Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La subjetividad de la época
(A propósito de "El escritorio de Lacan" de Jorge Baños Orellana)
Michel Sauval

Este segundo libro de Jorge Baños Orellana no ha tenido el mismo apoyo institucional y editorial que el primero, "El idioma de los lacanianos" (editado recientemente también en Francia con el título "De l'hermétisme de Lacan. Figures de sa transmission", por la editorial de la Ecole Lacanienne de Psychanalyse).
Este ha sido editado personalmente, y no ha contado con tantas "presentaciones" como en el caso anterior. ¿No será tan bueno? ¿O quizás esté pagando los "costos" del anterior?.

En la presentación general que Baños Orellana ha puesto en Internet (accesible por intermedio de la sección "Libros" de PsicoNet) encontrará también publicada la introducción, con la descripción y justificación de las diferentes partes y capítulos.
Por otra parte, un borrador de uno de los capítulos de este libro fue publicado en
Acheronta número 7

Doy entonces por leída esta introducción.

Me detengo en este libro porque, me parece, testimonia en su misma realización, los avatares y dificultades cada vez mayores con que nos encontramos para poder "pensar" un poco en el campo del psicoanálisis.

Con el término "Escritorio" B.O. intenta acotar algunos de los problemas ligados a la transmisión del psicoanálisis: pasar del "sillón" del analista al "escritorio" puede ser algo tan sencillo como "dar unos pasos en el espacio de un cuarto, pero epistemológicamente equivale a dar un gran saldo, no siempre logrado, por encima de la fractura que separa la práctica del psicoanálisis de su enseñanza".

El "escritorio", entonces, será lo que intenta circunscribir la tarea de lectura y escritura de los analistas, en general, y de Jacques Lacan (y también Sigmund Freud) en particular.
Lo que de esa tarea se deduce, al menos en el caso de Lacan, es que la transmisión del psicoanálisis no puede pensarse como la enseñanza de "un sistema clara y unívocamente formulado", sino mas bien, de "una actividad y una mostración". Por eso mismo el "escritorio" tendrá contornos "físicos" que constantemente se desdibujan: desde aquella "mesa de comedor vacía arrinconada contra la puerta ventana" donde "Lacan disponía los papeles a sus anchas en cuanto concluía la última consulta y quedaba a solas en Lille n°5", rápidamente pasaremos también a la "chaise longue" (u otros mobiliarios) de Guitrancourt, y luego al estrado de los diferentes salones en que transcurrió su seminario, pasando por el trasatlántico que transportó a Freud a USA a principios de siglo, etc.

La acotación de este libro, en realidad, la constituye la selección de algunos textos y seminarios de Lacan que constituirán la "encrucijada de tres caminos" organizada por B.O. (Lacan promotor, Lacan corrector, Lacan lector) a partir de lo que él mismo plantea como una "contingencia editorial de 95-98": la traducción al castellano de dos referencias de Lacan, el seminario IV ("La relación de objeto y las estructuras freudianas") y la "Introducción a la edición alemana de un primer volumen de los Escritos", y el "Joyce el síntoma I" de "Uno mas uno" (así como la edición del 96 de las Epifanias de Joyce).

Pero, insisto, el "escritorio" no deja de desdibujar, cada vez, sus "límites", y de convocar la problemática general de la transmisión en psicoanálisis, así esté planteada (¿de que otro modo podría estarlo?) por el intermedio de algunas discusiones puntuales (Kris y el caso de los "sesos frescos", el "Joyce" de Lacan, etc.).

Según Baños Orellana, "El escritorio ..." no es la segunda parte de "El idioma ...".
Pero él mismo reconoce que este último constituyó un cierto paso necesario para poder pasar .... ¿de "... los lacanianos" a "...Lacan"?
¿Acaso no podríamos también recorrer aquél primer libro de B.O. según los mismos ejes: lacanianos promotores, lacanianos correctores, lacanianos lectores?

¿Cuales son algunos de los problemas que se ubican detrás de cada uno de estos ejes?
Las tres partes del libro intentan ordenarse como un abordaje mas sistemático de cada uno de ellos, pero, en realidad, cada eje esta implicado en cada una de las tres partes, y a lo largo de todo el libro.

Para mantenerme a tono con esta trinidad, tomaré tres aspectos parciales, y en parte arbitrarios, de cada uno de estos ejes.

 

"Promotores": psicoanálisis y posmodernismo.

Es este el punto donde las relaciones con el libro anterior se hacen mas evidentes.

La cita de rigor no podía ser otra que la de "Función y campo ....": "mejor que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época".
Aquí los problemas se plantean en relación al "unir" y a "la subjetividad de su época".

B.O toma como metáfora el episodio del Ulises donde Stephen Dedalus dialoga acerca de la historia y Dios con Mr Deasy, director del colegio donde él trabaja como maestro (Mr. Deasy planteaba que "la historia progresa hacia una gran meta, manifestación de Dios" cuando en ese preciso momento, "un repentino griterío precedente del patio de los alumnos invade la oficina silenciosa del director. Stephen lo aprovecha para replicar que la historia no es un orden preestablecido, sino que se parece más a eso, a una irrupción inopinada: 'Eso es Dios. Un grito en la calle', dice, señalando la ventana") para plantear la relación con la época.

Luego deriva hacia la problemática de cómo discernir entre "lo que Lacan busca decir y lo que dice para que su dicho sea escuchado", que da cuenta de la preocupación y atención que prestaba Lacan a sus interlocutores del momento (problemática que fácilmente conduce a alguna de las dos posiciones extremas: o bien la "denuncia como un embustero que no buscaba otra cosa que ser escuchado", o bien "la prepotencia de la idealización discipular que lo despoja de la ironía y sentido de la historia").
Sigue lo esencia de este excelente capítulo, donde el análisis de la famosa anécdota según la cual Freud le habría dicho a Jung, al llegar, en 1908, a USA: "no saben que les traemos la peste", nos llevará por los meandros de dicho viaje, de los problemas uretrales de Freud, de la visita de Lacan a Jung, la correspondencia de Freud con Jones, Ferenczi, etc.
Para finalmente volver al planteo anterior del problema, señalando que "para no convertirse en una pesadilla, el sueño del futuro del psicoanálisis deberá tener las modas intelectuales como resto diurno" (subrayado MS).

¿Cual es la "moda intelectual" de turno sino el posmodernismo?
Para B.O., este parece ser el interlocutor que debería tener presente el psicoanálisis actual.
Así, por ejemplo, el "éxito", al menos en lo estilístico, del libro de Alemán, "La experiencia del fin", "se debió, en buena parte, a la ligereza (muy trabajada) de sus juegos derridianos de autoreferencialidad, composición en mosaico y zapping del lugar de la enunciación, vale decir, a su posmodernidad [...] La nueva subjetividad está entre nosotros, o le abrimos la puerta o, sin pedir permiso, entrará rompiendo una ventana" (subrayado MS).

"¿Qué grito llega hoy desde la calle?", se pregunta B.O., para completar la metafórica referencia al diálogo de Dedalus y Deasy.

Me sorprendió mucho, pero B.O., en vez de "escuchar", sale a "mirar", a mirar por la ventana, para el caso, por la ventana del edificio donde se realizaba el ciclo de reuniones preparatorias de las 6° jornadas de la EOL (en las que B.O. exponía en ese momento; cada capítulo del libro se origina en alguna exposición oral).
¿Podría decirse, entonces, la ventana de ...la EOL?.
Para el caso, ¿que "ve" desde esa ventana?: "Una vuelta manzana de este edificio, alcanzaría, a los que guardamos recuerdo de cómo era el paisaje hace unos diez años atrás, para sacar conclusiones acerca de cómo se instala y adónde se dirige una sociedad pos-industrial. Los cambios en el rol del Estado (aquella fachada francesa eran oficinas de la ahora privatizada empresa de aguas corrientes) y en el manejo del dinero (allí un cajero de la banca electrónica, sinécdoque de la nueva expansión capitalista); el crecimiento fenomenal de las comunicaciones (a metros de esa esquina, uno de los cientos de locutorios de teléfono, fax e internet) y de la oferta cultura) enfrente está Tower Récords - antes no se conseguía el Socrates de Satie en Buenos Aires-); el imperio de las grandes cadenas (de ropa deportiva, comida rápida y delicatessen) y la ultraespecialización de los pequeños comercios sobrevivientes (a la izquierda de la salida del edificio, un localcito de solamente cds de música clásica); la perimetralización de los bolsones de riqueza (el éxito de los cines de esta manzana de Barrio Norte, en desmedro de los del centro de la ciudad) y la consolidación de la medicina pre-paga (saliendo a la derecha, la sucursal de una de sus firmas mas poderosas) que va a liquidar la práctica privada del psicoanálisis; también el mapa incierto del mundo (a la vuelta, está la embajada de Yugoslavia): todo esto y mas pasa por el marco de estas ventanas de la Avenida Callao al 1000?" (subrayado MS).

¿Que gritos emiten estos edificios? ¿No son mas bien la expresión del silencio, así sea el silenciante volumen atronador de Tower Récords? ¿Que cosa mas silenciosa que esa misma embajada Yugoslava, representante del silenciante bombardeo internacional y las complicidades de la depuración étnica?
Me pregunto como fue que B.O. no "escuchó" los gritos, ya no de edificios, sino de personas (sin siquiera tener que aguzar el oído allende del océano), las que poco tiempo ante habían sacudido la estabilidad política del momento, desde el sur argentino: los gritos del "Cutralcazo" (1). Gritos que "insisten", a menudo mudando de geografía, como ha sido el caso de la reciente pueblada correntina que ha marcado el debut del nuevo gobierno argentino con el sello de la masacre de obreros indefensos a manos de la gendarmería.

¿Cual es la conclusión que extrae B.O. de aquella "vista" que le ofrecía el cruce de Santa Fe y Callao, una de las esquinas mas paquetas de Buenos Aires?: "Desde las del Marriot-Plaza, punto de reunión de las Jornadas, el panorama es quizás un poco menos didáctico, pero en su interior escucharemos varios retratos de un presente que, estemos o no de acuerdo los analistas, ha adquirido el nombre de Posmodernidad. ¿Desde dónde se hablará de la posmodernidad en las Jornadas? ¿Se la nombrará con prevención o con confianza?¿Se escuchará mencionarla con los labios fruncidos o con disponibilidad hacia lo nuevo? Hasta el momento tengo la impresión de que todavía no se ha extinguido de todos los colegas la primera reacción temerosa y algo paranoica que generan las nuevas escenas intelectuales" (subrayado MS).

Lo cual lo impulsa a una adhesión, ad-hoc, respecto de Jacques-Alain Miller, quien estaría alertando, desde hace tiempo, en el seno de la comunidad analítica, acerca de esta "realidad" (en contraposición con la eventual acción de "un factor interno al grupo de los analistas que hoy esté sojuzgando el contacto con la actualidad"), como por ejemplo con "su conferencia en Tel Aviv de octubre de 1988, en la que sostuvo, primero, que el posmodernimo encontró sus temas básicos en Lacan y, segundo, que 'Lacan es un posmoderno'", o bien al titular "Adiós al significante" a su seminario de las jornadas de la EOL del 95, o con el texto "La interpretación al revés" del encuentro del 96, donde escribe: "La interpretación está muerta. No la resucitaremos. Si la práctica es una práctica de hoy, sin saberlo bien todavía, es ineluctablemente postinterpretativa".
Para B.O., "si esto no es un guiño a los significantes de la posmodernidad, es el psicodiagnóstico de un hombre triste. Ahora bien ¿será su autorizante insistencia correspondida en las Jornadas de la EOL?".

 

Conclusión final del capítulo: "La cita con la época además de un ejercicio de reescritura oportunista, es una oportunidad para el hallazgo de lo nuevo del psicoanálisis en lo nuevo del mundo" (subrayado MS).

Retórica por retórica, lo que define, son las conclusiones que se extraen.
Podría encontrar puntos en común con la descripción inicial de la geografía porteña de Santa Fe y Callao.
Y podría acordar plenamente con la conclusión final de ese capítulo.
Si no fuera porque la conclusión de B.O. es que "lo nuevo", "la subjetividad de la época", es el posmodernismo.

El punto donde me parece que se confunden las cosas podría ubicarse en la equivalencia que de alguna forma establece B.O. entre "la subjetividad de la época" y las "modas intelectuales" o "las nuevas escenas intelectuales".
Y no son la misma cosa (por mas relaciones que puedan plantearse entre ellas).
Es en función de esto que, personalmente, no asociaría el psicoanálisis al posmodernismo; precisamente porque este no pasa de ser una "moda intelectual", y dista mucho de ser "la subjetividad de la época".
Diría, exactamente en sentido contrario, que el gran problema del psicoanálisis es que ha sido atrapado por el posmodernismo.

Luego de leer el libro por primera vez, entre los primeros comentarios que le envié por email a B.O., le señalé que, según mi punto de vista, si a algo había que asociar ese "factor interno" que estaría "sojuzgando el contacto con la actualidad" de la comunidad analítica, era al posmodernismo. B.O. reaccionó sorprendido: "ojalá fueran capaces de leer con alguna simpatía algo escrito en los últimos 20 años".
Pero la antipatía no es sinónimo de oposición.

Retomando la referencia a Miller (respecto del cual, ni yo, ni muchos otros supongo, ven que encuentre demasiada oposición en los marcos de las instituciones que dirige), B.O. se pregunta "¿porque será que no todo lo que dice el 'Master' alcanza un destino de Master-dixit'?". Lo que sugeriría que el problema en la EOL, y eventualmente la AMP, radica en que, sus miembros, en general, no sabrían comprender lo "esencial" de lo que dice J-A Miller, mas precisamente, no son suficientemente posmodernos, al menos tanto como Miller.

Lo que hay que explicar entonces es como para B.O. falta posmodernismo ahí donde para otros, entre los que me incluyo, sobra.
Digo "otros" pues voy a introducir aquí otro personaje que, según mi punto de vista, ha estado asociado a cierto "ruido" (2) que ha irrumpido por la ventana de los analistas (y valgan las casualidades, para la misma época de aquellas reuniones en que participaba B.O.), aunque a estos les haya resultado, en general, bastante sencillo cerrarla. Me refiero a Sokal.

En un email a B.O. le preguntaba por este gran ausente de su libro. Le decía: "Es cierto que Sokal se coloca en una posición mucho mas exterior que, por ejemplo, la Dra. Duarte. Pero su critica es mucho mas mortífera: el lacanismo como una nueva religión laica". A lo que B.O. respondía: "Da mucho mas en el blanco. Sí, es fundamental para discutir las condiciones de posibilidad de un lacanismo sin iglesia. Ahora bien, quiero creer que mi intento de desalentar las acusaciones que nos hace Duarte (y que en parte dan en el blanco) acerca de nuestro endiosamiento de Lacan, no alcanza a ser una teorización, pero al menos sí a ser una colaboración hacia el movimiento por el ateísmo sin altar".

La crítica de Sokal al lacanismo como "una nueva religión laica" incluye la crítica a lo que, para él, es su posmodernismo.
De hecho, el "affaire Sokal" comenzó con una broma contra los posmodernos. Luego perdió ese hilo y se transformó, en parte, en una cruzada fundamentalista contra "todos" aquellos que hiciesen un uso "indebido" de conceptos de la física o las matemáticas, punto que le subrayé a Sokal, señalándole que el blanco de sus críticas debería haber sido, para ser consecuente con el comienzo de sus críticas, muy precisamente aquél que, al pasar al libro, había decidido excluir de las mismas: Derrida.

Podríamos, entonces, hacernos esta pregunta: ¿es el posmodernismo una religión laica?
Si esta pregunta se respondiese por la afirmativa, entonces la propuesta de acercamiento de B.O. debería repensarse seriamente.

¿Que es el posmodernismo?
Difícil responder de manera taxativa. Tomaré por lo tanto la definición de un tercero: el posmodernismo es "un estilo de pensamiento que desconfía de las nociones clásicas de verdad, razón, identidad y objetividad, de la idea de progreso universal o de emancipación, de las estructuras aisladas, de los grandes relatos o de los sistemas definitivos de explicación [...] considera el mundo como contingente, inexplicado, diverso, inestable, indeterminado, un conjunto de culturas desunidas o de interpretaciones que engendra un grado de escepticismo sobre la objetividad de la verdad, de la historia y las normas" (3).
La "novedad" posmoderna reside en aferrarse a los "pequeños relatos", limitarse al tratamiento de eventos aislados y fragmentarios, apartándose de las "grandes narraciones". Como dice Rorty, "el tiempo de los grandes relatos ha pasado", "se ha llegado a estas formas políticas por casualidad", etc. (4)

El principal enemigo del posmodernismo, aparentemente, lo constituyen las corriente iluministas y positivistas. En realidad, el enemigo del posmodernismo, como corriente política, ha sido el marxismo y el socialismo, que el posmodernismo ha intentado degradar al nivel del iluminismo y los positivistas. Veremos esto un poco mas adelante. Por ahora asumamos la discusión con positivismo.

Según Bunge, el posmodernismo se inicia con la idea de una diferencia "entre conceptos observacionables y conceptos teóricos", en tanto "toda observación es guiada por alguna teoría, explícita o tácita" (5).

Desde este punto de vista epistemológico, los posmodernos podrían asociarse al agnosticismo kanteano con solo cambiar los sentidos por el lenguaje como obstáculo para el conocimiento. Incluso mas, el lenguaje ya ni siquiera sería un obstáculo para el conocimiento de la realidad sino que directamente la crearía.

 

 

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Para terminar, si las cosas se entendieran, al menos en parte, tal como las he planteado, no puedo sino sentirme particularmente alcanzado por la dedicatoria que B.O. ha tenido la gentileza de anteponer en el ejemplar que me regaló: "a Michel Sauval y a su generoso escritorio virtual", pues resaltando la presencia, ahí, de un escritorio, constituido, como él mismo diría, "por pantallas, parlantes, micrófono, impresoras, diskettes, discos compactos, módem, estabilizador de tensión y scanner", ¿habría que pensar en este "escritorio" en función de sus simples "novedades técnicas", o bien como diferencias en la modalidad e instrumentación de canales de reflexión sobre la situación actual del psicoanálisis?. Seria otra manera de considerar la particularidad del uso que le hemos dado a algunos recursos "técnicos" como Internet, la web, el correo electrónico y el conjunto de los elementos que dan soporte a la existencia de, por ejemplo, Acheronta.
Sería por demás halagador. No puedo dejar de dar las gracias..

Notas

(1) Poco tiempo antes se había cumplido la huelga de 37 días de los docentes neuquinos, junto a las grandes puebladas de Cutral Co y Plaza Huincul.

(2) En el 97 fue publicado en francés el libro de Sokal "Impostures intelectuelles", en el que desarrolla su furibundo ataque contra Lacan y los lacanianos. A comienzos del 98, Sokal estuvo en Buenos Aires. Tal como lo comenté en la tercera parte de mi trabajo de discusión con Sokal (publicado en los números 7 y 8 de Acheronta), lo que me llamó enormemente la atención de esta visita, no fue lo que dijo Sokal (no dijo nada mas que lo que venía diciendo desde hacía mas de un año). Lo que me llamó la atención fue la reacción del público que asistió a sus charlas. El mismo Sokal, según me comentó en un email, quedó sorprendido por ello. El, como cualquier otro, hubiera imaginado un público crítico, defensor del psicoanálisis. ¿O nos olvidamos que Buenos Aires es la capital mundial del psicoanálisis? (¿En que otra ciudad del mundo una compañía telefónica podría haber utilizado una escena entre un paciente y su "analista lacaniano" para montar un spot publicitario comprensible por el público en general, por televisión?). Pero ocurrió todo lo contrario: los asistentes bramaron contra los lacanianos, reclamando, prácticamente, un linchamiento público. La cosa llegó a tal extremo que el propio Sokal tuvo que exigir un mínimo de mesura, decoro y respeto, en la charla que dio en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde cada vez que alguna persona del público que tomaba la palabra comenzaba a insinuar alguna relación o simpatía con el psicoanálisis era abucheada e insultada.

(3) T. Eagleton, "Las ilusiones del posmodernismo", Ed. Paidos

(4) R. Rorty, "Pragmatismo y Política".

(5) M. Bunge, "Elogio de la curiosidad", Ed. Sudamericana

 

 

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 10 - Diciembre 1999
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