Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Pacto, tacto y acto en una psicosis
Gerardo Herreros

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Lo mismo el error, y hablando propiamente, la ineptitud de lo que no se ha avanzado sobre el asunto de lo que se refiere a la cura psicoanalítica de la psicosis y el fracaso radical que allí se marca al situar, justamente, la psicosis en una psicopatología, que siendo de orden analítico, tiene los mismos resortes.

J. Lacan
De un Otro al otro

PACTO

Mario tiene más de 30 años y pasó la mitad de su vida padeciendo crisis psicóticas y consumiendo dro gas que lo llevaron a múltiples internaciones; muchas de ellas en granjas de rehabilitación donde pensaban que su delirio y alucinaciones eran efecto de las drogas. En el mejor de los casos, sostenían que era un "paciente dual".

Nos conocimos luego de una internación psiquiátrica, a los pocos meses de la muerte de su padre. Llamado como psicoanalista, lo derivé en principio con un psiquiatra para el control de la medicación, pero tuvo sólo una entrevista con él. El discurso disgregado, metonímico, sin anclaje, por momentos incoherente, con un delirio mal estructurado, contrastaba con una fuerte convicción: "No tomaría la medicación". No confiaba en los psiquiatras y menos en la medicación, único tratamiento con el que insistía, contradictoriamente, su madre, por otra parte incluida ésta en sus ideas persecutorias.

Acepté el Pacto en principio, cosa que nos sorprendió a ambos. Sobre todo a mí, pues era un paciente de riesgo. Sin embargo, la vinculación directa entre su madre y la medicación, las infinitas internaciones con salidas y abandonos de tratamientos, lo problemático de su historia y algo de mi deseo que se jugaba allí, hicieron que acepte el desafío.

Comenzamos a vernos con una regularidad llamativa, hasta el día de hoy hace ya casi dos años, tiempo record para Mario sin internaciones.

La táctica en la cura, a la que llamo Pacto, fue acceder parcialmente a sus requerimientos pues había pasado por múltiples tratamientos y cualquier parecido a una entrevista "psi" lo ponía reticente y, a veces, hasta agresivo. Así, el clásico encuadre fue cualquier cosa menos ortodoxo. Tomábamos café en la cocina, comíamos alfajores que él traía, íbamos a comprar cigarrillos al kiosco y las entrevistas podían durar 5 minutos o una hora. Todo esto fue consolidando un lugar de compañero imaginario en el que iba instaurándome con los riesgos que ese eje tiene en el tratamiento de las psicosis y que no pocas veces tuve que sortear. En parte porque era la madre quien me había llamado y quien pagaba mis honorarios.

Pero compañero y testigo que por otra parte no tenía. Luego de la muerte del padre, único referente para él y no menos problemática relación, se viene a vivir a La Plata, lugar de residencia de ese Otro materno cuya posición enunciativa dejaba leer que no había habido ningún lugar en su deseo para un hijo. Separada del padre en el exilio político que vivieron, su actual pareja era uno de los principales perseguidores para Mario.

Aislado en su departamento que ella le había alquilado a instancias mías, pues la convivencia ya había derivado en dos internaciones en pocos meses, Mario pasó horas fumando marihuana y conectándose mediante las vibraciones de la guitarra con todos sus perseguidores y fundamentalmente con Keith Richards, el guitarrista de los Rolling Stones a quien atribuye haberlo penetrado por el ano, no pudiendo asociar que ese nombre era homofónico con el de su padre.

Encerrado, decía, sólo salía para venir a las consultas a desplegar su delirio disgregado donde los neologismos abundaban, la metonimia era la regla y la incoherencia tal que muchas veces cortaba la entrevista a los pocos minutos diciéndole que así no le entendía nada, lo que provocaba no pocos problemas y enojos. Aparecerse a cualquier hora, incluso a la madrugada, llamadas por teléfono para contarme algo o pedirme disculpas por sus agresiones que eran un límite para los encuentros, o relatarme algún episodio con su madre por el portero eléctrico mientras yo estaba atendiendo.

A pesar de todos los obstáculos que aun hoy persisten, poco a poco, lo acompañé en el armado de su historia, su delirio, sus tiempos, sus problemas. Así fuimos reconstruyendo su pasado marcado por el exilio de sus padres, el divorcio, los vínculos fuertes de éstos con el poder en la época de la pizza con champagne, donde la droga, el dinero, la política sucia, las orgías y la corrupción marcaron a Mario de manera siniestra.

Creo que fui testigo y parte de un intento de anudar aquello desanudado desde el origen y no pocas veces me descubrí extasiado por esa psicosis tan florida y fecunda. Goce, el mío, que acoté con el cobro de mis honorarios y tal vez con este escrito.

 

TACTO

Mi estrategia, a la que llamo Tacto, pues más allá del Pacto debía maniobrar al límite todo el tiempo, consistió en intentar lograr que: Su madre se hiciese cargo de Mario en la medida de sus posibilidades, que él dejara de consumir pues era notable el desbarranco discursivo cuando lo escuchaba drogado, y fundamentalmente que pudiese ordenar de algún modo el caos gozoso que el desanudamiento borroméico provocaba. Es decir, intentar lograr alguna estabilización en la psicosis y que pudiese funcionar socialmente, pues siempre mantenido por su padre, la herencia que este le dejó se agotaría en pocos años y, sin dudas, un final manicomial avizoraba en su futuro.

Siempre al borde de transformarme en gozador, la primera condición que puse al Pacto, aprovechando la contingencia de un amor, es que o tomaba la medicación –lo estabilizaba muy bien en las internaciones- que yo mismo podía darle o dejaba de fumar, pues así no podía ayudarlo a conquistar a su amada. Decidió dejar de fumar y el resultado nuevamente me sorprendió. Si bien muchísimo más coherente, un cuadro depresivo de tintes melancólico se hizo presente, con lo que evidentemente la droga cumplía la función de alguna suplencia, al punto que en varias ocasiones él mismo me pidió que le diese alguna medicación para su tristeza. Sólo esa idea del amor y nuestros encuentros, lo mantuvo con ganas.

Fue a partir del amor que Mario quiso ordenarse sin encontrar el modo. Llamaba a su amada –exsecretaria del padre- hasta el hartazgo, lo que provocó que le dijera que no la llamara, pues ella como la mayoría, en la que me incluía, se asustaba con sus reacciones y no entendía qué hablaba. Que era mejor que le escribiera una carta y la corregiríamos juntos.

Esta eventualidad produjo un texto de unas 50 páginas que, sin consultarme, envió por mail a todos sus conocidos, incluyendo a su madre. Texto que a modo de testimonio marcaría un hito en la vida de Mario, al punto de mencionar en varias oportunidades que "todo" estaba allí, Aleph delirante y apaciguador que le permite a veces cuando comienza a derivar por la cadena sin lastre, decir "bueno, eso ya lo escribí". Manifiesto y denuncia tranquilizadora que comenzaba así:

"Querida, esta ves voy a pensar que lo que escribo lo vas leer vos pero la idea de esto es armar una pagina web algo que publique que este en la globalizacion para periodistas psicologos psiquiatras, cualquiera que lo lea, pense en ir escribiendo y archivandolo en esa pagina creo que asi me voy a sentir tranquilo hablar no se con quien, o que va a ser algo asi como drogarme o tocar la guitarra".

Ya en el comienzo marca la función de la escritura aun sin él saberlo del todo, una letra que intenta anclarlo, una suplencia que ocupa el lugar de la droga, un amarre que le permite comunicarse, un intento de tener un lugar en el Otro y a la vez protegerse de éste mediante la difusión del escrito. La carta, tal vez también el gatillo de este otro escrito sobre Mario que hoy comparto con Uds., muestra descarnadamente su padecimiento, relata eventos de su vida pormenorizadamente, describe su desencadenamiento, muestra las alteraciones del lenguaje, destila su goce desregulado, transmite la psicosis clínica.

Sin caer en la tentación obscena de mostrarlo todo, les cito sólo un fragmento paradigmático de la lógica del texto:

"Una ves en mexico yo tenia 8 anos estaba jugando un partido de futbol en la cancha del edificio era en un desnivel y alos costados envolviendola estaban las tribunas ahí estaba mi papa

En un contragolpe del equipo contrario venia solo con la pelota el delantero del otro equipo yo estaba de defensor y era el unico atrás de mi equipo corri de frente a chacar la pelota el tipo era grande y de lo que me acuerdo gordo grande sin tener conciencia de la fuerza de el enfrente a la pelota y le pegue de lleno pare la jugada hice bien en ese momento vi que el tipo se hizo a un lado y es el primer recuerdo de lo que seria entrar a dimensiones de otros a donde creo por eso fue el quilombo del exilio de mi papa y un monton dee otras quilombos que voy tratar de describir vi una especie de luz que es a lo que seria el limite de entrar a ese otro lugar para este caso creo fue como una trampa el tipo dejo que yo viera eso era mucho mas grande que yo si lo veo como simple partido me podria haber gambeteado y listo era facil si hubiesemos sido amigos un partido comun , lo que paso es que mi viejo grito lo paro como dandole a partir de ahí el pie perfecto para empesar el quilombo mi muerte a lo otro que no se quien es o quienes eran despues de eso creo el partido se suspendio no recuerdo que siguiera , al otro dia o ese mismo dia pero a la tarde yo estaba en casa y la puerta del departamento se abrio y un tipo o algo como fuera de lo normal mas alto que la puerta y incandesente recuerdo eso tuvo que agachar la cabesa para pasar y era como fuego tenia en cerebro incandecente entro a mi casa con otra persona que era como de una cabeza mas alto que yo tambien entro y me agorro la mano y me llevo al lavadero de mi casa se bajo los pantalones se ocosto en el piso y paro el pito mi mente mi instinto me dice desde ahí lo pienso lo escribo que el sabia era un robo y tambien que eso se lo estaban dando la energia o el pito yo me vaje los pantalones era maya creo algo asi y quise hacer lo mismo ahí entro mi papa al cuarto y con un gesto violento me senalo que me diera buelta contra la pared y asi lo hice asustado y casi llorando recuerdo que mi papa se hacerco y cuando estaba al lado mio diciendome a me reconoces o me escuchas y no lo decia con palabras me toco el culo y a mi se me paro y ahí mi papa dijo ahora vos y lo puso a este tipo el que me agarro de la mano el que se habia bajado los pantalones contra la pared y dijo ahora vos a mi y yo como un perrito sin penetrarlo hice asi como cojerlo fue un segundo nada mas despues no se como se fueron y despues de eso me acuerdo antes de vajar al patio de buelta donde jugaba habia pileta jugos cancha etc mi papa me dijo si alguien te dice puto pegale una pina una (trompada ) escribo asi no encuentro la enie , sigo, y ya era de noche o el atardecer cuando me encontre con dos mexicanos creo y uno me dijo puto y le pegue era mas alto que yo y le pegue en la boca con todo le sangro la boca creo que hasta le rompi un diente enseguida despues de eso corri a mi casa y entre sin decir nada y fui directo a mi cuarto y me meti en la cama tuve una reaccion rara creo que estuve 4 o 5 dias sin mover las piernas y hubo lio por que creo que tuve que pedir disculpas a los padres en una reunion de padresque hubo despues

Quede mal con mi campo magnetico con mi energia y a partir de ahí cuando me acomodaba y eso cuando cerraba el culo lo hacia fuera de mi tiempo o por ciertas palabras de los demas eso fue el quilombo de mi vida"

Podríamos detenernos a analizar el fragmento pormenorizadamente y describir el encuentro con Un padre, la muerte subjetiva, las alteraciones sintácticas, los retornos en lo real, las modificaciones en el tiempo, la disolución imaginaria o los fenómenos en el cuerpo. Pero me detendré no en la función de cura del delirio de Mario, sino en la escritura de éste, pues si bien la metáfora delirante ya estaba desde hacía años y de alguna forma le daba sentido a su existencia reemplazando eso que no fue inscripto en su momento, sin dudas la escritura, su otro trabajo, fue lo que lo apaciguó más y lo apacigua aun hoy agregando todo el tiempo fragmentos, eventos y situaciones al relato. Lo mismo con sus otros a los que les entrega sin pudor y con certeza el producto de su elaboración, intento de barrar al Otro al modo de la multiplicación, de la atomización.

Ahora bien, naturalmente que su amada se asustó aun más con este escrito y que con él no se ganaría ni el reconocimiento de la posteridad como Joyce, ni podría funcionar como objeto de intercambio social. El escrito no le ahorra a Mario el aciago destino de quedarse sin dinero y terminar en el más mísero estado. Pero esa producción nos permitió comenzar a hablar de otras cosas que le posibilitaría algún otro recorrido.

 

ACTO

Es en la política de un tratamiento, siguiendo la caracterización que Clausewitz utilizara para referirse a la guerra, y en éste en particular lo llamo Acto, donde se juega la dimensión más radical del deseo del analista.

Desde el Seminario XI en el que Lacan define al "deseo del analista" como el de obtener la máxima diferencia entre el ideal y el objeto, hasta la casi ubicación del analista como sinthome en relación con la estructura borroméica del sujeto del psicoanálisis, y en el sentido de que el "sinthome" es lo que condiciona "lalangue", J. Lacan da cuenta de un trayecto. Ese trayecto implica haber postulado, en principio, el carácter de "acto" de la interpretación del analista, para precisar mas adelante la naturaleza del mismo. Si como todo acto el "acto analítico" tiene la estructura de un "decir", es porque solo se especifica por instaurar "Otro lugar". La instauración de ese Otro lugar de enunciación "es" el dispositivo analítico mismo.

Pero, si el acto analítico es elaborado en relación a la neurosis, ¿Puede el acto analítico tener incidencia sobre el autotratamiento de lo real?, entendiendo esto último como el trabajo que realiza Mario con los retornos de lo forcluído?.

La respuesta implica, por un lado, en cada caso la posibilidad o no de situar, limitando, esta presencia mortífera del goce, esta continuidad de lo real con lo simbólico y el desanudamiento imaginario que se impone al sujeto bajo diferentes formas, como por ejemplo vejaciones corporales, perplejidad, alucinaciones, atemporalidad, y todo el despliegue del que Mario da cuenta. Pero por otra parte, si el deseo del analista no es sólo el deseo de su fantasma, podrá, en acto, acompañar y balizar un recorrido donde además del emparche simbólico, el sujeto pueda producir un nombre, un lugar, un objeto que posibilite algún vínculo con el otro más allá del delirio.

De este modo, pero apoyado en esa creación siempre inconclusa del escrito sobre el origen, Mario actualmente en las entrevistas se orienta hacia la consecución de un trabajo, a los trámites para alquilar las propiedades que le dejara el padre, hacia el trato sólo administrativo con su madre.

De mails enviados de este tenor:

"nada mas hablo una ves por semana 45 minutos con gerardo y no estoy de animo de provocar con la guitarra eso que me dejaba bien y en posibilidad de existir como alguien no asi como enfermo y todo eso que me encierra o lo contrario a querer estar explicando lo que me pasa y aburrir o generar que me piensen loco y no me deja hablar compartir ni nada y esto de escribir es algo parecido a estar bien".

Donde se puede leer la estabilización frágil pero consistente que la escritura produce, y el cierto reemplazo de las conexiones delirantes con la guitarra que neológicamente llama "provocar" más la diferencia que testimonia entre el explicar metonímico y lo real ordenador de la letra; a recibir un correo con este texto:

"Hola gerardo, te cuento como me fue, entreviste a cuatro personas un comisionista de hacienda que queria un espacio aceptaria otra actividad en la oficina aparte de la suya y todavia a arreglar estaria el gasto de la oficina y mis servicios para con el ese es posible, otro queria directamente alquiler mi participacion no la vi y comento 800 pesos de valor de alquiler y el se encargaba de los arreglos como ambientacion etc, y me contestaba la semana que viene que clase de actividad podia hacer yo y mi dinero pero ese no me convencio, el senor de recoleta me llevo a un amigo dario que es lic en economia y le conte esto"

Sin dudas, sin caer en la adaptación social, entre los dos textos se lee una diferencia. En el segundo hay un saber hacer con eso heredado, un cálculo del otro ni persecutorio ni erotómano, un lazo social a partir del malentendido de la comunicación, una producción de intercambio. Y si bien el trabajo prosigue con fluctuaciones, otro futuro y otro tratamiento del goce es posible aunque por ahora necesariamente soportado por la presencia real del analista.

Noviembre de 2003

(1) Trabajo presentado en las Jornadas de la Cátedra de Psicología Clínica de Adultos y Gerontes. Departamento de Psicología. UNLP.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 18 - Diciembre 2003
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