Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Algunas cuestiones sobre
el masoquismo en Lacan

Rosa Imelda de la Mora Espinosa

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Abstract: En este artículo se despliegan algunas de las intelecciones de Jacques Lacan con respecto al masoquismo y cómo incorpora al escritor vienés Leopold von Sacher-Masoch para sus concepciones, incluso plantea una vertiente de que la práctica analítica podría considerarse, en un momento dado, una práctica masoquista.

Palabras clave: Psicoanálisis, Sacher-Masoch, Lacan, masoquismo

 

A decir verdad, todo en el comportamiento del masoquista, hablo del masoquista perverso,
nos indica que está bien ahí hay alguna cosa que es estructural en su comportamiento.
Lean a Sacher—Masoch, autor fuertemente instructivo aunque de mucha menor envergadura que Sade;
verán allí que en los últimos términos, el deseo se reduce a sí mismo a esa nada que es un bien,
esta cosa que se trata como un objeto, este esclavo que uno se transmite y que uno comparte
y que uno tiene para esa nada que es un bien y verdaderamente,
la verdadera punta de horizonte donde se proyecta la posición del masoquista perverso
.

Jacques Lacan 2

El concepto del masoquismo fue acuñado por el psiquiatra vienés Krafft-Ebing (1886), según él basándose en la vida sexual de Sacher-Masoch, dice:

Ocasión y justificación de llamar esta anomalía sexual "masoquismo" se me presentaron porque, en sus novelas y cuentos, el escritor Sacher-Masoch había convertido esta perversión – para nada conocida científicamente en aquel entonces – en objeto de su narrativa con enorme frecuencia. Seguía yo en esto la formación de la palabra "Daltonismo" (por Dalton, el descubridor de ese fenómeno ["ceguera de color" – así se llama comúnmente en alemán]) 3

Huelga decir, que si Krafft-Ebing siguió el criterio de Dalton, entonces el masoquismo debió haberse nominado Krafft-Ebingsmo, o en su defecto Ebingsmo, además de que no recuperó otros textos de Sacher-Masoch, incluso dice que las razones para la nominación al masoquismo, basándose en las novelas y cuentos de él, las conoce, pero se abstiene de publicarlas 4. Es menester comentar que esta nominación del masoquismo se hizo en vida de Sacher-Masoch, podemos imaginarnos el sufrimiento psíquico que le ocasionó a Sacher-Masoch este hecho, aunado al hecho de que recién se había divorciado de su primera esposa, su hijo favorito Alexander acababa de fallecer debido al tifo. Aparte de que, en virtud de una querella que tuvo con su editor, y para evitar ser encarcelado, se había exiliado en Lindhem, Alemania y le pesaba sobremanera ya no vivir en su amada Austria. Sumado a lo anterior, a partir de la publicación del libro Psychopathia Sexualis, poco a poco Sacher-Masoch se fue olvidando como escritor, y los conceptos de masoquismo y masoquista pasaron a la psiquiatría, la psicología, el psicoanálisis y la Vulgata.

El testimonio erótico novelado de Sacher-Masoch en el que Krafft-Ebing se basó es La Venus de las pieles, testimonio en el que Sacher-Masoch (1870) se convierte por gusto en esclavo de un dama envuelta en pieles. Para tal efecto firmó un contrato con Fanny von Pistor en 1869. Es menester comentar que la erótica desplegada por Sacher-Masoch la nominará übersinnlicher, es decir, hipersensual o ultrasensual, con la doble connotación en alemán de sensual y/o sensible. La erótica hipersensual consiste en ser golpeado, sojuzgado, maltratado, pero siempre como un preludio a momentos de ternura y éxtasis sexual, en palabras de Sacher-Masoch, tiranía mezclada con amor.

En la vida real, el contrato se firmó, Sacher-Masoch y Fanny von Pistor vivieron esta erótica singular y al cabo de algún tiempo, se separaron. Posteriormente él publica el testimonio erótico novelado, los protagonistas Severin y Wanda se convierten en ama y esclavo con situaciones de alternancia de maltrato y amor, ulteriormente Sacher-Masoch se incluye un tercero, a saber, Gregor, que entra en la relación de la pareja novelada formada por Severin y Wanda. En la novela Gregor apalea a Severin, entonces Gregor y Wanda se van. Se supone que esta paliza hace que Severin "se cure" y a partir de entonces se convierte en un amo de las mujeres. Gregor es muerto en un duelo y Wanda se queda sola.

Siguiendo a Krafft-Ebing, Freud planteó que efectivamente el masoquismo era lo opuesto al sadismo. En este artículo no se abordará la posición de Freud en virtud de que insiste en una complementareidad entre sadismo y masoquismo que no es factible, una oscilación entre amor y odio que contradice su propio concepto de la ambivalencia y de que no recupera a Sacher-Masoch. Lacan avanza un paso más allá, al destrabar esta oposición de dos entre el masoquismo y el sadismo cuando en la sesión del 13 de mayo de 1964, del Seminario 11, intitulado Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, recupera de este asunto, que más que la oposición entre sadismo y masoquismo, se trata más bien de la pulsión sádico-masoquista, del reverso de la pulsión, destacando que no tiene dos tiempos sino tres, y en este tercer tiempo lo nuevo es ver aparecer un sujeto. Lacan pondrá el acento en que lo importante de cada pulsión es el ir y volver en el que se estructura. Y entonces hablará de que hay un reverso de la pulsión. Dice Lacan:

Asimismo es de resaltar que, para ilustrar la dimensión de esta Verkehrung, (reverso) elija la Schaulust, el goce de ver, y lo que sólo puede designar con la reunión de dos términos, el sadomasoquismo. Cuando hablé de estas dos pulsiones, y más especialmente del masoquismo, marcará bien que no hay dos tiempos en estas pulsiones, sino tres. Hay que distinguir bien la vuelta en circuito de la pulsión de lo que aparece -pero también de no aparecer- en un tercer tiempo, a saber la aparición de ein neues Subyect (un nuevo Sujeto) que hay que entender del siguiente modo: no es que ya hubiera uno, a saber, el sujeto de la pulsión, sino que lo nuevo es ver aparecer un sujeto. Este sujeto que es propiamente el otro, aparece mientras la pulsión ha podido cerrar su recorrido circular. Sólo con su aparición a nivel del otro puede realizarse lo que hace a la función de la pulsión.

Es sobre esto que me propongo atraer la atención de ustedes- Ven aquí, en la pizarra, un circuito dibujado por la curva de esta flecha ascendente y redescendente que franquea, Drang es al principio, la superficie constituida por lo que les definí el último día como el borde, que es considerado en la teoría como la fuente, la Quelle, es decir, la zona llamada erógena en la pulsión. La tensión es siempre argolla, y no puede desolidarizarse de su retorno sobre zona erógena 5

Observemos el cambio que propone Lacan, no se trata como dice Freud, de una oscilación entre el amor y el odio, sino de una pulsión sadomasoquista, y que en este recorrido de arco, algo surge al circular en arco el circuito de la pulsión, lo que aparecerá es un nuevo sujeto, en relación al otro, que siempre será primordial para Lacan, pues él nos muestra como en el inconciente los decires de los otros conforman una estructura que nos hace una impronta a manera del significante.

Maravillosa intelección de Lacan, pues la pulsión sadomasoquista es parcial, se satisface más no llega a su fin, es ese retorno en circuito lo que empuja, lo que se vuelve insistente en la erótica, no olvidemos por ejemplo de que a pesar de que Wanda le insistía a Severin que no la provocara con su insistencia de ser su esclavo, claro por supuesto con algunas condiciones, como la de que ella siempre vistiera con pieles, el insistía hasta el cansancio, aun cuando al final del testimonio erótico dice que se curó debido a la golpiza que le propinó El Griego y que se situó del lado contrario, ahora Severin se volvió un torturador de mujeres, pero aun así conservaba la pintura que lo representaba a él como un esclavo adorador a los pies de Wanda, expuesta en un salón de su casa al que las visitas tenían acceso.

Así, en la lectura que hace Lacan de la pulsión sadomasoquista de Freud, en lo que se refiere al nudo del masoquismo, Lacan aduce que al principio de esta pulsión no hay dolor, sólo posteriormente, cuando la argolla se cierra el dolor entra en juego, "de un polo a otro ha habido reversión, donde el otro ha entrado en juego, donde el sujeto se ha tomado por término" 6, en tanto que el sujeto lo experimenta del otro, así entonces, aparece un goce más allá del principio del placer. De este modo, "en la medida que el sujeto se hace el objeto de otra voluntad, no sólo se clausura, sino que la pulsión sadomasoquista se constituye" 7.

Al masoquismo se le sitúa como una perversión, ésta se distingue de otras estructuras clínicas por la operación de la renegación. El perverso reniega la castración; percibe que la madre carece de falo, y al mismo tiempo se niega a aceptar la realidad de esa percepción traumática. Esto es más evidente en el fetichismo (la perversión de las perversiones 8) "Todo el problema de las perversio nes consiste en concebir de qué modo el niño en su relación con la madre, se identifica con el objeto imaginario del deseo de ella; es decir, el falo" 9 A esto se debe que el triángulo imaginario preeedípico desempeñe un papel tan importante en la estructura perversa. En las perversiones el falo sólo puede funcionar velado, (velo que aparece en el fetichismo, el travestismo, la homosexualidad y el exhibicionismo 10)

En la perversión el sujeto se sitúa como objeto de la pulsión, como el medio para el goce del otro 11. Esto implica invertir la estructura del fantasma, razón por la cual la fórmula de la perversión aparece como a <> $ en el primer esquema de "Kant con Sade" 12, o sea como el matema del fantasma invertido. El perverso asume la posición del objeto-instrumento de una voluntad-de-goce que no es suya propia, sino del Otro. El perverso no realiza su actividad para su propio placer, sino para el goce del Otro. Encuentra goce precisamente en esta instrumentación, en trabajar para el goce del otro; "el sujeto se hace aquí el instrumento del goce del Otro" 13 Por ejemplo en la escoptofilia, que comprende el exhibicionismo y el voyeurismo, el perverso se ubica como objeto de la pulsión escópica. En el sadismo y masoquismo el sujeto se sitúa como objeto de la pulsión invocante 14.

Interesa especialmente esta cuestión, en tanto el masoquista se sitúa como objeto de la pulsión invocante, el objeto parcial de esta pulsión es entonces la voz, y he aquí el asunto, se le invoca al masoquista, o en su defecto, él invoca a que se lo maltrate.

El perverso es la persona en quien la estructura de la pulsión se revela con mayor claridad, y también la persona que lleva al límite el intento de ir más allá del principio del placer, "va tan lejos como se puede en el goce" 15, y he aquí que Lacan refiere a Alcibíades, en El Banquete de Platón, en el sentido de que no es un neurótico y que va tan lejos como puede, dado que Alcibíades le declara su amor a Sócrates, y éste solo lo acepta como hermano.

Freud nos dice que la neurosis en el negativo de las perversiones en el sentido de que el perverso se autoriza para desplegar la sexualidad que el neurótico solo desea. En cambio Lacan no concuerda con Freud en que la neurosis sea el negativo de las perversiones, él dice que la pulsión no debe concebirse como un instinto natural que pueda descargarse de un modo directo; no existe el grado cero de satisfacción, insiste además Lacan en que la relación del perverso con la pulsión es tan compleja como la del neurótico.

Desde el punto de vista del desarrollo genético propuesto por Freud, Lacan dice que la perversión está en el mismo nivel de la neurosis, ambas han alcanzado el tercer tiempo del complejo de Edipo.

Por la tanto, refiere Lacan que la perversión está estructurada de modo inverso al de la neurosis, pero está igualmente estructurada 16, es por ello que Lacan sostiene que los sujetos perversos pueden tratarse en el mismo nivel de los neuróticos, aunque habrá diferencias en la dirección de la cura, por ejemplo el sujeto perverso no establece como objetivo de su análisis la eliminación de su conducta perversa. Con respecto a Pegan a un niño, Lacan especialmente comenta:

Y es tan cierto que el tiempo de la angustia no está ausente —como lo marca esa manera de ordenar los términos— en la constitución del deseo, que aunque ese tiempo esté elidido, no sea reparable en lo concreto, es esencial. Ruego a aquéllos a quienes tengo necesidad de sugerir una autoridad para que confíen en que yo no me equivoque, que a ese propósito recuerden el hecho de que en el análisis de "Ein Kind wird geschlagen", (Pegan a un niño) en el primer análisis, no sólo estructural sino finalista del fantasma, dado por Freud, también él habla de un segundo tiempo siempre elidido en su constitución, tan elidido que el análisis no puede hacer otra cosa que reconstruirlo. Esto no implica que sea siempre tan inaccesible el tiempo de la angustia, en muchos niveles fenomenológicamente localizables. Dije "de la angustia" en cuanto término intermedio entre el goce y el deseo, en cuanto que es franqueada la angustia, fundado sobre el tiempo de la misma que el deseo se constituye 17

Lacan lee aquí lo barrado, elidido del sujeto del inconciente a partir de la segunda fase de la fantasía que es preciso reconstruir en el análisis, que es preciso pensar en el significante que opera sobre la constitución del sujeto.

Más allá de la peligrosidad que Freud ve en la pulsión de destrucción dirigida a la propia persona, a mi parecer lo más interesante radica en que aún así se conserva una satisfacción libidinosa, -de ahí el planteamiento inicial de Freud- con el masoquismo no es posible sostener que el displacer produzca elevación de la tensión psíquica y el placer la disminución de la misma. También merece comentarse que Freud mismo plantea que la vida es una mezcla de pulsiones y Lacan recupera esta intelección al aseverar que la pulsión siempre es parcial, y que como tal ahí en lo inconciente no hay distinción de género, él dice: "La pulsión en cuanto que representa la sexualidad en el inconciente no es nunca sino pulsión parcial. Esta es la carencia esencial, a saber la de aquello que podría representar en el sujeto el modo en su ser de lo que es allí macho o hembra" 18, aunado a lo anterior, Lacan comenta que la pulsión de vida es simultáneamente pulsión de muerte:

El sujeto hablante tiene el privilegio de revelar el sentido mortífero de ése órgano, y por ello su relación con la sexualidad. Esto porque el significante como tal, al tachar al sujeto de buenas a primeras, ha hecho entrar en él el sentido de la muerte. (La letra mata, pero lo aprendemos de la letra misma.) Por esto es por lo que toda pulsión es virtualmente pulsión de muerte 19

De este modo, encontramos en Lacan, que las pulsiones siempre están mezcladas, que sería una situación de la condición humana y no específicamente referida al masoquismo. A mi parecer, una expresión de la mezcla de pulsiones, de que toda pulsión es virtualmente pulsión de muerte, es la elaboración del contrato conciliatorio que Sacher-Masoch propone, pues en ningún momento se trata de traspasar las fronteras de la conciliación, pues ambos partidos se llevan bien, sin embargo, es utópico pretender no transgredir los límites contractuales; de hecho cuando las fronteras se traspasaron entre Wanda y Severin, la conciliación se acabó. Aquí me parece interesante destacar que, para Severin la idea era no traspasar las fronteras de su pedido, una vez que esto ocurrió, el contrato conciliatorio se volvió insostenible, ya no era posible continuar, prácticamente ocurre que Wanda se va con El Griego y Severin se queda golpeado y amordazado, pero fundamentalmente decepcionado de cómo se desplegó la relación entre ellos.

Continuando con las pulsiones de muerte Freud comenta que, uno de los motivos que tuvo para plantear la pulsión de muerte, la pulsión de destrucción, es el concerniente al problema del masoquismo, en virtud de lo enigmático que le resultaba; dice Freud:

Por desdicha, lo que la historia nos informa y lo que nosotros mismos hemos vivenciado no nos habla en ese sentido, sino más bien justifica el juicio de que la creencia en la «bondad» de la naturaleza humana es una de esas miserables ilusiones que, según los hombres esperan, embellecerán y aliviarán su vida, cuando en realidad sólo les hacen daño. No necesitamos continuar esta polémica; en efecto, no hemos propiciado el supuesto de una particular pulsión de agresión y destrucción en el ser humano en virtud de las doctrinas de la historia ni de nuestra experiencia en la vida, sino que lo hicimos sobre la base de consideraciones generales a que nos llevó la apreciación de los fenómenos del sadismo y del masoquismo 20

Si bien Freud despliega una serie de construcciones teóricas sobre estas eróticas que son tan enigmáticas, infortunadamente, no recupera a Sacher-Masoch y se basa en la mayoría de sus intelecciones con respecto al masoquismo y al sadismo en su práctica clínica y en Krafft-Ebing.

Prosiguiendo con el pensamiento de Jacques Lacan, en el Seminario 10 La Angustia, él dedica tres clases al masoquismo, esta es una localización de primordial importancia que amablemente me sugirió el psicoanalista Marcelo Pasternac, miembro de la École Lacanienne de Psychanalyse, a quien agradezco infinito por ello. Veamos ahora qué argumenta y problematiza Lacan.

Pero antes, vale la pena recuperar, como nos muestran con mucha claridad Marcelo Pasternac y Nora Pasternac, el neologismo que Lacan inventa con respecto al masoquismo:

masochien, ienne, adjetivo.
Neologismo en forma de adjetivo a partir del nombre de Sacher-Masoch. Podría traducirse por la invención del neologismo en español ‘masoquiano’, ‘masoquiana’.

En la versión del seminario del 19 de abril de 1967, que circula en español en CD-Rom, el traductor Pablo G. Kaina vierte la expresión por ‘masoca’ 21

Me parece importante recuperar este neologismo en virtud de que, a diferencia de Freud, Lacan si leyó a Sacher-Masoch, y creo que este neologismo es una especie de homenaje a él. Es por ello que elegí como epígrafe de esta escritura una cita de Lacan en la que nos recomienda leer a Sacher-Masoch.

En la sesión 12 del Seminario sobre La Angustia, del 27 de Febrero de 1963 Jacques Lacan nos brinda intelecciones con respecto al goce del perverso, que considero relevantes, antes de pasar a la especificidad del masoquismo, él dice:

Está bien claro que si algo revela la experiencia analítica es que incluso en la perversión, donde el deseo se presentaría en suma como aquello que hace la ley, es decir, como una subversión de la ley, el deseo es de hecho y verdaderamente el soporte de una ley. Si algo sabemos ahora del perverso es que lo que aparece desde afuera como satisfacción sin freno resulta ser defensa, puesta en juego, puesta en ejercicio de una ley en tanto que ella frena, suspende, detiene, precisamente, en el camino del goce.

La voluntad de goce en el perverso, como en cualquier otro, es voluntad que fracasa, que encuentra su propio límite, su propio freno, en el ejercicio como tal del deseo perverso. Para decirlo de una vez, y como bien lo señaló una de las personas que habló hoy a mi pedido, el perverso no sabe al servicio de qué goce se ejerce su actividad. No es en todos los casos al servicio del propio 22

En este tenor Lacan nos hace pensar sobre el masoquista, aparentemente le gusta ser sojuzgado, humillado por otro, sin embargo, como perverso no sabe al servicio de que goce ejerce su actividad. Lacan lo planteará más adelante.

Lacan trabaja particularmente en este seminario su invención del objeto a, peculiarmente es menester recuperar cómo lo desarrolla con respecto a su noción de significante, el dice que "…un significante es lo que representa al sujeto para otro significante" 23. Y continúa en términos del masoquista:

Tomemos al masoquista. El "masoco", como se dice, lo más enigmático de la perversión para poner en suspenso bien sabe, dirán ustedes, que el que goza es el otro. Se trataría, pues, del perverso nacido a su verdad. Constituiría la excepción a todo lo que dije antes acerca de que el perverso no sabe gozar; por supuesto, el que goza es siempre el otro, y el "masoco" lo sabría. Y bien, volveré sobre esto, sin duda. Por ahora quiero acentuar que lo que escapa al masoquista y lo pone en el mismo caso que todos los perversos, es el hecho de que él cree, por cierto, que lo que busca es el goce del otro; pero justamente, porque lo cree, no es esto lo que busca. Lo que se le escapa, aunque sea verdad sensible y que realmente se arrastra por doquier y está al alcance de todo el mundo, pero por ello jamás vista en su verdadero nivel de función, es que él busca la angustia del otro 24

Y así es, si uno vuelve a La Venus de las pieles, es notoria la angustia de Wanda frente a la insistencia de Severin de que se convierta en su ama y señora y lo humille y sojuzgue claro, bajo sus propias condiciones. Aunque simultáneamente Wanda le advierta que podría arrepentirse, situación que va a ocurrir… Posteriormente a su separación, Wanda le escribirá una carta en la que su angustia es notoria….se muestra lo que aduce Lacan.

Siguiendo esta idea de que lo que busca el masoquista es la angustia del otro, procede incluir en esta escritura algo de lo que dice Lacan en torno a la angustia. Que es entonces la angustia, dice Lacan:

Queda advertido de ese algo que es un deseo, es decir, una demanda que no concierne a ninguna necesidad, que no concierne a otra cosa que a mi ser mismo, es decir, que me pone en cuestión; digamos que él la anula: en principio, eso no se dirige a mí como presente, se dirige a mí, si ustedes quieren, como esperado, se dirige a mí mucho más aún como perdido, y, para que el otro se reencuentre allí, solicita mi pérdida. Eso es la angustia 25

En la sesión del 6 de marzo de 1963 del Seminario de la Angustia Lacan insistirá en que la angustia no es sin objeto, y trabajará largamente la posición de Edipo con respecto a que cuando ve el crimen que ha cometido se arranca los ojos y en ese instante se queda viendo sus propios ojos, ahora que es ciego, relacionará esto con unos cuadros de un pintor llamado Zurbarán que representan a Lucía y Ágata, cada una con sus ojos y su par de senos en una fuente, dichos objetos en la fuente son interpretados por Lacan como el objeto de nuestro deseo, en el orden de la angustia. En el sentido de Erlebnis, (aventura, suceso que se ha vivido, alucinación visual), que es la referencia de la imagen de algo más allá que "…constituye la especificidad de la posición perversa…" 26 Para introducirnos a lo que Lacan llama la posición del masoquista:

¿Cuál es la posición del masoquista? ¿Qué le oculta su fantasma? Ser el objeto de un goce del Otro que es su propia voluntad de goce; porque, después de todo, el masoquista no encuentra forzosamente —como un apólogo humorístico ya citado aquí lo recuerda— a su partenaire. ¿Qué encubre esa posición de objeto sino el alcanzarse a sí mismo, proponerse en la función del andrajo humano, de ese pobre desecho del cuerpo separado que aquí se nos presenta? Y por eso digo que la mira del goce del Otro es una mira fantasmática. Lo que se busca, es en el Otro la respuesta a esa caída esencial del sujeto en su miseria última, y que es la angustia. ¿Dónde está este otro del que se trata? Tal es la razón por la cual se produjo en este círculo el tercer término, siempre presente en el goce perverso: aquí reaparece la profunda ambigüedad en la que se sitúa una relación en apariencia dual. Porque además es preciso que sientan dónde pretendo señalarles esa angustia. Podríamos decir —la cosa está suficientemente puesta de reliev e por toda clase de aspectos de la historia— que esa angustia que constituye la mira ciega del masoquista —porque su fantasma se la oculta— no es por eso menos realmente lo que podríamos llamar la angustia de Dios 27

Y concluye Lacan que Dios no tiene alma, y para sostenerlo recurre al mito cristiano más fundamental 28. En términos del masoquismo, que tiene que ver con la fórmula del fantasma que Lacan invierte para el perverso, a saber, en la perversión el sujeto se sitúa como objeto de la pulsión, como objeto para el goce del otro, dice Lacan:

Lo que he llamado estructura de la perversión. Se trata propiamente hablando de un efecto inverso del de la fantasía. El sujeto se determina a sí mismo como objeto en su encuentro con la división de la subjetividad 29

Esto implica invertir la estructura del fantasma: a <> $ que Lacan trabaja en el primer esquema de Kant con Sade 30. De ahí supongo que es desde donde sostiene Lacan que lo que aparece es la angustia del otro, a la inversa de lo que sucede con la estructura del fantasma en que el sujeto desea al objeto a, pero si como Lacan dice el deseo es algo que no tiene que ver con la necesidad, entonces nos situamos con el masoquista como un sujeto deseante, como un sujeto en cuestión, a fin de cuentas el deseo no se cumplirá, no ocurrirá, pasaran otras situaciones inciertas, pero el deseo no, es como lo que le sucedió a Severin con Wanda, jamás esperó que ella fuera a introducir un tercero, El Griego, inesperado para Severin, que complicó la situación plasmada en el contrato conciliatorio. Wanda introdujo a El Griego con la idea de ser esclavizada por un hombre, cosa que no le podía ocurrir con Severin. De este modo ella se convierte en un sujeto deseante, ella creerá que su deseo se plasmará vívidamente con El Griego; pero eso ocurre solamente en un orden imaginario. A fin de cuentas El Griego, fiel a su extrema virilidad morirá en un duelo y Wanda lo perderá y simultáneamente perderá la posibilidad imaginaria de plasmar su deseo. Después de un tiempo escribirá una carta a Severin notificándole su arrepentimiento. Y Severin, entonces dirá que se curó y se vuelve un amo y señor de las mujeres, fiel a su versión del amor, específico entre hombres y mujeres, esta versión de él sobre el amor, consiste que en éste siempre se es yunque o martillo, sin términos medios. Aunque no debemos olvidar que mantiene el cuadro pintado por otro alemán que fue esclavo de Wanda, que lo representa como un esclavo a los pies de ella.

Lacan continúa trabajando este asunto del goce, en consonancia con la detumescencia del falo, en virtud de que la subjetividad esta focalizada sobre la caída del falo, así como en el orgasmo, y concluirá con la pertinencia de la distinción entre el deseo y el goce:

mientras el deseo no sea situado estructuralmente, mientras no se lo distinga de la dimensión del goce, mientras la cuestión no sea saber cuál es la relación, y si hay una relación para cada partenaire entre el deseo —especialmente el deseo del Otro— y el goce, todo el asunto quedará condenado a la oscuridad 31

Y así quedó el asunto entre Wanda y Severin, en la oscuridad, a fin de cuentas en ninguno de los dos fue plausible la plasmación del deseo…ambos quedaron como sujetos deseantes, barrados, elididos y angustiados…

Será preciso comentar algo sobre el Objeto a, en tanto que Lacan lo introduce como una concepción nodal en torno a la angustia y no en balde en el Seminario de La angustia introduce el masoquismo. El Objeto a parecería que toma suerte de función de metáfora del sujeto del goce. Pero no, Lacan nos advierte que:

Esto sólo sería justo en la medida en que a fuera asimilable a un significante; pero justamente a es lo que resiste a tal asimilación a la función del significante. Por esto, a simboliza aquello que, en la esfera del significante, siempre se presenta como perdido, como lo que se pierde para la significantización. Ahora bien, justamente ese desecho, esa caída, lo que resiste a la significantización, viene a constituir el fundamento como tal del sujeto deseante, no ya del sujeto del goce, sino del sujeto en tanto que por la vía de su búsqueda en tanto que goza, que no es búsqueda de su goce sino un querer hacer entrar ese goce en el lugar del Otro como lugar del significante, es allí, por esa vía, que el sujeto se precipita, se anticipa como deseante 32

En las páginas subsiguientes Lacan nos ofrece la relación del objeto a, del goce y del Otro con el masoquista, en primer término en lo que concierne al dolor, dice con respecto al masoquista:

ya en el comienzo (el masoquista) está en cierto modo como elidido, porque en él, absolutamente ante las narices, por así decir de la evidencia, se llega a desprenderse de poner el acento sobre aquello que, en primera instancia, choca más con nuestro finalismo, a saber, la intervención de la función del dolor. Hemos llegado a comprender que no está aquí lo esencial 33.

Lacan expresa que más que la función del dolor para el masoquista de lo que se trata es de la estructura del funcionamiento masoquista, estructura que en principio se dirige al goce del Otro, pero más bien lo que inscribe es a la angustia del Otro, él dice:

que el masoquista apunta al goce del Otro; y lo que acentué la vez pasada como otro término de aquello por medio de lo cual pretendo tender lo que permitirá desbaratar, por así decir, la maniobra, es que — y esto queda oculto por esa idea — aquello a lo que él apunta, aquello que él quiere (y se trata, por cierto, del término eventual de nuestra búsqueda) aquello de lo que no podrá, si ustedes quieren, justificarse plenamente sino por una verificación de los tiempos que prueban que éste es el último término, el último termino es el siguiente: a lo que él apunta es a la angustia del Otro 34

Este Otro, que para Lacan designa la alteridad radical, l a otredad que trasciende la otredad ilusoria del orden imaginario, ya que no puede asimilarse frente a la identificación. Este Otro está inscrito en el orden simbólico, es por ello que tiene que ver con el lenguaje y la ley. Este Otro se particulariza para cada sujeto, es lo simbólico, por ejemplo, en La Venus de las pieles, mientras Wanda se mantiene para Severin en términos ilusorios, imaginarios en su ama con las condiciones planteadas es ella, una vez que traspasa los límites del contrato convenido, ya no es ella, se pierde para sí misma y para Severin.

Puedo aventurar que incluso un contrato conciliatorio entra en el orden de lo imaginario, y en virtud de que el inconciente siempre nos juega de manera involuntaria, hace su aparición sin la participación de nuestra conciencia, es difícil precisar que un contrato complaciente, en términos de una erótica singular, vaya a resultar como se espera, se desconoce cómo se desbordará.

Finalizará Lacan insistiendo en que lo que opera fundamentalmente en el masoquismo es la angustia, es más la angustia del Otro. La manera en que esta angustia de presentará en el masoquista y en la figura de una mujer, será descrita metafóricamente por Lacan retomando el matrimonio entre Sacher-Masoch y su esposa Aurora Rümelin, quien tomó el seudónimo de Wanda, la protagonista de La Venus de las pieles, él dice:

Sacher-Masoch, tan ejemplar como el anterior, nos ha dado de la relación masoquista todas las estructuras que encarna en la figura de una mujer, este otro al que hay que hurtarle el goce, goce absoluto pero completamente enigmático. No es cuestión de que este goce pueda la mujer causarle placer, lo tiene sin cuidado al masoquista es lo que por su mujer bajo el camuflaje del nombre de Wanda en La Venus de las pieles, cuando escribe sus memorias nos muestra hasta qué punto está embargada por sus requerimientos tanto como un pescado de su manzana 35

Maravillosa metáfora, a los pescados no le gustan las manzanas, no en balde, este matrimonio entre Aurora Rümelin y Sacher-Masoch terminará en divorcio, debido a que ella no podrá más con los requerimientos de Leopold von Sacher-Masoch, traspasará los términos del contrato conciliatorio, tomará un amante, Armand Rosenthal, y en sus memorias se quejará sobremanera de la erótica de Sacher-Masoch.

No puede soslayarse la aportación que Rodrigo Toscano agrega de que el masoquista no se complementa con el sádico y viceversa, posición expresada por Gilles Deleuze, así, R. Toscano aporta un asunto fundamental, es preciso que el masoquista eduque a su sádico y que el sádico eduque, forme a su masoquista, de otro modo la supuesta relación colapsa.

Merece destacarse un poco de lo que Lacan explicita en el Seminario 16, De un otro al otro, en este seminario cuando plantea que no hay relación sexual entre macho y hembra, que hay un acto y nos habla del trabajo del analista, es interesante que para hablarnos de esto recupera la práctica masoquista, en donde el amo es el masoquista desde su posición de esclavo, luego pasa a la práctica psicoanalítica y dice que se asemeja a la práctica masoquista en tanto el analizante hace al analista, luego hace una torsión Lacan y ubica la práctica analítica en el lugar de sujeto supuesto saber, dice Lacan:

Lo mismo el error, y hablando propiamente, la ineptitud de lo que no se ha avanzado sobre el asunto de lo que se refiere a la cura psicoanalítica de la psicosis y el fracaso radical que allí se marca al situar, justamente, la psicosis en una psicopatología, que siendo de orden analítico, tiene los mismos resortes. Seguramente, si he indicado que habría podido articular alguna otra cosa alguna cosa de la cual declaro haber sido, felizmente no considerado, sobre el asunto del acto psicoanalítico es en el horizonte de lo que se refiere al masoquista que convendría plantear esta articulación. Y, seguramente, no para confundir el acto psicoanalítico y la práctica masoquista, pero sería instructivo y, de algún modo, abierto, indicado ya por lo que hemos podido decir, por lo que se exhibe literalmente en la práctica masoquista, a saber, la conjunción del sujeto perverso con hablando propiamente el objeto a. De un cierto modo, se puede decir que tan lejos como se lo quiera, el masoquista es el verdadero amo. El es el amo del verdadero juego. Puede naufragar allí, seguramente. Hasta existen todas las posibilidades que naufrague allí, porque le es necesario nada menos que el gran Otro. Cuando el padre eterno no está más allí para llenar ese rol, no hay nadie más. Y si ustedes se dirigen a una mujer, seguramente, Wanda, no hay ninguna posibilidad: ¡Ella no comprende nada de eso, la pobre! Pero el masoquista naufraga bien, al menos goza de ello. De suerte que se puede decir que él es el amo del verdadero juego. Es bien evidente que nosotros no pensamos un sólo instante en imputar un tal suceso al psicoanalista. Eso sería concederle confianza sobre la búsqueda de su goce, la que estamos lejos de acordarle. Por otra parte sería poco conveniente. Para probar una fórmula que tiene su interés porque tendré que retomarla, y no es necesario sorprenderse de ella, a propósito del obsesivo, diremos que el psicoanalista se hace el amo (maître) en los dos sentidos de la palabra hacer. Presten un poquito de atención aún, cinco minutos, porque esto está muy en corto-circuito y es delicado. Perciben bien la cuestión alrededor del acto psicoanalítico, es, como se los he dicho hace un momento aquélla de este acto decisivo que hace surgir, inaugurarse, instaurarse al psicoanalista. Si como se los he dicho hace un momento, indicado el psicoanalista se confunde con la producción del hacer (faire), del trabajo del psicoanalista, es allí donde se puede decir que el psicoanalizante hace, en el sentido fuerte del término, al psicoanalista. Pero se puede decir también que en el momento preciso en que surge el llamado psicoanalista, si es tan duro de asir lo que puede impulsarlo allí, a hacerse el psicoanalista, a hacerse aquel que garantiza al sujeto supuesto saber. ¿Y quién, al comienzo de su carrera, no ha confesado a alguien querer ayudarlo en sus primeros pasos, y allí el tiene justamente ese sentimiento de hacerse el psicoanalista? Por qué retirar su valor a este testimonio 36

La diferencia entre la práctica masoquista y la práctica psicoanalítica la instaura Lacan en el sentido de que el analista no es el amo del analizante, pero si lo soporta, lo sostiene como objeto a, nos dice:

Pero esto es lo que permite, al retomar esas dos funciones de la palabra hacer (faire), decir que es verdad que llevando a alguien al término de su psicoanálisis, al término de esta incurable verdad, al punto de aquél que sabe que si hay acto, no hay relación sexual; ¿no es eso hacer allí aún si no es a menudo que ocurra un verdadero dominio (maîtrise) en alguna parte? Pero, por otra parte, contrariamente al masoquista, si el psicoanalista, él también, puede ser dicho como teniendo alguna relación con el juego, no es ciertamente porque él sea su amo, sino porque al menos, lo soporta, encarna el color que manda en ese juego, en la medida en que es él quien viene a jugar el peso de lo que se refiere al objeto a. ¿Qué pasa con él entonces, después de haber impulsado hasta aquí, sólo hay este discurso, desde el punto donde puede situarse ese discurso mismo, a saber desde donde yo lo enuncio?. ¿Es aquél donde se sostiene el sujeto supuesto saber? ¿Puedo yo ser el sabio, hablando del acto psicoanalítico? Ciertamente no. Nada está cerrado de lo que yo abro como interrogación en lo concerniente a lo que se refiere de este acto. Que yo sea allí el lógico y de un modo que confirma que esta lógica me hace odioso a todo el mundo, ¿por qué no? Esta lógica se articula en coordenadas mismas de su práctica y en los puntos en los cuales ella toma su motivación 37

En tanto el masoquismo es una erótica enigmática, complicada, que produce angustia en los espectadores, que apunta a la angustia del Otro, en tanto implica que el masoquista eduque a su partenaire, podría recuperarse al masoquismo en la clínica para pensar la práctica analítica, pues el analista da soporte al analizante, en palabras de Lacan, el analista hace al analizante, en el espacio analítico de intimidad el analista juega a ser el objeto a del analizante, para éste pueda desplegar su subjetividad y emprendiendo la cura, pasar a otra cosa que ya no implique tanto sufrimiento psíquico.

En cuanto a la posición de Lacan con respecto a su crítica a las nociones psicopatológicas, ubica al masoquismo como una de las perversiones, y de ellas, al igual que las neurosis y las psicosis dice que son solamente caras de la normalidad 38. Así entonces el masoquismo solo sería entonces una cara de la normalidad y la erótica hipersensual del Sacher-Masoch se sostiene de forma peculiar en el psicoanálisis desde su exquisita singularidad.

He aquí de nuevo lo enigmático y complejo del masoquista y del masoquismo. Desde mi muy particular punto de vista continúo planteando la importancia de recuperar a Sacher-Masoch en sus escrituras originales, no en balde Lacan nos invita a leerlo directamente.

Notas

1 Artículo que formará parte del libro Psicoanálisis, Educación y Sociedad, coeditado por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y por Universidad Autónoma de Querétaro, en prensa.

2 Jacques Lacan; Seminario 7, La ética del Psicoanálisis; Sesión del 18 de mayo de 1960; en Sténotypies; École Lacanienne de Psychanalyse; http://www.ecole-lacanienne.net/ ; p.11.

3 Richard von Krafft-Ebing, Psychopathia Sexualis, Ed. Mathes & Seitz Verlag GMBH, München Deutschland, 1997, p. 105.

4 Ibíd., p. 106

5 Jacques Lacan, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis; Sesión del 13 de mayo de 1964, http://psicoanalisis.hypermart.net/clas1.htm

6 Jacques Lacan, op. cit., sesión del 13 de mayo de 1964, versión electrónica.

7 Ibid.

8 Jacques Lacan, Seminario 4, La relación de objeto; 1956-57, sesión del 27 de febrero de 1957, versión electrónica.

9 Jacques Lacan, Escritos, De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, 1957-58, Ed., S. XXI, T. 2, México, 1980, p 536.

10 Jacques Lacan, Seminario 4, La relación de objeto, 1956-57, sesión del 30 de enero de 1957, versión electrónica.

11 Jacques Lacan, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 1964, versión electrónica.

12 Jacques Lacan, Escritos, Kant con Sade, 1962, Ed., S. XXI, T. 2, México, 1980, p. 754.

13 Jacques Lacan, Escritos, Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano, 1960, Ed. S. XXI, México, 1980, p. 803.

14 Jacques Lacan, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, 1964, sesión del 13 de mayo de 1964, versión electrónica.

15 Jacques Lacan, Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconciente freudiano, 1960 op.cit., p 806.

16 Jacques Lacan, Seminario 4, La relación de objeto, 1956-57, 16 de enero de 1957, versión electrónica.

17 Jacques Lacan, Seminario 10, La angustia; Sesión del 13 de marzo de 1963, Fac. de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina, sin fecha, p. 188.

18 Jacques Lacan; Escritos 2; Posición del inconciente; marzo de 1964, Ed., S. XXI; México; 1980; p.828

19 Ibíd., p.827.

20 Sigmund Freud, Nuevas conferencias de Introducción al Psicoanálisis: Conferencia 32, La angustia y la vida pulsional, T. XXII, p. 96.

21 Marcelo Pasternac y Nora Pasternac, Comentarios a neologismos de Jacques Lacan, epeele, México, 2003, p. 186

22 Jacques Lacan, Seminario 10, La angustia; Sesión del 12 de febrero de 1963, Fac. de Psicología, Universidad de Buenos Aires; Argentina, sin fecha, pp. 165-166.

23 Ibid., p.167.

24 Ibid., p. 167.

25 Ibíd., p.168.

26 Jacques Lacan, Seminario 10, La angustia, Sesión del 6 de marzo de 1963, Fac. de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Argentina, sin fecha, p. 177.

27 Jacques Lacan; op.cit.; p. 177

28 Lacan se refiere al mito cristiano más fundamental para él, el mito de Jesucristo, el hombre que impulsó las cosas hasta el último término de una angustia, cuyo sacrificio se instauró a nivel del padre, Ibíd., p 177.

29 Lacan, Jacques, Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Sesión del 13 de mayo de 1964, http://psicoanalisis.hypermart.net/clas1.htm

30 Jacques Lacan, Kant con Sade, op.cit., p.754.

31 Jacques Lacan, Seminario 10, La angustia; Sesión del 6 de marzo de 1963, Fac. de Psicología, Universidad de Buenos Aires; Argentina, sin fecha, p. 182.

32 Idem, Sesión del 13 de marzo de 1963, p.188

33 Ibid., p. 190

34 Ibid., p. 190

35 Jacques Lacan, Seminario 14, La lógica de la fantasía, Sesión del 14 de junio de 1967, en http://www.angelfire.com/mb2/psi/16nov66.htm

36 Jacques Lacan, Seminario 16, De otro al otro, sesión del 4 de junio de 1969, vesión inédita

37 Ibíd.

38 Jacques Lacan, Seminario 9, La identificación, sesión del 13 de junio de 1962, versión inédita

 

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