Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
El tóxico como remedio
(Una clínica de las toxicomanías)
Silvia Cislaghi

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La clínica de las toxicomanías ¿es un capítulo de la clínica psicoanalítica ?

¿Es la droga un objeto ?. Y si es así : ¿qué clase de objeto ?

¿En donde se encuentra la especificidad del trabajo que realizamos cuando el que viene a nosotros es un sujeto llamado toxicómano ?

¿Estará esa especificidad en su acto adictivo ?

¿Podemos decir que ese sujeto es un toxicómano antes de escucharlo , es decir, por lo que hace y no por lo que dice ?

¿Se puede hablar de vacilación fantasmática cuando lo que los trae al análisis es en general el encuentro con un límite que implica la sobredosis ?

¿Cuál es la diferencia entre nuestra posición como analistas y aquella de las psicoterapias, que comparten entre ellas y con los adictos imágenes y slogans sociales en relación al tema ?

 

En un texto que se llama "El síntoma en la civilización", C. Soler hablando de las letosas, que son las fabricaciones de la ciencia, y que los define como los objetos que en esta época se proponen e imponen a los sujetos dice que : "El objeto es función de los discursos en acción, de los discursos que definen la civilización"... "Hoy es la ciencia la que gobierna nuestro deseo. El deseo del sujeto se encuentra al servicio del mercado", que es el de las letosas.

Según Baudillard hoy el sujeto en cuestión ya no es tanto el sujeto productor sino el sujeto consumidor.

En el texto citado C. Soler plantea que los toxicómanos, como también otros representantes de las nuevas formas del síntoma, hacen objeción de hecho al gran imperativo de consumir los bienes y de tener que ganarlos por la vía del trabajo previo.

A partir de esto yo me preguntaba si se puede pensar que la sustancia droga, que es una letosa por que es fabricación de la ciencia, pero que sin embargo va en el sentido contrario de cumplir con dichos imperativos, permitiría ubicar a las toxicomanías como un síntoma de la civilización.

Así mismo, por lo contrario, la toxicomanía de un sujeto toxicómano no es un síntoma en si mismo. Ya que cuando hablamos de síntoma en el sentido estricto para el Psicoanálisis., hablamos de la verdad singular de un sujeto. El objeto implicado en el síntoma es un objeto que no puede ser producto del mercado, que resiste a toda universalización.

Precisamente por ese motivo en un primer tiempo y de algún modo a lo largo del análisis de todo sujeto que se presente como toxicómano, será necesario deshacer la identificación a ese " Soy toxicómano" , de modo que ésta se presente para el sujeto ya no como necesaria, sino como contingente. Y para esto es preciso tener presente que esa identificación alude a un conjunto de saberes y conceptos médico-legales y sociológicos, de los que ese sujeto hace figura de representante. Por lo tanto, el analista no debe desconocer la trama discursiva de la que se recorta la entidad toxicomanía.

Partiremos entonces desde un exceso de ser , del que da cuenta, por un lado esta presentación del sujeto, en términos de representante de una categoría recortada de los diversos discursos de la civilización, y a su vez el exceso de sustancia, por lo tanto también de ser, que aparece ya en el hecho de definir sus condiciones de existencia desde una condición de satisfacción. Para ir hacia la carencia de sustancia del sujeto, que implica la falta en ser.

Desidentificación entonces de significantes del Otro, que no son solo los significantes particulares de su alienación como sujeto, y desidentificación con una forma particular de goce que él ha abrochado a un objeto determinado, justamente para no saber de la incertidumbre de su posición como sujeto y de la contingencia del objeto.

Si el analista simplemente acepta esa identidad y esa satisfacción como nombres de ese sujeto, compartirá con él la misma posición de rechazo de saber.

La entidad toxicomanía, del modo en que es utilizada por la mayoría de los abordajes hoy, incluso algunos psicoanalíticos, tiende justamente a borrar todas las particularidades. Así como no es lo mismo el niño que en la villa inhala pegamento, que el adolescente que fuma marihuana antes de ir a bailar y encontrarse con el otro sexo en situación de seducción, que el ejecutivo que aspira cocaína para controlarlo todo y rendir al máximo, tampoco son iguales las modalidades que el consumo ha ido adoptando en las diferentes épocas hasta llegar a la que predomina actualmente, que aparece estando al servicio de responder a los imperativos del éxito social.

Si se ignoran todas esas diferencias mucho más se tenderá a abolir la dimensión subjetiva, al punto de ubicar a la droga como causa, con el beneficio que esto les aporta de tener una causa que no es desconocida, que no hace las veces de X del sujeto. Beneficio en términos de rechazo de saber para el adicto y su terapeuta.

Por eso el trabajo del analista debe ir hacia la producción de esa X, separándola de la sustancialidad de la droga. Se tratará de ir al caso por caso, y situar en cada uno la función que cumple el lazo con ese objeto peculiar, con esa sustancia, en términos, por un lado de la economía de goce del sujeto, y por otro, en cuanto su relación con el Otro del significante, es decir en la dialéctica entre el sujeto y el Otro. Ubicar el modo particular bajo el que se despliega para cada sujeto la función toxicómana.

 

En relación a la pregunta por el síntoma hay una formulación muy interesante de E. Laurent ,donde el dice que se trataría de una "formación de ruptura" , diferenciándolo del síntoma como formación de compromiso. Formación de ruptura con el goce fálico. O sea una formación que intentaría evitar precisamente la producción de un síntoma, el que implicaría la división del sujeto. Forma de fuga a la posibilidad de plantearse la problemática sexual, siempre atravesada por la castración, por la imposibilidad. Así la droga, al decir de Lacan en la única referencia directa que hace a la cuestión, es "lo que permite escapar al casamiento con el pequeño pipi".

En el caso se puede ver que "la sobrecarga" no podría ser pensada como un síntoma, por el solo hecho de que es una respuesta inmediata y eficaz que actúa como tapón a la pregunta por el deseo del Otro.

Tiene el carácter de una acción que se impone al sujeto, donde la determinación significante queda borrada por la presencia de una insistencia pulsional, o más apropiadamente seudo pulsional, de satisfacción silenciosa. Su parentesco con la obsesión es un tema que me interroga y estoy investigando ( diferencia con el ceremonial obsesivo ).

Tomando los términos de dependencia y abstinencia de los discursos que recortan este campo, es interesante observar el proceso de índole alucinatoria que aparece durante la abstinencia : "me gotea la nariz, siento gusto amargo en la boca, etc,", que, como todo proceso alucinatorio cobra la forma de los procesos primarios que procuran la identidad de percepción. El cuerpo se presenta en un campo alucinatorio que deja en suspenso al sujeto.

La dependencia, entonces deberá pensarse como la otra cara de este proceso, donde el consumo parece tener que ver con un intento de ligar algún aumento intolerable de la tensión. Si el cuerpo no alcanza a modelarse en las cadenas significantes, el tóxico prestaría un cuerpo y su falta cobraría la forma de una mutilación. Este fenómeno es correlativo al que se juega en el del miembro fantasma. Dolor del órgano ausente, como manifestación que se impone al sujeto.

De este modo, cuando ya no se trata de la búsqueda de sensaciones placenteras, las cuales llega un momento que ya no se producen, de lo que se trataría es de un "proceso de autoconservación". Función toxicómana como remedio contra lo imposible de curar, como solución no sintomática, tal vez se puede decir pre-sintomática, porque el síntoma implica una transacción y esta estrategia subjetiva se sostiene en no aceptar transacción alguna, tratamiento del cuerpo como organismo, dispositivo de urgencia en una dimensión esencialmente económica.

Por eso este recurso cuando es eficaz no es abordable. Pero fracasa, y fracasa cuando lo intolerable no se cura con este "tratamiento", cuando el agujero que conduce a la angustia no alcanza a ser colmado con este modo de restitución, con esta prótesis narcisista.

Es el fracaso de la droga, no su éxito lo que precipita al sujeto a un goce mortífero.

Es por eso que la toxicomanía es un modo de goce, pero al mismo tiempo una barrera contra un goce más mortífero.

En ese sentido se puede inscribir en esa última vertiente lo que Carlos, el paciente al que voy a referirme en el Ateneo , nombra como "los pies en la tierra".

Dice también : "sin ella me voy, me meto en la tristeza y eso me lleva a la muerte". Goce de la tristeza del que la droga lo salva. Se puede ver aquí el lugar que ocupa la droga para él correlativo de este lugar de la madre para su padre, de quien dice ser los pies en la tierra para este. Sin ella su padre podría haber perdido todo. El gana, ella invierte parece ser la fórmula de la relación sexual que sí habría entre sus padres. Complemento perfecto donde "detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer". Dama / madre que es condición de la existencia de este gran hombre. En ese punto la droga es un artificio, un remedio contra el goce de la tristeza y contra la posibilidad de enfrentarse a la castración (del padre).

La "autosuficiencia" como nombre que para el sujeto empieza a tomar valor de X ,da cuenta de un posicionamiento subjetivo, y por lo tanto se inscribe en una articulación significante, que enmarca un espacio posible para el despliegue de la pregunta por el deseo del Otro. Punto de falla, que cobra la forma de una interrogación y se abre a vías asociativas.

SUEÑO

Creo que es a partir de un sueño, que como formación del inconsciente implica la posibilidad de una escena, es decir con una mediación fantasmática, que da cuenta de que empieza a abrirse esta dimensión enigmática del deseo del Otro.

Un padre-amo que lo podía todo demandaba el goce de su cuerpo descarnado "quiero la piel y los huesos".

En este sueño su padre mira a este cuerpo gozoso en la muerte. Pero en él, Carlos advierte que el precio de esta posición de objeto en relación al padre, es su destitución subjetiva. El silencio al que lo condena ("no podía expresar y eso me ponía mal"), como abdicación de su deseo, empieza a perder algo de la satisfacción que entrañaba. El soñar es, entonces, en sus mismas palabras otro recurso.

Ateneo Clínico

Carlos es un hombre de 35 años que, en el momento del presente recorte clínico se encuentra internado en una comunidad terapéutica que se ocupa de la rehabilitación de droga dependientes.

Está casado desde hace 12 años, tiene dos hijos.

En el momento de su primera entrevista en terapia individual lleva ya 6 meses de internación. En ésta relata que ha consumido cocaína durante 20 años, que en ese lapso trabajaba por su cuenta en una actividad relacionada con el trabajo de su padre y, paralelamente manejaba el negocio de la prostitución.. Dice "Nadie sabía de ninguna de las dos cosas, ni mi mujer ni mis padres. Yo siempre fui prolijo, anotaba cuidadosamente las mentiras que decía, a quién se las decía, las fechas, lo que había hecho en realidad. Todo, como si llevara una contabilidad. Para no pisarme".

Con respecto a la droga dice : "Yo nací en una época equivocada. Yo soy de la hidalguía y la caballerosidad, me gusta regalar poesías, flores, tratar a las mujeres como damas. La droga me permitió vivir en esta época, hacer las cosas que hay que hacer para vivir en esta época". Interrogado sobre las cosas que hay que hacer responde : "Trataba de estar en todo, corría de un lado a otro. Sentía una sobrecarga total, yo mismo me exigía y entonces necesitaba la sobrecarga de la cocaína. A veces ahora me gotea la nariz, siento el sabor amargo en la boca y le paso la mano a la mesa como si preparara una superficie para hacer las líneas. Es como si el cuerpo me la pidiera".

Si bien el tema de la prostitución aparece por un lado como un negocio rentable que le posibilitó a Carlos suficiente dinero para solventar el consumo de droga, por otro lado es motivo de extensos relatos donde Carlos exalta entusiasmado su tarea de "formar a estas mujeres", educarlas para que se vistan, hablen y se comporten como damas. A su vez, relata las dificultades de la familia de origen de su esposa : padre alcohólico, madre de moralidad dudosa, hermanos violentos. Dice : "yo no sé si estaba enamorado de Leticia, me casé para sacarla de ahí".

En entrevistas siguientes continúa hablando de la droga de esta manera : "Yo vuelo, escribiendo, pintando, leyendo. Con la blanca ponía los pies en la tierra. Sin ella yo me voy, me meto en la tristeza y eso me lleva a la muerte... Siempre anhelé morirme, por eso me ponía en el precipicio. Ahora no tengo apuro, sé que va a llegar. Una noche dormí en una bóveda, con cuatro cajones en un 2do. subsuelo, sobre un ataúd. Dormí muy tranquilo, quería amanecer entre los muertos, no le tengo miedo a la muerte. Le tengo miedo a las cosas inesperadas, a las sorpresas, yo trato de prevenir todo". Le señalo : "Amanecer entre los muertos es el único modo de garantizar que al despertarte todo va a estar igual". En ese momento se angustia y responde : "Es cierto, yo tengo miedo al despertarme todos los días, es como que me cuesta aparecer en el mundo".

En otro momento dirá : "Yo admiro a los poetas que celebran la muerte". Luego de un silencio continúa : "Mi papá nos compraba todo, nos daba todo. Siempre trabajando, no estaba nunca. Cuando traía regalos me decía : vos no celebrás nada, y yo una vez le contesté : Qué querés que celebre ? si lo tengo todo, si algo me faltara podría celebrar ". Otro día dice : "Mi padre es el menor de 9 hermanos, el benjamín, es el único que llegó, que puede. El se hace cargo de todos cuando tienen problemas económicos. Les pagó los entierros a todos los parientes que se murieron... Pero yo pienso que siempre, como se dice, detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Por eso, mi padre parece que lo hace todo, lo decide todo, pero yo me he dado cuenta que finalmente todo se hizo al gusto de mi mamá. Ella es muy piola, él tiene mucha habilidad para hacer dinero, pero la que dice como invertirlo y no perderlo es ella. A él le costó dejar la vida de soltero. Ella es los pies en la tierra ".

Al preguntarle por la relación entre ellos dice : "Nunca los escuché pelear, nunca un grito, pero muchas veces había un silencio muy grande entre los dos".

Cuando describe cómo debe ser una dama dice : "La dama tiene que sonreír, no reír a carcajadas. Hay que hacerle chistes sutiles, no tentarla, porque la risa las afea. Eso de mostrar la boca abierta no es de una dama". Intervengo : "No hay que tentarlas, si se las tienta pueden dejar de ser damas".

Habla de las dificultades que tiene en la convivencia dentro de la C.T. Dice que sus compañeros "no se comportan como deben, no respetan las normas, yo me aislo. No es que me sienta superior, pero sí distinto. Yo soy perfeccionista, si veo en el otro algo que no me gusta, un gesto, una palabra, lo rechazo. Mi manera de rechazar es el silencio o irme". Le digo : "Como tu padre".

En la entrevista siguiente Carlos comienza diciendo : "Tuve un sueño increíble. No se lo conté a nadie acá porque pensé que me iban a ironizar. Lo guardé para contártelo a vos : Estaba muerto, mi sueño mayor. Me veía en el cajón y después miraba desde el cajón. Veía el cielo, como que era al aire libre. Y estaban mi padre, mi mamá y mi mujer. Me miraban. Yo tenía un gran bienestar, era maravilloso. Lo único malo era que hacía un gran esfuerzo por dibujar una sonrisa y no podía. No me podía mover porque estaba muerto, y eso me ponía mal".

"Yo siempre quise llegar a eso (la muerte), ahora sé que no voy a hacer nada para lograrlo... además creo que ahora tengo otro recurso para disfrutarlo sin hacerlo : soñar".

Cuando se le piden asociaciones con "un esfuerzo por dibujar una sonrisa" dice : "Yo me sentía bien, feliz , y quería que ellos lo supieran, pero no podía expresar lo que sentía... A mi siempre me costó expresar lo que siento". Luego de un silencio continúa : "El otro día pensaba que tengo ganas de abrazar a mi papá, nunca lo hice. El siempre sale con chistes, con ironía, pone un freno". Le digo : "querías expresar lo que sentías y no podías, tu padre puso un freno" . Prosigue : "Cuando me llevó al colegio de curas dijo : Aquí traigo a mi hijo, quiero la piel y los huesos. Y los curas me daban con todo. El también me pegaba mucho. A mi me parecía bien. Ahora no me parece bien". Concluyo la entrevista diciéndole : "Ahora tenés otros recursos".

En la siguiente entrevista viene diciendo que sus compañeros, en una reunión grupal, le señalaron que él inicia muchas tareas dentro de la C.T., pero las deja sin terminar. El reconoce que es así, y al preguntarle qué piensa de esto dice que a él le cuesta pedir ayuda . "Seré autosuficiente ?" se pregunta, y continúa : "Ahora me doy cuenta que mi trabajo (refiriéndose a la actividad que él desarrollaba legalmente) no me dejaba plata, se me diluía, quería estar en todo y no podía, pero no se notaba porque ganaba mucho con el negocio de las prostitutas". Se queda pensando y aparece un recuerdo : "Cuando yo tenía 15 años mi papá me llevó a trabajar con él y me tuvo 6 meses limpiando tubos. Yo le decía : por favor, dejáme hacer otra cosa, yo puedo hacer otras cosas. Pero él me repetía : Yo empecé de abajo, vos tenés que hacer lo mismo. Entonces me fui. No me sentí escuchado, y si no podía contar con mi padre... con quién iba a contar ? con nadie. Quizás empezó ahí esto de la autosuficiencia. Yo puedo solo, yo puedo todo". Continúa "El domingo pasado tuvimos una discusión por primera vez. Estábamos comiendo en la casa de él. Matías (que es su hijo) se quemó con un bocado de comida y mi papá lo retó muy agresivo. Matías se puso a llorar. Yo me sentí muy mal y entonces le dije : mirá papá, encima que se quemó, lo retás ? Además yo soy el padre de él y estoy acá. Me costó muchísimo decírselo, como que es la primera vez que le digo lo que pienso claramente. El quiere tener siempre la última palabra. Pero yo antes hubiera hecho un escándalo como tirar todas las cosas con mantel y todo e irme. Esta vez hablé, le dije lo que pensaba".

Ese mismo día cuando me retiraba de la C.T. Carlos se acerca y me entrega un papel diciéndome : "Quiero regalarte algo que escribí ". El último párrafo de este escrito es el siguiente :

"El perro vagabundo es un ser incompleto que se arrastra por la vida buscando al amo que se perdió en un recodo del cariño".

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 14 - Diciembre 2001
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