Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Depresión: pasión de la edad moderna (i)
Gerardo R. Herreros

Bajo el significante “depresión”, transitan múltiples significaciones. Desde un síntoma, pasando por un síndrome y llegando a una estructura. ¿Es la depresión una estructura clínica?. ¿Se trata de una modalidad de presentación fenoménica con una fórmula superyoica que dice “goza de tu tristeza”?. ¿O de un agrupamiento sintomático vinculado con el uso de los antidepresivos?.

Lo cierto es que, tal vez con una relación con el capitalismo y sus conceptos de “alzas y bajas” y su sentido de “depresión económica”, esta palabra ha tomado el lenguaje de la cotidianidad tornándose vago, impreciso y confuso.

Si el psicoanálisis por un lado intenta vincularse con el malestar en la cultura y por el otro ha realizado aportes a la psicopatología pero también abrevado en ella, debemos tomar el guante y estudiar el fenómeno de la depresión, ya que innumerables pacientes hoy se presentan como “deprimidos”.

Este es el objetivo de esta investigación, el proyecto ambicioso de intentar un recorrido por la historia de este concepto hasta llegar a su generalización actual, pero fundamentalmente el poder dar cuenta teórica y clínicamente de lo que hoy llamamos depresión, sin olvidar que también este significante se encuentra en el fin de análisis.

Voy a comenzar presentando mi tesis:

DEPRESION ES UNA PASIÓN POR DETENCION DEL SUJETO DE LA CONTEMPORANEIDAD.

Intentaré desmontar estos significantes para aclarar mi tesis:

DEPRESION:

La palabra “depresión”, tiene diferentes significaciones según el contexto en que se la aplique, dando lugar muchas veces a confusiones, aun en campos similares. Así, no es lo mismo su utilización en la farmacología, la neurología, la psiquiatría y el psicoanálisis.

En Freud, también vemos variaciones en el uso del término y diferencias conceptuales según los distintos momentos de su enseñanza. A modo de ejemplo cito estos pasajes:

“En cambio, en las neurosis -y no me refiero solamente a la histeria, sino al status nervosus en general- existe, primariamente, una tendencia a la depresión anímica y a la disminución de la conciencia del propio yo, tal y como la encontramos, a título de síntoma aislado y altamente desarrollado, en la melancolía ([ii])”

Donde emplea la palabra depresión como síndrome y síntoma en el mismo párrafo y diferenciándolo del de melancolía, además de esta idea muy interesante de que en las neurosis en general existe primariamente una tendencia a la depresión y que no podré desarrollar hoy.

Y aquí:

“No hay razón alguna para suponer que tal depresión de las funciones psíquicas ha de constituir un carácter de los sueños de los adultos y no, en cambio, de los sueños infantiles ([iii])”.

Donde el sentido neurológico es claro.

El término, sin embargo, es importado por el campo “psi”. Es utilizado en la geografía y fundamentalmente en la economía. La analogía con este último campo es notable para la concepción de la depresión en la psiquiatría actual. Según la Enciclopedia Británica “Depresión económica” es:

“Una radical caída en la actividad económica que se caracteriza por una fuerte contracción en la producción, aumento del desempleo y reducción en los índices de dinero en circulación. Constituye, de hecho, una manifestación exacerbada de la fase recesiva del ciclo económico, en el cual se suceden períodos de auge y de recesión ([iv])”.

Etimológicamente Depresión deriva del latín depressio que significa abatimiento, descenso, concavidad y aparece en el siglo XVII y “depresivo” en el XIX. Sus partículas constitutivas son de y premere.

De es una preposición de ablación que denota relación de lugar-tiempo-procedencia u origen- y significa “de arriba abajo”, “desde” y “de”.

Premere, de premo es transitivo y significa afectar-estrechar-oprimir. Puede tener varios sentidos, tales como: ocultar, agobiar, imprimir, prensar, hundir, estrechar, etc.

En el campo analítico la hemos leído en la fase depresiva de Klein, en algunas referencias con relación al objeto en la constitución subjetiva e inclusive en algunos autores vinculada con el fin de análisis, así depresión, sin llegar a ser ubicuo, implica muchas cosas, implica una posición subjetiva, implica un conjunto sindromático e implica momentos constituyentes del sujeto, pero no es en ese sentido que la tomaré, sino en el clínico.

Se puede definir la depresión sin aludir al inmenso intento infructuoso de la psiquiatría de darle un estatuto como un estado patológico producido por una mayor o menor exaltación afectiva de carácter triste y angustioso llegando al dolor moral que se acompaña con cierto grado de disminución de la actividad motriz aunque a veces puede haber excitación. El timbre afectivo es displacentero, hay pérdida de la capacidad para experimentar placer (anhedonia)  El sujeto también puede experimentar cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes o intentos suicidas. Hay temor hacia objetos o cosas mas o menos definidos y de acción, que pueden llegar a ser un delirio, de impotencia, de ruina, de culpabilidad.

CONTEMPORANEIDAD:

Cuando uno lee esto, lo fenoménico desde la psiquiatría clásica, hace que parezca lo mismo depresión y melancolía. En la clínica psiquiátrica, ha habido dos movimientos en el mismo sentido  el primero es hacer sinónimo depresión y melancolía, el segundo es la asimilación de la melancolía a la depresión. El primer movimiento lo da Falret quien en 1854 cuando describe su cuadro de la locura circular, lo hace haciendo un sinónimo entre depresión y melancolía, sinónimo que es tomado por Kraepelin, quién en su sexta edición cuando habla de la psicosis circular o de la locura a doble forma de Baillarger, le da el nombre de psicosis maniaco depresiva, con lo cuál este significante marcará definitivamente la psiquiatría hasta el punto actual luego de períodos de diferenciación entre depresión neurótica y psicótica (aquí melancolía) en que el significante depresión se instala generalizándose.

Si revisamos los manuales psiquiátricos vemos que entre el DSM 3 y el 4, se duplicaron los casilleros clasificatorios pero se triplicó el espacio otorgado a los trastornos del estado de ánimo que hacen sinónimo de trastornos del humor. ¿Por qué?

Mi respuesta es doble: por un lado la consabida clasificación sobre la base de la respuesta a los psicofármacos y sobre todo a los antidepresivos de los que todos los días sale uno nuevo, así vemos que cada vez hay más antidepresivos, pero también cada vez hay más sujetos que se presentan como depresivos. Creo que en la contemporaneidad el malestar en la cultura se relaciona con cierta posición ética con relación al deseo que adopta estas presentaciones actuales.

Así para poder definir esta presentación pasamos a los que

PASION POR DETENCION DEL SUJETO:

La depresión sostengo, no es una estructura, ni una entidad clínica definida, ni una enfermedad en el sentido médico del término. Segundo, sus manifestaciones corresponden al campo de los afectos y hablar de afectos en psicoanálisis es al menos complicado, ya que en las últimas conceptualizaciones de Lacan, el Afecto queda en registro de lo real. Por otro lado depresión, si bien no es una estructura, es una noción importante para la clínica analítica.

Lo primero que voy a intentar demostrar es que Freud y Lacan le dan un estatuto particular a la depresión.

Tenemos pocas referencias en Freud, unas 53 veces menciona el término y menos en Lacan quien en sus seminarios cita el significante 16 veces (esto si los programas informáticos no fallan) y sólo lo encontré una vez en los escritos, casi podría decirse que se ha cuidado de mencionarlo ([v]).

Freud la mayoría de las veces que nombra este significante, lo asocia con la histeria, salvo en el Hombre de los lobos que Ud. Saben que lo característico era lo que llamaba una profunda depresión. Voy a darles sólo algunos ejemplos que marcan lo diferencial.

E) HISTORIALES CLÍNICOS (*8). 1895

1) LA SEÑORA EMMY DE N. (cuarenta años) de Livonia

Los síntomas psíquicos de nuestro caso de histeria con escaso montante de conversión pueden agruparse bajo los conceptos de transformación de estado de ánimo (angustia, depresión, melancolía), fobias y abulias.

2).MISS LUCY R. (treinta años)

Siendo quizá la depresión el afecto concomitante al trauma

XCIII - DUELO Y MELANCOLÍA - 1915 [1917]

que constituyen la antítesis de la depresión e inhibición, propias de la melancolía.

De esta manera, abono a la idea de que la mayoría de los casos de depresión actuales serían una de las nuevas formas de presentación de la histeria, pero que ya Freud había previsto

Y en Lacan:

Indice de los Seminarios / Seminario 5. Las formaciones del inconsciente. / Clase 16. del 19 de Marzo de 1958

Por ejemplo  aquello  que  está  amenazado, aquello que está aquejado cuandohacemo salusión  a las  necesidades de reaseguramiento narcisista, a los temores de ataque narcisista al propio cuerpo, de algo que podemos meter en el registro de este Yo ideal, sabemos que ya interviene en las funciones que son frecuentemente las funciones depresivas, incluso  agresivas  con respecto al sujeto. Freud lo hace intervenir en las diversas formas de depresión.

Indice de los Seminarios / Seminario 8. La transferencia / Clase 28. L'analyste et son deuil. 28 de Junio de 1961

Este punto de conjunción no es el del duelo ni de la depresión en el sujeto por la pérdida  de un objeto, sino de un cierto tipo de remordimientos, desencadenado por un cierto tipo que es del orden del suicidio del objeto.

Se darán cuenta que Lacan le da un estatuto particular y diferencial a este significante aunque no ahonde en él.

Pero para poder definir lo que llamo Pasión en la depresión, me pregunto ¿Qué es la pasión? (del latín passio, sufrir; en griego A"&@H, pathos) En su sentido primitivo esta relacionado con la etimología del término, la modificación cualitativa -o afección- que una cosa sufre por acción de otra. Así, en Aristóteles, pasión y acción, su opuesto, son categorías accidentales del ser. El sentido aristotélico de pasión está marcado como pasividad. Es decir, se trataría de una posición subjetiva de detención o renuncia que es el que tomo para situar la depresión y es en parte mi lectura de lo que Lacan llama cobardía moral, del lado de que la Pasión sería la cristalización imaginaria del afecto.

Cuando cambio cobardía moral por Pasión por detención del sujeto, estoy haciendo referencia a la conocida frase de Lacan de Televisión:

Se califica por ejemplo a la tristeza de depresión, cuando se le da el alma por soporte, o la tensión psicológica del filósofo Pierre Janet. Pero no es un estado de alma, es simplemente una falla moral, como se expresaba Dante, incluso Spinoza: un pecado, lo que quiere decir una cobardía moral, que no cae en última instancia más que del pensamiento, o sea, del deber de bien decir o de reconocerse en el inconsciente, en la estructura.

Así Lacan define la depresión como una cobardía moral, lo que lo sitúa en la línea que podríamos trazar entre Aristóteles y Santo Tomás, más que en aquella que va desde Platón a San Agustín culminando en Descartes con sus Pasiones del Alma.

¿En qué difieren los “trastornos del humor” donde siempre se ha ubicado a la depresión y la pasión que siempre es pasión del alma?

Desde la noción psiquiátrica del humor con sus raíces hipocráticas a la noción psicoanalítica de afecto, pasando por las emociones, o los sentimientos que sin dudas marcarán conceptuales diferencias teórico-clínicas, hay notables divergencia que tendrán mucho que ver con las disparidades en la concepción de la depresión. Inclusive el concepto de Trastorno, tan de moda hoy en las clasificaciones internacionales, tendrá consecuencias teóricas y clínicas.

Jacques Lacan, en su texto Televisión ([vi]), asociará la significación de afecto a la de pasión del alma, más que a la de emoción o sentimiento y las razones de ello se remontan justamente a las concepciones cristianas y específicamente a Santo Tomás.

El hombre para santo Tomás es la unión, en un solo individuo, de dos grados de realización del ser. El primero es el resultado del engendramiento material. Luego de esta generación, aparece la forma ([vii]), la determinación del cuerpo: el animus. Este animus organiza el cuerpo, su vida, sus facultades sensoriales y todo lo que tiene que ver con la adaptación a la vida terrestre y en él se organiza el “apetito sensitivo”, es decir, las pasiones.

La pasión del animus, es una atracción o una repulsión que supone la idea de una falta o rechazo, de un Bien que el sujeto quiere alcanzar o un Mal que desea evitar. Quiero decir, que la noción de pasión supone:

a) Un deseo.

c) Un objeto.

d) Un sujeto con voluntad.

Ya que el animus es el resultado de un engendramiento y por lo tanto con posibilidad de error, es necesario que algo sea “creado” -por Dios-: el alma espiritual o anima.

Animus y anima están ligados indisolublemente, no hay división cartesiana cuerpo alma, creándose una tensión permanente entre el apetito del animus que persigue las satisfacciones inmediatas y la descarga de tensiones, y el deseo del anima en busca del Soberano Bien, que es la unión con Dios.

De estos desvíos del animus, el que nos interesa, será la tristeza ([viii]) que es la pasión más peligrosa, “la que perjudica más al cuerpo”. Se define como el sufrimiento que nace de la aprehensión interior de un mal presente en el sujeto:

La tristeza será una insania ([ix])  o abandono a la pasión:

Como la tristeza resulta de la presencia de un mal, éste impide el movimiento de la voluntad y obstaculiza el disfrute de su acto...  Si la fuerza del alma es tanta que toda esperanza de evasión ha desaparecido, entonces el movimiento interior del alma que se ha hundido en la angustia queda paralizado hasta el punto de que no puede salir ni de un lado ni de otro; a veces, incluso, el movimiento exterior del cuerpo queda trabado hasta el punto de que el hombre cae y se mantiene en la estupidez ([x]).

a) Si la pasión del alma es una parálisis y condiciona la tristeza, entonces de lo que se trata es de una elección y si hay una elección hay un deseo, y si hay un deseo hay sujeto. Naturalmente que el psicoanálisis está a siglos de pensarlo así, pero rescato la posición subjetiva del planteo.

Quiero decir que hay relación de un sujeto con su deseo. Posición subjetiva y posición ética del bien decir, es decir la relación del saber en resonancia con el goce que el apasionado padece.

Así, llamo depresión a esa pasión triste del alma donde hay detención del sujeto en relación al deseo (cobardía moral) como diferente de la melancolía, donde dirá Freud No sólo el mundo pierde sentido, sino también el Yo.

Así esta pasión donde hay detención del sujeto puede adoptar distintas modalidades de presentación como lo señalan Freud y Lacan: si se establece en el registro de lo imaginario, tendremos la cobardía o la renuncia subjetiva en relación al deseo, si se establece por pérdida en el registro simbólico del ideal del yo, las modalidades del duelo y si se produce una identificación al objeto en el registro real, la melancolía y ciertas presentaciones clínicas de algunas psicosis.

Setiembre de 1999

([i]) Conferencia presentada en la Jornada organizada por “Lazos institución psicoanalítica” en Septiembre de 1999 y forma parte de la lógica del seminario que el autor dicta en Psiconet.

([ii]) IV - Un caso de curación hipnótica. Y algunas observaciones sobre la génesis de síntomas histéricos por «voluntad contraria» - 1892- 1893. Freud, S: Obras Completas. Ed. Biblioteca Nueva.

([iii]) XVIII - Los Sueños - 1900. Freud, S: Obras Completas. Ed. Biblioteca Nueva.

([iv]) Enciclopedia Hispánica (por Encyclopædia Britannica), 1996.

([v]) Es la estructura de este lugar la que exige que el nada (13)  esté en el principio de la creación, y que, promoviendo como esencial en nuestra experiencia la ignorancia en que está el sujeto de lo real de quién recibe su condición, impone al pensamiento psicoanalítico el ser creacionista, entendamos con ello el no contentarse con ninguna referencia evolucionista. Pues la experiencia del deseo en la que le es preciso desplegarse es la misma de la carencia de ser por la cual todo ente podría no ser o ser otro, dicho de otra manera es creado como existente. Fe que puede demostrar que está en el principio del desarrollo galileano de la ciencia.

Digamos únicamente que este lugar no invoca a ningún ser supremo, puesto que, lugar de Ya-Nadie, no puede ser sino de otra parte de donde se haga oír el est-ce del impersonal [en la fórmula interrogativa francesa], con que en su momento nosotros mismos(14) articulamos la pregunta sobre el Ello.

Esta pregunta cuyo significante puntúa el sujeto no encuentra más eco que el silencio de la pulsión de muerte, que ha sido necesario que entre en juego para provocar ese fondo de depresión, reconstituido por la señora Melanie Klein en ese genio que la guía al filo de los fantasmas.

([vi]) Lacan, Jacques: Televisión. En: Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Ed. Anagrama, 1993.

([vii]) El alma aristotélica es la forma del cuerpo, oponiéndola a la materia y tiene más que ver -salvando las distancias- con la noción de cuerpo que tenemos en el psicoanálisis. Es decir, más vinculado con lo simbólico que con la imagen del cuerpo.

([viii]) La tristeza a su vez tiene subdivisiones: La misericordia, la envidia, la ansiedad, la angustia y la acidia o tristeza que hace enmudecer.

([ix]) La “nosografía” de santo Tomás, se divide básicamente en dos entidades: la amentia que es un estado de pérdida de la razón y la insania, proceso de pérdida en provecho del animus.

([x]) Tomás de Aquino: op. cit. a2.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 10 - Diciembre 1999
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