Acheronta  - Revista de Psicoanálisis y Cultura
Eficacia y psicoanálisis
Gerardo Herreros

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Hemos pensado que las reuniones abiertas de Apertura tuvieran este año un eje conductor y hemos pensado el mismo en relación a la eficacia, la transmisión y la creencia en psicoanálisis.

Tal vez en relación a eso, con esa cosa que nos hace recortar de lo real aquello que desde lo simbólico nos convoca, he prestado atención a algunos hechos de los últimos tiempos y que quisiera mencionarles.

Hace poco concurrí al congreso argentino de psiquiatría de APSA, un megaevento como está de moda ahora, de unos 6000 inscriptos donde curiosamente me encontré decenas (y no es una metáfora) de trabajos psicoanalíticos, tal vez pensé que era una apreciación mía, pero un psiquiatra amigo, muy biologista él lo confirmó con una frase que me dijo: "al final Uds. nos están invadiendo hasta en nuestros congresos". Cosa que me puso en parte contento –no por la generalización del psicoanálisis, ya que lo convertiría en un ideal y todo ideal lleva a lo peor, decía Freud-, sino por ocupar lugares que me parecen importantes-, pero en otro contexto, el mismo también mencionó en el mismo sentido "que bajo el nivel científico tiene...". Lo cierto es que en dicho congreso de psiquiatras enmarcado en un shopping de la industria farmacéutica sorteando sillones de relax, notebooks y viajes al Caribe, realizaron ponencias al menos tres profesores titulares de materias psicoanalíticas de la Universidad de La Plata, y directivos importantes de al menos tres instituciones psicoanalíticas conocidas por mí de Buenos Aires.

Ahora bien, en la frase de mi amigo psiquiatra, aprovecho para situar parte de esta charla, en primer lugar el: "nos están invadiendo..." Desde sus orígenes en Apertura venimos sosteniendo al menos a mi modo de ver un auge cada vez mayor del psicoanálisis, en contra de la idea de la muerte de éste. Mi hipótesis, tal vez reduccionista y localista de Argentina del impulso analítico tiene dos ejes: En primer lugar la desaparición cada vez más veloz de la psiquiatría a favor de la neuropsicofarmacología, con lo cual el arte de la medicina y de los cuidados del sujeto se va transformando en un hecho de neurotransmisores con una reducción a la neuroquímica de los fenómenos de la clínica, por el otro la transformación moderna del malestar en la cultura. Quiero decir la rotación hacia un modo de lazo social vinculado más con el discurso capitalista que luego retomaré, con lo cual el sujeto neurótico se encuentra cada vez más angustiado e incómodo. Así vemos una oferta cada vez más grande de todo tipo de respuesta y soluciones al padecimiento neurótico que va desde la amplia gama de psicoterapias –hace poco bajé de Internet una lista de 300 tipo de psicoterapias- a todo tipo manos santas, curanderos, curas sanadores, adivinos y pitonisas. Inclusive, no se si estarán al tanto que en USA la terapia cognitiva está en franca decadencia y el seguro social está ahora cubriendo la psicoterapia interpersonal, mas vinculada con la búsqueda de un sentido para la vida y ese sentido en relación a Dios como respuesta.

Entre estas ofertas, sin dudas se encuentra el psicoanálisis y es entonces donde retornan las palabras de mi amigo: "qué poco nivel científico..." , amigo que por otra parte me deriva sus pacientes y familiares cuando no responden a los psicofármacos o cuando intuye que algo del orden de la miseria cotidiana se encuentra en juego.

Así nos introducimos en estos aspectos que nos convoca a los psicoanalistas, esto es cómo transmitirlo y cuál es su eficacia.

Cuando estaba preparando esta charla, les preguntaba a mis compañeros que se les ocurría para leer y todos me respondieron: Hay muy poco sobre el tema...

Evidentemente hay poco y no sé cómo no resulta sorprendente el hecho. En el congreso que les comentaba, se encontraba un psicoanalista muy conocido que hizo escuela y en su conferencia, que por otro lado estaba con mucho público, un psiquiatra le hizo una pregunta, que si bien era claramente con intención de molestar, no era menos pertinente. Este dijo: "Profesor, tengo una pregunta un poco ingenua, si me preguntan a mí para qué sirve la psiquiatría, yo respondería rápidamente que para resolver el síntoma, que la psiquiatría intenta borrar el síntoma, ahora bien, yo le pregunto, para qué sirve el psicoanálisis?"

Este profesor, muy canchero pero a la vez un tanto canalla a mi gusto en sus respuestas, le contesto: "habría que preguntarle a cada analizante".

Respuesta en parte, sin dudas correcta, pues el psicoanálisis es una práctica de lo individual. Ahora bien, co n el mismo criterio, preguntado a un psiquiatra por el efecto del famoso Prozac, podría responder a mi paciente x le produce nauseas, a z le produce impotencia sexual y a Y le genera inquietud.

Es decir, la respuesta del caso por caso es correcta, pero...: es completa?. Aun en psicoanálisis?

En general, es una observación frecuente que preguntas del tipo: para qué sirve el psicoanálisis, o cuál es su eficacia, o cuál es su eficiencia, o cuál su rendimiento, no se plantean entre analistas, cosa en parte entendible pues es una práctica que lleva más de cien años, pero cuando nos lanzan la pregunta desde otras disciplinas, nos resulta al menos molesta.

Es por ello que intentaré dar cuenta de estos significantes, puesto que es un hecho conocido que por el discurso capitalista y su idea de utilidad y pragmatismo rápidamente se hacen sinónimos la idea de eficacia con la pregunta de "para qué sirve el psicoanálisis".

No es la vía de la utilidad la que tomaré que sí plantearía el "para qué sirve". Recordé en ese sentido una respuesta interrogativa de Borges en torno a esas cuestiones de la utilidad: "¿Y para qué sirve el gusto del café?". Evidentemente hay cosas que no sirven para nada y que hacen a la esencia de la vida, el goce, digamos.

¿Pero uno podría plantear que el psicoanálisis no sirve para nada?. Uno no puede despachar rápidamente la cuestión y decir que no importa si sirve o no; o como decía este profesor, "habría que preguntarle a cada analizante". Porque cuando un sujeto consulta, el motor de su consulta –en la mayoría de los casos- es su padecimiento. Entonces allí sí cabe la pregunta sobre "¿Qué se puede esperar de un análisis?". Será la cura de sus padecimientos?. Entonces en qué se diferenciaría de otras prácticas que curan sufrimientos?. Y decir cura de sus sufrimientos, es decir poca cosa?.

Es allí entonces donde podemos situar este significante que nos convoca "¿Cuál es la eficacia del psicoanálisis?".

Eficacia es un sustantivo que significa VIRTUD, PODER PARA OBRAR Y EFECTO DE LO QUE RESULTA DE LA ACCION DE UNA CAUSA. Viene de Efficax : Que logra hacer efectivo un propósito.

El concepto de eficacia está íntimamente relacionado con el de RENDIMIENTO término que tomaré de la termodinámica y que en palabras sencillas – y teniendo en cuenta que cuando un concepto pasa de un campo de la ciencia a otro sufre profundas transformaciones- lo podemos matematizar como

r = T/e

Es decir, el rendimiento o eficacia es el trabajo o producto obtenido a partir de una energía aportada. Sin olvidar que esta eficacia, siempre produce una pérdida, un resto además de un producto, desecho de suma importancia para nosotros. Quiero decir que otra de las formas de expresar la eficacia es

eo/ei --> eo = ei - pérdida.

Así, les propongo, sin desechar esta mencionada pérdida, pensar c uál es el efecto, producto o trabajo que resulta de la acción de esta causa, en este caso el Psicoanálisis. Es decir, puesto el psicoanálisis como causa, qué es lo que se produce en la cura?.

Distinto es la EFICIENCIA que es la relación entre la eficacia o rendimiento entre sistemas, allí sí es algo del orden de la comparación. Puesto que la meta del psicoanálisis o respondiendo a la pregunta de para qué sirve, es la cura de las neurosis en términos de cambio en la posición subjetiva respecto del deseo, no podría compararse con otras prácticas que tienen otras metas. Sin embargo, Freud no tenía empacho en decir en las Nuevas conferencias de 1933 que el psicoanálisis es el más potente comparado con otros procedimientos de psicoterapia, pero también el más trabajoso y el que más tiempo demanda.

Es decir, no sólo es lícito hablar de eficacia en psicoanálisis, sino que debemos poder dar cuenta de cuál es el producto o efecto que resulta de su acción, que es lo mismo.

Tanto Freud como Lacan utilizaron el término eficacia. No sólo eso, en función y campo de la palabra, Lacan (1955) nos dice que "es en su eficacia donde el psicoanálisis encuentra su razón" y en Seminario sobre el Sinthome (1977), nos refiere que el psicoanálisis es una práctica cuya eficacia es tangible.

Ahora bien, si definimos la eficacia del psicoanálisis como la cura que este produce y cura pensada como cambio en la posición subjetiva en el fantasma fundamental de un sujeto neurótico, sin dudas estamos hablando de un fin de análisis y entonces nos preguntamos si ¿se puede hablar de eficacia del psicoanálisis en aquellos casos que no han arribado a un fin? O ¿se puede hablar de eficacia en términos de cura del síntoma o en el apaciguamiento del mismo?

Sin dudas que sí. Cuando la tarea del análisis queda interrumpida en un punto, hay algo que produjo un movimiento, una rectificación del sujeto, no hay nada que invalide lo que se produjo hasta ese momento. Es obvio que el análisis no consiste solamente en que el sujeto se despoje de sus síntomas, sino que se trata de saber sobre su posición en relación al Otro. Pero tengo la sensación de que cuando se dice que el psicoanálisis no es solamente el levantamiento sintomático, se minimiza este hecho con el "solamente", como si fuera poca cosa el levantamiento del síntoma, como si a los analistas nos importara un bledo que el sujeto se sane de los síntomas. Como si para Lacan no fuera problemático el estatuto del síntoma y su levantamiento. Apoya mi comentario de cierta minimización del problema del levantamiento sintomático, el uso parcial de ciertos conceptos de Freud y Lacan. Del primero, confundir la advertencia sobre el furor curandis por el deseo de curar. De Lacan tomaré dos frases paradigmáticas ambas de Variantes de la Cura Tipo: La primera es muy conocida y dice "El psicoanálisis no es una terapéutica", hasta aquí todos la conocen y muchos se han quedado con esa parcialidad, lo que muchos no recuerdan es lo que sigue: "como las demás". Es decir, que es una terapéutica, pero no como las demás. La segunda dice " Si admite pues el sanar como beneficio por añadidura de la cura, se defiende de todo abuso del deseo de sanar", donde tenemos la famosa "cura por añadidura" donde no se entendió que "que venga por añadidura " no significa que no venga, es más, el sanar es una necesidad lógica de la cura y digo lógico en el sentido fuerte del término. La cuestión es que el sanar no está en la mira del analista. Y en la misma frase rescato la palabra "abuso". Lacan no dice que el analista se defiende del deseo de sanar, sino de todo abuso de ese deseo, que es lo mismo que el furor.

Pero será posible formalizar la eficacia en el transcurso del análisis?. Digo, si sólo podemos situar la eficacia en el fin, que pasa con los análisis en curso, o con las interrupciones?

Una aproximación a ello la daré situando la eficacia analítica en términos de discurso.

Como Uds. saben, Jaques Lacan, plantea en su seminario de los años 69/70: "El envés del psicoanálisis", cuatro modalidades discursivas, cada una de las cuales predomina en los distintos modos de lazos sociales. Es en la medida que alguien habla, se dirige a otro en determinada posición, produciendo efectos en este. Los lugares determinantes de los discursos son 4 y los términos en juego, también 4

S1: Significante amo

S2: Saber

$: Sujeto barrado

a: Objeto a.

El lugar del agente, también llamado la dominante es desde donde parte el discurso. Así es posible partiendo de un discurso que Lacan llamó Maitre o del Amo, obtener por cuartos de vuelta otros tres más.

Lo que quiero remarcar es la predominancia de un tipo de discurso en determinado lazo social, es decir, por ejemplo Lacan daba el ejemplo de que su seminario, cuando estaba explicando justamente estos discursos, era un ejemplo de discurso universitario, quiere decir que es el discurso que predomina.

Estos discursos predominan casi de forma fija en determinados tipos de lazo social, así en la relación del amo y del esclavo o en el discurso de la tecnología predomina el discurso maitre donde un significante Amo se dirige a un saber produciendo un resto, un desecho, el objeto a como real de ese discurso. O el discurso de la universidad o de la ciencia donde es un saber que ocultando el amo en lugar de la verdad se dirige al otro puro desecho u objeto produciendo un sujeto barrado en falta.

No hay discurso mejor ni peor, el problema es la fijeza de los mismos. El "yo soy así" del amo produce ese desecho, el "puro saber" un sujeto barrado, el sujeto sufriente y dividido genera un saber y el discurso del analista produce un S1 nuevo y diferente cuando el analista soporta ese lugar de objeto.

Hoy solamente voy a esbozar esta hipótesis y es que a diferencia de otras técnicas psicoterápicas donde puede predominar algún tipo de discurso, por ejemplo el del amo en ciertos manejos conductistas, o el universitario en otras más psicologistas, o el congelamiento en un puro discurso del analista que lo que provoca es ese S1 que es la sana huída de ese llamado análisis, en el transcurso de un análisis se producen los distintos cuartos de vuelta según los diferentes momentos de la cura. Es decir que el psicoanálisis, con su estrategia y su táctica permite la rotación discursiva.

Y como ya habrán notado, si definíamos la eficacia en términos de la producción o efecto de una acción, podemos ver que en los discursos existe precisamente el lugar de la producción. Propongo en ese lugar situar la eficacia analítica pues si eficacia es el efecto de una causa, en el transcurso de un análisis, este efecto es la posibilidad de los giros y las distintas producciones que irá desde el puro goce del a mudo en el discurso del amo, al comienzo del análisis, pasando por un sujeto dividido por lo que le pasa, que puede preguntarse qué tengo que ver en esto y que puede generar un saber sobre el mismo hasta llegar a un lugar de una nueva producción de un S1 operante.

Entonces, retomando, podemos definir la eficacia del psicoanálisis no sólo como su poder para obrar en términos del fin del análisis con la producción de un sujeto advertido, sino también en su capacidad en levantar síntomas y producir virajes en la modalidad del lazo social que establece.

Lo genial es que su eficacia se produce tensando al máximo la división subjetiva sin propender al bienestar y que produce la cura del síntoma allí cuando el síntoma no es su objetivo.

Quiénes sino nosotros podremos intervenir para producir ese viraje genial que implica la inversión dialéctica que sitúa al sujeto como partícipe de eso de lo que padece?. Quién sino el analista podrá transformar la impaciencia en un paciente? Produciendo los giros en los cuatro discursos?

De allí que no resulta sorprendente que Lacan plantee en la Dirección de la cura que es un hecho que nosotros no nos neguemos a prometer la felicidad.

Lo que el psicoanálisis produce es una solución a la ficción neurótica, en la medida en que esta ficción alimenta lo que Lacan llama "la pasión del neurótico", esa idea pasional del neurótico en la que supone que el otro es la causa de su desgracia y pasión entendida como mencioné en otro momento más como fijación o detención, más que en realidad su opuesto en términos aristotélicos, la acción.

Es decir, su eficacia radica en producir un viraje que va de la frustración y la impotencia en relación a la falta de amor, a la falta en ser, a la falta en saber, a la vacilación en relación a la falta en el Otro y al goce del Otro, transformándola en una imposibilidad lógica. Imposibilidad que lejos de impedir, posibilita otro estatuto al sujeto.

Gerardo Herreros, Abril de 2000

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Revista de Psicoanálisis y Cultura
Número 12 - Diciembre 2000
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