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El interés de presentar este trabajo en este espacio es el de retomar un punto que dejé abierto en el trabajo anterior("El narcisismo de los psicoanalistas y su relación con las instituciones", abril de 1999) y es sobre los destinos de la transferencia.
1- La transferencia : fenómenos y concepto.
El psicoanálisis es una experiencia. Este término me parece adecuado para dar cuenta de que es algo que sucede en un lugar entre dos personas que se deciden a hacerlo dentro de un marco dispuesto para ese fin.
Digo que sucede, porque tiene el estatuto de suceso o de acto y que deja para ambas partes, analizante y analista, no sólo la experiencia de ese proceso, sino un saber acerca de él.
Pero ésta experiencia tiene una característica muy especial y es que se desarrolla en un escenario particular y es el de la transferencia.
Que es la transferencia? Freud desarrolló el concepto en numerosos trabajos y no dejó de interrogarse sobre ella a partir de sus casos clínicos. Resumiendo, podríamos decir que es la reviviscencia de lazos inconscientes puestos en otro lugar. Un desplazamiento en otra persona, aspecto muy importante de cómo funciona el inconsciente y es que aquel lugar en donde se depositan estos lazos no es el lugar original. O sea se trata de encontrar algo o alguien que sea depositario de esa transferencia pero no su origen.
"Fenómenos" de transferencia, los hay fuera del marco psicoanalítico: amigos, profesores, médicos, etc.Pero no es lo mismo el fenómeno de la transferencia que el concepto. Este ocupa un lugar preciso en la cura , es su condición de posibilidad aunque no la única.
Por otra parte, que sea necesaria no quiere decir que sea suficiente, porque tiene un doble aspecto: es motor pero a la vez es obstáculo.
Obstáculo en su vertiente amorosa.Y como el amor es una ilusión, aquí cobra con más fuerza este aspecto, hasta hacer fracasar una cura si se sostiene esa posición o se fomenta.
Entonces, en primer lugar tenemos una dimensión de engaño, ya que lo que se transfiere es en otro lugar del que es su origen y segundo la dimensión ilusoria o imaginaria del amor .
Amor a quien ? o a que? No es a la persona del analista , aunque sea paradójico , ya que sin esta presencia no sería posible el amor ni tampoco el análisis.
Amor a qué, entonces?
Freud no resolvió totalmente el enigma de por qué obraba ni porque sus casos se topaban en un punto , que si bien él teorizó como resistencia ,no pudo agotar su resolución.
Los post-freudianos, fueron más allá de este punto y pusieron el énfasis en aspectos como su anudamiento con la interpretación y el concepto de contratransferencia.
Lacan, dio un salto 2500 años para atrás y se fue a Platón, quien en su libro sobre "el Banquete" relata una historia de amor.El amor de Alcibíades , el discípulo, el amante, el erastés hacia Sócrates, el maestro, el amado,el erómenos.
El sesgo del saber es lo que le interesó a Lacan .
Alcibíades ama o cree amar a Sócrates pero ama algo que él posee y es el saber sobre el amor.
Todo amor está "enganchado", digámoslo así, a algo que el otro posee: sabiduría, dinero, ternura, inteligencia, belleza,etc.Algo, algún objeto valioso guarda el otro en su ser que nos atrae y que se convierte en ese imán que nos hace amar.
El "agalma". El objeto agalmático para Alcibíades era el saber que poseía Socrates.
Pero cuando le declara su amor y le pide que le de su saber a cambio de su amor, Sócrates le dice que él no sabe nada.Que no tiene ese objeto que Alcibíades cree que posee.Se invierten las posiciones y Sócrates se presenta como sujeto, ya que no tiene.
El desengaño del amor, la promesa se desvanece y ante la sorpresa de Alcibíades, Sócrates le devuelve a su origen y le dice que en realidad no es a él a quien ama sino a Agatón.
Tenemos pues el elemento que nos faltaba y era la causa.
Tenemos entonces, el amor de transferencia instalado en la relación de A hacia B, el efecto de engaño en la creencia de que B posee un objeto maravilloso que el otro no posee y B que se sale de esa posición mediante una desilusión o desengaño, remitiéndolo al objeto que lo causa, mediante una interpretación.
Pero volvamos al presente, esto que parece tan sencillo, en la clínica no lo es tanto.
Cuando un futuro analizante llega al despacho de un analista lo hace porque le supone un saber. Se supone que sabe algo acerca de lo que le pasa.
Entonces va por que algo le falta, le falta un saber sobre su malestar.Alguna idea tiene, pero si demanda es por que no le alcanza lo que tiene. Llega marcado por una falta(_).El analista se supone que si tiene un saber. Y esto ya de entrada plantea un problema que es crucial, y es que se establece de entrada una relación disimétrica .Uno en menos(_) y otro en más(+).
Cual es el riesgo de esta disimetría ? Que el que tiene, puede. Así de simple, en otros términos se establece una relación de poderes desiguales.No es que el analizante no tenga ningún poder, sino que cree no tenerlo. Tiene un saber pero aún no lo ha desplegado. Y no es que el analista tenga un poder, ocupa un lugar al que se le supone un poder, porque es el que supuestamente sabe.
Pero como el análisis es un proceso y las depositaciones identificatorias sobre la persona del analista van variando, la transferencia cambia igualmente.
El problema no es lo que hace el analizante, porque él instalado en su amor, lo desplegará de mil maneras y todos conocemos las mil caras y facetas de esto. Inasistencia a las sesiones, no pagarlas, llegadas tarde, preguntas personales, descubrir detalles en el consultorio que den pistas para saber sobre el deseo del analista e intentar encontrar una respuesta a ese amor.
Pero el gran problema es cómo se maniobra con esto? Y aquí está la dimensión ética, el "savoir.faire".
2 - El deseo del analista
La consigna es no satisfacer la demanda de ese amor, no desengañándolo como hacía Freud al principio, ni explicando lo que está en juego ahí de entrada, sino siendo depositario de ese papel, como en el teatro, representando el papel que le asignan al analista pero sin actuarlo. Función de semblante de ese objeto que supuestamente se posee, como Sócrates.
No posibilitando la consumación de ese amor, pero si permitiendo que éste se despliegue en palabras.
Lo que permite que ésto se haga posible es lo que se llama el "deseo del analista" o el deseo "de" analista para no confundirlo con la persona del analista.
No son sus deseos, éstos como sabemos se jugarán en otro escenario y con otros actores: el análisis del analista, sus supervisiones y la comunidad o colectivo o polis a la que pertenezca. El analista no está sólo y es más, no es único. Pertenece a un colectivo que se autodenominan de igual manera.
El deseo del analista es el que posibilita que sea el deseo del analizante el que juegue la partida, el protagonista. Aunque haga intervenciones, interpretaciones o construcciones. El deseo que importa, no es el de Sócrates, sino el de Alcibíades y no es en ese lugar, sino que apunta hacia otro objeto y eso es a lo que hay que apuntar, al objeto que lo causa. Lo que Lacan llamó el objeto a y que sostiene el ser en una forma curiosa que es como un molde o estructura que se llama el fantasma. Pero que está, como sabemos, velado bajo las formas síntomáticas más diversas aunque sea un síntoma el que de al final la clave de la estructura.
La maniobra entonces, es que se apunte a esa finalidad. Descifrar lo que los síntomas dicen en su sin sentido, con el alivio consecuente, pero señalando que lo que lo empuja lo que lo causa no es adonde se dirige sino de donde viene. Está como vimos en el ejemplo, en el origen. Sócrates no es el objeto a de Alcibíades sino un objeto i de a, además de ser I, un ideal. Aquí vemos las dos facetas: Ideal del yo (la sabiduría, el conocimiento, valores que para la época eran los más preciados)y el yo ideal (la figura de Sócrates, su poder con la palabra). El objeto a es otro, Agaton, o lo que Agaton recubre en su ser.
De I al a. Esta es la direccion : del síntoma a cernir el objeto pulsional en juego.
Esta es la dirección de la cura.
3 - Primer destino: la interrupción.
Este camino no siempre se lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias. Muchos se bajan antes del tren, la mayoría cuando sus síntomas, aunque no desaparecidos, ya no les duelen.
Que pasa en esas circunstancias con la transferencia? A veces se liquida, otras se transforma en su contrario, transferencia negativa y otras quedan simplemente en "stand by": en latencia, a la espera de otro "Sócrates" del cual hacerla depositario.
4 - Segundo destino: eternización.
Instalada la transferencia, ambos partenaires se adormecen en una situación ad-infinitum, en un estado de mutua complascencia sin que nada ni nadie interrumpa esa beatitud. En el mejor de los casos, algo o alguien falla, en general el analista, con alguna equivocación que además de producir el enfado o la decepción del analizante, precipita su salida, no siempre en buenos términos.
Esto es un fin de análisis? Sería interesante discutirlo, pero tal vez lo que se precipita es una caída de los ideales que no siempre es una desidentificación llevada hasta sus últimas consecuencias .
Que sucede con la transferencia en este caso? Se dirige, o bien hacia el destino anterior, otro Sócrates o simplemente se acaba también con la transferencia al psicoanálisis en general, momento difícil de escepticismo más que de desilusión.
5 - Destino "ideal"
Lo señalo así intencionadamente porque creo que difícilmente se trate de un final feliz. No porque suponga malestar, pero que implica un duelo, una separación. Un momento de tristeza que no de angustia.
El analista, es lo que angustia en el análisis, no su persona, insisto, sino porque señala con su presencia y con sus intervenciones, la falta de la que se padece.
Una presencia que remite a una ausencia.
Digo " ideal "porque supuestamente, este destino es lo que se denomina "resolución de la transferencia" y es cuando un análisis llega a su fin: caída de las identificaciones, atravesamiento del fantasma para cernir el objeto pulsional, asomarse a la ventana de lo real o ir más allá de la roca de la castración, como se quiera nombrar a este final. Lo que está en juego ahí, es "esto es lo que hay, no hay más o en todo caso ya no se quiere saber más".
Lo cierto es que aquella presencia amada del principio ya ni lo es más ni tampoco tiene sentido su presencia.
En el análisis con niños el desenlace es muy contundente. Muchas veces dicen: "ya no me sirves", o cuentan sueños como relata una analista en un ejemplo, de que la casa de la analista se incendiaba y la analista se quemaba dentro de ella, como en las fallas.
En los adultos, es más complejo, no es tan evidente esta separación.
La liquidación no es lo mismo que la resolución. La transferencia puede devaluarse como vimos en el punto anterior, en esa identificación al analista al infinito pero en donde el amor se va agotando como el fuego de la chimenea o bien se liquida, abruptamente, como un aborto.
Resolver la transferencia es otra cosa, resolver algo es encontrar, como en los problemas de matemáticas, la solución. Resolver en el sentido de revelar el ser del deseo del sujeto y descubrir que causaba el malestar, su síntoma, cual era el objeto que lo causaba, que quedará como resto.
Si se llega a este final, que es el pasaje de psicoanalizante a psicoanalista, que es posible, no es una ilusión ni un final inalcanzable que sucede aquí con la transferencia?
La dificultad es mayor para los psicoanalistas en ejercicio, que no han llegado al final, que es la gran mayoría. Adonde van las transferencias mientras dura el proceso ? Porque al principio no es el problema. Sabemos que están concentradas en la palabra del analista, en la persona, la hora de la sesión, etc. Todo lo referente al analista invade el ser.
Pero eso se va disipando a medida que el análisis avanza, en el sentido pleno del término, avanza en su temporalidad, no sólo en el calendario. Las identificaciones caen, los significantes se suceden, se desanudan, se elabora el saber del inconsciente y se va vislumbrando la "carne" de la que se está hecho y el "hueso" fantasmático que lo sostiene, aunque sea duro de roer. Adonde va entonces la transferencia?
De la transferencia al analista, se pasa a una transferencia al análisis.
Del diván al sillón. En sus diferentes formas: en ejercerlo como analistas practicantes, en reflexionar sobre lo que se hace, en escribir, en estudiar, en debatir, en confrontar, en enseñar. Es lo que se denomina "transferencia de trabajo".
Salida por el lado de la sublimación. Salida por la producción de saber ya sea personal o colectiva.
6 - La transferencia de trabajo o la transferencia al análisis
Esta no es exclusiva de los analistas, este espacio es testimonio de ello.
La transferencia a un saber no es exclusiva de quien la ejerce.
Pero es cierto que muchos analistas nos dedicamos a elaborar un saber a partir de la experiencia y muchos queremos transmitir ese saber.
Nos autorizamos a ello.Pero ante quienes y donde?
a.En los espacios de enseñanza
Los discursos (universitario, analítico, histérico y el del amo) aquí se deslizan y a veces se confunden. El maestro no siempre es socratico, a veces es el amo del saber, ni siempre se transmite un saber a partir de una experiencia sino un saber textual o interpretaciones de los textos.
A veces se fomenta la sugestión desde el lugar que se ocupa, fomentando la transferencia de la que se es depositario y también se puede reconocer la figura del "buen alumno", devoto y dedicado a satisfacer complascientemente el goce narcisista de sus maestros.
Usos y abusos de la transferencia.
b-En las comunidades analíticas.
Comunidades, en el sentido de tener algo en común, no en el sentido de comunión aunque el sentido esté muchas veces sobredeterminado.
Llámense grupos, asociaciones o escuelas. Que las diferencia?
El grupo en general responde a un líder o líderes que ocupan el lugar de poder delegado.Lugar de saber . El grupo de tal o cual analista.
La transferencia aquí es en general hacia el líder aunque están en juego otras laterales o paralelas.
Las asociaciones, tienen supuestamente una repartición de poderes más democrática, digo supuestamente, porque el saber ahí no es supuesto sino que es "real" y lo digo en el sentido corriente del término, porque los analistas algo saben. Y se asocian para confrontarlo.
También se podría pensar si es democrática esta forma de sociedad, cuando la disimetría de saberes delimita lugares de poder diferentes.
Pero lo que nos interesa es el manejo de la transferencia y aquí podemos ver la transferncia al trabajo pero también una gran dificultad en aceptar que las transferencias imaginarias entre los diferntes miembros existen y no siempre en su aspecto posibilitador sino de obstáculo. Intentar evitarlas, no reconociéndolas o no hablándo de ellas es desconocer el real en juego y por lo tanto, en mi opinión, un error.
La escuela, para formar no sólo en la praxis (teórica y clínica) sino para verificar que ese saber llevado a término, es posible, por ejemplo con el pase.
Forma que creo más idónea, para hacer confluir una transmisión en el sentido de transmisión de una experiencia y como regulación de los analistas, tanto en su vertiente imaginaria como en el real en juego. No desconociendo sus rivalidades ni domesticándolas sino intentando regularlas mediante la producción de una labor de investigación.
La transferencia en la escuela no sería de "amor hacia la escuela" sino de "deseo de escuela" en el sentido de producir un trabajo en función de ese deseo.
No voy a extenderme en este punto, sólo me quiero detener en dos aspectos que entiendo que son dificultades.
1-el obstáculo.
2-la identificación al psicoanálisis
Así como en la dirección de la cura, la transferencia es motor, pero también hace obstáculo en su desarrollo, como vimos anteriormente, dada su vertiente imaginaria, en las comunidades analíticas y en los espacios de enseñanza también hace obstáculo.
Que corriente es la más sabia? que orientación es la más correcta? cuál es la más verdadera?qué o quienes, tienen más transferencia de trabajo, en función de criterios cuantitativos que pueden resultar patéticos.
No me detendré en otro aspecto que es sumamente importante y es el de la manipulación que hacen las instituciones de las transferencias en juego. Ya sea de los "cargos" o de las transferencias con los enseñantes.
El otro aspecto que me interesa destacar es la identificación de los psicoanalistas al psicoanálisis. Me lo ha sugerido una reciente carta de un psicoanalista argentino, Michel Sauval.
No es la identificación al psicoanalista sino al psicoanálisis en la versión más imaginaria y casi delirante que hace llegar a sostener posturas como :"el psicoanálisis soy yo". Sabiendo como sabemos que el "yo, como decía Freud, no es maestro en su morada".
Imaginemos un colectivo donde todos y cada uno sostuvieran tener el derecho, ya no sólo a opinar sobre un tema , sino a erigirse como poseedores de un patrimonio exclusivo, que les da derecho a opinar sobre, ya no, "lo que dicen" los demás, sino "desde dónde" lo dicen.
Esto es con lo que se opera en la cura, el análisis de la enunciación a partir del enunciado, del texto del analizante, porque ahí está o se origina el deseo del sujeto. Pero es dentro de la cura y no siempre.
Fuera es obsceno. Y muchas veces se juzga al otro, en posesión de no se que supuesta "verdad psicoanalítica".
Todo se invalida y ya no se escuchan ni argumentos, ni opiniones ni nada. Sólo la certeza de que lo que se piensa, ES lo psicoanalítico.
Que diferencia habría con aquella moda de interpretar salvajemente todo lo que se decía, del estilo: "esto es por tu edipo mal resuelto " o "como aún no has disuelto tus rivalidades fraternas, por eso dices tal cosa".
Las modas pasan, pero retornan bajo la forma de "como tal analista está en tal institución, debe decir...." o "como se analiza con tal ,es que...". Y es indiferente lo que se dice, ya no se escucha, dado que sólo tiene valor la interpretación que se hace de la enunciación del otro. Buscando o bien el consenso del resto del grupo,"la claque", o neutralizar al otro en un imposible diálogo o buscando su consentimiento, por no decir sumisión por la vía de la sugestión o la intimidación.
Quien no se ha encontrado, por activo o por pasivo, alguna vez o muchas en esa situación? Seamos honestos. Es nuestro goce narcisístico.Y tal vez, el que produzca mayor malestar en nuestras sociedades, cuando la posibilidad de decir lo que se piensa, se obtura por la certeza del otro.
Frecuentemente,cuando hablamos fuera del consultorio, es en "nombre del psicoanálisis" y ese es nuestro principal síntoma.
Nos creemos el personaje y utilizamos nuestra función como equivalente al ser.
No somos siempre psicoanalistas, hacemos de.Y no siempre.
Entonces podemos decir que un posible destino de la transferencia sería un movimiento que va de la identificación al analista a la identificación al psicoanálisis?
Palma de Mallorca, 8 de noviembre de 1999.
Luisa Cáceres Goyos.