Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Quemar las N(a)ves
Ruben Leva

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"…el estatuto del psicoanalista como tal no se apoya en otra cosa que esto:
se ofrece para soportar en un cierto proceso de saber ese rol de objeto de demanda, de causa del deseo,
que hace que el saber obtenido no pueda ser tenido más que por lo que es:
realización significante relacionada a una revelación de fantasma".
Jacques Lacan
"El acto psicoanalítico"

En el comienzo, la transferencia:

Comenzar un análisis es un acto. "Un acto está ligado a la determinación del comienzo…" Instala un antes y un después, es fundante e inaugural. Pero, quién es el que hace ese acto?. Si, como dice Lacan, el " meterse" en un psicoanálisis implica para quien lo hace la dimisión del acto, no es a él, justamente, a quien puede atribuírsele la estructura del mismo. Si hay acto, nos dice, habrá que buscarlo en otra parte.

Es el analista quien autoriza su posibilidad al hacerse, en ese acto del comienzo, el garante del Sujeto Supuesto Saber, sin embargo," la transferencia está allí por la gracia del psicoanalizante y sólo puede desarrollarse a costa del constituyente ternario que es el significante introducido por el discurso que se instaura" , es decir, el S.s.S, "… formación de vena desprendida del psicoanalizante". Así, "fuera de la manipulación de la transferencia no hay acto psicoanalítico" y ella se instala, como acabamos de subrayar, en función del S.s.S exactamente de la misma forma en que el mismo ha sido siempre "inherente a toda interrogación sobre el saber". La ciencia más ateísta es teísta en este punto, nos dice Lacan. Es que ella acumula saber "confiando la garantía de la verdad a un S.s.S". Este último, nacido en el cogito de Descartes, es subvertido por el acto psicoanalìtico en tanto en él, "pienso, luego soy" adviene "soy allí donde no pienso". Respecto de la transferencia, entonces, el analista no debe engañarse, ya que, como dice Rabinovich, "… está advertido que de ahí en más toda la operación analítica debe conducir al polo opuesto, es decir, a que el analizante pueda borrar del mapa subjetivo a ese Sujeto Supuesto Saber. El Otro garante absoluto no existe".

Cuando se consigue cruzar ese umbral que permite la instalación de la transferencia es el momento en que, precisamente, queda legitimado el nombre de entrevistas preliminares para aquellos primeros encuentros entre quienes todavía no eran analizante y analista. No hay continuidad entre las entrevistas y el análisis. El momento en que el neurótico "quema las naves" e inicia un análisis es ese momento de vacilación en el cual no puede ya atribuir a sus síntomas el sentido que hasta entonces les daba. La suposición de un saber Otro y de un sujeto que sepa ese saber instala la transferencia, siempre y cuando haya, para la ocasión, un analista. El analizante, por su parte, espera recibir un sentido que, funcionando al modo de una brújula, le permita encontrar el camino de salida del laberinto de su padecimiento. Esta es la vía de la equivocación del S.s.S. Se alcanzará su resolución, eventualmente, al final del análisis. La transferencia, haciendo objeción a la intersubjetividad, está más allá de la persona del analista y, por lo tanto, no es en modo alguno necesario, nos dice Lacan, "que el sujeto en actividad en la coyuntura (el analizante)" le imponga el S.s.S a ese analista en particular. Más aún, una vez resuelta aquella, "el analizante no tiene ganas ya de aceptar su opción". El psicoanalista se reduce, al final, al significante cualquiera. "Si es nombrable al comienzo con un nombre propio, no es que se distinga por el saber". "Está claro que nada sabe del saber supuesto".

"El Sq de la primera línea no tiene nada que ver con los S de la cadena de la segunda y sólo puede hallarse allí por encuentro". De ahí la insistencia de Freud con su recomendación de "abordar cada nuevo caso como si no hubiésemos adquirido nada en sus primeros desciframientos".

Distribución del hacer y el acto.

Esta distribución del hacer y del acto es esencial al estatuto mismo del acto.

-Hacer del lado del analizante ("llámenlo como quieran, poesía o manejo, él hace, y queda bien claro que justamente una parte de la indicación de la técnica analítica consiste en un cierto dejar hacer (laissez-faire"). Al mismo tiempo, durante la sesión se impone al analizante una cierta suspensión del acto.

-Acto del lado del analista, para quien lo que se suspende, es el hacer en el sentido corriente (deseos personales, gustos, preferencias, etc.)

Suena paradójico que el acto esté del lado de aquel que debe suspender el hacer y su abstención del lado de quien es autorizado por la técnica al ejercicio de un cierto laizzes-faire. Es que Lacan, como vamos viendo, separa el acto del hacer. La noción de acto se encuentra en el centro de la acción. Pero a la acción hay que distinguirla de la motricidad e incluso de la respuesta secretora o excretora en tanto mera respuesta a un estímulo. La punta significante de la acción es lo que caracteriza al acto y su eficiencia como acto no tiene nada que ver con la eficacia de un hacer. Así, el acto fallido en tanto fallido es ineficaz en su hacer, pero es únicamente en tanto fallido que es significante.

En el acto psicoanalítico se implican interpretación y transferencia. Transferencia cuyo sostén el analista provee al hacerse, como dijimos, garante del Sujeto Supuesto Saber, interpretación que implica al sujeto en un discurso (el del Otro) del que fue suprimido, ya que, como dice Lacan, "…la función del Ics. es borrar el sujeto".. "Que pueda haber un decir que se diga sin que uno sepa quién lo dice es precisamente lo que se le escapa al pensamiento". Pero "… al saber que se libra desde un lugar que difiere de toda aprehensión del sujeto y que sólo se entrega en aquello que es la equivocación del sujeto, ¿cuál podría ser el sujeto que lo supiese antes?". No es el saber referencial acumulado quien responde, sino "… la vía del síntoma, de la equivocación, del lapsus donde hace retorno la verdad". La verdad surge, entonces, en la punta significante de la acción, en el error, en las formaciones del inconsciente.

Dos movimientos del análisis:

"Es en la juntura misma del psicoanálisis con el objeto que él suscita donde el psicoanalista abre su sentido por ser su desecho práctico". El acto psicoanalítico se funda "… en una estructura paradójica pues en él el objeto es activo y el sujeto subvertido".

Dos movimientos, entonces:

En el acto psicoanalítico, el sujeto, destituído del soporte que encontraba en el fantasma, asiste a la caída del objeto que, por obra de la transferencia era encarnado por el analista. Simultáneamente se produce la caída del Sujeto Supuesto Saber.. De este modo la cuestión del deseo del analista, como dice Cottet, deviene solidaria del pasaje de analizante a analista. Es en el momento inaugural de dicho pasaje, al momento de producirse el pase durante el acto analítico, cuando Lacan ubica el punto de experiencia sobre el que debe empalmar el grupo analítico. " El pivote de la articulación del análisis en extensión con el análisis en intensión", según Kaufmann. Se deduce, entonces, con toda claridad, la diferencia existente entre la decisión de convertirse en analista y la elección profesional que la cubre. La profesionalización termina "cubriendo con amnesia la particularidad de su acto". Por lo mismo, el acto psicoanalítico atañe ante todo a los que no hacen de él profesión. Es que, a nivel del acto, territorio del des-ser, la profesión es del todo imposible. Hay pase, entonces, cuando ese momento del final se enlaza con la decisión del analizante de convertirse él mismo en analista, en objeto del fantasma para otro. Decisión que, por lo expuesto, excluye como resultado del didáctico a la identidad profesional que la identificación al yo del analista promete. En el pase durante el análisis el analizante "pasa" a la otra orilla y, en ese acto, "quema sus naves" ya que, como decía Freud, quien ha devenido analista adquiriendo la convicción de la existencia del inconsciente y la represión ha perdido para siempre la inocencia. Para Lacan: "…el analista no puede ser curado de la verdad que ha devenido porque…" "…una verdad que es alcanzada no sin el saber es incurable. Se es esta verdad". El sujeto destituído ya no espera del Otro, sabe que el S.s.S. es imposible, experimenta la subjetivación de la castración., punto clave en el cual el deseo del analista opera como bisagra, permitiendo la salida de la transferencia.

Qué resulta del análisis, entonces?. En palabras de Lacan: " ..el sujeto no sólo está condenado a seguir dividido de un pensamiento que no puede asegurarse en ningún "yo soy quién piensa"…,sino que es justamente el fin del psicoanálisis que se realice como constituído por esa división, donde todo significante en tanto que representa a un sujeto para otro significante implica la posibilidad de su ineficiencia, precisamente para operar esta representación de su puesta en falta a título de representante. No hay psicoanalizado, hay un "habiendo sido psicoanalizante", de donde no resulta más que un sujeto advertido de eso en lo cual él no podría pensar como constituyente de toda acción suya".

RUBEN LEVA

Cartel "El psicoanalista en su acto"
Jornadas Finales de Espacio Psicoanalítico
Noviembre de 2002

 

BIBLIOGRAFIA:

-IUNGER, Víctor. "Notas sobre el Acto Analítico".

-KAUFMANN, Pierre – "Elementos para una enciclopedia del psicoanálisis"

-LACAN, Jacques. - Seminario 15 – "El acto psicoanalítico ". 1967-68

-" La equivocación del Sujeto Supuesto al Saber". Dic. 1967

- "Proposición del 9 de octubre de 1967"

-LEVA, Rubén – "Hacer un Acto". Publicación Jornadas Finales Espacio Psicoanalítico- Experiencia 1998/2000.

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 17 - Julio 2003
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