Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Del trauma: "La sociedad de la nieve"
Jorge Bafico

Imprimir página

"Logramos sobrevivir solamente con los afectos,
porque no teníamos otra cosa, salvo el uno con el otro
".
Moncho Sabella

Testimonios que recortan lo traumático.

"Actualmente no vivo en la montaña, aunque no puedo sacármela de encima" (Canessa) 1

"Durante muchos años la cordillera fue un trauma, me encerré y no conseguía hablar de ello... me costó mucho tiempo hacer la catarsis de todo lo que había sufrido...

Sólo me sentía bien con el grupo de sobrevivientes porque hablábamos el mismo leguaje emocional" (Mangino) 2

"De los Andes salí –a otros les sucedió lo mismo- muy rígido, muy frontal, muy frío... Recuerdo haber maltratado a mis padres y hermanos cuando me venían a visitar... yo sólo quería dormir o comer, estaba cansado y no quería que me molestaran...". (Algorta) 3

"Cuando Regresé a la vida, demoré muchos meses para volver a dormir como lo hacía antes del accidente. Porque allá arriba pasaba las noches en vela, durmiendo a intervalos, donde el sueño nunca es sueño del todo". (Pancho Delgado) 4

Una experiencia imprevista, terrible o considerada traumática no necesariamente deviene en un acontecimiento traumático.

Varias personas expuestas a un hecho conmocionante no lo registran del mismo modo, ni sus efectos son los mismos en todos. Siempre se pone en juego lo particular de cada uno.

Se trataría entonces con qué recursos subjetivos cuentan las personas para enfrentar determinadas situaciones. En buena medida de ello depende que en ciertas circunstancias esos acontecimientos sean vivenciados o no como traumáticos.

Para que haya trauma, el mismo tiene que producirse en dos niveles: uno que esté comprendido en una dimensión física. Se trata necesariamente de una irrupción, ese es el primer nivel.

El segundo nivel tiene que ver cuando se intenta trasmitir el acontecimiento traumático; ahí las palabras no tienen valor.

Muchas veces, el sujeto frente a la irrupción de esa terrible contingencia, queda imposibilitado de simbolizar el acontecimiento. Carece de las herramientas necesarias para poder brindar una explicación. Solamente se manifieste en un retorno tortuoso.

Un trauma implica una detención del tiempo. ¿Por qué?, porque en ese lugar las palabras perdieron su validez.

En enero de 1973, en una entrevista que se le realizó a uno de los sobrevivientes de los Andes, Alfredo Delgado, aparece claramente lo mencionado:

"-Por empezar, algo muy vago: ¿cómo estás, cómo te encontrás?

- Todavía no estoy, todavía no me encuentro.

-¿Cómo es eso?

-Ocurre que todavía estoy flotando, no he podido hacer pie, no he vuelto a mi vida de antes. Los reportajes, el viaje a Montevideo, el recibimiento, el encuentro con los familiares, cada encuentro con cada amigo es un nuevo sacudón. Me está costando bastante volver a mis cosas, siempre hay algo que viene y me acude, un abrazo, un saludo, un encuentro. No hay caso, no termino de despertar.

-¿No será que has despertado, pero de una manera diferente, tan diferente que vos no lo advertís y confundís tu despertar a una nueva visión del mundo con una especie de pesadilla o algo así?

-Algo de eso hay. Estoy despertando y veo todo diferente, pero estoy seguro que todavía no he retornado, no me he despertado del todo, porque no he tenido respiro, todo está muy cerca. No me acostumbro a estar de regreso, no me acostumbro. Veo esta esquina que vi tantas veces y la veo por primera vez y me produce no sé qué extraña cosa. Veo ese café, aquel puente, estos árboles y siento que todo es nuevo y muy viejo a la vez". 5

El testimonio de Delgado en ese momento, expone un discurso del trauma desubjetivado a partir de un saber escrito en el cuerpo. De un saber que a la vez es consciente e inconsciente y que va a aparecer en la crisis de reviviscencia traumática

Se pregunta Françoise Davoine en un seminario sobre "El trauma y el lazo social"6 sobre los traumatizados de guerra: "¿cómo hacer para que esas personas que ya no pertenecen a nuestro mundo, que fueron radicalmente cambiadas por lo que les sucedió, puedan volver a nuestro mundo?"

¿Qué hacer cuando un acontecimiento es potencialmente tan terrible que deja a la persona al borde de la locura?

 

Rivers

Quizás la experiencia de William Rivers pueda ayudarnos para avanzar en esta cuestión.

Rivers fue un psiquiatra y antropólogo inglés conocido por su trabajo con los soldados que sufrieron "shell shock" (neurosis de guerra) durante la primera guerra mundial.

Rivers comprueba que en la guerra a los soldados les suceden dos cosas:

a) los matan.

b) la mayoría no regresa bien: quedan físicamente discapacitados o sufren traumas mentales.

Los pacientes de William Rivers sufren terriblemente: alucinan, no pueden hablar, sufren de parálisis y vómitos permanentes. En lugar de tratarlos con descargas eléctricas (que era lo que se utilizaba en la época), el psiquiatra inglés opta por hablar con ellos. Estaba convencido de que solamente la recuperación paulatina de la memoria los podía curar.

Rivers plantea que la superación y el olvido de lo sucedido no sería posible sin la recuperación previa de la memoria. A tal fin diseña una forma de trabajo que implica necesariamente la participación del terapeuta7 en el lugar del combate.

Rivers sistematiza su práctica con los combatientes traumatizados alrededor de seis principios:

El primero se centra en no diagnosticar nunca, porque si se hace, los soldados traumatizados podrían transformar el inmenso saber de los traumas de guerra en enfermedad; lo que conlleva la posibilidad latente de convertirse en inválidos de por vida.

El segundo principio se refiere a no medicar, excepto ligeros sedativos para dormir. Si se abusaba de esas drogas los soldados traumatizados perdían su estado de vigilia y quedaban en peligro de muerte.

El tercero corresponde a la proximidad; el psiquiatra debe trabajar próximo al frente y debe estar sometido al mismo terror, al mismo peligro que los soldados. No debe estar detrás de ellos como los desertores que abandonaron a sus compañeros.

El cuarto principio se trata de la inmediatez. De la necesidad de hablar de lo que pasa aquí y ahora en ese lugar; porque el saber del trauma no es un saber reprimido, ocurre en el presente.

El quinto principio es el de la esperanza. El médico en tiempos de guerra trabaja sobre el hecho de que el soldado traumatizado es esperado por el resto de sus compañeros, con los que conforma un solo cuerpo.

El sexto y último principio corresponde a la simplicidad; Rivers propone hablar con claridad y simpleza.

En el trauma el tiempo se detiene, el pasado no tiene sentido y el futuro tampoco y el traumatizado queda en una situación de total imprevisibilidad. Nada tiene sentido, sólo la supervivencia. Rivers plantea que hay que crear una nueva situación, trabajando como parte de un equipo junto a los combatientes en el frente de batalla. Estos principios sustentan el arduo trabajo contra la locura de la guerra.

 

Malvinas

Nuestro país no ha vivido guerras bélicas de importancia, sí nuestros vecinos argentinos y no hace tantos años con aquella absurda guerra de las Malvinas.

Centremos la cuestión antes de ir a la tragedia de los Andes, en algunos testimonios de los ex combatientes de Malvinas.

"Malvinas fue un  crac en mi vida; hay un antes y un después... Es muy raro que no esté en Malvinas algún día... Tengo sueños con Malvinas, pesadillas, recuerdos... es necesario cerrar la llaga y aprender a convivir con esa llaga".8

"Fuimos engañados a Malvinas, fuimos carne de cañón. Yo le echo la culpa al pueblo por haberlo apoyado y porque hubo una traición de la gente... Reniego de lo que no pude decidir, de lo que me impusieron contra mi voluntad. Que se caguen, son soldados. El más grande verduguea al más chico... Teníamos que hacer guardia para que ellos descansaran. Les teníamos más bronca a ellos que a los propios ingleses". 9

"Los suicidios son por algo... No quiero que el veterano de guerra sufra mas... La guerra fue una traición que costó vidas. El olvido apunta a la traición. Para mí es importante que no haya traición... Cuando te mandaron a la guerra eras el mejor, cuando volviste perdiste la guerra...". 10

"El veterano se siente que está aparte de la sociedad... Cuesta entrar en la sociedad porque tenemos resentimiento, lo mismo que ellos... Se lo margina al veterano de guerra por la imagen que tiene. El veterano se discrimina muchas veces. Cuesta reinsertarse...". 11

Los testimonios son elocuentes: los combatientes de Malvinas reclaman el derecho a pertenecer a algo que no pueden ser. Se trata de confesiones que reflejan una herida abierta imposible de cicatrizar. Una que se produce por una doble traición: la de los jefes y la del pueblo.

A través del padecimiento subjetivo es posible discernir que muchos de los ex combatientes de Malvinas quedaron suspendidos en cierto período de su pasado y repiten en sueños, una y otra vez, aquella situación traumática.

El maltrato despiadado, la falta de respeto por parte de sus superiores, la pérdida de protección y cuidado del Estado y el hecho de quedar a merced de la pura contingencia, son pruebas del desamparo más radical.

El ex combatiente traumatizado de Malvinas queda ubicado en el mismo lugar que el trauma: como un cuerpo extraño. Ni interior, ni exterior. Está adentro, pero afuera; se instala como un elemento extraterritorial en el propio territorio.           

Algunos de ellos dieron muestras que no pudieron "metabolizar" su trauma, alucinando o con episodios de angustia imposible de mitigar.

 

Tratamiento

El psicoanalista Diego Nin escribe a Pedro Algorta12 sobre los efectos del trauma. Y diferencia los efectos de éste en los combatientes de Malvinas y en los sobrevivientes de los Andes. Explica que en la guerra de las Malvinas existieron determinadas circunstancias que contribuyeron a que el trauma virara hacia la locura.

La experiencia de lo que llama "La traición del los jefes", fue uno de ellos. El maltrato y el ensañamiento de los superiores con los combatientes fue moneda corriente.

Otro de los elementos que observa Nin en la guerra es "la muerte del amigo", se trata del fenómeno que se produce en algunos traumatizados de Malvinas con relación a la muerte del compañero y la culpa que genera el no haber muerto con él o el no haber podido salvarlo.

Por último, Nin plantea en la carta a Pedro Algorta que la valoración social y familiar de la experiencia es muy importante en este tipo de situaciones. Los soldados de Malvinas que regresaron fueron socialmente condenados, vapuleados. La sociedad los apartó y socialmente la mayoría se convirtieron en marginales.

La sociedad de la nieve

¿A los sobrevivientes de los Andes les sucedió lo mismo?

Parecería que el estatuto del trauma que se recorta del testimonio de los dieciséis sobrevivientes de los Andes no tiene la misma significación que la de los combatientes de las Malvinas.

Como mencionábamos anteriormente, el giro de lo traumático hacia la locura implica la detención del tiempo porque las palabras perdieron su validez.

Cuando uno lee los diferentes documentos de "La sociedad de la nieve", entiende que la posición de los sobrevivientes con respecto a los testimonios de los combatientes de Malvinas es diferente.

Los sobrevivientes dieron pruebas que han discurrido en una vida, en general, bastante equilibrada: estudiaron, se recibieron, trabajaron, se casaron, la mayoría sigue con sus familias, muchos de ellos son hombres exitosos en sus profesiones y trabajos. Nadie ha "enloquecido" o suicidado a modo de los ex combatientes de Malvinas.

Aquí las palabras tienen validez.

"La experiencia de ustedes tuvo elementos comunes con la situación límite de la guerra, aunque también diferencias importantes. El libro "La sociedad de la nieve" muestra que para algunos hubo estrés postraumático pero no traumas profundos; para los soldados no necesariamente la situación de guerra en sí es traumática, para algunos sí, por supuesto, pero las privaciones físicas y biológicas no tienen por qué serlo. No es el hecho en sí del congelamiento lo traumático, sino el sentido que adquiere en relación al Otro. Lo de Uds. fue bien diferente porque no estaban en situación de ser traicionados por superiores de los cuales dependiesen ni armaron internamente una estructura que pudiera terminar en eso. Los soldados se congelaban, se gangrenaban, les amputaban las piernas, pasaban hambre, tenían que salir a robar comida sabiendo que el castigo era estar estaqueado desnudo todo un día bajo la lluvia y el aire helado. Uds. de pronto tuvieron más hambre y más frío, pero para ellos eso no era una fatalidad accidental, esa es la diferencia, para ellos esa era una decisión deliberada de los oficiales, había una intención maligna, ellos fueron traicionados en relación al código, utilizados como mera carne de cañón y para peor cuando regresaron se encontraron con que todo el país había donado toneladas de abrigo y alimentos, joyas, dinero para ellos y eso jamás les llegó, se lo vendieron todo los oficiales corruptos que los traicionaron. Y para peor la sociedad luego los negó. Uds. nunca sintieron que lo que les pasó haya sido mala voluntad o malicia de Otro del cual dependían, lo tomaron como la fatalidad que fue. Entonces está el sufrimiento extremo pero con la otra variable decisiva que es el porqué se sufre y el para qué se sufre, esa vivencia puede ser muy diferente aunque el sufrimiento físico sea más o menos equivalente". 13

¿Por qué no enloquecieron?

Las respuestas parecen encontrarse en los testimonios de los sobrevivientes: el amor y el grupo. Los dos significantes coinciden en todos los testimonios. Significantes porque de alguna manera se inscriben en un lugar.

Coche Inciarte, uno de los sobrevivientes, responde sobre la razón de por qué no terminaron como muchos de los ex combatientes de Malvinas: locos o suicidados. La respuesta tiene que ver con que hicieron una especie de terapia entre ellos durante los 72 días

El amor tiene que ver con eso, él lo llama terapia de grupo, que implicaba el poder sostenerse en el otro.

A diferencia de las Malvinas ellos nunca vivieron la traición del jefe, ni sintieron que lo que les pasó fue una fatalidad.

La "terapia de grupo" funcionó porque se basó en los principios planteados por Rivers: sencillez, proximidad, inmediatez y esperanza.

 

Cuerpo de varios

Varios sobrevivientes confiesan que fue el alud el momento más terrible de los 72 días en los Andes, pero también el acontecimiento que terminó de consolidar el grupo como el "cuerpo de varios":

"Cuando permanecimos sepultados bajo la nieve durante tres días después del alud, se creó un antes y un después, separando dos historias diferentes.

Salimos ocho menos, pero salió uno más, y ese "más uno" inmaterial nos advirtió que se terminaban definitivamente las mezquindades de la sociedad "civilizada". Fue ahí cuando entré en un contacto mucho más estrecho con una fuerza superior...

Todo el equipo funcionó como un organismo nuevo y muy eficaz". (Coche Inciarte) 14

"A partir de ese entonces (el alud) se profundizó esa sociedad del sexto sentido, se consolidó la cuarta dimensión. Que no es brujería, sino otra forma de conocimiento a la que accedimos en un espacio y en un tiempo donde el aprendizaje normal y racional tenía pocas posibilidades de ofrecer soluciones. Nos vamos convirtiendo en locos que funcionan por amor y sensibilidad". (Adolfo Strauch) 15

 

De la guardería de Hampstead a los Andes.

Anna Freud además de ser la hija de Freud, fue una analista que se especializó en el trabajo con niños y en particular con niños traumatizados.

Huyendo de la guerra, los Freud se exiliaron en Inglaterra. Las tías de Anna no tuvieron la misma suerte de escapar, fueron deportadas a campos de concentración donde murieron.

Anna Freud tenía un verdadero trauma por el hecho de que ella y su padre habían podido escapar a Inglaterra pero habían dejado a esas cuatro mujeres viejas libradas a un trágico destino.

En 1941, Anna creó una guardería en la zona de Ham pstead destinada a niños que habían vivido terribles experiencias de guerra.

Para Anna, ocuparse de esos niños era una manera de cuidar el sufrimiento de su propio trauma.

La guardería de Hampstead se organizaba en una pequeña familia con cuatro o cinco niños y una persona que oficiaba como madre. Un intento de restituir lo perdido.

Anna construyó una linda casa para unos niños que habían nacido en el campo de concentración de Terezin. La casa era muy acogedora, con juegos. Sin embargo, cuando llegaron los niños traumatizados se comportaron terriblemente, con una violencia llamativa; destrozaron la casa y la transformaron en un campo de concentración, tal como era su lugar.

Ana Freud escribió sobre su propia dificultad respecto de esos niños y particularmente porque hicieron fracasar toda su teoría.

Lo más importante del comportamiento de estos niños traumatizados más allá de la violencia, es que los cinco conformaban un solo cuerpo. No se podían separar. Funcionaban como una sola unidad; si se les daba un pedazo de pan inmediatamente lo repartían entre todos y no soportaban tener un pedazo más grande. No se trataba de una cuestión altruista sino de una necesidad vital de alimentar a ese cuerpo conformado por varios. En eso consistía su supervivencia.

La forma de funcionamiento en los Andes no fue demasiado diferente a este "cuerpo de varios":

"Él (Roberto) consideraba que yo tenía que caminar para fortalecer los músculos, porque de lo contrario, si en algún momento teníamos que salir caminando, yo no podría hacerlo, y si yo no podía, él tampoco saldría".16

Todos o ninguno, un solo cuerpo, un cuerpo de supervivencia. Allí no había imagen especular. Es un cuerpo que no se reconoce en el espejo. El cuerpo en esos momentos tiene que ver con el grupo.

La experiencia de supervivencia de los Andes dio muestras de un funcionamiento cercano a la locura, pero imprescindible para poder resistir.

Un tiempo en que se imponía un mundo sin deseo, salvo el de sobrevivir.

Las características de este cuerpo de varios estaría dada por:

En el reportaje que le realizaron en el año 73 a Pancho Delgado, al final del mismo decía:

"¿Tus días en el colegio, no los recordás?

-Sí, pero sin contornos... del colegio lo que me viene ahora a la memoria es mi mejor amigo, Numa... Numa Turcatti, Turcatti con dos "t". El también viajó en el avión, yo lo convencí para que viniera, la convencí a su madre para que lo empujara a él, que era medio flojo para salir... Numa se murió a los sesenta días, faltando tan poquito, en mis brazos, una mañana. Era como un hermano, más todavía... y pensar que no lloré, que no pude llorar ni en ese momento, porque ya tenía la caparazón puesta...".17

Pedro Algorta le escribe a Diego Nin algo similar:

"Allí arriba estábamos blindados, no nos dábamos el lujo de sufrir, de pensar en nuestras casas, en nuestras familias. A mí se me murió un amigo en mis brazos, pero lo lloré unos segundos, después de muerto, ya no era él, y me puse su abrigo porque hacía frío. Y hoy no me genera ningún remordimiento, ninguno de nosotros ha tenido pesadillas con el tema".18

La lealtad con los que están muertos aparece muy fuertemente en los testimonios de todos los sobrevivientes.

Gustavo Zerbino19, confiesa que no quería irse de la montaña sin llevarse recuerdos de los muertos para ser entregados a los familiares. Zerbino estaba dispuesto a morir por ellos, los muertos.

¿Por qué estos hombres no enloquecieron, o se suicidaron como los combatientes de Malvinas?

Para que un traumatismo se convierta en algo que vire hacia la locura hacen falta que sucedan otras cosas además del acontecimiento traumático: la traición o la muerte del compañero, pero sobre todo la desvalorización social del acontecimiento.

Cuando se dan estos elementos, hacen del traumatizado alguien que está ya muerto, que regresa como si fuera un muerto viviente. Alguien que no puede inscribirse simbólicamente.

Los sobrevivientes de los Andes nunca dejaron de pertenecer a nuestro mundo, ya que pudieron inscribir socialmente su tragedia.

Si bien nunca volverán a ser como eran antes y probablemente su sufrimiento no sea nunca totalmente calmado -porque de alguna manera ellos cultivan ese sufrimiento, ellos lo buscan, porque hay una lealtad hacia aquellos que fueron muertos- pudieron permitirse a través de una sociedad que los arropó y los nombró como una "sociedad de la nieve".

Pasaron más de treinta años para que apareciera el libro "La sociedad de la nieve", más de treinta años para que la totalidad de los sobrevivientes pudiera dar su testimonio y tratar de explicar su función dentro del grupo, su participación en la tragedia, explicar su heroísmo, porque no podemos dejar de utilizar esa palabra: "heroísmo" en el sentido del esfuerzo que lleva al hombre a realizar hechos extraordinarios.

El libro contribuye a una transmisión, a un intento de inscripción a un linaje: los "sobrevivientes". Quizás allí la explicación del porqué su página web se llame "viven.com". Una transmisión que dé cuenta del pasado y del presente, la forma de interpretar la realidad, los ideales y los valores y sobre todo el comprender hacia dónde van.

Treinta años después "La sociedad de la nieve" construye definitivamente una trama que permite a los sobrevivientes encontrar un sentido, un reencuentro y una inscripción posible en la historia a ser contada.

O como dice Canessa: "Actualmente no vivo en la montaña, aunque no puedo sacármela de encima", o Parrado: "Con el tiempo la montaña se convirtió en una parte de mi vida, afectó mi carácter, mi destino, debo aceptar que será así para siempre…"

Notas

1 Vierci, P., "La sociedad de la nieve", ED. Sudamericana, Uruguay, 2008, pág. 37

2 Idem, pág. 133

3 Idem, pág. 194

4 Idem, pág. 302

5 www.viven.com.uy

6 Davoine F. y Gaudilliere, "Locura y lazo social", inédito

7 La palabra terapeuta es de origen griego y significa principalmente el segundo en el combate.

8 Pérez, G., "De la clínica con veteranos de Malvinas", http://www.elsigma.com

9 Idem

10 Idem

11 Idem

12 survivorwalk.blogspot.com

13 http://survivorwalk.blogspot.com/2009/01/sobre-traumas-y-monumentos.html

14 Vierci, P., "La sociedad de la nieve", ED. Sudamericana, Uruguay, 2008, pág. 57

15 Idem, pág. 97

16 Vierci, P., "La sociedad de la nieve", ED. Sudamericana, Uruguay, 2008, pág. 175

17 www.viven.com.uy

18 http://survivorwalk.blogspot.com/2009/01/sobre-traumas-y-monumentos.html

19 Vierci, P., "La sociedad de la nieve", ED. Sudamericana, Uruguay, 2008

Volver al sumario del Número 26
Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 26 - Octubre 2010
www.acheronta.org