el lugar mismo que es el suyo, el analista debe ausentarse de todo ideal del analista" 13.
Dos preguntas se abren a partir de este párrafo:
- ¿Qué debemos entender por "ideal del analista"?
- ¿Cómo debemos entender el "ausentarse" de dicho ideal?
Respecto de la primera pregunta Lacan señala que hay cosas que se pueden presentar como siendo del orden del ideal, en particular las "calificaciones del analista", es decir, su saber y sus competencias.
Luego Lacan aclara que si bien "es cierto que el analista no debe ser completamente ignorante de un cierto número de cosas", "no se encuentra ahí lo que está en juego en su posición esencial" 14.
Pero que no sea en las "calificaciones" del analista, donde se encuentre lo que está en juego, no le resta importancia a esta asociación planteada entre ideal y saber15.
Esto queda puesto de relieve con la segunda pregunta.
En efecto, Lacan no dice que el lugar del analista se caracterice por la "ausencia" de ideal sino por un "ausentarse" del ideal. La definición de "ausentarse" es "alejarse momentáneamente del lugar donde uno debe estar, donde los otros piensan encontrarlo ".
En otros términos, la posición del analista no es sin el ideal, se constituye como una operación respecto del ideal: ausentarse del mismo
Si ahora recordamos que la posición del analista se define a partir de la respuesta que este debe dar para "satisfacer al poder de la transferencia", entonces este "ausentarse" del ideal del analista implica que esa operación se realiza en el marco de la transferencia. Es decir, una operación respecto del lugar donde "los otros piensan encontrarlo", para el caso, encontrarlo en términos de saber: un saber supuesto.
2.2 La interrogación del objeto
Este "ausentarse" del saber supuesto abre la interrogación por el objeto, motivo por el cual encontraremos, a continuación, en esta sesión del seminario de Lacan, un largo desarrollo sobre las relaciones entre el objeto a, el falo y el narcisismo, que ocupa las dos terceras partes de la sesión, y del que me interesa señalar un par de párrafos.
Son dos párrafos en los que el transcriptor de la edición Seuil ha cometido varios errores importantes (al menos lo suficientemente importantes en relación a precisar como Lacan entiende esta interrogación del objeto), y que, por lo tanto, conviene transcribir, con las respectivas correcciones.
En la página 453
"El horizonte de la relación al objeto no es ante todo una relación conservativa. Se trata, si puedo decirlo, de interrogar al objeto sobre lo que tiene en el vientre. Esto se desarrolla sobre la línea en la que intentamos aislar la función de pequeño a, la línea propiamente sadiana, por la cual el objeto es interrogado hasta las profundidades de su ser, requerido a mostrarse en lo que tiene de mas oculto, para venir a llenar esta forma vacía en tanto que ella es fascinante.
Lo que es demandado/preguntado al objeto es hasta donde puede soportar la pregunta. Quizás hasta el punto donde la última falta en ser se ha revelado, hasta el punto en que la pregunta se confunde con la destrucción misma del objeto. Tal es el término y es por esta razón que hay la barrera que les he ubicado el año pasado, la barrera de la belleza, o de la forma. Ahí, la exigencia de conservar al objeto se refleja sobre el sujeto mismo" 16 (subrayado mio)
Y en la página 455:
"De la misma manera, es solamente ordenando la escala ascendente y concordante de objetos con relación a la cúspide fálica que podemos comprender el enlace de los diferentes niveles que comporta, por ejemplo, el ataque sádico, en tanto que para nada es la pura y simple satisfacción de una agresión pretendidamente elemental, pero una manera de interrogar al objeto en su ser y de extraer (puiser) el "o bien" introducido a partir de la cúspide fálica, entre el ser y el tener
(...) Hay siempre un momento en que vamos a soltar a ese objeto, en tanto que objeto del deseo, a falta de saber como proseguir la pregunta. Forzar un ser, puesto que esa es la esencia del objeto a, mas allá de la vida, no está al alcance de todo el mundo" 17 (subrayado mío).
Según se desprende de estos dos párrafos, para Lacan, el sadismo aparece como el eje mismo de la interrogación del objeto. Incluso, aún en el extremo de su "destrucción", Lacan no deja de asignarle al sadismo una función "heurística"18.
Ahora bien, ¿cómo se articula esto con el sujeto y la dialéctica del deseo?
La vía será la del duelo, la de la pérdida del objeto.
Esto abre inmediatamente al problema de la naturaleza misma tanto del duelo como de su resolución.
Y la referencia obligada aquí es el puntilloso trabajo de Jean Allouch en "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca".2.3 - Acerca del duelo
La crítica que hace Allouch, en ese libro, a la concepción del duelo, tanto en Freud como en los postfreudianos, me parece capital para poder entender como pasamos de la interrogación sadiana del objeto al duelo en juego en la función del analista, y más precisamente, en el deseo del analista.
El principal problema que se plantea a partir de la lectura de "Duelo y melancolía" es que se cree saber (comprender, conocer) lo que ha perdido aquél que está de duelo.
Y es el propio Freud quien introduce esa confusión cuando presenta lo que denomina el "trabajo del duelo", como un trabajo destinado a la sustitución de un objeto por otro.
Un ejemplo de los extremos a lo que esto pudo ser llevado es la tipificación, por parte de los postfreudianos, de los caracteres "genitales" como aquellos que no dependen de una relación objetal, aquellos que pueden mover su libido de un lugar al otro, en suma, aquellos que no tendrían que hacer, nunca mas, duelo alguno.
En otras palabras, el problema es precisar cual es el objeto del duelo.
Allouch subraya el problema de método que se plantea en "Duelo y Melancolía": Freud no parte del caso sino del cuadro clínico, es decir, de una serie de rasgos que no son síntomas en el sentido psicoanalítico del término.
Es este problema de método lo que, para Allouch, lleva a Freud a un discurso mas bien médico sobre la cuestión del duelo. Y en tanto discurso médico, la perspectiva que se instala es la de la restitución (para el caso, la sustitución del objeto).
Es también en tanto discurso médico que la realidad puede adquirir el estatuto de "prueba".
Sin embargo, nada es más evidente que el hecho de que "el duelo pone a quien está de duelo entre la espada y la pared de ese estatuto de la realidad" 19. Aquí como en otras circunstancias, lo que la experiencia psicoanalítica pone de relieve es que no se trata de un problema de realidad sino de verdad.
En otros términos, Freud habría quedado prisionero de la experiencia psiquiátrica hecha con Meynert, quien lo había orientado hacia Esquirol, el padre de la mas indesaraigable definición psiquiátrica de la alucinación: "una percepción sin objeto ", es decir, la que usa como criterio la "realidad".
Allouch le recrimina a Freud no haber prestado atención a los desarrollos de Séglas sobre la alucinación (disponibles ya en 1892), donde, a diferencia de Esquirol, la alucinación ya no es una percepción sin objeto sino la irrupción innegable del lenguaje procedente de otra parte20.
En suma, este problema se articula, por un lado, con la concepción que tiene Freud de la psicosis como pérdida de la realidad, y por el otro, con la concepción que tiene Freud del narcisismo, ubicado en el objeto antes que en el yo (el narcisismo primario implica tomar al yo como objeto).
Es la concepción que se ha dado en llamar "teoría del tubo en U", es decir, esa equivalencia por la cual la investidura recae o bien sobre sí o bien sobre el objeto. O en uno o en otro21.
En consecuencia, para Freud, el duelo termina cuando el sujeto ha reinvestido un "nuevo" objeto que, en tanto tal, es sustituto del objeto perdido.
Lamentablemente, Freud descartó la sugerencia que le hizo Ferenczi de considerar al duelo como un trauma. Ello le hubiera permitido, entre otras cosas, pensar la temporalidad del duelo en términos de apres-coup, así como estudiar al duelo mas en función de la libido de objeto y menos en función de la libido narcisista.
No obstante, el propio Freud, en algunas ocasiones, no deja de percibir que el duelo no encontraría una solución por la vía de la sustitución. Por ejemplo, eso es lo que le confiesa a Biswanger en una carta escrita el 11 de abril de 1929 en relación a la muerte de los hijos (acaba de morir el hijo de Biswanger y es la fecha aniversario de Sophie, la hija de Freud, muerta 9 años antes). Allí dice que "se sabe que el duelo agudo que causa una pérdida semejante hallará un final, pero que uno permanecerá inconsolable, sin hallar jamás un sustituto. Todo lo que tomará ese lugar, aun ocupándolo enteramente, seguirá siendo siempre algo distinto" 22. Pero (como bien lo señala Allouch) Freud vuelve a caer rápidamente sobre los dos pies del viejo sabio del romanticismo y de "Duelo y melancolía", pues inmediatamente agrega: "Y a decir verdad, está bien así. Es el único medio que tenemos de perpetuar un amor al que no queremos renunciar".
Lo que Freud no tiene en cuenta es que "no hay objeto sustitutivo por la razón esencial de que el objeto de amor es situado no por el recuerdo sino por la repetición y lo que cuenta en la repetición es justamente la cuenta, la imposibilidad para la segunda vez de ser la primera aún cuando se la pretenda en todo idéntica a la primera. La cuenta, por sí sola, inscribe como esencial la no-sustituibilidad del objeto" 23.
La concepción del duelo de Freud tuvo muchas consecuencias al nivel de la transmisión. Ahí también supuso la posibilidad de una sustitución: un hijo alumno sustituyéndolo, incluso en vida del propio Freud.
Ferenczi, en cambio, era quien le proponía que no dejara "garantías" al respecto.
El siguiente párrafo resume, me parece, la crítica que le hace Allouch a Freud: "Del mismo modo que Ferenczi le ponía de relieve a Freud que era irreemplazable, que en cuanto inventor del psicoanálisis su sitio estaba definitivamente adquirido en su singularidad y que nadie nunca podría ocuparlo, del mismo modo decimos que el duelo debe problematizarse no a partir de la sustitución de objeto sino, por el contrario, en función del carácter absolutamente único, irremplazable de todo objeto era cierto con Freud pionero de la vía psicoanalítica, pero también lo es con cualquiera cada uno, cada ser hablante es tan único y por lo tanto irreemplazable como cualquier otro, en ese plano, no hay injusticia" 24.
Si ahora pasamos a Lacan, Allouch entiende que, aunque aquél no haya hecho explícitas estas mismas críticas, su concepción del duelo es diferente a la de Freud. Allouch diferencia la posición de Lacan de la de Freud a partir del siguiente párrafo de la sesión del 18 de marzo de 1959, donde Lacan dice: "Lo que, posiblemente, nos permita dar una articulación más a lo que nos es aportado en "Duelo y melancolía", esto es, a saber que, si el duelo tiene lugar y se nos dice que es en razón de la introyección del objeto perdido, para que él sea introyectado hay, posiblemente, una condición previa; ésta es que él esté constituido en tanto que objeto y que, desde ese momento, la cuestión de la constitución en tanto objeto no está, posiblemente, pura y simplemente ligada a la concepción a las etapas co-instintuales como nos son dadas" (subrayado mío)
Es en la lectura que hace Lacan de Hamlet donde esta concepción se desarrolla mas claramente.
En efecto, Lacan señala que lo que le da su valor a Hamlet es que nos da acceso "al sentido de S(Abarrado)". Ese sentido es que no hay Otro del otro.
¿Porqué, o cómo, aparece esto?
Porque, según Lacan, lo que ha ocurrido con Hamlet es la descomposición del fantasma ($a) (ubicado en el grafo del deseo, a continuación de S(Abarrado) ) a partir de la escena en que Hamlet rechaza a Ofelia.
"Ofelia, en esta localización, se sitúa a nivel de la letra pequeño a, la letra pequeño a en cuanto está inscripta en esa simbolización de un fantasma siendo el fantasma el soporte, el sustrato imaginario de algo que se llama hablando propiamente el deseo en cuanto se distingue de la demanda, que se distingue, además, de la necesidad. Esa "a" corresponde a algo hacia lo cual se dirige toda la articulación moderna del análisis cuando busca articular el objeto y la relación del objeto" (sesión del 15 de abril de 1959)
La estructura imaginaria del fantasma conlleva que en el nivel imaginario funcione una no-distinción de $ y de pequeño a. Es esa estructura imaginaria la que ya no funciona para Hamlet desde el momento que ha rechazado a Ofelia. Esa descomposición consistiría pues en que "el pequeño a de $a, en adelante desglosado de $, llega a reunirse con el m del estrato de abajo [del grafo] mientras que $ vuelve a subir a S(A barrado) donde Hamlet, incesantemente, rumia su melancólica procastinación" 25
Para Lacan, el fantasma se recompondrá a partir de la escena del cementerio. Es por la vía "de un duelo asumido dentro de la misma relación narcisista que hay entre el yo y la imagen del otro, es en función de lo que le representa de golpe en otro esa relación apasionada de un sujeto con un objeto que está al fondo del cuadro, la presencia del $ que le pone ante sí de golpe un soporte donde ese objeto que para él es rechazado a causa de la confusión de objetos, de la mixtura de objetos, es en la medida en que algo allí de golpe lo aferra que ese nivel puede de golpe ser restablecido, que por un corto instante va a hacer de él un hombre" 26.
Allouch sintetiza esto de la siguiente manera: "el dibujo de Laertes estrechando el cadáver de Ofelia tendría así el valor de una escritura ideográfica de $a, sería una transliteración" 27
En esa relación apasionada de un sujeto con un objeto se juega la relación entre el objeto y el falo, en los siguientes términos: "en la articulación del fantasma, el objeto ocupa el sitio del que el sujeto está privado simbólicamente. ¿O sea qué? Es con el falo que el objeto adquiere esa función que tiene en el fantasma y que el deseo con el fantasma como soporte se constituye" 28 (subrayado mío).
Es decir, pequeño a ocupa el lugar de (Fi mayúscula), y es en tanto que ocupa ese sitio que se constituye como objeto de deseo.
Esto significa que luego de rechazar a Ofelia, la relación entre Hamlet y Ofelia ya no es en términos de $a sino de $. Y es recién en la escena del cementerio donde se opera la "reintegración de a". En analogía con el Wo es war, podemos decir que "donde estaba (Fi), allí mismo debe advenir pequeño a".
"El duelo por Ofelia realizará, operará esa sustitución. De allí esta fórmula: el duelo compone al fantasma. Que implica inmediatamente esta otra: el duelo regula el nivel del deseo" 29 (subrayado mío).
¿Cómo compone el duelo al fantasma?
Constituyendo al objeto como objeto en el deseo (por ejemplo, como un objeto imposible, o un "inexistente absoluto sin correspondencia", o un agujero en lo real).
Pero para que ese objeto se constituya como objeto en el deseo, no basta con la pérdida del mismo: es necesaria también la intervención del falo. Por eso el duelo en cuestión es un duelo esencial: el duelo del falo
Lacan recuerda que, para Freud, el falo es la clave de la represión primordial y del sepultamiento del Edipo. Es en tanto que el sujeto hace el duelo del falo que el Edipo se va al fundamento. Y ese duelo se articula a una exigencia narcisista del sujeto: "Si la satisfacción amorosa en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el conflicto entre el interés narcisista en esa parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los objetos parentales. En ese conflicto triunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extraña del complejo de Edipo" 30.
Pero es la situación de la niñita (quien "acepta la castración como un hecho consumado, mientas que el varoncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación" 31) la que ya había llevado a Lacan (en el seminario IV, sobre la relación de objeto y las estructuras freudianas) a trabajar las relaciones entre frustración, castración y privación, y precisar la razón por la cual la subjetivación se efectúa, mas allá de la castración, gracias a la operación llamada privación.
"Entonces ¿qué es lo que va a aparecer aquí, al nivel de la privación, a saber, de eso que deviene el sujeto, en tanto que él ha sido simbólicamente castrado? Pero ha sido simbólicamente castrado al nivel de su posición como sujeto parlante, no de su ser, ese ser que tiene que hacer el duelo de algo que tiene que llevar en sacrificio, en holocausto, a su función de significante faltante (...)
Eso de lo que se trata es, justamente, del falo, y es por esto que él no podrá alcanzarlo jamás, hasta el momento en que, justamente, habrá hecho el sacrificio completo y, por otra parte, a pesar suyo, de todo su apego narcisista" 32.
Es solamente mediante ese sacrificio que Hamlet estará castrado, no solamente en el significante, sino también en su ser. Y ese sacrificio es el que responde a la "condición previa" que Lacan le había impuesto al texto freudiano sobre el duelo y la melancolía.
En suma, "el objeto del deseo no se constituye en el fantasma mas que sobre la base de un sacrificio, de un duelo, de una privación del falo. Estos tres términos designan aquí una sola e idéntica operación que vuelve gratuito al objeto del deseo, que permite que funcione la estructura imaginaria del fantasma" 33 (subrayado mío).
Es necesario el paso de la privación, que es la operación donde el objeto en juego es el falo simbólico34.
En ese sentido, no basta con el nivel de lo simbólico. El duelo no puede concluirse solo en ese nivel. Es necesaria la vía descendente hacia lo imaginario, que permita constituir al objeto en lo real como objeto radicalmente perdido. O dicho de otro modo, el duelo busca hacer coincidir el agujero real con el agujero simbólico 35.
"El duelo no es solamente perder a alguien (agujero en lo real) sino también convocar en ese lugar algún ser fálico para poder sacrificarlo. Hay duelo efectuado si y solo si ha sido efectivo ese sacrificio" 36 (subrayado mío)
Y ese es el punto de concurrencia entre la interrogación sádica del objeto y la dialéctica del deseo, punto sobre el que nos habíamos detenido al final del item anterior.
2.4 El duelo y el deseo del analista
Veamos entonces como ordena las cosas Lacan en el final de la sesión del 21 de junio de 1961
El primer paso consiste en señalar lo que sería un punto concurrente entre duelo y melancolía: "Se trata de lo que llamaré, no el duelo, ni la depresión por la pérdida de un objeto, sino un remordimiento de un cierto tipo, desencadenado por un desenlace que es del orden del suicidio del objeto" (subrayado mío)
El segundo paso consiste en anudar, sobre este remordimiento, el campo del deseo: "Un remordimiento por ende, a propósito de un objeto que entró, a algún título, en el campo del deseo, y que, por si mismo, o por algún riesgo que ha corrido en la aventura, ha desaparecido" (subrayado mío)
El tercer paso consiste en asociar ese remordimiento con la interrogación sadiana del objeto: "La vía les es trazada por Freud cuando les indica que ya en el duelo normal la pulsión que el sujeto invierte contra si mismo podría ser una pulsión agresiva hacia el objeto".
El cuarto paso consiste en articular la fuente de ese remordimiento a la pérdida del objeto para, a partir de ahí, replantear la relación entre la pérdida de ese objeto y el deseo: "Encontrarán la fuente en lo siguiente, que con ese objeto que se ha así escamoteado, no valía la pena haber tomado , si puedo decirlo, tantas precauciones. No valía la pena haberse desviado de su verdadero deseo si, ese objeto, como parece, ha ido hasta que se lo destruya"37 (subrayados míos).
En otros términos, el deseo se engañaba con ese objeto que había entrado, "a algún título", en su campo. El deseo "verdadero" se ubica mas allá de ese objeto, y el problema, para quien se hallase en dicha posición, sería el de reencontrar las vías de su "verdadero deseo".
Pero para llegar a este punto ha sido necesario sostener la interrogación sadiana del objeto, hasta sus últimas consecuencias.Es aquí donde la dirección de la intervención analítica es capital, al menos en la medida en que podamos pensar la situación anterior como una situación propia del dispositivo analítico.
En efecto, esto nos lleva al corazón de la relación entre el Ideal y el objeto pequeño a. Y lo que aquí importa (lo que Sócrates sabe, y lo que los analistas deberían al menos entrever) es que, al nivel del pequeño a, no se trata del acceso a ideal alguno: "este campo del ser que el amor no puede mas que cernir es algo del cual el analista no puede pensar sino que cualquier objeto puede llenarlo" 38.
Como en el caso de Hamlet, tenemos que diferenciar el campo del ser de los objetos que puedan incluirse en él, es decir, tener en cuenta la castración, no solamente en el significante, sino también en el ser
En este punto bisagra es donde la interrogación sadiana del objeto se articula al deseo del analista: "Es aquí donde nosotros, analistas, somos llevados a vacilar, sobre los límites donde se plantea esta pregunta ¿qué eres?, con cualquier objeto que ha entrado una vez en el campo de nuestro deseo, que no hay objeto que tenga un precio mayor o menor que otro, he aquí el duelo alrededor de lo que está centrado el deseo del analista" 39 (subrayado mío, sobre el texto de la versión Seuil corregido por "Le transfert dans tous ses errata").
Esa es la frase que estamos tratando de entender: "el duelo alrededor de lo que está centrado el deseo del analista". Y quizás sea esta la ocasión propicia para subrayar la importancia de las correcciones señaladas en "Le transfert dans tous ses errata", pues la diferencia entre ambas versiones nos va a orientar mucho respecto de lo que está en juego en este párrafo.
En la versión de Seuil (de marzo de 1991), en el lugar del párrafo que acabamos de transcribir (la parte que antecede a la cita sobre el duelo y el deseo del analista), dice esto otro: "ese límite donde se plantea la pregunta por lo que vale cualquier objeto que entre en el campo del deseo" ("cette limite ou se pose la question de ce que vaut nimporte quel objet qui entre dans le champ du désir") (subrayado mio)
Como se ve, la diferencia es capital.
En la versión Seuil se trataría de una pregunta por el valor del objeto (cuestión que solo podría respond erse desde el ideal). En la versión corregida, en cambio, la pregunta no es por el valor del objeto. La pregunta es por el ser. Y esa pregunta por el ser se hace "con" un objeto, con cualquier objeto que haya entrado "en el campo de nuestro deseo". Es por esta razón que no hay objeto que tenga "mas o menos" precio que otro. El objeto es solo instrumental en relación a la pregunta por el ser.
Es importante aclarar esto porque es sobre ese punto, a su vez, que se articula la cuestión del "deseo del analista": no es lo mismo que seamos llevados a vacilar respecto de lo que vale cualquier objeto que respecto de la pregunta "¿qué eres?". En el primer caso sería difícil no deslizarnos hacia una respuesta por el lado del ideal, y no se entiende cuál sería la función del duelo. En el segundo caso, en cambio, el duelo por la pérdida del objeto es esencial a la pregunta por el ser. Por eso ese duelo es aquello "alrededor de lo que está centrado el deseo del analista".
Es aquí donde cabría resaltar ese uso del neutro, tan típico en el estilo de Lacan, pues el mismo deja un margen de ambigüedad tanto sobre el objeto en juego como sobre quien estaría de duelo. La edición Seuil, al titular esta sesión como "El analista y su duelo" (subrayado mío), entiende resolver esta ambigüedad en el sentido de que sería el analista quien debería realizar un duelo. En consecuencia, ¿sería el analista quien debería hacer el sacrificio del falo? ¿Y sería ese sacrificio del falo lo que daría su posición al deseo del analista?
En el párrafo siguiente, Lacan ilustra su planteo con la escena más famosa del banquete de Platón. Toma como ejemplo la situación en que Sócrates le señala a Alcibíades que todo lo que le dice a él es para Agaton, para señalar: "he ahí la función del analista con lo que ella comporta de un cierto duelo" 40.
A lo que Alcibíades apuntaba era al objeto que se encontraba en Sócrates, el agalma, el objeto del deseo, del que Sócrates no era mas que el envoltorio. Este desplazamiento sobre Agaton, por parte de Sócrates, ¿implicaría la realización de un duelo?
Finalmente Lacan termina la sesión (y el seminario) con un comentario respecto del mandamiento cristiano "amaras a tu prójimo como a ti mismo", señalando que "eso quiere decir, a propósito de cualquiera: plantear la perfecta destructividad del deseo. Pueden hacer la experiencia de saber hasta donde osarán ir interrogando a un ser a riesgo, para Uds. mismos, de desaparecer" 41.
En la vía de la interrogación del ser, una vez mas se plantea el problema de la destrucción del objeto.
Pero, en este caso, ¿cómo debe entenderse el duelo?
En suma, son varias las preguntas que se plantean, en esta última sesión del seminario sobre la transferencia, respecto de las relaciones entre el deseo del analista y el duelo:
¿Quién debe realizar el duelo?
¿Cuál es el objeto del duelo?
¿Qué relación se plantea entre el agalma y el duelo?
Para intentar responder a estas preguntas vamos a comentar un par de casos clínicos presentados por postfreudianos en relación al tema de la contratransferencia, y comentados por Lacan en las sesiones del 8 de marzo de 19661(seminario sobre la transferencia) y del 27 de marzo de 1963 (seminario sobre la angustia)
Notas
13 Salvo indicación en contrario, esta, y las citas subsiguientes del seminario sobre la transferencia corresponden al tomo VIII de "Le Séminaire", de Jacques Lacan, en la edición de Seuil de marzo de 1991, corregida, cada vez que corresponda, según las indicaciones de "Le transfert dans tous ses errata", de edición EPEL. En estas notas al pie, luego de la reproducción del texto original en francés, entre paréntesis, se indica la página, primero del libro de Seuil, y segundo (cada vez que corresponda), la del libro de EPEL - « Il sagit de ce qui est au cur de la réponse que lanalyste doit donner pour satisfaire au pouvoir du transfert. Cette position, je la distingue en disant qua la place même qui est la sienne, lanalyste doit sabsenter de tout idéal de lanalyste » (448/173)
14 Idem - «A divers titre et sous diverses rubriques, on peut bien sur formuler à propos de lanalyste quelque chose qui soit de lordre de lidéal. Il y a des qualifications de lanalyste, et c est déjà assez pour constituer un noyau de cet ordre. Lanalyste ne doit pas être tout à fait ignorant dun certain nombre de choses, cest certain. Mais ce nest point là ce qui entre en jeu dans sa position essentielle» (448)
15 Lacan señala la ambigüedad del término "saber", y refiere que el sentido que tiene esa palabra en Platón, "es mucho más próximo al que apunto en el momento en que intento articular para Uds. la posición del analista" («Le sens qua chez lui [chez Platon] le mot de savoir est beaucoup plus proche de ce que je vise au moment ou jessaye darticuler pour vous la position de lanalyste») Séminaire Le transfert, Ed. Seuil, page 448
16 Idem «Lhorizon du rapport à lobjet nest pas avant tout un rapport conservatif. Il sagit, si je puis dire, dinterroger lobjet sur ce quil a dans le ventre. Cela se poursuit sur la ligne ou nous essayons disoler la fonction de petit a, la ligne proprement sadienne, par ou lobjet est interrogé jusquaux profondeurs de son être, sollicité de se retourner dans ce quil a de plus caché, pour venir à remplir cette forme vide en tant quelle est fascinante.
Ce qui est demandé à lobjet, cest jusquou peut-il supporter la question ? Peut-être jusquau point ou le dernier manque-à-être est révélé, jusquau point ou la question se confond avec la destruction même de lobjet. Tel est le terme et cest pour cette raison quil y a la barrière que je vous ai placée lannée dernière, la barrière de la beauté, ou de la forme. Là, lexigence de conserver lobjet se réfléchit sur le sujet lui-même» (453/180)
17 Idem - « Aussi bien est-ce seulement à ordonner léchelle montante et concordante des objets par rapport au sommet phallique, que nous pouvons comprendre la liaison des différents niveaux que comporte par exemple lattaque sadique, pour autant quelle nest pas du tout la pure et simple satisfaction dune agression prétendue élémentaire, mais une façon dinterroger lobjet dans son être et dy puiser le ou-bien introduit à partir du sommet phallique, entre lêtre et lavoir
( ) Il y a toujours un moment ou nous allons le lâcher cet objet, en tant quobjet du désir, faute de savoir comment poursuivre la question. Forcer un être, puisque cest là lessence du petit a, au-delà de la vie, nest pas a la portée de tout le monde » (455/182)
18 Heurístico: que sirve al descubrimiento; parte de la ciencia que tiene por objeto descubrir hechos
19 Jean Allouch, "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca" , EDELP, página 75
20 Ver G. Lanteri-Laura, "Les hallucinations"
21 A criterio de Allouch, esta teoría bipolar "es el romanticismo hecho ciencia", página 146
22 Citado por Allouch en "Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca", página 168
23 Idem, páginas 172/3
24 Idem, página 177
25 Idem, página 271
26 Jacques Lacan, sesión del 18 de marzo de 1959, citado por Allouch, idem, página 283
27 Allouch, Idem, página 283
28 Jacques Lacan, sesión del 15 de abril de 1959, citado por Allouch, idem, página 288
29 Jean Allouch, idem, página 293
30 Sigmund Freud, "El sepultamiento del complejo de Edipo", Obras Completas, Ed. Amorrortu, Tomo XIX, página 184
31 Idem, página 186
32 Jacques Lacan, "El deseo y su interpretación", sesión del 29 de abril de 1959
33 Jean Allouch, idem, página 307
34 Recordemos la tabla, presentada en el seminario IV (las relaciones de objeto), y completada en el seminario VI (el deseo y su interpretación)
Agente | Acción | Objeto |
Madre simbólica | Frustración imaginaria | Seno real |
$ real | Castración simbólica | imaginario |
imaginario | Privación real | simbólico |
35 Jacques Lacan, Le transfert, sesión del 21 de junio 1961, página 458:"El duelo consiste en autenticar [y no "identificar", como dice la versión Seuil] la pérdida real, pieza por pieza, pedazo a pedazo, signo a signo, elemento gran I a elemento gran I, hasta el agotamiento".
36 Jean Allouch, idem, página 307
37 Jacques Lacan, Le Séminaire, Tome VIII, Le transfert, Edition Seuil de mars 1991 (ver nota a pie de página número 13) - « Il sagit de ce que jappellerais, non pas le deuil, ni la dépression au sujet de la perte dun objet, mais un remords dun certain type, déclenché par un dénouement qui est de l ordre du suicide de lobjet. Un remords donc, à propos dun objet qui est entré a quelque titre dans le champ du désir, et qui, de son fait, ou de quelque risque quil a couru dans laventure, a disparu.
Analysez ce cas. La voie vous est tracée par Freud, quand il vous indique que déjà dans le deuil normal la pulsion que le sujet retourne contre soi pourrait bien être une pulsion agressive a lendroit de lobjet. Sondez ces remords dramatiques quand ils adviennent. Vous en verrez peut-être quelle est la force dou revient contre le sujet lui-même une puissance dinsulte qui peut être parente de celle de la mélancolie. Vous en trouverez la source dans ceci quavec cet objet qui sest ainsi dérobé, ce nétait donc pas la peine davoir pris, si jose dire, tant de précautions. Ce nétait donc pas la peine de sêtre détourné de son vrai désir sil a, cet objet, comme il semble, été quon aille jusqu'à le détruire» (459/184-5)
38 Idem "ce champ de lêtre que lamour ne peut que cerner, cest quelque chose dont lanalyste ne peut que penser que nimporte quel objet peut le remplir" (459/185).
39 Idem "Voilà ou nous, analystes, sommes amenés a vaciller, sur les limites ou se pose cette question «ques-tu ?» avec nimporte quel objet qui est entré une fois dans le champ de notre désir, quil n y a pas dobjet qui ait plus ou moins de prix quun autre, cest ici le deuil autour de quoi est centré le désir de lanalyste" (459-60/185-6)
40 Idem "Voilà la fonction de lanalyste, avec ce quelle comporte dun certain deuil" (460)
41 Idem "Cela veut dire, a propos de n importe qui: poser la question de la parfaite destructivité du désir. Vous pouvez faire lexpérience de savoir jusquou vous oserez aller en interrogeant un être au risque, pour vous-même, de disparaître" (460/186)