Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Entrevista a un paciente psicótico: análisis y desarrollos
Agustín Figueroa - Nancy Zuázquita

Entrevista del Lic. Héctor Cruzeño al paciente Marcos

Paciente: Marcos.

Descripción del Licenciado:

Lo he visto, 21 años, primaria completa, internación por orden del juez ya que "la familia no puede llevarlo". Fue dado de alta en diciembre del año pasado.

Se presenta a control el 13/05 con el padre, lo trae porque se inyectó veneno para matar perros, con el objetivo de suicidarse. El padre minimiza los síntomas del hijo: culpabiliza a la iglesia a la que concurre, la medicación y la brujería.

Entrevista (1):

E: Ud. hace una semana que vino al hospital?

M:

E: ¿Solo?

M: No, con mis padres.

E: ¿Por qué?

M: Porque quise ponerme una inyección que se usa para sacrificarlo al perro.

E: ¿Y por qué se puso la inyección?

M: No tenía ganas de vivir y fui a la veterinaria y compré una inyección… No sé por qué me la vendieron. No sé cómo pueden vender eso, no deberían venderla, deberían tener más seguridad. Me la puse en mi casa.

E: ¿Cómo sucedió?

M: Estaba solo en la habitación.

[nos mira como preocupado por su entorno]

E: ¿Y por qué lo hizo?

M: No tenía más ganas de vivir.

E: ¿Y por qué no tenía más ganas de vivir?

M: No me llevaba bien con mis padres a veces.

E: [guarda silencio un tiempo] …¿Y en qué cosas no se llevaban bien?

M: En la relación familiar. No sé… quería ver cómo era la otra vida, si era mejor estar con Dios. Porque hay otra vida después de la muerte. Si te suicidás no vas con Dios, vas con el diablo. Te vas al infierno, al diablo si te suicidás - Soy evangélico.

E: [falta registro]

M: Yo creía que me iba a ir con Dios al cielo y eran mentiras: me iba a ir al diablo.

E: ¿Qué sintió cuando se puso la inyección?

M: Con la inyección se me puso el cuerpo rígido y me latía el corazón. Se me había trabado la lengua. Llamé a mis padres. No me escucharon.

Después me escucharon. Me llevaron al hospital.

E: ¿Y lo llevaron a su casa después?

M: Sí, hablaron mis padres con los médicos y les recomendaron que viniera a Oliva.

E: ¿Vinieron a verlo?

M: No, el sábado dijeron.

E: ¿Cuándo vinieron? - el miércoles.

M: Sí.

E: Esto de la otra vida, dijo que era "más fuerte".

M: Sí es más lindo. No hay matanza, no ves muerte, no sufrís, no llorás, querés experimentar eso sin pecado.

E: ¿Y ahora?

M: No, ahora voy a vivir la vida. Estudiando.

E: ¿Qué va a estudiar?

M: Una carrera común. Comercial.

E: ¿Y por qué común?

M: Porque hay muchos peritos. Quiero ser perito.

E: ¿Qué haría si fuera perito?

M: Trabajaría.

E: ¿Cómo es eso del pecado?

M: Los hombres pecan mucho y Dios está aireado contra eso.

E: ¿"Aireado"?

M: Enojado contra eso. Está contaminada la tierra con todo eso. Pecan sin cesar. A veces se suicidan, como yo. Eso es pecado. A veces es peor: roban, eso es peor. O el adulterio.

E: ¿Y qué les pasa a los que pecan?

M: Son infelices, no temen a Dios, no tienen nada. No tienen salida. Están encerrados en prisiones de pecado, sufrimiento, dolor, angustia.

E: ¿En prisiones?

M: Sí. [silencio]

E: Ud. mencionó a sus padres y ¿hay otras personas en su vida?

M: La gente de la iglesia.

E: ¿Tiene amigos?

M: Sí, pocos… 6 ó 7 amigos.

E: ¿Tiene sueño?

M: Sí.

E: Bueno, gracias por la entrevista.

M: No, gracias por atenderme a mí.

El paciente se retira. El entrevistador nos comenta que normalmente el paciente es verborrágico; pero hoy está bajo los efectos de la medicación. Conversamos con él para obtener más datos y nos deja la historia clínica.

Historia Clínica [seleccionada]

Orden:

1º Judicial - 2º Informe estadístico de hospitalización - 3º Juzgado, domicilio, procedencia - 4º Diagnóstico (no tiene actualmente): aparece presuntivo en las entrevistas de los psiquiatras, como Episodio Psicótico Agudo.

5-11-1996:

Marcos es traído por la policía y familiares directos, en una crisis de agitación psicomotriz, heteroagresividad verbal y física. Manifiesta una producción delirante franca de tipo místico y mégalomaníaca; también alucinaciones auditivas (escucha fonemas insultantes).

Hace cuatro años que asiste a un culto evangélico, donde halla sus únicos amigos.

Hace 25 días manifiesta cambios de conducta (agitación psicomotriz, temor, aislamiento, deja de comer). La familia habla de "posesión demoníaca". Coincide con que hace 15 días falleció su mejor amigo.

[Causas de la internación: Intentó suicidarse, inyectándose un remedio para matar perros, lo que le produce parálisis y rigidez.]

Entrevista: no puede establecer diálogo. Aspecto general descuidado. Hace días que no se higieniza. Manifiesta curso de pensamiento acelerado, con contenido de francas ideas místicas, de tipo persecutorio. Impresiona alucinaciones místicas (fonemas insultantes y alucinaciones visuales - parece que ve a satanás). Juicio de realidad ausente.

Impresiona: episodio psicótico agudo.

Medicación al ingreso: Halopidol 5 mg. IM 2 ampollas.

06/11:

Golpea ventanas de contención. Impresiona muy atormentado por alucinaciones místicas

07/11:

Autista, hipervigilante. No impregnado. Negativista. Acelerado al hablar. Coloca las manos como si rezara.

08/11:

Viene el padre: éste hecha la culpa al Pastor. Trae chocolate y ropas, que le llevan al paciente y las acepta (estaba en contención).

El paciente dice: "Yo soy Jesús… su nombre (por mi nombre) es confusión, compaginación y normalidad".

Se muestra tranquilo y desconfiado. Pide a Dios que "nos perdone por lo que le hemos hecho y estamos haciendo con su cuerpo".

12/11:

Se corta la medicación.

Se muestra agresivo. Intenta fugarse. Reacciona agresivamente.

Desde el domingo está menos angustiado por las alucinaciones auditivas.

13/11:

"Yo hablé con Dios frente a frente, sentado así como estoy ahora con Ud.".

No manifiesta conciencia de enfermedad.

Aparece que las alucinaciones previas al ingreso fueron auditivas y posiblemente visuales.

18/11:

Estuvo expresando deseos de morir. Dice que no tiene sentido su vida.

19/11:

"Yo no soy Jesús, pero he hablado con él".

Se apaciguan los delirios. Manifiesta curso de pensamiento acelerado.

"Yo no tengo el cuerpo de carne y hueso; por medio de Jesús tengo los huesos de hierro. Soy un negrito duro (ríe, mientras golpea con las manos en una silla)… Jesús tiene los huesos de oro."

20/11:

Delirios. Notas: "contenido con i.d.f., aunque no del todo sistematizada, referida a pasajes bíblicos, poderes especiales que le confirió Jesús y de contenidos de tipo apocalíptico.

21/11:

Reconoce el lugar: "para enfermos mentales, y yo no tengo que estar aquí". Solicita irse de permiso.

Desarrolla delirio florido, acerca de Dios, etc.

Piensa que su estancia aquí es una prueba por ser "elegido".

Desde su internación y hasta aquí se le administraban 2 amp. de Halopidol 5 mgr. IM cada 8 hrs. Más tarde se implementó Clopixol. Se recomienda control de signos vitales y precaución con los síntomas extrapiramidales.

Permanece internado hasta el 17/04/1997 (Alta judicial).

Es reinternado el 21/05.

4 Dic.: [Entrevista]

[En esta entrevista del 4 de Diciembre se muestra negativo e hipersomne (atribuido a la medicación). Manifiesta ideas sobrevaloradas de contenido místico.]

Evolución: disminuye la producción delirante y remiten las alucinaciones auditivas. No manifiesta agresividad.

Estado Actual: Se muestra lúcido, más o menos orientado. Buena respuesta adaptativa a las visitas de la familia. Persisten las ideas sobrevaloradas místicas.

Diagnóstico presuntivo: Episodio Psicótico Agudo.

Tratamiento: psicoterapia individual y psicofármacoterapia:

Clopixol Depot 500 mg. à 1 ampolla cada 30 días.

Nozinan 25 mg. à 1 por día.

Clopixol 25 mg. à 1 comprimido por día.

Akineton à 1 por día.

Conclusiones:

  1. Episodio psicótico agudo, "compatible con esquizofrenia paranoide".
  2. Buena evolución con tratamiento instituido.
  3. Solicitó permiso de salida.

21/05/1997 (Informe de admisión):

Vuelve a control con padre y tío.

Para el padre es insoportable acudir a internación, la que es solicitada por Marcos desde la semana pasada.

Manifiesta que el suicidio se dio para no cumplir las expectativas de sus padres.

Se muestra inactivo e hipersomne. No manifiesta productividad delirante, sí ideas sobrevalorativas de contenido místico.

El padre pone el acento afuera (el pastor evangelista, brujería, medicamentos). De alguna manera niega la enfermedad de su hijo.

Dibujo (uno que hizo en el hospital):

Contiene un escrito que dice en parte:

"Gloria a Jesús en este día me han querido matar. ¿Por qué? No lo sé. Me dieron cianuro…"

Habla del Mal y el Bien, y en un largo párrafo enumera las bondades de Dios: "Dios es…"


Trabajo


1ª parte: Análisis de la Entrevista según la posibilidad de un diagnóstico.

En nuestra opinión, desde ciertas posiciones teóricas, se podría pensar al paciente como lo que llaman "borderline"; ya que presenta características de diversos cuadros clínicos.

Es nuestra responsabilidad, desde una visión psicoanalítica lacaniana, intentar una definición en términos de estructura.

En la historia clínica se observa que ingresa por primera vez con diagnóstico de "episodio psicótico agudo".

H. Hey (1965) clasifica así el cuadro clínico de las psicosis delirantes agudas:

1) Psicosis imaginativas agudas…

2) Psicosis interpretativas agudas…

3) Psicosis alucinatorias agudas: Son delirios en los que predominan todos los tipos de alucinaciones (alucinaciones acústicoverbales, psicomotrices, cinestésicas o visuales, fenómenos de influencia, síndrome de automatismo mental y de despersonalización, etc. Los temas, con frecuencia místicos o eróticos, son a veces muy dramáticos. Los acontecimientos delirantes (escenarios, éxtasis, catástrofes, apocalipsis, aventuras románticas, etc.), sin llegar a tener los caracteres escénicos de la presentación onírica, se desarrollan en una atmósfera imaginaria y artificial. Estos estados pueden ser vividos tanto en un clima de angustia, por lo común tonalidad de ebria exaltación, en una especie de embriaguez fantasmagórica, semejante a los efectos tóxicos de los alucinógenos."

En el resumen de la entrevista del día 4 de diciembre, se agrega: "compatible con esquizofrenia paranoide".

Veamos los criterios diagnósticos del DSM-IV para la Esquizofrenia:

A. Síntomas característicos: Dos o más de los siguientes se presentan durante 1 mes (o menos si es tratado con éxito):

  1. Ideas delirantes

  2. Alucinaciones

  3. Lenguaje desorganizado

  4. Comportamiento catatónico

  5. Síntomas negativos. Ej.: aplanamiento afectivo, alogia o abulia.

B. Disfunción social-laboral: Desde el inicio, alteración de una o más áreas importantes de actividad: trabajo, relaciones interpersonales, cuidado personal, están por debajo del nivel previo al inicio del trastorno (todo esto según la edad y la etapa evolutiva).

C. Duración: Persistencia de signos continuos de alteración durante seis meses. Un mes con síntomas de acuerdo al criterio A…

[D, E, etc.: exclusiones de otros diagnósticos.]

Marcos parece encajar hasta cierto punto en estas descripciones. Recuérdese que se piden dos síntomas por lo menos, pero debajo en letra chica aclara que si se presentan delirios de tipo extraño (o sea, no se refieren a cosas "reales" aunque inexistentes, sino a aquéllas totalmente fantásticas, tal como los "delirios" donde Marcos parece muy atormentado por -supuestamente- el diablo; y mucho más sus ideas acerca de su relación con Jesús), queda satisfecho el criterio.

Deben distinguirse dentro de este cuadro diversos tipos: el que a nuestro criterio es el más coincidente, y que es el del diagnóstico, es el paranoide, cuyas características principales son:

"Claras ideas delirantes o alucinaciones auditivas, con conservación relativa de la capacidad cognitiva y de la afectividad."

"Fundamentalmente, las ideas delirantes son de persecución, de grandeza o ambas."

"…(por ejemplo celos, religiosidad o somatización) Las ideas delirantes pueden ser múltiples, pero suelen tener una organización coherente. Habitualmente, las alucinaciones están asociadas con el tema del delirio."

"Síntomas asociados: ansiedad, ira, retraimiento, tendencia a discutir. Aire de superioridad y condescendencia, pomposidad, vehemencia. Los temas persecutorios pueden predisponer al sujeto al suicidio. Nulo deterioro en test cognitivo…"

Sin duda, los "delirios" y "alucinaciones" son abundantes en Marcos; en cambio no aparecen claros los otros criterios. La aparente falta de afectividad en la entrevista se podría explicar por la medicación.

Llama la atención el contraste entre su conducta agresiva (descripta con énfasis y detallismo) durante la primera internación (Dic. 1996) y la que presenta durante la entrevista que presenciamos el 27 de Junio de 1997, donde se mostró muy tranquilo (aunque estaba medicado, como lo dijo él mismo ante la pregunta del Lic. Cruzeño).

Ahora bien, desde nuestra posición, no es tan claro que el sujeto sea psicótico. Faltan indicadores fundamentales, y el delirio o las alucinaciones no son suficientes.(2)

En nuestra opinión, existen en todo caso ciertos indicadores que llevarían a pensar en la neurosis, concretamente un cuadro histérico. Desarrollaremos esta hipótesis a lo largo de la primera parte de este trabajo. Ya que es solamente una conjetura, no dejaremos de incluir notas sobre ciertos hechos que indicarían todo lo contrario (una psicosis), las cuales incluiremos entre corchetes [así].(3)

Pero veamos cuáles indicadores fundamentales -desde una óptica psicoanalítica lacaniana- son necesarios para asegurar un diagnóstico de psicosis. Éstos son desarrollados por J. Lacan en su Seminario III, "Las psicosis" (1955-56):

Los fenómenos elementales del lenguaje y la certeza:

Como fenómenos elementales, tomamos fundamentalmente el neologismo; diversos fenómenos del lenguaje, tales como el "milagro del alarido", el "llamado de socorro", "toda clase de ruidos con sentido humano", el llamado de ciertos seres vivientes e insultos degradantes o aniquilantes; también se dan fenómenos que hacen al habla del sujeto psicótico: enlentecimiento del lenguaje, frases interrumpidas, estribillos.

Todos ellos se hallan descriptos perfectamente en las "Memorias de un neurópata" escritas por Schreber; y son estudiadas por Lacan en su Seminario III. (4)

Se presenta en todos los casos un rasgo esencial: la certeza.

Ésta es del orden de lo inamovible. No necesita demostraciones, no necesita ser discutida.(5) El sujeto sabe perfectamente que lo que le sucede es inaccesible para los demás (se da cuenta), pero ello no le preocupa. No necesita demostrar lo que le sucede, ya que la intencionalidad de estos fenómenos le concierne exclusivamente a él.(6) Su vivencia es de algo inevitable, algo que lo invade en lo más íntimo, sin posibilidad de huir ni de acallar estas voces, que provienen del exterior, pero no del exterior común a los demás hombres, sino del exterior de él mismo.(7)

En la historia clínica de Marcos, se habla de alucinaciones auditivas ("escucha fonemas insultantes"): esto parecería condecir a los insultos que escucha Schreber. La forma de anotarlo es como si se tratara de voces externas: en apariencia se trataría de las "voces" de un psicótico; pero no es sino una suposición, puesto que no hay la confirmación por parte de una persona formada psicoanalíticamente (en la línea que propone Jacques Lacan) y con experiencia en entrevistas con psicóticos.

Es decir que no tenemos forma (efectiva) de comprobar si el informe escrito condice con la fenomenología, si es una interpretación, si está predeterminado por una teoría o por un aprendizaje determinados o si se trata de una forma expresiva institucionalizada -una etiqueta, un nombre para determinados comportamientos del sujeto- o incluso -si quien recibió a Marcos ese primer día fue un profesional médico- si no se trata -por esas cosas del significante- de una expresión que para su entorno tiene determinado significado y para el nuestro -psicoanálisis- otro. Por lo tanto, no podemos tomar el informe de la historia clínica en lo que parece afirmar la presencia de fenómenos elementales en el sujeto Marcos, como indicador de la efectiva aparición de los mismos.(8)

En cuanto a la entrevista, en ella no aparecen fenómenos elementales, ni la relación de los mismos por el sujeto, ni se producen neologismos. Por ejemplo cuando dice "Dios está aireado", luego cuando se le pregunta aclara con un sinónimo, "enojado". Es decir, no se trataba de un neologismo, ya que no revestía una significación particular para el sujeto (aunque "aireado" existe en lengua castellana, esto no es lo que interesa), ni se dio que Marcos se contentara con decir algo como "Sí, aireado", como sin necesidad de explicarlo mayormente.

El sufrimiento del sujeto. Su relación a lo Real en la muerte y la procreación: El padre como progenitor. La falla de la metáfora paterna (orden de lo simbólico) como tercero que inaugura el deslizamiento de la cadena significante. La holofrase o la fundición de S1 y S2 en solamente S1: El terror de la invasión incontrolable del Otro como Uno. El Padre terrible, la aparición de esta imagen monstruosa del Padre en el orden imaginario, "…allí donde no hay significante, cuando el agujero, la falta, se hace sentir en cuanto tal"(Lacan, 1955-56, pág. 289).

En Marcos, el padre (aunque él habla de "mis padres", en plural, refiriendo al padre y la madre) aparece en una relación significante, como aquel que no responde a su llamado -el de Marcos-, con quien se ha peleado, no se lleva bien "en la relación familiar". En todo caso, elude el tema hablando inmediatamente de Dios y el pecado. Esta elisión, ¿será del orden del conflicto neurótico? (9)

En cuanto a su concepción del pecado, se la puede pensar como un derivado de la de su grupo evangélico (de hecho, es bastante típica), si es así, entonces la habría adoptado: el sufrimiento, el infierno, es el castigo del pecado; existe una culpa que se debe pagar con ese sufrimiento.

Sin embargo, Marcos habla tanto del sufrimiento (en la otra vida) como de lo bien que uno lo pasaría en el cielo: Si al principio pensaba suicidarse para ver el cielo -"Yo creía que me iba a ir con Dios al cielo"-, luego cambia de opinión -que se va a ir al infierno- y decide seguir viviendo.

¿Qué puede aportar esto al diagnóstico? Ya dijimos que no hay indicadores concretos, solamente conjeturas: en nuestra hipótesis, se trata de una histeria, una neurosis. Siguiendo esta suposición, podríamos unir varios hilos:

Podríamos suponer que Marcos fue visitado por gente de su grupo evangélico, quienes pudieron cambiar su opinión, o bien que leyó la Biblia: haber renunciado a la intención inicial de morir para ver a Dios, al pensar que en vez de ello, iría al infierno, nos habla más bien de una neurosis: es difícil que un psicótico cambie así su opinión por influencia social externa o por culpa.

[Por supuesto, cabe la posibilidad de que alguna voz lo haya condenado, pero sobre esto no hay registros.]

Por otra parte, el aplanamiento afectivo durante la entrevista puede explicarse en parte por la medicación, en parte porque suena como un pequeño sermoncillo acerca del pecado, del cielo y del infierno, muy típico en personas adheridas a cultos de este tipo, sobre todo si es una adhesión reciente y si la persona en cuestión tiene algún tipo de problema psicológico (de índole neurótica) que lo ha llevado en definitiva a buscar ayuda en ese lugar. [Todo esto lo veremos en detalle en la tercera sección].

También el hecho de preguntarse por la muerte y sus consecuencias indicaría una neurosis: la forma en que la enfrenta está signada por las palabras que congelan a la misma en un discurso, que intentan atraparla y darle sentido al acto cometido. Existe una pregunta desde que el sujeto se plantea qué hay después de la muerte (lo hace como afirmación, pero ya vemos cuán endeble es la misma que cambia al polo opuesto sin ningún tipo de confirmación); y desde el momento en que se cuestiona si es mejor seguir viviendo o morir para llegar a otra vida que "hay… después de la muerte"; donde además está Dios…

No aparece en cambio el tema de la procreación: el padre como dijimos, aparece como un semejante en cierta posición con respecto al sujeto del acto. Hablamos no sólo de una "relación familiar", sino también de que el acto podría haber sido realizado en referencia a este padre (a los padres, que es lo mismo, porque se trata de un Otro representado en ellos) con quien Marcos no se lleva bien, y que en el momento en cuestión, no acude a su llamado al principio -"Después me escucharon. Me llevaron al hospital"-.

No hay pues, la figura del perseguidor terrible en su discurso. Hay sí una relación al padre, una relación familiar en la que "no se llevan bien"; y hay un acto que pretende llamar la atención del Otro acerca de esto … un Otro, como dijimos que podría estar presente en su vida tanto en la figura de su padre –sus padres- como en la de Dios, que él mismo trae a su discurso…

Del padre, conocemos que se comporta "…como si negara la enfermedad de su hijo" (dice la historia clínica), es decir que no la escucha; no escucha el deseo de su hijo, expresado en ese acto. Hecha culpas al exterior, al pastor y sus malas influencias…

Con todo esto, la escena -porque eso parece- se ofrece como típicamente histérica, con un falso suicidio, ya que si, tanto tardaron en atenderlo, en acudir a su llamado de socorro, significa que la inyección -y una inyección es algo muy rápido, no es lo mismo que por ejemplo tomar una pastilla o un líquido- esta inyección en fin, no era letal. Cabe preguntarse si Marcos es un inexperto en materia de venenos, y esto pudo haberlo salvado; o si después de todo, no es alguna forma de cálculo de consecuencias, un mero teatro para llamar la atención a su/s padre/s…

[Por otra parte, se podría entender este acto no como "suicidio" sino como autoagresión, en el contexto de una psicosis, y tomar como causante la muerte del amigo que ya no lo sostuvo en algún tipo de identificación imaginaria que pudo haber tenido con él…]

El empuje a la mujer y el narcisismo, no la seducción del Otro. La histeria como desafío y pregunta mayéutica.

Lacan parte de la exposición de la estructura neurótica en la histeria:

"Si tanto para la hembra como para el varón el complejo de castración adquiere un valor-pivote en la realización del Edipo, es muy precisamente en función del padre, porque el falo es un símbolo que no tiene correspondiente ni equivalente. Lo que está en juego es una disimetría en el significante. Esta disimetría significante determina las vías por donde pasará el complejo de Edipo…"

"…En efecto, hay algo radicalmente inasimilable al significante. La existencia singular del sujeto sencillamente. ¿Por qué está ahí? ¿De dónde sale? ¿Qué hace ahí? ¿Por qué va a desaparecer? El significante es incapaz de darle la respuesta, por la sencilla razón de que lo pone precisamente más allá de la muerte. El significante lo considera como muerto de antemano, lo inmortaliza por esencia.

Como tal, la pregunta sobre la muerte es otro modo de la creación neurótica de la pregunta, su modo obsesivo… Si me intereso especialmente por la pregunta planteada en la histeria… en qué ella se diferencia del mecanismo de la psicosis, principalmente la del presidente Schreber, en quien la pregunta de la procreación también se dibuja, y muy especialmente la de la procreación femenina.

Lacan, 1955-56, págs. 251, 256-57.

Esta diferencia la expresa Lacan en la pág. 254:

"…Volverse mujer y preguntarse qué es una mujer son dos cosas esencialmente diferentes. Diría aún más, se pregunta porque no se llega a serlo y, hasta cierto punto, preguntarse es lo contrario de llegar a serlo."

El preguntarse de la histeria significa hablar a Otro, en busca de una respuesta que en definitiva nunca llega. Ahora bien, "Sólo hay dos maneras de hablar de ese S, ese sujeto que somos radicalmente; o bien dirigirse verdaderamente al Otro, con mayúscula, y recibir de él el mensaje que lo concierne a uno en forma invertida; o bien indicar su dirección, su existencia bajo la forma de la alusión." (Lacan 1955-56, pág. 80)

En el caso de la paranoia "…entraña una exclusión del gran Otro. El circuito se cierra sobre los pequeños otros que son la marioneta que está frente a ella, que habla, y en la que resuena su mensaje, y ella misma, quien, en tanto que yo, es siempre otro y habla por alusión." (Lacan habla aquí del caso "Marrana").

En cuanto a Schreber, Lacan (1955-56, pág. 102) dice que: "…la relación psicótica en su grado último de desarrollo, implica la introducción de la dialéctica fundamental del engaño… El sujeto puede hablarle al Otro en tanto se trata con él de fe o de fingimiento, pero aquí es en la dimensión de un imaginario padecido… donde se produce como un fenómeno pasivo, como una experiencia vivida del sujeto, ese ejercicio permanente del engaño que llega a subvertir cualquier orden, mítico o no, en el pensamiento mismo…ese juego de engaño que mantiene, no con un otro que sería su semejante, sino con ese ser primero, garante mismo de lo real."

El Otro, el lenguaje que viene del Otro en forma directa, no invertida. Megalomanía o referencia esencial del Otro a la persona propia del psicótico.

Llama la atención cómo Marcos agradece al final de la entrevista: "No, gracias por atenderme a mí".

Esto no se espera de un psicótico. Un psicótico no agradece por ser atendido. El mundo gira en torno a él -por su narcisismo- y por lo tanto en todo caso son los demás los que deberían estar agradecidos. En psiquiatría se habla de "delirio de grandeza", que refiere a aquel donde el sujeto delirante "often feel that they have been endowed with special powers and that, if allowed to exercise these powers, they could cure diseases, banish poverty, ensure world peace, or perform other extraordinary feats".(10)

Lacan, en su Seminario III, en las páginas 113-114, compara al loco con el teólogo o el místico (san Juan de la Cruz, más precisamente): el auténtico testimonio religioso nada tiene que ver con ese testimonio "verdaderamente objetivado que es el del psicótico" - en su obra, "no da en lado alguno la impresión de una experiencia original en la que el sujeto mismo esté incluido".

Pero el hecho de que Schreber escribiera su enorme obra, suscitaría, dice,

"…tratándose de un discurso publicado… el interrogante acerca de qué querrá decir realmente, en ese personaje tan aislado por su experiencia que es el loco, la necesidad de reconocimiento. El loco parece distinguirse a primera vista por el hecho de no tener necesidad de ser reconocido. Esa suficiencia que tiene en su propio mundo, la auto-comprehensibilidad que parece caracterizarlo, no deja de presentar algunas contradicciones."

El punto es que "Schreber no nos introduce a una nueva dimensión de la experiencia…"; función del poeta que para Lacan lo diferenciaría de San Juan de la Cruz, Proust, etc.

Como lo expresa Lacan (1955-56, pág. 103), refiriéndose al psicótico Schreber:

"Puede decirse que, en este delirio, Dios es esencialmente el término polar en relación a la megalomanía del sujeto, pero lo es en tanto que Dios está atrapado en su propio juego… El gran peligro de Dios es, a fin de cuentas, amar demasiado a Schreber, esa zona transversalmente transversal."

Pero Marcos a lo sumo afirma haber hablado con Dios -según el relato de quienes lo atendían-: "Yo no soy Jesús, pero he hablado con él".(11)

No es un Dios terrible, sino sumamente amigable, al punto que Marcos habló "…con Dios frente a frente, sentado así como estoy ahora con Ud."

No es Dios quien lo invade, más bien al revés: pide a Dios que "nos perdone por lo que le hemos hecho y estamos haciendo con su cuerpo".

Por último, podríamos interpretar que Marcos manifiesta una necesidad de Otro que lo reconozca: cuando narra el suceso en cuestión -el "suicidio"- nos dirige una particular mirada, de modo que pareció preocupado por nuestra presencia allí. Es más, se limitó a afirmar que "estaba solo en mi habitación", como si le hubiera interesado más que alguien estuviera allí para observar ese acto que la narración del mismo; de igual forma podemos pensar que le preocupa ahora que alguien -fuera del Licenciado- le escuche decir ese "cómo sucedió" que le es preguntado… pero por supuesto, esto es sólo lo que durante esa entrevista nos "impresionó".(12)

El desencadenamiento de la psicosis. El delirio como remiendo, características. El carácter impuesto y autonómico de las alucinaciones verbales.

Nada sabemos de un brote psicótico en Marcos. Aparentemente, todo empezó con esta escena de suicidio que es narrada por sus padres -supuestamente- a la policía, y luego a quienes lo recibieron en el hospital.

En apariencia, habría una conexión con la muerte de su mejor amigo, ocurrida poco antes del acto suicida. Pero ni por boca de Marcos, ni de ningún testigo, se escucha nada acerca de esto.

Es más, Marcos relaciona su acto a la mala relación familiar.

En la psicosis, la descompensación se da de modo repentino (Lacan, 1955-56, pág. ). Tiene que ver con la aparición en lo real de aquello que fue rechazado (Verworfen, o que nunca se había realizado) del orden significante. (Lacan, 1955-56, pág. 272)

La falta de este significante primordial lleva "…a poner en tela de juicio el conjunto del significante." (Lacan, 1955-56, pág. 289).

A la vez, el sujeto psicótico sufre la invasión en lo más profundo de su intimidad del Otro absoluto,

"…aquél al que nos dirigimos más allá de ese [otro] semejante, aquel que estamos obligados a admitir más allá de la relación de espejismo, aquel que frente a nosotros acepta o rechaza, aquel que en ocasiones nos engaña, del que nunca podemos saber si no nos engaña, aquel a quien siempre nos dirigimos…" (Lacan, 1955-56, pág. 362).

"…es posible para el psicótico una relación amorosa que lo suprime como sujeto, en tanto admite una heterogeneidad radical del Otro. Pero ese amor es también un amor muerto." (pág. 363)

Las alucinaciones verbales se le presentan entonces como impuestas, exteriorizadas en cuanto no puede frenar su aparición, como si vinieran de otro lugar que de él mismo. Entiéndase: Schreber diferencia muy bien las alucinaciones en cuanto ilusiones sensoriales de aquéllas otras que le conciernen (Schreber, 1979, págs. 75-76)

Es en este punto donde surge el delirio como intento del sujeto de restituir cierto orden a su mundo interior:

"…el delirante… está habitado por toda suerte de existencias, improbables sin duda, pero cuyo carácter significativo es indudable, dato primero, cuya articulación se vuelve cada vez más elaborada a medida que su delirio avanza. Es violado, manipulado, transformado, hablado de todas las maneras, y, diría, charloteado… Realmente de eso se trata: él es sede de una pajarera de fenómenos, y este hecho le inspiró la enorme comunicación que es la suya, ese libro… resultado de una larga construcción que fue para él la solución de su aventura interior."

Lacan enumera las características fundamentales del delirio en cuanto psicótico. Quede claro que no se trata de que donde hay delirio hay psicosis; sino que en un sujeto donde confluyen los otros indicadores fundamentales (empuje a la mujer, carácter autonómico e impuesto de las alucinaciones verbales son los principales), el delirio se presenta con determinadas características que responden a la estructura psicótica:

"A nivel del significante, en su carácter material, el delirio se distingue precisamente por esa forma especial de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo. A nivel de la significación, se distingue justamente (…) porque la significación de esas palabras no se agota en la remisión a una significación."

Lacan, 1955-56, pág. 52

Lo que refiere al rasgo de certeza que conlleva este delirio, de la cual ya hablamos.

En la entrevista con el Lic. Cruzeño, nada aparece del orden de la certeza o neologismo. Tampoco en las notas de la historia clínica, salvo las tres palabras con que designa el nombre de Jesús, de las cuales tampoco podemos afirmar que sean neologismos.

La perla neurótica: el chiste

Dentro de las anotaciones de la historia clínica, resalta una que podría tomarse como el indicador clave para tomar este caso como una histeria. Se trata de la anotación de una expresión de Marcos, hacia el final de su internación en Diciembre de 1996. Aparece entre comillas, es decir verosímilmente textual: "Yo no tengo el cuerpo de carne y hueso; por medio de Jesús tengo los huesos de hierro. Soy un negrito duro (ríe, mientras golpea con las manos en una silla)… Jesús tiene los huesos de oro."

Claro que aquí falta la continuación de un "análisis" que especifique a qué refiere cuando se considera un "negrito duro": fácil es asociar las connotaciones discriminatorias del sustantivo-adjetivo "negro" en nuestro medio. En alguna medida, "duro" jugaría con la idea de los huesos de metal, y en todo caso puede asociarse, en la misma línea hipotética, con la condición de trabajador de ‘fuerza bruta’ que reviste un "negro".

Aclaremos que todo este análisis lingüístico tiene sentido bajo la hipótesis de una neurosis como estructura; y que en todo caso son asociaciones nuestras, totalmente fuera del contexto de un análisis.

Lo que sí es cierto es que Marcos ríe, es decir, de alguna manera lo que ha dicho le causa gracia. Si se piensa que está hablando de sí mismo, entonces significa que no se toma en serio. Ésta es una cualidad de la neurosis; en la psicosis el efecto de lo gracioso está ausente, ya que no existe corrimiento en la cadena de los significantes.

Conclusión de la primera parte:

No agregaremos más que lo ya dicho: el diagnóstico en este punto es imposible de enunciarlo con cierta seguridad. Desde un punto de vista estructuralista, no podemos decidir por neurosis o psicosis. Sin embargo, notamos muchos elementos que hablarían más bien de una histeria; pero no se trata de indicadores determinantes.


2ª Parte: Dilucidación de las Razones que pudieron llevar a
suponer un episodio psicótico agudo "compatible con esquizofrenia paranoide"
y su relación a la religión del entrevistado.

A partir de las definiciones del DSM-IV y del Manual de Henry Hey –ya expuestas-, realizaremos ahora un análisis tendiente a establecer los nexos entre los criterios que se utilizaron en la elaboración de estas clasificaciones con los que aparentemente se utilizan en la historia clínica de Marcos. Intentaremos asimismo dilucidar si otros criterios se ven reflejados en la misma. Finalmente desarrollaremos un breve análisis de distintos autores acerca de cómo se conforman las actuales categorías psiquiátricas y qué consecuencias trae esta "historia de la clínica" para la actual práctica en los hospitales.

La agresividad. El intento de suicidio:

En esta historia clínica se mencionan en los informes sobre Marcos, hechos como:

Si los analizamos, encontramos ciertos indicios de lo que se está juzgando en estos casos. Aclararemos que lo que aquí presentamos no es más que un juego de hipótesis, que son pertinentes en cuanto a lo que expondremos en las conclusiones del trabajo:

Traemos ahora aportes de un trabajo de Michel de Foucault (1979), y otro de G. Rossen (1974), para pensar de qué modo la locura está asociada a una conducta fuera de lo normal, o a la manifestación de la agresividad más allá de los límites permitidos por una sociedad.

rossen, hablando del Mundo Antiguo, en particular de la Antigua Palestina, analiza la relación entre la locura y la experiencia de los profetas israelíes tal como se puede pensar a partir de los textos de La Biblia (el autor usa la Biblia Hebraica) y otros. En la pág. 55 expresa:

"Parece claro, por tanto, que entre los antiguos israelitas un criterio objetivo para definir la enfermedad mental era la manifestación de una conducta impulsiva, desordenada e irracional. Al parecer ésta era la base para calificar a los profetas y a los locos, puesto que los profetas hacían cosas extrañas, y actuaban de un modo peculiar que inspiraba respeto y miedo a algunos y desprecio a otros."

El criterio es más amplio;

"En términos generales, la interpretación de los fenómenos varía ampliamente según el tiempo y el lugar, las circunstancias sociales y las tradiciones culturales, los fines del grupo y las necesidades individuales (…) lo importante es que la relación personal del profeta con Dios no era un asunto privado. Su mensaje era un elemento de la continua revelación del Señor a su pueblo, y el que lo recibía era consciente de que él era uno más en la extensa comunidad de los que hablaban en nombre de Dios."

Afirma que "existían límites a la aceptación" de la revelación del profeta. Y concluye:

"Sólo cuando los profetas parecían representar una grave amenaza al orden público se recurría a sancionarlos en nombre de la comunidad. Es en estos términos, es decir, en cuanto peligro para la comunidad y en cuanto problema social, en los que la relación entre la sociedad y el profeta se asemeja más a la relación de aquélla frente al enfermo mental."

Por último, con respecto al tratamiento que recibían los alienados en la sociedad hebraica:

"El confinamiento en la casa era una manera aceptada de tratar a los perturbados mentales extraviados y violentos."

Foucault (1979), al comenzar el capítulo IV de su libro, narra la práctica del encierro en la época clásica de la psiquiatría:

"La décima parte aproximadamente de las detenciones que se efectúan en París para el Hospital General es de "insensatos", hombres "dementes", gentes de "espíritu alienado", "personas que se han vuelto totalmente locas". Entre ellos y los otros, ni el menor signo de una diferencia…"

Resalta esto último: el hecho como,

"Al cabo de cincuenta años de encierro, se ha creído percibir que, entre esos rostros prisioneros, había gestos singulares, gritos que invocaban otra cólera y apelaban a otra violencia. Pero durante toda le época clásica no hay más que un internamiento: en todas esas medidas tomadas, y de un extremo a otro, se oculta una experiencia homogénea."

"Una palabra la señala –casi la simboliza-, una de las más frecuentes que hay oportunidad de encontrar en los libros del internado: la de "furiosos". El "furor", ya lo veremos, es un término técnico de la jurisprudencia y de la medicina: designa muy precisamente una de las formas de la locura. Pero en el vocabulario del internado (…) hace alusión a todas las formas de violencia que están más allá de la definición rigurosa del crimen, y de su asignación jurídica: a donde apunta es a una especie de región indiferenciada del desorden, desorden de la conducta y del corazón, desorden de las costumbres y del espíritu, todo el dominio oscuro de una rabia amenazante que parece al abrigo de toda condenación posible (…) Encerrar a alguien diciendo de él que es "furioso", sin tener que precisar si es enfermo o criminal: he allí uno de los poderes que la razón clásica se ha dado a sí misma, en la experiencia que ha tenido de la sinrazón."

Foucault resalta asimismo que la práctica del encierro nace de la mano de una institución jurídica. Los encargados de cuidar a los alienados en un principio son los vigilantes. Este mundo de prácticas extramédicas "se imponen naturalmente a los propios médicos". Por esta época nace también la idea de cura, como opuesta a la de panacea. A diferencia de ésta, que pretende "suprimir toda enfermedad", aquélla "va a suprimir toda la enfermedad":

"…a partir de esta época se empieza a percibir la enfermedad en una unidad natural que prescribe a la medicación su orden lógico y la determina con su propio movimiento".(págs. 476-477)

A esta etapa -caracterizada por métodos singulares que respondían a esta concepción de la locura como desorden de las pasiones del alienado-, sigue otra que el autor caracteriza por la invención de los "métodos morales". Sobre esto hablaremos enseguida.

El delirio, la alucinación. Confusiones: "ausencia de juicio de realidad". Diferencias entre la alucinación y las voces del psicótico.

No sabemos si Marcos deliraba antes del intento de suicidio. Quizás hablaba mucho de su experiencia en el grupo evangélico, lo cual fácilmente para sus familiares pudo no ser un delirio… o pudo serlo…

Lo cierto es que es después de inyectarse el veneno, que Marcos comienza con una conducta agresiva y gesticulante -como juntar las manos en posición de rezar- a la par que "impresionaba" estar en un estado delirante, hablando con distintos personajes y acompañando esta conducta con verbalizaciones que, para quienes lo recibieron en el hospital, sonaban como voces que Marcos estaría escuchando.

Ahora bien, sabemos que el delirio en la paranoia presenta la característica de organizarse en un sistema extensamente abarcativo, tal es el caso del presidente Schreber. En la esquizofrenia, no estaría tan sistematizado.

Recordemos que es por este rasgo que, seguramente, el diagnóstico reza "esquizofrenia paranoide".

En Marcos -ya dijimos que nos faltan registros, pero algo hay, y de ese algo sostenemos esta hipótesis- "los delirios" se muestran en forma aislada, a veces se contradicen -es decir, se corrigen, como decir que es Jesús y luego que no es Jesús, pero que habló con él-.

Decimos en forma "aislada", no porque sean inconexos, sino por la forma en que han sido registrados en la Historia Clínica. Tomamos a ésta como base, ya que en la entrevista no se presentan delirios, al menos si los hay, son compartidos por una buena millonada de personas en todo el mundo. Pero es de notar que lo que en esta instancia se presenta, es toda una especulación acerca de la muerte, la otra vida, y del castigo de los pecadores.(13)

Foucault (1979), prosiguiendo con su desarrollo, después de hablar del surgimiento de los "métodos morales", nos ofrece un resumen:

"…siempre existió, durante la época clásica, una yuxtaposición de dos sistemas técnicos en la terapéutica de la locura. Uno, que reposa sobre una mecánica implícita de las cualidades y que considera la locura como pasión; es decir, como algo mixto (movimiento-cualidad), que pertenece tanto al cuerpo como al alma; el otro, que reposa sobre un movimiento discursivo de la razón, que razona consigo misma, y que entiende la locura como error, como una doble inanidad del lenguaje y de la imagen, por lo mismo que es delirio. El ciclo estructural de la pasión y del delirio que constituye la experiencia clásica de la locura reaparece aquí, en el mundo de las técnicas, pero bajo una forma sincopada. Su unidad no se percibe aquí fácilmente."(pág. 509)

"Pero en un caso, se trata de un arte de la transformación de las cualidades, de una técnica en la cual la esencia de la locura es considerada como naturaleza y como enfermedad; en el otro, se trata de un arte discursivo y de la restitución de la verdad, donde la locura significa sinrazón." (pág. 528)

De Rossen (1974) tomamos aquí un único párrafo –pág. 86- que da testimonio de que esta exclusión de los locos del mundo de la razón era ya patente en la Antigua Palestina, y que conllevaba consecuencias legales:

Expresa este autor que en el Misna (compendio legal judío), se emplea la misma palabra para los enfermos mentales, los dementes y los retrasados: "La persona mentalmente enferma se consideraba privada del juicio, e incompetente intelectualmente por lo tanto (…) ninguno (…) podía ser estimado legalmente responsable de sus acciones."

En definitiva, tomar al delirio o la conducta extraña y sobre todo agresiva como indicadores de locura es una práctica realmente antigua. El mismo nacimiento de la categoría de enfermedad mental, la paranoia, está indisolublemente ligado a estas faltas del sujeto para con las normas instituidas socialmente, en materia del pensar y de la pasión o comportamiento. La alucinación, la ilusión, y toda otra falla de la percepción está aún más ligado a ese significante. Ya lo vimos al desarrollar las definiciones que se dan en los manuales más modernos de psiquiatría, que tienen que ver con esta categoría. Nos ha interesado un trabajo de Gerardo Raúl Herreros (1995): en el mismo, desarrolla la historia del término, dentro de la psiquiatría alemana y de la francesa, desde su aparición y hasta Kraepelin. Y luego más allá, hasta los actuales grandes manuales de psiquiatría:

"Finalmente, en 1987, con el DSM-III-R, ni el vocablo Paranoia queda. Sólo lo paranoide, ampliamente reducido a un trastorno de personalidad y puesto entre paréntesis en el "Trastorno delirante", es la respuesta de esta clasificación.

"Sin embargo, si se lee con detenimiento las descripciones de este manual que prolifera en ejes diagnósticos, leeremos que los problemas psiquiátricos de los que hemos estado yendo y viniendo en este trabajo, permanecen intactos. Como solución, se ofrece hacer desaparecer el nombre de Paranoia."

"En este recorrido sobre la "Paranoia", que ha sido definida como la más discutida de la psiquiatría, hemos realizado una puntuación sobre aspectos por un lado históricos, y por otro, un recorrido acerca del agrupamiento sintomatológico descriptivo, cubierto por el vocablo Paranoia.

"Creemos que, es justamente por este lado por donde la psiquiatría ha llegado a agotarla hasta el punto de prácticamente hacerla desaparecer. Ya que la psiquiatría, queriendo estructurar "entidades naturales" (enfermedades con carácter sustancial), erige categorías descriptivas (elementos de una clasificación del dato fenomenológico), y los transforma en esencias autónomas con su orden propio de coherencia y racionalidad. De allí ¨la oscilación entre una fragmentación nosológica indefinida que erige la rareza en modelo típico, forma pura (tendencia francesa) y la constitución de conglomerados patológicos, cuyo vínculo con la realidad clínica se diluye en favor de una imposición de hipótesis doctrinales siempre sujetas a revisión (tendencia alemana)¨".

No se equivoca: Foucault (1963) rescata el momento en que la medicina pasa de ser una clínica de la mirada, capaz de autocriticarse y enriquecerse a través del ejemplo viviente, a un "…saber que se puede llamar, literalmente, ciego, ya que no tiene mirada."

"¨Después que Hipócrates hubo reducido la medicina a sistema, se abandonó la observación y la filosofía se introdujo en ella¨." (pág. 86, cita a Moscati)

"Tal es la ocultación que ha permitido la larga historia de los sistemas, con la ¨multiplicidad de las diferentes sectas opuestas y contradictorias¨."

Hablando de la medicina moderna, desde las "innumerables compilaciones redactadas desde el Renacimiento", hasta el siglo XVIII en que se centra su estudio, época del nacimiento de la clínica psiquiátrica, realiza una crítica donde caracteriza a esta "protoclínica" como

"…más que un estudio sucesivo y colectivo de casos: debe reunir y hacer sensible el cuerpo organizado de la nosología. La clínica no estará por lo tanto ni abierta a todo lo que venga, como puede estarlo la práctica cotidiana de un médico, ni tampoco especializada, como estará en el siglo XIX (…) se vuelve a cerrar sobre la totalidad didáctica de una experiencia ideal." (pág. 91)

"…Son ¨las enfermedades diferentes las cuales sirven como texto¨: el enfermo es sólo aquello a través de lo cual se da el texto a leer…" (p. 92)

"En otros términos, la mirada, que recorre un cuerpo que sufre, no alcanza la verdad que busca sino pasando por el momento dogmático del nombre, en el cual se recoge una doble verdad: ésta, oculta, pero ya presente de la enfermedad, ésta, cerrada, pero claramente deducible de la conclusión y de los medios. No es la mirada misma la que tiene el poder de análisis y de síntesis; sino la verdad sintética del lenguaje que viene a añadirse desde el exterior y como una recompensa a la mirada vigilante del estudiante. En este método clínico en el cual el espesor de lo percibido no oculta sino la imperiosa y lacónica verdad que nombra, no se trata de un examen sino de un descriptamiento."

Es este nombre de que nos habla, el diagnóstico inicial, el rótulo, determinante de la historia y recorrido posterior del sujeto en la institución. Maud Mannonni (1979, pág. 154), nos refiere cuál es la situación del loco una vez que se le ha dado un diagnóstico:

"A partir del momento en que se establece el diagnóstico de psicosis, ya no se escucha la palabra del sujeto –tanto si se está hospitalizado como si no-, ya no se considera portadora de ningún mensaje. Reducida a ser sólo utilizada a título de información, su destino es que la desechen una vez usada.

"A la pérdida de referencias del sujeto, se superpone la realidad de un mundo, que niega al paciente incluso el acceso al lenguaje ordinario de la vida cotidiana. Este efecto de destrucción o de petrificación es inherente a la situación que se reserva al paciente al que se ha sustituido el estatuto de sujeto hablante por el objeto de la medicina. El sujeto, una vez designado como paciente, está prisionero de un anonimato que acentúa su sentimiento de extrañeza. Tratado como una cosa, no puede encontrar las referencias que constituyen su propia identidad: No es ¨nadie¨, es un loco."

Pero volviendo a las categorías psiquiátricas, ¿qué son el delirio, la alucinación, la ilusión?

Tomamos las definiciones de Henry Hey (1965):

Como vemos, todas estas categorías corresponden en su núcleo a una falsa percepción, sin objeto real, o percepción no exacta.

¿Qué nos dice en cambio el psicoanálisis?:

Freud (1924):

"…la precisa diferencia entre la neurosis y la psicosis queda mitigada por el hecho de que tampoco en la neurosis faltan las tentativas de sustituir la realidad indeseada por otra más conforme a los deseos del sujeto. Semejante posibilidad es facilitada por la existencia del mundo de la fantasía, un dominio que al tiempo de la instauración del principio de realidad, quedó separada del mundo exterior, siendo mantenida aparte, desde entonces, como una especie de atenuación de las exigencias de la vida…"

Lacan, en el Seminario III, págs. 123 y 124:

"Toda aprehensión humana de la realidad está sometida a esta condición primordial: el sujeto está en busca del objeto de su deseo, mas nada lo conduce a él. La realidad en tanto el deseo la subtiende es, al comienzo alucinada. La teoría freudiana del nacimiento del mundo objetal, de la realidad, tal como es expresada al final de la Traumdeutung (…) implica que el sujeto queda en suspenso en lo tocante a su objeto fundamental…"

"Pero desconocen en su esencia al principio de realidad, que expresa exactamente lo siguiente: el sujeto no tiene que encontrar al objeto de su deseo, no es conducido hacia él por los canales, los rieles naturales de una adaptación instintiva más o menos preestablecida (…) debe en cambio volver a encontrar el objeto, cuyo surgimiento es fundamentalmente alucinado. Por supuesto, nunca lo vuelve a encontrar, y en esto consiste precisamente el principio de realidad."

Conclusión de la segunda parte:

  1. A nuestro entender, no existe un criterio claro para la elaboración de las historias clínicas. No podemos saber si lo anotado se refiere a entrevistas o a observaciones casuales. No sabemos quién lo anota y desde qué perspectiva teórica; por lo tanto, no sabemos cuáles categorías se manejan, ni poseemos una clave para interpretar ciertas expresiones repetidas, o no. En todo caso, resuenan en las mismas distintos conceptos derivados de un marco psiquiátrico, tanto clásico (Henry Hey, Kraepelin), como actual (DSM III-R, CIE-10); así como otras expresiones recuerdan al discurso lacaniano…

  2. No sabemos si esta situación es general en los hospitales; pero tenemos ciertas referencias testimoniales que así nos lo confirman. Creemos por lo tanto de suma importancia una investigación de estos aspectos de la práctica institucional; y sería ideal llegar a un consenso interdisciplinario en cuanto al establecimiento de normas para la redacción de las historias clínicas, de modo que puedan posteriormente utilizarse y que aporten realmente algo al análisis de un determinado caso.

  3. No podemos hablar igualmente de un consenso a nivel del binomio teoría-práctica. La historia demuestra la inutilidad de estos intentos. Hemos desarrollado una crítica al desarrollo de la psiquiatría sobre la base de una antología descriptiva de los "trastornos" –como se los llama en los últimos manuales-. No lo hicimos porque nos disgustara, o porque odiemos a los psiquiatras, sino lisa y llanamente porque una tal concepción de la psicopatología humana lleva a prácticas que únicamente contribuyen a la estigmatización y mayor alienación del sujeto de las instituciones hospitalarias, como expusimos.

Creemos que las clasificaciones psiquiátricas enfrentan estos problemas desde que fundan la diferenciación del alienado en la no correspondencia de su comportamiento o de sus ideas con lo que desde la cultura y la ciencia es dado en llamarse la realidad.


3ª parte: De la eterna confusión entre las expresiones religiosas de tipo "místicas" y la locura.

Ya vimos con Rossen (1974) que la locura y la religión se tocan en algún extremo; cómo los profetas eran en muchos aspectos tratados como locos, si bien se distinguían ambas categorías, y de hecho, los primeros cumplían una importante función social, de gran trascendencia. El autor señala que

"La misma sociedad fija los límites dentro de los cuales aceptará o al menos tolerará las conductas desviadas (…) Por ejemplo, muchas sociedades distinguen entre el loco, es decir, el individuo mentalmente enfermo cuyo trastorno es crónico, y aquel otro cuya conducta parece similar a la del loco en algunos aspectos, pero que sólo se manifiesta de ese modo anormal en situaciones socialmente sancionadas, tales como ritos religiosos, o en el desempeño de funciones altamente valoradas, como la del profeta." (pág. 84)

Kierkegaard (1947, pág. 32) plantea algo parecido en relación con una sociedad más moderna. Comienza exponiendo sus ideas acerca de Abraham como "padre de la fe".

Luego hace un ejercicio imaginativo: el caso de un sacerdote que el domingo sermonee sobre Abraham; y el lunes se presente un "…insensato dispuesto a desmentir con sus actos el viejo proverbio que dice: ‘no sucede todo en la vida según el sermón del pastor’…" El sermoneador logrará convencerlo de su error "…como un querubín que blande la espada flamígera…":

"En cambio, si el pecador no queda convencido, su situación es trágica. Probablemente lo ajustician o lo encierran en un manicomio; en pocas palabras, se vuelve desgraciado frente a la llamada realidad y, claro está, en sentido diferente de aquél en que lo hizo feliz Abraham, pues no perece quien trabaja."

Luego se pregunta:

"…¿Se dirá que Abraham ha adquirido por prescripción el título de grande hombre, de manera que un acto como el suyo es noble si es él quien lo hace, pero constituye un pecado escandaloso si lo hace otro? (…) Si el hecho de querer matar a su hijo no puede santificarlo la fe, Abraham cae bajo el mismo juicio de todo el mundo. Pues si no se tiene el valor de ir hasta el final del pensamiento y afirmar que Abraham fue un asesino, mejor será entonces adquirir ese valor que perder el tiempo en panegíricos inmerecidos. La conducta de Abraham desde el punto de vista moral se expresa diciendo que quiso matar a su hijo, y desde el punto de vista religioso, que quiso sacrificarlo; es en esta contradicción donde reside la angustia capaz de dejarnos entregados al insomnio y sin la cual, sin embargo, Abraham no es el hombre que es."

La locura y la fe -acto religioso- se parecen según lo que aquí expresa Kierkegaard (1947, pág. 61):

"Es mi propósito ahora explicitar en la historia de Abraham, bajo la forma de problemas, la dialéctica que ella comporta para ver qué inaudita paradoja es la fe, paradoja capaz de hacer de un crimen una acción santa y agradable a Dios, paradoja que devuelve a Abraham su hijo, paradoja que no puede reducirse a ningún razonamiento; porque la fe comienza precisamente donde acaba la razón."

Definición de fe de Kierkegaard (pág. 64):

"La fe es justamente esa paradoja según la cual el Individuo se encuentra como tal por encima de lo general, reglado frente a éste, pero no como subordinado, sino como superior, y siempre de manera tal que -tómese nota- es el Individuo quien, luego de haber estado como tal subordinado a lo general, alcanzar a ser ahora gracias a lo general el Individuo, y como tal superior a éste; de suerte que el Individuo como tal se halla en una relación absoluta con lo absoluto."

Sobre el temor de la conducta individual y la sumersión del sujeto en lo general (pág. 86):

"En general la gente se guarda de citar textos como éste de Lucas.(14) Se teme desencadenar a los hombres; desde que al Individuo le place conducirse como tal, se teme lo peor. Dicho de otro modo, se piensa que existir a la manera del Individuo es la más fácil de todas las cosas y que, por consiguiente, interesa obligar a los hombres a alcanzar lo general."

(pág. 87), sobre el héroe, que "Sabe que es hermoso y benéfico ser el Individuo que se traduce en lo general…" y de su consuelo en ello; pero "…sabe al mismo tiempo que por encima de ese dominio serpentea un camino solitario, estrecho y escarpado; sabe cuán terrible es haber nacido solitario fuera de lo general y caminar sin hallar un solo compañero de ruta. Sabe perfectamente dónde se encuentra y cómo se comporta con respecto a los hombres. Para ellos, él está loco, y no puede hacerse comprender por nadie. Y sin embargo, loco es lo menos que decirse pudiera…"

(pág. 122) Elogia a Shakespeare, y toma el personaje de Ricardo III para mostrar que "No pueden salvarse naturalezas como esta de Gloster haciéndoles pasar por mediación a la idea de sociedad. La ética se burla verdaderamente de estos hombres como lo haría con Sara (…) El hecho de estar originalmente por naturaleza o como consecuencia de la historia, colocado fuera de lo general, constituye el principio de lo demoníaco, y el Individuo no es responsable."

Se podría tomar aquí como que Kierkegaard habla de los locos en sí -los psicóticos-; pero en verdad está hablando de los genios. Toma una cita latina: "Nunca existió gran inteligencia sin alguna demencia" (traducción de nuestra parte). Más adelante se pregunta:

"Cuál es la relación de la locura y de la genialidad? Se puede deducir una de la otra; ¿en qué sentido y en qué medida el genio es dueño de su locura?; pues es evidente que él la gobierna hasta cierto punto, ya que de otro modo sería verdaderamente un loco."

No discutiremos lo que de exacerbado hay en este discurso del autor (esto se nota en las partes suprimidas de las citas). Algunas opiniones lo colocan del lado de la psicosis… pero es válido preguntarse con él, ya no de los genios, sino de aquellos hombres ‘comunes’, a quienes su ‘comunidad’ -lo que Kierkegaard llama lo ‘general’- no impide quedar fuera precisamente de ese marco de lo general, de modo que despiertan el "temor de lo peor".

Kierkegaard afirma que la sociedad, o mejor dicho, unos pocos de la sociedad que son quienes tienen el poder de decidir la suerte de los hombres en cuanto a sus actos y en relación a su salud como "ajuste a la norma", sólo es capaz de juzgar a partir de los resultados. Podemos pensar por nuestra parte que un Einstein es un genio por que sus teorías resultaron beneficiosas para el ‘progreso de la ciencia’. No digamos que de no ser así pudo terminar en un manicomio; pero poco más o menos le hubiera pasado a Galileo.

Lo de Galileo responde al poder de entonces: la Jerarquía de la Iglesia Católica. Kierkegaard habla de aquellos que

"…forman un gentío numeroso y yo los califico a todos de celadores. Viven en sus pensamientos, llenos de confianza en la vida; tienen una firme situación y opiniones seguras en un Estado bien organizado; siglos, por no decir milenios, los separan de los trastornos de la vida; no temen que aventuras semejantes se produzcan de nuevo: ¿qué dirían la policía y los periódicos? La tarea de ellos consiste en juzgar a los grandes hombres; y en juzgarlos de acuerdo con los resultados…"

Recordemos que nuestro autor vivió en la Unión Soviética, podemos deducir que alude al Consejo Supremo y a la organización policíaca de ese sistema de gobierno. Hoy, podríamos hablar de todos aquellos que forman el sistema de salud (sin olvidar por ello todo el aparato legal y del Estado, y la cultura en general).

En tiempos más recientes, podemos leer en el siglo XVI por ejemplo, lo que escribe san Juan de la Cruz (1942-a) acerca de las "noticias o visiones de verdades interiores", que son lo que suele llamarse profecías, según el mismo lo dice (pág. 230):

" La segunda manera de noticias o visiones de verdades interiores es muy diferente de ésta que habemos dicho, porque es de cosas más bajas que Dios. Y en ésta se encierra el conocimiento de la verdad de las cosas en sí, y el de los hechos y casos que acaecen a los hombres. Y es de manera este conocimiento, que cuando se le dan al alma a conocer estas verdades, de tal manera se le asientan en el interior, sin que nadie le diga nada, que, aunque la digan otra cosa, no puede dar el consentimiento interior a ella, aunque se quiera hacer fuerza para asentir; porque está el espíritu conociendo otra cosa en la cosa con el espíritu que le tiene presente a aquella cosa, lo cual es como verlo claro."

Lo cual no deja de parecer una perfecta psicosis, con sus voces y la certeza correspondiente.

Cierto es que el autor es uno de los más grandes maestros de espiritualidad mística que hubo o hay en este mundo, al menos como representante de la mística católica. Junto a él descollan figuras como las de santa Teresa de Ávila o san Ignacio de Loyola. Lacan se refiere a él , tanto en el Seminario III –como ya hemos visto, diferenciándolo de la psicosis- y también en otros seminarios. Por ejemplo:

"… abran cualquier página de San Juan de la Cruz. Él también, en la experiencia del ascenso del alma, se presenta en una actitud de recepción y ofrenda, y habla incluso de esponsales del alma con la presencia divina. Ahora bien, nada hay en común en el acento que encontramos en cada uno de ellos. Diría incluso que el más mínimo testimonio de una experiencia religiosa auténtica les permitirá ver la enorme diferencia. Digamos que el largo discurso en que Schreber da fe de lo que finalmente resolvió admitir como solución de su problemática, no da en lado alguno la impresión de una experiencia original en la que el sujeto mismo esté incluido: es un testimonio, verdaderamente objetivado." (Seminario III, pág. 113-114)

"No empleo la palabra mística como la empleaba Péguy. La mística no es todo lo que no es la política. Es una cosa seria, y sabemos de ella por ciertas personas, mujeres en su mayoría, o gente capaz como san Juan de la Cruz…"

Esta última cita se encuentra en el Seminario XX, "Aún", en la pág. 92. En el correspondiente capítulo, Lacan desarrolla la idea de la existencia de un goce "más allá del falo" (y hasta ironiza sobre su propia expresión). Identifica este goce con la posición femenina, en la que –dice- hay algo "de más". Justamente, hombres –"machos"- como san Juan de la Cruz, son los que "A pesar, no diré de su falo, sino de lo que a guisa de falo les estorba, sienten, vislumbran la idea de que debe de haber un goce que esté más allá. Eso se llama un místico".

Lacan intenta al final de este texto impedir que crean que él cree en Dios:

"Creo en el goce de la mujer, en cuanto está de más, a condición de que ante este ‘de más’ coloquen una mampara hasta que lo haya explicado bien."

"Como esto se produce gracias al ser de la significancia, y como ese ser no tiene más lugar que el lugar del Gran Otro que designo con A mayúscula, se ve el estrabismo de lo que ocurre. Y como también se inscribe allí la función del padre por referirse a ella la castración, se ve que con eso no se hacen dos dioses, aunque tampoco uno sólo."

No pretendemos desarrollar el tema de la religión en el sentido de si existen los fenómenos que relatan los místicos. Lacan incluso pondera la estatua de Bernini sobre el éxtasis de santa Teresa, como que bastaría para convencernos:

"… bastaría para comprender de inmediato que goza, sin lugar a dudas. ¿Y con qué goza? Está claro que el testimonio esencial de los místicos es decir que lo sienten, pero no saben nada."

Pues bien, Libros como el de san Juan de la Cruz intentan explicar hasta donde pueden este tipo de experiencias; pero estos autores no comen vidrio: saben que el ser humano suele engañarse, no sólo en cuanto a lo que le sucede, sino también –y esto es lo que interesa a los maestros espirituales- en cuanto al origen de lo que les haya sucedido. Por ejemplo (pág. 231):

"Y aunque el alma tiene aquello que entiende por tan cierto y verdadero (…) no por eso ha de dejar de creer y dar el consentimiento de la razón a lo que le dijere y mandare su maestro espiritual, aunque sea muy contrario a aquello que siente, para enderezar de esta manera el alma en fe a la divina unión, a la cual ha de caminar el alma más creyendo que entendiendo."

En este párrafo, el autor expone los tres principios fundamentales que defiende a lo largo de toda su obra: el fin de la mística es la unión con Dios; ésta se realiza más allá de todo lo sensible o entendible o imaginable; en ningún momento debe el cristiano dejar de obedecer a su director espiritual, aunque le parezca contrario a lo experimentado, y aunque esto sea de parte de Dios…

Siguiendo estos principios, san Juan de la Cruz, aunque en su época no hubiera aún nacido la psicología, nos da testimonio de que también él sabía reconocer una buena histeria, en su sentido teatral y de fingimiento (claro que no lo nombra así; 1942b):

"30. Cosa es digna de espanto lo que pasa en nuestros tiempos, que cualquiera alma de por ahí, con cuatro maravedises de consideración, si sienten algunas hablas en algún recogimiento, luego lo bautiza todo por de Dios, y supone que es así diciendo: ‘Díjome Dios’, ‘Respondiéndome Dios’. Y no es así, sino que ellas mismas se lo dicen y ellas mismas se lo responden, con la gana que tienen de ello."

Lo que en otros contextos se llama autosugestión…

Por más que buscamos en obras de este autor, no hallamos nada referente a la locura. San Juan de la Cruz, como todo ‘director de almas’, se halla más interesado en distinguir, según la antigua doctrina cristiana, si una ‘moción’ proviene de Dios, del Mundo o del Demonio. Aquí no caben paralelismos ni comparaciones entre estos términos y los de la psicología, ni es fácil desarrollar a qué refieren los mismos; lo que nos interesa, es que no podemos decir si san Juan de la Cruz distinguía la certeza de una verdadera experiencia de lo divino –según él la entiende- de la certeza delirante de la psicosis.

Hemos así presentado ya al menos dos problemas que plantea la religión a la psicología: la certeza que acompaña a este tipo de experiencias; la histeria en casos como el que presenta el místico.

No solamente la religión plantea problemas a la psicología; multitud de fenómenos "paranormales" son mencionados, testimoniados y hasta estudiados alrededor del mundo y a través de los tiempos; pero la religión plantea un caso singular, ya que podemos afirmar sin temor a equivocarnos (no disponemos de estadísticas en este momento, pero las hay) que la mayoría de las personas del mundo se manifiesta adherente a una determinada religión (hablamos de cualquier religión reconocida como tal, incluso las tribales o las llamadas "sectas"). Por no hablar, al decir de Freud o de Lacan, de que toda persona neurótica cree en algo, por más ateo que se diga. Léase también autores como Eliseo Verón o Szasz.

Finalmente, para hablar de nuestros tiempos, diremos que estos fenómenos del siglo XVI son reeditados en todo tipo de cultos religiosos, desde los llamados "Evangélicos" o "Evangélicos Pentecostales", hasta –dentro mismo de la "Iglesia Católica Apostólica Romana"- el movimiento llamado "Renovación Carismática Católica", reconocido por la jerarquía de esta iglesia.

Tomamos a autores que también son sacerdotes jesuitas y afirman respetar su voto de obediencia a la jerarquía católica: Alberto Ibáñez; Carlos Aldunate. Éste último es conocido entre los carismáticos como que ha recibido el carisma de sanar las enfermedades, es muy famoso y sus libros son muy leídos entre la gente que asiste a las reuniones carismáticas:

Carlos Aldunate (1988):

" Iluminaciones:

Incluyo bajo este título varias manifestaciones carismáticas que son de una u otra manera iluminaciones del entendimiento:

En todos estos casos supone san Pablo una comunicación sobrenatural que ilumina al creyente." (pág. 44)

"a) Sanidades: los casos son innumerables y de gran variedad en cuanto a la dolencia que es sanada y en cuanto a la manera de la sanación: gradual o instantánea; completa o incompleta; etc." (pág. 47)

"Pero hay sanaciones que por su rapidez y profundidad parecen sobrepasar las fuerzas puramente humanas. Por lo demás ¿hay fuerzas puramente humanas? ¿No estarán siempre implicadas juntamente con las fuerzas humanas otras fuerzas del bien o del mal? (…) Cuando se abre el cauce a Dios por medio de la fe ¿no actuará siempre Dios a través de ese cauce que le ofrecemos?…" (pág. 48)

"Ahora bien, no siempre es fácil discernir si un acto es influido principalmente por el buen espíritu o por el malo. Sabemos que el demonio puede hacer prodigios (MT. 24,24; 2 Te 3, 9-12). Cuando un hombre sana por la imposición de las manos, no podemos concluir de inmediato que Dios se ha manifestado carismáticamente." (pág. 68)

Como vemos en esta última cita, y al igual que con los maestros de la mística del siglo XVI, se manejan criterios para distinguir la procedencia de un fenómeno, y así juzgar si se trata de una verdadera "acción de Dios". Muchos de estos autores manejan, además, una abundante bibliografía y analizan estos fenómenos con profundidad.

Alberto Ibáñez (1991) cita al rector del Colegio Máximo de los Jesuitas en Nápoles, Antonio Baruffo, S.J.:

"Los numerosos testimonios de quienes practican el don de orar en lenguas nos asegura que eso los establece en una relación con Dios que toca profundidades no alcanzadas de otro modo. Quizás es lo que los autores ascéticos llaman ‘oración infusa’. Se vive un radical abandono de sí en Dios, un desprendimiento de sí para dejarse conducir por el Espíritu al expresar las inefables alabanzas de Dios, una liberación interior ante Dios y los otros, una confianza y una paz que hinchan el corazón. Es todo el hombre quien ora, aún su subconsciente." (pág. 129)

"La profundización de la oración carismática lleva al reposo en Dios, a la contemplación infusa. Así, la experiencia de oración que el señor nos da vivir en y por la Renovación Carismática sólo se aclara verdaderamente cuando se consideran las vías de la oración contemplativa de los cristianos a través de los siglos." (pág. 129)

No todos los carismáticos son tan sobrios y ‘prudentes’.(15) Hay muchos que fácilmente pasarían por histéricos o locos. Muchos continúan en su vida diaria hablando de Dios y de cosas como las que expusimos.

En el siguiente párrafo, Ibáñez describe un "descanso en el espíritu":

"… la persona pierde los sentidos, como en el éxtasis: tal vez queda inmóvil en el sitio en que se halla; y tal vez cae en tierra y allí queda mientras dura la oración, privada de los sentidos."

De esta experiencia, por ejemplo, hablan mucho los carismáticos. Es justamente una de las más controvertidas, y aún los mismos sacerdotes carismáticos advierten que "no debe buscársela como una golosina". Entendemos que se refieren a una actitud de tipo "histérica" (término que por otra parte ellos mismos usan). San Juan de la Cruz repite casi en cada párrafo de su obra que un buen místico debe librarse del apego, ya sea a las cosas materiales o incluso a los bienes "que vienen de Dios": la finalidad de su enseñanza es la unión del alma con Dios, y para llegar a la misma se debe transitar un camino de abandono y vacío espiritual. Por si fuera poco, esto puede durar muchos años, incluso toda la vida.

Falta lugar para citar, pero transcribimos el testimonio de un carismático sobre la "danza en espíritu" (Ibáñez, 1991, pág. 152):

"Danzar en espíritu fue para mí algo nuevo pero también como completar otras manifestaciones que tenía antes en mi oración personal, ya que muchas veces orando sentada sentía el balanceo de mi cuerpo con los brazos, algo así como los hombres en el espacio se mueven solos, como si flotaran. Se pierde –aunque no totalmente- la noción de lo que hago; como si por momentos me transportara, pero también me doy cuenta de lo que hago; puedo dejar de hacerlo pero es más fuerte seguir en ese estado, de suave brisa. Hay momentos tan fuertes que pareciera que nuestra alma se desprendiera para ir al encuentro de su Creador. También sentí momentos como una suave melodía, con movimiento suave del cuerpo y cantar en melodía acompañando ese movimiento…

"Sentía una paz, un gozo tan grande; es difícil decir lo que se siente. Lo que puedo decir también es que mientras danzaba sentía esa presencia del Señor. Me gozaba de ver a mis hermanos que estaban igual que yo; no me distraía el mirarlos…

"Pienso también que todo esto, que aparece mucho en el Antiguo Testamento, no fue sólo para esa época, sino que hoy el Señor quiere hacerlo de nuevo, revivir como antiguamente se adoraba y alababa al Señor.

"Como fruto, me sacó todo tipo de inhibiciones, de escrúpulos; no me importaba cómo me veían, si parecía una tonta; yo me sentía alabando y adorando a mi Dios."

Muchas expresiones son ambiguas, y podrían "impresionar" -por ejemplo- una alucinación (ídem, pág. 152):

"La otra noche, tuve el gozo de ver que Jesús me amaba y quise decirle cuánto lo quería yo. Entonces moví mis brazos, y luego los pies…"

(se trata de otro testimonio, recogido a continuación en el libro).

Aquí la investigación se abre en muchos sentidos: fenómenos de masas, o bien investigación de la relación entre histeria, psicosis y lo que sucede en una persona que asista a estos cultos.

Conclusión de la tercera parte:

Esperamos con estos ejemplos haber despertado la inquietud de nuestros colegas o futuros colegas acerca del tema de la religión en relación a la histeria y a la psicosis, particularmente en este tipo de cultos "carismáticos" o "pentecostales" (pero no menos en la "vida de oración" personal de muchos cristianos ‘tradicionales’).

Ya hemos intentado mostrar la complejidad con que nos topamos al acercarnos a este tema. Algunos autores en la materia religiosa son grandes poetas o grandes investigadores, que respetan incluso todas las normas que rigen a la investigación científica en ciencias humanas. Podemos citar con seguridad a San Ignacio de Loyola o San Juan de la Cruz (ya dijimos que no sólo nosotros los tenemos en cuenta). Alberto Ibáñez nos pareció igualmente serio.

Creemos que debe tenerse en cuenta lo aquí expuesto cuando se trate de encarar la dirección de la cura en el caso de un paciente que se presente con este tipo de discurso.

También pretendimos mostrar cómo se caería fácilmente en error al interpretar expresiones de este tipo como signos suficientes y ciertos de una psicosis.

Por ejemplo, tómese el último párrafo citado. Si éste hubiera sido incluido en la historia clínica de Marcos, ¿acaso no hubiera pasado por otra de sus alucinaciones? Y sin embargo, si uno continúa la lectura de la cita, se ve que el sujeto refiere más que a algo "visto", a algo que él "sentía" como si fuera realidad ("…era como si Jesús desde el sagrario aprobara esa danza…").

Para el caso de la certeza que describe san Juan de la Cruz, creemos que un criterio diferencial podría ser aquel que nos enseña Lacan, y que también remarca Rossen: el de una trascendencia de ese saber más allá del sujeto, de modo que éste se dirije inmediatamente a la comunidad, y requiere de vuelta el reconocimiento de su lugar en la misma.

 

Notas

(1) Esta es una reconstrucción basada en apuntes. Contiene las ideas generales de cada intervención, sin que falte ninguna. En este sentido se presenta un poco esquematizada y con frases un poco cortadas. A pesar de ello, no está mal, ya que verdaderamente esa era la impresión que nos dejó el discurso de Marcos, y que el Lic. Cruzeño confirmó al comentar que normalmente era verborrágico y que le parecía que se debería a la influencia de la medicación. Salvo algunos nexos y elementos accesorios de las frases, todo es textual. Sobre el comienzo de la entrevista nos quedaron dudas, ya que nuestra primera anotación fue el "Sí" de Marcos

(2) Desarrollaremos este tema más adelante.

(3) Queremos resaltar que en general, intentaremos tomar indicadores que sean coherentes con una postura estructuralista en el caso de proponer una neurosis. En cambio, los criterios indicadores de psicosis que se nos han ido ocurriendo al leer el material, a veces corresponden más bien con una óptica descriptiva. Pero no se puede decir que seamos muy estrictos en esto.

(4) Para descripciones de estos fenómenos, hechas por un psicótico, véase Daniel P. Schreber, 1979; en diversas páginas, por ejemplo, 169-173, 220, 230. Lacan (1955-56) lo relaciona con el orden del significante, con la detención del discurso en el cual aquél se manifiesta, y al cual Schreber "está suspendido dolorosamente" (pág. 201): "Se producen fenómenos que difieren de los del discurso continuo interior, enlentecimientos, suspensiones, irrupciones a las que el sujeto se ve obligado a aportar un complemento…" (ídem).

(5) Ver Lacan (1955-56), pág. 110. La certeza es la que hace del delirio un delirio psicótico, es decir un fenómeno elemental: "En él, no está en juego la realidad, sino la certeza… esta certeza es radical… significa para él algo inquebrantable. Esto constituye lo que se llama, con o sin razón, fenómeno elemental, o también -fenómeno más desarrollado- la creencia delirante."

(6) Lacan (ídem): "El sujeto admite… que esos fenómenos son de un orden distinto a lo real, sabe bien que su realidad no está asegurada, incluso admite hasta cierto punto su irrealidad. Pero… él tiene una certeza: que lo que está en juego -desde la alucinación hasta la interpretación- le concierne."

(7) Schreber, 1979, pág. 247: "Tan sólo en mi propio caso yo puedo, naturalmente, afirmar con entera seguridad que en dichos estímulos nerviosos interviene efectivamente una causa que actúa desde afuera…"

(8) Sobre este aspecto, de la dificultad para leer la historia clínica, hablaremos más adelante, en la segunda parte del trabajo.

(9) Un psicótico "…muchas veces no se declara como tal, no declara su convicción. A veces la disimula cuando se le interroga. Su locura no le impide ver la intención del otro que tiene enfrente, y entonces puede disimular."(Colette Soler, El amor del psicótico, apunte de cátedra de Clínica Lacaniana. En esta frase, C. Soler se refiere al "sujeto erotomaníaco". Como admitimos una estructura psicótica, la erotomanía es un fenómeno dentro de aquélla, por lo que se aplica la frase a la psicosis en general. Además es lo que observamos en la práctica.)

(10) "…a menudo siente que ha sido dotado con poderes especiales y que, si se le permite ejercitar estos poderes, podría curar enfermedades, desvanecer la pobreza, asegurar la paz mundial, o realizar otros actos extraordinarios". Traducción nuestra. El artículo fue sacado de Internet. Es un comunicado del Mental Health Institute sobre la Paranoia.
En la historia clínica se ha registrado que Marcos en algún momento habló de poderes especiales y de ser un elegido: sobre el tema del delirio, hablaremos en la 2ª parte del trabajo.

(11) Aquí corrige una afirmación anterior, donde afirmaba ser Jesús, y agregaba tres adjetivos con buena pinta de neologismos: "confusión, compaginación y normalidad", lástima que no sepamos más de ellos.

(12) Ya analizaremos el uso que se da a este particular término en la historia clínica, en la segunda parte de este trabajo.

(13) Dudamos aquí si existen elementos suficientes para decir que de algún modo se percibe cierta unidad en estas ideas, como si nos acercáramos a alguna "carretera principal" tal como Lacan la conceptualiza.

(14) Psicoanalista

(15) "Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre, su madre, su mujer, sus hijos, sus hermanos, sus hermanas e incluso su propia vida, no puede ser mi discípulo" (San Lucas, XIV, 26)

(16) O sea: que consideran la historia y la experiencia de la iglesia durante siglos, en materia de juicio acerca de la validez de una determinada experiencia ‘mística’ y sus consecuencias para la vida de la persona que ha accedido a ella, en particular.

Bibliografía

Aldunate, Carlos 1988 "Carismas, ciencia y espíritus". Ediciones Paulinas. 2ª edición. Santiago de Chile.

Foucault, Michel de 1963 "La naissançe de la clinique". Preses Universitaires de France, Paris. 1ª edición en español (1966): "El nacimiento de la Clínica". Siglo Veintiuno editores. 11ª edición en español, Madrid (1986).

Foucault, Michel de 1979 "Historia de la locura en la época clásica". F.C.E.

Freud, Sigmund 1924 "La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis". Ed. Amorrortu.

Ibáñez, Alberto 1991 "Lenguas III – Para crecimiento personal". Ed. Lumen.

Kierkegaard, Sören 1947 "Temor y temblor", Editorial Losada, trad. Jaime Grinberg. 2ª edición, Buenos Aires 1958.

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Lacan, Jacques 1972-73 "Le Séminaire de Jacques Lacan. Livre 20. Encore". 1ª edición castellana (1981): "El seminario de Jacques Lacan. Libro 20: Aún"; trad. de Juan Luis Delmont-Mauri, Diana Silvia Rabinovich y Julieta Sucre. 1ª reimpresión en España. Ed. Paidós. Barcelona 1985.

Mannonni, Maud 1979 "La théorie comme fiction, Freud, Groddeck, Winnicott, Lacan". Éditions du Seuil, Paris. Edición en castellano: "La teoría como ficción, Freud, Groddeck, Winnicott, Lacan". Editorial Crítica S.A., Barcelona (1980).

Rossen, G. 1974 "Locura y sociedad". Ed. Alianza.

San Juan de la Cruz 1942a "Obras de San Juan de la Cruz. Tomo primero". Editorial Poblet. Buenos Aires, 2ª tirada, 1944 (Obra: "Subida del Monte Carmelo").

San Juan de la Cruz 1942b "Obras escogidas". Edición y prólogo de Ignacio B. Anzoátegui. Editorial Espasa-Calpe, Colección Austral. 1ª edición, Bs.As. 1942. 3ª edición, Buenos Aires 1947.

Zoroastro, Gastón A. 1990 "Schreber Clínico (con una presentación de caso)". Edic. a cargo de Javier Chialvo. Biblioteca de Psicoanálisis Oscar Masotta. 2ª edic. a cargo de Jorge Pacheco, Córdoba 1992.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 8 - Diciembre 1998
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