Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
La femineidad como máscara
Laura Aschieri

" Por muy paradójica que pueda parecer esta formulación, decimos que es para ser el falo, es decir el significante del deseo del Otro, para lo que la mujer va a rechazar una parte esencial de la femineidad, concretamente todos sus atributos en la mascarada. Es por lo que no es por lo que pretende ser deseada al mismo tiempo que amada. .Pero el significante de su deseo propio lo encuentra en el cuerpo de aquel a quien dirige su demanda de amor. Sin duda no hay que olvidar que por esta función significante, el órgano que queda revestido de ella toma valor de fetiche. " (1)

Este texto pretende comentar el artículo de Joan Riviere "La femineidad como máscara" de 1929 que J. Lacan traduce en 1957; tomando como referencia el seminario del 12 de marzo de 1958 (2) en donde se desarrolla particularmente el tema aludido en el título de este comentario. Allí también como lo hiciera Joan Riviere, J. Lacan toma para exponer su teoría sobre la sexualidad femenina las ideas de Ernest Jones, principalmente en los artículos: "La fase fálica en la mujer" y "La fase precoz del desarrollo de la sexualidad femenina ".

En el seminario del 12-3-58 (3)J. Lacan hace referencia a los callejones sin salida a los que llevaron las distintas interpretaciones que se dieron a la fase fálica de Freud.

Sintéticamente, el planteo de Freud sobre este punto es que la reivindicación fálica de la niña es inagotable y solo puede desplazarse a lo largo de la ecuación, pene - niño - hombre, todos ellos objetos de satisfacción que han de compensar su falta, y que el análisis en sí mismo no puede proporcionar nada equivalente.

Es decir que en el análisis de la femineidad hay algo que es dominante más allá de la dilucidación del determinismo inconsciente, y que es el registro del tener y de la falta .

En 1929 Joan Riviere escribe "La femineidad como máscara", en donde dice: "Trataré de demostrar que las mujeres que aspiran a una cierta masculinidad pueden adoptar la máscara de la femineidad para alejar la angustia y evitar la venganza que temen de parte del hombre. Aludo aquí a un tipo particular de mujer intelectual...que parece responder a todos los criterios de una femineidad realizada..." "...buenas esposas y excelentes madres y al mismo tiempo capaces de asumir las responsabilidades de su vida profesional..."

Esta demostración es una respuesta al cuadro trazado por E.Jones en su artículo "La fase precoz del desarrollo de la sexualidad femenina" de los diversos tipos de desarrollos de la sexualidad femenina en los que distingue un grupo heterosexual y un grupo homosexual. Coincidiendo con el autor al valorar esquemática esta división Joan Riviere dice: "me ocuparé de una forma intermedia".

Ella presenta un caso entre otros: "Se trataba de una mujer de nacionalidad americana profesionalmente dedicada a una carrera de propagandista militante que la obligaba en lo esencial a hablar y a escribir. Toda su vida había sufrido de una cierta angustia, a veces muy intensa, que se manifestaba después de cada una de sus apariciones en público, cada vez por ejemplo, que había dado una conferencia..." "..era presa generalmente en el curso de la noche siguiente, de un estado de excitación y de aprehensión, de un temor de haber cometido un error o una torpeza, y sentía una necesidad obsesiva de que la afirmaran.

Esta necesidad la llevaba compulsivamente a llamar la atención o a provocar cumplidos de parte de un hombre o de varios, a la salida de las reuniones en las que había participado o en el curso de las cuales había desempeñado el papel principal..." "... el análisis había demostrado que su comportamiento estaba destinado a provocar avances de parte de un tipo de hombre particular, coqueteando con él o tratando de seducirlo de manera más o menos velada".

Después de presentar el caso Joan Riviere nos da su interpretación:

"El análisis reveló que su coquetería y sus miraditas compulsivas se explicaban así: se trataba de una tentativa inconsciente de alejar la angustia que resultaría del hecho de las represalias que temía de parte de esas figuras paternas como consecuencia de sus proezas intelectuales. La demostración en público de sus capacidades intelectuales, que en si representaba un éxito tomaba el sentido de una exhibición tendiente a demostrar que ella poseía el pene del padre, después de haberlo castrado. Una vez hecha la demostración era presa de un miedo horrible de que el padre se vengara."

Más adelante presenta su tesis:

"La femineidad podía de este modo ser asumida y llevada como una máscara, a la vez para disimular la existencia de la masculinidad y evitar las represalias que temía si se llegaba a descubrir lo que estaba en su posesión"

Y ahora, lo que puede tomarse como el contrapunto con E. Jones:

"El lector puede preguntarse como distingo la femineidad verdadera del disfraz. De hecho no sostengo que tal diferencia exista. La femineidad ya sea fundamental o superficial es siempre lo mismo".

Como vemos, la autora no utiliza ningún argumento que de una razón biológica para explicar la femineidad.

Precisamente Lacan toma esta afirmación de que no hay ninguna verdad que buscar bajo la máscara de la feminidad, sino que la máscara es la verdad misma.

Se podría decir que esto es equivalente a la crítica que hace Lacan a la interpretación del Inconsciente como contenido, no hay que ir a buscar en las profundidades, sino que el inconsciente está en la superficie misma del decir.

En el epígrafe de ese comentario hay una cita de "La significación del falo", en la que J. Lacan alude al rechazo de la femineidad en la mascarada, precisamente lo que muestra el caso que presenta Riviere, de que hay un rechazo de la femineidad (la masculinidad de la que habla, la proeza intelectual) y al mismo tiempo un ocultamiento de ese rechazo en la máscara (el intento de seducción). No se trata por lo tanto de la reivindicación fálica sino más bien: "no tengo el falo, yo soy mujer".

Freud en su artículo " Sobre la sexualidad femenina" (4) expresa que la niña tanto como el niño, en un primer momento desea a la madre. No hay sino una sola manera de desear. La niña se cree en principio provista de falo, como también cree a su madre provista de falo, es en posición masculina que la niña se presenta en relación a la madre. Para que la niña reconozca su posición femenina debe intervenir algo más complejo para ella que para el niño. Precisamente el punto que nos interesa: ella debe reconocer su posición femenina.

Freud nos dice que el Complejo de Edipo juega en este reconocimiento un rol normativo. Lo juega distinto que en el niño, el Complejo de Edipo le da a la niña el acceso al pene que le falta. Es por intermedio del desencanto que ella entra al C.E . Se presenta al comienzo del Complejo de Edipo en una relación con la madre y es en el fracaso de esta relación que encuentra la relación al padre, con lo que mas tarde se encontrará normativizado por la equivalencia, en principio de ese pene que no tendrá jamás, con el niño. Por lo tanto podrá en efecto tener.

Es el penisneid, dice Lacan (5), el que resulta ser la articulación esencial de la entrada de la mujer en la dialéctica edipiana. En el corazón del Edipo encontramos el penisneid en la mujer y la castración en el hombre.

Nuevamente aquí nos encontramos con algo que va al revés de la naturaleza.

Por el contrario, J. Lacan (6) nos presenta la teoría de E. Jones como la que da sustancia a la vía real de la feminidad a nivel biológico.

Principalmente en "La fase precoz del desarrollo de la sexualidad femenina" E. Jones expresa:

"Entre los numerosos problemas surgidos, dos en particular pueden servir de punto de partida a las consideraciones que quiero exponer aquí. Estos problemas eran: ¿Cuál era el equivalente exacto en la mujer del temor de castración en el hombre? y ¿qué es lo que diferencia el desarrollo de las mujeres homosexuales del de las mujeres heterosexuales?."

"¿Una mujer es un ser nacido como tal como mujer? o ¿es un ser fabricado como mujer?."

Dice Lacan que Jones no puede tener en su perspectiva una posición tal que la mitad de la humanidad esté compuesta por seres que de alguna forma serían fabricados en el desfiladero edipiano.

Precisamente el punto que no observa Jones es que este desfiladero no fabrica menos a los hombres.

Jones acepta el penisneid como un momento de evolución de la niña pero dice que es una formación de defensa, es un rodeo, es una construcción, es algo explica él comparable a una fobia y la salida de la fase fálica es esencialmente algo que se debe concebir como la curación de una fobia que sería en suma , una fobia muy difundida, una fobia normal, pero esencialmente del mismo orden, del mismo mecanismo.

Si tomamos lo que él (J. Lacan) nos enseño de la fobia (es decir que el objeto de la fobia es un objeto significante, y es como tal que cumple su papel), efectivamente la relación de la niña al falo en el Edipo debe pensarse en ese sentido. Pero nos advierte: "Si ustedes se acuerdan de la diferencia que he hecho entre fobia y fetiche diríamos más bien que el falo juega el rol de fetiche más que de fobia".

Qué debemos recordar?

Los dos, fóbico y fetiche son una solución ante un mismo problema, la angustia de castración.

1.- el objeto fóbico es un instrumento para enmascarar la angustia. Se pasa de la angustia al miedo. El objeto fóbico es un significante para todo uso que sirve para suplir la falta en el Otro, allí donde esto sea necesario, es decir es metafórico por excelencia.

2.- el objeto fetiche protege al sujeto de la angustia ligada a la percepción de la ausencia de pene en la mujer, el fetiche convierte la falta en una figura, el fetiche es soporte del deseo, en su constitución es metonímico por excelencia. El fetiche es el falo ausente de la madre, es el ocultamiento real de su castración.

Si el penisneid es lo que replantea Jones, a su vez J. Lacan utilizando las categorías de la falta: Frustración, Castración y Privación, largamente desarrolladas en el Seminario IV (7) plantea cómo entiende él los modos de entrada y salida del Complejo de Edipo mostrados por Freud para la mujer:

  1. Hay penisneid en el sentido del fantasma, es decir de este anhelo, este voto largo tiempo conservado, a veces toda la vida. El fantasma de que el clítoris sea un pene. A este modo Lacan lo equipara a la castración, es decir aquello que simbólicamente amputa al sujeto de algo imaginario y en esta ocasión: un fantasma. En un momento ella debe renunciar a su clítoris, este que conserva a título de esperanza de que tarde o temprano devendrá un pene. Este es un punto electivo en el que se encuentra estructuralmente el correspondiente a la castración. Es en este punto que debe encontrarse un punto simétrico con el niño en tanto este fantasma para la niña cobra valor significante.
  2. Hay otro sentido del penisneid. En este caso lo que es deseado es el pene del padre. La frustración es algo imaginario que se sustenta en un objeto bien real, el hecho de que la niña no reciba el pene del padre es una frustración, como daño imaginario.
  3. En tercer término, aparece el surgimiento del fantasma de tener un hijo del padre, es decir de tener ese pene bajo una forma simbólica. Una Privación es algo totalmente real, que se sustenta sobre un objeto simbólico. Es a título de privación que este deseo del hijo del padre interviene en un momento de su evolución. Cuando la niña no tiene el hijo del padre, no ha sido jamas cuestión de que ella lo tenga, es incapaz de tenerlo, el hijo no está allí mas que como símbolo.

Es decir que si la mujer debe pasar por el significante, para reconocer su feminidad es porque de lo que se trata no es pura y simplemente realizar un dato primitivo, de una posición pura y simplemente hembra sino de hacerla entrar en el ciclo de los intercambios de la alianza y del parentesco, llegar a ser ella misma objeto de intercambio.

La mujer debe proponerse o más exactamente aceptarse ella misma como un elemento de este ciclo de intercambios.

Hasta aquí lo desarrollado a partir de las referencias antes citadas.

Dejo pendiente para una segunda parte el desarrollo de una investigación que tome en cuenta aquello de la femineidad que no se agota o mejor dicho que no queda capturado en esta ultima formulación.

Notas

(1) J. Lacan, "La significación del falo", Escritos 2, Siglo XXI, pág. 674.

(2) J. Lacan, El Seminario libro V, "Las Formaciones del inconsciente", inédito.

(3) J. Lacan, Ibid.

(4) S. Freud "Sobre la sexualidad femenina", 1931, O.C., Tomo 22, Ed. Amorrortu

(5) J. Lacan, Clase 12-3-58 "El Seminario libro V "Las formaciones del inconsciente ", inédito

(6) J. Lacan, Ibid.

(7) J. Lacan, El Seminario Libro IV "La relación de objeto". Paidós

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 8 - Diciembre 1998
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