Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La angustia
Seminario 1962-1963, de Jacques Lacan
(Versión Crítica)
Ricardo E. Rodriguez Ponte

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21 de NOVIEMBRE de 19621, 2

en el pizarrón:

En el momento de continuar hoy comprometiendo un poco más mi discurso sobre la angustia, puedo legítimamente plantear ante ustedes la cuestión de lo que es aquí una enseñanza.

La noción que podemos hacernos de ella, debe de todos modos sufrir algún efecto...

si aquí en principio somos, digamos, la mayoría, analistas, si la experiencia analítica se supone que es mi referencia esencial cuando me dirijo a la audiencia que ustedes componen

...de que no podemos olvidar que el analista es, si puedo decir, un interpretante. El juega sobre ese tiempo tan esencial que ya he acentuado para ustedes varias veces a partir de varios sujetos: 5 *él no sabía {il ne savait pas}, yo no sabía {je ne savais pas} y al cual* 6 dejaremos por lo tanto *un sujeto* 7 indeterminado agrupándolo en un "no se sabía" {on ne savait pas}. 8

Por relación a este no se sabía, del analista se presume que sabe algo. ¿Por qué no admitir incluso que sabe un poco? La cuestión no es saber — ésta sería, al menos, prematura — si puede enseñarlo...

podemos decir que, hasta cierto punto, la mera existencia de un sitio como éste y del papel que yo desempeño en él desde hace cierto tiempo, es una manera de zanjar la cuestión, bien o mal, pero zanjarla

...sino saber: ¿qué es *enseñarlo* 9?

Qué es enseñar cuando se trata justamente ** 10 de, lo que se trata de enseñar, de enseñarlo no solamente a quien no sabe, sino — hay que admitir que hasta cierto punto todos estamos aquí alojados bajo la misma enseña — a quien, dado aquello de lo que se trata, a quien no puede saber.

Observen bien *a dónde lleva* 11, si puedo decir, la ambigüedad {le porteàfaux}. Una enseñanza analítica, si no tuviera esa ambigüedad, este seminario mismo podría concebirse en la línea, en la prolongación de lo que sucede por ejemplo en un control donde es lo que ustedes saben, lo que ustedes sabrían, lo que sería *a llevar* 12, y donde yo no intervendría más que para dar lo análogo de lo que es la interpretación, a saber, esa adición mediante la cual aparece algo, que da el sentido a lo que ustedes creen saber, que hace aparecer en un relámpago lo que es posible captar más allá de los límites del saber.

 

De todos modos, es en la medida en que un saber está, en este trabajo *de elaboración* 13 que llamaríamos comunitaria, más que colectiva, del análisis, *entre aquellos que tienen su experiencia, los analistas, donde este saber está constituido, que un trabajo* 14 de recolección es concebible, que justifique el lugar que puede tomar una enseñanza como la que aquí se produce. Es porque, si ustedes quieren, hay *ya* 15, secretada por la experiencia analítica, toda una literatura que se llama teoría analítica, que estoy forzado, a menudo a mi pesar, a darle aquí tanto espacio, y es ésta ** 16 la que necesita que yo haga algo que debe ir más allá de esa recolección, y justamente en el sentido de aproximarnos, a través de esa recolección de la teoría analítica, a lo que constituye su fuente, a saber, la experiencia.

Aquí se presenta una ambigüedad, que reside no solamente en que aquí se mezclan con nosotros algunos no analistas. No hay en eso *gran inconveniente* 17, puesto que también incluso los analistas llegan aquí con posiciones, posturas, expectativas, que no son forzosamente analíticas, y ya muy suficientemente condicionadas por el hecho de que en la teoría *hecha en el análisis* 18 se introducen referencias de todo tipo, y muchas más de lo que parece a primera vista, y que podemos calificar de extraanalíticas, de psicologizantes, por ejemplo.

Por el sólo hecho, entonces, de que me las vea con esta materia: materia de mi audiencia, materia de mi objeto de enseñanza, me veré llevado a referirme a esa experiencia común que es aquella gracias a la cual se establece toda comunicación enseñante, a saber, a no poder permanecer en la pura posición que recién he llamado interpretante, sino a pasar a una posición comunicante más amplia, a saber, a comprometerme en el terreno del "hacer comprender", apelar en ustedes a una experiencia que va mucho más allá de la estricta experiencia analítica.

Esto es importante que sea recordado, porque el hacer comprender es desde siempre lo que, en psicología, en el sentido más amplio, es verdaderamente la piedra de tropiezo.

No se trata tanto de que deba ponerse el acento sobre lo que, en un momento, por ejemplo, pareció la gran originalidad de una obra como la de Blondel sobre la conciencia mórbida, 19 a saber: hay límites de la comprensión — no nos imaginemos, por ejemplo, que comprendemos lo vivido, como se dice, auténtico, real, de los enfermos. *Pero* 20 no es la cuestión de *ese* 21 límite lo que es importante para nosotros, y en el momento de hablarles de la angustia, importa ** 22 que les haga observar que es una de las cuestiones *que suspendemos.

Pues la cuestión es más bien explicar ¿por qué* 23... a qué título podemos hablar de la angustia? cuando subsumimos bajo esta *misma* 24 rúbrica *la angustia* 25 en la cual podemos introducirnos a continuación de tal meditación guiada por Kierkegaard, 26 — esa angustia que puede agarrarnos en tal momento, paranormal o incluso francamente patológico, como *siendo* 27 nosotros mismos sujetos de una experiencia más o menos psicopatológicamente situable, — *la angustia* 28 que es aquella con la cual nos las vemos con nuestros neuróticos, material ordinario de nuestra experiencia, *y también* 29 la angustia que podemos describir y localizar en el principio de una experiencia para nosotros más periférica, la del perverso por ejemplo, incluso la del psicótico. *Si esta homología se encuentra justificada por un parentesco de estructura, esto no puede ser más que a expensas de la comprensión original, que sin embargo va a incrementarse necesariamente con el peligro de hacernos olvidar que esa comprensión no es la de un vivido, sino de un resorte, y de* 30 presumir demasiado de lo que podemos asumir de las experiencias a las que ella se refiere, especialmente las del perverso o del psicótico.

 

*En esta perspectiva, es preferible advertir a quien sea que no tiene que creer demasiado* 31 en lo que puede comprender. Es precisamente ahí que toman su importancia *los* 32 elementos significantes tan desprovistos *de* 33 contenido comprensible como me esfuerzo por hacerlos, por medio de su notación, *y cuya* 34 relación estructural *es* 35 el medio por el que trato de mantener el nivel necesario para que la comprensión no sea engañosa, aun dejando localizables los términos diversamente significativos por los cuales avanzamos, y esto especialmente, en el momento en que se trata ** 36 de un afecto...

*pues* 37 yo no me he rehusado a este elemento de clasificación: la angustia es un afecto

...vemos que el modo de abordaje de un tema tal — la angustia es un afecto — se propone a nosotros, desde el punto de vista del enseñante, según unas vías diferentes que podríamos, creo, bastante sumariamente — es decir, al producir efectivamente su suma — definir bajo tres rúbricas:

La del catálogo, a saber, en lo que concierne al afecto, *agotar* 38 no solamente lo que eso quiere decir, sino lo que se ha querido decir, al constituir su categoría, término que seguramente nos pone en posición de enseñar, respecto de la enseñanza, bajo su modo más amplio, y forzosamente, aquí, hacer concordar lo que se ha enseñado en el interior del análisis, con lo que nos es aportado del exterior en el sentido más vasto como categoría.

¿Y por qué no? Ahí nos han llegado muy amplios aportes y, como verán, para tomar una referencia media que llegará a nuestro campo de atención, hay, en lo que concierne a lo que nos ocupa este año...

en tanto que a este objeto central, lo he dicho, de la angustia, estoy lejos de rehusarme a insertarlo en el catálogo de los afectos, en las diversas teorías del afecto que han sido producidas

...y bien, para tomar las cosas, se los he dicho, en una especie de punto medio del corte, a nivel de Santo Tomás de Aquino, para llamarlo por su nombre, hay muy, muy buenas cosas en lo que concierne a una división, que él no ha inventado, en lo que concierne al afecto, entre el concupiscible y el irascible, 39 y la larga discusión por la cual sopesa, según la fórmula del debate escolástico: proposición, objeción, respuesta, a saber, cuál de las dos categorías es primera por relación a la otra, y cómo zanja y por qué: que a pesar de ciertas apariencias, de ciertas referencias, el irascible se inserta en alguna parte en la cadena del concupiscible, siempre, el cual concupiscible, por lo tanto, es, por relación a él, primero.

Esto no dejará de servirnos, pues, en verdad, ¿no estaría esta teoría enteramente suspendida, en último término, a una suposición de un Soberano Bien al cual, ustedes lo saben, desde hace tiempo te nemos importantes objeciones para hacer? Sería para nosotros muy aceptable... veremos lo que podemos conservar de ella, lo que ella aclara para nosotros. El sólo hecho de que podamos... les ruego que se remitan a ella, en su momento les daré a ustedes sus referencias: seguramente podemos encontrar en ella gran materia para alimentar nuestra propia reflexión... Más, paradojalmente, que lo que podemos encontrar en las elaboraciones modernas, recientes — llamemos a las cosas por su nombre — siglo diecinueve, de una psicología que se pretendió, sin duda no totalmente en su derecho, más experimental.

Todavía esto, esta *vía* 40, tiene el inconveniente de impulsarnos en el sentido, en la categoría de la clasificación de los afectos, y la experiencia nos prueba que todo abandono demasiado grande en esta dirección no desembocará para nosotros...

e incluso tan centralmente como lo llevemos, por relación a nuestra experiencia, a esa parte sobre la cual recién puse el trazo, el acento de la teoría

...más que en manifiestos callejones sin salida, de los que un buen testimonio, por ejemplo, está dado por este artículo que está en el tomo 34, tercera parte, de 1953, del International Journal, donde el señor David Rapaport intenta una teoría psicoanalítica del afecto. 41

Este artículo es verdaderamente ejemplar por el balance propiamente consternante, en el que — por otra parte, sin que la pluma del autor piense en disimularlo — desemboca, a saber: es *asombroso* 42 que un autor...

que anuncia con ese título un artículo que, después de todo, podría dejarnos esperar que algo nuevo, original, salga de él, en lo que concierne a lo que el analista puede pensar del afecto

...*no desemboca* 43, al fin de cuentas, él también, en otra cosa que en hacer, en el interior estrictamente de la teoría analítica, el catálogo de las acepciones en las cuales este término ha sido empleado. Y en percatarse de que en el interior mismo de la teoría, esas acepciones son irreductibles las unas a las otras, siendo la primera la del afecto concebido como constituyendo sustancialmente la descarga de la pulsión, la segunda, en el interior de la misma teoría — e incluso, para ir más lejos, supuestamente, que el propio texto freudiano — no siendo el afecto nada más que la connotación de una tensión en sus diferentes fases, ordinariamente conflictuales, constituyendo el afecto la connotación de esa tensión en tanto que ésta varía — connotación de la variación de tensión — y, tercer tiempo — igualmente marcado como irreductible, en la propia teoría freudiana — el afecto constituyendo, en una referencia propiamente tópica, la señal a nivel del ego, en lo que concierne a algo que sucede en otra parte, el peligro venido de otra parte. 44

*Lo importante es que él constata* 45 que subsiste ** 46 todavía, en los debates de los autores más recientemente llegados a la discusión analítica, la reivindicación divergente de la primacía para cada uno de esos tres sentidos, de ** 47 manera que al respecto nada esté resuelto. Y que el autor en cuestión no pueda decirnos más de eso, es de todos modos el signo de que aquí, *el método llamado del catálogo no podría no estar marcado, en fin, por algún déficit profundo, para desembocar en unos callejones sin salida, incluso en una muy especial infecundidad* 48.

 

Hay, diferenciándose de este método...

me excuso por extenderme hoy tanto tiempo sobre una cuestión que sin embargo tiene un gran interés previo, en lo que concierne a la oportunidad de lo que aquí hacemos, y no es por nada que lo introduzco, ustedes lo verán, en lo que concierne a la angustia

...es el método que llamaré, sirviéndome por una necesidad de consonancia con el precedente término, el método del análogo, que nos llevaría a discernir lo que podemos llamar niveles.

He visto, en una obra que no citaré de otro modo hoy, una tentativa de agrupamiento de esa especie, donde vemos, en capítulos separados, a la angustia concebida, como se expresan — es una obra inglesa — biológicamente, luego sociológicamente, luego, que sé yo, culturally, culturalmente, como si fuera suficiente revelar así, en niveles pretendidamente independientes, unas posiciones analógicas para llegar a hacer algo diferente que a desprender, ya no lo que recién llamé una clasificación, sino aquí una suerte de tipo.

Se sabe en qué desemboca un método tal: en lo que se llama una antropología. La antropología, a mi modo de ver, es lo que comporta el mayor número de los más aventurados presupuestos, de todos los caminos en los que podamos comprometernos. En lo que un método tal desemboca, por más eclecticismo con que se señale, es siempre y necesariamente lo que nosotros — en nuestro vocabulario familiar, y sin hacer de ese nombre ni de ese título el índice de alguien que incluso habría ocupado una posición tan eminente — es lo que nosotros llamamos el jungismo. Sobre el asunto de la ansiedad, esto nos conducirá necesariamente al tema de ese núcleo central, que es la temática absolutamente necesaria en la que desemboca una vía tal. Es decir que ella está muy lejos de lo que está en juego en la experiencia.

 

La experiencia nos conduce a lo que aquí llamaré la tercera vía, que pondré bajo el índice, bajo la rúbrica de la función que llamaré la de la llave. 49 La llave, es lo que abre, y lo que, para abrir, funciona. La llave, es la forma según la cual debe operar o no operar la función significante como tal.

Y lo que vuelve legítimo que yo la anuncie, y la distinga, y ose introducirla como algo en lo cual podamos confiarnos, no tiene nada que esté aquí marcado de presunción, por la razón de que yo pienso que será para ustedes — y especialmente para aquéllos que son aquí de profesión enseñante — una referencia suficientemente convincente, esto es que esta dimensión es absolutamente connatural a toda enseñanza, analítica o no, por la razón de no hay enseñanza, diré, y diré, yo, *cualquiera sea el asombro* 50 que pueda resultar de ello *en* 51 algunos en lo que concierne a lo que yo enseño, y sin embargo lo diré: no hay enseñanza que no se refiera a lo que llamaré un ideal de simplicidad .

Si algo *hace un momento constituyó para nosotros suficiente objeción en el hecho de una* 52 enorme desorientación en lo que concierne a lo que pensamos nosotros, los analistas, al ir *a los textos* 53 sobre el afecto, {es que} hay ahí algo profundamente insatisfactorio, y que es exigible que, en lo que concierne al asunto que sea, satisfagamos cierto ideal de reducción simple: ¿qué es lo que esto quiere decir, y por qué? ¿Por qué... por qué, desde el tiempo en que se hace ciencia — pues estas reflexiones remiten a muy otra cosa y a campos ** 54 más vastos que el de nuestra experiencia — por qué se exige la mayor simplicidad posible? ¿Por qué lo real sería simple? ¿Qué es lo que puede permitirnos, incluso por un sólo instante, suponerlo?

Y bien, nada, pero nada más que ese initium subjetivo sobre el cual puse el acento aquí durante toda la primera parte de mi enseñanza del año pasado, 55 a saber, que no hay aparición concebible de un sujeto como tal, más que a partir de la introducción primera de un significante, y del significante más simple, que se llama el trazo unario.

El trazo unario es anterior al sujeto. "Al comienzo era el verbo", 56 eso quiere decir: al comienzo es el trazo unario. Y todo lo que es enseñable debe conservar este estigma de ese initium ultrasimple que es lo único que pueda según entendemos justific ar el ideal de simplicidad.

*Simplex* 57, singularidad del trazo, 58 es esto lo que hacemos entrar en lo real, lo quiera lo real o no lo quiera. Pero hay una cosa cierta, es que eso entra; que eso ya ha entrado allí antes que nosotros, porque en lo sucesivo es por esa *vía* 59 que todos esos sujetos...

que, de todos modos, desde hace algunos siglos, dialogan y tienen que arreglárselas como puedan con esta condición, ** 60 justamente, de que haya, entre ellos y lo real, este campo del significante

...a partir de entonces es *por* 61 este aparato del trazo unario que se han constituido como *sujetos* 62. ¿Cómo habría de sorprendernos, a nosotros, que volvamos a encontrar su marca en lo que es nuestro campo, si nuestro campo es el del sujeto?

 

En el análisis, hay *algo* 63 que es anterior a todo lo que podemos elaborar o comprender, y a esto yo lo llamaré presencia del Otro, A mayúscula. No hay autoanálisis, incluso cuando uno se lo imagina: el Otro {Autre}, A mayúscula, está ahí. Lo recuerdo, porque fue ya *sobre esta vía y con la misma mira de simplicidad* 64 que *he situado lo que les he dicho* 65, lo que les *he* 66 indicado... ** 67 lo que he comenzado a indicarles *sobre* 68 algo que va mucho más allá, a saber, la angustia, *o sea esa* 69 cierta relación que hasta aquí no he hecho más que figurarla. La vez pasada les recordé su imagen, con el dibujo vuelto a evocar de mi presencia, mi presencia muy modesta y embarazada 70 en presencia de la mantis religiosa gigante. Ya les dije al respecto mucho más al decirles: esto tiene relación con el deseo del Otro.

Este Otro, antes de saber lo que eso quiere decir, mi relación con su deseo cuando estoy en la angustia, a este Otro yo lo pongo ante todo ahí. Para aproximarme a su deseo, tomaré, mi Dios, los caminos que ya he desbrozado. Les he dicho: el deseo del hombre es el deseo del Otro. Me excuso por no poder aquí volver, por ejemplo, sobre un análisis gramatical que efectué durante las últimas jornadas provinciales — es por eso que me atengo de tal modo a que ese texto me llegue finalmente intacto, para que dado el caso podamos difundirlo — el análisis gramatical de lo que eso quiere decir: *el deseo del Otro, y el sentido de ese genitivo (objetivo)* 71, pero, en fin, los que han estado hasta ahora en mi seminario pueden de todos modos, creo... tienen bastantes elementos como para situarse suficientemente. 72

 

Bajo la pluma de alguien...

que es, justamente, el autor de ese pequeño trabajo al que aludí al comenzar este año de enseñanza, la vez pasada, que me había sido remitido la mañana misma, sobre un asunto que no era otro que el que aborda LéviStrauss, el de la puesta en suspenso de lo que puede llamarse la razón dialéctica , en el nivel estructuralista en que se sitúa LéviStrauss

...alguien, sirviéndose, para desembrollar ese debate, entrar en sus rodeos, desenmarañar su madeja, desde el punto de vista analítico, y haciendo referencia, desde luego, a lo que yo he podido decir del fantasma como soporte del deseo, no observa suficientemente, para mi gusto, lo que yo digo cuando hablo del deseo del hombre como deseo del Otro. 73

Lo que lo prueba, es que él cree poder contentarse con recordar que ésa es una fórmula hegeliana. Ahora bien, si hay, pienso, alguien que no se equivoca en cuanto a lo que nos ha aportado la Fenomenología del Espíritu, 74 soy yo mismo. Si hay un punto, no obstante, donde es importante señalar que es ahí que yo señalo la diferencia y, si ustedes quieren, para emplear este término, el progreso — me gustaría todavía más el salto — que es el nuestro por relación a Hegel, es justamente el que concierne a esta función del deseo. No estoy en posición, visto el campo que tengo que cubrir este año, de retomar paso a paso con ustedes el texto hegeliano.

Aludo aquí a un autor...

que, espero, verá publicado ese artículo, y que manifiesta un conocimiento completamente sensible de lo que al respecto dice Hegel

...de todos modos, no voy a seguirlo sobre el plano del pasaje, en efecto, completamente original, que tan bien recordó en esta ocasión. Pero para el conjunto de los que me escuchan y con lo que ya ha pasado, pienso, a nivel del común de este auditorio en lo que concierne a la referencia hegeliana, diré inmediatamente, para hacer sentir lo que está en juego, que en Hegel, en lo que concierne a esa dependencia de mi deseo por relación al deseante que es el Otro, me las tengo que ver, de la manera más cierta y más articulada, con el Otro como conciencia. El Otro es aquél que me ve...

en lo cual eso interesa a mi deseo, ustedes lo saben, lo entrevén ya bastante, pero volveré a ello en seguida; por el momento hago oposiciones masivas

...el Otro es aquél que me ve, y es sobre ese plano, sobre ese plano que ustedes ven que por sí solo compromete, según las bases con que Hegel inaugura la Fenomenología del Espíritu, la lucha sobre el plano de lo que él llama puro prestigio, y mi deseo está allí interesado.

 

*Para* 75 Lacan, ** 76 porque Lacan es analista, el Otro está ahí como inconsciencia constituida como tal, e interesa a mi deseo en la medida de lo que le falta y que él no sabe. Es a nivel de lo que le falta y que él no sabe que yo estoy interesado de la manera más pregnante, porque no hay para mí otro rodeo, para encontrar lo que me falta como objeto de mi deseo.

Es por esto que para mí no hay, no solamente acceso, sino incluso sustentación posible de mi deseo que sea pura referencia a un objeto, cualquiera que sea, si no es acoplándolo, anudándolo con esto que se expresa por medio del **77, que es esa necesaria dependencia por relación al Otro como tal.

El cual Otro, desde luego, es aquél que, en el curso de estos años, pienso haberlos acostumbrado a distinguir, a cada instante, del otro, mi semejante: es el Otro como lugar del significante. Es mi semejante entre otros, desde luego, pero *no solamente, porque* 78 es también el lugar como tal donde se instituye *el Otro* 79 de la diferencia singular de la que les hablaba al comienzo.

Pero en el punto de partida, voy a introducir ahora las fórmulas, que les he marcado aquí a la derecha, de las que no pretendo — lejos de eso, dado lo que les he dicho al comienzo — que les entreguen inmediatamente su malicia. Hoy les pido, como la vez pasada — es para eso que este año escribo cosas en el pizarrón — *transcríbanlas* 80. Después verán su funcionamiento. 81

El deseo de deseo, en el sentido hegeliano, *es* 82 pues deseo de *que un deseo responda* 83 al llamado del sujeto. Es deseo de un deseante. Este deseante que es el Otro, ¿por qué tiene necesidad de él? Esto está, bajo cualquier ángulo que ustedes se sitúen, pero de la manera más articulada, en Hegel: tiene necesidad de él para que el Otro lo reconozca, para recibir de él el reconocimiento. ¿Qué quiere decir esto? Que el Otro como tal va a instituir algo, a, que es justamente aquello de lo que se trata a nivel de lo que desea ÿ es ahí que está to do el impase — al exigir ser reconocido por él. 84 *Ahí donde* 85 yo soy reconocido como objeto, *puesto que este objeto en su esencia es* 86 una conciencia, una Selbstbewusstsein, *ya no hay* 87 otra mediación que la de la violencia. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como objeto. 88 *No puedo soportarme reconocido en el modo,* 89 el único modo de reconocimiento que pueda yo obtener, es preciso por lo tanto, a toda costa, que se zanje entre nuestras dos conciencias. *Tal es la suerte del deseo en Hegel.* 90

 

El deseo de deseo en el sentido lacaniano, o analítico, es deseo del Otro de una manera mucho más principialmente abierta a una suerte de mediación. Al menos, así lo parece a primera vista. Porque el deseo aquí, ustedes verán ** 91...

en la fórmula misma, el significante, que yo pongo ahí en el pizarrón 92 — voy bastante lejos en el sentido de atravesar, quiero decir de contrariar, lo que ustedes puedan esperar

...*ustedes verán que he escrito* 93, en tanto que imagen soporte de ese deseo, relación pues *de d(a)* 94 con lo que yo escribo, con lo que no vacilo en escribir: i(a), incluso y justamente porque eso produce ambigüedad con la notación que yo designo habitualmente de la imagen especular...

ahí, no sabemos todavía cuándo, cómo y por qué eso puede serlo, la imagen especular, pero es una imagen seguramente. Eso no es la imagen especular, es del orden de la imagen: es el fantasma, que dado el caso no vacilo en recubrir por medio de esta notación de la imagen especular. 95

...Digo entonces que este deseo es deseo en tanto que su imagen soporte es el equivalente — es por eso que los dos puntos {:} que estaban aquí {en 1/} están ahí {en 2/} — es el equivalente del deseo del Otro. Pero ahí el Otro {Autre} está connotado {A barrado} porque es el Otro en el punto donde se caracteriza como falta {manque}.

Las *otras* 96 dos fórmulas, pues *no hay más que* 97 dos, ésta {3/} y después la segunda {4/}98 — *ustedes ven* 99, englobadas en una llave *para la segunda, dos fórmulas que no son más que* 100 dos maneras de escribir la misma, en un sentido, luego en el sentido palindrómico, al volver, tras haber ido así, al volver así. Es todo lo que escribe la tercera línea.

No sé entonces si hoy tendré tiempo de llegar hasta la traducción de estas dos últimas fórmulas. Sepan no obstante, desde ahora, que una y otra están hechas: la primera {3/} para poner en evidencia que la angustia es lo que da la verdad de la fórmula hegeliana, a saber, que si la fórmula hegeliana es parcial y falsa y desestabiliza todo el punto de partida de la Fenomenología del Espíritu...

como ya lo he indicado varias veces al mostrarles la perversión que resulta, y muy lejos, y hasta en el dominio político, de ese punto de partida demasiado estrechamente centrado sobre lo imaginario — pues es muy lindo decir que la 101 servidumbre del esclavo está grávida de consecuencias y lleva al Saber Absoluto, ¡pero eso quiere decir también que el esclavo seguirá siendo esclavo hasta el fin de los tiempos! ¡A poner los pies en el plato!

...la verdad de la fórmula hegeliana existe, es Kierkegaard quien la da. Es, no la verdad de Hegel, sino la verdad de la angustia la que nos lleva a nuestras observaciones concernientes al deseo en el sentido analítico:

*La segunda fórmula, es la verdad de la angustia: que sólo puede captarse al referirse a la fórmula que concierne a la angustia por relación al deseo {2/}.* 102

En las dos fórmulas, la de Hegel103 y la mía 104, en el primer término de las fórmulas, arriba, por paradójico que eso parezca, es un objeto a el que desea. Si hay diferencias, hay algo común entre el concepto hegeliano *de* 105 deseo y el que yo promuevo ante ustedes. Es *que en* 106 un momento, el punto de un impase inaceptable en el proceso de la Selbstbewusstsein en Hegel, es un objeto, es decir algo donde el sujeto, siéndolo, ese objeto, está irremediablemente marcado de finitud.

*Pues* 107 ese objeto que está afectado por el deseo, es aquello en lo cual lo que yo produzco ante ustedes tiene algo en común con la teoría hegeliana, excepto que en nuestro nivel analítico, el cual, no exigiendo la transparencia de la Selbstbewusstsein — esto es una dificultad, desde luego, pero no de una naturaleza como para hacernos desandar camino, ni tampoco para comprometernos en la lucha a muerte con el Otro — a causa de la existencia del inconsciente, podemos ser ese objeto afectado por el deseo. Es incluso en tanto que marcados así de finitud que nosotros, sujetos del inconsciente, nuestra falta, puede ser deseo, deseo finito, en apariencia indefinido, porque la falta, participando siempre de algún vacío, en principio puede ser llenada de varias maneras, aunque sepamos muy bien, porque somos analistas, que no la llenamos de cualquier cantidad de maneras. Y veremos por qué, y cuáles.

 

La dimensión, diré, clásica, moralista, no tanto teológica, de la infinitud del deseo debe ser, en esta perspectiva, totalmente reducida, pues esa pseudoinfinitud no se sostiene más que en una cosa...

que felizmente cierta parte de la teoría del significante, que no es otra que la del número entero, nos permite figurar

...esa falsa infinitud está ligada a esa suerte de metonimia que, en lo que concierne a la definición del número entero, se llama la recurrencia. Es, muy simplemente, la ley que hemos, creo, acentuado poderosamente el año pasado a propósito del uno repetitivo.

Pero lo que nos demuestra nuestra experiencia es — se los articularé, ** 108 en los diversos campos que le son propuestos, especial y distintamente, el neurótico, el perverso, incluso el psicótico — es que ese uno, al cual se reduce en último análisis la sucesión de los elementos significantes, el hecho de que sean distintos y que se sucedan, no agota la función del Otro, *y* 109 esto es lo que yo expreso aquí a partir de este Otro originario como lugar del significante, de este S todavía no existente, que tiene que situarse como determinado por el significante, bajo la forma de estas dos columnas, que son aquellas bajo las cuales, como ustedes saben, podemos escribir la operación de la división.

Por relación a ese Otro, dependiendo de ese Otro, el sujeto se inscribe como un cociente, está marcado por el trazo unario del significante en el campo del Otro. ¡Y bien!, no es por esto, si puedo decir, que pone al Otro en rodajas: hay un resto, en el sentido de la división, un residuo. 111 Este resto, este otro último, este irracional, esa prueba y única garantía al fin de cuentas de la alteridad del Otro, es el a. Y es por esto que los dos términos, $ y a, el sujeto, como marcado por la barra del significante, el a minúscula objeto, como residuo de la puesta en condición, si puedo expresarme así, del Otro, están del mismo lado, ambos *del lado* 112 objetivo de la barra, ambos del lado del Otro. El fantasma, apoyo de mi deseo, está en su totalidad del lado del Otro, y a. Lo que ahora está de mi lado, es justamente lo que me constituye como inconsciente, a saber, , el Otro en tanto que no lo alcanzo.

 

¿Voy aquí a llevarlos más lejos? No, pues me falta tiempo. Y para no abandonarlos en un punto tan cerrado en cuanto a la prosecución de la dialéctica que va a insertarse en él — y que, como verán, necesita que el próximo paso que tengo que explicarles, es lo que yo comprometo en el asunto, a saber, en la subsistencia del fantasma — figuraré el sentido de lo que tengo que producir por un llamado a una experiencia que, pienso, será para ustedes, en, mi Dios, lo que más les interesa — no soy yo quien lo ha dicho, es Freud — la experiencia del amor, de alguna utilidad.

Quiero hacerles observar en el punto al que hemos llegado *que en* 113 esta teoría del deseo en su relación con el Otro, ** 114 tienen ustedes la clave de lo siguiente: esto es que, contrariamente a la esperanza que podría darles la perspectiva hegeliana, que el modo de la conquista del otro es aquel, ¡ay!, demasiado a menudo adoptado por uno de los partenaires, *del* 115: "te amo, aunque no lo quieras"...

no crean que Hegel no se haya dado cuenta de esa prolongación de su doctrina: hay una muy, muy preciosa notita donde él indica que es por ahí que habría podido hacer pasar toda su dialéctica. Es la misma nota en la que dice que, si no siguió ese camino, fue porque éste ¡le parecía carecer de seriedad! ¡Cuánta razón tiene, hagan la experiencia! ¡Me darán algunas noticias sobre su éxito!

...hay sin embargo otra fórmula que, si no demuestra mejor su eficacia, esto quizá no es sino por no ser articulable, pero eso no quiere decir que no esté articulada, es: "te deseo, aunque no lo sepa". En cualquier parte donde ella logre, por inarticulable que sea, hacerse escuchar, *ésa* 116, se los aseguro, es irresistible.

¿Y por qué? No les dejaré esto como adivinanza. Si esto fuera decible, ¿qué es lo que diría yo por medio de eso? Yo digo al otro que, deseándolo, sin saberlo, sin duda, siempre sin saberlo, lo tomo por el objeto para mí mismo desconocido de mi deseo, es decir, en nuestra concepción del deseo, que yo lo identifico, que yo te identifico, a ti, a quien yo hablo, a ti mismo, al objeto que a ti mismo te falta, es decir que por ese circuito donde estoy obligado *a pasar* 117, para alcanzar el objeto de mi deseo, cumplo justamente para él lo que él busca. Es precisamente así que, inocentemente o no, si tomo ese rodeo, el otro como tal, objeto aquí, obsérvenlo, de mi amor, caerá forzosamente en mis redes. Con esto los dejo, sobre esta receta, y les digo hasta la vez que viene.

Notas

1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, consultar nuestro Prefacio: «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textosfuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nuestra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 2ª SESIÓN DEL SEMINARIO.

2 Esta 2ª sesión del seminario ocupa el capítulo II de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: L’ANGOISSE, SIGNE DU DÉSIR {LA ANGUSTIA, SIGNO DEL DESEO}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: Un ideal de simplicidad / Hegel y Lacan / Las cinco fórmulas del deseo del Otro / La división y su resto / Te deseo, aunque no lo sepa.

3 Las distintas versiones indican la existencia en el pizarrón de un conjunto de fórmulas antes del comienzo de la sesión.

4 La última fórmula, es decir, la segunda de las englobadas por la llave en 4/, difiere en JL y AFI: *d(a) : o > d(o)*, como también en CHO y su derivada IA: *d(a) : 0 > d(0)*: la diferencia no está en las diversas maneras de escribir "cero", sino en el primer término de la fórmula: d(a) en lugar de d(A). Me inclino por la fórmula propuesta por ROU fundamentalmente por la manera en que Lacan propondrá leerla, más adelante en la clase: "Las otras dos fórmulas, pues no hay más que dos, ésta {3/} y luego la segunda {4/} — ustedes ven, englobadas en una llave para la segunda, dos fórmulas que no son más que dos maneras diferentes de escribir la misma, en un sentido y luego en el sentido palindrómico, volviendo, tras haber ido así, volviendo así". Palindromo es una palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda. JAM/S, por su parte, introduce una variante no desatendible: * d(0) < 0: d()* para la primera línea de la cuarta fórmula, y *d(a): 0 > d(0)* para la seg unda; esta transcripción no es palindrómica como parece que tendría que ser, pero en cambio, la introducción de un en lugar de A, vuelve a esta cuarta fórmula más cercana a la segunda, como sería esperable en la medida en que "no es la verdad de Hegel, sino la verdad de la angustia, la que no puede captarse más que al referirse a la fórmula 2, que concierne al deseo en tanto que psicoanalítico" (cf. más adelante). Dado que Lacan no volvió a referirse a esta fórmula, es difícil decidir.

5 sujets: "sujetos", pero también "asuntos". JAM/S evita el equívoco mediante un añadido: [sujetos del verbo {sujets du verbe}]

6 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *sujetos para xxxx que* por los del texto.

7 Al revisar la dactilografía Lacan añadió los términos entre asteriscos.

8 Este tópico del él no sabía {il ne savait pas} Lacan lo extrae del sueño de un paciente que Freud relata, y analiza sumariamente, en su artículo de 1911 sobre los dos principios del suceder psíquico ("El padre estaba de nuevo con vida y hablaba con él como solía. Pero él se sentía en extremo adolorido por el hecho de que el padre estuviese muerto, sólo que no sabía") - cf. Sigmund FREUD, «Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico», en Obras Completas, Volumen 12, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980, p. 230 - relato y análisis que luego Freud añadió, con muy ligeras variaciones, a la edición de 1911 de La interpretación de los sueños ÿ op. cit., Volumen 5, A.E., Buenos Aires, 1979, p. 430. - Lacan aborda el asunto en la sesión del 26 de Noviembre de 1958, 3ª clase del Seminario 6, El deseo y su interpretación (19581959), en principio para cuestionar la noción de realización de deseos como wishful thinking y subrayar que en lo que Freud llama pensamiento del sueño se trata del significante: lo que está en juego es el estatuto de la represión. Vuelve sobre esto en la sesión del 3 de Diciembre del mismo año, 4ª clase del Seminario, y en la 5ª, del 10 de Diciembre, avanzando que el sujeto se constituye como no sabiendo, para finalmente, en la 7ª sesión del Seminario, el 7 de Enero de 1959, acompañar la fórmula freudiana con la introducción del matema que, entre otras cosas, la lee: el S(). Además de otras refe­rencias en el camino del Seminario, llegamos así a la sesión del 8 de Abril de 1959, 16ª clase del Seminario, en la que con dicho matema queda situado lo que se­ría un núcleo radical en su posición del inconsciente, sostén de lo que entonces califica como (enunciado en se­gundo término, luego del primeramente enunciado, en el Seminario 3, Las psicosis: no hay psicogénesis) “el gran secreto del psicoanálisis”: no hay Otro del Otro, del que deriva la fórmula-aforismo no hay metalenguaje. — Lacan vuelve sobre el asunto en su escrito «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano», cf. Jacques LACAN, Escritos 2, décimo tercera edición en español, corregida y aumentada, Siglo Veintiuno Edi­to­res, México, 1984, pp-781-782.

9 *la enseñanza*

10 Al revisar la dactilografía Lacan suprimió los términos *a saber*.

11 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *a las puertas {aux portes}* por los del texto: {où porte}.

12 {à porter} — Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *aportada* {apportée} por los del texto. / JAM/S: [aportado {apporté}]

13 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *y la elaboración* por los del texto.

14 *donde ese saber está constituido y entre aquéllos que tienen su experiencia, los analistas, que un trabajo* — Por su parte, al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *que cierto saber está constituido por relación al cual cierto trabajo* por los del texto.

15 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

16 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió los términos *de alguna manera*.

17 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *grandes inconvenientes* por los del texto.

18 *analítica*

19 Charles BLONDEL, La conscience morbide, Paris, Félix Alcan, 1928 (la primera publicación de esta obra data de 1914). — Nota de ROU: "Ch. Blondel, op. cit. p. 1612, § IV, El pensamiento mórbido y el lenguaje: «[Dificultades del estudio de las reacciones intelectuales] [Ciertamente las reacciones afectivomotrices y motrices de los enfermos nos revelan algo de su estado mental, pero el único medio de penetrar su diversidad es entrar en conversación con ellos y tomar notas de sus palabras. Mucho más que por medio del examen objetivo, las manifestaciones mórbidas intelectuales son puestas en evidencia por las modificaciones lingüísticas del régimen familiar de los conceptos. La expresión discursiva sin embargo es suficientemente flexible para adaptarse a diferentes situaciones mentales. Cuando sus capacidades de flexibilidad y de aproximación no son sobrepasadas, puede conservar una aparente normalidad aun recubriendo un pensamiento patológico. Nos es preciso por lo tanto] rodearnos de mil precauciones en el análisis y la interpretación de los decires de nuestros enfermos, incluso mientras parecen hablar nuestra lengua y no presentar ninguna idea delirante, cuando, por otra parte, las reacciones afectivomotrices y motrices nos invitan a sospechar la calidad de sus procesos mentales. / Esta necesidad se hará más evidente todavía, si consideramos que el lenguaje mórbido nos es a veces completamente ininteligible y que, en estas condiciones, no podríamos argüir sin reserva sobre los casos donde nos parece de una perfecta inteligibilidad, puesto que esta inteligibilidad puede no ser más que aparente, tanto más cuanto que, de esa ininteligibilidad completa a esa apariencia de inteligibilidad perfecta, pasando por toda la gama de las fórmulas delirantes, la observación nos revela, de enfermo a enfermo, una impresionante continuidad.»".

20 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

21 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *el* por el del texto.

22 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió los términos *desde luego*.

23 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *que es puesta en suspenso. ¿Podemos hablar* por los del texto.

24 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

25 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *esta angustia* por los del texto.

26 Søren KIERKEGAARD, El concepto de angustia. Hay versión castellana.

27 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

28 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *una angustia* por los del texto.

29 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

30 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *La homogeneidad aparente, la común sustancia de estas experiencias diversamente situables, ¿no nos induce peligrosamente, como por otra parte cualquier otra rúbrica que puede así recorrer ese campo como constituyente de las referencias comunes* por los del texto.

31 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *En esta perspectiva no es demasiado deseable llevar a quien sea a creer demasiado* por los del texto.

32 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *unos* por el del texto.

33 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *el* por el del texto.

34 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *es en la* por los del texto.

35 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *y {et}* por el del texto {est}.

36 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió los términos *lo he introducido la vez pasada,*.

37 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

38 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *agotado* por el del texto.

39 La nota de ROU remite, de Santo Tomás de Aquino, a sus Quaestiones disputatae de anima, cuestiones 13 y 19, y su Suma Teológica. Por su parte, Diana ESTRIN (cf . Lacan día por día, editorial pieatierra, Buenos Aires, 2002) propone como referencia, del mismo autor, también la 1ª Carta a de los Corintios.

40 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *voz* {voix} por el del texto {voie}.

41 David RAPAPORT, «On the Psychoanalytic theory of Affect», International Journal of Psychoanalysis, vol. 34, nº 3, 1953, pp. 177198.

42 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *el asombroso resultado de* por el del texto.

43 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *no desembocase* por los del texto.

44 Cf. Sigmund FREUD, Inhibición, síntoma y angustia (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979.

45 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *en lo concerniente a lo que puede justificar* por los del texto.

46 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *y*.

47 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *alguna*.

48 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *el método llamado catálogo podría no estar marcado en fin por algunos signos profundos, callejones sin salida, incluso totalmente especial infecundidad* y otras variantes, por los del texto.

49 la clé: "la llave", o "la clave".

50 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *qué error* por los del texto.

51 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *al lado de* por los del texto.

52 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *fue para nosotros hace un momento suficiente objeción, por el hecho de que al proceder por cierta vía una* por los del texto.

53 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *al texto* por los del texto.

54 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *mucho*.

55 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificación, 19611962, Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

56 Juan, 1,1.

57 *Simplicidad*

58 trait: "trazo", y también "rasgo".

59 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *voz* por el del texto.

60 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió los términos *que sea*.

61 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *con* por el del texto. Es una de las tantas revisiones de Lacan que JAM/S desatendió.

62 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *sujeto* por el del texto.

63 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *algunas veces esto* por el del texto.

64 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *para volver a la simplicidad* por los del texto.

65 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *el sentido de lo que les digo, de* por los del texto.

66 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

67 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *de*.

68 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *diciéndoles ya* por el del texto.

69 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *es una* por los del texto.

70 embarrassée: recuérdese lo que señalamos en una nota de la clase anterior del Seminario, relativa a que el término "embarazo" remite en francés a la idea de "estorbo", "traba", a lo que solemos denominar "una situación embarazosa", y no al sentido de "preñez".

71 La frase entre asteriscos corresponde a un renglón manuscrito añadido en la versión JL, y es incorporado sin señalarlo en las versiones AFI y CHO. La versión ROU identifica esta frase como uno más de los añadidos manuscritos de Lacan al revisar la dactilografía. Como sea, todos los textosfuente coinciden en este paréntesis que parece restringir el genitivo en el sentido de la determinación objetiva. Ahora bien, el asunto no podría ser menor, por lo menos a esta altura de la enseñanza de Lacan, cuando en su Comunicación al congreso reunido en Royaumont, bajo el título La dialéctica, del 19 al 23 de Septiembre de 1960, que derivó en su escrito «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano», probablemente redactado contemporáneamente a estas clases del Seminario La angustia, salvo redacción definitiva en 1966 para la publicación de los Écrits, podemos leer lo siguiente, que de un modo u otro contradice, más que complementa, lo que acabamos de leer en la clase del Seminario: "Pues ahí se ve que la nesciencia en la que queda el hombre de su deseo es menos nesciencia de lo que demanda, que puede después de todo cernirse, que nesciencia de dónde desea. / Y es a esto que responde nuestra fórmula de que el inconsciente es discurso del Otro, donde hay que entender el de en el sentido del de latino (determinación objetiva): de Alio in oratione (complétese: tua res agitur). / Pero también añadiendo a ello que el deseo del hombre es el deseo del Otro, donde el de da la determinación llamada por los gramáticos subjetiva, a saber que es en tanto que Otro que desea (lo que da el verdadero alcance de la pasión humana). / Es por eso que la pregunta {question} de el Otro que vuelve al sujeto del lugar donde espera su oráculo, bajo la redacción de un: Che vuoi? ¿qué quieres?, es la que conduce mejor al camino de su propio deseo, — si se pone, gracias al savoirfaire de un partenaire con el nombre de psicoanalista, a retomarla, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: ¿Qué me quiere?" — cf. Écrits, Éditions du Seuil, Paris, 1966, pp. 8145, la traducción es mía. — con las variantes del caso, cf. la versión castellana en Escritos 2, op. cit., p. 794. — Tanto en francés como en castellano, no siempre es posible distinguir entre la determinación objetiva y la determinación subjetiva del genitivo. En términos generales, la determinación objetiva toma al complemento u objeto directo como objeto, mientras que la determinación subjetiva lo toma como sujeto... pero el fenómeno situado por Freud como Unheimlich revela bien que el objeto más seguramente inanimado puede súbitamente animarse como sujeto (piénsese por ejemplo en "el temor del espantapájaros " que se supone experimentan los pájaros, y lo que esta misma expresión significa en El mago de Oz, de Frank Baum). No obstante, ante la ambigüedad que podría persistir en dos fórmulas clave de su enseñanza, Lacan aporta lo que podría precisarlas: en el inconsciente es discurso del Otro, en tanto se lee con la determinación objetiva del genitivo, se trata de que ese discurso habla del Otro, se dirige al Otro; mientras que en la fórmula el deseo del hombre es el deseo del Otro, en tanto se lee con la determinación subjetiva del genitivo, hay que entender que es en tanto Otro que el sujeto desea, lo que se refuerza al final del párrafo citado cuando leemos que el camino al propio deseo (¿pero entonces por qué no unas comillas rodeando a ese "propio" siempre en veremos?) pasa por lo que vuelve desde el lugar del Otro. Añado una precisión de mi parte: la determinación subjetiva del genitivo en la fórmula deseo del Otro ni por excepción retrocede sobre lo que Lacan ya tiene más que adquirido: el Otro no es sujeto, y además, no es lo mismo, el Otro no existe. La diferencia con la lectura hegeliana de la "misma" fórmula, también pasa por ahí. — Pero acaso ninguna precisión gramatical levante del todo un equívoco que quizá sea también de doctrina. Así, en la sesión del 3 de Mayo de 1961 de su Seminario sobre la transferencia podemos leer lo siguiente: "Ese deseo del Otro — este genitivo es a la vez subjetivo y objetivo: deseo en el lugar donde está el Otro, para que pueda ser este lugar, el deseo de alguna alteridad, para satisfacer a la búsqueda del objetivo, a saber de lo que desea ese otro que viene a encontrarnos, es preciso que ahí nos prestemos a la función del subjetivo, que de alguna manera podamos, por un tiempo, representar, no — como se lo cree, y como sería, a fe mía, irrisorio, confiésenlo, y cuán simple también, que podamos serlo — no el objeto al que apunta el deseo, sino el significante. Lo que es a la vez mucho menos, pero también mucho más." — cf. Jacques LACAN, Seminario 8, La transferencia en su disparidad subjetiva, su pretendida situación, sus excursiones técnicas. Versión Crítica de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. — Sobre esta cuestión, véase también la nota que sigue.

72 En el curso de este párrafo, Lacan aludió nuevamente (ya lo había hecho en la clase anterior) a su intervención en el curso de las Jornadas Provinciales de otoño de 1962, de la que quedan sendas notas redactadas por Claude Conté e Irene Roublef. El carácter fragmentario de las mismas permite conjeturar, pero no establecer sin dudas, el lugar que da Lacan al genitivo en la fórmula el deseo del hombre es el deseo del Otro. Cf. Jacques LACAN, Jornadas de Otoño de 1962 (Octubre). Introducción al seminario sobre La angustia, traducción de Ricardo E. Rodríguez Ponte para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

73 El autor del "pequeño trabajo" aludido por Lacan es muy verosímilmente André GREEN, quien poco después publicaría en el nº 194 de Critique su texto «La psychanalyse devant l’opposition de l’histoire et de la structure» (versión castellana de José A. Castorina: «El psicoanálisis ante la oposición de la historia y la estructura», en AA.VV., Estructuralismo y psicoanálisis, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1970). En dicho texto, el autor parte del debate entablado entre dos textos que se habían publicado recientemente: Crítica de la razón dialéctica, de JeanPaul SARTRE , y su crítica en el capítulo IX, «Historia y dialéctica», del libro El pensamiento salvaje, de Claude LÉVISTRAUSS (de ambos textos hay también versión castellana). — CHO, en el margen izquierdo, al escribir "Green" al lado de este párrafo seguramente después de su transcripción, parece confirmar mi conjetura. La identidad del autor del trabajo que lo había dejado a Lacan en "la espera" (cf. la sesión anterior del Seminario) quedaría así establecida.

74 G.W.F. HEGEL, Fenomenología del Espíritu, traducción de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, 1966.

75 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

76 Al revisar la dactilografía Lacan suprimió los términos *si ustedes lo permiten*.

77 AFI: *$a*

78 *no solamente, en cuanto que* / JAM/S: [pero solamente en cuanto que]

79 {l’Autre} / *el orden {l’ordre}*

80 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *es para que ustedes las transcriban* por el del texto.

81 Vuelvo a reproducir aquí las fórmulas que estaban en el pizarrón al comienzo de la sesión. Sobre su establecimiento a partir de las distintas versiones, véase supra la nota ad hoc.

82 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

83 *de un deseo que responda*

84 Lacan lee así la primera fórmula: 1/. d(a) : d(A) < a.

85 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *El* por los del texto.

86 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *puesto que él es en su esencia* por los del texto.

87 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *y no hay ahí* por los del texto. / AFI: *El deseo aquí es deseo*.

88 He aquí cómo ordena JAM/S este párrafo: [Es ahí que está todo el impase. Al exigir ser reconocido, ahí donde soy reconocido, no soy reconocido más que como objeto. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como objeto, puesto que este objeto que soy es en su esencia una conciencia, una Selbstbewusstsein.]

89 *No puedo soportarme reconocido más que en el mundo*

90 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

91 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió él término *que*.

92 Lacan pasa a leer ahora su segunda fórmula: 2/. d(a) < i(a) : d().

93 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *que yo he escrito* por los del texto. Por su parte, AFI aquí opta por transcribir *El deseo aquí es deseo*.

94 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *de las dos a* por los del texto.

95 Mediante algunas interpolaciones que parecerían obedecer a la intención de aclarar, JAM/S distorsiona completamente el sentido de este párrafo, que no ofrece dificultades en las otras versiones.

96 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

97 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *hay de ellas* por los del texto.

98

99 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *que* por los del texto.

100 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *sólo está constituida como por* por los del texto.

101 Aquí la versión JL carece de una página, la 19, y salta hasta la próxima aparición del término Selbstbewusstsein. Las demás versiones reconstruyen lo faltante en base a notas.

102 AFI y CHO: *Observaciones:*

103 1/. d(a) : d(A) < a.

104 2/. d(a) < i(a) : d().

105 *del*

106 *en*

107 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó el término *Pero* por el del texto.

108 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *que*.

109 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

110 Las precisiones "lado del Otro" y "mi lado" sólo existen en AFI.

111 Está claro, supongo, que Lacan hace un empleo sólo aproximativo, impreciso, de los términos de la división (dividendo, divisor, conciente, resto).

112 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió los términos entre asteriscos.

113 Al revisar la dactilografía, Lacan sustityó el término *de* por el del texto.

114 Al revisar la dactilografía, Lacan suprimió el término *que*.

115 Al revisar la dactilografía, Lacan añadió el término entre asteriscos.

116 Al revisar la dactilografía, Lacan sustituyó los términos *es ahí* por el del texto.

117 Este añadido viene sólo de AFI.

 

FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE ESTA 2ª SESIÓN DEL SEMINARIO

JL | Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Lo que Lacan hablaba era recogido por una taquígrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volvía a Lacan, quien a veces lo revisaba y corregía. De dicho texto se hacían copias en papel carbónico y luego fotocopias. La versión dactilografiada que utilizamos como fuente para esta Versión Crítica se encuentra reproducida en http://www.ecole-lacanienne.net/index.php3 , página web de l’école lacanienne de psychanalyse.

ROU | Jacques LACAN , L’angoisse, dit "Séminaire X", Prononcée à Ste. Anne en 1962-1963, Paris, 2003. Por razones de índole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a sí mismos. No obstante, esta versión se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectuó un notable trabajo de transcripción y aparato crítico a partir de varios textosfuente, entre ellos la dactilografía y notas de asistentes al Seminario, como Claude Conté, Françoise Doltó, Ginette Michaud, Jean Oury, MarieClaire BoonsGrafé, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y François Perrier. Esta transcripción crítica destaca también que en la versión dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos añadidos manus critos sobre y en los márgenes de la dactilografía que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotaciones manuscritas y correcciones del propio Lacan.

AFI | Jacques LACAN , L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Publication hors commerce. Document interne à l’Association freudien ne internationale et destiné a ses membres. Paris, 1998.

CHO | Jacques LACAN, L’angoisse, Séminaire 1962-1963. Fuente fotocopiada atribuída a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como CG181/1 y CG181/2.

IA | Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traducción: Irene M. Agoff, Revisión Técnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboración de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versión publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C0698/01.

JAM/S — Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, L’angoisse, 1962-1963, texte établi par JacquesAlain Miller, Éditions du Seuil, Paris, 2004.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 22 Diciembre 2005
www.acheronta.org