Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
"Enconre"
Silvia Fendrik

Interrogar a Jones como interlocutor válido – tanto de él como de Freud – le permite a Lacan criticar la inadecuación del empirismo positivista del psicoanálisis, rescatar el sentido metapsicológico del falo freudiano. Pero es importante también señalar dos puntos:

1) no deja de sospechar de Jones tiene razón al considerar la función defensiva de la etapa deuterofálica, secundaria, la que sucede durante el Edipo;

2) Lacan confunde a su vez el "Dios los creo hombre y mujer" con el que Jones "ameniza" sus obsesivas reflexiones, con un aserto naturalista, cuando se trata de la sanción por la palabra del Padre de las diferencias sexuales.

¿Por qué le parece meritoria la observación de Jones sobre el carácter "defensivo" y no primario de la etapa fálica? Se puede pensar que Lacan intuye que Jones también habla de una "falicidad defensiva", es decir consecuente al descubrimiento de la "falta" – castración materna.

Otro punto en el que Lacan acuerda irónica y ambiguamente con Jones es que no se puede aceptar sin más los veredictos freudianos, sobre todo el que coloca su teoría de la sexualidad: miedo a la castración - envidia del pene – como límite del análisis. Para Lacan es un punto en el que es necesario ir "mas allá", en un terreno que no duda en decir que Freud no ha explorado. Continente negro de Freud, tierra prometida pero no cumplida por el maestro.

Podemos suponer que el "Que veut la femme" interroga a Lacan desde lo que las mujeres dicen en análisis, contrastando, quizás con lo que las mujeres analistas callan. Se queja explícitamente de este silencio en sus "propuestas para el congreso sobre sexualidad femenina" de comienzos de los 60.

Propuestas centradas alrededor de varios puntos. El principal: Sin duda el falo como significante de la castración es – aunque él no lo haya formulado en eso términos – el eje que le permite a Freud afirmar que no hay sino una libido y que ésta es de carácter masculino, pero que en la relación con el hombre las mujeres asuman el lugar del falo o el del fetiche, prueba que su posición es diferente a la del hombre en cuanto al deseo y en cuanto al objeto. Es necesario entonces explorar esas diferencias, que las formulaciones freudianas reducen, cuando no las ocultan.

Otro punto sin duda importante concierne al malestar en la cultura y al lugar de la mujer en el circuito productivo. ¿El lugar de la mujer en él hace que el matrimonio mantenga su prestigio en la declinación del paternalismo? Sería interesante leer esta invitación de Lacan a la luz de su texto "El mito individual del neurótico".

Otro punto que Lacan señala a tener en cuenta son los datos de la sexología, y la ingeniería genética ha revelado sobre la fisiología. Invitación que según parece ni él mismo ni sus discípulos consideraron atractiva.

Desconozco las actas del Congreso, pero es posible que sus resultados hayan decepcionado a Lacan. Un nuevo interlocutor, que habría respondido a su invitación a interrogar el lugar de la mujer en el circuito productivo fue en cambio el movimiento feminista. Todo indica que Lacan mantuvo un cierto idilio con ciertas mujeres que se movieron en esa dirección. Todo indica también que su decepción fue rotunda. No aportaron nada a sus preguntas. La igualdad no da cuenta de la diferencia, de esa diferencia que el psicoanálisis "Aún" no ha podido resolver. Los seminarios que lo preceden anticipan, preparan su "Encore" en el que puede leerse, tanto que el idilio con las feministas habría existido, como su finalización. Un echo institucional no puede ser dejado de tener en cuenta. La furia de Lacan frente a las críticas de su discípula Luce Irigaray, cuya producción no vacila en calificar de "ordure. Irigaray se hace famosa de la noche a la mañana. Verdadera excomunión que après coup revelará sus efectos. El psicoanálisis marxista- feminista de Irigaray no era la luz que Lacan esperaba. "O peor", "El saber del psicoanalista", "De un discurso que no sería de la apariencia", convidaban a una interlocución, en donde los acontecimientos políticos de mayo del 68 y la participación en el del M.L.F. que la excomunión de Irigaray impide de ahí en más.

 

Encore se constituye en el principal referente de la enseñanza de Lacan, y del "ser lacaniano". Y se canoniza. No sería casual su cobertura, piedad sin piedad a los que así no lo entienden.

NO HAY RELACION SEXUAL. LA MUJER NO EXISTE. Consignas, aforismos, signos de pertenencia y de fidelidad. No es necesario explicar su lógica, sino a aquellos, - recién llegados – a los que "aún" no están habituados a los aforismos y no han sido iniciados a los misterios. Lógica y topología, nudos y aforismos confluyen a reforzar la verdad revelada.

Los discípulos de Lacan, sus lectores, los encargados de transmitir su enseñanza demuestran hasta el cansancio la eficacia de estas fórmulas, su mágico poder, en la clínica, en la enseñanza – cada vez más adeptos – en la "pertenencia".

La apertura de Encore, el reconocimiento de sus dificultades, de sus impasses, la enorme modestia – que contrasta con su estilo habitual -, la desolación que se transparenta en muchos parágrafos, no autorizan sin embargo a esta suerte de "furor pedagógico" en el que se confirman los lacanianos "pures et dures". De los otros, mejor no hablar. ¿Para qué? Son una causa perdida.

Creo que estas respuestas de adhesión masiva a algo que ni él mismo entendía, y esta es mi hipótesis – llevaron a Lacan a pensar en disolver su Escuela. Tal vez estaba aterrorizado por esos significantes cristalizados en holofrases de las cuales se sentía responsable, pero no culpable. El no era lacaniano. Podía continuar pensando, y cuestionándose a sí mismo y a sus productos.

Antes de continuar con esta hipótesis, y de relatar mi único encuentro con Lacan en el año 1976, que me permitió meditar detenidamente sobre esta cuestión, veamos cuales son los interrogantes que propone Encore.

"Si no hubiera discurso analítico ustedes continuarían hablando como alondras – atolondrados – cantando el disco corriente, haciendo girar el disco, ese disco que gira porque no hay relación sexual – he aquí una fórmula que sólo puede articularse gracias a la construcción entera del discurso analítico, y que desde hace mucho machaco".

Que no hay relación sexual, y que esto solo puede entenderse cada vez gracias al discurso analítico, es lo que Lacan machaca con insistencia. La una no existe sin el otro. Pero no se trata de una marca registrada. La fórmula no se valida por su marca lacaniana. Es el discurso analítico el que la sostiene y la soporta. Las demostraciones de su validez no están por ende implícitas en la fórmula misma ni en sus apoyaturas lógicas e ideológicas y desde ya en ningún observable. Es una conclusión que surge de una reflexión compleja y de múltiples articulaciones. Es cierto que tampoco los tiempos lógicos que Lacan propone para entender "el tiempo lógico" no son cronológicos ni imaginarios. Es cierto que el momento de concluir anticipa lógicamente el tiempo de comprender. Lo que no es cierto es que éste esté ausente de la estructura, aunque no sea lineal la relación comprensión – conclusión.

El sofisma de los tres prisioneros, con el que Lacan ilustra su concepción del tiempo psíquico, es pasible de varias lecturas. (cf. la que hace Octave Mannoni en el nº1 de Scilicet).

Que la conclusión anticipada preceda cronológicamente la comprensión, no deja a mi criterio, de ser el eje por el cual la lógica del discurso vira a la ideología. No es por lo tanto sin consecuencias. Apuntala el dogma, establece la canonización de la verdad revelada.

Lacan desconfiaba de la verdad. Tal vez porque sólo creía en ella a medias, sostuvo que la verdad solamente puede ser dicha a medias. Pero fundamentalmente por que la verdad revelada es la que suele agrupar a los psicoanalistas como seguidores de un "credo". Es llamativo en la enseñanza de los lacanianos el destino y las vicisitudes del aforismo "no hay relación sexual".

Aunque las articulaciones sean diferentes, las conclusiones siempre desembocan en la confirmación de la fórmula. ¿Significa esto que "todos los caminos conducen a Roma"? ¿O significa que es necesario para los lacanianos demostrar cada vez algo que sin embargo "ya se sabe de antemano"? Pero esto no es lo peor. Lo peor es la frecuencia con la que se escuchan argumentos banales que reducen el arduo y lento trabajo – el del discurso analítico – realizado por Lacan para arribar a sus fórmulas a afirmaciones del estilo de "porque no hay complemento natural entre los sexos", "porque el falo es mediador", porque cada parlêtre goza con su fantasma", etc. Estas afirmaciones distan enormemente de dar cuenta del "no hay relación sexual".

Pero son pocos los lacanianos que pueden decir algo más. En el punto donde Lacan se propone e invita a avanzar, la consigna deviene obstáculo, contraseña, guiño de ojos que permite a los lacanianos reconocerce a distancia. ¿ Es acaso el "no hay relación sexual" la roca viva, el síntoma de la enseñanza del Maestro? Insisto en su carácter de obstáculo. Al igual que con "La mujer no existe" se suelen hacer chistes al respecto, pero en la institución se respetan debidamente las formulas, es decir, se callan las dudas.

Sin embargo no se puede desconocer, si se lee atentamente Encore, las dudas que acosaban a Lacan, Por lo pronto, el modo en que propone las fórmulas de la sexuación no deja de ser enigmático.

"Luego de lo que escrito en el pizarrón ustedes pueden creer que ustedes saben todo. Cuidado con eso...." Especie de epígrafe, que un I separando la continuación del texto coloca aparte y arriba, en su versión oficial, para continuar diciendo: "Dado que tomé el partido de darles el soporte de esta inscripción en el pizarrón, paso a comentarla brevemente, al menos eso espero. Admito que no la he escrito ni preparado antes. No me parece ejemplar, sino como de costumbre, hecha para producir malentendidos ".

El doble anhelo de Lacan no pudo cumplirse. Ni él por su parte pudo contentarse con comentar brevemente estas fórmulas, y el malentendido se volvió literalmente exceso, sobreentendido.

Por otra parte el enigma no sólo consiste en el carácter de interrogante que Lacan da a sus fórmulas. En efecto, al menos parcialmente, es decir, la parte superior del cuadro, ya estaba escrita en seminarios anteriores.

La novedad reside entonces en la relación que propone entre el lado hombre y el lado mujer, relación que confirmaría la no-relación. Pero su presentación - ¿qué es lo que no estaba aún escrito? – refuerza el carácter de enigma, es decir de verdad dicha a medias, que Lacan invita a trabajar. El decir no implica la verdad sin un saber que permita dar cuenta de ella. El discurso analítico sostiene que la verdad no habla por sí sola, sino por boca de un sujeto. Este sujeto de la enunciación es el que los analistas buscamos en los textos que producen los analizantes pero solemos omitir o soslayar en lo que a la teoría se refiere. Intentar situarlo allí produce un malestar que no es fácil soportar. Implica nada menos que "el no cierre", algo no cierra en el saber que se da por sabido.

Me refería al comienzo al encuentro que tuve con Lacan en el año 1976. La sexualidad femenina era para mí en ese entonces objeto de una investigación que me había llevado a escribir un artículo. "La sexualidad femenina en el discurso analítico: universalidad o histeria? que mencioné a Lacan, pidiéndole que me recomendara bibliografía. Lacan no pareció sorprenderse frente a este pedido, que por mi parte me costó años aceptar. ¿Qué me pudo haber llevado a semejante atrevimiento? Debo reconocer que en ese entonces ni el nombre de Lacan ni la dimensión de su obra tenían para mí la significación que adquirirán en los años siguientes. Pero la respuesta de Lacan no fue ajena a esa valorización a posteriori. Lacan llamó a su secretaria Gloria y le pidió que buscara en la biblioteca un libro para obsequiarme. ¿Cómo trasmitir mi sorpresa cuando vi el libro, "Naturaleza y función de la sexualidad femenina" de una autora, cuyo nombre me era desconocido, Mary Jane Sherffey,? ¿Qué significaba eso? ¿Se estaría burlando? ¿Era una interpretación a mi desenfado y atrevimiento? ¿Qué tenía que ver él con un libro lleno de dibujitos del aparato genital femenino, del punto "g", de estadísticas sobre el orgasmo, que puede entrever allí mismo inmediatamente, en presencia de Lacan? El caso es que lo miré de frente y le dije: "No entiendo como usted me recomienda este libro. A mí me interesan sus trabajos y los de sus discípulos, no los de la escuela americana" Lacan respondió: "Este es un libro que no puede dejar de leer si lo que le interesa es el tema de la sexualidad femenina, no lo dude. Hay que leer y estudiar mucho de todo, no sólo las pocas cosas que dijo o puede decir Lacan".

No obstante su ferviente recomendación, el Dr. Lacan no logró que me interesara por ese libro, que al poco tiempo logré extraviar. Recuerdo que su último capítulo hacia referencia a la diferencia entre la capacidad orgásmica de una hembra primate y una hembra humana. La sexualidad "femenina" parece haber sufrido una gran pérdida en el pasaje a la hominización; pérdida que las mujeres aceptaron y a la que según la autora aún hoy continúan sometiéndose en beneficio de la sociedad patriarcal. No, lamentablemente, y lo digo sin ironía, el Dr. Lacan no logró que el informe Kinsley, los descubrimientos de Master y Johnson, ni de su discípula Sherffey lograran pasar la barrera del prejuicio y alcanzar otro estatuto que el de un mero divertimento.

Tampoco el feminismo atrajo mi atención hasta el momento.

Pero en lo que nunca pude dejar de pensar fue en la enunciación de Lacan, en la que él no se reconocía como jefe de escuela ni como dueño de la verdad. Lacan allí no fue lacaniano, ni freudiano, ni máxima autoridad. Lacan era uno más.

O uno-en-más. Este "plus" fue esencial para mi recorrido, una vez que puede reconocer la importancia, más allá de la supuesta burla, o de la supuesta interpretación, de este "sujeto-supuesto-saber-leer", que fue y continúa siendo para mí Lacan, y en el cual pretendo orientarme y orientar a aquellos que se dirigen a mí en nombre del Saber supuesto.

Ahora bien, esta anécdota puede incluirse en un anecdotario. Una versión más de alguien más que tuvo el privilegio o la desdicha de encontrar a Lacan en su camino. A mí particularmente me ha servido, y continúa sirviéndome. Y para que no quede como "el Lacan que yo conocí" de uso exclusivo, me gustaría comentar la relación que a mi juicio existe entre esta "anécdota" y el o los destinos de "Encore".

Encore fue objeto por parte de los lacanianos de un destino diferente a otros seminarios. "no hay relación sexual", "La Mujer no existe", corrieron una suerte distinta a otros aforismos. Como lo dije anteriormente esa suerte no parece diferir demasiado de la que sufre la canonización de la verdad revelada. Abierto a la polémica, que él mismo plantea en ese seminario, su destino de canon según creo es indisociable de las luchas fratricidas entre las instituciones lacanianas y de la fatiga y el desgaste de cada una de ellas en particular. ¿Acaso sólo Lacan podía darse el lujo de leer lo que se le antojara, de no repetir incansablemente las mismas citas de él mismo? De ser así, cómo no evocar allí la función del padre de la horda, en este caso la excepción, el único que podía acceder a todos los libros, aquél para quien ninguno estaba prohibido? ¿La horda lacaniana se constituye a partir del "al menos uno", de la excepción que hace a la regla? Pero vayamos por partes. La relación entre "al menos uno" y el universal forma parte de la confusión que es urgente aclarar.

¿No es acaso habitual en la clínica de la histeria, o lo que es lo mismo del $, reconocer que el endiosamiento, la sacralización de la palabra del padre surge indefectiblemente en los lugares puntuales donde esta se revela "en falta", no ausente pero sí confusa, fallida, ambigua?.

Desde la escritura de las fórmulas –"nunca antes las había escrito" – que incluye la advertencia – "no creer que con eso ya se sabe todo" – hasta la reflexión final sobre la contingencia del falo al fin del análisis, pasando por la ¿digresión? Acerca del malentendido del goce que permitiría la reproducción sexuada.

Lacan muestra sus vacilaciones, sus dificultades, sus dudas, en la huella que abre el psicoanálisis, entre ciencia y religión.

¿Lo llevará eso posteriormente a re-anudar su aventura topológica y nodal intentado destacar bordes y no lugares, anudamientos múltiples y no privilegiados de un registro o camino edificado simbólico-imagianrio-real- sobre otro?

Para no hacer de "Encore" una mística y de Lacan una excepción, alguien exceptuado de la castración, y si en cambio aquel que formula la ley pero que también la padece, es imprescindible reconocer los "misterios", o sea los nuevos enigmas que inaugura el seminario Encore.

Respecto al falo: La experiencia analítica cesa de no escribirlo. Al fin de un análisis el falo de necesario pasa a ser contingente. Lo necesario de la función fálica debido a la imposibilidad de inscribir la relación sexual, deviene contingente. Si el falo cesa de no escribirse, quiero esto decir que es posible ir más allá de la estructura? La pregunta por el destino de la pulsión en el más allá del análisis, que inaugura un debate a partir del seminario "La lógica del fantasma" puede ¿y debe? articularse con la lógica de lo necesario y lo contingente, lo real y lo imposible sobre la que Lacan modela, modula, Encore más y aún más.

Más aún: Si no hay relación sexual porque el goce del objeto en tanto cuerpo siempre es inadecuado – perverso del lado hombre en tanto el objeto se reduce a "a" y loco del lado mujer, es decir, enigmático – se plantea allí un real, un imposible de escribir en términos lógicos que, sin embargo, el amor desafía y pone a prueba. ¿De qué modo?

¿De qué habla Lacan cuando habla de amor al final de Encore? Pareciera que de la contingencia, es decir del azar de un encuentro en lo real, surge la ilusión de que algo se inscribe, "lo que sería la relación sexual" encuentra en el parlêtre una huella, un trazo, una vía y lo contingente se transforma nuevamente en necesario" El "no" se desplaza: de "no cesa de " a "cesa de no". Y de ahí a la ilusión "no cesará nunca", vía promesa de amor. Y dirá Lacan: "Este es el substituto que por vía de la existencia, no de la relación sexual, pero si del inconsciente, hace al destino y al drama del amor". El amor para Lacan es signo, recordémoslo, de un cambio de discurso. ¿ Este crédito dado al amor es signo acaso de un cambio en el discurso de Lacan? ¿Acaso borra con el codo en la última página de Encore lo dicho anteriormente o demuestra que el camino del psicoanálisis es soportar lo indecible y lo indecidible, aunque esto vuelva a cambiar la historia una vez más?

¿Elogio del amor? Mas bien respeto por lo contingente y por la huella del objeto perdido que lo tornará necesario.

Pero no sólo eso. En el mejor estilo de las especulaciones freudianas acerca de la biología y los seres míticos a los que Freud llamó pulsiones en "Mas allá del principio del placer", Lacan sostiene o sugiere que el cuerpo hablante no podría reproducirse si no hubiera un malentendido del goce. La reproducción no obedece a un destino biológico sino a una falla en el circuito del goce. Esta falla consiste en lo siguiente: "él" lo que quiere es hablar de su goce. No quiere ni coger ni reproducirse. La prueba de esto es que cuando lo dejan solo sublima a rajatabla, ve el Bien, la Belleza, si dejar de lado la Verdad. Y el partenaire del otro sexo es entonces el Objeto con mayúscula. Sólo cuando falla este goce logra reproducirse, sin saber nada de aquello que lo reproduce. Sobre esto, dirá Lacan, Freud ha dejado un embrollo, pero él por su parte no ha podido hacer nada mejor.

¿Qué quiere decir esto? Si el goce fálico producto de la falla estructural que hace imposible la inscripción de la relación sexual a su vez falla, entonces y sólo entonces puede el parlêtre reproducirse? Pero la falla de la falla, ¿sería contingente o necesaria? ¿Elogio de la histeria, que cuestiona y sostiene el "orden fálico". ? ¿Sería la histeria el modo en que esta falla se reproduce, sin darse cuenta, como al pasar, distraídamente?. El borde en el que sitúa la falla de la palabra que posibilita la reproducción del cuerpo y la falla del goce que lo posibilita es un borde que según creo a los lacanianos no les interesa demasiado.

 

Efectos (institucionales) sin causa (analítica)

¿Por qué?

La omisión de este enigmático giro del discurso de Lacan produce un cierre que asfixia el discurso analítico en su vertiente institucional y un temor constante a las disoluciones/desilusiones. Preservar la palabra, el discurso, la letra, la enseñanza se vuelve el objetivo primordial. Pero Lacan tuvo que disolver su escuela. Maniobra burda o sutil, según el ángulo del que se la juzgue que me parece legítimo inscribir en la línea de puntos suspensivos que él intentó soportar a partir de Encore. Línea de puntos suspensivos que se torna barrera rígida (sobre todo después de la muerte – disolución de Lacan), límite freudiano: el más allá del padre será una cuestión de grupo o sino no será nada. La intolerancia al suspenso necesario al que la confrontación con lo real y contingente – al menos uno como punto inaugural de una serie que puede sumar otros unos y otras unas, - marca el límite freudiano del fin de análisis -¿preservar la estructura? – o es una defensa erigida para no aceptar en acto que la palabra inaugural, por serlo, no es sagrada?

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 7 - Julio 1998
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